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Efectos de la Ola neoliberal en nuestra región y en nuestro país (Morresi y Germain)

En el presente trabajo nos proponemos presentar sintética y esquemáticamente el proceso histórico de formación
y afianzamiento de políticas neoliberales en Argentina, contextualizando dichos procesos en América Latina
como región.

Caracterización de la región y de Argentina durante la segunda mitad del siglo XX

No podríamos comprender cabalmente los procesos regionales y locales de la segunda mitad del siglo XX sin la
necesaria referencia a las reconfiguraciones producidas en el mundo entre la gran crisis económica del ’29 y el
saldo político y económico de la segunda guerra mundial.

Los Acuerdos de Bretton Woods de 1944, a partir de los cuales quedó fijado el dólar estadounidense como
patrón de cambio internacional y se planteó crear organizaciones supranacionales para evitar crisis o morigerar
sus consecuencias después de ocurridas. Primero se creó el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento
(1944), más tarde conocido como Banco Mundial que entre otras metas se proponía impulsar el desarrollo de los
países subdesarrollados. El segundo organismo generado fue el Fondo Monetario Internacional (1945) dedicado
a asistir financieramente a países miembros en caso de necesidad y a funcionar como organismo consultivo de
los gobiernos. Si bien los fines explícitos de estos organismos eran estimular el crecimiento económico y
disminuir la pobreza, la preocupación central era controlar crisis económicas en países o regiones que pudieran
comprometer al mercado mundial.

Durante este período que va desde el ‘crack del ‘29’ al final de la segunda guerra mundial, en nuestro país, así
como en otros de la región, se van a desplegar proyectos de industrialización, producción a gran escala.

Se produce un período de crecimiento en Argentina implicó el establecimiento de cuotas limitando las


importaciones, usando aranceles aduaneros diferenciales frenando bienes de consumo y habilitando bienes de
capital y materias primas indispensables. Esto es un modelo proteccionista de desarrollo que le posibilitó a la
región crecimiento hasta la primera ola neoliberal.

Este crecimiento es acompañado en la región con una intensificación de los conflictos por la redistribución de la
riqueza que desemboca en algunos de nuestros países en golpes militares y los concomitantes procesos
represivos.

Primeros experimentos neoliberales en contextos de golpes de estado

Es sobre el comienzo de la década del ’70 que en el seno de estos golpes militares se impone por primera vez en
la región un plan económico neoliberal.

En nuestro país tenemos el que se da contra Isabel Martínez de Perón, en 1976.

Este período se caracteriza por la aplicación de políticas neoliberales instigadas por EEUU. Las experiencias más
típicas fueron las de Chile, guiada directamente por los representantes de la Escuela de Economía de Chicago
encabezados por Milton Friedman y la llevada adelante en Argentina por el ministro de la dictadura José Alfredo
Martinez de Hoz cuyo plan tenía la misma fuente teórica.

Estas políticas tienen varios ejes articuladores: reorientación de la actividad económica hacia lo rentístico
financiero, la especulación, en detrimento de las actividades productivas principalmente industriales, retiro de los
controles y regulaciones estatales de la actividad económica, en especial retiro de los controles cambiarios y
correlativa apertura comercial que acarrean como consecuencias forzosas el déficit de la balanza comercial y la
escasez de recursos financieros externos para sostener la actividad económica que comienza a requerir de un
endeudamiento continuo, creciente y a tasas cada vez más gravosas.

Con las medidas restrictivas, llevadas adelante para frenar la inflación en EEUU, la moneda estadounidense se
aprecia y con ello la deuda externa latinoamericana alcanza valores récord, debido a que los préstamos
adquiridos habían sido en dólares.

No se trataba exclusivamente de préstamos otorgados por organismos públicos de financiamiento internacionales


sino que éstos instaban a las naciones de desarrollo intermedio –las menos pobres de la región– a tomar
prestamos con los bancos privados internacionales que comienzan a ocupar espacios cada vez más importantes
en el funcionamiento de las economías nacionales. Mientras los préstamos de los primeros, créditos ‘blandos’,
tenían tasas más bajas, plazos más extensos para la cancelación y en caso de cesación de pagos, mejores
condiciones de refinanciamiento de esas deudas; las deudas contraídas con bancos privados en cambio no sólo
tenían tasas más altas, plazos de repago más cortos y condiciones más abusivas en caso de imposibilidad de
pago.

Salvo en Brasil, se producen masivas fugas de capitales en los países de Latinoamérica.

Así en 1982, México se quedó sin reservas, no pudo obtener nuevos préstamos ni, en consecuencia, afrontar los
pagos de su deuda y se vio forzado a declarar una moratoria que en poco tiempo arrastró a los demás países
endeudados de la región en lo que se conoció como “la crisis de la deuda”.

En el caso de nuestro país, esta crisis nos alcanza en el momento de la derrota en la “Guerra de Malvinas”
aventura política emprendida por la dictadura iniciada en 1976 a fin de recuperar control político frente a una
resistencia creciente que buscaba una salida democrática. Esa salida sobrevino con la elección de diciembre de
1983 en la que resulta electo como presidente Raúl Alfonsín.

La gestión económica de la dictadura había dejado como saldo una tendencia inflacionaria creciente, déficit del
sector público rondando el 16% del PBI, escazas reservas para afrontar los pagos de deuda e intereses de deuda
que representaban el 8% del PBI, una reducción de la tasa de empleo del 5,5%. Saldo económico tan catastrófico
como el de su criminal política represiva.

Regreso a la Democracia y Neoliberalismo

En 1984, en ese período se iniciaron los procesos de integración que dieron forma al Mercosur.

“En la mayoría de los países latinoamericanos la deuda se fue estatizando; el sector público se hizo cargo, por
diferentes vías, de los compromisos del sector privado. La estatización de la deuda convirtió al pago de los
intereses en un gasto público que se financia, como todos los demás, a través de los impuestos que se aplican en
cada país.”

En 1988, Argentina entra en moratoria del pago de la deuda y a pesar de los intentos de estabilización de la
economía, en 1989 el Banco Mundial suspende la ayuda económica comprometida meses antes. Los sectores
exportadores retrasaron la liquidación de divisas, el dólar comienza una escalada ascendente que impulsa la
inflación y la pobreza se dispara, acorralado por la crisis el gobierno adelanta las elecciones presidenciales y el
traspaso del poder al nuevo presidente electo.

La década del ’80 fue considerada por la mayor parte de los estudiosos ‘la década perdida’ en términos de
crecimiento para nuestra región.

Por esto, a fines de 1989, en una conferencia en Washington, se consensuan una serie de propuestas de las
principales reformas que los países de América Latina debían realizar a fin de volver a generar crecimiento
económico: esta propuesta fue conocida como el “Consenso de Washington”.

En el contexto de disolución del bloque soviético, es decir de un capitalismo triunfante, este programa de ajuste
estructural proponía: disciplina presupuestaria; cambios en las prioridades del gasto público, liberalización
financiera, especialmente de los tipos de interés, apertura a la entrada de inversiones extranjeras directas,
privatizaciones, desregulaciones.

Se impulsa reducir al Estado a su mínima expresión, ya que se postula que el sector privado gestiona más
eficientemente, o sea que el Estado debe ser un mero facilitador de los negocios del sector privado.

La crítica central dirigida a las políticas inspiradas en el Consenso e implementadas por el Fondo Monetario
Internacional fue el haber excluido completamente la cuestión de la equidad, la problematización de la
desigualdad.

En Argentina, la política llevada adelante por el gobierno del presidente Menem se inscribe entre las impulsadas
por el Consenso de Washington, es la segunda ola neoliberal. A partir de la presencia del ministro Domingo F.
Cavallo se implementa el plan de convertibilidad (equivalencia 1$ = 1U$D), privatizaciones de empresas
estatales (YPF, Aerolíneas Argentinas, las distribuidoras de Gas, Electricidad y Agua entre las más importantes)
y del sistema jubilatorio pasando al sistema Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP), se
flexibilizaron las leyes laborales para favorecer la competitividad, se desreguló el ingreso de capitales
especulativos y se abrieron las importaciones. Durante el primer tramo de la gestión se produjo una
estabilización de precios pero también crecía el déficit y la deuda externa; la desempleo alcanzó el 18%, nivel
muy conflictivo socialmente. La recesión y la crisis de endeudamiento se profundizaron y en enero de 2001 se
anunció un “blindaje” de 20.000 millones de dólares aportados por el FMI y otras fuentes de financiamiento
público a fin de garantizar el repago de deudas e intereses para ese año.

Sin embargo, los retiros de fondos de los Bancos fue creciendo durante el 2001 debido a una fuerte desconfianza
en la gestión económica de dólares. El retiro de los depósitos por desconfianza en un programa económico aún
más recesivo puso a los Bancos en incapacidad de hacer frente a las demandas y lleva a Cavallo a la decisión del
‘Corralito’, medida de impedimento de disposición de los depósitos por parte de sus titulares y que dispara, en el
marco de una situación social insostenible, las revueltas de fines de Diciembre frente a las cuales la Alianza
abandona el gobierno.

Los procesos Progresistas Populares

En Argentina los gobiernos de Néstor Kirchner desde el 2003 y Cristina Kirchner desde el 2007, llevaron
adelante políticas de inclusión social fundada en un modelo productivista y de redistribución de la renta,
especialmente la renta agraria y minera.

Estos gobiernos, el kirchnerista, el de Lula da Silva, entre otros, llevaron adelante políticas coordinadas -para
salir de la profunda crisis regional, resultado de las lógicas administrativas neoliberales- impulsando modelos
productivistas y de cooperación regional, de autonomía -frente a las estrategias impulsadas por EEUU-, de
defensa de los Derechos Humanos, de inclusión y de respeto a la diversidad. En este período se relanzó el
Mercosur, se creó la UNASUR cuyos objetivos fueron fortalecer la identidad y soberanía de los pueblos de
América del Sur y se propuso la creación del Banco del Sur.

El modelo nacional y popular en Argentina: el período de los gobiernos kirchneristas (2003- 2015)

Después de un período de convulsión política, declaración de ‘default’ de la deuda externa y nuevos hechos
represivos se llama a elecciones en 2003 en las que resulta electo el presidente Néstor Kirchner, que inicia una
etapa caracterizada por un nuevo patrón de crecimiento basado en el mercado interno y la redistribución del
ingreso en favor de los trabajadores. Se abre así una etapa de expansión de la economía de 2003 a 2008, el
empleo, la jubilación.

A partir del 2008, debido al conflicto interno por la renta agraria conocido como la disputa por las “retenciones”
y la crisis internacional de las “hipotecas” la peor crisis global desde la caída de la Bolsa en 1929, se inicia un
período de menor crecimiento debido en parte a las características de la estructura industrial de nuestro país,
dependiente de las importaciones y a la crisis del modelo energético.

En esa etapa, como forma de sortear las limitaciones generadas por la crisis, se sancionaron leyes que
fortalecieron el rol del Estado en el manejo de los recursos como la nacionalización de los fondos previsionales
que estaban desde los años `90 en manos de empresas privadas, las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y
Pensiones (AFJP) y la creación de Fondo de Garantía de Sustentabilidad del sistema previsional que posibilitó la
progresiva recuperación de la capacidad adquisitiva de las jubilaciones a partir de dos actualizaciones anuales
fijadas por la ley 26417 del año 2008. Ese mismo año se nacionaliza Aerolíneas Argentinas y en 2012 el Estado
recupera el 51 % de las acciones de YPF. Por otra parte otro conjunto de leyes de este período tienden a la
democratización y la ampliación de derechos como la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en 2009,
las Leyes de matrimonio igualitario y de Salud Mental en 2010 y la Ley de Identidad de Género en 2012.

Un capítulo aparte merece la política de desendeudamiento encarada por los gobiernos kirchneristas que en el
canje 2005. En las negociaciones con los tenedores de bonos, obtuvo una importante quita de deuda ya que
accedieron a este acuerdo el 92,4 % de los acreedores. Sin embargo, un reducido grupo conocidos como “fondos
buitres”, no acordó y apeló en la justicia de EEUU, donde el Juez Griesa dio la razón a los bonistas que
exigieron el pago de la totalidad de los valores. El gobierno argentino no aceptó entonces y siguió las
negociaciones quedando la resolución en manos del gobierno que se inició en 2015.

En enero de 2006, el presidente Néstor Kirchner decidió cancelar en un solo pago la deuda que la Argentina
mantenía con el Fondo Monetario Internacional por más de 9800 millones de dólares para poder de ese modo
evitar la injerencia del organismo multilateral de crédito en las decisiones soberanas del Estado y en la
economía argentina en recuperación.

El regreso del Neoliberalismo en la región y la rearticulación de los intereses de las oligarquías locales en línea
con EEUU

La multiplicación de gobiernos latinoamericanos que respondían a los intereses nacionales y populares y las
estrategias de unidad que se dieron a principios del siglo XXI fue resistida por las derechas locales y los centros
de poder, en particular EEUU.

A nivel internacional, la alianza entre de Brasil, Rusia, China y Sudáfrica (BRICS) dio lugar a una alternativa
multipolar a la primacía norteamericana en el mercado mundial, los EEUU inician una ofensiva contra los
gobiernos populares de América Latina, en particular Brasil en el marco de la guerra comercial que declara a
estas economías emergentes.

En esta avanzada contra los gobiernos populares, los intereses económicos, la búsqueda de ganancias de los
centros financieros internacionales ha operado desde dos ejes, judicial y mediático.

Ya no producen golpes militares, algunos autores hablan de golpes blandos, otros de guerra judicial. La
persecución judicial a los líderes nacionales y populares es una constante, se los condena, encarcela cuando
resultan peligrosos a sus intereses. Dilma Rousseff fue destituida de la presidencia de Brasil en 2016. El
expresidente de Brasil Lula Da Silva fue condenado y permanece en prisión con el objetivo de alejarlo de la
arena política, Cristina Fernandez de Kirchner en Argentina es perseguida judicialmente.

Los grandes grupos de comunicación masivos socavaron sistemáticamente a estas figuras durante años,
deslegitimaron a sus gobiernos con expresiones destinadas a estigmatizar como, “populismo”, “corrupción” “se
robaron todo”; sobre ese sentido común instalado mediáticamente la justicia pudo avanzar con causas
inconsistentes sino ilegales generando así el consenso necesario para las nuevas formas de persecución y
proscripción políticas producidas en la región. Estas son las condiciones de la restauración de un orden
neoliberal que abre las puertas a una nueva ola de sometimiento al capital financiero internacional en nuestros
países.

La tercera ola neoliberal en Argentina

Siguiendo la línea de análisis de Aldo Ferrer (2012), la llegada de la alianza Cambiemos al gobierno en 2015
abre la tercera etapa en la construcción del Estado neoliberal en Argentina.

Esta situación es inédita en la historia del país, por primera vez los sectores dominantes accedieron al control del
Estado con partido propio y por voto democrático. Este acontecimiento representa un giro en la forma de
concebir el Estado, al pasar de un gobierno nacional y popular a otro de carácter neoliberal.

El primero puso énfasis en el crecimiento económico y la redistribución del ingreso en favor de los asalariados.
El segundo, la gestión Cambiemos, basa su política en dos ejes: en primer lugar transformar la estructura estatal
conformada durante el kirchnerismo dejándola en manos de sectores oligopólicos. En segundo término poner en
marcha un proceso de ajuste económico: devaluación e incremento de tarifas; cuyo resultado es la caída del
salario real.

Desde esta posición se tomaron una serie de medidas ortodoxas para liberalizar el mercado de capitales. Entre
ellas, la eliminación de las restricciones para la compra y venta de moneda extranjera, desregulación del mercado
financiero y los movimientos de capitales, apertura de las importaciones, eliminación de restricciones a la venta
de granos y carnes y de los derechos de exportación, reducción de los subsidios y fuerte aumento de las tarifas de
gas, electricidad, agua, transporte.

Con el fin de “racionalizar” los gastos del Estado se produjeron despidos en el sector público durante los
primeros meses de gobierno al mismo tiempo que se intentó contener y poner tope a las paritarias. Para acceder
al mercado financiero internacional, vale decir al crédito, el gobierno postuló la necesidad de acordar con los
“fondos buitre”. Ese porcentaje de poco más del 7% de acreedores que no había accedido al pago con quita
negociado por el gobierno anterior y reclamaba cobrar la totalidad de la deuda.
Este conjunto de medidas implica un ajuste y realineamiento de la economía argentina al mercado mundial, que
se produce a partir del pago a los llamados “fondos buitre” y el inicio de un nuevo ciclo de endeudamiento
externo cuyo último eslabón es un acuerdo con el FMI en 2018.

Si bien los anuncios del gobierno proponían como objetivos de su política económica bajar la inflación y
establecer condiciones para la llegada de inversiones, las medidas tomadas no permitieron cumplirlos. Por el
contrario, como consecuencia de dichas medidas, se produjo una fuerte contracción de la actividad económica,
en 2016 el PBI cayó el 2,3% por el descenso de la producción industrial y de la actividad comercial. Con el gran
incremento de las tarifas y la persistencia de la inflación se produjo una elevada caída del salario real. A estos
signos de deterioro de las condiciones de vida de los asalariados debemos agregar el hecho de que la tasa de
desocupación trepó al 8,5%.

Estas medidas, conjugadas con la valorización financiera del capital, según la cual para retener capitales se
ofrecen altas tasas de interés, y por otra parte se emiten letras del tesoro como las Lebacs que se compran, se
cambian por dólares, y se “fugan” evidencian que la actividad económica que se prioriza es la que en los noventa
se llamó “bicicleta financiera” en detrimento del capital productivo. Esta lógica financiera no hace posible la
acumulación de capitales en el país.

Debemos tener en cuenta que esos grupos, más allá de su lugar de residencia, manejan sus capitales fuera del
territorio, por lo que no dinamizan los circuitos económicos internos, al contrario, como vemos, empobrecen a la
sociedad y desfinancian al Estado.

Los dólares que llegaron no se destinaron a obras de infraestructura o a inversiones para el desarrollo productivo
sino para disminuir el déficit fiscal, entraron al circuito financiero y volvieron a salir, generando una cadena de
endeudamiento continuo hasta desembocar en la solicitud de un préstamo al FMI en 2018.

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