Está en la página 1de 2

No es otro cuento de futbol

Todas las filas me recuerdan a ella, la forma de morderse las uñas, impaciente mientras contaba
cuantas personas teníamos delante, el tic en la rodilla mientras miraba por tercera vez el reloj en
menos de un minuto. Lo difícil de pensar en ella siempre es la última vez que la vi, sus manos
extendiéndose hacia mí, señalándome cubierta con esa sangre que más que roja parecía de todos
los colores.
Espero aquí en frente al campin a que abran las puertas para ver el partido, hace ya cinco años que
no lo abrían, desde esa noche en que la selección perdió la final del mundial de futbol y el país
supo irse por la alcantarilla. Natalia y yo nos íbamos a mudar al día siguiente, dos años de ires y
venires y por fin me había tomado por sorpresa con ese acento de recién levantada. Gordo toca
que hagas un inventario de zapatos antes de que Tobby se los coma todos y no tengas nada que
ponerte en mi casa.

La miré confundido sin saber muy bien si era una broma más.

- ¿Lo dices en serio Natalia Valentina de la Santísima Trinidad?


- No me lo preguntes dos veces que me lo pienso y me echo para atrás.

Evidentemente yo no cabía de la dicha, el arriendo me estaba abriendo una ulcera hacía ya un par
de meses y el anuncio además de un alivio era algo que yo deseaba pero que no había querido
tocar por miedo a espantarla. Nos abrazamos un rato largo hasta que Tobby se nos subió encima.
Un perrito pequeño que cargaba para arriba y para abajo como un peluche, un talismán peludo
que no paraba de quedarse estático mirándome, sin hacer nada. Siempre me pareció que había
algo de humano detrás de los ojos muertos del perro que no me dejaba estar tranquilo, en su
manera de babear mis zapatos o de custodiarla inmóvil siempre que entraba a cualquier parte,
como si presintiera lo que iba a pasar.

Dos días antes había jugado Colombia la semifinal y casi incendian el país, se hablaba de cifras de
heridos y de accidentes, lo más extraño se escuchaba por otras partes, que en el sur unos pelados
habían quemado un taxi con una parejita adentro, que los habían grabado hasta que quedaron
hechos una sola maza uniforme y chamuscada. Otros decían que habían visto gente corriendo
inconscientes por las calles con los ojos en blanco gritando frases sueltas, la gente subía videos,
compartía imágenes, unos decían que eran mentiras para desacreditar al gobierno o que algo nos
ocultaban, ya uno no sabía que creer.

Yo no le di tiempo a Natalia de dudar, no fuera y se echara para atrás con lo de la trasteada,


alquilé un paltón que debía pasar puntual a recoger las cajas y llevarnos rumbo a la felicidad.
Ese día Natalia salió del baño, dejando un rastro de huellas de agua que Tobby lamía una tras otra,
luego se puso ese vestidito azul de flores blancas que me gustaba tanto. Me ayudo a bajar un par
de cajas del trasteo, el perro como siempre detrás, como uno de eso marsupiales que andan
colgados todo el tiempo de sus madres.

- Lo llevo a la veterinaria y nos encontramos para terminar de guardar todo y dejar listo
para mañana.
- Me llamas cualquier cosa, voy a ir metiendo lo que pueda en cajas.
Me dio un beso y se fue dando salticos.

Mientras la fila avanza me fumo un cigarro y pienso de nuevo (aunque me lo haya prohibido hace
un tiempo) en cómo hubiesen sido las cosas si ese día hubiese ido con ella, si la hubiera
acompañado hasta abajo, a lo mejor solo unas cuantas palabras hubieran bastado.

- Vayamos mañana….
- Pidamos un taxi….
- Veamos una peli…

Pero no lo hice, me quedé ordenando mis vinilos y metiendo libros en cajas, la ciudad parecía
estar viva, sonaban alarmas pasaban grupos de gente con las caras pintadas pitando, golpeando
tambores, prendí el televisor que la mamá de Natalia me había regalado para que hiciera ruido de
fondo, una señora de traje decía que las calles principales iban a estar militarizadas para evitar
desmanes. Natalia había salido ya hacia un rato y nunca revisaba el celular, le timbré un par de
veces, pero nada. Seguí ordenando, pero la cabeza se me iba en pensar si estaba todo bien, el
partido empezaba en la tarde aún quedaban un par de horas, le daba tiempo a ella para ir y volver
con tiempo de sobra. Pero y si…

- Por aglomeraciones en las calzadas de Transmilenio, se declara toque de queda a partir de


las 4 en todo el país so pena de multas y retenciones, se recomienda a la ciudadanía…

Tome mi celular y marqué, una llamada, luego dos, hasta que finalmente del otro lado de la línea
escuche su voz, lejana inquieta.

- Las callen están bloqueadas, hay un trancón larguísimo, me bajo en la siguiente y pido un
taxi, voy en el campin, esto parece un infierno.
- Natalia, hay toque de queda, no hay tiempo, voy a correr y te recojo, no te muevas de la
estación.
- No, espérame en la casa, todo está súper feo por acá.
- Pero Nata.
- Allá nos vemos, yo te estoy avisando.

También podría gustarte