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Spinoza y la crisis ecológica.

Aproximaciones y tensiones a partir del enfoque de


diversas lecturas eco-ético-políticas

Introducción

A lo largo del presente trabajo nos dedicaremos al estudio de ciertas lecturas


eco-ético-políticas sobre la filosofía spinoziana. Nuestro objetivo radica en demostrar si es
posible hallar en Spinoza un terreno fértil para el análisis de la crisis ecológica actual. Para
ello, recogeremos la voz de algunos especialistas que han abordado el tema en cuestión, como
Moa de Lucía Dahlbeck y Arne Naess. A su vez, nos serviremos de los aportes
complementarios de Alicia I. Bugallo, con vistas a compensar la escasez de obras de Naess
traducidas al español. Asimismo, citaremos parte del trabajo realizado por Joan Solé, en
materia de Spinoza, y el abordaje de la crisis ecológica, desarrollado por Flavia Broffoni.

Definición de crisis ecológica

Antes de abocarnos plenamente en el tratamiento de las interpretaciones


eco-ético-políticas ya aludidas, haremos una digresión para ocuparnos de qué entendemos por
la noción de crisis ecológica. Comúnmente, suele definirse a la crisis ecológica como un
estado de desequilibrio radical en la conexión de ecosistemas entre sí y su relación con las
diversas formas de vida que los habitan. Ahora bien, esta definición clásica no parece dar
cuenta, con suficiente precisión, acerca de cómo se produce dicha conexión. Por ende, será
necesario que busquemos nuevas consideraciones.

Flavia Broffoni, politóloga y militante ecologista, enfatiza el problema que comporta


mantener una noción superficial de ciertos conceptos, entre ellos el de la crisis ecológica.
Según Broffoni, la crisis ecológica y climática no son más que síntomas de una misma
enfermedad1. Un conflicto más originario que la autora define en términos de crisis sistémica,
es decir, "(...) una crisis de percepción. Una crisis de conciencia"2. La propuesta de Broffoni
sería de gran utilidad, si no fuera porque también implica aceptar que el ser humano es un
imperio dentro de otro imperio. Si adherimos a la tesis de la autora, nos veremos obligados a
afirmar que la crisis ecológica sólo es un problema desde la óptica de la racionalidad humana.
Por lo tanto, la explicación de todo problema ambiental quedaría reducida, solamente, al
ámbito humano.

Alicia I. Bugallo, doctora en Filosofía y especialista en Gestión Medioambiental,


recupera una parte del trabajo de Mario Bunge y Martín Mahner, con respecto a una
interesante distinción entre la conexión holista y la sistémica de todos los elementos de la
1
Cfr. Broffoni, Flavia; Extinción, 1ra edición, Buenos Aires, Sudamericana, 2020, p. 75.
2
Ibidem, p. 77.

2
naturaleza3. Mientras que la conexión holista responde a una relación de inseparabilidad e
interdependencia permanente entre todas las cosas particulares, la conexión sistémica refiere
a un vínculo parcial y algo flexible entre las cosas particulares. Concretamente, lo que nos
interesa remarcar de esta distinción es que la crisis ecológica puede explicarse como una
crisis sistémica. A diferencia del planteo de Broffoni, la crisis actual de la ecología se nos
revela en términos de composición y descomposición sistémica, es decir, una crisis de
ecosistemas que no es producto exclusivo de la subjetividad humana. En efecto, se trata de
una relación de dinamismo en conflicto, donde el vínculo de individuos entre sí y con su
ambiente presenta una variabilidad en el tiempo.

En suma, podemos decir que la crisis ecológica es una situación de conflicto que se
produce al interior de los encuentros compositivos y descompositivos entre individuos de la
misma o diferente especie, así como también su vínculo con el medioambiente. Los enlaces
dentro y entre los diversos ecosistemas no son rígidos, sino que tejen un entramado relacional
en movimiento. Esto quiere decir que el dinamismo inherente a los ecosistemas permite
construir nuevos enlaces y deshacer otros. A partir de esta redefinición de la noción de crisis
ecológica avanzaremos, precisamente, hacia el tratamiento de distintas posturas en torno a
una lectura eco-ético-política del corpus spinoziano.

Spinoza y Arne Naess

En la presente sección nos dedicaremos a exponer una serie de contrapuntos entre la


filosofía spinoziana y la ecosofía personal de Arne Naess, fundador del Movimiento Ecología
Profunda (MEP). Para ello, emplearemos como hoja de ruta algunas de las observaciones
aportadas por Alicia Bugallo4. Hacia el final de la sección, indagaremos acerca de las
posibilidades para asociar la lectura naessiana de Spinoza con la crisis ecológica.

La perfección de la naturaleza

Tanto en Spinoza como en Naess hay una identificación entre Dios y la naturaleza.
Desde la concepción spinoziana, la naturaleza es perfecta en un sentido de plenitud, ya que la
realidad no carece de ningún elemento o aspecto que la haga incompleta. Para Naess, en
cambio, la perfección de la naturaleza radica en el componente diverso y dinámico de los
ecosistemas, los cuales se alejan de la mera visión utilitaria.

La perfección, en Spinoza, no significa más que la producción de infinitas cosas en


infinitos modos. Cuestión que el filósofo noruego reproduce en términos de diversidad
biocultural. Ahora bien, es menester remarcar aquí una consecuencia fundamental, respecto a
la precedente aseveración.
3
Cfr. Bugallo, Alicia Irene; Filosofía ambiental y ecosofías: Arne Naess, Spinoza y James, 1ra edición, Buenos
Aires, Prometeo Libros, 2015, pp. 80-81.
4
Ibid.; pp. 73-94.

3
En su artículo titulado Los movimientos de la ecología superficial y la ecología
profunda: un resumen (1973), Naess establece una relación entre el conatus de los modos
finitos y la diversidad biocultural. A juzgar por el contenido del tercer principio,
comprendemos que la diversidad refuerza la perseverancia en el ser de las cosas particulares.
El esfuerzo por perseverar en la existencia deja de ser una lucha por la supervivencia. En su
lugar, Naess propone un viraje conceptual: entender dicho esfuerzo en términos sinérgicos, lo
cual permita trazar lazos múltiples y dinámicos entre los diversos modos existentes5.

La tesis de la igualdad ontológica/biosférica

En ambos autores podemos notar la ausencia de una jerarquía ontológica. Por un lado,
Spinoza demuestra que no existe un Dios trascendente al mundo que tome por preferencia a
la humanidad. Tampoco se sostiene la creación de creaturas, mediada por causas intermedias.
En contraposición, el filósofo holandés expone una realidad única e inmanente donde las
cosas naturales son producidas, en tanto afecciones de una misma sustancia.

Por otro lado, Naess percibe en Spinoza el germen de la igualdad biosférica, lo cual se
plasma en el segundo principio del MEP. A saber, la igualdad ontológica entendida como la
igualdad de derecho a vivir y florecer, de manera tal que no se traduce como un derecho
restrictivo de los humanos. Ciertamente, la igualdad biosférica promueve la posibilidad de
experimentarnos en relación con otros modos finitos.

Aun con todo, es nuestro deber recuperar, también, aquellas afirmaciones que parecen
desestimar la validez de esta tesis en la exposición de los autores. En lo tocante a Spinoza, la
controvertida proposición de E4p37esc1, donde se realiza una defensa acerca de la utilización
y el trato con otros animales, según nuestra conveniencia. Con respecto a Naess, nos
remitimos al segundo principio del MEP, en el cual se asegura que toda acción en la
naturaleza implica, necesariamente, consecuencias como la muerte, la explotación y la
supresión. Si bien no nos ocuparemos aquí de su tratamiento, puesto que excede los límites
propuestos para nuestra investigación, creemos oportuno poner dichos dilemas al servicio de
la curiosidad del lector.

Por último, la igualdad ontológica establece un plano horizontal entre los modos
finitos, más allá del grado de complejidad y potencia que cada uno exprese. La impugnación
de un orden jerárquico en la naturaleza permite desvincular la complejidad de la superioridad
y, asimismo, separar la simplicidad de la inferioridad. Entonces, se produce una revaloración
de la naturaleza, en tanto que todos los modos producidos son perfectos en sí mismos.

5
Cfr. Naess, Arne; Los movimientos de la ecología superficial y la ecología profunda: un resumen, trad. de
Ricardo Rozzi y Christopher Anderson, Revista "Ambiente y Desarrollo", Vol. XXIII, Nro 1, Santiago de Chile,
2007, p. 99.

4
Potencia modal y su relación con la felicidad y la libertad

Según indica la E1p36dem, todo lo existente en la naturaleza expresa la potencia


divina, de cierta y determinada manera. Esto quiere decir que, indirectamente, contamos con
la capacidad de producir novedades, siempre y cuando estén sujetas a la necesidad de las
leyes naturales que Dios se ha autoimpuesto. La realización máxima de la potencia en cada
modo existente será, precisamente, obrando de acuerdo a las propias determinaciones del
modo en cuestión.

Para Spinoza y Naess, la felicidad tiene lugar en la experiencia misma, mediante la


cual vamos incrementando nuestra potencia (autosuperación). No significa un fin en sí
mismo, ya que se experimenta la felicidad toda vez que inteligimos la causa adecuada de las
cosas y nos sabemos parte del orden inmanente de la naturaleza. Al fin y al cabo, en la
medida que descubramos lo que somos potencialmente, la libertad se ceñirá al despliegue
creativo de esa potencia en diferentes intensidades.

Implicancias del contrapunto Spinoza - Naess

Teniendo en cuenta lo trabajado hasta el momento, pondremos de relieve aquellos


aspectos favorables para una conciliación entre Spinoza y la crisis ecológica. Para empezar, la
noción spinoziana de perfección nos habla de un mundo completo que solo puede entenderse
por sí mismo. No existe nada externo al mundo que pueda explicarlo, ya que la razón de ser
de las cosas naturales responde a la necesidad productiva de la naturaleza y sus leyes. Por
ende, la realidad adquiere el sentido de unidad sustancial, cuyos efectos denotan su
perfección. Esta unidad no debe entenderse como una mera totalidad, sino como una trama
envolvente.

Aplicado a la crisis ecológica, significa que debemos buscar la causa de los problemas
ambientales en la naturaleza misma. Así pues, seremos también capaces de contribuir en su
solución, a través de la manera en que nos relacionamos con otros modos finitos. Cuestión
que, desde la óptica de la Deep Ecology, puede alentar a la práctica continua de identificación
con otras formas de vida, en virtud de la autorrealización humana.

Otra implicancia es la que se fundamenta sobre la base de la igualdad


ontológica/biosférica. En efecto, la producción sustancial no jerárquica habilita una
comunicación entrelazada de las cosas naturales. Por lo tanto, este entramado relacional
involucra diversos procesos simbióticos de los individuos entre sí y su hábitat.

El impacto que ello comporta para la crisis ecológica resulta en el ejercicio de la


cooperación y la búsqueda de los factores de interés común. Dicho de otra manera, potenciar
los vínculos que contribuyan a la integridad de las redes ecosistémicas, visto y considerando
que en la multitud (diversa) puede fortalecerse, todavía más, la potencia individual.

5
A propósito de la potencia modal, resta plantear brevemente la última implicancia. A
saber, la capacidad indirecta de los modos finitos para producir novedades en la realidad.
Yendo puntualmente al ámbito humano, cuanto más conscientes seamos de aquellas leyes que
nos determinan, mejor podremos conocer nuestro potencial creativo. Asimismo, cuanto más
seamos conscientes de la naturaleza inmanente de la realidad, más conocimiento de causa
tendremos para adquirir cierta y determinada responsabilidad por nuestros actos. Por
consiguiente, ya no hará falta adjudicar dicha responsabilidad a una voluntad divina y externa
por los sucesos del mundo. De esta forma, la crisis ecológica alcanza una dimensión ética, a
la luz de las relaciones intermodales y su afectación recíproca.

Spinoza y Moa de Lucía Dahlbeck

En su artículo Notas sobre Spinoza y por qué no nos puede salvar de la crisis
ecológica, Moa de Lucía Dahlbeck emprende una refutación de los argumentos que, según su
criterio, dan sustento a las lecturas eco-ético-políticas acerca del presunto compromiso de
Spinoza con el naturalismo.

De acuerdo con lo que Dahlbeck nos informa, tales argumentos consisten en dos tesis
principales. La primera de ellas sostiene la aplicabilidad de la metafísica spinoziana sobre el
marco legal de la protección ambiental. La segunda tesis o lectura alega, puntualmente, que la
combinación entre el compromiso de Spinoza con el naturalismo y la emergencia de la crisis
ecológica justificaría, en principio, la descentralización del enfoque humano en la teoría
política de Spinoza6.

Como ya veremos, los estudios spinozistas orientados hacia una lectura ecológica y
ética significan, para Dahlbeck, una alteración forzosa de la filosofía de Spinoza. Alteración
que se traduciría en la extensión ilegítima de un marco normativo igualitario, esto es, para
todos los modos de expresión de la naturaleza. Con relación a este punto, avanzaremos hacia
la crítica que realiza Dahlbeck a la lectura de Hasana Sharp.

Crítica a Hasana Sharp

Dahlbeck identifica, como el argumento central de la propuesta de Sharp, la


vinculación estrecha entre la teoría política de Spinoza y su compromiso con un naturalismo
radical. Según la posición de Sharp, la ausencia de una jerarquía ontológica entre los diversos
modos de la naturaleza sería compatible, de cierta manera, con un desarrollo ulterior para la
emancipación política de la naturaleza. En este sentido, la emancipación política comporta el
empoderamiento de la naturaleza en sí misma y la naturaleza como nuevo sujeto político.

6
Cfr. de Lucía Dahlbeck, Moa; Notas sobre Spinoza y por qué no nos puede salvar de la crisis ecológica,
Revista de filosofía moderna y contemporánea "Ideas", Nro 5, 2017, pp. 66-67.

6
Sobre la base de esta propuesta de una "renaturalización" para afrontar la crisis
ecológica, Dahlbeck nos señala el mayor punto problemático que entraña la lectura sharpiana.
Para la autora, la dificultad yace en la conciliación de nuestro deseo con la conducción del
conatus propio, a través de la razón. En otras palabras, cómo equilibrar el deseo humano, con
vistas a dirigir racionalmente nuestro esfuerzo hacia ciertas acciones, las cuales se
correspondan con el orden necesario e inmanente de la naturaleza. A continuación,
analizaremos hacia qué camino nos conduce la crítica de Dahlbeck.

Si bien Spinoza hace notar que el poder natural de los humanos no puede definirse por
la razón7, la causa por la que estamos determinados a obrar no puede contradecir las leyes
intrínsecas de la naturaleza. Con esto queremos rescatar el correlato que Spinoza establece
entre el poder de Dios y el poder de las cosas naturales, en virtud del cual ellas existen y
actúan. Poder que adquiere la forma de un derecho, en tanto que el poder y el derecho de
Dios son lo mismo8. Por ende, no se trata tanto de hacer coincidir nuestro deseo con una
racionalización de nuestras acciones, sino de buscar lo común entre lo diverso que incrementa
nuestra potencia.

Lectura fatalista de la metafísica spinoziana

Avanzando en la argumentación de Dahlbeck, entendemos que su crítica a las lecturas


de tipo naessiana y sharpiana responde a una interpretación fatalista de la metafísica
spinoziana. Según la doctora en Derecho Internacional, el determinismo de Spinoza anula
toda posibilidad de que un modo finito pueda intervenir en la producción de Dios. Dicha
conclusión se apoya sobre la base de las afirmaciones subsiguientes:

a) La intervención de un modo finito presupone la existencia de un plan de


acción.
b) La existencia de un plan implica la existencia de un telos como objetivo, pero
sabemos que los fines forman parte de los prejuicios antropológicos, señalados
por Spinoza en la Ética.

Ambas afirmaciones conllevan una mutua exclusión que parece conducirnos hacia un
rincón sin salida. Por este motivo, volcaremos nuestros esfuerzos en desatar el nudo de lo que
terminará siendo un problema aparente. Si prestamos atención, la capacidad de intervenir
requiere de un agente externo y ajeno que realice la acción sobre una determinada cosa. Es
decir, supone un movimiento de afuera hacia adentro. Pero como bien sabemos, en Spinoza,
la naturaleza inmanente e infinita de Dios impide que existan dos sustancias. Por lo tanto, se
descarta desde un comienzo la posibilidad de la intervención, ya que no existe nada externo a
la sustancia que pueda intervenir en ella y modificar su esencia constitutiva. En tal caso, cabe

7
En el Tratado Político, Spinoza sostiene que nuestro poder natural se define, más bien, por aquella tendencia
según la cual nos determinamos a actuar y, por tanto, repercute en nuestro esfuerzo de perseverar en el ser. Esto
queda más claro al reconocer que "los hombres se guían más por el ciego deseo que por la razón" (TP, II, p. 86).
8
Cfr. TP, II, p. 85.

7
decir que los modos producen indirectamente, en tanto que expresan la potencia infinita de
Dios, de cierta y determinada manera.

De acuerdo con lo que venimos exponiendo, la lectura fatalista de Dahlbeck le impide


aceptar la posibilidad de la contingencia, entendida como el conjunto de novedades
producido en consonancia con las leyes naturales. Esta lectura de la metafísica spinoziana
coloca a Dahlbeck más cerca del necesitarismo que del determinismo.

Sirviéndonos de la distinción que efectúa el especialista Joan Solé, sabemos que el


necesitarismo sostiene que ningún hecho ni su serie causal han podido ser distintos de lo que
son9. En otras palabras, establece una necesidad absoluta y unívoca que imposibilita toda
contingencia, al interior de la actividad sustancial. En cambio, el determinismo no exige la
necesidad de una serie causal en específico, pero sí el despliegue de sus efectos
correspondientes. De esta manera, los hechos particulares presentan una necesidad parcial, ya
que “son necesarios solo en relación con su causa”10.

Volviendo al argumento de Dahlbeck, la autora insiste en desestimar la posibilidad de


cualquier intervención de un modo finito en la producción sustancial. Para ello recurre a lo
dicho en E1p29, donde Spinoza parece abogar por la inviabilidad de la contingencia en la
naturaleza. Siguiendo de cerca nuestra lectura, creemos que aquí Spinoza quiere dar cuenta
de la infactibilidad de hechos aislados. Es decir, que no puede darse en la naturaleza ninguna
cosa que no responda, necesariamente, a una causa o serie causal. Asimismo, recordemos que
en E1p24, Spinoza afirma que la esencia de las cosas particulares no implica su existencia.

Teniendo en cuenta lo anterior, podemos decir que los modos finitos no intervienen en
la actividad sustancial. Más bien, en tanto que somos afecciones de Dios expresamos con
nuestras acciones su potencia productiva, de cierta y determinada manera. La cuestión yace,
entonces, en conciliar no el deseo con la razón, sino complementar en el encuentro con los
otros aquello que expresamos de la potencia divina.

Consecuencias de la crítica de Dahlbeck

En este apartado revisaremos las implicaciones que comporta la crítica de Dahlbeck.


De conformidad con ello, iremos exponiendo algunos puntos problemáticos de la autora y
pondremos en consideración aquellos que den cuenta de la relación viable entre la metafísica
spinoziana y la crisis ecológica.

Como primera consecuencia, podemos señalar que la lectura fatalista de Dahlbeck


imprime sobre la naturaleza un orden absolutamente necesario, sin matices. Si adscribimos a
esta posición, nos veremos obligados a aceptar que la metafísica spinoziana es necesitarista.
9
Cfr. Solé, Joan; Spinoza. La filosofía al modo geométrico, Buenos Aires, Prisanoticias colecciones, 2021, p.
85.
10
Ibid.; p. 84.

8
Por lo tanto, cualquier intento por comprender la crisis ecológica, bajo la lupa de Spinoza,
quedaría desestimado por completo. Esto se vuelve patente si hacemos una breve reflexión.

Supongamos que concedemos que la producción sustancial es absolutamente


necesaria. De ser así, la crisis ecológica no sería más que una falla en la percepción humana,
ya que careceriamos de la intelección de la causa adecuada de todas las cosas. Al fin y al
cabo, esto significa que la problemática ambiental es un sinsentido porque toda cosa, hecho o
proceso natural estaría sujeto a una serie causal rígida, inalterable.

En efecto, el problema que nos suscita esta interpretación es del mismo tenor que el
argumento de Broffoni. La crisis ecológica no puede reducirse simplemente a un problema de
percepción al interior de la esfera humana. Como bien hemos subrayado en su definición, la
crisis ecológica debe entenderse como una crisis de sistemas interconectados, los cuales
entran en conflicto a medida que las cosas particulares interactúan entre sí y con su hábitat.

En otros términos, como modos finitos no podemos modificar la esencia divina ni


tampoco ninguno de sus atributos sustantivos. No obstante, en tanto que somos afecciones de
la sustancia podemos, indirectamente, “producir realidades” que sean más positivas en el
vínculo con los otros. Esto solo es posible si nos concebimos como “siendo con” y no como
“siendo en” la naturaleza. Idea que Naess, precisamente, ha trabajado extensamente como
ávido lector de Spinoza.

En lo que respecta a la segunda consecuencia, cabe mencionar que la suscripción a la


postura necesitarista implica, en última instancia, una forzosa defensa de la primacía
ontológica humana. Si todo es absolutamente necesario y la validez de la crisis ecológica
depende, exclusivamente, de la adecuación o inadecuación que nuestro intelecto tiene de las
causas finitas, caemos inevitablemente en un problema de percepción antropológica. Es decir
que la crisis ecológica estaría determinada unilateralmente, desde la concepción de un único
ecosistema.

En verdad, el necesitarismo termina reduciendo los hechos y cosas particulares a


resultados unívocos y fijos, como fruto de ciertas leyes naturales y una serie causal
inamovible. Por ende, a diferencia del determinismo, el necesitarismo se opone al dinamismo
causal que subyace a la crisis ecológica, en forma de tensiones asociativas.

Si las dos primeras consecuencias objetan la crítica de Dahlbeck, la tercera va en


favor de una parte de su argumentación. La autora en cuestión no deja de señalar la
interrelación de los modos finitos, por lo cual podemos inferir que su discurso se encuadra en
la perspectiva de la ontología relacional. Esto no resulta un dato menor, puesto que
contribuye en la posible explicación spinoziana acerca de lo que ocurre al interior de la crisis
ecológica.

Dado que todas las cosas naturales están interconectadas, los ecosistemas mantienen
una relación simbiótica y de mutua afectación. Este determinismo hace posible que las cosas

9
particulares se condicionen entre sí, según un conjunto de principios organizativos básicos
(leyes naturales). En suma, la crisis ecológica se vuelve significativa, en tanto que la
interacción de los modos finitos comporta, indirectamente, tensiones y fluctuaciones en la
cadena causal.

Conclusión

Al comienzo de nuestra investigación, nos propusimos abrir un camino de indagación


en torno a la posibilidad de explicar la crisis ecológica, a través de ciertos aspectos de la
filosofía spinoziana. Conforme a ello, fuimos realizando observaciones y aclaraciones sobre
la base de distintas posturas al respecto. Si bien no pretendemos reiterar cada desglose
argumentativo, creemos provechoso realizar una breve recopilación con los resultados del
presente trabajo.

En primer lugar, la lectura naessiana de la metafísica spinoziana nos ha permitido


establecer algunas conexiones interesantes. Por una parte, la noción spinoziana de perfección
resulta favorable para comprender que la crisis ecológica puede explicarse, precisamente, por
medio del entramado relacional de una realidad plena. La crisis no se debe a la incompletitud
del mundo, sino más bien a la calidad de los enlaces intermodales. Esto es, cómo los
individuos interactúan con sus pares, su ecosistema y en relación con múltiples ecosistemas.

Por otra parte, la igualdad ontológica/biosférica conduce a una revalorización de la


naturaleza, en tanto que ningún modo producido, al interior de ella, es superior o inferior a
otro. Cada modo es necesario, en virtud de la naturaleza productiva de la sustancia y el
intercambio productivo con otros modos existentes. A su vez, la potencia modal implica una
dimensión ética de la crisis ecológica. Dado el conocimiento de nuestro potencial creativo,
estamos en condiciones de asumir cierta y determinada responsabilidad por nuestras acciones.

En segundo lugar, el análisis de la postura crítica de Dahlbeck también nos ha


arrojado notables resultados. Recomendamos, entonces, la pertinencia de una lectura
determinista de la filosofía spinoziana, en contraposición de una interpretación necesitarista.
De esta manera, la adopción de una perspectiva determinista resulta muy adecuada por dos
cuestiones:

Primero, evita caer en la lectura común de un Spinoza fatalista, donde todo es


absolutamente necesario hasta el punto de reducir la realidad a una máquina fija. Pese a ello,
lo anterior no niega que las leyes naturales son necesarias, entendidas como principios
organizativos básicos. Segundo, suscribir a la posición determinista previene de considerar a
la crisis ecológica como un simple problema de percepción humana. En verdad, la crisis
ecológica no es asemejable a una crisis de la razón humana, puesto que debe entenderse como
una crisis de sistemas múltiples. Con lo cual, el necesitarismo termina siendo inapropiado
para el vínculo de Spinoza con la crisis ecológica, ya que en su necesidad absoluta obliga a

10
considerar la problemática ambiental como algo que existe, solamente, desde la óptica
humana.

A modo de cierre, concluimos que los aportes de Naess y Dahlbeck nos han ofrecido
suficientes elementos para alcanzar nuestro objetivo propuesto, ya sea por acuerdos y
objeciones. En virtud de la recapitulación de los logros ya enumerados, podemos sostener
cierta compatibilidad entre la filosofía spinoziana y su capacidad explicativa, en torno a la
crisis ecológica. De todas formas, cabe mencionar que dicha compatibilidad se encuentra
abierta a la recepción de críticas, según la posición que cada especialista adopte sobre el tema
en cuestión. No obstante, Spinoza sigue demostrando hasta hoy la fecundidad de su filosofía
para intentar dilucidar diversos asuntos, incluso aquellos de especial relevancia para nuestra
actualidad.

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BIBLIOGRAFÍA

Bibliografía fuente

De Lucía Dahlbeck, Moa; Notas sobre Spinoza y por qué no nos puede salvar de la crisis
ecológica, Revista de filosofía moderna y contemporánea "Ideas", Nro 5, 2017, pp. 64-96.

Naess, Arne; Los movimientos de la ecología superficial y la ecología profunda: un resumen,


trad. de Ricardo Rozzi y Christopher Anderson, Revista "Ambiente y Desarrollo", Vol.
XXIII, Nro 1, Santiago de Chile, 2007, pp. 98-101.

Spinoza, Baruch; Ética demostrada según el orden geométrico, trad. de Pedro Lomba,
Madrid, Trotta, 2020.

Spinoza, Baruch; Tratado político, trad. de Atilano Domínguez, Madrid, Alianza, 1986.

Bibliografía de consulta

Broffoni, Flavia; Extinción, 1ra edición, Buenos Aires, Sudamericana, 2020.

Bugallo, Alicia Irene; Filosofía ambiental y ecosofías: Arne Naess, Spinoza y James, 1ra
edición, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2015.

Bugallo, Alicia Irene; Ontología relacional y ecosofía en Arne Naess, Revista de Filosofía
"Nuevo pensamiento", Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Facultad de Filosofía de
la USAL, Vol. I, Buenos Aires, 2011, pp. 151-174.

Sharp, Hasana; Spinoza and the possibilities for radical climate ethics (Spinoza y las
posibilidades para una ética climática radical), Revista "Dialogues in Human Geography",
Vol. 7, Nro 2, Canadá, 2017, pp. 156–160.

Solé, Joan; Spinoza. La filosofía al modo geométrico, Buenos Aires, Prisanoticias


colecciones, 2021.

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