3.
EL SIGLO XIX
INTRODUCCION
SIGLO DE LAS LUCES O ILUSTRACIÓN
Este es un término utilizado para describir las
tendencias en el pensamiento y la literatura en
Europa y en toda América durante el siglo XVIII
previas a la Revolución Francesa. La frase fue
empleada con mucha frecuencia por los propios
escritores de este periodo, convencidos de que
emergían de siglos de oscuridad e ignorancia a
una nueva edad iluminada por la razón, la ciencia
y el respeto a la humanidad.
Los precursores de la Ilustración pueden
remontarse al siglo XVII e incluso antes. No
obstante, otra base importante fue la confianza
engendrada por los nuevos descubrimientos en
ciencia, y asimismo el espíritu de relativismo
cultural fomentado por la exploración del mundo
no conocido.
Sobre las suposiciones y creencias básicas
comunes a filósofos pensadores de este periodo,
quizá lo más importante fue una fe constante en el
poder de la razón humana. La época sufrió el
impacto intelectual causado por la exposición de
la teoría de la gravitación universal de Isaac
Newton. Si la humanidad podía resolver las leyes
del Universo, las propias leyes de Dios, el camino
estaba abierto para descubrir también las leyes
que subyacen al conjunto de la naturaleza y la
sociedad. Se llegó a asumir que mediante un uso
juicioso de la razón, un progreso ilimitado sería
posible(progreso en conocimientos, en logros
técnicos y sus consecuencias también en valores
morales).
El pensamiento científico
De acuerdo con la filosofía de Locke, los autores
del siglo XVIII creían que el conocimiento no es
innato, sino que procede sólo de la experiencia y
la observación guiadas por la razón. A través de
una educación apropiada, la humanidad podía
ser modificada, cambiada su naturaleza para
m e j o r a r. S e o to r g ó u n g r a n v a l o r a l
descubrimiento de la verdad a través de la
observación de la naturaleza, más que mediante
el estudio de las fuentes autorizadas, como
Aristóteles y la Biblia. Aunque veían a la Iglesia
(especialmente la Iglesia católica) como la
principal fuerza que había esclavizado la
inteligencia humana en el pasado, la mayoría de
los pensadores de la Ilustración no renunció del
todo a la religión. Optaron más por una forma de
deísmo, aceptando la existencia de Dios y de la
otra vida, pero rechazando las complejidades de
la teología cristiana. Creían que las aspiraciones
humanas no deberían centrarse en la próxima
vida, sino más bien en los medios para mejorar las
condiciones de la existencia terrena. La felicidad
mundana, por lo tanto, fue antepuesta a la
salvación religiosa. Nada se atacó con más
intensidad y energía que la doctrina de la Iglesia,
con toda su historia, riqueza, poder político y
supresión del libre ejercicio de la razón.
Los experimentos científicos y los escritos
filosóficos llegaron a estar de moda en amplios
círculos de la sociedad, incluidos los miembros de
la nobleza y del clero
Más que un conjunto de ideas fijas, la Ilustración
implicaba una actitud, un método de
pensamiento. El lema de la época debía ser
"atreverse a conocer". Surgió un deseo de
reexaminar y cuestionar las ideas y los valores
recibidos, de explorar nuevas ideas en
direcciones muy diferentes; de ahí las
inconsistencias y contradicciones que a menudo
aparecen en los escritos de los pensadores del
siglo XVIII. Muchos defensores de la Ilustración
no fueron filósofos según la acepción
convencional y aceptada de la palabra; fueron
vulgarizadores comprometidos en un esfuerzo
por ganar adeptos. Les gustaba referirse a sí
mismos como el "partido de la humanidad", y en
un intento de orientar la opinión pública a su favor,
imprimieron panfletos, folletos anónimos y
crearon gran número de periódicos y diarios. En
España, "las luces" penetraron a comienzos del
siglo XVIII en los que se trató de recoger todo el
conocimiento teórico y práctico de la época.
Las nuevas ideas
Francia conoció, más que ningún otro país, un
desarrollo sobresaliente de estas ideas y el mayor
número de propagandistas de las mismas. Fue allí
donde el filósofo, político y jurista Charles-Louis
de Secondat, barón de Montesquieu, uno de los
primeros representantes del movimiento, empezó
a publicar varias obras satíricas contra las
instituciones existentes, así como su monumental
estudio de las instituciones políticas, El espíritu de
las leyes (1748). Sin duda, el más influyente y
representativo de los escritores franceses fue
Voltaire. Inició su carrera como dramaturgo y
poeta, pero es más conocido por sus prolíficos
panfletos, ensayos, sátiras y novelas cortas, en
los que popularizó la ciencia y la filosofía de su
época, y por su voluminosa correspondencia con
escritores y monarcas de toda Europa. Gozaron
de prestigio las obras de Jean Jacques
Rousseau, cuyo Contrato social (1762), el Emilio,
o la educación (1762) y Confesiones (1782)
tendrían una profunda influencia en posteriores
teorías políticas y educativas y sirvieron como
impulso literario al romanticismo del siglo XIX. La
Ilustración fue también un movimiento
cosmopolita y antinacionalista con numerosos
representantes en otros países. La Ilustración
penetró tanto en España como en los dominios
españoles de América.
Durante el reinado de Carlos III, el "rey ilustrado"
por excelencia, las obras de los escritores
franceses se leían en español, generalmente en
traducciones más o menos retocadas, pero
también directamente en francés. Fueron muchos
los españoles e hispanoamericanos que viajaban
a Francia por motivos de estudio e instrucción, en
las artes y las ciencias y los dirigentes políticos de
la época promovieron y frecuentaron el trato con
los pensadores y filósofos de las nuevas ideas.
Las vías de expresión fueron los periódicos, las
universidades y las florecientes Sociedades de
Amigos del País.
Durante la primera mitad del siglo XVIII, los líderes
de la Ilustración libraron una ardua lucha contra
fuerzas considerables. Muchos fueron
encarcelados por sus escritos, y la mayoría
sufrió persecución y penas por parte de la
censura gubernamental, así como
descalificaciones y condenas de la Iglesia. El
enorme incremento en la publicación de
periódicos y libros aseguró una amplia difusión
de sus ideas. Algunos monarcas europeos
adoptaron también ideas o al menos el
vocabulario de la Ilustración. Voltaire y otros
ilustrados quienes gustaban del concepto del
rey-filósofo, difundiendo sus creencias gracias a
sus relaciones con la aristocracia, acogieron
complacientes la aparición del llamado
despotismo ilustrado, del que Federico II de
Prusia, Catalina la Grande de Rusia, José II de
Austria y Carlos III de España fueron los
ejemplos más célebres. Desde una visión
retrospectiva, sin embargo, la mayoría de estos
monarcas aparece manipulando el movimiento,
en gran parte con propósitos propagandísticos y
fueron, con mucho, más despóticos que
ilustrados.
A finales del siglo XVIII surgieron algunos
cambios en el pensamiento de la Ilustración.
Bajo la influencia de Rousseau, el sentimiento y
la emoción llegaron a ser tan respetables como
la razón. En la década de 1770 los escritores
ensancharon su campo de crítica para englobar
materias políticas y económicas. De mayor
importancia en este aspecto fue la experiencia
de la guerra de la Independencia
estadounidense (en las colonias británicas). A
los ojos de los europeos, la Declaración de
Independencia y la guerra revolucionaria
anunciaron que, por primera vez, algunas
personas iban más allá de la mera discusión de
ideas ilustradas y las estaban aplicando. Es
probable que la guerra alentara los ataques y
críticas contra los regímenes europeos
existentes.
Suele decirse que el Siglo de las Luces concluyó
con la Revolución Francesa de 1789, pero no
son pocos los que contemplan e interpretan la
inquietud política y social de este periodo como
causa desencadenante de la Revolución. Al
incorporar muchas de las ideas de los ilustrados,
la Revolución, en sus etapas más difíciles, entre
1792 y 1794, sirvió para desacreditar estas ideas
a los ojos de muchos europeos
contemporáneos. El enorme impacto que la
Revolución Francesa causó en España, tras la
muerte de Luis XVI, así como en los dominios
españoles de América, provocó una violenta
persecución de las personas más representativas
de las nuevas ideas. Se estableció una censura
total y se cerraron las fronteras, prohibiéndose el
paso de todo tipo de libros y folletos, o su
embarque hacia América.
El miedo a la contaminación revolucionaria
favoreció la represión más absoluta, tanto en la
metrópoli como en los dominios de la América
española. La existencia de numerosas
Sociedades de Amigos del País en los virreinatos
favoreció la implantación y extensión de la
"ilustración" en América Latina.
De lo que no cabe duda es de que la Ilustración
dejó una herencia perdurable en los siglos XIX y
XX. Marcó un paso clave en el declinar de la
Iglesia y en el crecimiento del secularismo actual.
Sirvió como modelo para el liberalismo político y
económico y para la reforma humanitaria a través
del mundo occidental del siglo XIX. Fue el
momento decisivo para la creencia en la
posibilidad y la necesidad de progreso que
pervivió, de una forma moderada, en el siglo XX.
La enciclopedia
Fue en París donde Denis Diderot, autor de
numerosos panfletos filosóficos, emprendió la
edición de la Enciclopedia (1751-1772). Esta
obra, en la que colaboraron numerosos autores,
fue concebida como un compendio de todos los
conocimientos y a la vez como un arma polémica,
al presentar las posiciones de la Ilustración y
atacar a sus oponentes
La Enciclopedia o Diccionario razonado de las
ciencias, las artes y los oficios vio la luz como
proyecto autónomo en 1750, en el que Diderot,
como director del proyecto, manifestaba su
ambición de hacer el inventario de todo el
conocimiento humano.
Su objetivo era el de favorecer la difusión de la
filosofía de la Ilustración. Diderot recurrió a
autores conocidos de la talla de Montesquieu,
Voltaire, Rousseau, Buffon, Du Marsais o
Daubenton y a otros menos conocidos.
D'Alembert se ocupaba de las Matemáticas,
Diderot de la Historia de la Filosofía, el abate
Morellet de la Teología, Buffon de las Ciencias de
la Naturaleza, Paul-Joseph Barthez (1734-1806)
de la Medicina, Quesnay y Turgot de la Economía.
El caballero de Jaucourt ayudaba a Diderot en
tareas de redacción y de edición.
La Enciclopedia está marcada sobre todo por el
interés de Diderot por la tecnología, aunque
algunas laminas estén inspiradas en otras
enciclopedias, o algunas definiciones parezcan
arcaicas.
El destinatario era el pueblo y, por lo tanto, los
suscriptores eran intelectuales, eclesiásticos,
nobles y parlamentarios.
Diderot emplea la imagen del árbol tan apreciado
por Descartes y por la escolástica medieval:
desde las raíces hasta las últimas ramas, el
conocimiento progresa y da sus frutos. La
imagen es mordaz si se piensa que ese árbol es,
por tanto, el del conocimiento. La imagen bíblica
del libro del Génesis se invierte, el proyecto
antirreligioso se explicita. No sólo no se prohibe
el conocimiento, sino que además se afirma que
éste está construido por el hombre, y que en él
debe basarse para obtener la felicidad.
LOS AVANCES TECNOLOGICOS
Tecnología, es el término general que se aplica al
proceso a través del cual los seres humanos
diseñan herramientas y máquinas para
incrementar su control y su comprensión del
entorno material. El término proviene de las
palabras griegas tecné, que significa 'arte' u
'oficio', y logos, 'conocimiento' o 'ciencia', área de
estudio; por tanto, la tecnología es el estudio o
ciencia de los oficios.
Algunos historiadores científicos argumentan
que la tecnología no es sólo una condición
esencial para la civilización avanzada y muchas
veces industrial, sino que también la velocidad
del cambio tecnológico ha desarrollado su propio
ímpetu en los últimos siglos. Las innovaciones
parecen surgir a un ritmo que se incrementa en
progresión geométrica, sin tener en cuenta los
límites geográficos ni los sistemas políticos.
Estas innovaciones tienden a transformar los
sistemas de cultura tradicionales,
produciéndose con frecuencia consecuencias
sociales inesperadas. Por ello, la tecnología
debe concebirse como un proceso creativo y
destructivo a la vez.
La Revolución Industrial
La Revolución Industrial comenzó en Inglaterra
porque este país tenía los medios técnicos
precisos, un fuerte apoyo institucional y una red
comercial amplia y variada. Los cambios
económicos, incluida una mayor distribución de
la riqueza y un aumento del poder de la clase
media, la pérdida de importancia de la tierra
como fuente fundamental de riqueza y poder, y los
negocios oportunistas, contribuyeron a que la
Revolución Industrial comenzara en Gran
Bretaña. Las primeras fábricas aparecieron en
1740, concentrándose en la producción textil. En
esa época, la mayoría de los ingleses usaban
prendas de lana, pero en 100 años las prendas de
lana ásperas se vieron desplazadas por el
algodón, especialmente tras la invención de la
desmotadora de algodón. Algunos inventos
británicos, como la cardadora y las máquinas de
lanzadera volante, la máquina de hilar algodón y
las mejoras en los telares realizadas fueron
integradas con una nueva fuente de potencia: la
máquina de vapor, desarrollada en Gran Bretaña.
En un periodo de 35 años, desde la década de
1790 hasta la de 1830, se pusieron en marcha en
las islas Británicas más de 100.000 telares
mecánicos.
Nuevas prácticas laborales
La Revolución Industrial condujo a un nuevo
modelo de división del trabajo, creando la fábrica
moderna, una red tecnológica cuyos trabajadores
no necesitan ser artesanos y no tienen que poseer
conocimientos específicos. Por ello, la fábrica
introdujo un proceso de remuneración impersonal
basado en un sistema de salarios. Como
resultado de los riesgos financieros asumidos por
los sistemas económicos que acompañaban a los
desarrollos industriales, la fábrica condujo
también a los trabajadores a la amenaza
constante del despido.
El sistema de fábricas triunfó después de una
gran resistencia por parte de los gremios ingleses
y de los artesanos, que veían con claridad la
amenaza sobre sus ingresos y forma de vida. Sin
embargo, el sistema de fábricas se convirtió en
una institución básica de la tecnología moderna, y
el trabajo de hombres, mujeres y niños se
convirtió en otra mera mercancía dentro del
proceso productivo. El montaje final de un
producto (ya sea una segadora mecánica o una
máquina de coser) no es el trabajo de una
persona, sino el resultado de un sistema
integrado y colectivo. Esta división del trabajo en
operaciones, que cada vez se especificaba más,
llegó a ser la característica determinante del
trabajo en la nueva sociedad industrial, con todas
las horas de tedio que esto supone.
Aceleración de las innovaciones
Al aumentar la productividad agrícola y
desarrollarse la ciencia médica, la sociedad
occidental llegó a tener gran fe en lo positivo del
cambio tecnológico, a pesar de sus aspectos
menos agradables. Algunas realizaciones de
ingeniería como la construcción del canal de
Suez, el canal de Panamá y la torre Eiffel (1889)
produjeron orgullo y, en gran medida, asombro.
El telégrafo y el ferrocarril interconectaron la
mayoría de las grandes ciudades. A finales del
siglo XIX, la bombilla (foco) inventada por
Thomas Alva Edison comenzó a reemplazar a
las velas y las lámparas. En treinta años todas
las naciones industrializadas generaban
potencia eléctrica para el alumbrado y otros
sistemas.
EVOLUCION ECONOMICA
Fisiocracia
Esta doctrina económica estuvo en boga en
Francia durante la segunda mitad del siglo XVIII
y surgió como una reacción ante las políticas
restrictivas del mercantilismo. El fundador de la
escuela, François Quesnay, era médico de
cabecera en la corte del rey Luis XV. Su libro más
conocido, intentaba establecer los flujos de
ingresos en una economía, anticipándose a la
contabilidad nacional, creada en el siglo XX.
Según los fisiócratas, toda la riqueza era
generada por la agricultura; gracias al comercio,
esta riqueza pasaba de los agricultores al resto
de la sociedad. Los fisiócratas eran partidarios
del libre comercio y del laissez-faire (doctrina
que defiende que los gobiernos no deben
intervenir en la economía). También sostenían
que los ingresos del Estado tenían que provenir
de un único impuesto que debía gravar a los
propietarios de la tierra, que eran considerados
como la clase improductiva. Adam Smith conoció
a los principales fisiócratas y escribió sobre sus
doctrinas, casi siempre de forma positiva.
La obra de Adam Smith
La Riqueza de las naciones (nombre abreviado
por el que es conocida esta obra), como dice el
mismo título, es sobre todo un libro sobre el
progreso económico y las políticas que pueden
fomentar o frenar este desarrollo. Desde el punto
de vista pragmático, es un alegato contra las
políticas proteccionistas de los mercantilistas, y
una defensa del librecambio. Al criticar las
denominadas falsas doctrinas de la economía
política, Smith tuvo que analizar el funcionamiento
del sistema de libre empresa. En una economía
de libre mercado con mercados competitivos,
cada individuo, de los muchos que participan en el
mercado, tiene una influencia nula sobre los
precios; todos los individuos tienen que aceptar
los precios del mercado y sólo podrán variar la
cantidad intercambiada a esos precios; no
obstante, la fijación de los precios se logra por la
interacción de todos los agentes que operan en el
mercado. La 'mano invisible' del mercado, como le
gustaba decir a Smith, asegura que la sociedad
saldrá beneficiada a pesar de lo que quieran los
individuos; la mano invisible es capaz de
transformar los vicios privados (como el egoísmo)
en ventajas sociales (la maximización de la
producción). Pero esto sólo se verifica si los
mercados competitivos disponen de un marco
legal e institucional adecuados, una condición
que Smith analizó con profundidad pero que las
generaciones siguientes olvidaron. En esta gran
obra sobre la riqueza y pobreza de las naciones,
Smith exponía una teoría simple del valor (o de los
precios), una visión poco elaborada sobre la
distribución, una interpretación aún menos
desarrollada sobre el comercio internacional y
una concepción primitiva sobre el dinero; pero, a
pesar de todas las imperfecciones, su libro sirvió
de base para toda la economía clásica y
neoclásica posterior. La influencia de la obra de
Smith radicaba, en gran parte, en las
posibilidades de desarrollo de sus teorías.
LA REVOLUCIÓN FRANCESA
La Revolución Francesa, fue un proceso social y
político acaecido en Francia entre 1789 y 1799,
cuyas principales consecuencias fueron el
derrocamiento de Luis XVI, perteneciente a la
Casa real de los Borbones, la abolición de la
monarquía en Francia y la proclamación de la I
República, con lo que se pudo poner fin al Antiguo
Régimen en este país. Aunque las causas que
generaron la Revolución fueron diversas y
complejas, éstas son algunas de las más
influyentes: la incapacidad de las clases
gobernantes (nobleza, clero y burguesía) para
hacer frente a los problemas de Estado, la
indecisión de la monarquía, los excesivos
impuestos que recaían sobre el campesinado, el
empobrecimiento de los trabajadores, la
agitación intelectual alentada por el Siglo de las
Luces y el ejemplo de la guerra de la
Independencia estadounidense. Las teorías
actuales tienden a minimizar la relevancia de la
lucha de clases y a poner de relieve los factores
políticos, culturales e ideológicos que
intervinieron en el origen y desarrollo de este
acontecimiento.
Las transformaciones producidas por la
Revolución
Una consecuencia directa de la Revolución fue
la abolición de la monarquía absoluta en Francia.
Asimismo, este proceso puso fin a los privilegios
de la aristocracia y el clero. La servidumbre, los
derechos feudales y los diezmos fueron
eliminados; las propiedades se disgregaron y se
introdujo el principio de distribución equitativa en
el pago de impuestos. Gracias a la redistribución
de la riqueza y de la propiedad de la tierra,
Francia pasó a ser el país europeo con mayor
proporción de pequeños propietarios
independientes. Otras de las transformaciones
sociales y económicas iniciadas durante este
periodo fueron la supresión de la pena de prisión
por deudas, la introducción del sistema métrico y
la abolición del carácter prevaleciente de la
primogenitura en la herencia de la propiedad
territorial.
La reforma y codificación de las diversas
legislaciones provinciales y locales, que quedó
plasmada en el Código Napoleónico, ponía de
manifiesto muchos de los principios y cambios
propugnados por la Revolución: la igualdad ante
la ley, el derecho de habeas corpus y
disposiciones para la celebración de juicios
justos. El procedimiento judicial establecía la
existencia de un tribunal de jueces y un jurado en
las causas penales, se respetaba la presunción
de inocencia del acusado y éste recibía
asistencia letrada.
La Revolución también desempeñó un
importante papel en el campo de la religión. Los
principios de la libertad de culto y la libertad de
expresión tal y como fueron enunciados en la
Declaración de Derechos del hombre y del
ciudadano, pese a no aplicarse en todo
momento en el periodo revolucionario,
condujeron a la concesión de la libertad de
conciencia y de derechos civiles para los
protestantes y los judíos. La Revolución inició el
camino hacia la separación de la Iglesia y el
Estado.
Los ideales revolucionarios pasaron a integrar la
plataforma de las reformas liberales de Francia y
Europa en el siglo XIX, así como sirvieron de
motor ideológico a las naciones latinoamericanas
independizadas en ese mismo siglo, y continúan
siendo hoy las claves de la democracia. No
obstante, los historiadores revisionistas atribuyen
a la Revolución unos resultados menos
encomiables, tales como la aparición del Estado
centralizado (en ocasiones totalitario) y los
conflictos violentos que desencadenó.
MARCO HISTORICO Y CULTURAL EN LA
ARGENTINA
Periodo de la Independencia (1810 1830)
El Movimiento de Mayo de 1810, que sacudió
primero a Buenos Aires y luego a todos los
pueblos de¡ Interior, imprimió al país un nuevo
ritmo de vida: a partir de entonces desapareció el
apacible "ambiente colonial" para ser
reemplazado por la necesidad de tomar partido
frente a los nuevos "problemas nacionales
argentinos", que reclamaban urgente solución.
Tres de ellos eran de absoluta prioridad:
Comprometer a todos los pueblos del Virreinato
en apoyo al movimiento de emancipación,
Organizar el gobierno del país, Neutralizar,
mediante tratativas o con las armas, a las fuerzas
dependientes del Virrey de Lima, opuesto desde
el comienzo a los cambios ocurridos.
En este empeño, aunque con resultados muy
dispares, transcurrieron nuestros primeros veinte
años de vida independiente.
Para lograr la adhesión de todos los pueblos a la
Revolución, el Gobierno Patrio envió tres
expediciones militares: al Alto Perú, al Paraguay y
al Uruguay. Lamentablemente las tres
fracasaron, y esos países, si bien se
independizaron de España, se separaron de
nosotros.
Peor aún resultó la tentativa de organizar el
gobierno. A pesar de ensayarse los más diversos
sistemas - Juntas, Triunviratos, Directorios y
Presidencias -, no se atinó con el buen camino y
así se llegó a la anarquía y a la guerra civil:
unitarios y federales fueron desde entonces y
durante más de treinta años, los bandos
irreconciliables que justificaron cualquier exceso.
Sólo el tercer problema fue bien resuelto: la
cerrada defensa de la frontera Norte, a cargo del
caudillo Güemes, apuntalada por las victorias de
Belgrano en Tucumán y Salta, complementadas
con la rendición de los españoles de
Montevideo, permitieron a San Martín preparar
su ejército en Cuyo, cruzar los Andes y libertar a
Chile y Perú. Esta gloriosa epopeya, rematada
por Simón Bolívar, consolidó la Independencia
sudamericana.
Periodo de las luchas civiles (1830 1860)
En el año 1829, tras el fracaso de las distintas
tentativas llevadas a cabo para lograr la
unificación nacional, el país se hallaba
virtualmente dividido en los dos viejos bandos
antagónicos: la Liga Unitaria, con centro en
Córdoba, se extendía por todo el Interior,
mientras, que la Liga Federal dominaba en
Buenos Aires y el Litoral.
Pero dos años después, al caer prisionero el
General Paz, jefe de los unitarios, y ante el
desmoronamiento de sus fuerzas, todo el país
quedó adherido al Pacto Federal, que
prácticamente impuso la unidad nacional, bajo la
jefatura de Juan Manuel de Rosas, gobernador
de Buenos Aires.
Sin embargo a pesar de su derrota, los unitarios
no depusieron las armas sino que, desde el
exterior, adonde habían emigrado, se
mantuvieron en constante lucha durante los
siguientes veinte años. En general la suerte no
les fue favorable, a pesar de su equivocada
táctica de aliarse con gobiernos extranjeros para
resolver los problemas argentinos.
Finalmente, al no ponerse de acuerdo entre sí
los federales victoriosos acerca de la
organización del país, estalló la lucha entre ellos
mismos, en 1852, el caudillo entrerriano Urquiza,
apoyado por fuerzas unitarias y brasileñas,
derrotó a Rosas en Caseros y entró victorioso en
Buenos Aires. Las provincias, por su parte,
hartas de lucha, aceptaron la invitación que les
formuló el vencedor para reorganizar enseguida
al país, y sus representantes, reunidos en el
Congreso de Santa Fe, elaboraron la
Constitución de 1853, que consagraba el
definitivo triunfo del federalismo, aunque con
notables concesiones a los principios sostenidos
por los unitarios. Aceptada por todo el país, se
inició entonces el período de la Organización
Nacional, el cual se prolongó hasta casi fines del
siglo.
Periodo de la Organización Nacional (1860 1890)
La Batalla de Caseros fue uno de los hechos
trascendentes de nuestra historia. Dispuesto a
poner fin a un cuarto de siglo de guerras civiles,
Urquiza buscó el acercamiento de los
gobernadores provinciales, sus enemigos de la
víspera, y en el Acuerdo de San Nicolás, todos
decidieron poner en marcha al país, comenzando
por dotarlo de una Constitución, lo cual ocurrió el
1º de mayo de 1853. Esta ley suprema, de fondo
federal, pero con numerosos detalles unitarios, es
la que aún nos rige. Pero los problemas no
acabaron con la jura de la Carta Magna, sino que
se prolongaron durante los diez años siguientes:
los unitarios, vueltos a Buenos Aires, y
disgustados por la unión nacional que se estaba
forjando, se separaron del resto del país, y
proclamaron la autonomía del Estado de Buenos
Aires.
Esta secesión se prolongó desde 1852 a 1861,
multiplicándose los incidentes entre ambas
partes. Finalmente, enfrentadas en los campos de
Pavón, el ejercito de Buenos Aires, comandado
por Mitre, batió a las tropas nacionales, dirigidas
por Urquiza. Felizmente, y en contra de sus
consejeros, Mitre mantuvo la vigencia de la unión:
disueltas las autoridades nacionales, se llamo a
nuevas elecciones, las que lo consagraron como
primer Presidente de la Nación definitivamente
unida.
A partir de entonces, se suceden los gobiernos
constitucionales, con total estabilidad, durante
mas de medio siglo. Nuestra Patria inició entonces
una larga etapa de progreso material y cultural que
se prolongará hasta las primeras décadas del
presente siglo.
Periodo de la Evolución Nacional (1880 1930)
La etapa de la Organización Nacional, timoneada
por Mitre, Sarmiento y Avellaneda, había puesto
nuevamente en marcha al país. Se inició
entonces, a partir de 1880, una nueva fase de su
historia, signada por un crecimiento material de
ritmo vertiginoso que interesó a todas las
estructuras nacionales, forjando prácticamente
una nueva Argentina.
Ello fue posible, entre otras causas, gracias a la
estabilidad política entonces imperante: los
gobiernos se sucedían en los plazos fijados por
la Constitución, sin dejar lugar a ninguna
aventura que pusiera en peligro nuestra vida
institucional. Desde luego, no fue una etapa de
inercia, sino que por el contrario, en esos años se
fue gestando una evolución cuyos frutos llegan
hasta nuestros días.
Políticamente, este largo período de más de
cincuenta años, conoció dos etapas
marcadamente distintas, representadas por los
dos personajes clave de entonces.
En los primeros treinta años, el general roca
encarnó el unicato, tendencia similar al
despotismo ilustrado europeo del siglo XIX, con
la que los gobiernos, con poca o ninguna
participación popular, trabajaban para el
progreso del país. Digitando a los presidentes de
entonces, a su pariente Juárez Celman, y
después a Luis Saenz Peña, Evaristo Uriburu y
Manuel Quintana, además de sus dos
presidencias, Roca fue indiscutiblemente, desde
1880, el hombre fuerte de la Argentina, hasta su
muerte en 1914.
Los opositores a su régimen, progresista pero
poco participativo, se nuclearon en el Partido
Radical, fundado por esos mismos años por
Leandro Alem y su sobrino Hipólito Yrigoyen.
Este último, convertido en representante de las
esperanzas populares, sólo necesitó que Roque
Saenz Peña instaurara en el país el sufragio
secreto y obligatorio para asumir el gobierno en
1916.
En esta segunda etapa la política argentina dio
un gran vuelco y adquirió un acentuado matiz
nacionalista y de protección de los intereses
populares. Esta "solución radical",
implementadas durante las dos presidencias de
Yrigoyen y la intermedia de Alvear, epilogó en
1930 con la Revolución de Uriburu,
acontecimiento que por muchos años fijará
nuevos rumbos al país.
PANORAMA CULTURAL
A pesar de los gravísimos problemas que tuvieron
que afrontar, los primeros gobiernos patrios no
olvidaron que una de sus primeras obligaciones
era apoyar al desarrollo cultural del pueblo. Así
fue como el progreso, tan promisoriamente
iniciado en los años del Virreinato, continuó su
ritmo ascendente y, salvo contadas excepciones,
alcanzó niveles sorprendentes. Ello se debió,
entre muchas otras causas, a la actuación de dos
próceres que en esos primeros años tuvieron
influencia decisiva en el gobierno:
La Historia recuerda a Manuel Belgrano como al
creador de nuestra bandera y al vencedor de
nuestras primeras grandes batallas, pero no
siempre se lo tiene presente como el propulsor de
casi todas las iniciativas culturales de entonces, y
el gran promotor de la educación popular",
convencido, según expresaba, de que "la
educación es el fundamento más sólido de la
felicidad de los pueblos".
Bernardino Rivadavia, por su parte, considerado
por Mitre como "el primer hombre civil argentino",
y por Avellaneda, "el hombre del futuro", dio su
nombre a su época, haciendo todo cuanto podía
esperarse de su genio inquieto y progresista. Sin
juzgar en esta obra su tendencia centralizadora y
su política tendiente a subordinar al predominio
de Buenos Aires el resto del país, una de las
causas de nuestras guerras civiles Rivadavia fue
el gran reformista de nuestros primeros años y el
creador de instituciones de innegable valor, que
dieron a las Ciencias y a las Artes nacionales un
muy vigoroso impulso, haciendo de ese período
que denominamos de "Consolidación de nuestra
Independencia", la etapa cultural más brillante de
la primera mitad del siglo XIX.
El abierto clima de guerra civil que caracterizó a
este período, fue el menos a propósito que
pudiera pedirse para el normal desarrolló de la
cultura, la que obviamente descendió a sus más
bajos niveles. No fue, como a veces se insiste,
una época de barbarie y salvajismo: hubo
notables obras dignas de ser resaltadas, y en
algunos aspectos culturales, la actividad fue
inclusive superior a la de otros períodos ' pero
contabilizado todo, el balance final arroja saldo
negativo.
La decadencia fue mucho más notable por el
contraste resultante con el período anterior
después del gran impulso dado entonces a las
artes y a la enseñanza pública, que en Buenos
Aires culminó con la creación de la Universidad,
el esfuerzo se detiene. Suprímese la gratuidad
de la enseñanza popular, el presupuesto
Universitario desciende a su más bajo nivel, se
destituye a profesores por sus ideas políticas y a
los que quedan se les exige juramento de
fidelidad al régimen, y los centros culturales del
país, como la Universidad de Córdoba, apenas
vegetan ante la pasividad de los gobernantes.
Sin intentar hacer un deslinde de
responsabilidades, puede afirmarse que, ante
circunstancias tan difíciles, ambos bandos
deben asumir su parte de culpa. La
intransigencia de Rosas, la administración
partidista de la justicia, la persecución contra sus
adversarios, la inmunidad de que gozaban sus
partidarios y, sobre todo, su tácita aprobación
para el mantenimiento de un clima de violencia,
delación y endiosamiento de su persona en todo
el país, no tienen justificativo ante la Historia, y
solo cuenta a su favor con la relativa atenuante
de los delitos similares cometidos por los
unitarios: las campañas promovidas desde el
exterior, los atentados y asesinatos perpetrados
y, sobre todo, los ataques al país apoyados por
tropas y barcos extranjeros, configuran también
hechos imposibles de silenciar.
En resumen, puede afirmarse que ambos
bandos contendientes fueron responsables del
retroceso del país tanto en el aspecto social,
como en los campos de las ciencias y las artes.
Pocas etapas de nuestra historia fueron tan
constructivas como la de la Organización
Nacional. Las luchas civiles habían frenado el
progreso del país durante treinta años y por ello
los gobernantes constitucionales decidieron
recuperar el tiempo perdido. Los propósitos que
persiguieron resultaron evidentes: organizar
políticamente el país, fomentar su desarrollo
económico y reestructurar la cultura nacional.
Los resultados alcanzados en estos tres
aspectos, fueron muy satisfactorios.
Políticamente, el país entró en una etapa de
normalidad, basada en el respeto a la
Constitución. Bien es verdad que todavía
durante una década ocurrieron diversos
levantamientos contra las autoridades
nacionales, pero también es cierto que, excepto
algunos de ellos, los demás no fueron sino
movimientos locales de algunos caudillos que no
se resignaban a reconocer que los tiempos
habían cambiado. Además, la llegada de gran
número de inmigrantes ayudo a cambiar la
mentalidad del país: lentamente se fueron hacia la aplicación práctica que pudiera servir a
gestando nuevos partidos políticos, que años las industrias y a los quehaceres económicos.
después representarían autenticas mayorías Los mismos movimientos artísticos, aunque
populares, y con ellos el pueblo tendrá verdadera alcanzaron notable organización mediante el
intervención en la cosa pública. surgimiento de nuevas agrupaciones, tuvieron
La Economía Nacional, por su parte, inició un una muy tardía maduración, pues solo a fines de
período de franca prosperidad: la libertad de esta etapa llegó al país la modernización
comercio, la explotación intensiva de las riquezas impuesta en Europa hacía ya mas de medio
agroganaderas, el tendido de los primeros siglo.
ferrocarriles, el fomento de la inmigración
europea, y el surgimiento de las primeras
industrias, transformaron a la Argentina y la
colocaron entre los "países privilegiados" del
mundo.
La Cultura Pública, finalmente, conoció también
un notorio reflorecimiento: las ciencias, las artes y
la enseñanza pública alcanzaron un notable
desarrollo.
La máxima preocupación de los primeros
gobiernos constitucionales fue combatir la
ignorancia y difundir la cultura. Claro exponente
de este propósito fue la afirmación de Eduardo
costa, ministro de Mitre, ante las Cámaras, y
compartida por todos: "La difusión de la
enseñanza debe ser considerada como la primera
de nuestras necesidades nacionales y el deber
mas imperioso de los gobernantes". Por ello, en
esta etapa se crearon escuelas y colegios, se
fundaron museos y observatorios y se contrataron
maestros y técnicos extranjeros que ayudaron a
producir el vuelco que necesitaba la vida cultural
argentina.
Esta evolución política (la sucesión del unicato de
Roca por el régimen populista de Yrigoyen) fue
acompañada por un cambio de similar intensidad
producido en otros órdenes, pero en este caso
significó un cambio negativo.
La prosperidad material, el incremento de los
negocios, no tuvo un desarrollo paralelo de las
ciencias y de las artes: parecería que la evolución
económica prevaleció sobre la evolución cultural.
No hubo paralización de actividades, y en varios
aspectos hasta se perfiló una superación de lo
realizado; pero, en general, el avance no alcanzó
el ritmo que era de esperar, a causa de la
dirección impresa al desarrollo: empeñados en la
carrera hacia las riquezas materiales, tanto el
pueblo como el gobierno descuidaron la
prosecución de los puros valores culturales.
Las ciencias no fueron cultivadas por ellas
mismas, sino en función de los resultados
concretos. Poco interesados en la investigación
teórica, la búsqueda tendía primordialmente
3.1 URBANISMO
La consolidación de la imagen virreinal. 1750-
1850
Los años que transcurren a partir de mediados del
siglo XVIII fueron fundamentales para la
definición de la imagen de ciudad propia del
virreinato.
Los edificios públicos concretaron su
construcción, aún cuando algunos no fueran
completados en su totalidad y su manufactura
fuese todavía muy rudimentaria. Las casas del
cabildo y cárcel, reconstruidas en 1797 después
de un incendio (Furlong: 1946,284) y
conformadas por una galería baja de ocho arcos,
habían sido revocadas y blanqueadas y recién
entre 1810 y 1816 ampliadas con un segundo piso
de arcadas. En la década del'40, durante el
gobierno de Celedonio Gutiérrez, logró
terminarse con el agregado de cinco arcos y una
torre de reloj, traído expresamente para tal fin
desde Inglaterra. En este proceso, el edificio
adquirió la imagen característica de los cabildos
americanos, siguiendo el modelo del
ayuntamiento español.
Fue en este período cuando se realizó el tercer
edificio de la iglesia matriz, que ocuparía por
primera vez el actual emplazamiento. Esta obra,
iniciativa del Presbítero Felipe Martínez de Iriarte,
inaugurada en septiembre de 1760, pese a su
importancia era un edificio de austeras
características como lo Consigna el mencionado
Concolorcorvo. Su fachada respondía a la
tipología propia de las iglesias virreinales: una
portada de estructura plateresca muy
simplificada, con dos torres campanario. Este
edificio comenzó a deteriorarse muy rápidamente,
lo que nos habla de la precariedad de su
construcción. Según datos de la época, el peligro
de un desplome inminente llevó a su clausura en
1794.
En el ángulo noroeste se levantaba la antigua
iglesia y convento de los jesuitas, concedida en
1782 a la orden franciscano. La iglesia, que había
sido realizada por un grupo de religiosos con
mayores conocimientos técnicos, reemplazaba el
tradicional adobe por piedra, cal y ladrillo, con lo
que adquirió mayor solidez y durabilidad. (Viola,
156 en Páez de la Torre: 1993) Su fachada de
filiación más bien clásica, respondía al modelo
"Gesú", pero con una resolución algo
desproporcionado. Estaba rematada por un
extraño frontón curvo que sumado a una torre
poco esbelta, ubicada sobre el lado derecho de
la entrada, le otorgaban una sensación de gran
pesadez.
Varias innovaciones, que habrían de modificar el
paisaje urbano, fueron lentamente
introduciéndose en el ámbito de la plaza. En
1813 se incorporaron los primeros faroles
permanentes, de cristales con velas, para la
iluminación de las calles, que poco después
fueron sustituidos por otros a kerosén. En 1820
se habían empedrado ya sus ocho bocacalles.
Estos cambios, unidos a la incipiente aparición
de lo que se llamó el "comercio de Castilla",
lograron que las calles fueran un sitio bastante
menos inhóspito de lo que había sido en los
primeros años de la colonia. Las tiendas crecían
permanentemente en número y calidad y abrían
sus puertas a la plaza que desde 1817 había
dejado de ser el sitio del mercado público con lo
que se había producido el primer y significativo
cambio en su fisonomía colonial. La vacía plaza
era aún un enorme canchón de tierra, separado
de las calles perimetrales por pequeños postes
de madera labrada de vara y media de alto con lo
que se iniciaba el proceso de diferenciación de
ambos espacios y la transformación de la plaza
colonial abierta al tránsito, en la futura Plaza de
la Independencia.
La ciudad pre liberal. 1850-1880
La fisonomía colonial, que databa de la
fundación de la ciudad, no se había modificado
sustancialmente con el hecho de la
Independencia. Esta transformación se
efectivizó recién al promediar el siglo, como
consecuencia de los cambios económicos y
sociales que se operaban en el país.
Dos dibujos del pintor francés León Palliére, que
visitó la ciudad de Tucumán en 1858, constituyen
las primeras imágenes gráficas de la plaza y
quizás la última visión del paisaje urbano
colonial. Durante estos años comienza a
desaparecer la edificación colonial, fenómeno
que se hizo muy notorio en las dos décadas
siguientes. En aras de lograr una expresión
estética que estuviese a la altura de los cambios
políticos, se produjo una gran cantidad de
renovaciones tal como lo describe el científico
Germán Burmeister: reinaba una verdadera furia
por construir, se demolían casas que estaban en
buen estado y edificaban en su lugar casas
nuevas. Los huecos se habían completado, el
vacío del campo santo dio lugar a la aparición de
la casa de altos del Dr. León de Soldati, mientras
que en el hueco vecino al Cabildo, donde para
1830 se ejecutaba la pena de muerte, se
construyó la casa del Gobernador Don Próspero
García. Los solares originales ya se han
subdividido entre tres y cuatro veces, contándose
con veintiocho parcelas en todo el perímetro. Sus
anchos oscilaban entre los 35 m. en los lotes más
grandes, salvo el cabildo y la matriz, y los 13 m. en
los más estrechos.
A esta renovación contribuyó mucho la aparición
de otras propuestas estilísticas provenientes de la
nueva orientación general de la arquitectura hacia
las formas neoclásicas. El Neoclasicismo fue la
expresión estética de la Revolución y significó el
fin del mundo barroco en Europa. Los elementos
ornamentales y los criterios compositivos
provinieron de las obras grecorromanas en busca
de un proceso más intelectualizado y racional. En
el contexto cultural correspondiente a la
Revolución de Mayo, estas formas neoclásicas
fueron las primeras que se utilizaron en el intento
por borrar las huellas del vínculo con España.
La popularización de esta corriente impuso los
techos planos en lugar de tejas, o al menos, su
ocultamiento detrás de parapetos verticales- la
desaparición de las ornamentaciones barrocas de
las portadas en favor de la desornamentación
neoclásica. Las fachadas se componían
simplemente por una sucesión de aberturas,
puertas y ventanas, iguales y dispuestas a
intervalos regulares.
Precisamente este lenguaje había sido
introducido en los edificios públicos de Tucumán,
alrededor de la década del 50, en la nueva y última
edificación de la iglesia Catedral, obra del
ingeniero francés Pedro Dalgare Etcheverry. La
fachada de la nueva matriz, inaugurada en 1856,
estaba compuesta por un típico pórtico clásico,
enmarcado por dos altas torres de extrañas
cúpulas bulbosas. La escala de este edificio, que
superaba en jerarquía al cabildo, sorprendió
notablemente a los vecinos de la ciudad.
El progreso que implicaba la independencia
también debía plasmarse en el centro mismo del
organismo urbano, la plaza. Así lo entendió el
gobernador Marcos Paz y durante su gestión
(1858/66) la transformó en plaza-paseo, sólo
cuatro años después de que Prilidiano
Pueyrredón introdujera este nuevo modelo, con el
arreglo de la Plaza de la Victoria en Buenos Aires.
Así, la antigua plaza colonial, por esos años Plaza
Libertad, se modificó según los nuevos planteos
europeos trasladados a su micro escala. El país
miraba hacia Europa donde se producían
nuevos hechos urbanos, al París del Barón de
Haussman con sus bulevares, sus plazas
estrelladas y sus rond-points. En este momento
se produjo la restitución física del modulo base
de la cuadrícula con la definición material de la
manzana correspondiente a la plaza, separada
de las cuatro calles perimetrales mediante
postes y cadenas y fundamentalmente por una
sucesión de árboles y bancos. También el
tratamiento de los solados contribuyó a
diferenciar los distintos sectores. Las calles que
la rodeaban estaban empedradas y claramente
destinadas a circulación vehicular, las veredas
de ladrillo, a circulación peatonal, mientras la
plaza continuaba siendo de tierra aunque había
sido rellenada y apisonada. Por otra parte estos
cambios generaron una nueva imagen
morfológica, resultado de la transformación de la
percepción espacial única de la plaza mayor a
una secuencia espacial, derivada de la
presencia diferenciada de un espacio-calle, un
perímetro-plaza y un núcleo central. La ciudad
libera a la plaza de las antiguas funciones y le
reserva las de gran salón de fiestas y encuentro
social: en su centro se materializa un
monumento conmemorativo, y en cada uno de
sus lados se ubica un kiosco de música o una
fuente.
Los cambios más importantes en la fisonomía
urbana se produjeron ya entrada la segunda
mitad del siglo. Para comprenderlos en su
verdadera dimensión es importante tener en
cuenta la oleada inmigratoria que hacia 1870,
trajo de Europa, y especialmente de Italia, a
constructores, albañiles, ingenieros y
arquitectos. Estos fueron los que realmente
lograron la transformación del paisaje urbano,
adicionando a las fachadas formas constructivas
y decorativas italianas muy simples; las que se
reducían fundamentalmente al ritmo que las
pilastras marcan en los muros, mediante una
división en paños lograda por pilastras y
semicolumnas de órdenes clásicos, apoyadas
por un zócalo y un cornisamento simplificados.
Más de una vez las fachadas italianas se
aplicaron a viviendas existentes, de tipo colonial,
y el cornisamento, generalmente de balaústres
de terracota, servía de remate a las azoteas. La
facilidad de ejecución de estas formas favoreció
la popularización de este lenguaje, que pronto se
convirtió en un modo estándar de construcción.
Por encima de las distintas calidades de
ejecución, que dependían de la mayor o menor
pericia del constructor de cada obra, esta
arquitectura logró homogeneizar el paisaje en un
orden urbano armónico. De este conjunto sólo
queda como testimonio la casa Padilla en el lote
vecino a la casa de gobierno. Originalmente, era
una casona a patios colonial propiedad del
gobernador José Frías Silva, quien dividió la
propiedad en dos y luego de refaccionarla las
entregó, una a su hij a casada con Angel Padilla y
la otra a su hijo. En 1870 la casa tenía el aspecto
que ha conservado hasta hoy.
En este proceso febril de renovación en la
edificación, la ciudad perdió gran parte de la
chatura que la caracterizaba ya que varias de las
propiedades se alzaron en dos plantas lo que
elevó considerablemente el perfil de la
construcción, superando algunas el nivel de las
arcadas superiores del cabildo. Para estos años
ya contaban con dos plantas las casas de: Juan
Manuel Méndez (que sobresalía más aún por la
presencia de un importante mirador) y Tiburcio
Molina en la acera oeste; en la acera sur la ya
mencionada de Soldati y los altos de Manuel Paz;
en la acera norte la vivienda de Agustín Muñoz
Salvigni, la de Federico Helguera y el Hotel Colón,
de José Gamboni finalmente, la acera este era la
única que permanecía de una planta,
La introducción de los nuevos cánones estilísticos
significó también una revolución en el tratamiento
de color que se les daba a las fachadas. Del típico
blanqueo que recibían las casas coloniales, los
edificios italianizantes pasaron a ser pintados de
fuertes colores, destacando los paños de color
con pilastras, semicolumnas y molduras blancas.
Esta colorida imagen la describió el viajero Jules
Huret ya a principios del siglo: fachadas estrechas
pintadas de color rosa, de ocre o de azul, pero de
un azul tan fuerte que hace que parezca más
pálido el del cielo. (Huret, 1911) Estas
impresiones se pueden corroborar con las
primeras imágenes tomadas por el fotógrafo
Ángel Paganelli en la década del '70. Aún cuando
obviamente se trata de fotografías en blanco y
negro se puede ver el contraste entre los distintos
tonos de los paños y las membraturas.
La actividad comercial se consolidaba dentro del
sector. El afianzamiento del sistema liberal trajo
aparejada la competencia comercial que se
tradujo en importantes modificaciones en los
hábitos de comprar y vender. La nueva modalidad
de exhibir las mercaderías para competir con los
negocios vecinos fue convirtiendo a las calles
céntricas en un paseo comercial que prolongaba
la vida social. Los tradicionales escasos
negocios ubicados en las esquinas de la ciudad
colonial fueron reemplazados por la
construcción de locales, ya sea para alquilar o'
como negocio propio. Una de las modalidades
más frecuentes fue la utilización de las plantas
bajas de las "casas de altos" para locales
comerciales, mientras la vivienda se
desarrollaba en la planta alta. Esta tipología,
conocida como "vivienda-negocio", comenzó a
ser la protagonista del sector. De un total de 28
parcelas el 28,5% respondían a este tipo. Ello le
confirió al paisaje características especiales,
propias de la actividad, particularmente con la
aparición de elementos adosados a la
arquitectura tales como carteles de publicidad y
toldos para proteger las vidrieras.
El París de Haussmann
Los ideales de grandiosidad pública y de calles
radiales y circunferenciales se extendieron hasta
el siglo XIX, tal y como se puede ver en el plan
seguido para la reconstrucción de París (1850-
1874) por el administrador francés Barón
Georges Eugène Haussmann. Durante este
siglo, en plena Revolución industrial, los pocos
modelos que fueron introducidos dejaron con
frecuencia de lado las consideraciones físicas y
estéticas. A finales del siglo XIX, el crecimiento
descontrolado de las grandes ciudades
desembocó en un grave problema de
superpoblación y en una multitud de problemas
derivados. La reacción ante estas condiciones
sentó las bases de una nueva era dentro del
urbanismo.
Georges Eugène Haussmann (1809-1891),
político y urbanista francés, responsable de la
drástica remodelación del trazado de París
durante el reinado de Napoleón III (1852-1870).
De origen protestante alsaciano y funcionario de
carrera, llegó a ser prefecto de Gironda en 1851
y en 1853 fue nombrado prefecto del Sena,
cargo que ocupó hasta 1869. Su éxito político
coincidió con la subida al poder del populismo
conservador de Napoleón III, el temor a las
revoluciones de 1848 y la necesidad de obras
públicas acordes con los cambios tecnológicos y
sociales. Además, su fuerte personalidad
permitió llevar a cabo todas las reformas que
necesitaba el área de París en un escaso
periodo de tiempo.
Los objetivos de esta gran transformación fueron
complejos y siguen siendo difíciles de analizar:
desde la necesidad técnica de espacios regulares
para implantar modernas instalaciones urbanas
hasta la ventaja militar de los trazados rectilíneos
para contener los movimientos revolucionarios,
pasando por la racionalización del tráfico y las
nuevas necesidades de vivienda. Desde su
puesto, Haussmann propuso una nueva ciudad,
de perspectivas y simetrías. Urbanizó la periferia,
abrió nuevas calles anchas y rectilíneas, trasladó
las estaciones de tren fuera del núcleo urbano,
conectadas por una trama racional, organizó
nuevos parques (como el Bois de Boulogne),
construyó numerosos edificios públicos y planteó
un nuevo sistema de alcantarillado y
abastecimiento de agua. Pero para todo ello no
dudó en derribar extensas áreas del París
medieval, en especial aquellas que más habían
destacado en la resistencia revolucionaria. En
cualquier caso, su intervención fue decisiva en la
imagen del moderno París, caracterizado por los
bulevares largos y anchos, articulados mediante
plazas circulares, y las perspectivas
monumentales, como la de la Ópera o la del arco
de triunfo de L'Étoile.
Sus propuestas ejercieron una enorme influencia
en el planeamiento urbanístico del resto de
Europa, Latinoamérica y las colonias francesas
de ultramar. Sin embargo, su principal
contribución consistió en intuir la necesidad de un
poder público fuerte para organizar la ciudad
moderna, articulado por medio de la normativa
urbanística y garante del reparto de plusvalías
(uno de los pocos fracasos que sufrió frente a las
leyes de su tiempo).
La ciudad liberal
El progreso general experimentado en todos los
grandes centros poblados del país, se hizo más
evidente en Buenos Aires, que año tras año fue
cobrando un ritmo más acelerado, propio de una
gran urbe. Ello se puso de manifiesto tanto en el
incremento edilicio, como en la modernización de
los medios de transporte.
En 1865 comenzaron a circular los primeros
tranvías tirados por caballos uniendo el centro de
la ciudad con las poblaciones de los alrededores,
las que a partir de entonces se consideraron
partes integrantes de la Capital. Estos vehículos,
que durante mas de un cuarto de siglo facilitaron
la comunicación urbana, en 1897 comenzaron a
ser reemplazados por tranvías eléctricos,
multiplicando sus ventajas.
En esos mismos años de finales de siglo,
llegaron al país los primeros automóviles.
La Avenida de Mayo, abierta en 1894, fue el
símbolo de progreso de la ciudad y del país
entero. Su trazado, similar a al de los bulevares
parisinos, se completa con la instalación de la
primera línea de subterráneos, convertida desde
entonces en el más eficiente sistema de
transporte urbano.
La iluminación pública también siguió de cerca
en nuestro país los pasos dados en Europa. Los
ensayos de iluminación eléctrica realizados en
Francia pocos años antes, fueron repetidos en
Buenos Aires en 1853, aunque solo en 1889 la
Capital tuvo su primera calle, Florida, iluminada
con bombillas eléctricas en sustitución de los
mecheros de gas.
Las nuevas ciudades
Hasta 1880 el gran problema geopolítico sin
resolverse había sido el de la Capital de la
República. A partir de esa fecha el problema fue
transferido a la provincia de Buenos Aires, la
que, huérfana de la ciudad que había sido su
foco político, económico, social y cultural
durante siglos, debió ponerse a pensar donde
alojar en forma inmediata, por lo menos, a sus
autoridades políticas.
Las pautas de proyecto que se habían fijado eran
totalmente genéricas: conformidad con el
trazado de las ciudades más modernas,
compatibilidad con el clima, las costumbres y
comodidad de los habitantes, higiene, belleza de
sus calles y plazas, posibilidades de ensanche y
consideración de los medios financieros
disponibles.
En publicaciones de la época abundaban
elementos como:
Los asteriscos de la ciudad barroca que unen por
diagonales las plazas, edificios significativos,
etc.
Los bulevares: las grandes avenidas de anchas
platabandas, con posibilidades de equiparlas
para el paseo.
El trazado curvilíneo de parques públicos y
plazas
El equipamiento urbano, reflejado en la
infraestructura urbana (empedrado, veredas,
provisión de agua, electricidad, cloacas).
Enriquecimiento en la variedad de actividades
administrativas, culturales, educativas, sociales,
comerciales e industriales.
Los edificios según esquemas compositivos
académicos, con rigurosos ejes de simetría
dentro de las manzanas.
El interés por los espacios verdes hizo que
muchos edificios públicos y privados cedieran
terreno retranqueando sus fachadas.
El ferrocarril como imagen representativa y
simbólica del crecimiento y prosperidad
económica de la ciudad
Las características de la Plata:
ESCALA: diferente a la escala de ciudad
hispanoamericana.
CERRADA: fue pensada la ciudad en su totalidad,
diferente a las hispanas que eran abiertas, con
ejidos.
INTENCION DE CAPITAL.

Infraestructura - Redes sanitarias

La gran afluencia de inmigrantes, al duplicar las
poblaciones, dio origen a muchos problemas
relacionados con la higiene pública y el
urbanismo. En Buenos Aires habían estallado dos
grandes epidemias casi seguidas, una de cólera,
en 1868, y tres años después, otra mucho más
grave de fiebre amarilla. Ambas pestes diezmaron
literalmente a la ciudad y obligaron a encarar
serias medidas de orden sanitario.
A partir de entonces, los mataderos y saladeros
que aún estaban en el perímetro urbano, en la
zona de Barracas, fueron llevados a la campaña,
mientras que el Riachuelo, bañado infecto donde
se arrojaban todos los desperdicios, fue
parcialmente saneado.
En 1882 concluyó la instalación de aguas
corrientes y de redes sanitarias en Buenos Aires,
obras públicas imitadas poco después en las
principales ciudades del interior.
3.2 LA EXPRESION ESTETICA DEL XIX
Historicismo
Corriente de pensamiento que reconoce el
supremo valor de la historia como componente
fundamental de la naturaleza y del sujeto
humano. Esta doctrina tiene antiguas raíces (ya
los sofistas griegos y Giambattista Vico, entre
otros, plantearon la importancia de la historia para
comprender la sociedad), pero adquirió una
especial relevancia en el siglo XIX, con el
desarrollo del nacionalismo. Las investigaciones
de los filósofos e historiadores concedieron una
notable importancia teórica a esta corriente de
pensamiento. Sin embargo, el concepto de
historicismo admite diferentes interpretaciones, y
debe ser matizado en cada uno de sus usos.
Conviene tener en cuenta que una de las críticas
más significativas que se hacen contra el
historicismo proviene de su carácter relativista: al
estar todo condicionado por la evolución histórica,
no parece posible defender una verdad sustancial
de tipo determinado.
Neoclasicismo
Entre la arquitectura colonial y la neoclásica,
hubo un período de transición, como siempre.
Nunca el cambio de un estilo a otro es definitivo.
Fue gradual. Los estilos sí se oponen en el cambio
drásticamente, pero el cambio es gradual.
Con la revolución de mayo, nuevos cambios
políticos se avizoraban. Con esto también
cambiaron los modos en la arquitectura. Lo
fundamental es la desaparición de los
barroquismos de la arquitectura colonial, que fue
tendiendo hacia el neoclasicismo.
Durante el gobierno de Rivadavia se produce
definitivamente el gran cambio a una nueva
estética: neoclasicismo.
El contexto cultural correspondiente a la
Revolución de Mayo fue neoclásico. El pórtico de
la Catedral de Bs. As es tomado como punto de
partida del neoclasicismo en nuestro país. Pero
no se debe olvidar que bastantes años antes hubo
manifestaciones que no por modestas dejan de
revelar el cambio de mentalidad.
Los movimientos emancipadores americanos
veían con simpatía la regresión a Grecia y Roma,
en la que un tanto románticamente creían
encontrar la fuente de las libertades y de las
organizaciones republicanas, que era claro
objetivo de la revolución y de la independencia.
El neoclasicismo fue una expresión estética del
liberalismo revolucionario.
Fue exclusivo para los edificios "cultos", se
opuso radicalmente al colonial, absolutamente
racional, de alguna manera modificó la
arquitectura doméstica.
Dos versiones:
Una versión claramente importada y
revolucionaria para el Bs. As de 1820/30, por
ejemplo: la Catedral.
Otra versión más popular, por ejemplo: casa
Avellaneda.
La arquitectura neoclásica era demasiado
intelectual, culta y extranjera, para difundirse o
formar escuela.
Ejemplos posteriores del neoclasicismo retoman
la tradición colonial o se tiñen de las
características italianizantes. Esto último
permitía mayor libertad de composición y
expresión, a la vez que pudo incorporar sin
violencia los restos de la tradición colonial. El
neoclasicismo, era rígido, absoluto e
intransigente. Por eso desapareció, dejando
pocos edificios.
El neoclasicismo retomó los elementos de la
antigüedad clásica, especialmente de Grecia,
que había sido descubierta, y Roma que había
sido ya utilizada en el Renacimiento y
Manierismo.
Características del neoclasicismo
Abandono de la decoración barroca.
Falta de ornamentación de los edificios.
Exclusivo para edificios "cultos".
Absoluta racionalidad.
Monumentalidad.
Edificios aislados.
Desecha la pilastra, idolatrando la columna.
El orden dórico es el gran descubrimiento.
Libertad en el uso de los órdenes
arquitectónicos.
Abunda el uso de: cúpulas, semicúpulas,
pórticos, columnatas.
Simplicidad y pureza de líneas.
Uso de formas geométricas sobrias.
Utilización del podio de origen romano.
El arco de triunfo.
Formas macizas y sólidas.
Italianizante
La experiencia rivadaviana fracasó por la
prosecución de los modos de vida y sus
respuestas arquitectónicas.
La caída de Rosas marca no solo un corte
político, sino un cambio porque crece la idea que
se debía ser más Europa que América. Era
necesario modificar la población del país, por lo
que empezaron a llegar contingentes de italianos
y franceses.
La mayoría llegó con la intención de acceder a la
propiedad de la tierra y dedicarse a la agricultura,
pero la saturación de estas originó que otros se
desplazaran a las ciudades a trabajar en distintas
tareas, y no pocos a la construcción.
La producción masiva de estos improvisados
constructores modificará sustancialmente el
paisaje urbano.
La arquitectura italianizante no atacará en
principio el partido de la vivienda, sino que
buscará prestigiar su fachada.
Para 1850, la arquitectura marcaba un pasado
rosista, que se consideró vergonzoso.
Se necesitaba un cambio, se necesitaba
modernizar al país que había perdido en batallas
casi 4 décadas de vida independiente. Por
segunda vez, la 1ª fue con el neoclasicismo, llega,
pero esta vez definitivamente, la arquitectura
europea del siglo XIX.
La causa más importante de la difusión de la
arquitectura italianizante fue la actuación de
técnicos y obreros italianos conocidos
vulgarmente como el tano constructor, que traían
el Vignola (tratadista) de bolsillo que era un
tratado de construcción que partía de la
organización de fachadas en un reticulado. La
tradición italiana tuvo una fuerte influencia en
Europa y en Argentina, a pesar de que Italia ya no
poseía en el siglo XIX la hegemonía artística y
arquitectónica de la que había gozado en los
siglos XV a XVIII.
El italianizante va a sufrir una franca evolución
desde un estilo poco ornamentado, muy cercano
al neoclasicismo, hasta un italianizante que
buscará la libertad de composición y la subrayará
con abundante ornamentación aplicada.
ELEMENTOS:
Secuencia de arcos de medio punto,
encuadrados por molduras o flanqueados por
media columna o pilastras
Medallones y capiteles corintios de argamasa.
Ménsulas, cornisas, almohadillados, frisos,
molduras (de ladrillo y argamasa)
Balaustradas en reemplazo de la reja poscolonial.
Colores en la fachada que dieron policromía a la
ciudad.
Uso del mármol (aparece por 1ª vez en la
arquitectura de Bs. As).
El éxito del italianizante se debió a que continuó la
tradición de la vivienda a patios colonial, la
fachada fue revitalizada con pilastras, cornisas,
molduras, medallones.
Las rejas de las ventanas y las puertas cancel, se
realizaron con magníficos trabajos de hierro
forjado.
El zinc fue complemento obligado de la herrería
italianizante bajo la forma de palmetas,
rosetones y pequeñas cabezas.
La fuerte barra de sección cuadrada se
transformó en planchuela chata de unos 2 cm de
ancho y 3 o 4 mm de espesor, a la que la forja
daba la curvatura deseada y en cuyos extremos
libres se colocan muchas veces palmetas,
medallones o puntas de flecha, fundidas en zinc.
Tal fue el arraigo de la arquitectura italiana, que
pudo resistir durante algunas décadas, las del
'80 y '90, a la llegada de otras variantes, que por
aquel fin de siglo XIX difundían las más
prestigiosas academias europeas,
principalmente L'Ecole de Beaux Arts de París.
Para el '80, mucha arquitectura argentina
importante seguía siendo a la italiana.
El Eclecticismo Historicista
Como concepto, el eclecticismo es la actitud de
escoger los estilos en la historia para resolver el
ropaje de los edificios.
Tiene su origen en la Opera de París, que
combina elementos del manierismo italiano
(soportes antropomorfos, sillares mayores y
menores alterativamente, orden gigante) y del
renacimiento francés (mansardas y lucernarios,
chimeneas, guirnaldas), de una apariencia
pomposa y espectacular.
Todo lo que se construyó entre 1880 y 1940 fue
ecléctico. Significó escoger en la historia el estilo
o partes de un estilo para lograr un todo
estilístico.
Esta selección tuvo sus vertientes claras en
Francia, Italia, Alemania e Inglaterra. De España
nada, porque estábamos construyendo un
nuevo país y era inaceptable el pasado colonial,
menos aún a fines de siglo.
Fue claro que la tendencia italiana clásica
(Grecia y Roma) y clasicista (Renacimiento y
Manierismo) fue la que más influyó.
Al eclecticismo no sólo podemos leerlo en un
mismo edificio, también podemos leerlo en la
ciudad en su conjunto, encontrándonos con
iglesias italianizantes, recordando las iglesias
renacentistas, neogóticas, casa de gobierno
académica o viviendas pintoresquistas de
marcada tendencia inglesa. El partido: inseparable de la idea de proyectar.
El eclecticismo no sólo fue una actitud en La toma de decisión de partido se hacía
arquitectura, sino también una actitud ideológica absolutamente en función de los grandes
del siglo XIX: modelo cultural francés, modelo ambientes o grandes partes de la composición,
económico inglés, inmigración italiana, etc. que daban masa, volumen, cuerpo, magnitud y
La apertura a la inmigración trajo aparejado jerarquía a la obra. El partido no conocía de un
nuevas tendencias arquitectónicas, arquitectos análisis funcional. Tenía que ver con la jerarquía
de diferentes procedencias, diferentes modos de que se daba a ciertos elementos arquitectónicos
vida. del edificio: a los grandes locales, a los accesos y
Lo más importante de la arquitectura ecléctica es a los ejes de composición.
que fue la arquitectura de nuestra formación como Cuando hablamos de academicismo, hablamos
nación. No reconocerla, por más críticos del específicamente de un modo de proyectar, el
eclecticismo que fuéramos, sería ignorar ropaje estilístico variará.
nuevamente nuestra historia. La mayor parte de Generalmente, en la mayoría de los casos
nuestro patrimonio arquitectónico construido tendrá que ver con la vertiente clasicista italiana
corresponde al período 1880/1940. y/o francesa.
LO ITALIANO
El Academicismo Frontis (en accesos y ventanas)
Dentro de este período hizo su irrupción la Arquitrabe
enseñanza académica. Aproximadamente en Loggia
1880, se crean la Escuela de Arquitectura de Orden gigante
Buenos Aires y de Rosario, claramente afiliadas a Ordenes clásicos
L'Ecole de Beaux Arts de París, creada en 1819 Balaustradas
como resultado de diferentes academias. Frontis y arco superpuesto alternado
1635: Richelieu, organiza la Acadèmie Francaise Cornisas
(de letras, para organizar su idioma). Almohadillado con hendiduras como sillares
1648: el Cardenal Mazarino crea la Academia rústicos
Real de Pintura y Escultura. Claves, estatuas
1671: Colbert funda la Academia Real de Superposición de funciones
Arquitectura. Cortile italiano (galería perimetral interior)
Así el estado francés pone en marcha una política
cultural de las letras y las bellas artes, que culmina LO FRANCES
en 1819, cuando se organiza definitivamente Todo lo italiano más:
L'Ecole de Beaux Arts de París: Mansardas / lucernas
Fue rectora del pensamiento arquitectónico en Guirnaldas
general. Jardines geométricos
Fue un fenómeno de carácter universal. Chimeneas
Fue una escuela de pintura, escultura y Medallones
arquitectura, lo que nos explica por qué las obras Claves florales
arquitectónicas del academicismo y eclecticismo Composición en eje
tienen esa innegable calidad escultórica. Obra arquitectónica como obra de arte
Para L'Ecole la arquitectura fue ante todo (arquitectura, escultura, pintura)
creación formal. Uso del espejo
La academia enseñaba el modo de diseñar, el Uso del color (rojo, amarillo, verde, azul) en
como se le daba forma a la obra. Con qué estilo se claraboyas y vitrales
la cubría era lo secundario, por esa razón se Cuerpos entrantes y salientes
recurría al eclecticismo. Almohadillado como imitación de la "piedra
Dos nociones fundamentales en la pedagogía de París"
L'Ecole: Estratificación de funciones en altura
La composición: es juntar, unir las partes de un Uso del Court d'Honeur
todo. Es componer el edificio con los elementos Utilización del hierro de sección cuadrada
de composición (habitaciones, vestíbulos, Consolas
escaleras, circulaciones). Volúmenes (generalmente cilíndricos) que
articulan alas de edificio. Volumetrías complejas
Cambios de ejes compositivos
PINTORESQUISMO Locales cilíndricos o de planta octogonal que
Lo pintoresco es una categoría estética surgida articulan y dan continuidad a la fachada
en el siglo XVIII en el Reino Unido, íntimamente Los recursos formales más utilizados:
relacionada con el movimiento romántico. El Techos múltiples con pendientes diversas de
término proviene del vocablo italiano pittoresco, tejas, pizarras, chapas
que significa 'similar a la pintura', 'a la manera del Recursos de cromatismo y texturas
pintor', queriendo expresar una propiedad de los Pans de bois aparentes
objetos, paisajes, o cualquier otro elemento del Balcones volados de madera
mundo de los sentidos, que por sus
características, cualidades, belleza o singularidad
es digno de ser pintado, de ser representado en
una obra de arte. Lo pintoresco es aquel estímulo
visual que aporta una sensación tal de
singularidad que pensamos que debería ser
inmortalizado en un cuadro.
La influencia de lo pintoresco tuvo una gran
relevancia en la jardinería y la arquitectura
paisajista, propiciando la creación de complejas
planimetrías donde, junto a una naturaleza
exuberante, se unía una singular disposición de
elementos arquitectónicos y ornamentales, con
un creciente gusto por lo exótico y por el diseño
historicista: podemos observar así la ubicación de
elementos tan singulares como templetes
clásicos, pagodas chinas, mezquitas árabes, o
una cuidada recreación de ruinas grecorromanas
o medievales.
Pero la estética del pintoresco tuvo su máxima
representación en el romanticismo: el paisaje
romántico sintetizó las principales características
del género pintoresco, reflejando una naturaleza
idealizada, de tipo sentimental y composición
escenográfica, que recogerá la moda por el
historicismo y el eclecticismo, así como por la
estética de la ruina. Son paisajes de elaboración
intelectual, no de imitación de la realidad, donde la
naturaleza es el marco de una cosmovisión donde
el autor refleja su concepción ideal del mundo.
Los paisajes románticos son elaboradas
escenografías donde la naturaleza es parte de un
complejo diseño donde, junto a ésta, figuran
construcciones y elementos anecdóticos, o la
presencia de pequeñas figuras humanas que se
ven inmersas en la inmensidad del marco natural.
Esta propuesto por las academias para áreas
rurales
Más libertad en la elección del emplazamiento
Permite ubicar la vivienda según las visuales
Características compositivas:
Asimetría forzada
Composición aditiva
3.3 NUEVOS PROGRAMAS
EVOLUCION ECONOMICA
A partir de 1880, la Argentina pareció ser presa de
una fiebre de progreso, los gobiernos impulsaron
las mas variadas iniciativas y una descontrolada
actividad se adueñó de todas las clases sociales
trastocando la vida pública. En consecuencia,
nuestra economía experimentó profundas
modificaciones, cuyo desarrollo podría
sintetizarse en distintas y bien definidas etapas.
Auge ganadero
Hasta entonces, nuestra economía había sido
esencialmente pastoril y de explotación
rudimentaria: la riqueza nacional se producía en
las estancias, al cuidado de las peonadas, y sus
principales manifestaciones eran la producción
de cueros, iniciada ya desde la época virreinal, y
la salazón de carnes, después de la
independencia.
El apoyo dado por los gobernantes, a estas
actividades primarias, hizo nacer en el país una
suerte de "aristocracia ganadera", de mucha
influencia en la política de la época. De modo
particular, la salazón de carnes había enriquecido
a los principales prohombres de la época:
Dorrego, Quiroga, Rosas y Urquiza fueron no solo
grandes caudillos, sino también los mayores
estancieros del momento. Los peones de las
estancias defendían, a la par de los intereses
económicos, los ideales políticos del patrón. Con
sus "Colorados", Rosas dispuso de una fuerza
militar con la que comenzó a destacarse en la
política porteña. Con posterioridad a Caseros, el
País continuó siendo ganadero, pero con nuevas
fuentes de recursos. En ese entonces, la gran
demanda de los telares europeos convirtió al
ganado ovino en el nuevo puntal de la economía
argentina. La oveja merina, desplazando a la
criolla, de inferior calidad, se impuso en todo el
país de manera tal, que en pocos años quedó
convertido en una inmensa esquila movida a ritmo
acelerado: hacia 1865 la Argentina era
considerada la primera exportadora de lana del
mundo, hecho que significó, además, la formación
de grandes grupos laneros que influyeron en la
política del país. Inclusive, la cría de la oveja
modificó el paisaje argentino: el alambrado de los
potreros, los molinos, las aguadas y la plantación
de árboles, cambiaron en contados años el
aspecto de nuestra campaña.
Los frigoríficos
Esta situación no tardó en modificarse. En 1876,
la llegada a Buenos Aires del buque francés Le
Frigorifique, significó para nosotros una
verdadera revolución: la industria del frío vendría
a modificar nuevamente toda nuestra economía.
Cinco años después se abría en San Nicolás
nuestro primer frigorífico, que multiplicado en
poco tiempo, ocasionó la muerte de los
saladeros.
Los ganaderos iniciaron entonces la carrera para
proveer a Europa de abundante y mejor carne:
las ovejas fueron desplazadas hacia la
Patagonia y el lugar privilegiado de que
disfrutaban pasó nuevamente a ser ocupado por
el ganado vacuno. El mejoramiento de las
haciendas, comenzado años antes, resultó
entonces de insustituible necesidad. El primer
toro Shorthorn traído en 1840 fue el ensayo de
una corriente que modificaría todos los planteles
del país: Shorthorn, Aberdeen, Holando y
Hereford, importados por millares de Inglaterra,
hicieron desaparecer el vacuno criollo de
nuestros campos.
El cambio representó también un vuelco en la
política nacional, que desde entonces quedó
orientada hacia la defensa de los intereses de
frigoríficos y exportaciones. El dicho de
Sarmiento la vaca guía la realidad política
argentina, fue una realidad visible en las
décadas finales del siglo.
La agricultura
La evolución, con todo, no había concluido, al
poco tiempo nuestros campos comenzaron a
desarrollar nuevos trabajos, a los que hasta
entonces no se les había prestado suficiente
atención. A pesar de las ideas visionarias de
Belgrano, Vieytes y otros próceres que
presagiaron que el porvenir argentino
descansaba en la agricultura, esta actividad fue
casi desconocida en nuestro país, pus hasta casi
1875 se proveyó de harina importándola de Chile
o de Europa. Por esos años, se calculaba que de
cada mil hectáreas de campo, solo veinte se
dedicaban a la agricultura y el resto a la
ganadería.
La agricultura se inició en le país con la llegada
de los inmigrantes. Estos extranjeros (italianos
en su mayoría) se extendieron por la campaña
dedicándose intensamente al trabajo de la tierra
y pronto se palpó el resultado cuando en 1876 se
produjo desde Rosario el primer embarque de
trigo argentino hacia Europa. Aunque no fueron
sino unas pocas toneladas, el Presidente
Avellaneda presintió la importancia del
acontecimiento, considerándolo como uno de los
más auspiciosos ocurridos durante su mandato.
Sus previsiones resultaron ciertas: las 30000
toneladas de trigo exportadas en 1890 se
transformaron en más de un millón y medio.
Desde entonces, el incremento continuó hasta
convertir nuestro territorio en el granero de
Europa.
La industria
A comienzos de nuestro siglo, se produjo en el
país otro acontecimiento decisivo para su
economía: en 1907, unos colonos que en
Comodoro Rivadavia perforaban el suelo en
busca de agua, encontraron petróleo. Este nuevo
elemento, alma de la industria, junto con el
carbón, permitió iniciar la progresiva
mecanización de todas las actividades y la
instalación de nuestras primeras fábricas e
industrias.
Este hallazgo condicionó tanto nuestra economía
como también nuestra política: a partir de
entonces, y superando la influencia de los
ganaderos, serán los consorcios industriales
(petroleros en particular) los que muchas veces
decidirán la suerte de la economía del país.
La Conquista del Desierto
La llegada de tantos inmigrantes hizo necesario
extender las fronteras útiles del país. La Argentina
de mediados del siglo último tenía teóricamente
los límites actuales, pero la superficie ocupada
por la civilización se limitaba a una franja que
desde Buenos Aires y Santa Fe atravesaba
diagonalmente todo el país. El resto, es decir, el
Chaco norteño y, al sur, la Pampa y la Patagonia,
estaba totalmente deshabitado o en manos
indígenas. De este modo, la frontera real pasaba
a pocas leguas de buenos Aires, siguiendo la
línea de los fortines que son hoy las ciudades de
Mercedes, Chascomús, Tandil, Azul, Bragado y
Junín. El resto de la Pampa, medio millón de
kilómetros cuadrados, quedaba fuera de la
civilización. Pero el desarrollo de la inmigración
exigió el aprovechamiento de todo el territorio,
iniciándose así un lento pero efectivo avance de la
frontera sobre esas tierras de nadie, realizando
durante las últimas décadas del siglo último, y
acelerado por tres importantes expediciones
militares.
La primera ya la había realizado Rosas en 1833,
en el intervalo de los dos períodos de su
gobierno. Su expedición al desierto llegó hasta el
Río Colorado, ganando para la civilización una
superficie de más de más de cien mil kilómetros.
En realidad, esta expedición, los indígenas no
fueron desalojados de sus tierras y solo se pactó
con ellos acuerdos amistosos que duraron
mientras Rosas estuvo en el poder. Por ello, al no
ocuparse con colonos las tierras liberadas,
después de Caseros las cosas volvieron a la
situación anterior.
Años después, al producirse la marea
inmigratoria, la opinión pública clamó por una
solución definitiva: en 1870, el Coronel Mansilla,
saliendo de Córdoba con dieciocho
compañeros, llevó a cabo su famosa Excursión
(expedición) a los indios Ranqueles,
demostrando la factibilidad de resolver el
problema. Esta aventura, descripta luego en un
libro que se ha hecho clásico, y acompañada de
una intensa campaña periodística, movió al
Presidente Avellaneda a encarar la nueva
Conquista del Desierto: en 1879, el General
Roca salió de Carhué al frente de tropas
regulares y de acuerdo con un plan
minuciosamente estudiado, alcanzó en pocas
semanas el Río Negro, liberando para la
inmigración más de quince mil leguas
cuadradas, abiertas de inmediato a los colonos.
Con ello, se triplicó de golpe la superficie
cultivada del país.
Mas tarde, siendo Presidente, el mismo General
Roca promovió otras expediciones al Chaco,
que también dieron como resultado una nueva
ampliación de nuestras fronteras reales en ese
extremo argentino.
Puertos y ferrocarriles
Mientras el país se poblaba paulatinamente, fue
necesario proceder a la ejecución de diversas
obras públicas de innegable urgencia. Una de
ellas fue la habilitación de nuevos puertos. El de
Buenos Aires, confiado a los Ingenieros Madero
y Huergo, realizado por etapas, quedo concluido
en 1897. También las ciudades de Santa Fe y
Rosario, centros del comercio internacional,
contaron con nuevos muelles y embarcaderos.
Otra importantísima obra, continuada a lo largo
de todo el período, fue el tendido del ferrocarril,
que hizo posible acortar las enormes distancias
que entorpecían el progreso del país: en ese
entonces, llegar a Mendoza suponía un viaje de
cuarenta días, mientras que pasar a Salta
demandaba casi tres meses. Con las líneas
férreas, esos tiempos comenzaron a medirse en
horas.
Los primeros ferrocarriles nacieron en Buenos
Aires, extendiéndose progresivamente hacia el
interior. La primera línea, de apenas diez km de
largo, unía la actual Plaza Lavalle con Floresta y
estaba servida por La Porteña, veterana
locomotora inglesa. La inauguración de este
primer ferrocarril, en setiembre de 1857, fue un
día memorable y contó con la asistencia del
Gobierno porteño a pleno.
Luego se inició el tendido de la línea que sería
como la espina dorsal del país: partiendo de la
capital, las vías llegaron a Rosario en 1863, y
veinte años después alcanzaron a Córdoba,
prosiguiendo después a Tucumán, en 1876. Para
entonces, ya estaba habilitada buena parte de
línea del Oeste, que unía la Capital con
Chascomús, con ramificaciones hacia la Pampa y,
posteriormente, hacia Mendoza.
ARQUITECTURA DE LA REVOLUCION
INDUSTRIAL EN LA ARGENTINA
No se trataba de la arquitectura de la revolución
industrial argentina, sino en la Argentina. Pues se
trata en realidad de la arquitectura de la
revolución industrial inglesa difundida a escala
mundial por los mismos medios que ese hecho
genera, y afincada en nuestro país por un
fenómeno de transculturación, digno de estudio.
La revolución industrial argentina se produciría
muchos años más tarde, en pleno siglo XX, y
totalmente desconectada de los hechos que aquí
nos ocupan. Arquitectura internacional en sus
formas por la tecnología que la respalda,
materializada por profesionales de actuación
también internacional, se manifestó en nuestro
país con una inusitada, en el doble aspecto de las
expresiones funcionales que aquí nos ocupan,
como también de aquella arquitectura "de
prestigio", de inspiración casi siempre francesa,
que la acompañó.
La Argentina participa del intercambio mundial
después de 1860, cuando la revolución industrial
ha cambiado la fisonomía de Europa. Inglaterra,
que hasta fines del siglo XVIII era ante todo país
agricultor que exportaba víveres, experimentó
profundos cambios a causa de la industrialización
que transformó su economía durante el siglo XIX,
hasta tal punto que, a fines de dicho siglo, no
existía otra nación que dependiese en tan alto
grado del exterior: sus importaciones de
cereales eran las más voluminosas del mundo;
importaba así mismo el 60% de la carne de su
propio consumo y el 70% de la lana que
elaboraban sus potentes telares.
Sobre la base de las excelentes condiciones que
ofrecía la pampa argentina buena parte de las
experiencias de mejora, que en el terreno del
ovino y del bovino se realizaron en Inglaterra,
son trasladadas a nuestro medio, donde los
planteles importados regeneraron los rebaños y
añadieron calidad a la cantidad de materia prima
exportable. La total industrialización del bovino
que reemplaza a los envíos de ganado en pie
centralizará en barracas y frigoríficos una
intensa actividad que exigirá la mejora y
ampliación de los muelles habilitados. Por
medio del ferrocarril que avanza, se hace posible
también el traslado de los granos que produce
una agricultura en pleno desarrollo.
Silos, depósitos y molinos concentran su
actividad en los muelles que, a su vez, deben ser
aptos para recibir las importaciones
(alambrados, maquinaria, combustible,
materiales de construcción o repuestos) que
exigen la agricultura, el tendido de las líneas
férreas, la actividad constructora o la incipiente
industria nacional. La tarea de adecuarlos a las
necesidades fue impostergable y absorbió los
esfuerzos públicos y privados.
Entre 1880 y 1911 se construyen la totalidad de
puertos de ultramar: Buenos Aires, Rosario, La
Plata, Santa Fe, Bahía Blanca y San Nicolás, y
se inician los de Mar del Plata, Quequén,
Concepción y Diamante.
La pampa llevada a su máxima posibilidad de
explotación por la conquista del desierto,
cruzada por el ferrocarril y conectada con el
mundo por sus puertos configuró un área de
privilegio dentro del territorio argentino con tal
fuerza de identificación que fue la imagen de la
"Argentina próspera y feliz". En alguna medida
participaron de esta imagen Cuyo con sus
viñedos y Tucumán con sus ingenios. En ambos
casos el ferrocarril aseguró la concurrencia de
estas dos áreas a la economía de la pampa.
La Patagonia permanecería al margen,
evolucionando por sus propios medios,
desintegrada política, económica y socialmente.
El resto del país vegetaría.
Sin lugar a dudas, los ferrocarriles materializaron
la infraestructura que dio unidad económica y
política al país. Sus líneas troncales quedaron
trazadas entre 1860 y 1890. Todas ellas
arrancaban de la Capital Federal siguiendo las
rutas tradicionales de la colonización española o
bien rutas históricamente válidas de penetración
en las llanuras pampeanas. Dadas las
características geográficas de la Argentina y
dada la estructura geopolítica mundial de fines
del siglo XIX, en que privaba el dominio de los
mares, fue obvio que el régimen de transportes
internos se iniciara en puntos apropiados del
litoral marítimo y se internara en busca de la
producción. Los puntos de convergencia de la
trama ferrocarrilera fueron, en primera instancia,
Rosario y Buenos Aires, respondiendo a la
vigencia de la Confederación y Buenos Aires
como entidades políticas, y Bahía Blanca
después.
ARQUITECTURA DE LOS FERROCARRILES
Cuando el ferrocarril hace su aparición en el país,
había dejado de ser novedad en Europa y se
habían operado mejoras considerables tanto en
equipo como en lo que a programa arquitectónico
se refiere, ya existía un sistema completo logrado
por la suma de diversos elementos que, al
combinarse, le habían dado origen. Las vías
férreas (ya usadas en las minas de carbón),
sumadas a la modalidad de transportar cargas
(que se tomó de los canales ingleses del s. XVIII)
y al transporte de pasajeros con una organización
semejante a la de los "mail coaches", también del
siglo XVIII, a la que habría que agregar la tracción
mecánica, la comunicación telegráfica y los
semáforos y señales, acabarían por estructurar el
organismo que se trasplanta, por entero a nuestro
medio. De allí que las características de su
arquitectura sin antecedentes respondieran
directamente a los ejemplos aceptados por el uso
en Inglaterra. La tipología establecida en la
Argentina para las estaciones de línea y las
terminales ejecutadas con criterio de obra única,
los "shed" de locomotoras, los depósitos para
cargas, las cabinas de señales, los tanques de
agua, son frutos de una depuración de diseño
realizada entre os años 1836-1960 en las Islas
Británicas.
Así se elaboran las distintas tipologías, en primer
término la estación cabecera que fue la imagen
formal y programática del símbolo arquitectónico
del siglo XIX. Las estaciones intermedias de
plataforma única o de plataformas gemelas,
presentaron variedades infinitas, determinadas,
sin embargo, por la generación lineal que
imponían las vías y la forma de abordaje al
convoy. Las primeras que surgieron en nuestro
medio fueron de madera o de chapas,
transportadas en el mismo tren que apoyaba al
obrador rodante en avance sobre durmientes y
rieles recién tendidos.
A medida que se afianzaba el dominio sobre las
pampas, estas paradas primitivas fueron
suplantadas por estructuras definitivas de
ladrillo, hierro teja o pizarra que expresaban el
gusto en boga en Gran Bretaña.
Todas ellas son fruto de ese gusto, desde los
tipos entroncados en la tradición funciona] a
través de su propuesta directa en el uso del
ladrillo y la piedra, que dio como resultado
volúmenes netos y definidos, hasta los más
sofisticados, de un gótico victoriano con sus
remates de hierro forjado y maderas caladas que
en su simplicidad y efectos posibles, mostraron
notable sentido del uso del material y de la
máquina de calar.
El equipo accesorio de la estación, rodante o fijo,
siguió el mismo criterio, aunque su funcionalidad
impuso límites más estrictos. Los puentes para
peatones con sus columnas de sostén de hierro
fundido y vigas de celosía que a la vez sirven de
barandas, fueron solucionados con acertado
criterio, pensando en el bajo costo de
mantenimiento, el tiempo y economía de la
erección y la flexibilidad de uso. Este prototipo
fue uno de los tantos del diseño ferrocarrilero
que permitió la combinación de sus partes
componentes. El sistema del montaje en seco
privó en muchos de los elementos auxiliares
desde los postes de luz hasta los refugios de
estación, de madera y chapa acanalada. Pero
donde se expresó con mayor claridad fue en las
cabinas de señales, prototipo de madera liviano
prefabricado, con cerramiento de vidrio, que es
uno de los más tempranos ejemplos de
arquitectura flexible en el uso
Casi todos los elementos de este sistema
orgánico de comunicaciones pudieron ser
utilizados en combinaciones infinitas, dando
como resultado propuestas formales y
funcionales de indudable valor. El ferrocarril
jamás se pensó como suma de elementos
aislados, sino como un sistema de carácter
unitario.
LOS POBLADOS INDUSTRIALES
El siglo XIX en Tucumán
El Tucumán que era una región intermedia hasta
el XVIII, se reorienta su vinculación comercial
hacia el Río de la Plata.
El cultivo de la caña de azúcar renace hacia 1820
a partir del empuje del Obispo Colombres, y a
partir de ese momento se inicia la etapa de
difusión de la actividad con la aparición de un
mayor número de fábricas.
Este proceso alcanza su madurez con la
extensión del FFCC, que permite conectar a la
región en forma eficiente con el Litoral, dando asi
a la industria su impulso definitivo.
Este impulso beneficio a la industria en múltiples
aspectos: las distancias se acortan y los fletes
disminuyen posibilitando el transporte de
maquinarias y otros útiles de fabricación; se
facilita la salida de los productos elaborados, en
síntesis, se incrementa el flujo del tráfico
interregional.
Junto con el FFCC llega el apoyo económico a la
industria con el establecimiento del Banco
Provincia y el Banco Hipotecario.
El FFCC posibilita que la industria equipe sus
fábricas con la más moderna maquinaria y la
colocación de la producción.
Origen de los poblados industriales
En un comienzo la labor de transformación era
rudimentaria utilizando el mismo personal de las
estancias.
Además de la casa principal de la estancia existían
otras construcciones como galpones y ranchos para
peones, esclavos y servidumbre, formando en
conjunto una pequeña población.
Cuando esta actividad crece, empiezan a generarse
los elementos básicos de la estructura del ingenio. Los
cambios tecnológicos, el aumento de la superficie
cultivada y la producción, plantean la necesidad de
contar con instalaciones para la mayor cantidad de
mano de obra posible.
Características de los pueblos
Los elementos estan organizados en una estructura
que presenta características particulares:
La superficie urbanizada se define con precisión
respecto al área rural circundante. Los límites son
netos no existiendo nunca transición entre una zona y
otra.
El agrupamiento se organiza:
1- La fábrica y sus anexos: constituyen el elemento
principal y asumen el rol de foco compositivo.
2- El chalet con su parque: residencia de los
propietarios, rodeada generalmente por amplios
parques, diseñados ambos siguiendo los estilos
arquitectónicos europeos.
3- Los servicios comunitarios: el pueblo cuenta con
iglesia, hospital, el club de empleados y obreros, la
escuela y las áreas destinadas a deporte.
4- La vivienda de los empleados jerárquicos: cuentan
con estar comedor, 2 o 3 dormitorios, cocina baño y
generalmente una galeria perimetral
5- Las viviendas de los obreros permanentes: 1 o 2
habitaciones grandes de usos múltiples, cocina y
letrina, generalmente alejada del volumen principal.
6- Las viviendas para los obreros transitorios: debido
a la necesidad de mano de obra en gran cantidad.
Estos son los denominados obreros golondrinas,
puesto que se trasladan de una provincia a otra con
toda su familia y los utensilios de la vida cotidiana.
Esto obliga a construir al ingenio unidades de hasta
10 cuartos para habitar durante los meses de
cosecha.
Entre los bloques mencionados pueden establecerse
diversas relaciones: 1 y 2 se manifiestan como
grandes superficies dentro del conjunto. El “chalet”
estará siempre próximo a la fábrica, e incluso dentro
del límite físico de esta, pero con un área privativa
creada por el parque , que sigue los cánones
franceses o ingleses y donde se mezclan las especies
nativas con la flora exótica. 3, 4, 5 y 6 se ubican a lo
largo de líneas directrices y pueden constituir una
superficie solo por superposición (trama). 4, 5 y 6
sirven como relleno de la estructura básica
determinada por los otros bloques y por las directrices
viales. 2 y 4 con diversos esquemas siempre se hallan
en relación de continuidad funcional y física con el
bloque 1 y subordinados compositivamente a este.
Los ejes directrices estan materializados por la via
principal de circulación en relación con el trazado del
FFCC. La avenida es el acceso principal al núcleo
urbano y por ella circula la mayor densidad de tráfico.
Las calles restantes si bien respetan la ortogonalidad
del trazado solo responden a criterios prácticos de
conexión.
La composición, ubicación, estructuración interna y
calidad de construcción tanto de los diversos bloques
como de los edificios mismos, respetan y revelan los
niveles jerárquicos de la estructura socioeconómica
imperante en el área.
La tierra sobre la que se asentaron estos pueblos fue
una propiedad única.
El Ingenio Santa Ana es el único de la provincia que se
ha planificado la totalidad del establecimiento
agrícola.
3.4 EVOLUCION DE LA VIVIENDA
Los cambios más evidentes que se producen en
las familias con respecto a las patriarcales es la
disminución de sus miembros a partir de la
emigración de aquellos vinculados al jefe de la
familia por parentescos colaterales: las familias se
reducen a padres e hijos solteros; tíos, primos y
abuelos fueron desdibujándose con respecto a
los precisos roles anteriores. La servidumbre
disminuyó en cantidad y tipo de servicio que
prestaba, desaparecieron los esclavos, y
aparecieron: valet, doncella, institutriz, ama de
llaves, mayordomo, cargos todos de mucha
jerarquía, no pertenecían a la familia, pero vivían
bajo el mismo techo. El modelo europeo de familia
burguesa se nucleaba alrededor de un padre
liberal, la madre tenía menos autoridad que el
padre, pero su rol fue progresivamente
adquiriendo mayor significación en la vida familiar.
Los cambios sociales de la primera mitad del XIX
El siglo XIX se verá, en términos generales
caracterizado por los cambios culturales y
sociales propiciados por las nuevas ideas en el
campo de la política, la economía y la sociedad.
En lo que respecta al campo social se verá el
surgimiento de una nueva clase, como lo es la
burguesía, que gracias a su poderío económico,
gravitará de manera importante en el esquema
cosmovisional del XIX, que a su vez traerá
aparejadas nuevas tecnologías, relaciones
económicas y conflictos sociales.
Argentina no sufrirá drásticamente estos
cambios. sino que los irá asimilando lentamente,
por lo tanto pareciera ser que el anterior período
colonial se prolonga en los inicios del 1800.
Entre 1810/1852 se mantuvieron los tradicionales
modos de vida familiares, con sensibles
variaciones, por ejemplo: la relación de los criollos
con los ingleses que habían quedado internados
en Buenos Aires, con posterioridad a las
invasiones de 1806/07, alojados estos en casas
de familias porteñas, permitió estos cambios,
porque los ingleses estaban mucho más
avanzados cultural y socialmente que los criollos,
desde el punto de vista de su cercanía con las
nuevas ideas del siglo de las luces
Las costumbres informales de la época de la
colonia, fueron, lentamente, abandonándose a
favor de una mayor formalidad social. En primer
término; el dinner o cena, fue un verdadero
acontecimiento social que, en desmedro del
almuerzo, fue cobrando mayor fuerza, puesto
que se pensaba que el horario nocturno daba
mayores posibilidades de brillo social. Por otro
lado fue, no menos importante, la adopción de la
rígida etiqueta europea que se fijaba para cada
reunión. Por último, como consecuencia de
estos cambios en las costumbres, fue necesaria
la adecuación de los espacios y el equipamiento
para sobrellevarlas.
El liberalismo no sólo revolucionó el sistema de
competencia comercial, sino que modificó
sensiblemente las maneras de vender y
comprar. Durante la colonia el comercio se
realizaba en la plaza, ubicación tradicional del
mercado, con la mercancía expuesta sin un
mayor orden, alternándose la compra, la venta y
el trueque.
Con la mayor urbanización de la ciudad, se
propició una nueva manera de comprar y vender.
Los comercios empiezan a contar con vidrieras
para exhibición de los productos. Esta
competencia con negocios vecinos hizo que
algunas calles céntricas se convirtieran en
verdaderos paseos El advenimiento del "figurín",
hacia 1820, produjo el furor de estar a la moda.
La vestimenta empezó a ser un factor importante
en la nueva imagen de la ciudad.
Las nuevas posibilidades tecnológicas,
permitieron llevar la vivienda a la planta alta y
dejar la planta baja para negocio, tipología que
perduraría hasta los inicios del siglo XX.
La vivienda en la primera mitad del XIX
Las nuevas costumbres sociales afectaron los
conceptos básicos que caracterizaban la
tipología de vivienda "a patios" de tradición
española.
Los cambios urbanos, en favor de la vida social,
permitieron que aquella ciudad inhóspita, sucia y
peligrosa, se transformara. Se empedraron e
iluminaran las calles, a favor de extender y
posibilitar su uso que se extendía sobre la noche;
la casa antes introvertida, ahora se abrió hacia la
ciudad.
Si tratamos de entender la estructura de la
vivienda de principios de siglo nos
encontraremos con algunos elementos que
subsisten aún en la tradición formal de la
sociedad.
Una perduración en las viviendas de comienzos
del XIX, fueron los patios del período anterior.
Durante la colonia éstos tenían funciones muy
específicas que, con el correr del tiempo, se
fueron diluyendo. Ahora 1º y 2º patio tienen
funciones parecidas, por lo que se desdibuja el
carácter de ambos. A pesar de su ornamentación
con plantas, flores y árboles frutales, éstos
seguían cumpliendo las funciones de circulación.
Por otro lado, con el crecimiento de la burguesía,
se había llegado al desarrollo de una vivienda con
locales que cuidaban cumplir con una función
específica, por lo tanto era incomprensible que las
circulaciones no tuvieran sus espacios propios. Al
tomar en cuenta estos conceptos se empezó a
arquitecturizar los patios, con la utilización de
galerías. Otra alternativa fue la de cubrir el patio.
Finalmente el modelo que se desarrolló fue el de
patio con galería perimetral y hueco central con
claraboya de vidrios decorados. A partir de este
cambio formal, se pondrá en evidencia el cambio
funcional con la aparición de banquetas y sillones,
generalmente de un estilo más informal que los de
la sala. Todos estos cambios propiciaron la
transformación del primer patio en una especie de
hall inglés.
El acceso a la vivienda se producía a través del
zaguán que regulaba y vigilaba la entrada; tenía
dos puertas, una maciza hacia la calle y otra, la
cancela, que limitaba el acceso, pero no así las
visuales y el paso del aire.
La sala cambió su ubicación colonial, pasando al
frente de la casa con ventanas a la calle, y
vinculándose, interiormente con el 1º patio. De
todas formas seguiría siendo el espacio de
ostentación social. Esta ostentación estaba
respaldada por el uso del "bibelot", pequeños
objetos de decoración que no solo ponían de
manifiesto el buen gusto, sino también el nivel
económico de sus propietarios. De todas
maneras, a pesar de estos cambios, el
fundamental fue la desaparición del estrado del
antiguo salón, lo que propiciaba un uso
"democrático" del espacio y por lo tanto la
igualdad de jerarquías en el uso del local.
La modificación de las costumbres por su
contrapartida inglesa llevó estos cambios a otros
locales de la casa. El comedor pasó a ser motivo
de lucimiento, con el cambio del protocolo y la
etiqueta, fue ganando importancia en el conjunto
de locales, incorporándose al área social. Su
ubicación se generalizo entre el primero y
segundo patio. El cambio en esta función, más
que generar una evolución en el espacio, generó
una necesidad en el uso de la vajilla que había
aumentado considerablemente su número por
persona, a la vez que desarrolla el gusto, de los
dueños de casa, por la posesión de estos
utensilios que empezaron a ser objetos de lujo.
La ubicación de los dormitorios, que no sufrieron
mayores modificaciones, tanto en su ubicación
como su vinculación con otros ambientes, se
mantuvo como en la colonia, pero cambió la
decoración y los muebles.
Se hicieron también presentes, en la vivienda,
otras modificaciones que respondían a los
avances tecnológicos de la época, como por
ejemplo la aparición de los aljibes o los sistemas
de calefacción.
El mayor mérito de la vivienda de principios del
XIX fue dar una tipología que perduraría hasta
avanzado el siglo XX, surgida a partir de la
división de la vivienda preliberal en forma
longitudinal, que se conoció como "casa
chorizo", las que ocuparon un alto porcentaje de
la trama urbana.
La sociedad en la segunda mitad del XIX
La inmigración europea, abierta por la clase
dirigente liberal, fue tenida como responsable de
la transferencia de las nuevas ideas: pero, en
cierta medida, esto fue así. Porque estos no
tuvieron acceso a los niveles sociales donde se
había gestado este modelo de familia.
Estas ideas fueron importadas de Europa por la
clase dirigente de nuestro país.
La necesidad de la inmigración para conocer el
mundo europeo y sus valores, no era algo que
preocupara a todos los argentinos.
Adoptaron el modelo burgués de
comportamiento y al regresar al país, lo
impusieron como EL MODELO
ARISTOCRATICO de las clases más pudientes.
El espíritu europeizante afectó la estructura
familiar y los cambios en la arquitectura y en el
paisaje urbano.
Por otro lado, la dicotomía entre civilización o
barbarie: tiene su relación con la arquitectura
heredada de la colonia y el modelo importado de
Francia o Inglaterra. La alta sociedad local
asumió el nuevo rol social de representar ante el
mundo una Argentina culta, de la civilización por
oposición a la barbarie de las clases inferiores.
De esta forma toda referencia urbana será
considerada como la "civilización" contra lo rural
que representara la "barbarie".
El surgimiento de una clase media con un ideario
independiente de los grupos oligárquicos y los
movimientos embrionarios del proletariado, no
pueden entenderse sino a través de la influencia
de la inmigración.
Bs. As y Tucumán se parecieron hasta los últimos
20 años del siglo XIX, luego, Bs. As adquirió tal
desarrollo, que pasó a parecerse a las grandes
capitales europeas con notables diferencias
sobre las ciudades del interior del país.
Entre los siglos XIX y XX, evolucionaron dos tipos
de familia, desde la familia patriarcal hacia la
familia conyugal o nuclear. Ambas familias son los
extremos de esta evolución, que abarcaría ambos
siglos: se mantendría aún en el siglo XIX, durante
su desarrollo se transformaría y entraría en crisis
el siglo XX.
Según la reacción que tuvieron estas familias
frente a los cambios:
Grupos de familias tradicionales, que rechazaron
todo tipo de cambios e intentaron mantener una
familia que tendía a desaparecer.
Grupos de familias transicionales, aceptaron los
cambios hacia la familia conyugal, pero
avanzaron en parte.
Los cambios más evidentes que se producen en
las familias con respecto a las patriarcales es la
disminución de sus miembros a partir de la
emigración de aquellos vinculados al jefe de la
familia por parentescos colaterales: las familias se
reducen a padres e hijos solteros; tíos, primos y
abuelos fueron desdibujándose con respecto a
los precisos roles anteriores. La servidumbre
disminuyó en cantidad y tipo de servicio que
prestaba, desaparecieron los esclavos, y
aparecieron: valet, doncella, institutriz, ama de
llaves, mayordomo, cargos todos de mucha
jerarquía, no pertenecían a la familia, pero vivían
bajo el mismo techo. El modelo europeo de familia
burguesa, se nucleaba alrededor de un padre
liberal, la madre tenía menos autoridad que el
padre, pero su rol fue progresivamente
adquiriendo mayor significación en la vida familiar.
La superioridad indiscutida del hombre, produjo
un rechazo "machista" de la tradición cristiana,
tenida como "cosa de mujeres". Por esto la familia
burguesa, se vio privada del apoyo de la iglesia.
La riqueza resultaba ser la dignidad y este era el
valor que permitía el acceso a los ambientes
selectos de las clases altas y, a la vez, afirma el
poder de la burguesía.
La familia burguesa, planteaba como novedad, la
amistad entre padres e hijos suavizando el
concepto de lo jerárquico, no lo negaba, pero lo
planteaba sobre la base de una creciente relación
entre sus miembros.
El auge de la mentalidad burguesa liberal
significará también el comienzo de la evolución
familiar.
El modelo de familia burguesa que Europa
aceptaba como válida fue transferido junto con la
ideología liberal a través de las pautas de
comportamiento burguesas que fueron imitadas
por los sectores adinerados del país y a través de
lo que ya habían internalizado los inmigrantes
antes de llegar antes de llegar a estas tierras.
La vivienda burguesa
Podemos definirla o caracterizarla a través de
situaciones claves:
Expresar una posición social prominente.
Predicar los anhelos de una clase dirigente que
buscaba un nuevo estilo de vida.
El mensaje fundamental, el prestigio social y
cultural.
La vivienda se volcó al exterior para ser vista.
Origen de la tipología de vivienda: Francia /
París.
Las secuencias espaciales como un modo de
organizar los espacios de funciones comunes.
El recorrido o paseo interior, denominado
"promenade"
Según la arquitectura y la construcción, las
viviendas de cierta dimensión y lujo fueron
denominadas "Hotel"
La nueva vivienda burguesa, tenía su origen en
Francia, donde era la arquitectura doméstica de
los castillos de la nobleza y casas de campo
feudales, que modificada al llevarla a un medio
urbano, dio como resultado un modelo básico:
hotel particular.
En Argentina, este modelo básico francés fue
modificado, pero elementos como disposiciones
generales o locales en particular marcan su
tipología:
3 a 5 plantas:
subsuelo: depósitos, cines, salas de juego, etc.
P. Noble: zona de recepción; salón, comedor,
sala de música, circulaciones para desfile social
(secuencia espacial).
P. Alta: dormitorios; separados los del marido de
la esposa con otras pequeñas salas.
Buhardillas / Manzardas: alojamientos de
servicio y trabajo.
Acceso: "Cour d'Honneur" o "patio de honor".
Vestíbulo: centro de distribución y ubicación de
la gran escalera protagónica del espacio.
Recepción: el salón o sala es el corazón de esta
zona, desborda a un jardín, a través de una
terraza con escalinatas por la que se desciende
al jardín.
Los locales más importantes rodeados por
antecámaras, locales de menor jerarquía.
Generalmente fueron residencias multifamiliares,
al desmembrarse la familia patriarcal en nuclear.
El petit hotel
Significó una reducción en la escala de vivienda,
representó a la burguesía en ascenso, ubicado en
lotes estrechos, con ambientes agrupados en
secuencias espaciales. La disposición de locales,
y su estratificación era similar a la del Hotel
Particular.
Secuencias espaciales
Principal: acceso / vestíbulo / escalera
/antecámara (planta noble)
1ª secuencia: salones / gabinete o escritorio /
biblioteca / salas de juego
2ª secuencia: comedor / fumoir / jardín de invierno
(los hombres pasaban del comedor al fumoir, las
mujeres del comedor al jardín de invierno).
La 1ª y 2ª secuencia se relacionan a través de la
antecámara.
El jardín estaba relacionado con la planta noble.
Las viviendas colectivas
Los miembros de la clase media Europea que
llegaron a la Argentina, aquellos a quienes se
distinguía de la masa inmigrante mediante la
categorización de "pasajeros" o "extranjeros", no
tenían ninguna dificultad para insertarse en las
filas de la alta sociedad.
Es a partir del llamado inmigrante, grupo
preponderante por su número, que se recibieron
aportes en lo político social de forma más
anónima. El surgimiento de una clase media con
un ideario independiente de los grupos
oligárquicos y los movimientos embrionarios del
proletariado, no pueden entenderse sino a través
de la influencia de la inmigración. Pero en lo que
hace a la familia y su comportamiento no tuvieron
el mismo peso.
Fueron estas masas inmigratorias, con su
llegada, las que incidieron en el crecimiento
poblacional argentino, las que en el lapso
analizado llegaron a causar un déficit de
viviendas. Las construcciones en las que se
ubicaba a los inmigrantes respondían a la
urgencia de darles un alojamiento.
El panorama de movilidad laboral que
caracterizaba los primeros años de asentamiento,
colaboraba a que el inmigrante tuviera un tiempo
durante el cual todos los aspectos de su vida
tenían carácter provisorio. Con esta idea de
"provisoriedad" es que surgen los llamados
conventillos que marcaban la forma más penosa
de vivir. Es a partir de trabajos realizados por
sanitaristas como Rawson o Wilde que se
obtienen datos llamativos. Comparando Europa
con Argentina, se puede verificar que la situación
era más grave en el viejo mundo y que las formas
de explotación habían llegado a niveles
insospechados. Esto explicaría, probablemente,
la capacidad de aceptación que tenían los
inmigrantes para tolerar casi cualquier forma de
alojamiento.
La inmigración
Esta actividad, ya había sido iniciada por el gran
precursor que fue Rivadavia, quien en 1825
estableció en San Pedro el primer grupo de
colonos venidos en esa centuria a la Argentina.
Pero este movimiento cobro gran intensidad
después de Caseros y alcanzó su máxima
pujanza a fines de ese siglo. El gobierno
proporcionaba a los inmigrantes el pasaje y
costeaba el viaje hasta el sitio elegido para
fijarse y sus gastos durante los primeros
tiempos; al llegar, se les proveía de animales y
útiles de labranza y se les arrendaban tierras
para el cultivo. Modelo de esa actividad fue la
llevada a cabo por Aarón Castellanos, quien, en
1853, mediante un convenio con Santa Fe, trajo
colonos suizos, franceses y alemanes y con ellos
fundó la pujante ciudad de Esperanza. La
inmigración fue creciendo con los años. En 1860
apenas habían ingresado al país unas dos mil
familias extranjeras; treinta años después
pasaban del millón y hacia 1915 sumaban más
de cinco millones, italianos en su mayoría. Con
todo, pocos de estos inmigrantes lograron
prosperar con su trabajo: una equivocada
política no les garantizó su porvenir y los
latifundistas, dueños de las tierras, al impedirles
que se convirtieran en propietarios de las
parcelas que cultivaban contribuyeron a
provocar una situación que con el tiempo generó
un grave malestar social.