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POEMAS PARA YUKU JEEKA O TACHIRIA DE APALBA, DE ALBA BRENDA

MENDEZ ESTRADA. HERMOSILLO, SONORA, MÈXICO.


ATENCIÓN AL MTRO. JORGE JACKSON

El abrazo de Duino

Desde qué siglo


viene el grito de socorro
y oleaje vespertino acude.
Te abraza, Amor,
porque a esa hora
en un aquí también tuyo
se oye un llanto puro,
-sirena mecánica-
responde. Se escucha donde estoy
en el silencio de la noche-ola
con duda del mañana,
señala al miedo – terror de muerte-
por la vida del otro, la otra, el siguiente…
Como si feneciera todo y todos
frente a quienes aún gozamos
de un Don.

Sudamos en el frío invernal.


Es otro frío.
-Seres que casi no somos-.
-1- Alba Brenda M.E.
Hermosillo, Sonora.
2- Alba Brenda Méndez
Estamos en una fila de cien metros, quizá:
Nadie conoce al otro. Nos une la espera
frente a la vida microscópica
de mutante forma -grosero tridente-.
Una voz
lanza su canto, le seguimos;
cada quien con su ronco pecho.

Cantamos
y por las ventanas
vecinos del sitio, asoman,
cantan con espíritu solidario.

Extendemos ambos brazos


sin tocar al otro, porque
tristes, no abandonamos
el terreno que pisamos
cada uno en el lugar que dice
sin palabras: por ti, todo verdor
renacerá. Y cantan, Amor,
también por ti.

Alba Brenda Méndez Estrada.


-3- Alba Brenda Méndez E.
Hermosillo, Sonora.

PLANETA

I.

Sin azul,

este vacío

cuenta burbujas

de aire ausente,
en la boca del pez.

II.
Sin duda,
bocanadas de humo
negrura del viento,
ramaje antes verde
ha muerto,
entonces vemos
nubes de luz rojiza,
¿Qué esperamos
de la ceniza?
-3-
Alba Brenda Méndez E. – 4 -

Lectura y casualidades

Los niños llegan y son luz

al mediodía. Entre plática y juego

riegan el césped aledaño al aula;

también, el arbusto crecido

junto la ventana del salón de clases.

Es la una de la tarde

y el rosal voltea sus flores

hacia dentro de nuestro recinto

y la niña que llega,

desde su pupitre, grita:

- Vean todos. Maestra,

nos mira la rosa grande,

como a la muchacha de la historia*

que nos contó usted, el otro día-.


*María. Novela de Jorge Isaac

Alba Brenda Méndez Estrada -5-

FINAL TUYO Y MÍO

Después,

la soledad, - dijiste.

No, -respondí-. Después, la muerte.

La soledad es de los solitarios;

yo la recibo como voz propia,

como los niños descansan,

ríen o duermen;

Hablé con ella desde antes

del diálogo con los otros.

Es soledad lo que tenemos

como llegamos: nada entendemos,

aprenderemos,

poco a poco. Ahí lloramos

y se muere igual.

Nos equivocamos, los dos.

Alba Brenda Méndez E.


Hermosillo, Sonora.

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