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Nunca antes en la historia económica había estado el planeta tan endeudado. Los
últimos datos disponibles muestran que la deuda emitida global puede haber superado
los 296 billones de dólares, casi el 350% del PIB mundial. ¿Qué consecuencias puede
tener semejante ‘tsunami’ de deuda? ¿Logrará parapetar esta situación la reacción de los
bancos centrales?
Los años 20 llevan camino de competir en sobresaltos con los del siglo pasado: la década
acabó entonces con un histórico terremoto económico. Según un informe del Banco
Mundial, solo en 2020, la actividad económica se redujo en el 90% de los países, la
economía global se contrajo en torno a un 3% y la pobreza aumentó en todo el planeta por
primera vez en una generación. La pandemia de dos largos años ha disparado la deuda
pública algo más del 25%.
Nunca antes en la historia había estado tan endeudada la economía mundial, tanto en
términos absolutos como en porcentaje sobre el PIB. Durante las últimas décadas los
habitantes del planeta se han acostumbrado a un mundo dominado por los créditos, la
deuda y todo tipo de productos financieros.
De esta forma, según los últimos datos publicados por el Fondo Monetario Internacional
(FMI) y el Instituto de Finanzas Internacionales, el volumen de deuda emitido en todo el
mundo asciende aproximadamente a 296 billones de dólares estadounidenses. El
equivalente a unas 227 veces el tamaño de la economía española. Una mareante cifra que
supone cerca del 350% del PIB mundial.
Por un lado, durante los últimos años los gobiernos han desplazado a las empresas como
los mayores demandantes de deuda. De hecho, hoy el volumen de deuda pública emitida
equivale ya a casi el 100% del PIB mundial, casi tanto como la deuda que las empresas,
las familias y los propios gobiernos sumaban en la década de los años 70 del siglo XX.
Esta es una evolución que la sacudida por el coronavirus ha acelerado, pero cuya
tendencia estructural viene de largo.
Por otro lado, sigue palpitando el volcán de China. Desde la crisis del 2008 la economía
del gigante asiático ha duplicado su volumen de deuda frente al crecimiento del 20% que
se registró a nivel global. En este caso, las grandes protagonistas han sido las empresas
públicas, que han incrementado considerablemente su volumen de inversión y gasto para
intentar alimentar con ello el crecimiento de la economía del país.
Al otro lado del mapamundi nadie es ajeno al efecto rebote constante. Entre las grandes
economías desarrolladas, una tradicional locomotora como Alemania ha registrado el
mayor incremento porcentual, con una subida del endeudamiento del 14,7%, casi el doble
que la media mundial.
A crisis de la deuda latinoamericana también conocida como la “década perdida de
América Latina”, fue una crisis financiera que se desarrolló a inicios de los años 1980,
cuando los países latinoamericanos alcanzaron un punto en donde su deuda
externa excedió su poder adquisitivo y no eran capaces de hacer frente a los compromisos
adquiridos de pago.
Antecedentes
En los años 1960 y 1970 muchos países latinoamericanos,
especialmente Brasil, Argentina y México, pidieron grandes sumas de dinero a acreedores
internacionales para llevar a cabo planes de industrialización, especialmente para
programas de infraestructura. Estos países tenían economías crecientes en aquel tiempo,
por lo que los acreedores estaban dispuestos a seguir concediendo préstamos. Entre 1975
y 1982, la deuda latinoamericana con los bancos comerciales aumentó a una tasa anual
acumulativa de 20,4%. Esto llevó a que Latinoamérica cuadruplicara su deuda externa de
75 mil millones de dólares en 1975 a más de 315 mil millones de dólares en 1983, lo que
significaba el 50% del producto interno bruto (PIB) de la región. El servicio de la deuda
(pago de intereses y de la devolución del principal) creció aún más rápido, alcanzando 66
mil millones de dólares en 1982, frente a los 12 mil millones de dólares en 1975. 1
El crecimiento económico de los años anteriores había permitido situar a los países
latinoamericanos en un lugar intermedio entre las economías más industrializadas y el
resto del mundo, en vía de desarrollo.
Comienzo de la crisis
Cuando la economía mundial entró en recesión en los años 1970 y continuó en principios
de los 1980 y los precios del petróleo se dispararon debido a la Crisis del petróleo de
1973, se creó un punto muerto para la mayoría de los países de la región. Los países en
vías de desarrollo se encontraron en una desesperada crisis de liquidez. Los países
exportadores de petróleo —abundantes en dinero después de las alzas en el precio de
dicha materia prima en 1973 y 1974— invirtieron su dinero en bancos internacionales,
que "reciclaron" la mayor parte del capital en forma de préstamos a los gobiernos
latinoamericanos. Dado que las tasas de interés aumentaron en Estados Unidos y en
Europa en 1979, los pagos de deudas también aumentaron, por lo que fue más difícil
para los países pagar sus deudas contraídas.2 El deterioro del tipo de cambio con el dólar
estadounidense significó que los gobiernos latinoamericanos terminaran debiendo
enormes cantidades en sus monedas nacionales, por lo que se perdió el poder adquisitivo.
La contracción del comercio mundial en 1981 hizo que los precios de las materias primas
(la mayor exportación de América Latina) cayeran.3
Mientras la peligrosa acumulación de deuda externa se produjo durante varios años, la
crisis de la deuda comenzó cuando los mercados internacionales de capitales se dieron
cuenta de que América Latina no sería capaz de pagar sus préstamos. Esto ocurrió en
agosto de 1982, cuando el secretario de Hacienda de México, Jesús Silva-Herzog Flores,
afirmó que el país ya no sería capaz de pagar su deuda.4 México declaró que no podía
cumplir con las fechas de vencimiento de los pagos y anunció unilateralmente una
moratoria de 90 días, también solicitó una renegociación de los plazos de pago y nuevos
préstamos con el fin de cumplir sus obligaciones previas.3
A raíz del incumplimiento de México, los bancos comerciales redujeron significativamente
o detuvieron la entrega de nuevos préstamos a América Latina. Como gran parte de los
préstamos latinoamericanos eran a corto plazo, la crisis sobrevino cuando fue rechazada
su refinanciación. Miles de millones de dólares de préstamos que habían sido
refinanciados, eran ahora debidos con vencimiento inmediato.
Los bancos tuvieron que reestructurar de alguna forma las deudas para evitar el pánico
financiero; esto supuso nuevos préstamos con condiciones muy estrictas, así como la
exigencia de que los países deudores aceptaran la intervención del Fondo Monetario
Internacional (FMI).
Efectos
La crisis de deuda de 1982 fue la más seria en la historia de América Latina. Los ingresos
se desplomaron; el crecimiento económico se estancó; debido a la necesidad de reducir las
importaciones, el desempleo aumentó a niveles alarmantes y la inflación redujo el poder
adquisitivo de las clases medias.3
En respuesta a la crisis, la mayoría de las naciones debieron abandonar sus modelos
económicos de industrialización por sustitución de importaciones y adoptaron una
estrategia de crecimiento orientada hacia las exportaciones, estrategia fomentada por
el Fondo Monetario Internacional, aunque hubo excepciones como Chile o Costa Rica que
adoptaron estrategias reformistas. Un proceso masivo de fuga de capitales,
particularmente hacia Estados Unidos, produjo una mayor depreciación de los tipos de
cambio, aumentando el tipo de interés real de la deuda. La tasa de crecimiento real del
PIB (Producto Interno Bruto) para la región fue de sólo 2,3% entre 1980 y 1985. Entre
1982 y 1985, América Latina pagó 108 mil millones de dólares.3
Ambos profesores dicen que aplicando la regla de Tinbergen, es posible que cada
instrumento económico se aplica a tareas independientes entre si (mutuamente
excluyentes), sin embargo esto no es posible en algunas variables como las tasas de
interés.
Un préstamo se puede definir como una operación financiera de prestación única (el
ingreso del capital prestado se hace de una sola vez) y contraprestación múltiple (el
capital y los intereses son devueltos en varios pagos periódicos).
Tipos de prestatario
Aunque lo más habitual es que sea una persona física la que acuda a una entidad a
solicitar una ayuda económica; el prestatario puede ser también una entidad financiera,
una sociedad mercantil…
Sin embargo, con independencia del tipo de prestatario, todos ellos poseen dos derechos
en común:
Tipos de prestamistas
Al igual que sucede con los prestatarios, los prestamistas pueden ser tanto personas
físicas como jurídicas:
Prestamistas particulares
Personas físicas que, por propia iniciativa, prestan su capital con la intención de obtener
beneficios. Suelen ser personas que tienen unos grandes ahorros y los utilizan a modo de
préstamo para rentabilizarlos. Sin embargo, antes de recurrir a un prestamista particular,
hay que tener en cuenta que su coste económico suele ser más elevado.
Además, algunos pueden estar operando por cuenta propia, sin estar sujetos a ningún
tipo de regulación, lo que supone un delito de fraude y un peligro para el prestatario. Este
tipo de prestamistas era antes muy habitual, cuando los únicos préstamos disponibles
eran los bancarios, a los que no todo el mundo puede acceder. Sin embargo, con la
llegada de empresas dedicadas al lending online, el acceso al crédito se ha democratizado,
por lo que cada vez es menos habitual recurrir a prestamistas particulares.
Entidades públicas
El último elemento que nos queda por comentar para entender adecuadamente la relación
entre prestamista y prestatario es el documento en el que se plasman las condiciones
del préstamo (con aval o sin él): el contrato.
El documento en sí tiene una doble funcionalidad: por un lado, constituye una prueba de
que dicho contrato se ha efectuado y, por otro, de que los firmantes se comprometen con
las condiciones que hayan establecido.
En el caso de préstamos entre particulares, este documento es bastante útil para generar
confianza y dejar plasmada la forma en que se va a desarrollar el préstamo. Al mismo
tiempo, si hay algún problema legal, el disponer de este tipo de documento puede ayudar
a aclararlo lo antes posible.
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