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Seminario de investigación en novela colombiana del siglo XIX.

Samuel Arturo Puerto

Tránsito, la instrumentalización de la novela dentro de la Regeneración

En Tránsito Luis Segundo de Silvestre se permite condensar una visión esperanzadora y


transformadora de la nación colombiana y del panorama social que se vivía luego de las
reformas radicales liberales. La figura de Silvestre estuvo asociada fuertemente a la política
y el periodismo, siendo este último campo el que le permitió rodearse de figuras que
sabrían guiarlo tanto literaria como políticamente y entre los que destacan Vergara y
Vergara José Joaquín Ortiz y Miguel Antonio Caro. Estas dos ultimas presencias permiten
entender la visión que primaba en el proyecto de nación que defendía Silvestre, férreo
defensor de la doctrina católica e impulsador de las ideas regeneracionistas. Además de
Tránsito que fue la única novela de Silvestre, escribió también algunos cuentos y relatos
entre los que destacan El alojado y Un par de pichones.

Bajo esta clave de lectura es que Tránsito se presenta como una obra que, inicialmente,
parece adherirse a la tradición de novelas como Manuela y María, pero al adentrarse dentro
de la obra se puede ver como la novela empieza a distanciarse de la problematización social
y política que autores como Díaz o Isaacs plantaban frente a los proyectos de nación que se
habían tratado de implementar hasta la época. El gesto de Silvestre si bien tiene el germen
reaccionario y problematizador elige un tono fuertemente nostálgico en su manera de
caracterizar y representar la sociedad y el territorio. Al poner en dialogo el momento en que
la llamada Regeneración empieza a desarrollarse en Colombia con el surgimiento de
novelas como la de Silvestre se empieza a observar como este juego con la nostalgia y el
deseo de unir las maneras y costumbres de la población a una doctrina católica como
condición misma de la humanidad se empiezan a poner al servicio de un proyecto político
y social de nación de fuerte carácter tradicional que confluyó con el ascenso al poder de
figuras como Rafael Núñez o Miguel Antonio Caro. El autor no cierra ni niega las
problemáticas que afectan al territorio, estas se centran ahora en el problema de la
transición de un estado sumido en un sistema feudal heredado de la colonia del cual la
naciente nación no se ha podido separar ni dar respuesta, pero no ya con un tono
desencantado sino buscando reivindicación esperanzadora del territorio abrazando un
regreso a las costumbres católicas como base de el buen convivir y el buen hacer.

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