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La Asamblea de ciudadanos en Venezuela tiene en común con el cabildo abierto que se llevan a cabo
fuera de la sede de los órganos o entes públicos; por lo general en las comunidades. Participan de
manera activa los ciudadanos para buscar soluciones mediante planteamientos concretos a las
autoridades locales; poseen carácter vinculante para los organismos involucrados.
Una vez acordada la celebración de la asamblea de ciudadanos en Venezuela, deben acudir y participar
los funcionarios, puesto que este ejercicio de vida en convivencia permite conocer las perspectivas, tanto
del sector oficial como de los vecinos, para abordar diferentes aspectos.
La Ley Orgánica del Poder Público Municipal (LOPPM, 2010) lo define como un medio de participación en
el ámbito local de carácter deliberativo, en el cual todos los ciudadanos tienen derecho a participar por sí
mismos, siendo vinculantes sus decisiones.
También señala ésta que las materias se regularán por una ley (nacional); para celebrar la Asamblea de
ciudadanos en Venezuela, se hará a través de convocatoria expresa, anticipada y pública.
Sobre este mismo punto, la Ley Orgánica del Poder Popular (2010) se expresa acerca de las asambleas de
ciudadanos como la máxima instancia de participación y decisión de la comunidad organizada,
conformada con la integración de personas con cualidad jurídica, para el ejercicio directo del poder y
protagonismo popular, cuyas decisiones son de carácter vinculante para la comunidad, las distintas
formas de organización, el gobierno comunal y las instancias del Poder Público.
Hace referencia que una ley (nacional) regulará aspectos como su constitución, organización y
funcionamiento.
Ahora bien, partiendo del hecho que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV,
1999) recoge una serie de derechos, entre los cuales se aplican al tema – por ejemplo – el de asociación,
desenvolvimiento libre de la personalidad, expresión, información, rendición de cuentas, control de los
representantes electos, entre otros, llegando al punto que la falta de ley no impide su ejercicio, es
importante que el ciudadano conozca y ejercite los diversos medios de participación, lo cual redundará
en una mejor calidad de vida y gestión pública.
Los municipios que se ven en la imperiosa necesidad de regular estos procesos, ante las solicitudes de
las comunidades, han aprobado ordenanzas donde se canalizan esas iniciativas, estableciendo requisitos
como sería – por mencionar algunos – convocatoria para su celebración e instalación, derecho de
palabra, formulación de peticiones, forma de toma de decisiones y su ejecución, régimen de debate,
entre otros.
De allí que es frecuente encontrar – en la práctica – que formas organizativas como las parroquias,
asociaciones de vecinos o consejos comunales mantengan interés en atraer la atención de sus
autoridades municipales a través de las asambleas de ciudadanos, dada la inmediatez que representa y
la posibilidad de solucionar sus carencias en breve plazo.
Como elemento interesante del tema es que ha llegado hasta el Tribunal Supremo de Justicia, el cual ha
expresado en decisiones la importancia de dar interpretación a la expresión “comunidad organizada”;
señaló que las formas de organización comunitaria – bien sea de Derecho Público o Privado – tienen el
derecho de participar en la toma de decisiones, lo que puede hacerse mediante consultas varias o en
forma vinculante, según sea el caso, siguiendo los lineamientos que establezca la ley para cada uno. En
fallo proferido por la Sala Constitucional acerca de la vinculación entre los poderes públicos
constituidos y formas de participación ciudadana; allí se dio preponderancia a cabildos abiertos y
asambleas de ciudadanos – por ejemplo – dado su carácter deliberante con resultados concretos.
Es menester acotar que – en estas figuras participativas – se caracterizan por emitir actos seguidos de
consultas a las comunidades donde se llevan a cabo con conclusiones dirigidas a autoridades, como
ocurre con los alcaldes. Me permito llamar la atención para que se profundicen en el ejercicio de los
medios de participación ciudadana en las comunidades, por cuanto pueden involucrar también otros
niveles de autoridad, como el nacional – por ejemplo – cuando éste está involucrado en el manejo de
servicios públicos, siendo puntuales policía, agua, electricidad o gas.
Queda pendiente la posibilidad de derogar o modificar, por vía de una Asamblea de ciudadanos una
ordenanza municipal o una ley, bien sea nacional o estatal.
Se discute si una asamblea de ciudadanos en Venezuela puede o no derogar ordenanzas los cuales
define la Ley Orgánica del Poder Público Municipal (LOPPM, 2010) como actos que sanciona el concejo
municipal para establecer normas de carácter de ley municipal, de aplicación general sobre asuntos
específicos de interés local, especialmente si éstas son de tipo tributario, modificar el presupuesto,
ordenación urbanística o lo atinente a planificación.
En tal sentido, no se conocen decisiones judiciales que marquen precedentes en ese sentido; sin
embargo, para poder modificar o derogar una ordenanza la vía apropiada es la iniciativa legislativa, lo
cual está regulado por la LOPPM, ya que permite medir si se reúne o no el porcentaje de personas aptas
para su cabal ejercicio, además de la condición de elector en la respectiva jurisdicción, lo cual puede
comprobarse – por ejemplo – con el Registro Electoral Permanente a cargo del Consejo Nacional
Electoral, ya que – según la CRBV – le corresponde al Poder Electoral lo concerniente a procesos
comiciales.
Por otra parte, en materia de planificación pública local, la Ley de los Consejos Locales de Planificación
(2010) crea una instancia denominada Consejos Locales de Planificación, definida como el órgano de
planificación del municipio; tiene a su cargo la realización del Plan Municipal de Desarrollo (PMD) y los
otros planes municipales (turismo, urbanismo, entre otros), donde intervienen el alcalde, quien lo
preside; los concejales del municipio; los presidentes de las juntas parroquiales comunales; un consejero
por cada consejo de planificación comunal en la jurisdicción; un consejero por cada parroquia; un
consejero por cada movimiento u organización social (campesinos, pescadores, trabajadores,
deportistas, mujeres, entre otros.).
En aquellos municipios donde no existiere parroquias, se conformará una asamblea de voceros de los
consejos comunales y se elegirán tantos consejeros como concejales (municipales) hubiere en la misma
cantidad de estos.
En lo tocante a ordenación urbanística la Ley Orgánica para la Ordenación Urbanística (1987) establece
unas regulaciones especiales para modificar el Plan de Desarrollo Urbano Local (PDUL), las cuales – de
no cumplirse – sancionan con nulidad absoluta, puesto que no se permiten cambios “singularmente
propuestos”.
Acerca del presupuesto local, es menester recordar que se elabora a través de una ordenanza, la cual
pasa por una fase de consulta pública, donde los ciudadanos pueden remitir al órgano legislativo sus
opiniones, aunque no sean vinculantes al momento de la aprobación, quedando abierta la posibilidad
para el ejercicio de acciones judiciales ante la jurisdicción constitucional o contencioso administrativa,
según la argumentación de la violación alegada, de acuerdo con leyes como la Orgánica del Tribunal
Supremo de Justicia (2010) y la Orgánica de la Jurisdicción Contencioso Administrativa (2010).
No debe olvidarse que la Carta Fundamental recoge una serie de principios en materia presupuestaria
que los municipios toman en cuenta, no solamente por existir normas de aplicación obligatoria por obra
de Ley Orgánica de Administración Financiera del Sector Público, como el del documento presupuestario
(Ordenanza), ya que el presupuesto es uno solo; de equilibrio, ya que no deberán aprobarse gastos que
excedan del total de ingresos estimados; de especificidad, que señala que las partidas presupuestarias
deben expresar el objeto y monto máximo de las autorizaciones para gastar; carácter limitativo de los
créditos presupuestarios tanto en lo cualitativo como en lo cuantitativo; de anualidad, ya que deberán
estar comprendidos dentro del ejercicio económico financiero, o sea, entre el primero de enero y el
treinta y uno de diciembre del mismo año, con las excepciones establecidas por la legislación (marco
plurianual); de programación, donde se habla de técnicas presupuestarias, donde se expresan los
conceptos de presupuesto por proyecto y presupuesto por programas.
Esto implica que no se podría por una simple petición efectuar cambios singulares en la actividad
presupuestaria, porque podría incurrirse en irregularidades administrativas que caen bajo competencia
de la contraloría municipal, sino también en ilícitos penales con la consecuencia correspondiente.