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TEMAS CONTENIDO EN EL PRESENTE DOCUMENTO

1. La Justicia
2. La Equidad
3. Seguridad Jurídica
4. El Bien Común y la Arbitrariedad
LA JUSTICIA
La justicia es un principio universal que rige la aplicación del derecho para conseguir que
se actúe con la verdad dando a cada uno lo que le corresponde.
La justicia es un concepto ético que tiene diversas definiciones y que a su vez es
subjetivo. Para cada persona la justicia significa una cosa distinta, pero como definición
general es actuar con objetividad, verdad e igualdad otorgando lo que cada uno merece.
Justicia general: La justicia general o legal, según Aristóteles, es la manifestación de
toda la virtud en la relación con los demás.

El conjunto de valores que deben regir un estado de derecho forma la justicia. Los valores
que conforman la justicia son la equidad, la libertad y la igualdad.

La justicia no es solamente el ordenamiento positivo vigente, sino también el Ideal que el


Derecho aspira realizar. El ser humano tiene un sentido Innato de justicia Inspirador del
comportamiento de las personas y del ordenamiento jurídico.

La Justicia como valor social fundamental:


La justicia como valor social fundamental es entendida como todas aquellas
manifestaciones de la justicia que satisfacen el igual derecho de todos los hombres a
participar en los bienes de la naturaleza y de la cultura.

En el fondo, la justicia social, más que una categoría que haya que añadir a la justicia
conmutativa, distributiva y legal, es como una categoría transversal que perfecciona la
naturaleza social que por definición tiene toda justicia. La dimensión naturalmente
solidaria que tiene la existencia humana es el correlato de las desigualdades de salud,
conocimiento, posibilidades materiales... que afectan no sólo a personas singulares sino
a pueblos enteros.

Estas necesidades son una llamada a una justa distribución de los bienes entre todos los
hombres de la tierra; a una conmutación que tenga en cuenta no sólo el valor material de
las prestaciones y contraprestaciones, sino también las condiciones materiales del
trabajador y de su familia; y, en fin, a una contribución al bien común que no mire sólo al
disfrute personal de los bienes comunes, sino también a las necesidades de los demás.

Partes de la Justicia:
La justicia se divide por un lado en un sentido subjetivo o Justicia como virtud, y por otro
lado como justicia objetiva o Justicia como Derecho.

 Parte subjetiva o justicia como virtud


Es aquella que debe verse como una virtud que consiste en el hábito o voluntad firme,
constante, perpetuo y libre de reconocer y otorgar el derecho de los demás.
Aristóteles afirma que es la justicia universal y representa la suma de virtudes en las
relaciones sociales
 Parte objetiva o justicia como derecho
Es aquella que se preocupa de la relación de las personas, del bien común, del
derecho natural que todos poseemos.
La aplicación correcta de una norma como cosa opuesta a la arbitrariedad, y en este
sentido de Identifica con el ordenamiento jurídico que obliga a que los iguales sean
tratados de la misma manera.
Clasificación Aristotélica de la Justicia
 Justicia particular
Aristóteles afirma que la justicia particular es una parte o una especie de la justicia
universal que se aplica a la distribución de honores, dinero o cualquier otro bien
externo compartido por los miembros de la comunidad, así como a los tratos que los
individuos establecen en sus relaciones.
 Justicia distributiva
La justicia distributiva presupone los siguientes elementos:
a) una cantidad determinada de los bienes que deben ser repartidos.
b) La instancia encargada de realizar la distribución.
c) Por lo menos dos personas entre las que se requiere distribuir los bienes.
d) El criterio con el que debe realizarse la distribución.
e) El mérito en el que cada uno sustenta su aspiración en el proceso distributivo.

De acuerdo con Aristóteles la forma más simple de justicia distributiva es aquella que se
basa en lo que él llama igualdad aritmética, la cual consiste en que cada uno de los
participantes recibe la misma cantidad de los bienes que deben distribuirse. Sin embargo,
utilizar la igualdad aritmética como único criterio distributivo en todos los casos llevaría a
producir una gran cantidad de injusticia, pues los miembros de la sociedad contribuyen
de manera desigual al proceso de reproducción general de los bienes. "De ahí que se
susciten disputas y acusaciones, cuando aquellos que son iguales no tienen o reciben
partes iguales y cuando los que no son iguales tienen y reciben partes iguales". (EN
1131a 21) Por eso es necesario introducir un criterio de distribución basado en lo que él
denomina igualdad proporcional o igualdad de acuerdo a la analogía (similitud).

En términos abstractos es fácil definir la igualdad proporcional, la cual presupone una


relación de por lo menos cuatro términos: dos personas y dos cantidades de bienes. Si
el mérito en relación al criterio distributivo de dos personas es igual, serán tratadas de
manera justa cuando la cantidad de bienes que reciben es igual. Si el mérito de esas
personas es desigual, serán tratadas de manera justa cuando la diferencia de bienes que
reciben es proporcional a la desigualdad de sus méritos (sí, por ejemplo, el mérito de un
individuo es el doble del mérito de otro, el primero debe recibir el doble de bienes que el
segundo). Siguiendo la terminología de las matemáticas de su tiempo, Aristóteles habla
de una proporción geométrica. Sí A y B representan el mérito de las personas, mientras
que x y z representan la cantidad de bienes que respectivamente recibe cada uno.
 Justicia Conmutativa:
El segundo tipo de justicia particular es la conmutativa, la cual se refiere a las relaciones
interpersonales, ya sean voluntarias o involuntarias. En el primer caso tenemos el sistema
de intercambios entre los individuos, en el segundo las transgresiones de las normas que
rigen dichos intercambios. A diferencia de la justicia distributiva, en la conmutativa ya no
se atiende al mérito de los individuos, por lo cual se retoma el principio superior de la
igualdad entre los seres humanos. Aristóteles habla de una proporción aritmética con el
objetivo de expresar que los intercambios deben someterse a la norma de la igualdad y
que el daño que una de las partes infringe a la otra es quebrantar esa norma, por lo que
la igualdad debe ser restaurada. La función de la justicia conmutativa es crear los
obstáculos que impiden la pleonexia.
 Justicia legal "stricto sensu"
Todo acto justo contribuye al bien común, pero hay algunos actos que tienen como
beneficiario inmediato no a una persona singular, sino a la comunidad en su conjunto.
Éste es el caso, por ejemplo, del pago de impuestos o de la prestación del servicio militar.
Estos actos, en la medida en que son exigidos por la ley, constituyen actos de justicia
legal en sentido estricto. Por lo tanto, podemos definir la justicia legal stricto sensu como
aquella manifestación de la virtud de la justicia por la que los miembros de una
comunidad, incluido el gobernante, contribuyen directamente al bien de la comunidad en
su conjunto.
La Justicia Social:
La justicia como valor social es un valor que promueve el respeto igualitario de los
derechos y las obligaciones de cada ser humano en determinada sociedad.
La justicia social, se enfoca generalmente, a la repartición justa y equitativa de los bienes
y servicios básicos necesarios para el desarrollo y el desenvolvimiento de una persona
en la sociedad como, por ejemplo, el bienestar socioafectivo, la educación, la salud y los
Derechos Humanos.
La importancia de la justicia social radica en que fomenta la integración y la protección
frente a la explotación de los más vulnerables, para de esta manera, caminar hacia una
sociedad más justa y equitativa.

Características de la justicia social:


La justicia social se caracteriza por ser uno de los valores sociales más importantes en
la sociedad. La justicia social vela por el bien común y la convivencia armónica de la
sociedad en que se vive.
La justicia vela por el equilibrio entre el bien individual y el bien común basado en los
valores humanos fundamentales. En este sentido, la justicia social enfoca sus esfuerzos
en la búsqueda de la equidad en las diferentes cuestiones sociales que aún son
necesarias resolver.

Ejemplos:
1. La educación: la educación ha de ser inclusiva, equitativa y de calidad. Todos los
niños, niñas y adolescentes tienen derecho a acceder a una educación que les
permita formarse y les asegure un futuro en igualdad de oportunidades.
2. La igualdad de género: aunque las leyes reconocen los mismos derechos para
hombres que para mujeres, la igualdad de género sigue siendo una tarea
pendiente. Las sociedades deben procurar que todas las personas tengan
garantizado el acceso a sus derechos sin tener en cuenta su género.
3. La trata y el abuso: la pobreza, la exclusión y las guerras exponen a los más
vulnerables a caer en las redes de las mafias de la trata. A través de sus
legislaciones los países trabajan para condenar uno de los tipos de explotación
más lucrativos del mundo.
4. Racismo y xenofobia: las personas deben poder acceder a todos sus derechos y
obligaciones con independencia de su condición o raza. De esta manera podrán
integrarse en la sociedad de manera igualitaria y con autonomía. Diferentes
organismos internacionales trabajan por erradicar ambas formas de
discriminación.

Postulados universales de la Justicia


La justicia social, se enfoca generalmente, a la repartición justa y equitativa de los bienes
y servicios básicos necesarios para el desarrollo y el desenvolvimiento de una persona
en la sociedad como, por ejemplo, el bienestar socioafectivo, la educación, la salud y los
Derechos Humanos.
El problema del Derecho injusto
La temática y posibilidad de un Derecho justo, según Karl Larenz, nace a partir del filósofo
del Derecho Rudolf Stamler, en el año de 1902. Para Stamler la expresión equivalía a un
Derecho establecido que posea ciertas características particulares como la de tratarse
de un Derecho positivo, cuya forma peculiar implicaba un contenido justo. Entre las
peculiaridades del Derecho Positivo justo, Stamler determina una serie de principios
básicos de aplicación necesaria:
a) La paz jurídica.
b) El principio general de respeto recíproco.
c) El principio de igualdad y proporcionalidad.
Uno de los focos del debate Derecho natural-Derecho Positivo, de acuerdo con una lógica
conceptual, surge en la posibilidad de incluir el término “justicia” como nota esencial
constitutiva del concepto de Derecho, toda vez que este último constituye una pretensión
universalmente aplicable a cualquier tipo de legislación de cualquier época.
Si se parte de la idea o necesidad de un Derecho justo, la pregunta subyacente ha de ser
si la atribución del término “injusto” al término “Derecho” constituye una contradicción.
Para Juan Alfredo Casaubon, no se evidencia oposición en la asociación de los dos
términos, pues, en virtud de posturas como el neokantismo y el positivismo jurídico, en la
definición del Derecho se desvincula la justicia del Derecho mismo.

Dado que la base de la disputa entre iusnaturalismo y positivismo jurídico ha sido la


definición del término Derecho, si se pensara en términos aristotélicos ––el Derecho
como lo justo–– el término “Derecho injusto” reportaría una contradicción. No obstante,
al adoptarse una definición del Derecho relativa a un conjunto normativo que goza de
coerción, no aparecería contradicción y se mostraría, además, que en la historia han
existido diversas normas jurídicas injustas. En línea con la lógica aristotélica de los
conceptos, Casaubon encuentra que, si la norma jurídica constituye un juicio de deber
ser, ha de pensarse que su género supremo constituye el sistema de la ética y la moral,
sin necesidad de añadir la nota “justicia” en la definición del término “Derecho”. Frente a
la imposición de un juicio de deber ser en las normas jurídicas, no puede asumirse que
sea esta la determinación de un contenido justo en las normas jurídicas, pues, en una
norma jurídica injusta, también puede imponerse un juicio de deber ser, en este caso, no
común a la moral o razón práctica en términos de lo bueno para una comunidad
determinada.

Es de común aceptación que pueden existir normas jurídicas injustas o aisladas, mas no
sistemas jurídicos que carezcan de injusticia o sistemas jurídicos por completo injustos.
De esta manera, el Derecho nunca podrá surgir con el grado más alto de injusticia, dado
que no pueden existir sistemas jurídicos totalmente injustos, ya que su extrema injusticia
desembocaría en una desobediencia absoluta de las normas jurídicas y una ineficacia
general del sistema jurídico.

Problemas actuales de la Seguridad Jurídica:


Tipos de amenazas contra la seguridad jurídica:
Las teóricas representadas por algunos continuadores del movimiento del Derecho libre
así como por las concepciones jurídicas de los sistemas totalitarios nazi y soviético.
Las fácticas que procedían de la pérdida de claridad y sencillez de las leyes y, de forma
especial, por su profusión que desemboca en la hipertrofia legislativa, producida por
Estado convertido en máquina de hacer leyes. En años sucesivos las amenazas teóricas
han cambiado de signo, mientras que las fácticas se han multiplicado.
Una significativa infravaloración de la seguridad jurídica se desprende también de los
planteamientos de la corriente hermenéutica denominada uso alternativo del Derecho.

En orden a las amenazas teóricas a la seguridad han perdido, relevancia actual las
proveniente de juristas legitima-dores de sistemas políticos totalitarios. La debilidad
científica y él descrédito de esas tesis se ha visto agudizados por la esperanzadora
dinámica de una coyuntura política internacional, que ahora se orienta hacia la
consolidación de los Estados a escala planetaria.
Actualmente soluciones que restituyan la Seguridad Jurídica:
Actualmente la búsqueda de soluciones que restituyan la seguridad perdida, entre ellas,
la que hoy ofrece mayores y más estimulantes posibilidades sea la informática.
La crisis de la seguridad se enmarca en un proceso de crisis de adaptación de los
conceptos y las categorías jurídicas heredados del pasado a las exigencias de la
sociedad tecnológica. En consecuencia, las aportaciones de la Informática jurídica, es
decir, de la disciplina que aborda la proyección de las nuevas tecnologías de la
información y la comunicación al Derecho, representan la respuesta inevitable para tratar
de resolver aquellos problemas jurídicos para los que los métodos tradiciones han
perdido capacidad operativa.
En el plano de la técnica legislativa, la Informática jurídica está en condiciones de prestar
servicios relevantes a la seguridad, puede contribuir a la normalización del lenguaje legal
al posibilitar el control de la univocidad, precisión y claridad formales de las expresiones
normativas. Al tiempo que permite el establecimiento de índices de vigencias legislativas
y sistemas automatizados de localización de eventuales antinomias.
Técnica Legislativa: Para algunos autores es el procedimiento que sigue un proyecto
hasta que se convierte en ley, lo que podría denominarse Técnica Legislativa externa o
formal; para otros está más ligada a la elaboración de las leyes teniendo en cuenta su
contenido normativo, lo que la coloca muy cerca, y en cierta medida superpuesta, con la
Política Legislativa.

LA EQUIDAD:
Justicia distributiva, es decir, la basada en la igualdad o proporcionalidad. Moderación en
la aplicación de la ley, suavizando según el criterio de la justicia, el rigor de la letra.
Principio general que debe guiar la facultad discrecional del juez

La equidad constituye una institución jurídica de gran relevancia puesto que cuando los
jueces recurren a ella posee efectos relevantes en el orden interpretativo. Tal es así que
implica la adaptación de la generalidad de una norma jurídica a las circunstancias de los
casos concretos para evitar causar una injusticia. La norma jurídica general no es injusta
de por sí, sino que eventualmente deviene injusta en algunos casos que la autoridad
normativa no ha podido prever en la instancia genética.
El objeto de la equidad y la utilidad que posee en el marco del quehacer judicial puesto
que posee una utilidad real a la hora de concretar derechos en pugna y, por lo tanto, lejos
de ser un lugar común, colabora en el establecimiento de las decisiones más justas frente
a un caso concreto. De allí que se configure como una herramienta trascendental para
los jueces.
La palabra equidad proviene del latín aequĭtas. Este término se encuentra asociado a los
valores de igualdad y de justicia.

Justicia e igualdad son dos conceptos relacionados y unidos que no pueden valorarse el
uno sin el otro. Reconociendo que algunos valores como la legitimidad del poder, la
libertad, la justicia social, el bien común, etc., son aspectos de la justicia, el único principio
que no puede enunciar la justicia sin valoración alguna es el principio de igualdad.
Cuando se afirma que algo es justo, es porque existe una valoración de igualdad respecto
de otro. En este punto resulta interesante la afirmación de FINNIS: El ámbito de aplicación
de este principio viene dado por tres elementos: la alteridad u orientación hacia el otro, la
presencia de un deber o exigencia deóntica y la igualdad o proporcionalidad del débito
de justicia. Para el bien común es fundamental el bien de los individuos.
Igualdad ante la ley
La igualdad ante la ley se trata de un principio jurídico que establece una serie de
derechos, deberes y garantías comunes para todos los ciudadanos de una sociedad. Se
excluyen, por lo tanto, discriminaciones de cualquier tipo (religiosas, étnicas, de género...)
y privilegios (derivados, por ejemplo, de títulos nobiliarios). Significa que la aplicación de
las leyes sobre los ciudadanos no está condicionada por el tipo de persona a la que se
aplica.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos señala en el artículo 7 que 'todos


(los seres humanos) son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual
protección de la ley'. En muchos países, el principio de igualdad ante la ley aparece
recogida en la Constitución. Sin embargo, en la mayoría de países no existe una auténtica
igualdad ante la ley, siendo en ocasiones un formalismo y no una realidad. Se suele
entender que el sistema democrático está fundamentado en la igualdad de sus
ciudadanos ante la ley, aunque en muchos casos no se cumple este principio.

SEGURIDAD JURÍDICA
La seguridad jurídica es el conocimiento y la certeza que tienen los gobernados de qué
es lo que se estipula en la ley como permitido o prohibido y, cuáles son los procedimientos
que se deben llevar a cabo en cada caso, según lo establecido en la constitución y demás
reglamentos que conforman el marco legal de un país.

Por otra parte, de ser violado el derecho de alguna persona o de sus pertenencias, el
Estado debe garantizar el reparo de esta situación.
Por tanto, la seguridad jurídica también se refiere a la certeza de derecho, es decir, la
previsibilidad que poseen los individuos al conocer y entender cuáles son las normas a
aplicar y las consecuencias jurídicas de sus acciones o de las acciones sobre su persona,
pertenencias o derechos.
La seguridad jurídica como valor garantiza la previsibilidad de las consecuencias jurídicas
de las acciones a los sujetos normativos. Asimismo, cuando un juez interpreta normas
jurídicas generales, aun cuando varía el sentido de ellas, también lo hace con la
expectativa de satisfacer ciertas pretensiones de justicia preponderantes. No obstante la
aparente contraposición, cabe destacar que la seguridad jurídica constituye un límite al
actuar estatal, es decir, los sujetos normativos conocen cómo y cuándo el Estado puede
desarrollar su actuar jurídico sobre los individuos. De esta forma, se conoce que ciertos
bienes considerados valiosos por la misma autoridad normativa no serán afectados.
Ahora bien, si, ante un hecho concreto, una norma menoscaba dichos bienes tutelados,
entonces no puede hablarse correctamente de seguridad jurídica, aun cuando la norma
individual reitere en exactos términos la norma jurídica general.

La paz, el orden social y la Seguridad Jurídica:


Para que una nación progrese debidamente, son esenciales tres elementos de suma
importancia y trascendencia: la paz, el orden social y la seguridad jurídica. La ciudadanía
demanda al Estado que le proporcione un ambiente de paz y tranquilidad que le permita
dedicarse a sus propios intereses sin estar condicionada por circunstancias que,
generalmente, no está en su mano solucionarlas, debido a que se sitúan en un ámbito
superior a sus posibilidades y, al mismo tiempo, que las leyes por las que se rige la nación
le garanticen que, cualquier operación civil, mercantil, administrativa o de tipo personal
que realice, sea respaldada por las leyes vigentes, lo que supone que cualquier nueva
norma que se publique no suponga poner en cuestión las operaciones que hubiera ido
realizando en tiempos anteriores a su promulgación, pues solamente de esa manera
puede alcanzarse el orden social pues de lo contrario la ciudadanía lo demandara y
empezaran a surgir los conflictos.

La Seguridad como valor social fundamental:


Entendemos por derecho fundamental "determinadas situaciones favorables para el ser
humano como tal, que se suponen derivadas de su intrínseca dignidad, y necesarias para
el desarrollo pleno de su personalidad, y que, por lo tanto, se reclaman como derechos
fundamentales, frente a todos los demás hombres y, de modo especial, frente al Estado
y el poder.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General


de las Naciones Unidas en 1948, establece en el artículo 22 lo siguiente: "1. Toda persona
tiene derecho, como miembro de la sociedad, a la seguridad social...". Evidentemente,
no es el único instrumento internacional que reconoce este Derecho. El derecho a la
seguridad social, es hoy un derecho plenamente reconocido por el Derecho Internacional
de los derechos humanos.
La Seguridad Social no es otra cosa que “la seguridad del individuo, organizada por el
Estado, contra los riesgos a que está expuesto el individuo aún cuando la sociedad se
organice de la mejor forma posible”. Pero no hay que olvidar, como el propio W.
Beveridge, se encarga de dejar meridianamente claro, que la Seguridad Social es un plan
específico y preciso a disposición de todo gobierno nacional que previamente adopte la
decisión política de abolir la miseria, cuya puesta en práctica puede exigir, según los
casos, medidas técnicas más o menos complejas, pero eso es meramente un “problema
administrativo y de ejecución”

La decisión política de implantar Sistemas de Seguridad Social fue impuesta por el


constituyente en todas las constituciones europeas posteriores a la segunda guerra
mundial y este hecho no puede ser ignorado en un momento en que el capital financiero
transnacional está compeliendo a los Estados-nación a un desmantelamiento de las
instituciones necesarias para la provisión de derechos sociales.

Cuando se trata de imaginar el futuro del trabajo no pueden dejarse de lado los
mecanismos de garantía de la existencia más allá del trabajo mismo. En un mundo que
ve como crecen la pobreza y los estados de necesidad aparejados con el trabajo precario
y el desempleo, “semejante evolución aconseja aumentar y mejorar la protección social,
en vez de recortarla. En un mundo en el cual cunde la exclusión social, los argumentos
en pro de la protección social resultan más convincentes que nunca”, decía la Memoria
del Director General de la OIT sobre el trabajo decente de 1999. En ese sentido no
pueden ignorarse los compromisos internacionales asumidos por los Estados al ratificar
importantes tratados internacionales en esta materia, entre ellos algunos convenios de la
OIT.
Podemos concluir diciendo que la seguridad jurídica es un principio del derecho,
universalmente reconocido, que se basa en la «certeza del derecho», tanto en el ámbito
de su publicidad como en su aplicación, y que significa la seguridad de que se conoce, o
puede conocerse, lo previsto como prohibido, ordenado o permitido por el poder público.

La palabra seguridad proviene de la palabra latina, la cual deriva del adjetivo (de secura)
que significa estar seguros de algo y libres de cuidados. El Estado, como máximo
exponente del poder público y primer regulador de las relaciones en sociedad, no solo
establece (o debe establecer) las disposiciones legales a seguir, sino que en un sentido
más amplio tiene la obligación de crear un ámbito general de "seguridad jurídica" al
ejercer el poder político, jurídico y legislativo.
La seguridad jurídica es, en el fondo, la garantía dada al individuo por el Estado de que
su persona, sus bienes y sus derechos no serán violentados o que, si esto último llegara
a producirse, le serán asegurados por la sociedad, la protección y reparación de aquellos.
En resumen, la seguridad jurídica es la «certeza del derecho» que tiene el individuo de
modo que su situación jurídica no será modificada más que por procedimientos regulares
y conductos legales establecidos, previa y debidamente publicados.

Exigencias de la Seguridad Jurídica:


La seguridad jurídica es un valor estrechamente ligado a los Estado de Derecho que se
concreta en exigencias objetivas de: corrección estructural (formulación adecuada de las
normas del ordenamiento jurídico) y corrección funcional (cumplimiento del Derecho por
sus destinatarios y especialmente por los órganos encargados de su aplicación).

 Relación de la Seguridad Jurídica con el Derecho:


La relación que existe entre la seguridad jurídica y el derecho, no puede ignorarse la
importancia que los autores le asignan. Todos ellos, sin excepción, reconocen en la
seguridad jurídica un fundamento necesario e imprescindible para que cualquier
ordenamiento jurídico pueda funcionar, independientemente del contenido material de
sus normas. El tratadista español Ricardo García Manrique presenta, de manera
especialmente clara y concisa, su concepto en cuanto a la mencionada relación,
atribuyéndole la calidad de valor moral con función legitimadora del ejercicio del poder
político a través de normas:

La idea de seguridad jurídica aglutina una buena parte de la historia de los esfuerzos por
legitimar el poder político ejercido mediante el derecho. La convicción que late bajo la
atribución de valor moral a la seguridad jurídica es, dicho muy simplemente, la de que el
gobierno de las leyes es preferible al gobierno de los hombres y, más en concreto, que
hay una conexión íntima entre ciertas formas de ejercicio del poder político y la protección
de la libertad individual (2012, pp. 19-20).
Para Lauroba Lacasa (2002-2003), la seguridad jurídica tiene una relación íntima con
todos los demás principios del derecho, puesto que considera que estos “son expresión
del de seguridad jurídica o, desde otra perspectiva, todos ellos son factores que
contribuyen a la consecución de una más plena seguridad jurídica” (p. 1248). Otro
español, José Luis Palma Fernández (1997), comparte el concepto de Lauroba en cuanto
a la relación de los principios del derecho con la seguridad jurídica, dado que considera
que esta relación “es la auténtica forma de garantizar su respeto y observancia. La
indeterminación del concepto en sí mismo considerado quiebra en favor de la mayor
concreción de los aspectos especializados sobre los que se vuelca” (p. 38). Nótese cómo
Palma Fernández parte de la indeterminación del concepto de seguridad jurídica para
darle vida a su propia opinión.

En conclusión, puede afirmarse: (i) que el concepto de seguridad jurídica contiene tres
dimensiones desde las cuales debe ser entendido: como la certeza de la actuación del
Estado y de sus agentes, al igual que la de los ciudadanos; como la certeza y estabilidad
del derecho mismo, independientemente del contenido material de las normas que
integran el ordenamiento; y como la seguridad que resulta del derecho, que deviene de
las normas bien dispuestas, y que resulta en una seguridad específica con respecto a
algunos o varios bienes jurídicos protegidos; (ii) que la seguridad jurídica es un elemento
fundamental de cualquier ordenamiento jurídico, y que su relación con el derecho es
esencialmente legitimadora y garantista, pues es a través de la seguridad jurídica que los
demás principios del derecho se materializan y son garantizados, logrando así un
armónico funcionamiento de cualquier sistema legal.
 La Autoridad de la cosa Juzgada:
En el lenguaje jurídico se usa la expresión cosa juzgada para aludir a las decisiones
contenidas en una sentencia irrevocable. Se halla también consolidada la distinción entre
cosa juzgada en sentido formal (carácter irrevocable de la sentencia, que no es
susceptible de ulterior recurso: por haberse agotado las instancias de apelación, por
haber caducado el plazo para interponerlos, o por haberse desistido de su interposición);
y material (imposibilidad de nuevo examen y/o nueva decisión sobre un proceso frente a
quienes han sido partes en el mismo). Se suele aducir como fundamento de esta
categoría básica de seguridad jurídica el principio procesal non bis in idem. Con dicha
máxima se quiere significar la necesidad de todo sistema jurídico de poner coto a la
posibilidad de impugnación y revisión de las decisiones judiciales y de determinados
actos administrativos.
 El Principio de retroactividad de la Ley:
Se entiende por retroactividad la proyección del ámbito temporal de las normas a hechos
o conductas previas a su promulgación. Se ha indicado que ninguna ley es retroactiva
stricto sensu, puesto que la ley no puede ni reglamentar, ni modificar el pasado, sino sólo
extender sus consecuencias jurídicas en el presente a situaciones que se produjeron en
el pasado. Esas situaciones pretéritas, a las que se conectan consecuencias jurídicas
presentes, pueden haberse realizado por entero (retroactividad auténtica), o haberse
iniciado en el pasado para prolongarse hasta el presente (retroactividad impropia). La
prohibición de retroactividad de las leyes representa una manifestación básica y
especifica de la seguridad jurídica.

 El respeto de los derechos adquiridos:


Suelen entenderse por derechos adquiridos los válidamente constituidos y consolidados
al amparo de una determinada legislación. Con el reconocimiento de los derechos
adquiridos se tiende a no cuestionar las situaciones jurídicas establecidas en el pasado,
para garantizar la confianza de los ciudadanos y la propia estabilidad del Derecho. La
confianza del hombre en el Derecho reposa, en gran medida, en el respeto general de
aquellos poderes de actuación, prerrogativas y situaciones que el ordenamiento jurídico
ha puesto a su servicio para la consecución de sus fines personales. La teoría de los
derechos adquiridos ha sido frecuentemente invocada como un ejemplo de la tensión
entre justicia y seguridad jurídica.
EL BIEN COMÚN

Por Bien común se entiende, en filosofía general, aquello que es compartido por y de
beneficio para todos los miembros de una comunidad; en sentido general, no solo físico
o económico.

El bien común abarca al conjunto de aquellas condiciones de la vida social, con las cuales
los seres humanos, las familias y los colectivos pueden lograr con mayor plenitud y
facilidad su propia perfección.
En esta concepción el bien común no es la suma de los bienes de cada uno de los
miembros de la sociedad ya que ese bien es indivisible y solo con la colaboración de
todos puede ser alcanzado, aumentado y protegido.2 Afecta a la vida de todos. Exige la
prudencia por parte de cada uno, y más aún por la de aquellos que ejercen la autoridad.3
Posiciones fuertemente influidas por este punto de vista han sido incorporadas en las
constituciones y legislaciones de numerosos países y es extante en la posición de la
iglesia católica, por ejemplo, en la Doctrina Social de la Iglesia, a partir de la encíclica
Rerum Novarum. En la encíclicas posteriores se ha seguido profundizando en su
concepto.

Esta percepción deriva de los clásicos griegos (principalmente Platón y Aristóteles) a


través de la tradición escolástica, especialmente del trabajo de quien es considerado su
más grande representante: Tomás de Aquino, quien re introduce el tema en su Suma
teológica -cuestión 98- cuando al hablar sobre la esencia de la ley afirma que esta: "no
es más que una prescripción de la razón, en orden al bien común, promulgada por aquel
que tiene el cuidado de la comunidad"

Se refiere en general al bienestar de todos los miembros de una comunidad y también al


interés público, en contraposición al bien privado e interés particular; también puede
definirse como el fin general o como los objetivos y valores en común, para cuya
realización las personas se unen en una comunidad.
Elementos del bien común:
 El conjunto de condiciones de la vida social:
Estructuras, libertad, orden, seguridad, educación, empleo, salud (perfeccionamiento
físico y espiritual), justicia, familia, vivienda, religión (el hombre tiene una dimensión
sobrenatural que es preciso desarrollar);
 Asociaciones y cada uno de sus miembros: integrantes de la sociedad
agrupados o individualmente;
 El logro de su propia perfección: plenitud de las potencias.
 Respeto a la persona en cuanto tal.
En nombre del Bien Común, las autoridades están obligadas a respetar los derechos
fundamentales e inalienables de la persona humana. La sociedad debe permitir a
cada uno de sus miembros realizar su vocación
 Bienestar social y desarrollo del grupo mismo:
El desarrollo es el resumen de todos los deberes sociales, corresponde a la autoridad
decidir, en nombre del Bien Común, entre los diversos intereses particulares; debe
facilitar los que necesita para llevar una vida verdaderamente humana. (Alimento,
vestido, salud, trabajo, educación y cultura, información adecuada, derecho a fundar
una familia).
 Implica paz, es decir, estabilidad y seguridad de un orden justo. Supone, por tanto,
que la autoridad garantiza por medios honestos, la seguridad de la sociedad y la de
sus miembros. El Bien Común fundamenta el derecho a la legítima defensa individual
y colectiva.
El bien común como valor y la justicia:
“El bien común representa una realidad tangible, un medio organizado conforme a los
mejores recursos del momento. El Estado tiene como misión cuidar directamente,
mediante una amplia planificación y coordinación de la cooperación social, todas las
necesidades existenciales de sus miembros, contando con una amplia gama de políticas
públicas además de un amplio sistema de derechos humanos que protejan a las personas
en todas las eventualidades de la vida, proporcionándoles la ayuda que necesitan”.
El bien común, como objetivo, vela por el establecimiento pleno de la voluntad popular
en cualquier nación, para que la humanidad pueda alcanzar niveles dignos de bienestar;
su materialización se da, por tanto, de manera exitosa, al interior de la sociedad cuando
la justicia y equidad social confluyen en una sola meta, en forma de elementos
incluyentes, en cuyas concepciones, se posicione la defensa del individuo como una
máxima frente a la construcción del propio Estado.

Asimismo, el bien común encuentra su paralelo con la propia finalidad de los derechos
humanos, como la defensa de la vida, la libertad, el acceso irrestricto a la justicia con
base en el debido proceso, entre otros elementos, de los cuales se derivan derechos
tales como la alimentación, el acceso a una educación gratuita, laica y de calidad,
vivienda digna, salud, entre otras prerrogativas que tienen como finalidad: asegurar el
desarrollo pleno e integral de los individuos con base en su dignidad inherente, fuera de
toda discriminación; por tanto, se coloca como un mecanismo necesario e imprescindible
al momento de garantizar la promoción, defensa y salvaguarda de los derechos humanos.

Relaciones Del Bien Común Y La Justicia:


Dentro de la actual problemática jurídica, surge la necesidad de una correcta
interpretación de los conceptos, ya que el mismo desarrollo de la sociedad ha permitido
una libertad de interpretación que en ciertos casos radica en lo contradictorio.
Aparentemente, el concepto del Bien Común aparece como algo sencillo. Sin embargo,
posiblemente con buenas intenciones mas no con propiedad, este concepto se ha
convertido en un arma que trata de anular o destruir la realización del bien singular o bien
hacer creer que el bien singular y el bien común son antinomias reales, y esto no es, ni
nunca será así.

El fin o valor primordial de Derecho es la realización de la justicia. Tanto Aristóteles como


Santo Tomas de Aquino consideran que existen tres clases de justicia: la legal, la
distributiva y la conmutativa. La justicia legal siendo la proporción entre las acciones y el
bien común, es decir que incluye aquello en lo cual pudiera considerarse que el individuo
debe a la comunidad como algo propio de ésta. La justicia conmutativa se refiere
particularmente a la proporción de las relaciones entre los individuos dando a cada cual
lo suyo; es decir, la justicia conmutativa persigue el bien particular. La justicia distributiva
es la que regula la proporción entre la comunidad de los individuos con respecto a la
repartición por aquella de las cargas y beneficios.

Se afirma que siendo el objeto del derecho la realización de un sistema de convivencia


dentro del cual todos los elementos que forman parte de la sociedad hagan posible su
propio desenvolvimiento y aún más, el crecimiento de los grupos sociales que se integran
dentro de la sociedad, entonces toda ley que se encamine a la realización de éstos fines
o propósitos cumple a la realización del bien común y por consiguiente se encuentran
conectados los dos elementos que deben figurar dentro de este binomio esencial, es
decir, el acto que emana directamente de la voluntad del legislador y el objetivo finalista
teleológico que es la realización del bien común.

LA ARBITRARIEDAD
Es entendido como facultad del ser humano de adoptar una resolución con preferencia a
otra; autoridad o poder; voluntad no gobernada por la razón, sino por el apetito o el
capricho; un medio extraordinario que se propone para el logro de algún fin; es sinónimo
de arbitrario entendiéndose como tal aquello sujeto a la libre voluntad o al capricho antes
que a la ley o a la razón.

Arbitrariedad y Derecho:
La arbitrariedad es considerada, corrientemente, como un atentado contra la justicia,
cuando en realidad la arbitrariedad consiste en actuar, justa o injustamente, pero en
todo caso fuera y al margen de la ley.

Según lo anterior, si la legalidad es injusta, actuar al margen de ella puede dar lugar a
una arbitrariedad justa. En eso se basa el profesor Legaz Lacambra al afirmar que
“arbitrariedad no debe confundirse con injusticia. “Puede haber actos arbitrarios justos o
injustos”. Los primeros –dice– se dan “cuando la negación del Derecho en un caso dado
tiene el sentido de establecer una solución más justa para el mismo”.
Pero, con independencia de que la arbitrariedad pueda ser justa o injusta, su irrupción en
la vida política, social y económica perturba gravemente la estabilidad y desarrollo de la
sociedad.

La arbitrariedad, en todo caso, atenta contra la seguridad jurídica y la certidumbre que


debe reinar en las relaciones sociales; El principal peligro de la arbitrariedad es la
inestabilidad que produce y el riesgo que supone para los derechos y libertades del
ciudadano.

Diferencia entre mandatos jurídicos y mandatos arbitrarios:


Cuando se habla de arbitrariedad frente al Derecho, se entiende que la arbitrariedad es
algo negatorio del Derecho, algo que se le contrapone radicalmente; pero también que la
calificación de arbitrario no se aplica a todos los actos que son contrarios al Derecho, sino
solamente a aquellos actos que proceden de quien dispone del supremo poder social
efectivo, pero actos que son entendidos como antijurídicos.

Es decir, se llaman arbitrarios los actos antijurídicos, de los poderes públicos, con
carácter inapelable. Los actos antijurídicos de los particulares, y también los de los
órganos subalternos del poder público y asimismo todos aquellos susceptibles de
apelación, son calificados según los casos, de ilegalidad civil, de falta, de delito, de
contravención administrativa o de sentencia o resolución incorrecta (apelable o
rectificable), pero no calificamos ninguno de esos actos como arbitrariedad en el sentido
rigoroso de esta palabra; porque son sancionables y rectificables por instancias
superiores.

El Mandato Jurídico para el autor Siches es: “El mandato jurídico responde a una norma
de regularidad inviolable; mientras que, por el contrario, la arbitrariedad se presenta como
una irregularidad caprichosa. La arbitrariedad consiste, pues, en que el poder público,
con un mero acto de fuerza, salte por encima de lo que es norma o criterio válido y vigente
en un caso concreto y singular, sin responder a ninguna norma o criterio, o principio de
carácter general, y sin crear una nueva regla que anule la anterior y la sustituya.”
La eliminación de la arbitrariedad del estado moderno:
El primer paso para la eliminación de la arbitrariedad del estado moderno consiste en
reconocer “la amplitud y profundidad de la captura del Estado y la corrupción”. Desde
esta perspectiva, en términos generales, habría que reconocer que las áreas más
urgentes de reforma son precisamente aquellas en donde políticos y funcionarios
públicos mantienen, de jure o facto, un control arbitrario sobre recursos, decisiones y
acciones de gobierno que afectan directamente a la ciudadanía y a la comunidad
empresarial. Algunos ejemplos de este tipo de espacios en donde reina la arbitrariedad
pública y florece la corrupción son aquellos en donde se califican requisitos; otorgan
permisos; emiten licencias; negocian y aprueban contratos, y; se confieren beneficios y
subsidios a particulares. Así como espacios de decisión en donde políticos y funcionarios
públicos pueden asignar a particulares de forma discrecional el uso, goce o control de
activos gubernamentales como bienes raíces, carreteras, puertos, derechos de vía,
recursos naturales, etcétera. No se diga nada de las arbitrariedades que se cometen en
nombre del celoso cumplimiento de regulaciones laborales, mercantiles, tributarias,
ambientales, sanitarias, fitosanitarias, etcétera. O bien, las facultades discrecionales con
las que cuentan muchos funcionarios para manejar fondos públicos en beneficio de
particulares.

Para la eliminación de la arbitrariedad requiere de amplios procesos de desregulación


hasta volver a confiar en la buena fe de los ciudadanos. A lo cual habría que añadir
reformas a los marcos normativos para regular la discrecionalidad en manos de aquellos
funcionarios relacionados con la contratación pública, selección y contratación de
personal, regulación de actividades económicas y asignación de fondos públicos. Junto
con esto hay que seguir promoviendo la transparencia, la rendición de cuentas y el libre
acceso a la información, así como rediseñar y eliminar dependencias públicas e
instrumentos legales que hayan sido fuentes consuetudinarias de corrupción, tales como
las aduanas y las empresas del Estado o la legislación tributaria, entre otras muchas.

Referencias.
Enrique Serrano. “La teoría aristotélica de la justicia”. Scielo. Universidad
Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, Abril 2005. México. Recuperado de:
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-
02182005000100006#:~:text=Arist%C3%B3teles%20afirma%20que%20la%20justici
a%20particular%20es%20una%20parte%20o,individuos%20establecen%20en%20
sus%20relaciones.

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