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Reducir
La primera R es la más importante. Minimizar los residuos a tratar es la forma más
eficaz de no convertirlos en un problema posterior. La reducción de residuos puede
suponer una disminución de consumo o simplemente la eliminación de materiales
superfluos. Un ejemplo simple para comprenderlo podemos hallarlo en nuestra
compra diaria; en la que podemos emplear una bolsa de tela (eliminando la
necesidad de bolsas de plástico) o comprar productos envasados en materiales
biodegradables.
Reutilizar
Siguiendo con la filosofía de la reducción, cuando un material cumple el cometido
para el que fue adquirido o creado, puede ser desechado o reutilizado. En el
segundo supuesto, reducimos los residuos doblemente ya que por un lado evitamos
tirarlo y por otro, lo empleamos en sustitución de un nuevo material. Tomando otra
vez el ejemplo de la compra, si nos situamos en el peor de los casos en el que
empleamos una bolsa de plástico, en vez de tirarla después podríamos guardarla
para otra ocasión. Este es un ejemplo muy simple, pero la segunda R, puede
suponer una pequeña modificación en el material para adecuarlo a un nuevo uso;
como por ejemplo poner unas ruedas a un palé para crear una mesa auxiliar.
Reciclar
Quizá la R más conocida, pero en realidad, es el último recurso para nuestros
residuos ya que la eficiencia no es total. Si algo no se puede reducir en primer lugar
y reutilizar en segundo, lo ideal será reciclarlo en la medida de lo posible. El reciclaje
es el mal menor, ya que requiere tiempo, trabajo y energía para transformar un
residuo de modo que pueda ser empleado de nuevo de la misma o en distinta
forma. La bolsa de plástico del supermercado, por ejemplo, se puede calentar a una
alta temperatura para fundirla y crear otra nueva u otra forma distinta con el mismo
material.
5. Ajustes en el plan. Durante la última fase de creación del plan de gestión
ambiental, se adoptan las recomendaciones generadas por las auditorías
ambientales y las revisiones internas periódicas que contempla el mismo
documento. Con este feedback, podremos ver qué ajustes se deben realizar para
alcanzar los objetivos que inicialmente se propusieron.
Cabe mencionar que el plan de gestión ambiental implica un proceso circular, es
decir, que siempre se debe siempre retroalimentarse, mejorar, repensarse y
adaptarse a los cambios en las normas internacionales, en la sociedad, en la ley y
en el interno de la empresa. Conviene, en muchos casos, contar con el apoyo de
profesionales especializados en este sector de la calidad y gestión ambiental porque
no siempre es fácil llevar a cabo algunos cambios en la empresa o formar a las
personas para que estas sepan el valor de dichas modificaciones que podrían, a su
vez, afectar a su trabajo diario.