En lingüística, las teorías que se agrupan dentro de las gramáticas
formales denominan competencia lingüística al conjunto de conocimientos que permite comprender y producir una cantidad, potencialmente infinita, de oraciones gramaticalmente correctas, con una cantidad finita de elementos. Además, ciertos enfoques que se ubican en la gramática funcional entienden que el término también debe incluir cierto conocimiento acerca de la adecuación de un enunciado al contexto de situación en que se produce. Para Howard Gardner la competencia lingüística es la inteligencia que parece compartida de manera más universal y común en toda la especie humana. Considera que las médulas de tal tipo de inteligencia son la fonología y la sintaxis, mientras que la semántica y la pragmática se relacionan más con la inteligencia lógica-matemática y la inteligencia interpersonal. Define pues la competencia lingüística como aquella que permite procesar información de un sistema de símbolos para reconocer la validez fonológica, sintáctica o semántica en un acto de significación de esa lengua. 1 Para Chomsky, la competencia lingüística es la capacidad que tiene todo ser humano de manera innata de poder hablar y crear mensajes que nunca antes había oído. Esta competencia se centra en las operaciones gramaticales que tiene interiorizadas el individuo y se activan según se desarrolle su capacidad coloquial. Es decir, el lenguaje nace desde dentro del individuo y no desde lo social como sostenía Saussure. El maestro lo que tiene que hacer es desarrollar esta competencia lingüística en el alumno haciéndole que hable y enseñándole vocabulario y no solamente gramática. La competencia lingüística se hace realidad a través de reglas generativas que se relacionan con la gramática que es saber organizarse y estructurarse. Competencias orales y escritas
La capacidad para comunicarse oralmente y por escrito es una de las
competencias críticas en la educación universitaria, entendidas como un conjunto de habilidades y hábitos mentales que forman parte del capital intelectual de los estudiantes y permanecen inmunes al cambio acelerado de la información, cuando los hechos y los datos se hayan olvidado. Tienen por objeto el saber-cómo más que el saber-qué se aprende, y constituyen una condición sine qua non para los demás aprendizajes.
Competencias receptivas y productivas,
La receptivas son aquellas en las cuales los estudiantes reciben y procesan la
información, pero no necesitan producir un lenguaje para hacerlo, mientras que las habilidades productivas requieren la producción, por ejemplo, un discurso.
Y la productivas se pueden entender el concepto de competencia como la
capacidad productiva de un individuo, que se define y mide en términos de desempeño en un determinado contexto laboral, expresando en los conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes necesarias para la realización de un trabajo efectivo y de calidad. Competencia prosódica y la integración competencias.
La competencia prosódica, como parte de la competencia comunicativa en el
lenguaje oral, es fundamental para alcanzar una comunicación con éxito, que además está interrelacionada con las demás competencias que especifica el Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas, esto es, con la competencia lingüística, con la pragmática, con la discursiva y con la sociocultural y la integración es utilizada por las empresas que quieren llegar a tener un mayor control y para aumentar su poder de negociación frente a los proveedores, distribuidores y competidores. En realidad, las empresas encuentran cada vez una competencia más intensa y cambiante dentro del mercado.
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