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Leyes en Venezuela de participación ciudadana

E Eduardo Lara Salazar 2 minutos de lectura

Primera parte: Municipio y participación ciudadana en Venezuela

Desde la aparición de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal (LOPPM, 2010) se incluyen
distintas maneras para el ejercicio de la participación ciudadana; algunas lo hacen desde una
visión política o económica, por ejemplo.

Cada uno de ellos busca encausarla para que, con organización, se produzca el entendimiento
entre autoridades y ciudadanos.

Sin embargo, el legislador nacional se ha dado a la tarea de regular la participación ciudadana.

Actualmente, ya se han aprobado leyes –por vía ordinaria o habitante – que se relacionan con
algunos de los medios participativos como son: Ley Orgánica de los Consejos Comunales
(2009), Ley de los Consejos Locales de Planificación (2010), Ley Orgánica del Poder Popular
(2010), Ley Orgánica de Planificación Pública y Popular (2010), Ley Orgánica de Comunas
(2010), Ley Orgánica de Descentralización, Delimitación y Transferencia de Competencias del
Poder Público (2009), Ley Orgánica del Consejo Federal de Gobierno (2010), Ley Orgánica de
Contraloría Social (2010), Ley Orgánica de la Jurisdicción Especial de Justicia de Paz Comunal
(2012), Ley Orgánica de la Administración Pública (2008), Ley Orgánica para la Gestión
Comunitaria de Transferencia de Competencias, Servicios y otras atribuciones (2012).

Lógicamente es de suponer que, algunas de ellas, modifican leyes existentes con antelación a
la versión enunciada en el párrafo anterior, como ocurre con justicia de paz o
descentralización, por ejemplo.

Por su parte, la jurisprudencia ha aportado decisiones que buscan interpretar el sentido


constituyente y legislativo.

A título de ejemplo se puede citar aquel fallo de la Sala Constitucional del Máximo Tribunal en
relación con la cesación de funciones del alcalde cuando el concejo municipal consideraba la
memoria y cuenta improbada, frente al referendo revocatorio previsto por la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela, otorgando a los electores la legitimidad para
convocarlo, concluyendo que la forma de participación a través de los mandatos revocables –
como dice la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999) – debe prevalecer a
la modalidad legislativa local.

Otro es el que interpreta la expresión “comunidad organizada”, donde el Tribunal Supremo de


Justicia expresó que las formas de organización comunitaria – bien sea de Derecho Público o
Privado – tienen el derecho de participar en la toma de decisiones, lo que puede hacerse
mediante consultas varias o en forma vinculante, según sea el caso, siguiendo los lineamientos
que establezca la ley para cada uno.

Un tercer caso puede ser la interpretación dada en Sala Constitucional acerca de la vinculación
entre los poderes públicos constituidos y formas de participación ciudadana; allí se dio
preponderancia a cabildos abiertos y asambleas de ciudadanos – por ejemplo – dado su
carácter deliberante con resultados concretos; es menester acotar que – en estas figuras
participativas – se caracterizan por emitir actos seguidos de consultas a las comunidades
donde se llevan a cabo con conclusiones dirigidas a autoridades, como ocurre con los alcaldes.

Lo importante es que la participación no es una dádiva sino un derecho adquirido, tanto en


solitario como en colectivo, con los que se puede modificar la realidad circundante en forma
positiva, por lo que no debe dejarse pasar por alto cuando se genera para el ciudadano la
posibilidad legítima de hacerla valer.

Asimismo, tampoco se agota con invocarlo o activarlo; hace falta seguimiento y exigir de las
autoridades su cabal cumplimiento. Por ejemplo, el solo hecho de no estar a la altura dentro
de una función pública podría originar una revocatoria de mandato en los casos donde se
aplique o, en los casos de los procesos abrogatorios, cuando una legislación atente contra
derechos legítimos ciudadanos.

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