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RESEÑA CRÍTICA:

LOS DE ABAJO
Mariano Azuela
Autor: Eugenio Farini Piñeyroa
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HISTORIA Y FICCIÓN EN LOS DE ABAJO DE MARIANO AZUELA

Los de abajo (1915) de Mariano Azuela (1873-1952) es considerada por la crítica la


novela más importante de la literatura de la revolución mexicana.: «Es esta la novela de la
Revolución por excelencia, animada por episodios de barbarie y sangre, trágicamente épica en el
espíritu desesperado de todo un pueblo que se lanza a la guerra»1. El hecho histórico y el relato
de ficción en esta obra se mezclan y pareciera ser que el segundo elemento es el reflejo artístico
del primero. Para poder comprender bien el contexto político, económico y social donde se
incardina esta breve novela realista, narrada en tercera persona con narrador testigo y en donde
se abandona todo artificio sintáctico y descriptivo para centrarse en los diálogos de los personajes,
es necesario resumir algunos datos previos a la revolución, para poder tomar mejor lección de la
importancia de la novela de Azuela. Lo primero que sería importante destacar es que muchos
intelectuales mexicanos, la revolución es un matiz complejo, digno de cuidado y en donde la
comprensión de lo real requiere presencia activa. Así lo destaca Octavio Paz al comienzo de El
laberinto de la soledad: «La preocupación por el sentido de las singularidades de mi país, que
comparto con muchos, me parecía hace tiempo superflua y peligrosa. En lugar de interrogarnos a
nosotros mismos, ¿no sería mejor crear, obrar sobre una realidad que no se entrega al que la
contempla, sino al que es capaz de sumergirse en ella?»2

Treinta años antes de la Revolución Mexicana, Porfirio Díaz gobernó bajo una dictadura
(1876-1911) en la cual hubo progresos derivados de la extracción petrolífera. El país modernizó
su red ferroviaria y pudo acercarse a la modernización. Sin embargo, se da un problema en el
reparto de la tierra, ya que en 1890 Díaz incentiva la parcelación de las tierras comunales, lo que
produce que muchos campesinos, en especial indígenas, pierdan territorio y tengan que trabajar
de peones en las nuevas haciendas de los terratenientes: «Lo primero que hay que señalar es que
la Revolución Mexicana fue, en esencia, un profundo movimiento agrario, pero que no comenzó
ni terminó como tal. Sus inicios fueron particularmente modestos y limitados: nació como un
movimiento antirreeleccionista liberal contra la larga dictadura de Porfirio Díaz»3. No obstante,
la agitación del país no decayó porque aún la tierra pertenecía a unos pocos mexicanos criollos
que ejercían al poder de forma no muy distinta a la época colonial: «un país en manos de una
próspera burguesía, con ideales y gustos europeizantes, indiferente a la tremenda desigualdad en
la que vivía la masa campesina, cuyo trabajo contribuía precisamente a esa riqueza»4.

Aquí subyace un problema mucho más profundo y de raíces que se remontan a la época
colonial. En países latinoamericanos con grandes poblaciones nativas de indígenas, se han dado

1
Bellini, 1997, p. 447.
2
Paz, 2015, p. 7
3
Oviedo, 2001, p. 155.
4
Bellini, 1997, p. 155.
3

ciertas estructurales duales de ricos y pobres, blancos e indígenas, etc. Como se verá, en la novela
se ven de forma clara estos esquemas maniqueos. La adaptación de las diversas poblaciones crea
diversos roces sociales: «La tensión constitutiva de América Latina, sobre todo de países como
México, Bolivia, Guatemala y Perú, está habitada por la disputa o la mezcla entre una cultura
vernácula, tradicional, indígena, autóctona, mestiza, y un proyecto modernizador, racionalista,
liberal, desarrollista, cepalino, neoliberal»5. El contexto está marcado por un profundo conflicto
civilizatorio de larga data. Además, hubo dos extensas sequías dos años antes de la caída de la
dictadura, lo que creó el calvo de cultivo para el estallido revolucionario.

De todo ello, resulta necesario profundizar ahora en el concepto de lo que es un


imaginario. Ya que es necesario interiorizar todos los elementos de corte antropológico que se
dan todos los pueblos y sociedades: «Un imaginario es, como su nombre lo indica, un hecho
mental, a la vez individual y colectivo, un sistema de representaciones, una realidad de
pensamiento que no reproduce el mundo real, sino que es una proyección paralela que induce a
pautas de acción»6 y en donde opera el inconsciente colectivo: «este pervive bajo la apariencia de
imágenes primarias en el inconsciente de la humanidad desde tiempos arcanos y se repite con
similares características en los sueños y ensoñaciones de cada grupo humano»7.

Los de abajo es una novela breve. Busca ceñirse al hecho histórico y está narrada por un
narrador testigo en tercera persona. No existen acá las complejidades sintácticas barrocas de
Carpentier o la reflexión filosófica del tiempo y la memoria como en Borges. La obra solo se
aproximaría a Doña Bárbara de Rómulo Gallegos por dar cierto protagonismo a los peones de
una hacienda. La sencillez de lenguaje podría aproximarnos a los últimos dos ciclos de la poesía
de Neruda por la construcción de un discurso social que busca movilizar masas, pero tampoco
usa un lenguaje surrealista. Es una obra típica de lo que se conoce como las novelas de la
revolución. Historia breve, casi como una nouvelle, con legibilidad expresiva propia de las hablas
coloquiales mexicanas.

En el arranque de la novela, Demetrio Macías es advertido por su esposa de que los


federales vienen a buscarlo al advertir a su perro que ladraba de forma no usual. Azuela nos
reproduce la atmósfera de los días de la revolución. Las zonas rurales de México, donde sucedía
algo similar a al llano venezolano que describe Rómulo Gállegos: la ley parece mantenerse allí
por la acción del más fuerte, Al enterarse los bandoleros que han entrado en la propiedad de
Macías, hacen la reverencia pertinente ya que el es famoso en toda la zona y no desean airearlo.
Al final del primer capítulo, cuando los bandoleros abandonan su casa le pregunta su mujer por

5
Subercaseaux, 2016, p. 133.
6
Subercaseaux, 2016, p. 131.
7
Arranz, 1998, p. 23.
4

qué no los mato, y Macías responde; «—¡Seguro que no les tocaba todavía! »8. Macías reúne
todas las cualidades del revolucionario mexicano, no muestra nerviosismo ante ninguna situación
de peligro y entiende de que hay momentos concretos para ajustar todas las deudas pertinentes.

Se puede entender de que no existe un propósito didáctico en la novela, más bien se nos
narra un desencanto de la revolución y de sus procesos. No se añoran ni se comparten los ideales
políticos de la dictadura de Díaz, pero tampoco se glorifica el proceso venidero. La novela muestra
a los personajes en su contexto histórico como lo haría una novela realista decimonónica.
Tampoco es una novela de estas al uso. En la fecha de publicación de Los de abajo muchos
escritores latinoamericanos estaban concentrados en la vanguardia y en los juegos del lenguaje
poéticos.

La crítica tiene bastante desacuerdo en considerarla como un texto propio de la


revolución, aunque insiste en un desencanto moral. Se alude siempre al hecho histórico de que al
dejar el poder el dictador, Madero asume la presidencia y enfoca su breve período en un régimen
liberal, lo que provocará demasiados desacuerdos entre los cabecillas revolucionarios: «El líder
campesino Emiliano Zapata planteó, en Morelos, una demanda básica: la reforma de la tenencia
de la tierra, y así la Revolución mostró sus verdaderas raíces»9. El problema parece ser moral por
el reparto injusto de la tierra y las desigualdades sociales que esto acarreaba, por eso Madero
fracasará como Díaz en poner fin a los episodios de sangre y barbarie. El descontento de las masas
de indígenas por no poseer tierras propias para la labranza puso en relieve el enorme problema
histórico que tenía México; una deuda pendiente con su propia historia como nación.

El contexto mexicano entre 1911 y 1917 incluye una revolución que posteriormente se
constituyó en régimen político. Este nuevo régimen tiene una necesidad poderosa de crear un
tejido intelectual que avalara las maniobras revolucionarias. A diferencia de otros movimientos,
como el barroco del siglo de oro, que se les añaden membretes luego de muchos años o décadas,
el membrete de Literatura de la Revolución ya es un hecho en los años veinte. En 1924, luego de
una célebre polémica en donde se acusa al grupo de los poetas contemporáneos de ser poco
masculinos, y en medio de una polémica sobre la existencia o no de una auténtica literatura
nacional de México, se propuso como modelo Los de abajo de Mariano Azuela. El crítico fue
Francisco Monterde en su célebre ensayo Existe una literatura mexicana viril. Es a partir de ese
momento cuando comenzarán a editarse toda una serie de novelas, cuentos, etc. cuyo eje temático
gira en torno a la Revolución tanto en su etapa armada como en su etapa institucional.

El descubrimiento algo tardío de la novela no ralentizó ni el interés de los intelectuales


mexicanos venideros ni su proyección internacional. La novela es citada ahora como uno de los

8
Azuela, 2018, p. 15.
9
Oviedo, 2001, p. 156.
5

clásicos de la literatura latinoamericana. Todos los escritores destacados del país como Juan
Rulfo, Carlos Fuentes, Elena Poniatowska y Octavio Paz se han referido con entusiasmo al aporte
de la novela breve y ellos mismos han ambientado obras de todo tipo en ese período. Su posterior
éxito, no obstante, no puede hacernos olvidad de un hecho determinante: «Es importante tener en
cuenta que el “redescubrimiento” del libro lo coloca en un contexto histórico marcadamente
distinto del que existía cuando fue escrito y que el texto original quedó olvidado para la gran
mayoría de quienes examinaron y discutieron la obra con una pasión que no cedió sino en la
década de los cuarenta»10.

La violencia se palpa a cada momento en la novela, porque si bien hay discusión sobre si
Azuela escribe para que la obra sea fiel reflejo de la revolución, lo que no se discute es la
alternancia de los esquemas de violencia y muerte, produciendo en el lector siempre una sensación
de que la narración está lejos de tener una pausa larga: «Los esquemas temáticos de violencia y
muerte se suceden de modo ininterrumpido durante toda la novela, haciéndose —
paradójicamente— sinónimos de vida. Es decir, para el grupo de Macías, la necesidad, perentoria
y vital, es a su vez conciencia de un doloroso existir del cual en ningún momento pueden
sustraerse»11. La violencia psicológica llega a límites máximos cuando Macías y sus hombres
irrumpen en la casa de Don Mónico y preguntan a las mujeres por riquezas para el robo. La actitud
de Macías, irónica y sin tener aparente empatía por todo lo que sucede acentúa el conflicto moral
que en última instancia se le atribuye a la novela de la Revolución Mexicana como dispositivo
ideológico de un tiempo determinado.

A partir de este punto, se localiza como parte de la idiosincrasia mexicana el hecho de


tener a sus poblaciones en constantes guerras tribales intestinas. Este hecho incluso se rastrea en
el comportamiento de los aztecas mucho antes de la llegada de Cortés a Tenochtitlán. Esas luchas
precolombinas se homologan a las luchas de los bandos revolucionarios, como hechos
concatenados de una historia cíclica que se repite una y otra vez. El hecho es llamativo para
alguien no familiarizado con la idiosincrasia del país norteamericano, pero no deja de ser una idea
que aparece tanto en manuales de literatura hispanoamericana como en diversos artículos
académicos: «Hay una constante cíclica; de hecho, Azuela nos revela a veces esa herencia, en una
reivindicación de la tradición —"El viejo levanta su cara indígena llena de arrugas y sin una
cana"— mediante trazos implícitos en los hechos que se nos narran, ese quedarse sin decidirse
nunca a marcharse»12.

Así se puede cuajar ya una idea de la tensión entre la historia real de los sucesos acaecidos
en la revolución mexicana y la obra literaria que los refleja no como un relato histórico de corte

10
Oviedo, 2011, p. 164.
11
Arranz, 1998, p. 25.
12
Arranz, 1998, p. 28.
6

objetivista, sino como un síntoma de la crisis moral y de la imposibilidad aparente de una paz
social que se instale de una forma definitiva en el territorio mexicano.

En la literatura hispanoamericana, la idea del tiempo como algo cíclico es algo que se
manifiesta de diversas formas. Carpentier intenta reproducir en El reino de este mundo esta
concepción circular propia de los indígenas haitianos en los tiempos críticos de la descolonización
de la isla. Por su parte, Borges en los cuentos de El Aleph instala en reiteradas ocasiones la idea
circular del tiempo, como en el cuento Los téologos, cuando citando el fragmento de la Civita dei
de San Agustín que se salvó del fuego que menciona que Platón prometió volver a enseñar en la
academia a los mismos alumnos en un tiempo determinado en el futuro. No es evidente la idea
del tiempo como línea recta en Los de abajo. A diferencia de los autores mencionados, el presente
histórico para Azuela es inmediato, es el que le ha tocado vivir, por lo tanto, no es una novela de
reconstrucción histórica. Su consagración como libro de culto, de la revolución, es algo tardío,
pero la novela relata una ficción en el mismo tiempo en que los hechos históricos se presentan.
No es en absoluto una narración en diferido. Narración literaria, artística y hechos históricos se
funden en el inconsciente del escritor, y así proyecta el imaginario colectivo de la sociedad
mexicana, la cual vive con intensidad estos procesos cíclicos.

Para concluir la idea histórica de la novela, Azuela pone en boca de un personaje sus
propios planteamientos, algo que cualquier mexicano o persona versada en los hechos históricos
reconocería: «La mejor definición de la violencia como parte del Imaginario mejicano la porta un
personaje de la propia novela, el desengariado Solis cuando se sincera con Luis Cervantes al
hablar del verdadero significado de la Revolución y la barbarie que conlleva. El lector conoce
sobradamente que es Azuela quien habla».13

Los de abajo es la obra cumbre de Mariano Azuela. Narra de forma fragmentaria los
periplos de Demetrio Macías y sus hombres. La novela se centra en la violencia, en la muerte,
pero nos anima a ver las complejidades del imaginario colectivo de sus habitantes. Es por eso por
lo que se concluye con la siguiente cita de Octavio Paz, la cual deja bastante claro los diversos
pliegues de la sociedad mexicana y sus avatares más inmediatos: «En nuestro territorio conviven
no sólo distintas razas y lenguas, sino varios niveles históricos. Hay quienes viven antes de la
historia; otros, como los otomíes, desplazados por sucesivas invasiones, al margen de ella. Y sin
acudir a estos extremos, varias épocas se enfrentan, se ignoran o se entre devoran sobre una misma
tierra o separadas apenas por unos kilómetros»14.

13
Arranz, 1998, p. 29.
14
Paz, 2015, p. 9.
7

BIBLIOGRAFÍA

Arranz, David, Azuela y el desasosegante imaginario de la violencia. Castilla: Estudios


de literatura, 23, 1998, pp. 23-42.

Bellini, Giuseppe, Nueva historia de la literatura hispanoamericana, Madrid, Cátedra.


1997.

Oviedo, José Miguel, Historia de la literatura hispanoamericana 3, De Borges al


presente, Madrid, Alianza, 2001.

____Historia de la literatura hispanoamericana 4, Postmodernismo, Vanguardia,


Regionalismo, Madrid, Alianza, 2001.

Paz, Octavio. El laberinto de la soledad, Ed. Enrico Mario Santí, Madrid, Cátedra Letras
Hispánicas, 2015 [1950]

Subercaseaux, Bernardo, Los de abajo: Revolución mexicana, desajuste y modernidad


esquiva, Literatura: teoría, historia, crítica, 18.2,2016, pp. 127-156.

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