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Derecho
Jorge del Picó rubio
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Índice
1
III Desarrollo de algunas concepciones y teorías contemporáneamente influyentes sobre la
idea de justicia ........................................................................................................................... 105
IV La seguridad jurídica .......................................................................................................... 111
V La paz como fin del derecho ................................................................................................. 115
VI El sistema democrático como orden básico para la consecución de los fines del derecho:
una reflexión final ..................................................................................................................... 120
Bibliografía .................................................................................................................................... 122
2
INTRODUCCIÓN GENERAL
Teniendo presente lo dicho, la obra tiene como propósito brindar una lectura
introductoria al derecho, teniendo en vista el asentamiento de las bases que
permitan su apreciación integral como fenómeno social, y su posterior estudio
analítico como disciplina dentro del campo de las ciencias sociales.
El orden de las materias tratadas se inicia con la justificación preliminar del derecho
como necesidad social, para proseguir con el desarrollo de los aspectos centrales
de la teoría de la norma y en particular de la norma jurídica. En segundo lugar,
aborda las bases fundamentales del derecho positivo, desarrollando su origen —
fuentes— y aplicación interpretativa e integradora. Finaliza con un acercamiento a
los fines del derecho, con énfasis en la teoría de la justicia.
Las partes en que se divide la obra se ordenan en seis capítulos, cada uno de los
cuales contiene una expresión sintética de las materias tratadas, desarrolladas a
partir de una noción general —que puede tener un mayor o menor grado de
profundidad— seguida por un texto principal de nuestra autoría en cada apartado,
el cual es acompañado de citas correspondientes a otros autores insertas de
manera separada en el cuerpo principal, o de una relación sintética de hechos que
permiten ejemplificar la conexión del derecho con la realidad social —uno de los
objetivos principales de la obra— y facilitar así la comprensión integral del fenómeno
jurídico. El propósito de la transcripción de estos textos, provenientes de libros,
artículos o incluso de la prensa escrita, obedece también a la necesidad de
3
familiarizar a quienes se inician en los estudios jurídicos, con la obra y el
pensamiento de las autoras y autores que han marcado la evolución del
pensamiento jurídico, o de aquellas escritoras y escritores y analistas
contemporáneos que brindan luces sobre su comprensión, a través de ejemplos
actuales de los principales problemas jurídicos y sus correspondientes alcances
valóricos.
4
Luego, es posible que las ideas de quienes han dirigido mis estudios formativos o
de doctorado en la misma especialidad años después, estén presentes en mis
propios conceptos, brindándome por tanto la oportunidad de reconocer el influjo de
Agustín Squella y Javier Ferrer en la dimensión jurídica, de Andrés Aninat y José
Pérez Adán en la dimensión moral, y de Jaime Castillo Velasco, en la concepción
integral del derecho. A todos ellos, un agradecimiento profundo.
Junto con lo anterior, debo agradecer en lo que a esta obra respecta, a Maricel
Contreras Barra, colaboradora académica constante y de gran rigor profesional, a
quien debo una lectura íntegra de la obra en borrador y su revisión formal en las
actuales condiciones extraordinarias que impone la pandemia; y a Fabiola Vergara
Ceballos, destacada profesora e investigadora del área de Ciencias del Derecho en
la Universidad de Talca, directora de la carrera de Derecho por muchos años, quien
junto con brindar una lectura preliminar de la obra, ha redactado igualmente en
circunstancias extraordinarias la parte correspondiente al derecho positivo nacional
incluida en los capítulos de fuentes y aplicación del derecho, respectivamente.
Asimismo, a mis colegas de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la
Universidad de Talca, por años de conversación y discusión sobre las mutuas
experiencias compartidas en los caminos de la enseñanza del derecho, al igual que
a mis alumnas y mis alumnos de los cursos de Introducción al Análisis del Derecho,
Derecho y Sociedad y Filosofía del Derecho, dictados en esta misma Universidad
de Talca.
5
Capítulo primero El derecho
I ¿Qué es el derecho?
Una primera acepción nos acerca al término derecho de una manera subjetiva, pues
corresponde a la perspectiva personal de un sujeto que tiene la pretensión de exigir
a otra persona alguna cosa que, en la perspectiva de quien la invoca, aparece como
una potestad lícita y revestida de legitimidad. Es, en general, lo que designaremos
con el nombre de derecho subjetivo, una facultad propia de los sujetos y que
antecedería de manera lógica y cronológica al derecho objetivo. El derecho
subjetivo es una primera aproximación de la persona al fenómeno jurídico, siendo
asumido luego como un poder reconocido socialmente en el momento que la
sociedad produce normas que autorizan los poderes, reconocen ciertas
pretensiones y establecen el modo en que deben ser canalizadas para ser luego
respetadas como derechos objetivos2.
Una segunda acepción, esta vez de carácter objetiva, relaciona al término derecho
con las normas de conducta socialmente obligatorias, cuyo cumplimiento o la
sanción de su transgresión es exigida y aplicada por el Estado. Destaca en esta
acepción, que denominaremos precisamente derecho objetivo, su vinculación
esencial con la norma jurídica, concepto que será desarrollado oportunamente y que
servirá de fundamento de la perspectiva que seguiremos durante el desarrollo de la
obra.
2. ¿En qué consiste el derecho? Sin perjuicio de las complejidades que exige la
respuesta a dicha pregunta, contestaremos de manera inicialmente simplificada que
el derecho es un fenómeno normativo, por cuanto los códigos sociales que ordenan
las conductas humanas dan cuenta de la existencia de normas establecidos por la
propia organización social, específicamente el Estado en las sociedades más
6
complejas, en función de las cuales la observancia de la conducta prescrita como
deseable de ser cumplida por los sujetos imperados, vale decir la población de un
determinado territorio sujeta a una autoridad común eficaz, es respaldada por la
posibilidad de recurrir a la fuerza social organizada.
4. ¿Para qué existe el derecho? El derecho se justifica socialmente por las funciones
que realiza para el logro de ciertos fines valorados por la comunidad en la cual existe
como ordenamiento de las conductas. Los fines del derecho, en este sentido, hacen
referencia a aquello para lo cual el derecho ha sido constituido y dirigido,
distinguiéndose entre ellos la seguridad jurídica, el mejoramiento de las condiciones
de vida de las personas, la consecución del bien común, la paz social, la
consecución de una vida social orientada por la moral o la religión y, especialmente,
la justicia.
7
hasta la apreciación objetiva aristotélica4 que la entendió como el justo medio de las
cosas, reflejada en la proporción de las acciones.
Así, en la tradición civil francesa, para Philippe Jestaz, el derecho constituye "una
forma de poder social erigido en sistema, que repudia la fuerza pura y la reemplaza,
en el seno de una instancia oficial, por el discurso, en el sentido lingüístico del
término, así como por la referencia a la idea de justicia: ese poder supone
ordinariamente la institución de un juez, la formulación de reglas y a la utilización de
una fuerza socialmente canalizada"5. En el derecho común anglosajón, Dennis
Lloyd junto con destacar su calidad de fuerza civilizadora de la sociedad humana,
lo concibe como "un sistema de normas jurídicas junto a una maquinaria que ha
permitido su aplicación constante y eficaz"6. García Máynez, en la tradición
americana concibe al derecho como, "un orden concreto, instituido por el hombre
para la realización de valores colectivos, cuyas normas —integrantes de un sistema
que regula la conducta de manera bilateral, externa y coercible— son normalmente
cumplidas por los particulares y, en caso de inobservancia, aplicadas o impuestas
por los órganos del poder público"7. En similar tendencia, Agustín Squella describe
el derecho como "un fenómeno cultural preferentemente normativo, sustentado en
el lenguaje, que regula su propia producción, interpretable a la vez que
argumentable, que rige las relaciones de hombres y mujeres que viven en sociedad,
y cuya nota identificadora más propia es la coercibilidad, esto es, la legítima
posibilidad de auxiliarse de la fuerza socialmente organizada para conseguir el
cumplimiento de sus normas y, sobre todo, para conseguir una eficaz aplicación de
las sanciones que deban seguir para los sujetos normativos cada vez que las
normas no sean cumplidas por alguno de estos"8.
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La vida colectiva, en términos generales, puede asumir formas comunitarias y
formas sociales. La comunidad es una agrupación humana cuyo origen radica en
motivaciones naturales, generalmente no voluntarias, tal como ocurre en las
comunidades familiares, religiosas o culturales. La sociedad, por su parte, reconoce
en su matriz la existencia de la voluntad de individuos o de agrupaciones de
individuos, para la consecución pactada, explícita o tácita, de bienes de interés
común. El derecho, si bien se aplica en las comunidades, tiene un origen en la
voluntad asociativa, toda vez que el Estado es una asociación y no una comunidad,
como si lo es la nación. En las comunidades, sin embargo, tienen lugar la creación,
reconocimiento y aplicación de otros tipos de normas, como las religiosas y las
morales, que en la perspectiva de autores comunitaristas9 se convierten en diques
de contención que resguardan a los ciudadanos y ciudadanas frente al enorme
poder del Estado, toda vez que la superación de estas barreras por parte de los
agentes estatales determina que el ser humano pierda una de sus más preciados
bienes, esto es, "el cuerpo de criterios morales que conforma su identidad más
básica"10.
9
III Estado, orden político y derecho
Una primera lectura, de carácter instrumental, sostiene que una norma, "es jurídica
no tanto porque haya sido producida por el poder, sino porque cuenta con su
respaldo en forma de uso de la fuerza", siendo lo propio de ella la posibilidad de
recurrir a la coacción.
10
Una segunda lectura dirige la mirada al fundamento del derecho, asumiendo que el
poder detentador de la fuerza representa su fundamento, en el sentido que sus
normas son creadas por quien ostenta el poder, vale decir el Estado.
Dentro del marco del Estado de derecho, los sistemas democráticos enfocados
desde una perspectiva procedimental son aquellos en que, en mayor o menor
medida, el pueblo participa de manera efectiva en la decisión de quiénes, cómo y
para qué se elegirán a quienes ejercerán los poderes públicos, en especial al
gobernante y a las legisladoras o legisladores. Las normas que determinan cómo
se eligen las autoridades, el mandato sustantivo que se les entrega, cómo ejercen
el poder que se les ha entregado y los mecanismos de control que se les aplicarán,
son igualmente regidas por normas jurídicas, configurando un sistema político de
ejercicio del poder público, que ordena las relaciones de poder20.
"Una teoría del Estado depurada de todo elemento ideológico, metafísico o místico
sólo puede comprender la naturaleza de esta institución social considerándola como
un orden que regula la conducta de los hombres. El análisis revela que este orden
organiza la coacción social y que debe ser idéntico al orden jurídico, ya que está
caracterizado por los mismos actos coactivos y una sola y misma comunidad social
no puede estar constituida por dos órdenes diferentes. El Estado es, pues, un orden
jurídico, pero no todo orden jurídico es un Estado, puesto que no llega a serlo hasta
el momento en que establece ciertos órganos especializados para la creación y
aplicación de las normas que lo constituyen. Es preciso, por consiguiente, que haya
alcanzado cierto grado de centralización"21.
11. Derechos humanos. Frente al enorme poder estatal, el concepto del Estado de
derecho considera un contrapeso correlativo a dicho poder, materializado en el
reconocimiento y tutela de los derechos de las personas, desde aquellos derechos
considerados básicos o fundamentales, hasta los de mayor complejidad y que
responden a las necesidades sociales de las sociedades que han superado la
barrera de la satisfacción de las necesidades vitales mínimas, como la protección
de la vida, la alimentación y la vivienda, por citar aquellas más citadas.
11
La noción de derechos humanos corresponde esencialmente a una visión que pone
su foco referencial en los derechos subjetivos de la persona y sus comunidades más
próximas, frente a los deberes del Estado, de quienes ejercen el poder público y, en
general, de todos aquellos sujetos que ejercen alguna forma de poder incluso en el
ámbito privado. Son derechos humanos generalmente reconocidos, con distinta
prioridad, el derecho a la vida y la seguridad personal, las libertades personales, la
igualdad de trato por parte del Estado, la seguridad pública y privada, el acceso a la
salud, a la educación y al desarrollo de la cultura en un medio seguro y sustentable,
entre muchos otros derechos.
12. Concepto de función. En términos generales, una función alude a la tarea que
un elemento desarrolla dentro de un contexto determinado o en un sistema más
amplio en el que se encuentra inserto27. Aplicado al caso del derecho, las funciones
son las tareas que realiza en tanto sistema normativo dentro de un determinado
contexto social, respondiendo a la pregunta: ¿qué hace el derecho? Se diferencia
de los fines perseguidos por el derecho, ya que, siguiendo la misma lógica ya
empleada, responde a la pregunta: ¿para qué lo hace?
12
13. Funciones del derecho. Dicho lo anterior, la doctrina reconoce diversas
funciones que cumple el derecho, algunas de las cuales corresponden a lo que hace
efectivamente el derecho, y otras cuya realización actual es discutible en muchos
sistemas jurídicos nacionales, pero que sin duda corresponden a funciones que
debería cumplir el derecho.
Sumamos a las anteriores aquellas funciones que, a nuestro juicio, son igualmente
esenciales y que por tanto debiera cumplir el derecho, pero cuya realización es
restringida o no es parte de todos los sistemas jurídicos contemporáneos, en
concreto, la tutela de los derechos de libertad y la distribución de los bienes derivada
de la vida en sociedad. Finalmente, nos referiremos brevemente a otras funciones
atribuidas al derecho.
13
La función de solución de conflictos, por tanto, tiene lugar, cuando la función de
orientación social del derecho no cumple su finalidad orientadora y persuasiva
tendiente a evitar o disminuir el surgimiento de conflictos, persistiendo los sujetos
decepcionados en sus expectativas y exigencias.
Finalmente, cabe destacar también que la solución al conflicto también puede ser
alcanzada a través de medios alternativos de solución de las controversias, como
la mediación y el arbitraje31.
Por medio de esta función, se consigue transformar el poder en derecho, vale decir,
que los sujetos miembros de una comunidad jurídica vean en las decisiones del
poder no órdenes arbitrarias que se les imponen por medio de la fuerza, sino
mandatos que ellos deben obedecer, limitando así el poder32.
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La legitimidad está dada no solo por la existencia de un gobierno elegido por el
pueblo a través de los procedimientos legales y con la obligación de respeto a los
derechos de las minorías, en especial el de eventualmente convertirse en mayoría,
sino también por su ejercicio dentro del marco de la ley y en función del interés de
las grandes mayorías sociales y por la sujeción de todas las autoridades que ejercen
poder a la ley común33. El derecho, en tal sentido, limita el poder político,
favoreciendo su legitimidad, tanto de origen como de ejercicio34.
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En las concepciones social y políticamente más avanzadas, el concepto del Estado
democrático y social de derecho constituye un estadio de mayor complejidad al
momento de considerar las funciones del Estado, que contempla la configuración
de las condiciones de la vida social a través del derecho, concibiéndolo como un
instrumento o medio de distribución de los bienes sociales, dentro de un marco de
instauración de la solidaridad como valor jurídicamente recepcionado y privilegiado.
La función de cuidado del derecho cuenta del requerimiento social que considera a
los actores u operadores jurídicos como responsables del funcionamiento de todo
el sistema jurídico, esperándose de ellos una práctica de sus profesiones y una
interacción con los sujetos imperados, que permitan una más eficiente realización
por parte del Derecho de todas las demás funciones que hemos señalado
precedentemente. Se trata de lograr un buen desempeño en las tareas específicas
de sus respectivas competencias, pero además se les exige poner al derecho con
los requerimientos sociales, incluyendo finalmente un alto grado de responsabilidad
en la preservación o cambio del sistema institucional. En este sentido, es más bien
una aspiración de buena y responsable administración que una función como las
precedentemente analizadas39.
21. El derecho como ciencia social. La discusión sobre el carácter científico del
derecho, esto es que el derecho debe ser considerado una disciplina dentro del
amplio campo del saber humano que se basa en la investigación científica metódica,
es de larga data y remonta sus orígenes al influjo del positivismo filosófico iniciado
por Compte40. A partir de aquí, se asentó la tendencia que considera que para
alcanzar el conocimiento de la realidad es necesario emplear el método científico
de "investigar la realidad a través de la observación, para luego someter las teorías
a la investigación empírica"41.
16
solo la primera dimensión era considerada propia y objeto por tanto de su estudio
como ciencia social. Cabe señalar que las críticas a esta posición no solo
provinieron desde los cultores de las disciplinas básicas y de las ciencias de la
naturaleza, sino también desde el interior del propio derecho, en que para algunos
es considerado un arte, un proceder ordenador de la sociedad, o una disciplina
social sui generis cuyo objeto de estudio es la normatividad y, en particular, aquella
creada o reconocida, y en consecuencia sancionada ante su incumplimiento por el
Estado.
Cabe resaltar también, para complejizar aún más el problema del carácter y
naturaleza del derecho, que muchos de los conceptos básicos como las nociones
de justicia, de paz y de seguridad, siendo fines declarados como igualmente propios
por el derecho, no son de tratamiento exclusivamente jurídico, ya que constituyen
también el objeto de otras disciplinas del saber humano, como la ética, la filosofía,
la economía y la sociología, por citar algunas, y sin perjuicio del interés que implica
también para la teología. En razón de lo anterior, el estudio integral del fenómeno
jurídico requiere el concurso auxiliar de las otras disciplinas sociales, y así, por
ejemplo, el estudio particular de la pareja humana en sociedad y sus relaciones
interpersonales afectivas y sexuales recepcionado en la institución del matrimonio
civil o de la convivencia civil, requieren el análisis tanto de las fuentes formales —
propiamente jurídicas— como de las fuentes materiales —meta jurídicas— para
obtener una visión de conjunto de la realidad normativamente intervenida 42.
23. Breve referencia a los modos de creación del derecho y otras dimensiones y
perspectivas analíticas en el estudio del derecho. Situados ya dentro del campo del
estudio disciplinario del derecho, cabe realizar una breve mención a las distinciones
básicas y recurrentes, que consideran una clasificación entre el derecho público y
el derecho privado, la cual obedece en gran medida a la concepción dualista sobre
el derecho y al origen principalmente estatal o consuetudinario de las normas,
referidos el primero a la atribución y organización del poder público y el correlativo
derecho de contención reconocido a los sujetos imperados por las normas legales,
17
y el segundo a las fuentes derivadas principalmente del ejercicio de la autonomía
de la voluntad en la esfera privada, sin perjuicio de su reconocimiento en las propias
fuentes legales.
18
La gran crítica a esta visión, en general, tiene en coincidir en la dificultad absoluta
de disponer de un mismo sistema moral válido a través de la historia para todos los
pueblos y civilizaciones, lo que se extrema si el fundamento último radica en un
mandato religioso.
Sin perjuicio de ello, el fin de la Segunda Guerra Mundial vio resurgir al derecho
natural, antes opacado por la presencia dominante de las teorías cientificistas y
positivistas, fuertemente afectadas por la ausencia de un derecho objetivo que
permitiera la sanción de los horrendos crímenes de guerra y en contra la humanidad
conocidos en Europa y Asia. Asimismo, se ha visto reforzada contemporáneamente
por las visiones universalistas, la globalización y la positivización del concepto de
derechos humanos, provenientes desde una perspectiva moral de la vertiente
iusnaturalista reflejada en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, con participación destacada del filósofo francés Jacques Maritain 50.
"El derecho moral natural, si existe tal cosa, es un cuerpo de principios prácticos
que comprende al menos dos tipos o grupos de razones no instrumentales para la
acción humana. Primero, las razones proporcionadas por los 'bienes humanos
básicos', que ponen a disposición de los agentes humanos una serie de alternativas,
racionalmente fundamentadas, para la acción, llamadas 'posibilidades prácticas'.
Segundo, las razones proporcionadas por las normas morales, que excluyen
algunas de estas posibilidades prácticas por ser, de uno u otro modo, irrazonables.
Así, las normas morales vigentes proporcionan razones concluyentes de 'segundo
orden' para no elegir determinadas posibilidades prácticas, a pesar de las razones
de 'primer orden' u otros motivos que tengamos para elegirlas. Las teorías del
derecho natural son las que dan cuenta de los bienes humanos básicos, las normas
morales y las razones que ambos proporcionan para la acción"52.
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"...toda proposición que no puede reducirse estrictamente al mero enunciado de un
hecho, particular o general, no puede ofrecer ningún sentido real e inteligible. Los
principios mismos que emplea no son a su vez más que verdaderos hechos, solo
que más generales y más abstractos que aquellos cuyo vínculo debe formar. Por
otra parte, cualquiera que sea el modo, racional o experimental, de llegar a su
descubrimiento, su eficacia científica resulta exclusivamente de su conformidad,
directa o indirecta, con los fenómenos observados. La pura imaginación pierde
entonces irrevocablemente su antigua supremacía mental y se subordina
necesariamente a la observación, constituyendo un estado lógico plenamente
normal, sin dejar de ejercer, sin embargo, en las especulaciones positivas, un oficio
tan principal como inagotable para crear o perfeccionar los medios de conexión,
bien definitiva, bien provisional. En una palabra, la revolución fundamental que
caracteriza a la virilidad de nuestra inteligencia consiste esencialmente en sustituir
en todo la inaccesible determinación de las causas propiamente dichas por la mera
investigación de las leyes, es decir, de las relaciones constantes que existen entre
los fenómenos observados. Trátese de los menores o de los más sublimes efectos
del choque y del peso, como de pensamiento y de la moralidad, nosotros no
podemos verdaderamente conocer sino las diversas conexiones naturales aptas
para su cumplimiento, sin penetrar nunca en el misterio de su producción" 55.
Si bien debe destacarse el influjo del pensamiento de Comte en las corrientes que
procuraron brindar un soporte científico a la disciplina del derecho, no pueden ser
asimiladas o confundidas con el positivismo jurídico. El positivismo jurídico,
siguiendo a Hernández Gil, obedecería más bien a la "renovación científico-
metodológica operada en el conocimiento jurídico con base en un retorno a la lógica
y con la utilización del análisis del lenguaje conforme a los criterios del
neopositivismo"56.
Se repite hoy como ayer la pregunta que tan certeramente acompaña al título de
una de las obras más notables de Dennis Lloyd, sobre si el derecho es una
necesidad social o una perversidad represora. Muchas preguntas surgen ahora, en
20
nuestro tiempo, sobre la justificación del derecho, su penetración y límites en la vida
privada, los requerimientos sociales de justicia, el impacto de la evolución científica
y tecnológica en la concepción de los sujetos de derecho y todas las cuestiones
emergentes sobre los bienes, cuya propia definición ha sido puesta en entredicho.
¿Es posible hablar de una crisis del derecho como medio de aseguramiento de la
paz social, de su decadencia como instrumento que favorece la convivencia social?
Se dice por algunos que el derecho es conservador del orden —o desorden— social,
según como se mire. Que petrifica las condiciones que favorecen a unos y
perjudican y oprimen a otros. Que impide la evolución social y obstaculiza las
necesarias transformaciones.
21
Capítulo segundo Teoría de la norma
I Introducción
II La norma
22
conducta, deben circunscribirse al camino prefijado por aquella prescripción. Es una
directriz imperativa de la conducta humana62.
Ahora bien, si existe una ley mayoritariamente aceptada por los sujetos imperados,
que reconocen formalmente la autoridad de quien la expide, o cuando existe
aceptación y coincidencia de parte del sujeto imperado con la prescripción emanada
de quien tiene la autoridad, se puede calificar dicha autoridad como legítima.
Basados en la autoridad entendida como el agente que emite o dicta una norma,
pueden distinguirse normas autónomas o heterónomas, siendo las primeras
aquellas que el sujeto se da a sí mismo, y las segundas aquellas que dependen del
querer o voluntad de un tercero64.
23
b. Sujetos normativos. La norma, en tanto es una prescripción, exige la concurrencia
de sujetos normativos, esto es, los destinatarios de las normas dispuestas por quien
tiene la autoridad, y que están obligados a acatarla y cumplir la directriz, llamado a
su vez sujeto imperado. En relación con los sujetos, las normas pueden ser
particulares cuando se dirigen a uno o varios sujetos determinados, y generales en
aquellos casos en que la directriz está dirigida a sujetos que son determinados por
medio de una descripción, como ocurre con una norma legal dirigida a los
abogados65.
33. La norma tiene por objeto la conducta humana. El objeto normativo es intervenir
y ordenar la conducta humana, para afianzar una determinada comisión de actos,
modificarlos o impedirlos. El objeto de la norma remite en términos generales al
sentido pretendido de la conducta, esto es mandar imperativamente, permitir o
prohibir una cierta conducta, y a un contenido específico. La conducta remite a la
acción humana, pudiendo entenderse para los efectos prácticos de su comprensión,
como un conjunto seriado de actos del individuo. Su contenido específico, es decir
la conducta cuya realización u omisión se pretende es variable, y considera
prácticamente todas las dimensiones de la vida humana, asumiendo a partir de su
diferenciación con la moral y con la religión en las sociedades occidentales, que la
dimensión interna del individuo —esto es las creencias y valores que configuran su
conciencia— quedan marginadas de la regulación jurídica gozando de inmunidad
de coacción70.
34. La norma tiene un propósito finalista. La norma, siendo una acción humana y no
un hecho, posee un sentido finalista de parte de quien la erigió como una orden que
afecta la conducta humana. El específico sentido, correspondiente con el bien
común, se traslada —en principio— al ámbito de la moral o de la religión, toda vez
que valora la bondad o perjuicio de ciertas acciones y conductas. Sin embargo,
24
también se puede sostener que el sentido finalista de la norma se puede explicar y
contener en la propia naturaleza de cada tipo de norma, de modo tal que la norma
moral se contiene y justifica a sí misma, tal como la religión y, en lo que nos
concierne de modo más directo, igual ocurre en el caso de la norma jurídica.
35. Tipos de normas. Como se habrá podido apreciar en los apartados precedentes,
existe una multiplicidad y variedad de normas, todas ellas con pretensión de regir
una determinada colectividad bajo los principios y fines que las caracterizan, a las
que denominamos normas sociales. Incluimos dentro de esta denominación a
aquellas prescripciones de la conducta humana, que persiguen una finalidad
ordenadora de la vida colectiva, en función del logro de ciertos propósitos
establecidos por la autoridad reconocida o acatada de una comunidad o sociedad,
sean estas de naturaleza religiosa, moral o política.
a. Normas religiosas. Las normas religiosas son las primeras prescripciones que es
posible reconocer en la historia humana, ordenando las conductas individuales y
colectivas en función de la obediencia irrestricta al mandato de la divinidad, así
establecido por quienes se han erigido como sus representantes o intérpretes entre
los seres humanos. La sanción de la inobservancia del contenido prescriptivo de la
norma religiosa, lleva aparejada la pérdida de la armonía y comunión del individuo
—o de un pueblo— con la divinidad, siendo habituales las sanciones penales
impuestas por sus representantes o intérpretes. En la actualidad, subsiste su
importancia, manteniendo incluso su imperio temporal en aquellos países en que la
frontera entre normas religiosas y normas jurídicas no existe o no posee contornos
claros y reconocibles, como ocurre en algunos Estados islámicos integristas72.
c. Normas jurídicas. Las normas jurídicas ordenan la conducta social del individuo,
disponiendo la conducta que es posible realizar, aquella que debe realizarse y
25
aquella cuya realización está prohibida, todo ello en relación con las prioridades
políticas de quien ejerce el poder estatal en un territorio y tiempo determinado. Se
ha definido como un enunciado en el cual se prescribe una conducta determinada,
diferenciándose de los otros tipos de normas porque en caso de ocurrir una
transgresión a la conducta prescrita, el sujeto es acreedor a una sanción impuesta
por el aparato coactivo socialmente organizado. Más concretamente, la
contravención a las prescripciones normativas conlleva una sanción resuelta por el
Estado y aplicada por medio de sus agentes.
Se trata de lograr, por medio de ellas, la realización de fines como la urbanidad, las
buenas costumbres y el decoro, deviniendo en la realización obligatoria de una
determinada conducta para estar en consonancia y armonía con un modelo de
relación social o comunitaria especialmente valorado, por estimarse propio de una
convivencia altamente civilizada, y/o que aplican en sus vidas aquellos sectores de
la población que son percibidos como más educados y sofisticados en su vida
cotidiana.
Esta relación existente entre las normas de trato social y las costumbres, prácticas
o hábitos de un determinado grupo, exigen realizar una distinción sobre la base de
identificar las primeras con los denominados usos normativos y a las segundas con
los usos meramente fácticos.
Son usos normativos las prácticas que siendo regularmente reiteradas al interior de
un grupo social, son obligatorias para sus integrantes por tener fuerza normativa y,
por tanto, aplica "algún tipo de sanción en caso de inobservancia".
26
Los usos meramente fácticos, por el contrario carecen de fuerza normativa
obligatoria y de la correspondiente sanción en caso de inobservancia 74.
27
cualquiera sea la noción que el individuo posea de ella. Aquí, al igual que en las
otras normas sociales de conducta, la inobservancia del precepto trae aparejada
una sanción. Las normas religiosas "ordenan la conducta, en mira de una perfección
trascendente que haga al sujeto capaz de alcanzar la beatitud o la gracia. La
suprema valoración es referida a la divinidad77".
28
En la actualidad, la libertad religiosa79 constituye una dimensión de la libertad
política, toda vez que se estima que la persona es libre cuando pese a ser compelida
en aspectos externos de su personalidad, puede guardar fidelidad a su conciencia
más íntima, significado unido también a la noción de autodeterminación del individuo
por su participación en la creación del orden social que asegura dicha libertad 80. La
idea de libertad, unida a la idea de igualdad, constituyen los pilares fundamentales
de la noción democrática, tanto en las concepciones sustantivistas como
procedimentales81.
37. Las normas religiosas: religión y derecho. La relación entre estos dos órdenes
normativos ha sido objeto de históricos e intensos debates, expresándose en puntos
de vista y opiniones en extremo disímiles y, muchas veces, abiertamente
confrontacionales. Estas diferencias no solo surgen al tratar el espinoso problema
del concepto de "verdad", que confronta a la verdad religiosa —un acto de fe
intransable en cuanto a la existencia de Dios y de sus leyes— con la verdad jurídica,
generalmente coincidente con una conclusión basada en la ley civil, que responde
a un fundamento moral que puede o no ser religioso, imperando en la actualidad
esta última realidad. Se suma a lo anterior que en no pocos países, la norma
religiosa y la norma jurídica no están separadas por frontera alguna, siendo
sancionada por el Estado tanto las transgresiones estrictamente jurídicas y
profanas, por llamarlas de algún modo, y las transgresiones religiosas según el
parámetro que establece la religión dominante en una sociedad y tiempo
determinados82.
"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: 'El Reino de los Cielos
se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña.
Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió
otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo:
Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido. Ellos fueron. Salió al caer la
tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: ¿Cómo es que estáis aquí el día entero
sin trabajar? Le respondieron: Nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también
vosotros a mi viña. Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: Llama a los
jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los
primeros. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando
llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron
un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: Estos últimos
han trabajado sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos
aguantado el peso del día y el bochorno. Él replicó a uno de ellos: Amigo, no te hago
ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero
darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera
en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?' Así, los últimos
serán los primeros y los primeros los últimos83.
29
Asimismo, otro aspecto complejo de esta relación queda en evidencia al momento
de analizar la consideración del derecho como instrumento normativo interno de las
comunidades religiosas, tal como ocurre con el Corán entre los musulmanes y, en
lo que a nuestras fuentes jurídicas respecta, con la existencia del Derecho canónico,
que para no pocos autores constituiría una contradicción injustificable, pues
normativiza jurídicamente la relación con Dios, introduciendo con ello la idea de
coacción donde naturalmente no debiera tener lugar, y menos aún en la
contemporánea sociedad occidental que pregona el pluralismo y la tolerancia.
38. La moral. En términos amplios, la moral es el saber que trata de los principios y
de las normas que deben regir las acciones de los seres humanos, para que sean
estimadas buenas, siendo bueno aquello que tiene bondad porque está inclinado a
hacer el bien y rechazar el mal. La idea de lo bueno está unida a las nociones de
perfección, utilidad y beneficio, conceptos todos que requieren una referencia
externa para su calificación y fijar el sentido deseado. Bueno es lo que conduce al
bien, es decir, aquello que agrada porque brinda una satisfacción a quien así lo
califica, al encaminarse por esa vía hacia la perfección, es decir, hasta alcanzar el
mayor grado posible de bondad o excelencia en dicho camino y destino.
39. Moral y derecho. La relación entre moral y el derecho ha sido compleja a través
de la historia88. Siguiendo a Kelsen, la moral y el derecho constituyen dos
ordenamientos normativos diferentes, sin perjuicio de lo cual, ambos al estar
conformados por normas implican deberes u obligaciones para los sujetos
imperados. Esta distinción no significa una preeminencia de un orden sobre otro,
sino que las esferas de aplicación son diferentes, aun cuando es posible que
podamos tener un juicio moral sobre el derecho que existe, calificándola
valorativamente como un derecho bueno o como un derecho negativo.
30
Visto desde una óptica positivista, la consecuencia principal de la distinción implica
que los juicios de justicia estén radicados dentro del campo de la moral y no del
derecho, el que no necesitaría ser calificado como justo para ser considerado como
existente, sino que sea considerado válido. Esta perspectiva se complementa con
el relativismo de los juicios morales, esto es, que en la sociedad plural no es posible
coincidir en valores absolutos y, por tanto, quien los postulare, no puede imponerlos
por medio de normas jurídicas que llevan consigo —tal como se ha reiterado— la
posibilidad de aplicar la fuerza estatal. Tal es, además, el fundamento de la
distinción radical respecto de los ámbitos normativos de la religión, siendo muchas
veces las normas morales el vehículo de una prescripción cuyo origen es religioso.
La moral personal refiere a la idea del bien y del mal que cada persona crea o
adopta, y que aplica como un criterio propio de perfección y, a la vez, como una
guía para medir la corrección de sus acciones, por sí mismo. Las normas de moral
personal se caracterizan por ser interiores, lo que significa que aparte que una
determinada conducta sea realizada por un sujeto, debe además existir conformidad
y correspondencia de dicha conducta con el fuero interno del individuo. La conducta,
por tanto, es realizada por el individuo porque ella es concordante con la valoración
positiva que de dicha conducta tiene el sujeto de que se trata. Asimismo, es
autónoma en tanto la conducta deseable proviene del propio individuo, y unilateral
porque los deberes solo son exigibles por el mismo sujeto que la erige como guía
de su conducta e incoercibles, ya que no existe la posibilidad de recurrir a la fuerza
socialmente organizada y, aun si fuera factible, no está asegurada la eficacia de
doblegar la conciencia de la persona ni menos comprobar que tal suceso ha
acontecido.
La moral social refiere a la noción del bien y del mal que es compartida por individuos
que integran una determinada comunidad, configurando un conjunto de principios
de conducta exigibles por dicha comunidad. Se caracterizan por ser exteriores, al
regular solo los comportamientos exteriores del individuo sin la obligación de su
concordancia interior; heterónomas por estar sujetas al querer o voluntad ajena;
bilaterales al imponer deberes que pueden ser representados por los miembros de
su comunidad de referencia, e incoercibles al no existir la posibilidad de recurrir a la
fuerza socialmente organizada.
Una variante más compleja de esta dimensión social, es la moral de los sistemas
religiosos y filosóficos, que tratan de la noción del bien y del mal establecida
31
sistemáticamente por un filósofo y sus seguidores, o por la traducción de la noción
divina del bien y del mal por parte de profetas, líderes o dirigentes religiosos. Se
incluyen aquí, a modo ejemplar, la filosofía hedonista, el existencialismo o el
marxismo, y en el caso de las religiones, el cristianismo, el judaísmo o el budismo.
Se caracterizan por una diferenciación respecto de las normas sociales, ya que
serían —según Squella— interiores y unilaterales, coincidiendo en el carácter
heterónomo e incoercible.
41. La justificación moral individual de las decisiones políticas que violan la moral
compartida en una comunidad. Una de las cuestiones de mayor complejidad y
fuente a la vez de graves conflictos sociales en el plano ético, dice relación con la
naturaleza moral de ciertas decisiones, cuya justificación se basa solamente en
razones de responsabilidad política, así como aquellas en que se excluye por
conveniencia la justificación de un determinado caso, pese a las similitudes o
identidad absoluta con otro caso que sí se justifica, en lo que vulgarmente se critica
como el doble estándar.
Para acercarnos a este grave conflicto ético que traspasa las barreras entre los
órdenes normativos del derecho y la moral, sometemos a la lectura libre del lector
el siguiente texto, que grafica de manera certera esta cuestión.
Matar a una persona con un cuchillo de carnicero puede ser un acto moralmente
repugnante, pero en el ámbito de la geopolítica, los líderes anteriores han justificado
sus actos atómicos como una necesidad política o militar. Después de las bombas
nucleares lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki, hace 75 años este mes, la decisión
se justificó solo en términos de su resultado, no de su moralidad. El bombardeo puso
fin a la Segunda Guerra Mundial, evitando más muertes por un conflicto prolongado
y posiblemente desanimó el descenso a la guerra nuclear durante el resto del siglo
XX.
32
Sin embargo, esas consecuencias positivas no pueden ocultar el hecho de que los
días 6 y 9 de agosto de 1945, dos de los objetos más destructivos de la humanidad
llevaron el poder horrible del átomo a dos ciudades civiles. Podemos intentar
describir los eventos a través de números: al menos 200.000 personas asesinadas
por los destellos, tormentas de fuego y radiación; decenas de miles más heridos; un
legado intergeneracional no cuantificable de radiación, cáncer y trauma. Podemos
recordar las historias individuales: de madres e hijos, de sacerdotes y médicos, de
vidas ordinarias transformadas en un momento. O podemos memorizar las reliquias
que quedan, como se describe en el poema No más Hiroshima: "Los que me
hicieron llorar... los pedazos de ropa quemada. Los relojes detenidos. Las camisas
rasgadas. Los botones retorcidos".
Pero quizás no haya una forma adecuada de capturar esa escala de sufrimiento
humano.
¿Puede ser correcto lanzar un ataque nuclear contra civiles? ¿En qué
circunstancias podría tal decisión estar justificada moralmente? En los últimos años,
los investigadores y filósofos han explorado las cuestiones morales planteadas por
las armas nucleares, y sus conclusiones sugieren que hay pocas respuestas
fáciles"91.
Para proceder a la descripción del objeto del derecho, la ciencia jurídica establece
una relación entre dos hechos, pero a diferencia de las ciencias naturales en que
33
rige el principio de causalidad, la relación se establece a partir de una norma que
prescribe o autoriza una determinada conducta. Así, si un sujeto comete un delito,
debe ser castigado, obedeciendo no a una relación de causa a efecto, sino a un
principio de imputación que relaciona dos conductas humanas94.
Junto con lo anterior, se puede distinguir la existencia de una norma primaria y una
norma secundaria, siendo norma primaria la que ordena, prohíbe o autoriza una
conducta, y norma secundaria la que es consecuencia de la inobservancia de la
norma primaria, es decir, la sanción correspondiente y derivada de dicha
transgresión a la norma primaria, la cual puede dar lugar a diversos efectos, como
la imposición de una pena, la obligación de reparar el daño causado o la nulidad de
un contrato, de un matrimonio o de un testamento celebrado en una forma no
prescrita por la norma jurídica, en la especie una ley.
34
La aceptación de esta necesaria vinculación del proceder con el consistente respeto
a ciertos principios orientadores, sin los cuales la conducta no podría ser valorada
positivamente, no es generalmente aceptado desde una perspectiva iuspositivista,
en cuanto la distinción entre una moral centrada y radicada en la interioridad del
individuo y el derecho centrado en la apreciación de la conducta efectivamente
sometida a la norma es de general aceptación, al menos en nuestro medio jurídico
contemporáneo, fuertemente positivista en lo formal.
Desde la perspectiva del derecho, en cambio, las normas son heterónomas porque
su origen no está en el albedrío de los particulares, sino en la voluntad de un sujeto
diferente. Toda norma ética requiere para su realización el asentimiento del
obligado; en cambio, en el derecho, las normas jurídicas tienen pretensión de
validez absoluta, independientemente de la opinión de los destinatarios.
35
autonomía, es decir, por aquel equilibrio que maximice el conjunto global de
autonomía de una sociedad. Dado que no contamos únicamente con este principio
sino con otro, el de la inviolabilidad de la persona, aparece un problema de
distribución de la autonomía que, creo, está controlado por la interpretación
igualitaria"99.
36
45. Estudio del fenómeno jurídico y, en particular, de las normas jurídicas. El estudio
sistemático de las normas jurídicas puede ser realizado considerando distintas
perspectivas y diferentes métodos. Así, el estudio formal de las normas jurídicas
considera su estructura de manera separada del específico contenido prescriptivo,
es decir, metafóricamente considera al vehículo antes que a la carga que éste
transporta. Otras perspectivas, de naturaleza valorativa, atienden a criterios como
la oportunidad de la generación y aplicación de la norma, a su conveniencia o
utilidad, al grado de justicia alcanzado y a su eficacia como ordenamiento
prescriptivo. Considerando lo dicho, nos referiremos brevemente al estudio formal
de la norma jurídica y al estudio valorativo.
47. Estudio valorativo de la norma jurídica. Junto con el estudio formal de la norma
jurídica, se puede realizar un estudio de las valoraciones sobre su contenido, y
también sobre la propia existencia de la norma jurídica de manera independiente de
su contenido, aunque esta afirmación es altamente discutible. Lo cierto es que
cualquier teoría que pretenda tener bases sólidas, debe admitir las perspectivas
valorativas, sin perjuicio de la mayor o menor pertinencia de la independencia de
estas diferentes perspectivas entre sí.
37
con los valores superiores o finales que inspiran un determinado ordenamiento
jurídico;
38
VII Algunos conceptos jurídicos básicos
39
La recepción del concepto de persona en la lectura de Kelsen es aún más compleja,
al advertir y resaltar que la noción del sujeto de derecho entendido usualmente como
independiente del derecho objetivo y, por tanto, situado en la esfera de la
subjetividad y del derecho subjetivo —anterior al propio Estado— sería una severa
contradicción con la concepción del propio derecho objetivo, al cual se le exigiría
este reconocimiento cuyo alcance se extiende más allá del derecho estatal, que es
en la visión positivista el derecho existente.
50. Los objetos jurídicos. Objeto de la norma jurídica es la prestación, vale decir,
una cierta conducta que debe ser ejecutada por un sujeto. Este concepto aparece
confundido con el objeto de la prestación en sí misma, que es todo aquello
susceptible de constituir materia de una relación o protección jurídica 113. Aquí
interesa esta última acepción, como el cuerpo real o material de una cosa, que en
nuestro acercamiento alude a las cosas u objetos sobre los cuales recae el interés
personal reflejado en la relación jurídica. En este sentido, el objeto de los derechos
40
y deberes puede estar referido a dos clases: cosas —es decir, bienes materiales
que los hombres tratan de apropiarse y luego utilizar, como la tierra, el ganado
animal y el dinero— o derechos abstractos —es decir, pretensiones respecto a la
realización de actividades humanas, como servicios y las obligaciones contractuales
de toda especie, también llamadas cosas incorporales114. Sobre el tema:
"La relación jurídica tiene lugar entre sujetos de derecho y versa sobre algo que se
les subordina por su valor de utilidad y que constituye el objeto de la misma; este
objeto pueden ser determinadas cosas o prestaciones humanas, pero nunca el
hombre como tal puede convertirse en objeto de la relación. Ya sabemos que el
hombre solo puede ser "sujeto" y nunca objeto, pues posee una dignidad, a la cual
renunciaría convirtiéndose en un simple medio para los fines de una persona (de
ahí, por ejemplo, la ilicitud del pacto de darse perpetuamente en servidumbre o de
constituirse en esclavitud o, lo que es lo mismo, de renunciar a la dignidad de
persona). En cambio, todas las cosas de la naturaleza, e incluso los seres vivos que
no son el hombre, pueden constituir objetos de relaciones jurídicas. Ahora bien, las
cosas solo entran como objeto de una relación a través de un hacer humano, por lo
cual podemos decir que, en general, el objeto de la relación es una prestación (de
hacer o de dar), la cual constituye para el sujeto pasivo el contenido del deber y para
el sujeto activo el de su facultad o derecho subjetivo"115.
51. Las relaciones jurídicas. Existen a lo menos dos visiones fundamentales sobre
la noción de relación jurídica. En la visión más extendida, se distingue "la relación
entre el derecho y la sociedad, en particular entre el derecho y la vida económica,
como una relación de forma a contenido; y la relación jurídica, como una relación
social a la cual el derecho se limita a dar una significación exterior" 116. Una visión
más compleja, entiende que todas las veces que, de manera voluntaria o no, el
individuo se halla en alguna de las condiciones previstas por un ordenamiento
jurídico, surgirá una relación jurídica, es decir, "un vínculo entre el individuo (término
subjetivo, o sujeto), y las normas (término objetivo, u objeto del mismo vínculo)
aplicables a un correspondiente hecho jurídico", entendiendo a su vez por hecho
jurídico "aquel de cuya realización depende el nacimiento de las consecuencias de
derecho señaladas por la parte dispositiva de una norma abstracta" 117.
Acto jurídico, de esta manera, "es toda manifestación voluntaria y lícita del hombre,
ejecutado con la intención precisa de producir determinados efectos jurídicos, los
cuales pueden consistir en la adquisición, pérdida o modificación de derechos y
deberes jurídicos"118. De aquí a su vez se puede distinguir entre actos jurídicos
unilaterales y bilaterales, siendo los segundos los que son denominados como
convenciones y que tienen por propósito crear, modificar o extinguir derechos y
obligaciones, siendo —finalmente— denominados contratos, aquellas
41
convenciones destinadas a crear derechos y obligaciones para las personas que
intervienen en ella119.
Cuando alguien reclama un derecho, demanda que se le debe algo, es decir, "lo
reclama como suyo propio o como algo que se le debe" 120. Esto puede ser una
acción de servicio de la otra persona de la relación o el reconocimiento de la
disposición sobre un objeto material, económicamente relevante, al que
denominamos como bien jurídico. En términos generales, estos derechos pueden
ser conceptualizados como el "conjunto de poderes que se reclaman por los
miembros de la comunidad política en sus diversas calidades y combinaciones bajo
el manto de las normas jurídicas"121.
52. Las consecuencias jurídicas: sanción y coacción. El derecho, como todo orden
normativo, implica un "deber ser" cuyo incumplimiento trae consigo una
consecuencia, esto es, lo que denominamos sanción, definida como las "medidas
que un orden normativo cualquiera dispone a fin de reforzar el respeto de las propias
normas y, en su caso, remediar los efectos de su inobservancia"125.
42
En el campo específico de las normas jurídicas, se trata de un acto realizado por
una autoridad competente de acuerdo con las normas del sistema jurídico,
consistente en la privación —forzada si es necesario— de bienes como la vida, la
integridad física, la libertad o cualquier otro valor, tenga o no contenido económico,
que se realiza como consecuencia de una conducta transgresora, ya sea una acción
positiva o una omisión, lo que en el caso del derecho estatalmente producido asume
la forma de una pena o de una ejecución forzada. En general, se trata de la reacción
del derecho en contra de aquellos actos calificados de ilícitos o contrarios al
derecho, siendo así la consecuencia de tales actos denominados como acción
ilícita126. Acción ilícita es aquella que constituye la violación de una norma, debiendo
distinguirse según se trate de una norma moral o de una norma jurídica. En este
punto, seguramente llamará la atención que debamos nuevamente enfrentar la
necesidad de la diferenciación entre normas morales y normas jurídicas. Esto se
explica por cuanto esta materia no solo es compleja desde un punto de vista de su
justificación normativa, sino también por ser uno de los campos en que se produce
mayor conflicto entre las visiones positivistas e iusnaturalistas, toda vez que en esta
última visión lo ilícito es una manera de calificar aquello que se valora como malo,
en tanto que en la visión iuspositivista es aquello que está prohibido en el derecho
positivo, por lo que se denomina de mejor manera a la acción ilícita como acción
antijurídica. La distinta concepción entre el iusnaturalismo y el iuspositivismo sobre
el concepto de licitud, da cuenta en definitiva del conflicto entre derecho y moral,
que en el caso del derecho penal se torna en no pocas ocasiones crítico, como en
el caso del aborto o de la pena de muerte, de los delitos políticos y en los
denominados delitos contra la moralidad y la familia, como el incesto y la bigamia,
que antes comprendían otras conductas consideradas ilícitas como el adulterio 127.
Siendo la acción ilícita la violación de una norma, el ilícito no representa en la
perspectiva más formalista del positivismo un ilícito con el sentido negativo que
habitualmente se le asigna, sino más bien la conducta legalmente tipificada como
sanción en la norma secundaria128. En tal sentido, para que un acto sea ilícito no
basta que una norma lo prohíba, sino que, además debe existir una norma que
establezca una sanción para el caso que el supuesto normativo sea realizado.
43
visiones positivistas y que aplica cuando un individuo "es susceptible de ser
sancionado, independientemente de que haya cometido o no un acto antijurídico" 130.
44
Capítulo tercero El ordenamiento jurídico y los sistemas
normativos
I El ordenamiento jurídico
45
objeto del derecho están fundadas en el supuesto que la norma fundamental es una
norma válida que, al ser hipotética, es "supuesta" y no "puesta". En cuanto a su
contenido primigenio, la norma fundamental crea un orden al cual corresponde la
conducta efectiva de los individuos a quienes rige136.
"La teoría pura del derecho atribuye a la norma fundamental el papel de una
hipótesis básica. Partiendo del supuesto de que esta norma es válida, también
resulta válido el orden jurídico que le está subordinado, ya que la misma confiere a
los actos del primer constituyente y a todos los actos subsiguientes del orden jurídico
el sentido normativo específico que aparece en la relación establecida por una regla
de derecho entre un hecho ilícito y su sanción"137.
Esta relación entre el Estado y el derecho se observa en todos los sistemas legales
o jurídicos, según veremos más adelante, incluso en aquellas tradiciones en que las
normas tienen un origen consuetudinario, ya que finalmente requiere igualmente ser
reconocido o declarado por el Estado.
46
II Los sistemas normativos jurídicos
47
58. Sistema jurídico nacional, soberanía y derecho internacional. Los sistemas
jurídicos nacionales, en lo que a su relación con otros sistemas nacionales o
internacionales se refiere, admiten entre otros los siguientes comentarios.
48
Como el nombre indica, corresponde al derecho heredero de la tradición
romanística, cuyos hitos principales fueron la Ley de la Doce Tablas (450 d.C) y,
especialmente, las compilaciones de leyes y doctrinas reunidas en el Corpus Juris
Civilis en tiempos del emperador bizantino Justiniano el Grande, luego
progresivamente fusionado en sus instituciones fundamentales con elementos
provenientes del derecho germánico y del derecho canónico.
49
Este sistema se consolida y adquiere sus rasgos contemporáneos principales a
partir del siglo XVII, siendo ya conocido como common law de la mano de la
expansión colonial inglesa y que alcanza su apogeo a fines del siglo XIX. Luego de
la Segunda Guerra Mundial, el proceso de descolonización e independencia de las
antiguas colonias o dominios británicos, dio lugar a la conformación de la
Commonwealth o mancomunidad británica de naciones, organización que sucedió
al imperio inglés después de los procesos indicados y mantuvo las bases de la
cultura británica, incluyendo al derecho consuetudinario originado en Inglaterra.
"Nuestro sistema de common law consiste en aplicar a los nuevos supuestos las
reglas de derecho que nosotros, jueces, derivamos de los principios jurídicos y de
los precedentes judiciales; y con el fin de garantizar la uniformidad, la coherencia y
la certeza del derecho, debemos aplicar estas reglas, con tal que no sean
claramente ilógicas o estén fuera de lugar, a todos los casos iguales que se
presenten; y no tenemos posibilidad alguna de desatenderlas o de rechazar su
aplicación analógica prefiriendo otras no consagradas nunca judicialmente, sólo
porque consideremos que tales reglas no sean tan oportunas y ajustadas como
deseáramos. Considero de extrema importancia mantener este canon
absolutamente firme, no sólo para la resolución del caso en cuestión, sino sobre
todo por el interés superior del derecho como sistema científico"148.
50
El sistema jurídico socialista, en la manera como fue concebido y aplicado en el
siglo XX, reconoce sus fundamentos en la concepción del socialismo basado en el
marxismo, filosofía de la historia y de la sociedad cuyos planteamientos políticos y
económicos han tenido gran influjo en corrientes de pensamiento, movimientos
sociales y doctrinas políticas contemporáneas, especialmente durante el siglo
pasado. En la actualidad, luego de la caída de los socialismos reales —entendiendo
por tales las experiencias políticas concretas aplicadas en determinados países
especialmente europeos y asiáticos— su impacto político y económico ha
disminuido notoriamente y sus expresiones políticas concretas se reducen a
algunos pocos Estados, en los cuales la identificación con los fundamentos
marxistas son prácticamente nominales, manteniendo la concepción política referida
al papel tutelar de un partido político único como garante del compromiso de sus
líderes con la construcción de una futura sociedad erigida sobre pilares socialistas.
51
británico la incluye en la lógica jurídica del common law, pero con fuerte presencia
de las distintas religiones en aspectos relevantes como el derecho de familia.
52
inmutable como la religión de la cual depende y de difícil adecuación a los cambios
sociales contemporáneos, pero que en cambio brinda un alto nivel de seguridad
jurídica si lo enfocamos desde la perspectiva de su estabilidad.
53
Capítulo cuarto Las fuentes del derecho
62. Noción de fuente. El término fuente alude al fundamento u origen de una cosa,
al nacimiento o causa que provoca un fenómeno. Referido al tema que nos ocupa,
permite expresar que las fuentes del derecho son aquellos hechos de los cuales las
normas jurídicas surgen, emanan o derivan, o mejor dicho, el origen, causa o
nacimiento del derecho.
63. Acepciones. Ubicados dentro del ámbito de los estudios jurídicos, la expresión
fuentes del derecho posee diversas acepciones o sentidos interpretativos de su
significado.
64. Clasificación de las fuentes del derecho. Las fuentes del derecho admiten
diversas clasificaciones, siendo citada de manera más recurrente aquella que
distingue entre fuentes formales y fuentes materiales, pudiendo entenderse en este
último caso tanto al soporte material y concreto de una norma, como a los factores
que inciden en su producción. Asimismo, es usual distinguir entre fuentes directas
(ley, costumbre) o indirectas (jurisprudencia, analogía, equidad), según "encierren
en sí la norma jurídica o ayuden a su producción o a su comprensión, pero sin darle
existencia por sí mismas"161. Profundizaremos a continuación en el enfoque
distintivo entre fuentes formales y fuentes materiales162.
65. Fuentes materiales. Por fuentes materiales del derecho entendemos todos
aquellos factores, de diversa naturaleza, que inciden en el contenido prescriptivo de
una norma o en la determinación del momento de su entrada en vigor o en su
derogación. Estos factores incidentes pueden tener un carácter económico, político,
54
religioso, de defensa de intereses particulares de colectivos sociales, como grupos
económicos, sindicatos y, en general, del más diverso signo ideológico.
Respecto del interés que reviste el estudio de estas fuentes, cabe tener presente
que existen sentidos jurídicos no precisados estrictamente en normas, sino también
expresados o recepcionados como valores o ideales, que sirven a su vez de
fundamentos no necesariamente objetivados del sistema que ordena la convivencia
social. Esto permite establecer, entre otras consecuencias, la eventual existencia
de comportamientos sociales que puedan provocar un determinado sentido de la
norma social, particularmente del derecho.
Por tanto, para la comprensión integral del fenómeno que implica el derecho y su
posterior interpretación, es preciso conocer las causas por las cuales las normas
jurídicas producidas en una sociedad o comunidad determinada, poseen cierto
contenido concreto, que las distinguen y diferencian de otras normas. Asimismo,
para entender de mejor manera las razones que determinan su entrada en vigencia
en un momento determinado de la historia de un país, y de igual manera su
derogación.
55
la historia fidedigna de su establecimiento. Lo mismo puede ser expresado sobre
los factores que determinan la vigencia material de una norma en el tiempo y,
especialmente, de su derogación. Una norma legal puede transitar lentamente hacia
su obsolescencia y pérdida de utilidad social, proceso eminentemente material que
culminará probablemente con su caducidad formal por medio del acto derogatorio,
al cual concurrirá la conjunción de actores necesaria, tal como ocurrió para su
aprobación.
"...los distintos procedimientos de creación de normas jurídicas, así como los modos
de exteriorización de éstas y los continentes normativos donde es posible hallarlas,
tras los cuales procedimientos es posible identificar un órgano, una autoridad, una
fuerza social o sujetos de derecho que se encuentran calificados para producir
normas jurídicas por el mismo ordenamiento jurídico al que pasan a incorporarse
las nuevas normas por ellos creados"165.
Por tanto, el estudio de las fuentes formales considera los procedimientos a través
de los cuales se producen las normas jurídicas, a los modos que éstas tienen de
manifestarse, y a los continentes donde es posible localizar a esas mismas normas.
Así, en la perspectiva lógica del sistema continental, el procedimiento formal
establecido para que el Congreso sancione una ley, hace de las leyes fuentes
formales privilegiadas.
67. Estructura del sistema de fuentes. Hemos adelantado que el derecho constituye
un sistema de normas ordenadas estructuralmente, esto es, que las normas que lo
componen se encuentran distribuidas y organizadas en dicho sistema, lo que exige
determinar las relaciones que median entre las normas que lo integran.
56
que tienen los distintos actos de producción jurídica que denominamos fuentes del
derecho166. La validez de la norma jurídica, asumiendo la preferencia de su
dimensión formal, requiere la concurrencia de: un sujeto competente para ejecutar
ciertos actos de producción jurídica; la observancia de un cierto procedimiento de
producción; y la circunscripción a un cierto ámbito de materias, ya que no puede
comprender todas las áreas posibles de regulación, salvo y de manera no del todo
aceptable, en el caso de la Constitución.
Siendo la validez del acto normativo una condición necesaria de la validez de una
norma jurídica, es necesario también que su contenido no entre en contradicción
con lo dispuesto por otra norma superior, ya que se reconoce a ésta más fuerza que
a la norma supeditada. De aquí entonces la distinción que es necesario realizar
entre la jerarquía lógica apreciable en una norma formalmente válida, referida a
aquella que proviene de un acto válido de producción, y la jerarquía jurídica
apreciable a su vez en la norma materialmente válida, que es aquella en que
además de respetar la producción de la norma, su contenido no es contradictorio
con el de otra norma superior dentro del mismo sistema169.
68. Clasificación de las fuentes formales. Las fuentes formales admiten diversas
clasificaciones, pudiendo destacar las que distinguen entre fuentes principales y
subsidiarias, fuentes heterónomas y autónomas, y entre fuentes generales o
particulares.
Son fuentes principales aquellas que los jueces deben aplicar siempre, como la ley,
y subsidiarias aquellas a las cuales se recurre en defecto de las fuentes
principales171, o con el fin de interpretar éstas, como ocurre con la referencia del
artículo 24 del Código Civil al espíritu general de la legislación o a la equidad natural.
57
que son autónomas aquellas en que el productor de la norma es de algún modo el
mismo sujeto que debe cumplirla, tal como ocurre en la costumbre y en el negocio
jurídico.
69. Precisión metodológica para el análisis particular de las fuentes del derecho.
Concluida la necesaria introducción general a las fuentes del derecho, corresponde
a continuación analizar las distintas fuentes del derecho, para lo cual centraremos
la atención en aquellas especialmente relevantes en el sistema jurídico continental,
legal o de derecho románico-germánico, recurriendo para especificar ciertas fuentes
y sus respectivos ejemplos al derecho chileno, sin perjuicio de considerar también
aquellas más relevantes en el sistema del common law. Al concluir el análisis
general del sistema de fuentes, se tratará específicamente y de manera sintética el
sistema de fuentes en el derecho chileno, apartado elaborado por la profesora
Fabiola Vergara Ceballos.
II La ley
70. Introducción. La palabra ley, en su sentido más amplio, significa una norma,
regla o condición a la cual se sujetan los fenómenos y los seres.
La legislación, por su parte, alude al proceso por el cual uno o varios órganos
estatales formulan y promulgan determinadas normas jurídicas de observancia
general, entre las cuales se incluyen desde la Constitución Política hasta los
distintos tipos de leyes que analizaremos más adelante.
La etimología del término ley remite a la palabra en latín "lex" o "legis", relacionada
a su vez con el término lego, cuyo significado remite a la acción de leer.
"Del latín lex, legis, nomen actionis arcaico del verbo lego, -ere "leer". Esta palabra
latina encierra en sí una idea de convención, entre dos personas o dos grupos, que
no resulta de la costumbre o de la moral, sino que debe ser expresamente aceptada
por dos partes, escrita y publicada. Originalmente no tenía valor si no se hallaba
escrita (generalmente en tablas), de donde resultaron tales expresiones como
legem delere "borrar la ley" y legem perrumpere "quebrar la ley". Esto es
precisamente lo que explica la derivación de esta palabra del verbo legere "leer". En
Roma designaba tanto los contratos celebrados entre dos particulares, como las
convenciones establecidas entre dos grupos, o dos tribus, o dos ciudades o
naciones, y también el conjunto de preceptos de derecho aceptados expresamente
por la asamblea de las tribus"176.
Afirmar que el Estado crea el derecho quiere decir que determinadas personas o
grupos de personas están facultadas por el ordenamiento político de la comunidad
para crear o generar normas jurídicas, sin perjuicio que los órganos y las formas
varíen según el tipo de organización política, trátese ya de monarquías fundadas en
la gracia divina o en repúblicas basadas en la soberanía popular.
59
de normas que son justificadas principalmente por la búsqueda de certidumbre y
seguridad jurídica.
60
Cuarto, tienen un carácter general, aun cuando puede existir una ley que beneficie
a una o varias personas determinadas;
61
Los requisitos internos se desprenden del contenido de la norma, variando según
su carácter imperativo, prohibitivo o permisivo. En el caso del precepto imperativo,
su contenido prescriptivo manda hacer algo, como una ley que ordena a los
ciudadanos el pago de impuestos. En el precepto prohibitivo, se dispone no hacer
algo, como las leyes penales que mandan no matar. El precepto permisivo permite
al sujeto imperado realizar un acto o le reconoce una determinada facultad, como
por ejemplo, portar armas.
Junto con lo anterior, se requiere para que la ley sea válida, que sea promulgada y
publicada.
62
de firmarlo, ratificarlo, aceptarlo, aprobarlo o de adherirse a él, mediante una
declaración unilateral que recibe el nombre de "reserva"184.
Finalmente cabe destacar dos normas del Convenio de Viena, de gran relevancia al
momento de establecer la observancia de los tratados y su posterior aplicación e
interpretación por los Estado signatarios. La primera consagra el principio de pacta
sunt servanda, esto es, que todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser
cumplido de buena fe. El segundo, que una parte no podrá invocar las disposiciones
de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado, salvo la
situación excepcional de violación de una norma de derecho interno referida a la
competencia para celebrar tratados cuando sea manifiesta —objetivamente
evidente para cualquier Estado que proceda conforme a la práctica usual y de buena
fe— y afecte una norma fundamental del derecho interno 186.
d. Decretos con jerarquía de ley. Los decretos son una facultad normativa del titular
del Poder ejecutivo, más precisamente del Presidente de la República en los países
con este régimen de gobierno, y propio de las tareas de gobierno y administrativas
de un país determinado. En tal sentido, la forma legal extraordinaria expresada en
los decretos con fuerza de ley se caracteriza por la participación de un poder del
Estado —el Ejecutivo— en tareas o funciones que ordinariamente corresponden a
otro —en la especie, el Poder Legislativo— constituyendo situaciones
excepcionales que revisten complejidades políticas y siembran dudas sobre su
juridicidad de acuerdo a los patrones del Estado de derecho. Esta última situación
es particularmente crítica en el caso de los decretos leyes, definidos como la forma
legislativa de los regímenes de facto, surgidos generalmente tras golpes de
Estado187.
63
Entre las manifestaciones de la potestad reglamentaria se incluyen aquellos
dictados por el Presidente de la República o decretos supremos; los reglamentos o
normas generales dictadas con la finalidad de lograr una adecuada ejecución de las
leyes; los simples decretos o normas de alcance particular dictados por el órgano
Ejecutivo y las instrucciones o comunicaciones de los jefes superiores a los
funcionarios subordinados.
64
practicada u observada en un lugar particular. Asimismo, de acuerdo al país en el
cual se aplica o del cual proviene, puede ser nacional o extranjera.
79. Requisitos. La costumbre jurídica debe contar con una antigüedad considerable
y, por tanto, las reglas sociales que la constituyen deben haber sido aplicadas
durante un lapso más o menos prolongado. Asimismo, debe obedecer a una
necesidad jurídica y tener este carácter, ya que las reglas sociales que la componen
se transforman en derecho positivo cuando los individuos que las practican les
reconocen obligatoriedad cual si se tratara de una ley. Estos últimos dos requisitos,
en general, son considerados elementos constitutivos de la costumbre jurídica.
IV La jurisprudencia
65
en una segunda acepción actualmente dominante, referido al sentido concordante
de las resoluciones de los órganos jurisdiccionales del Estado. Esta segunda
acepción o sentido del término —que seguiremos en el curso de esta obra— abarca
en un sentido amplio las resoluciones de los órganos jurisdiccionales y,
consiguientemente, la actividad de los jueces, configurando a juicio de parte de la
doctrina una fuente formal del derecho194.
66
Entre las críticas a la existencia de la jurisprudencia como fuente formal, se
argumenta que los precedentes judiciales son una manifestación de la persistencia
de prejuicios de clase, de tradiciones vinculadas a un grupo social dominante y,
contrariamente a lo que se ha dicho, contribuye de manera implícita a la petrificación
del derecho.
85. Introducción y concepto. Los principios generales del derecho constituyen una
fuente reconocida del ordenamiento jurídico, aun cuando es discutible su carácter
de fuente primaria o secundaria. Un principio es una idea rectora de una
determinada forma de vida, de una posición doctrinaria o de un ordenamiento de la
conducta social. En un sentido jurídico, son principios del derecho aquellas ideas o
pensamientos rectores de un determinado sistema jurídico. En términos de Alcalde,
"constituyen o forman parte de la base del ordenamiento jurídico —su tejido
conjuntivo, en la expresión de Messineo— toda vez que en ellos se halla cimentado
el propio sistema legal. Representan, además, los elementos que sirven de nexo
para entrelazar las distintas figuras jurídicas, permitiendo su conceptualización
dentro de un todo orgánico que responde a una misma razón lógica" 198. En un
sentido más específico, son aquellas normas que, "además de prescribir los fines
que han de alcanzarse, sirven de fundamento para aplicar el ordenamiento
constitucional"199.
67
pensamientos directores de la regulación en orden a la consecución de esa idea del
derecho.
68
eventual oposición entre la literalidad expresiva de una ley y el espíritu del
legislador204.
69
La segunda función, refiere a su utilidad en caso de existir lagunas en la ley, para lo
cual derivamos a lo dicho con ocasión de la integración del derecho, en la siguiente
parte de esta obra.
92. Los actos corporativos. La expresión actos corporativos alude a las actuaciones
de los integrantes de asociaciones corporativas o fundacionales, así como de las
sociedades, regidas por normas generadas por la propia entidad dentro del marco
reconocido por el derecho objetivo general de un Estado determinado.
70
La analogía, en términos generales, es la relación de semejanza que tienen unas
cosas con otras. Llevada al terreno jurídico, la aplicación analógica "supone la
existencia de dos situaciones jurídicas parcialmente similares, una prevista y la otra
no prevista por la ley, atribuyendo el intérprete las consecuencias jurídicas que
señala la regla aplicable al caso previsto, formulando en los hechos una nueva
norma cuyo supuesto expresa en abstracto las características del caso no previsto,
al cual también atribuye las consecuencias que produciría la realización del caso
previsto"212.
95. Planteamiento del tema. Los ordenamientos jurídicos se componen de una gran
cantidad de normas de diversa entidad y origen, que tornan imposible su
enumeración actualizada, lo que se vincula con la enorme variedad de las
necesidades humanas.
71
todas las necesidades sociales normativas. Así, si se tratara de un sistema que
privilegia la ley como fuente formal, es literalmente imposible que un Parlamento
pueda abocarse a legislar todas las demandas sociales de una vez y con el
necesario rigor, ya que paralizaría a toda la sociedad. Esto determina la existencia
no solo de prioridades o urgencias legislativas, sino también el reconocimiento de
otras fuentes, aunque supeditadas al marco legal, tal como ocurre con la costumbre.
En tal sentido, la administración gubernamental dicta normas que desarrollan,
aclaran o completan las disposiciones legales, asumiendo que ninguna norma
inferior puede estar en contradicción con la norma de rango superior. Se completa
el sistema con el control de constitucionalidad y el control de legalidad, a cargo de
instituciones diferentes a las legislativas.
72
presidencial. En este sentido, la Constitución otorga al Presidente de la República
la iniciativa exclusiva de ley en determinadas materias215.
99. Efectos de la ley. La ley, una vez aprobada en todas las instancias formales
previstas en la Constitución, causará efectos en la vida social de las personas dentro
del territorio determinado por los límites de un Estado —salvo las excepciones que
se verán más adelante— a partir de un momento preciso y hasta que otra norma
legal disponga el cese de estos efectos. Los efectos de una ley, por tanto, se
proyectan en el tiempo y en el espacio, además de las personas o sujetos imperados
por dichas normas. La pregunta sobre la dimensión temporal de la ley conlleva
responder sobre el período durante el cual rigen sus efectos, o vigencia temporal.
73
Por su parte, la dimensión espacial alude al territorio en el cual rigen o tienen
vigencia las leyes.
Es del caso apuntar que el principio de irretroactividad opera como un mandato para
el juez que jamás puede dar efecto retroactivo a una ley (salvo la excepción
consagrada en el Código Penal y a que no referiremos más adelante), más no para
el legislador. En efecto, es posible que, con la voluntad puesta en la consecución
de un objetivo de bien común, la ley pueda extender sus efectos hacia el pasado,
tal como ocurre con un beneficio tributario, una amnistía o un indulto. La
74
retroactividad, cuando procede, es de derecho estricto, debiéndose advertir que en
materia penal es generalmente improcedente, salvo la muy excepcional
circunstancia de favorecimiento de una persona, y jamás para sancionar conductas
pasadas. En efecto, en el ámbito del derecho penal rige el principio de legalidad
conforme al cual no hay delito ni pena sin ley221; sin embargo, el Código del ramo
establece que, si después de cometido el delito se promulgare otra ley más
favorable al procesado, sea porque exime tal hecho de toda pena o le aplica una
menos rigorosa, deberá arreglarse a ella su juzgamiento222.
d. Término o final de los efectos de una ley. La derogación. ¿Hasta cuándo duran
los efectos de una ley? Las leyes no cesan en sus efectos ni se derogan por el
cambio de las autoridades que han participado en su creación, ni cuando
desaparece un Estado, ni tampoco si desaparecen los motivos que le dieron origen
o por la costumbre. Para cesar su validez es necesario que así lo determine una ley
posterior, cesando su eficacia mediante el acto denominado derogación223.
En la primera distinción, a que se refiere el inciso cuarto del artículo 52 del Código
Civil, la derogación parcial es aquella en que sólo una parte de la ley es derogada,
dejando el resto vigente, tal como ocurrió con la Ley de Matrimonio Civil de 1884.
La derogación total se caracteriza por "dejar absolutamente privada de efecto y
vigencia la ley anterior".
75
Ahora bien, tanto la derogación expresa como tácita puede ser total o parcial; en el
caso de una derogación tácita parcial, quedará vigente en la ley anterior todo aquello
que no pugna con las disposiciones de la nueva ley (artículo 53 del Código Civil).
Finalmente, la derogación es orgánica cuando una ley disciplina todas las materias
reguladas por una o varias leyes precedentes, aun en el caso que no exista
incompatibilidad entre las disposiciones de la ley antigua y las de la nueva ley.
101. Eficacia espacial de la ley o dimensión territorial de los efectos de una ley. La
dimensión espacial o territorial de una ley dice relación con determinar la eficacia
de una ley en un territorio determinado, vale decir, en respuesta a la pregunta sobre
el territorio en el cual rigen las leyes. En esta materia puede producirse una colisión
entre los estatutos personales y territoriales, determinando la necesidad de
establecer la respectiva eficacia de cada uno.
A este respecto, el artículo 14 del Código Civil dispone que la ley chilena "es
obligatoria para todos los habitantes de la República, inclusos los extranjeros". En
idéntico sentido, el artículo 5º del Código Penal prescribe que: "La ley penal chilena
es obligatoria para todos los habitantes de la República, inclusos los extranjeros.
Los delitos cometidos dentro del mar territorial o adyacente quedan sometidos a las
prescripciones de este Código"; principio de territorialidad de la ley penal que es
confirmado en el artículo 6º del Código del ramo que establece que: "Los crímenes
o simples delitos perpetrado fuera del territorio de la República por chilenos o
extranjeros, no serán castigados en Chile, salvo los casos determinados por las
leyes".
Por su parte, el artículo 16 del Código Civil preceptúa, en su inciso primero, que "los
bienes situados en Chile están sujetos a las leyes chilenas, aunque sus dueños
sean extranjeros y no residan en Chile". En consecuencia, tanto los individuos que
habitan el territorio de la República, sean o no nacionales, como los bienes situados
en su interior, quedan sometidos a la ley chilena y, por ejemplo, el extranjero que se
radica en Chile queda sujeto a aquella en lo relativo a su capacidad y a la adquisición
y goce del derecho de propiedad si es que adquiere bienes en el país.
76
de Tribunales. En efecto, el artículo 15 prescribe que a las leyes patrias que regulan
las obligaciones y derechos civiles, permanecerán sujetos los chilenos, no obstante
su residencia o domicilio en país extranjero "1º En lo relativo al estado de las
personas y a su capacidad para ejecutar ciertos actos, que hayan de tener efecto
en Chile" [y] "2º En las obligaciones y derechos que nacen de las relaciones de
familia; pero sólo respecto de sus cónyuges y parientes chilenos".
77
agregar que el artículo 57 del Código Civil establece la igualdad entre chilenos y
extranjeros al disponer que "La ley no reconoce diferencias entre el chileno y el
extranjero en cuanto a la adquisición y goce de los derechos civiles que regla este
Código".
Ahora bien, conforme al principio locus regit actum, los actos se rigen por la ley del
lugar en que se otorgan o celebran, cualquiera sea la legislación del país en que
hayan de producir sus efectos. El fundamento de dicho principio es la conveniencia
general dirigida a facilitar la realización de los actos jurídicos228; en nuestro
ordenamiento, se encuentra consagrado en el artículo 17 del Código Civil en los
siguientes términos: "La forma de los instrumentos públicos se determina por la ley
del país en que hayan sido otorgados. Su autenticidad se probará según las reglas
establecidas en el Código de Enjuiciamiento". "La forma se refiere a las
solemnidades externas, y la autenticidad al hecho de haber sido realmente
otorgados y autorizados por las personas y de la manera que en los tales
instrumentos se exprese".
De conformidad con el principio locus regit actum que el Código Civil acepta en toda
su plenitud, el acto jurídico que un chileno residente en el extranjero celebra en el
extranjero debe sujetarse a la normativa vigente en aquel.
78
prueba la venta de todas las cosas que se acostumbra vender de ese modo".
Igualmente, encontramos costumbre jurídica según ley en el artículo 1940 del
Código Civil, el cual dispone que se entienden por reparaciones locativas —aquellas
a las que está obligado el arrendatario— "las que según la costumbre del país son
de cargo de los arrendatarios, y en general las de aquellas especies de deterioro
que ordinariamente se producen por culpa del arrendatario o de sus dependientes,
como descalabros de paredes o cercas, albañales y acequias, rotura de cristales,
etc."229.
Por su parte, el artículo 5º del Código de Comercio establece los modos de probar
la costumbre en juicio y, al efecto, dispone que si no constare a los juzgados de
comercio la autenticidad de la costumbre que se invoca, ella sólo podrá ser probada
por un testimonio fehaciente de dos sentencias que, aseverando la existencia de la
costumbre, hayan sido pronunciadas conforme a ella, o por tres escrituras públicas
anteriores a los hechos que motivan el juicio en que debe obrar la prueba. A
continuación, el artículo 6º del Código de Comercio prescribe que: "Las costumbres
mercantiles servirán de regla para determinar el sentido de las palabras o frases
técnicas del comercio y para interpretar los actos o convenciones mercantiles"; se
consagra, de este modo, la costumbre interpretativa que, de acuerdo a lo indicado
por parte de la doctrina, es un tipo de costumbre jurídica según ley 230.
79
interpretación de la aplicación de la amnistía en el caso de la desaparición forzada
de personas, al sostener que en tanto no se encuentre el cuerpo de la víctima de un
acto alegado como homicidio, se entenderá que existe secuestro y, por tanto,
aquella no sería aplicable en beneficio del hechor; opinión seguida y aplicada por
parte de la Corte Suprema de Justicia.
80
Capítulo quinto La aplicación del derecho
I Introducción
Esta colisión de intereses puede dar lugar a un conflicto que, teniendo su origen
en dos o más personas, puede extender sus efectos a toda la colectividad. Esto
determina que, aquellos conflictos que no puedan ser resueltos por los propios
individuos, sean derivados a un tercero, empoderado o autorizado por el
ordenamiento jurídico para cumplir el rol funcional de precaver, aminorar o
sancionar conductas conflictivas que sean consideradas dañinas para el cuerpo
social en su conjunto. Esto da lugar a un problema social, en que la demanda de
respuesta del ordenamiento o sistema jurídico, se traduce en una respuesta
política o de poder, materializada en una norma jurídica con pretensión de imperio,
es decir, que los sujetos que habitan un determinado territorio en un momento
81
igualmente determinado, deben circunscribir su conducta individual al marco
conductual establecido por la norma, bajo el apercibimiento de una sanción en
caso de incumplimiento o transgresión.
108. La aplicación del derecho y su efecto social. La aplicación del derecho, vale
decir, la aplicación de las normas que componen el orden jurídico a los sujetos
imperados, constituye un fenómeno que admite diversas perspectivas de análisis.
Se trata aquí de establecer si las normas jurídicas, creadas por quien está llamado
a velar por el bien de la comunidad y siguiendo el procedimiento que el mismo
sistema ha definido para tal propósito, son aplicadas. Aplicadas implica que,
existiendo las normas jurídicas, se dispone por la autoridad su cumplimiento o
acatamiento, y se sanciona su inobservancia.
82
Asimismo, no debe confundirse la eficacia de una norma con el cumplimiento de los
objetivos o propósitos declarados por el legislador. Una norma legal que dispone la
obligación para las empresas tabacaleras de incorporar en una cajetilla de cigarrillos
la frase "fumar es peligroso para su salud", o "el tabaco mata", es eficaz si las
cajetillas cuentan con dicha impresión para su venta al público, aun cuando el
objetivo del legislador de reducir el consumo de tabaco y prevenir el cáncer no se
cumpla cabalmente.
¿Es necesario que todos los sujetos imperados acaten la prescripción dispuesta por
una norma? Se ha estimado que basta que la generalidad o, dicho de otra manera,
que una proporción mayor de la población así lo haga, para que se considere eficaz.
Lo anterior tiene sentido, porque si todos los sujetos ejecutaren o realizaren una
determinada conducta de manera constante y regular, no sería necesaria la propia
existencia de la norma. En todo sistema social y respecto de cada norma legal en
particular, existe una proporción de la población que no ajustará su conducta al
precepto normativo, transgrediéndolo y generando así la consecuencia prevista por
la propia norma, que determinará o su cumplimiento imperativo o una sanción para
el infractor232.
En el primer caso, cuando una norma es válida, la consecuencia es que debe ser
obedecida por los sujetos imperados. Una vez aplicada, solo cabe distinguir en esta
lectura subsidiaria si se cumple o no se cumple la conducta debida, asumiendo
también que en el supuesto de incumplimiento tendrá lugar la consiguiente
consecuencia, que llamamos sanción.
¿Existe una relación entre validez y eficacia, pese a la distinción previa? La pregunta
refiere a la posibilidad de que exista una relación causal entre la validez y la eficacia,
sea que se entienda idealmente que no existe ninguna y que un ordenamiento
jurídico puede ser válido y mantenerse como tal sin ser eficaz, o que la validez y la
eficacia son partes integrantes de un mismo concepto que determina que sin
eficacia no hay norma jurídica y, extrapolando, no habría tampoco derecho. Lo
primero implica desatender la relevancia de la eficacia, por cuanto es irracional e
iluso suponer que, contra viento y marea, podría sostenerse un andamiaje jurídico
si tales fenómenos temporales son permanentes, constantes y fuertes. Lo segundo
no es correcto, entre otras razones porque la ubicación de la eficacia en el campo
de la realidad constatable, de la dimensión fáctica del derecho, determina su
dependencia de la previa existencia de la norma, ubicada en el plano normativo del
deber ser. En definitiva, puede entenderse, siguiendo a Kelsen, que la norma
jurídica nacida válidamente requiere a la eficacia para sostenerse en el tiempo y no
generar las condiciones sociales para su derogación, pero su origen no está ligado
a la eficacia futura, al tratarse de actos ubicados respectivamente en las esferas del
deber ser y de la realidad fáctica233.
83
111. Legalidad y legitimidad: revisión preliminar de los conceptos. La legitimidad da
cuenta de la conformidad general de los sujetos imperados por una norma, con el
específico contenido normativa de ésta. A diferencia de la eficacia, que exige un
general cumplimiento voluntario o el acatamiento involuntario de una norma jurídica
válida, para que estemos en presencia de una norma que, además de ser válida y
eficaz, sea también legítima, se requiere que la generalidad de los sujetos llamados
a cumplir el precepto, lo hagan porque están conformes o contestes en mayor
medida con la conducta que se les está exigiendo, como si fuera la propia conducta
deseada la que se ejecuta, aun en ausencia de norma jurídica imperativa.
Una norma puede ser legal —establecida en una ley válida que exige el acatamiento
del sujeto incluso recurriendo al uso de la fuerza en caso de resistencia— y
materialmente eficaz cuando logra que una proporción mayoritaria de la población
someta su conducta a los cauces que establece la ley en un momento determinado,
pero puede carecer de legitimidad si una mayoría de los sujetos imperados la
consideran injusta en su origen o en sus específicos preceptos.
Una norma jurídica ineficaz, puede determinar tarde o temprano la invalidez formal
de la norma, por vía de derogación por órganos legislativos igualmente calificables
de válidos, eficaces y/o legítimos, según la fuente normativa que le da origen y valida
sus actos.
112. ¿A qué se refiere la aplicación del derecho? Desde una perspectiva práctica,
el derecho constituye una disciplina social orientada a la consecución de ciertos
fines valorados por la propia comunidad. Por tanto, no se trata meramente de un
ejercicio meramente teórico de conocimiento de una realidad, sino que su propósito
es de naturaleza práctica, orientado a lograr fines que la sociedad estima de
beneficio común, como son la justicia, la seguridad jurídica y la paz.
84
tales efectos. En este proceso de aplicación, los operadores jurídicos —los sujetos
que aplican regularmente las normas jurídicas a casos concretos en razón de su
oficio— deberán enfrentarse a normas contenidas en textos escritos, que utilizan
las palabras cuyo significado de uso general es definido por los diccionarios de las
lenguas o idiomas de los cuales se trate en una sociedad determinada.
La actividad jurisdiccional, que en general alude al poder que tiene una determinada
autoridad, circunscrita a la materia que nos ocupa, refiere a la potestad de "decir el
derecho aplicable a una situación o conducta que rompe la paz jurídica", o más
concretamente, "la determinación de un criterio jurídico de decisión para un
problema que no puede ser resuelto espontáneamente". Esta lectura de la
jurisdicción como facultad derivada del imperio o poder político, por una parte, y de
la actividad jurídicamente criteriosa de quien debe en uso de aquella (del imperio)
decidir una cuestión litigiosa, permite entender de mejor manera el concepto usual
de jurisdicción en nuestro medio, que la resume en la frase de la facultad de
85
administrar justicia, que explica, fundamenta y justifica la tarea que cumple el juez
como referencia basal de todo el sistema de aplicación del derecho.
El respeto por los tribunales está en la esencia de nuestra cultura jurídica. Desde
luego, son los propios jueces quienes en primer lugar deben ganarse el respeto
social con su buen hacer. Pero, además, como escribía Francis Bacon en su ensayo
sobre la judicatura, "el lugar de la justicia es sagrado, y ha de ser preservado sin
escándalo o corrupción". En la misma línea, cuatro siglos más tarde, un informe de
2016 del Consejo de Europa recordaba que la legitimidad de la judicatura se asienta
sobre la confianza de la sociedad. Sin ella, la independencia y eficiencia de los
tribunales resulta seriamente dañada. Y, sin independencia judicial, la división de
poderes, y la democracia misma, son un mero juego de sombras. Napoleón, como
Hitler y Stalin, lo sabía bien"236.
86
114. Conflicto entre normas. El conflicto entre normas tiene lugar cuando concurren,
de manera aparente o real, dos normas jurídicas al momento de solucionar un
problema sometido a la jurisdicción. En la estructura lógica que asiste al
ordenamiento jurídico concebido como un sistema, su unidad determina que tales
inconsistencias no deberían tener lugar, pero en los hechos ocurre en no pocas
ocasiones que una norma inferior no es concordante con lo prescrito por una norma
superior, o que dos normas en el mismo estrato pudieren ser aplicadas como
solución divergente a un mismo caso.
En el segundo caso, referido al hecho que dos normas situadas en el mismo estrato
se contradigan entre sí, existen tres posibilidades lógicas para resolver el problema,
esto es, aplicar la primera norma jurídica, aplicar la segunda o asumir que se anulan
de manera recíproca, ya que siendo las tres válidas al haber sido creadas con el
procedimiento de la norma superior, no se puede pretender que una sola es la
norma "jurídicamente" válida. Esta última situación entronca directamente con la
justificación del proceso interpretativo del derecho, que resulta del hecho que la
norma y el sistema que ellas integran, constituye un marco abierto en el cual caben
distintas posibilidades, sin que ello implique que entre los intereses deba decidirse
cuál es el de mayor valor. La conclusión de Kelsen, en este caso, es que "es preciso
un nuevo acto creador de derecho, como el fallo de un tribunal" 238.
87
autoridad para acometer dicha tarea. Es necesario destacar que tales vacíos
normativos pueden existir en la ley, siendo erróneo utilizar la expresión "lagunas del
derecho", toda vez que, en ausencia de regulación legislativa, corresponde acudir a
otra fuente formal del derecho para suplir esta deficiencia.
Las lagunas de la ley permiten y exigen de los jueces intervenir aplicando criterios
de justicia y equidad, especialmente en casos nuevos derivados de la complejidad
que revisten las nuevas situaciones, de suyo generalmente imprevisibles, derivadas
del avance tecnológico y de la propia evolución de la sociedad y de sus particulares
valoraciones. Al respecto, la legislación muchas veces llega después "que los
negocios le han despejado el camino y antes que se promulguen se han producido
ya choques de intereses, que ha sido necesario resolver apoyándose en
consideraciones generales". "Cuando los tribunales se encuentran con lagunas
jurídicas se inclinan naturalmente a llenarlas recurriendo a una extensión lógica de
las doctrinas existentes; pero cuando se trata de cuestiones enteramente nuevas,
este método no lleva muy lejos y en muchas ocasiones no se logra ningún progreso
sino después de marchar mucho tiempo a ciegas"239.
La interpretación, particularmente de una ley, se justifica porque por mayor que sea
el cuidado y acuciosidad aplicado por los legisladores al momento de la redacción
de una ley, los problemas derivados del diferente significado de los términos
utilizados, la obsolescencia de las palabras empleadas, la inteligibilidad de términos
técnicos propios de una disciplina que requiere especialización mayor e incluso los
errores cometidos en la redacción derivado de presiones por urgencias políticas,
determinan que la aplicación de una ley no sea un proceso meramente mecánico,
sino que un trabajo complejo encomendado a un juez orientado a completar la
norma legal241.
88
su vigencia, cuando dos sujetos difieran sobre su significado y trasladen su solución
al ámbito jurisdiccional. La interpretación jurídica, por tanto, admite distintas
particularidades según el momento en que se realice y el carácter más o menos
obligatorio y vinculante que ella tenga, para determinar con certeza el modo en que
se regula la conducta, vale decir, entender con claridad el sentido y alcance del
precepto242.
89
b. Según el resultado obtenido. Luego de realizado el proceso interpretativo, se
pueden distinguir las interpretaciones de carácter literal, restrictivo, extensivo y de
sentido contrario. La interpretación literal privilegia la letra —"littera"— del texto, sin
ampliar o restringir su alcance ni tampoco indagando en la motivación, intención o
espíritu del legislador. La interpretación restrictiva implica reducir el sentido y
alcance de la ley cuando su expresión literal excede el que equitativamente
corresponde. La interpretación extensiva considera el sentido fundamental o
subyacente de un texto, el que descubre por medio de la deducción lógica del
contexto formal o material de la norma. Finalmente, la interpretación "a contrario
sensu" es aquella que utiliza el método de inversión lógica, cursando la
interpretación mediante el significado antónimo del término interpretado.
90
121. Métodos de interpretación. Teniendo presente los elementos antedichos y la
búsqueda de un determinado sentido interpretativo finalista, la doctrina reconoce la
existencia de diversos métodos utilizados en este proceso, distinguiéndose
tradicionalmente al método lógico tradicional, y otros de elaboración más
contemporánea. Cabe destacar en este punto que entendiendo la interpretación
como la acción tendiente a descubrir el sentido de la norma jurídica, el problema se
presenta precisamente en la finalidad de esta acción, ya que, se ha distinguido entre
la mera comprensión del sentido como captación del contenido objetivo de una
expresión, y la comprensión del motivo como descubrimiento de los que tuvo el autor
de la expresión, marcando anticipadamente las características de cada método
según si procuran la captación del contenido objetivo de la expresión contenida en
la norma o del motivo que tuvo su autor246. Revisaremos brevemente los métodos
generalmente reconocidos en la doctrina.
122. Principios interpretativos. Junto con los elementos indicados, una lectura
conceptualmente comprensiva del proceso interpretativo, permite distinguir
91
diferentes reglas de principio que incluyen —entre otros— la equidad, la objetividad,
la legalidad, la publicidad y la presunción de conocimiento de la ley.
92
"Algunos postulados se aplican sin presuponer la existencia de elementos y criterios
específicos: la ponderación de bienes consiste en un método destinado a atribuir
pesos a elementos que se entrelazan, sin referencia a puntos de vista materiales
que orienten esa valoración; la concordancia práctica exige la realización máxima
de valores que se superponen; la prohibición de exceso impide que la aplicación de
una regla o un principio restrinja de tal forma un derecho fundamental que termine
sustrayéndole su mínimo de eficacia.
El problema indicado es conocido como las lagunas de la ley, dando cuenta con
esta metáfora del vacío detectado en un cuerpo legal sobre la normativa aplicable a
una materia determinada y respecto de la cual se espera un pronunciamiento justo.
No corresponde denominarlas como lagunas del derecho, por cuanto el
ordenamiento jurídico considera otras fuentes a las cuales es posible recurrir, sin
estar limitada la labor del juez a una sola fuente formal, en consideración del
principio de plenitud del ordenamiento jurídico. Este problema asume relevancia
jurídica, por aplicación del principio de inexcusabilidad, que determina que el juez a
quien se ha asignado el conocimiento y resolución de un conflicto entre partes y
sometido a la jurisdicción, no puede excusarse o eludir un pronunciamiento que
resuelva la cuestión sometida a su conocimiento.
93
cuando se trata de cuestiones enteramente nuevas, este método no lleva a
resultados concretos y más bien da cuenta de un período en que se avanza a
ciegas249. En definitiva, el juez debe revisar la procedencia de las otras fuentes
formales directas del derecho, recurriendo especialmente al método analógico, en
virtud del cual la solución brindada por la ley para un caso determinado, se aplica
también a otro caso semejante, aunque no esté expresamente previsto.
94
sentido y alcance del precepto que se está interpretando, el intérprete puede acudir
a todo el derecho legislado, versen o no sobre la misma materia. Pero no solo eso:
el artículo 24 dispone que en los casos a que no pudieren aplicarse las reglas de
interpretación precedentes —los ya analizados elementos gramatical, histórico,
lógico y sistemático— "se interpretarán los pasajes obscuros o contradictorios del
modo que más conforme parezca al espíritu general de la legislación y a la equidad
natural". Y, como sabemos, con la expresión espíritu general de la legislación el
Código Civil alude a los principios jurídicos ínsitos en el ordenamiento jurídico
nacional vigente.
Finalmente, la ley posterior que parcialmente modifica a una anterior sirve para
interpretarla. El inciso segundo del artículo 9º del Código Civil establece que: "las
leyes que se limiten a declarar el sentido de otras leyes, se entenderán incorporadas
en éstas; pero no afectarán en manera alguna los efectos de las sentencias
judiciales ejecutoriadas en el tiempo intermedio".
128. Aplicabilidad de los criterios de interpretación en otras ramas del derecho. Las
reglas de interpretación no se reducen al derecho civil, toda vez que las normas del
Título Preliminar del Código Civil, incluyendo fuentes, tienen aplicación en todo el
95
ordenamiento jurídico chileno. Sin perjuicio de lo anterior, en especial en derecho
público, existen reglas o criterios especiales, tal como ocurre con la interpretación
de la Constitución que realiza el Tribunal Constitucional o el Congreso Nacional
mediante las leyes interpretativas (respectivamente, artículos 93 Nº 1 y 66, inciso
primero, de la Constitución Política) o la Contraloría General de la República, que
interpreta la Constitución con ocasión del trámite de toma de razón (artículo 99 de
la Constitución Política).
129. Interpretación de las normas del Código Civil sobre interpretación. Las normas
sobre interpretación contenidas en el Código Civil también pueden ser interpretadas.
La regla en la materia la consagra el art. 23 del Código Civil que recepciona el
principio y la consecuencia derivada de la adopción del mismo, determinando que
la meta del intérprete es captar el verdadero sentido de la ley ("genuino sentido").
La consecuencia es que el genuino sentido de la ley determina la extensión que
debe darse a esta, fijándose mediante la observancia del texto de la ley 253.
96
Capítulo sexto Los fines del derecho y su valoración social y
jurídica
130. Los fines del derecho. Se entiende por fines los propósitos que se desea
alcanzar o lograr con la realización de ciertos actos. En el caso del derecho, los fines
son aquellos propósitos cuya consecución persigue todo el ordenamiento normativo
del Estado, legitimado por su priorización social. En palabras de Radbruch, son los
bienes éticos que persiguen el derecho, o ideas de valor sobre el derecho 254.
La pertinencia de distinguir unos ciertos fines hacia los cuales estaría dirigido el
derecho, y a los cuales lógicamente se vincularía su validez en las posiciones
extremas o al menos su legitimidad social en las perspectivas más abundantes, es
un tema de amplia discusión y terreno fértil a la discrepancia de opiniones,
especialmente al momento de establecer la singularidad de aquellos. Colabora en
esta lectura no pacífica de los fines, en la perspectiva estrictamente jurídica, la
preponderancia de su consideración desligada de valores éticos o políticos
asociados generalmente a las posiciones iusnaturalistas, y contrapuesta a la
neutralidad que postulan las corrientes principales del iuspositivismo.
Los fines del derecho, son propósitos valorados socialmente, y a cuya consecución
se dirige la exigencia derivada del imperio normativo, distinguiéndose así a la
justicia, el bien común, la seguridad, el orden y la paz. En el sentido indicado, por
tanto, estos fines también son a la vez valores jurídicos.
97
Finalmente, es necesario mencionar que los fines jurídicos, en tanto propósitos del
derecho concebido a su vez como una creación social que responde a sus propias
necesidades, se justifica en su conjunto por su aporte al logro de objetivos sociales
últimos, como la paz, el bienestar y la felicidad de los miembros de una comunidad
o sociedad determinada255.
132. Valoración de los fines del derecho. Los fines perseguidos por el derecho
pueden ser ponderados en función de su concordancia con valores que permiten su
apreciación como fines moralmente buenos, es decir, cuya consecución es correcta
en función de los postulados morales de quien dicta las normas que conforman el
derecho positivo. El constituyente o la propia sociedad, mediante su aceptación
legitimante de las conductas prescritas, da cuenta de la valoración positiva de unos
determinados fines, cuyo logro justifica al conjunto del orden jurídico. Los fines, por
tanto, son objeto de una valoración que reconoce fundamento moral en la visión
particular de quien legisla, sin perjuicio de su concreción positiva en el ordenamiento
jurídico. Los fines pueden ser calificados como correctos o incorrectos según cual
sea la posición moral de quien juzga su existencia, y en función de la consecución
de tales fines, el camino a seguir puede ser igualmente correcto o incorrecto, según
si sus normas ordenan la conducta de manera efectiva en dirección a esos fines.
Esto determina, en definitiva, la configuración de un juicio ético sobre el derecho en
su totalidad.
"Los fines y valores supremos del Derecho no solo varían con arreglo a los estados
sociales de los distintos tiempos y los distintos pueblos, sino que son enjuiciados,
además, subjetivamente, de diferente modo según las personas, con arreglo a su
sentimiento del Derecho, a su manera de concebir el Estado, a su posición de
partido, a su credo religioso o a su concepción del mundo. La decisión tiene que
tomarla el individuo, descendiendo hasta la entraña de su propia personalidad,
como un asunto privativo de su conciencia"256.
133. Breve referencia a los criterios posibles para la valoración del derecho. El
derecho puede ser analizado desde diversas perspectivas y utilizando,
concordantemente, diferentes métodos para arribar a un juicio valorativo del
fenómeno jurídico. Siguiendo la distinción ya tradicional en la doctrina, se distinguen
los criterios de validez, eficacia y justicia, los que revisaremos someramente en el
mismo orden.
98
El criterio de justicia aplica como un criterio de verificación de la correspondencia o
no de una norma con los valores superiores o finales que inspiran un determinado
orden jurídico, tales como la solidaridad, equidad social, la igualdad, la convivencia
pacífica, la tolerancia y el pluralismo, a modo ejemplar.
134. La ética o la cuestión del correcto camino para lograr los fines propuestos por
el derecho. La consecución de los fines valorados por el derecho implica escoger
un determinado camino, entre varios posibles, para alcanzar dicha meta. La elección
de este camino o vía para acceder al propósito deseado, da cuenta también de la
valoración positiva que se efectúa del camino elegido y, por tanto, son correctas las
acciones que transitan por dicho camino e incorrectas las que utilizan otro o se
desvían hacia otro sendero. Esta lectura sobre los fines y caminos correctos, sitúan
la atención en el campo de la ética.
El término "ética" proviene del griego "ethos", que quiere decir carácter. El ethos,
por tanto, es en una primera acepción posible del término, referido a la formación
del carácter del comportamiento de las personas, confrontándolo con las normas
sobre el bien y el mal vigentes en una determinada comunidad. Asimismo, en una
segunda acepción, la ética estudia lo que debiera ser, lo que es recto y conforme a
la moral, constituyendo la doctrina, filosófica o teológica, de los valores, las normas
y las actitudes morales. Cuando la ética se basa en una perspectiva puramente
humana se habla entonces de filosofía moral.
99
135. Ética jurídica finalista y la cuestión de los medios. Efectuada la lectura
precedente y volviendo nuevamente la mirada a los fines del derecho, cabe detener
la atención en la valoración de estos fines en la perspectiva jurídica, expresada en
la prioridad asignada a unos fines sobre los otros y el fundamento de ello según las
corrientes teóricas del derecho.
Pero, junto con esta aspiración, la justificación social del derecho como disciplina
autónoma también considera de modo igualmente relevante a la seguridad jurídica
como finalidad privilegiada del derecho, especialmente relacionada con la
aspiración a una convivencia pacífica de los seres humanos en sociedad, vale decir,
con el fin igualmente atribuido al derecho de alcanzar la paz social.
100
debe limitarse, en razón del principio de separación de poderes, a la anulación de
los medios manifiestamente inadecuados.
En los párrafos siguientes abordaremos con mayor profundidad los fines de justicia,
seguridad y paz, concluyendo con una reflexión final sobre la mayor probabilidad de
su logro en el sistema democrático.
II La justicia
101
posible considerar —por ejemplo— como valores superiores a los valores históricos
que inspiran un determinado ordenamiento jurídico.
Asimismo, se ha resaltado que la justicia no sería uno de los fines del derecho, ya
que el tema subsistiría como un nuevo problema una vez alcanzado un propósito
previamente justificado, o que la justicia constituye un valor del derecho, pero no es
el único, aun cuando puede afirmarse ciertamente que es el supremo valor jurídico,
sin perjuicio de la complicación que surge al momento de definirla, tal como hemos
ya visto.
102
intersubjetivo —el sentimiento es un valor de este tipo— ya que sería la única virtud
de una persona que es considerada como el bien de alguna otra, ya que ella asegura
una ventaja para otra persona265.
a. A cada uno según su mérito. El criterio de esta fórmula, según Ross, se usa con
frecuencia cuando se alude a la justicia en esta vida o después de la muerte,
planteando que la justicia demanda una relación de proporción entre los méritos
morales de una persona y el destino que le espera, ya sea en este mundo o en el
otro.
En la antigüedad, Aristóteles sostenía que la justicia era la virtud más alta y perfecta
entendiendo aquí la virtud como el punto medio entre dos vicios extremos y
103
consecuencialmente la justicia como la virtud de una persona en relación a otras,
de donde deriva que justo es lo que contribuye a producir o conservar la felicidad
de una asociación política, idea que se puede relacionar con la conclusión de Platón,
en el sentido que la persona a quien mueve un alma injusta es incapaz de ser feliz.
Asimismo, elabora las distinciones clásicas, que consideran por una parte la noción
de justicia distributiva como aquella que se manifiesta en la distribución de cargas,
bienes materiales o cualquier cosa que pueda dividirse entre los que toman parte
en el sistema político, y la justicia conmutativa, relacionada con situaciones en que
una persona ha sufrido una ofensa de otra persona y exige por tanto una reparación.
Las normas de justicia reparadora (conmutativa) se subdividen en normas de justicia
compensativa (transacciones privadas y voluntarias que tienen por objeto
restablecer un equilibrio perturbado, mediante la compensación de la parte
ofendida) y normas de justicia correctiva, infligiendo un castigo al culpable. En tal
sentido, Aristóteles declara que "una dichosa rectificación de la justicia
rigurosamente legal", es decir, "es un correctivo del derecho positivo, que se emplea
cuando es preciso aplicar sus fórmulas generales a los casos concretos que pueden
presentarse"267.
Kant, uno de los filósofos más influyentes hasta el día de hoy, postuló que los
principios básicos de la moral junto con ser autónomos y categóricos, debían ser
universales en el sentido de obligar a todos por igual, derivando de aquí la
enunciación del principio de obrar solo "según una máxima tal que puedas querer al
mismo tiempo que se torne universal", asumiendo con ello también que la
humanidad debía ser tratada como un fin y no como un medio, y unido a éste, la
obligación de tratar a otros como fines en sí mismos a través de respetar sus fines
subjetivos269.
104
exigencia referida a un determinado contenido de una norma o de un orden formado
por estas. Su profunda visión escéptica queda graficada en el siguiente texto:
"Invocar la justicia es como dar un golpe sobre la mesa: una expresión emocional
que hace de la propia exigencia un postulado absoluto. Esta no es una manera
adecuada de obtener comprensión mutua. Es imposible tener una discusión racional
con quien apela a la "justicia", porque nada dice que pueda ser argüido en favor o
en contra. Sus palabras constituyen persuasión, no argumento. La ideología de la
justicia conduce a la intolerancia y al conflicto [...] es una actitud militante de tipo
biológico-emocional a la cual uno mismo se incita para la defensa ciega e implacable
de ciertos intereses.
Puesto que la idea formal de igualdad o justicia como estrella polar para la
orientación político-social carece de todo significado, es posible abogar por
cualquier tipo de postulado material en nombre de la justicia. Esto explica por qué
todas las guerras y conflictos sociales, como se dijo anteriormente, han sido librados
en nombre de la exaltada idea de justicia. Es mucho esperar que esto cambie en el
futuro. Invocar la justicia es usar un arma demasiado efectiva y demasiado
conveniente desde el punto de vista ideológico, para que abriguemos la esperanza
de que los estadistas, los políticos y los agitadores, aun cuando perciban la verdad,
se atreven a pactar el desarme en este punto. Además, la mayoría de ellos
probablemente son víctimas del engaño. Es muy fácil creer en las ilusiones que
excitan la emoción estimulando las glándulas suprarrenales" 271.
105
141. La idea de justicia en el cristianismo y su proyección contemporánea. Dentro
de las denominadas religiones del Libro (Biblia), el cristianismo introduce un cambio
radical en la idea de justicia dominante al momento de la aparición histórica de
Jesús, brindando la base para la construcción de muchas teorías posteriores
vigentes en Occidente hasta nuestros días. Dicho cambio, en esencia
revolucionario, fue la superación de la "ley del talión" expresada en la máxima "ojo
por ojo y diente por diente", que disponía tradicionalmente un fundamento
compensatorio proporcional de la idea de justicia, particularmente en caso de ofensa
o daño inferido por un sujeto a otro. Este hito histórico de la evolución de la idea de
justicia se encuentra expresado en los siguientes términos en el Evangelio:
"Jesús, dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por
diente. Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si
alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntales también la otra. Al que
quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige
que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas
la espalda al que quiere pedirte algo prestado"273.
106
humanos en su naturaleza racional común, distinguiéndola de las desigualdades
naturales particulares que, aunque nacen de la misma igualdad tiene un carácter
secundario dando cuenta que la comunidad de esencia es más importante que las
diversidades individuales, resaltando que "la igualdad es primaria, según qué
concierna, como igualdad pura y simple, a los derechos fundamentales y a la común
dignidad del ser humano, y como igualdad de proporción, a la justicia". Sobre esta
base, la justicia se erige como una fuerza de conservación de la comunidad política,
constituyendo el requisito previo que, "llevando a los no iguales a la igualdad",
posibilita que nazca la amistad cívica275.
142. Kelsen y la Teoría Pura del Derecho. A Hans Kelsen, tal como ya hemos
adelantado, se debe una propuesta de construcción de una teoría pura del derecho,
107
es decir, que delimite su objeto propio excluyendo materias que corresponderían a
otras disciplinas sociales, como la moral, la política o la religión. En el ámbito de las
cuestiones morales se incluye una concepción de justicia sustantivista, que incluya
un contenido no propiamente positivo.
Analizando con mayor profundidad esta propuesta, cabe aclarar que se trata de una
teoría pura del derecho y no del derecho puro, entendiendo por tal un derecho justo
o un derecho recto, toda vez que no pretende dar respuesta a la pregunta sobre lo
que se debe entender por justo. En este sentido, sostiene que, "Todo derecho
positivo puede ser considerado como justo desde un punto de vista político y como
injusto desde otro punto de vista también político. Pero esto no puede suceder
desde el punto de vista de la ciencia del derecho que como toda ciencia verdadera
no valora su objeto sino que lo describe, no lo justifica o condena emocionalmente,
sino que lo explica racionalmente". Kelsen sostiene que la justicia es esencialmente
un valor absoluto, y lo absoluto en general, especialmente los valores absolutos, se
encuentran situados más allá del conocimiento científico racional, por lo que en
consideración de la justicia solo puede haber un acercamiento con pretensión de
relatividad, no de absolutos, ya que la aceptación de un valor supremo se apoya
siempre en un juicio de valor subjetivo emocional y por ello todo derecho positivo
puede ser —en consecuencia— considerado como relativamente justo en tanto
orden de la conducta humana.
"La justicia absoluta es un ideal irracional. Por indispensable que pueda ser a la
voluntad y a la acción, escapa al conocimiento racional, y la ciencia del derecho sólo
puede explorar el dominio del derecho positivo. Cuanto menos nos empeñamos en
separar netamente el derecho de la justicia, en mayor grado mostramos indulgencia
respecto al deseo del legislador de que el derecho sea considerado como justo y
más cedemos a la tendencia ideológica que caracteriza la doctrina clásica y
conservadora del derecho natural"278.
En su obra, escrita apenas diez años después del fin de la Segunda Guerra Mundial,
retrotrae a la memoria y repone la compleja y perturbadora cuestión del juzgamiento
de líderes políticos, militares, funcionarios de la administración pública y jueces,
quienes amparados en un régimen legalmente formal, incurrieron en crímenes
repudiados por la conciencia colectiva y sometida a juicio. Sin embargo, tales juicios
llevados a cabo por los vencedores, con sus propias leyes y cuestionando
externamente tanto las instituciones propias de los sujetos sometidos a juicio como
la coherencia de su conducta, dio también lugar al planteamiento del problema que
surge de la identificación del valor del orden con el de la justicia, el que se usaría
para limitar o incluso cortar cualquier controversia sobre lo justo al indicar que al
priorizar este criterio se pondría en peligro el orden constitucional de los Estados.
108
Aplicando ahora la perspectiva del autor, la matriz del problema de la contraposición
entre los valores del orden y el de la justicia, radicaría en la infracción de ley, muy
presente en todas las purgas, depuraciones, procesos antifascistas, de
"desnazificación" y, proyectándolo a tiempos más recientes, a los regímenes
autoritarios de los socialismos reales tras la caída del muro en Europa central y
oriental, las dictaduras militares en los países de América Central y del Sur, y los
juicios a los líderes de los Estados surgidos en la ex Yugoslavia. En todos estos
casos, las personas juzgadas sufren castigos por haber destruido el orden legal,
"por un supuesto concepto del derecho y la justicia que, según se pretende, era un
deseo de ilegalidad e injusticia". Aludiendo implícitamente a un sentido circular de
la historia, Friedrich pregunta: "¿No fue este mismo grupo el que previamente había
"eliminado" a gran número de ciudadanos obedientes de las leyes, invocando
precisamente la justicia?".
Sobre todo lo dicho, expone que además de otros aspectos involucrados, la clave
de comprensión del problema radicaría en un conflicto que emana de la esencia de
la ley y que se traduce en la noción de infracción de la ley, problema que asume
distinta entidad si el concepto de ley que prima es la noción de un mandato legal
expresivo de la voluntad soberana y, por tanto, formalmente válido, que la visión
contraria que sujeta la ley a una norma de justicia —posición cercana al
iusnaturalismo— que sostiene como referencia ineludible a la calificación más
gravosa de la infracción legal de un orden que se considera como orden justo, en
donde no existiría la contraposición de los valores de justicia y orden, ya que el
derecho estaría regido por la justicia279.
109
constituyendo una continuidad o desarrollo de la teoría del contrato social, la cual
generaliza y lleva a un alto grado de abstracción283.
Sobre la base de todo este análisis previo, Rawls concluye que los individuos
podrían estar de acuerdo en los siguientes puntos:
a. Primero, que debe garantizarse la mayor libertad posible y, en principio, igual para
todos, de modo que "cada persona ha de tener un derecho igual al sistema total
más amplio posible de iguales libertades básicas que sea compatible con un sistema
similar de libertad para todos"287.
110
c. Tercero, respecto de los ingresos y riqueza, no habría porqué excluir las
desigualdades, en el caso que pueda servir al beneficio de todos, suponiendo que
se trate de personas razonables y que no se dejen llevar por la envidia.
IV La seguridad jurídica
111
En efecto, la noción general de seguridad está relacionada con la percepción e
intencionalidad de un sujeto determinado, cuya acepción más amplia la vincula con
la idea de ausencia o exención de todo peligro, daño o riesgo, en tanto que su
acepción más restringida la acerca a las nociones de certeza y confianza en el curso
de las cosas y la acción de las personas. La idea general de seguridad tiene diversas
manifestaciones específicas en los ámbitos sicológico, económico, sanitario, político
y jurídico, por citar algunas de ellas.
112
Cumplidas estas condiciones, que en el caso de nuestro sistema se aplican
principalmente a las leyes, se pueden reconocer diversas manifestaciones de la
seguridad jurídica como la presunción de conocimiento del derecho que niega la
posibilidad de su ignorancia, el principio de legalidad que implica que tanto las penas
aplicables a las transgresiones normativas como en general los actos públicos
deben estar regidos por la leyes, la irretroactividad de las normas, el respeto de los
derechos adquiridos, la cosa juzgada294 y la prescripción295.
113
tribunales, sino también por la lógica relajación que se observa en la presión social
cuando los niveles de seguridad resultan aceptables para la ciudadanía" 299.
114
humanos fundamentales. La violencia forma parte de la base de un régimen
autoritario, siéndole consustancial, debiendo destacar aquí uno de los aspectos más
controversiales suscitados en torno a la noción de seguridad pública interior, como
es el uso del concepto de seguridad del Estado, tanto en regímenes democráticos
como en los de facto304.
"Lo indudable es que no existe autoritarismo sin violencia. Este tipo de régimen
suele alegar en favor suyo el consenso nacional, el apoyo de la ciudadanía. Ese
consenso, ese apoyo, nunca tienen real y efectiva posibilidad de expresarse. Por lo
demás, si la totalidad de la población o una mayoría significativa estuviese
persuadida de que hace falta una autoridad fuerte, ese mismo hecho volvería
innecesaria la fuerza ¿Para qué imponer aquello que se acepta? De existir el
consenso que indefectiblemente alegan los gobiernos de esta clase, las
imposiciones sobran. Ni siquiera sobran: son imposibles. Obligar a alguien a hacer
lo que desea sólo puede concebirse como un ejercicio del absurdo" 305.
La revolución, "es decir, la alta traición es un delito cuando no triunfa, pero si logra
el triunfo, se convierte en base para un nuevo Derecho. Es también la seguridad
jurídica la que, en estos casos, convierte en nuevo Derecho la conducta antijurídica.
Los gobiernos revolucionarios se legitiman cuando se demuestran capaces para
mantener la paz y el orden. Por eso, al día siguiente de triunfar la revolución, todos
los gobiernos revolucionarios suelen proclamar que el orden y la paz (perturbados
por la alta traición) serán garantizados enérgicamente. Como vemos, la idea de la
seguridad jurídica hace que entre el poder y el derecho se creen relaciones
extraordinariamente paradójicas: no puede decirse que el poder se anteponga al
Derecho, pero sí que el poder triunfante crea, en muchos casos, un Estado de
derecho nuevo"306.
115
El concepto de paz siendo extremadamente amplio, es de difícil definición y
depende del sujeto y la situación particular de quien la define. Así, la paz se ha
entendido en una primera aproximación como la tranquilidad derivada de la recta
disposición de las cosas hacia su fin307. De la definición precedente, se pueden
apreciar sus dos elementos constitutivos, a saber, la tranquilidad, entendida como
un estado personal temporal exento de preocupaciones, sobresaltos o excitación, y
la rectitud del orden, en que la rectitud es sinónimo de la acción correcta así
calificada por su coherencia con una determinada concepción del bien y del mal,
objeto de la moral. En el caso que interesa al derecho, el orden social da cuenta de
una disposición de las conductas humanas en colectividad orientada hacia el bien
común, por lo que la paz social es la tranquilidad que se deriva de la vida en una
sociedad, cuyo ordenamiento de las conductas individuales y colectivas está
orientado hacia el bien común.
La palabra paz se relaciona con la idea de pacto, aludiendo con ello tanto al acuerdo
por el cual se pone fin a las hostilidades entre personas o grupos de ellas, como al
modo mediante quien es vencido aplaca o pacifica al vencedor 308. Sin perjuicio de
lo dicho, la paz no es un valor exclusivamente jurídico, ni siquiera si se considerara
al derecho como su condición necesaria, ya que teóricamente podría existir una
sociedad en donde sólo el imperio de los valores morales asegure la convivencia
pacífica de las personas309.
155. Paz y derecho. Desde la perspectiva del derecho, la idea de paz se relaciona
con los otros dos fines principales que lo justifican. Así, por una parte, se relaciona
con la finalidad de seguridad al incluir la noción de tranquilidad derivada de la
ausencia o contención de la violencia, y por la otra con la justicia, al generar
condiciones de equidad que favorecen la armonía social y, en definitiva, la paz de
la comunidad. Por todo esto, el derecho cumple una función y a la vez finalidad
pacificadora de la sociedad, objetivos que cumple al monopolizar el uso de la fuerza,
pues termina con la guerra de todos contra todos e impide que las luchas y conflictos
de intereses existentes entre individuos y grupos, concluya con la aplicación de la
ley del más fuerte"311.
116
del uso de la fuerza entre los individuos y grupos, pues en caso contrario constituye
el antecedente de la aplicación del acto coactivo por parte del derecho.
117
b. La paradoja de la justificación de la violencia. Un aspecto importante en el análisis
de la violencia como fenómeno contrapuesto a la paz, es su eventual justificación
como medio válido para enfrentar la ausencia de otro fin del derecho, como es la
justicia. Se presenta aquí el problema moral de la justificación de la violencia en
ciertos casos, atendiendo la finalidad de justicia en la cual se funda. La superación
de la aparente contradicción y paradoja que de esta contraposición e intento de
conciliación surge, ha sido un tema problemático de larga data, que ha tenido
efectos tanto en la moral como el derecho, incluyendo problemas históricos y
actuales como la legítima defensa, la rebelión contra la tiranía y la guerra justa,
conceptos todos de imposible conciliación, de difícil acuerdo y de difusos límites. En
lo que a esta parte de la materia concierne, nos ocuparemos de la justificación de
la violencia recurriendo a causas políticas, lo que tiene lugar cuando determinados
sectores de la sociedad consideran o llegan a la conclusión de que las vías jurídicas
del diálogo, la negociación y el cambio progresivo de las leyes e instituciones son
insuficientes como factores de superación de injusticias, especialmente cuando se
asume que la propia institucionalidad jurídica es la causa de la injusticia, generando
las barreras que impiden su reforma o cambio.
Finalmente, nos parece acertada la distinción que realiza Peña en relación con las
distintas formas que adopta la violencia, en la cual vincula esencialmente la
violencia con la agresión mediante la coacción física, rechazando la asimilación a
ésta de la denominada violencia simbólica, entendida como "las convicciones o
actos ajenos que hieren las propias", por estimarla una falacia que, al equiparar el
119
discurso o las acciones significativas con la coacción física hace que todo pueda ser
violencia. Y esta falacia no solo daña la argumentación, disuelve un principio que es
la base de la vida democrática: la distinción entre lo que es violencia y lo que no lo
es327.
"No hay convicciones violentas, hay conductas violentas. Las convicciones son
injustas, peligrosas, tontas o irracionales; las conductas, en cambio, son violentas
si se emplea la coacción física contra el prójimo, y no lo son si se abstiene de
hacerlo. Las convicciones, incluso si son absurdas, alimentan la vida democrática;
la conducta cuando es violenta siempre la impide".
"La incivilidad de la violencia deriva del hecho de que ella es el empleo de la fuerza
y de la coacción contra la integridad del prójimo a fin de torcer su voluntad, y sin
ninguna responsabilidad para quien la ejerce y sin ninguna posibilidad de apelación
o defensa para quienes —habitualmente ciudadanos comunes y corrientes— la
padecen. Esta es la principal diferencia que media entre la mera violencia y la fuerza
estatal. Algo que por estos días también se olvida. Mientras la primera aspira a
justificarse en sí misma (como protesta o simple reacción), la segunda esgrime
reglas previas de responsabilidad para ejercerla. La violencia es por eso siempre
incivil y no hay que vacilar para condenarla, porque ella (basta pensarlo un segundo
para advertirlo) equivale al abandono de las reglas que son el sinónimo de la vida
civilizada"328.
157. La democracia y el logro de los fines del derecho. Los fines del derecho ya
vistos pueden ser logrados de mejor forma en el Estado de Derecho, especialmente
si el sistema de acceso al poder puede ser calificado como un sistema democrático.
La democracia, puede caracterizarse genéricamente como "un método político por
medio del cual el ordenamiento social es creado y aplicado por quienes están
sujetos a ese mismo ordenamiento, de forma que esté asegurada la libertad política
en el sentido de autodeterminación"329. Implica un funcionamiento del Estado en el
cual el pueblo en su totalidad posee influencia decisiva respecto al ejercicio de la
autoridad pública.
120
procedimiento democrático se nos presenta en forma pragmática el contenido ideal
de la razón práctica", destacando luego que, "las formas de institucionalización del
procedimiento democrático constituyen el criterio por el que se mide la realización
del sistema de los derechos"332. Finalmente, Rawls, en una perspectiva más liberal
y coincidente en la caracterización de los regímenes constitucionales democráticos,
asigna valor al hecho del pluralismo razonable, una conjunción de visiones
religiosas y laicistas concurrentes razonablemente en el ámbito público que
garantizan la libertad política333.
Junto a estas reglas existen otras normas o reglas de carácter preliminar, que
incluyen los derechos de libertad promovidos por el Estado liberal y constituyentes
de la doctrina que sostiene que el Estado de derecho no es solo aquel en que se
ejerce el poder sometido a la ley, sino el que está fundado en el reconocimiento
constitucional de ciertos derechos fundamentales del individuo, asumiendo que el
Estado liberal no solo es el supuesto histórico, sino también jurídico del Estado
democrático. En este sentido, la libertad de conciencia y de religión constituye un
presupuesto valórico o regla preliminar del juego democrático335. Esta afirmación no
está exenta de cuestionamientos, tal como ocurre con la interrogante que formula
Ernst Bökenförde sobre si puede sustentarse el Estado liberal y secularizado sobre
unos presupuestos normativos que él mismo es incapaz de garantizar, cuestión
secundada por Habermas, quien plantea que dicha duda, "se refiere a la cuestión
de si el poder político, tras la consumada positivización del derecho puede seguir
admitiendo una justificación secular, esto es, no religiosa o pos metafísica" 336.
121
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