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RESEÑA CRÍTICA:
LOS DE ABAJO
Mariano Azuela
Autor: Eugenio Farini Piñeyroa
2
Treinta años antes de la Revolución Mexicana, Porfirio Díaz gobernó bajo una dictadura
(1876-1911) en la cual hubo progresos derivados de la extracción petrolífera. El país modernizó
su red ferroviaria y pudo acercarse a la modernización. Sin embargo, se da un problema en el
reparto de la tierra, ya que en 1890 Díaz incentiva la parcelación de las tierras comunales, lo que
produce que muchos campesinos, en especial indígenas, pierdan territorio y tengan que trabajar
de peones en las nuevas haciendas de los terratenientes: «Lo primero que hay que señalar es que
la Revolución Mexicana fue, en esencia, un profundo movimiento agrario, pero que no comenzó
ni terminó como tal. Sus inicios fueron particularmente modestos y limitados: nació como un
movimiento antirreeleccionista liberal contra la larga dictadura de Porfirio Díaz»3. No obstante,
la agitación del país no decayó porque aún la tierra pertenecía a unos pocos mexicanos criollos
que ejercían al poder de forma no muy distinta a la época colonial: «un país en manos de una
próspera burguesía, con ideales y gustos europeizantes, indiferente a la tremenda desigualdad en
la que vivía la masa campesina, cuyo trabajo contribuía precisamente a esa riqueza»4.
Aquí subyace un problema mucho más profundo y de raíces que se remontan a la época
colonial. En países latinoamericanos con grandes poblaciones nativas de indígenas, se han dado
1
Bellini, 1997, p. 447.
2
Paz, 2015, p. 7
3
Oviedo, 2001, p. 155.
4
Bellini, 1997, p. 155.
3
ciertas estructurales duales de ricos y pobres, blancos e indígenas, etc. Como se verá, en la novela
se ven de forma clara estos esquemas maniqueos. La adaptación de las diversas poblaciones crea
diversos roces sociales: «La tensión constitutiva de América Latina, sobre todo de países como
México, Bolivia, Guatemala y Perú, está habitada por la disputa o la mezcla entre una cultura
vernácula, tradicional, indígena, autóctona, mestiza, y un proyecto modernizador, racionalista,
liberal, desarrollista, cepalino, neoliberal»5. El contexto está marcado por un profundo conflicto
civilizatorio de larga data. Además, hubo dos extensas sequías dos años antes de la caída de la
dictadura, lo que creó el calvo de cultivo para el estallido revolucionario.
Los de abajo es una novela breve. Busca ceñirse al hecho histórico y está narrada por un
narrador testigo en tercera persona. No existen acá las complejidades sintácticas barrocas de
Carpentier o la reflexión filosófica del tiempo y la memoria como en Borges. La obra solo se
aproximaría a Doña Bárbara de Rómulo Gallegos por dar cierto protagonismo a los peones de
una hacienda. La sencillez de lenguaje podría aproximarnos a los últimos dos ciclos de la poesía
de Neruda por la construcción de un discurso social que busca movilizar masas, pero tampoco
usa un lenguaje surrealista. Es una obra típica de lo que se conoce como las novelas de la
revolución. Historia breve, casi como una nouvelle, con legibilidad expresiva propia de las hablas
coloquiales mexicanas.
5
Subercaseaux, 2016, p. 133.
6
Subercaseaux, 2016, p. 131.
7
Arranz, 1998, p. 23.
4
qué no los mato, y Macías responde; «—¡Seguro que no les tocaba todavía! »8. Macías reúne
todas las cualidades del revolucionario mexicano, no muestra nerviosismo ante ninguna situación
de peligro y entiende de que hay momentos concretos para ajustar todas las deudas pertinentes.
Se puede entender de que no existe un propósito didáctico en la novela, más bien se nos
narra un desencanto de la revolución y de sus procesos. No se añoran ni se comparten los ideales
políticos de la dictadura de Díaz, pero tampoco se glorifica el proceso venidero. La novela muestra
a los personajes en su contexto histórico como lo haría una novela realista decimonónica.
Tampoco es una novela de estas al uso. En la fecha de publicación de Los de abajo muchos
escritores latinoamericanos estaban concentrados en la vanguardia y en los juegos del lenguaje
poéticos.
El contexto mexicano entre 1911 y 1917 incluye una revolución que posteriormente se
constituyó en régimen político. Este nuevo régimen tiene una necesidad poderosa de crear un
tejido intelectual que avalara las maniobras revolucionarias. A diferencia de otros movimientos,
como el barroco del siglo de oro, que se les añaden membretes luego de muchos años o décadas,
el membrete de Literatura de la Revolución ya es un hecho en los años veinte. En 1924, luego de
una célebre polémica en donde se acusa al grupo de los poetas contemporáneos de ser poco
masculinos, y en medio de una polémica sobre la existencia o no de una auténtica literatura
nacional de México, se propuso como modelo Los de abajo de Mariano Azuela. El crítico fue
Francisco Monterde en su célebre ensayo Existe una literatura mexicana viril. Es a partir de ese
momento cuando comenzarán a editarse toda una serie de novelas, cuentos, etc. cuyo eje temático
gira en torno a la Revolución tanto en su etapa armada como en su etapa institucional.
8
Azuela, 2018, p. 15.
9
Oviedo, 2001, p. 156.
5
clásicos de la literatura latinoamericana. Todos los escritores destacados del país como Juan
Rulfo, Carlos Fuentes, Elena Poniatowska y Octavio Paz se han referido con entusiasmo al aporte
de la novela breve y ellos mismos han ambientado obras de todo tipo en ese período. Su posterior
éxito, no obstante, no puede hacernos olvidad de un hecho determinante: «Es importante tener en
cuenta que el “redescubrimiento” del libro lo coloca en un contexto histórico marcadamente
distinto del que existía cuando fue escrito y que el texto original quedó olvidado para la gran
mayoría de quienes examinaron y discutieron la obra con una pasión que no cedió sino en la
década de los cuarenta»10.
La violencia se palpa a cada momento en la novela, porque si bien hay discusión sobre si
Azuela escribe para que la obra sea fiel reflejo de la revolución, lo que no se discute es la
alternancia de los esquemas de violencia y muerte, produciendo en el lector siempre una sensación
de que la narración está lejos de tener una pausa larga: «Los esquemas temáticos de violencia y
muerte se suceden de modo ininterrumpido durante toda la novela, haciéndose —
paradójicamente— sinónimos de vida. Es decir, para el grupo de Macías, la necesidad, perentoria
y vital, es a su vez conciencia de un doloroso existir del cual en ningún momento pueden
sustraerse»11. La violencia psicológica llega a límites máximos cuando Macías y sus hombres
irrumpen en la casa de Don Mónico y preguntan a las mujeres por riquezas para el robo. La actitud
de Macías, irónica y sin tener aparente empatía por todo lo que sucede acentúa el conflicto moral
que en última instancia se le atribuye a la novela de la Revolución Mexicana como dispositivo
ideológico de un tiempo determinado.
Así se puede cuajar ya una idea de la tensión entre la historia real de los sucesos acaecidos
en la revolución mexicana y la obra literaria que los refleja no como un relato histórico de corte
10
Oviedo, 2011, p. 164.
11
Arranz, 1998, p. 25.
12
Arranz, 1998, p. 28.
6
objetivista, sino como un síntoma de la crisis moral y de la imposibilidad aparente de una paz
social que se instale de una forma definitiva en el territorio mexicano.
En la literatura hispanoamericana, la idea del tiempo como algo cíclico es algo que se
manifiesta de diversas formas. Carpentier intenta reproducir en El reino de este mundo esta
concepción circular propia de los indígenas haitianos en los tiempos críticos de la descolonización
de la isla. Por su parte, Borges en los cuentos de El Aleph instala en reiteradas ocasiones la idea
circular del tiempo, como en el cuento Los téologos, cuando citando el fragmento de la Civita dei
de San Agustín que se salvó del fuego que menciona que Platón prometió volver a enseñar en la
academia a los mismos alumnos en un tiempo determinado en el futuro. No es evidente la idea
del tiempo como línea recta en Los de abajo. A diferencia de los autores mencionados, el presente
histórico para Azuela es inmediato, es el que le ha tocado vivir, por lo tanto, no es una novela de
reconstrucción histórica. Su consagración como libro de culto, de la revolución, es algo tardío,
pero la novela relata una ficción en el mismo tiempo en que los hechos históricos se presentan.
No es en absoluto una narración en diferido. Narración literaria, artística y hechos históricos se
funden en el inconsciente del escritor, y así proyecta el imaginario colectivo de la sociedad
mexicana, la cual vive con intensidad estos procesos cíclicos.
Para concluir la idea histórica de la novela, Azuela pone en boca de un personaje sus
propios planteamientos, algo que cualquier mexicano o persona versada en los hechos históricos
reconocería: «La mejor definición de la violencia como parte del Imaginario mejicano la porta un
personaje de la propia novela, el desengariado Solis cuando se sincera con Luis Cervantes al
hablar del verdadero significado de la Revolución y la barbarie que conlleva. El lector conoce
sobradamente que es Azuela quien habla».13
Los de abajo es la obra cumbre de Mariano Azuela. Narra de forma fragmentaria los
periplos de Demetrio Macías y sus hombres. La novela se centra en la violencia, en la muerte,
pero nos anima a ver las complejidades del imaginario colectivo de sus habitantes. Es por eso por
lo que se concluye con la siguiente cita de Octavio Paz, la cual deja bastante claro los diversos
pliegues de la sociedad mexicana y sus avatares más inmediatos: «En nuestro territorio conviven
no sólo distintas razas y lenguas, sino varios niveles históricos. Hay quienes viven antes de la
historia; otros, como los otomíes, desplazados por sucesivas invasiones, al margen de ella. Y sin
acudir a estos extremos, varias épocas se enfrentan, se ignoran o se entre devoran sobre una misma
tierra o separadas apenas por unos kilómetros»14.
13
Arranz, 1998, p. 29.
14
Paz, 2015, p. 9.
7
BIBLIOGRAFÍA
Paz, Octavio. El laberinto de la soledad, Ed. Enrico Mario Santí, Madrid, Cátedra Letras
Hispánicas, 2015 [1950]