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Introducción
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naturaleza3. Mientras que la conexión holista responde a una relación de inseparabilidad e
interdependencia permanente entre todas las cosas particulares, la conexión sistémica refiere
a un vínculo parcial y algo flexible entre las cosas particulares. Concretamente, lo que nos
interesa remarcar de esta distinción es que la crisis ecológica puede explicarse como una
crisis sistémica. A diferencia del planteo de Broffoni, la crisis actual de la ecología se nos
revela en términos de composición y descomposición sistémica, es decir, una crisis de
ecosistemas que no es producto exclusivo de la subjetividad humana. En efecto, se trata de
una relación de dinamismo en conflicto, donde el vínculo de individuos entre sí y con su
ambiente presenta una variabilidad en el tiempo.
En suma, podemos decir que la crisis ecológica es una situación de conflicto que se
produce al interior de los encuentros compositivos y descompositivos entre individuos de la
misma o diferente especie, así como también su vínculo con el medioambiente. Los enlaces
dentro y entre los diversos ecosistemas no son rígidos, sino que tejen un entramado relacional
en movimiento. Esto quiere decir que el dinamismo inherente a los ecosistemas permite
construir nuevos enlaces y deshacer otros. A partir de esta redefinición de la noción de crisis
ecológica avanzaremos, precisamente, hacia el tratamiento de distintas posturas en torno a
una lectura eco-ético-política del corpus spinoziano.
La perfección de la naturaleza
Tanto en Spinoza como en Naess hay una identificación entre Dios y la naturaleza.
Desde la concepción spinoziana, la naturaleza es perfecta en un sentido de plenitud, ya que la
realidad no carece de ningún elemento o aspecto que la haga incompleta. Para Naess, en
cambio, la perfección de la naturaleza radica en el componente diverso y dinámico de los
ecosistemas, los cuales se alejan de la mera visión utilitaria.
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En su artículo titulado Los movimientos de la ecología superficial y la ecología
profunda: un resumen (1973), Naess establece una relación entre el conatus de los modos
finitos y la diversidad biocultural. A juzgar por el contenido del tercer principio,
comprendemos que la diversidad refuerza la perseverancia en el ser de las cosas particulares.
El esfuerzo por perseverar en la existencia deja de ser una lucha por la supervivencia. En su
lugar, Naess propone un viraje conceptual: entender dicho esfuerzo en términos sinérgicos, lo
cual permita trazar lazos múltiples y dinámicos entre los diversos modos existentes5.
En ambos autores podemos notar la ausencia de una jerarquía ontológica. Por un lado,
Spinoza demuestra que no existe un Dios trascendente al mundo que tome por preferencia a
la humanidad. Tampoco se sostiene la creación de creaturas, mediada por causas intermedias.
En contraposición, el filósofo holandés expone una realidad única e inmanente donde las
cosas naturales son producidas, en tanto afecciones de una misma sustancia.
Por otro lado, Naess percibe en Spinoza el germen de la igualdad biosférica, lo cual se
plasma en el segundo principio del MEP. A saber, la igualdad ontológica entendida como la
igualdad de derecho a vivir y florecer, de manera tal que no se traduce como un derecho
restrictivo de los humanos. Ciertamente, la igualdad biosférica promueve la posibilidad de
experimentarnos en relación con otros modos finitos.
Aun con todo, es nuestro deber recuperar, también, aquellas afirmaciones que parecen
desestimar la validez de esta tesis en la exposición de los autores. En lo tocante a Spinoza, la
controvertida proposición de E4p37esc1, donde se realiza una defensa acerca de la utilización
y el trato con otros animales, según nuestra conveniencia. Con respecto a Naess, nos
remitimos al segundo principio del MEP, en el cual se asegura que toda acción en la
naturaleza implica, necesariamente, consecuencias como la muerte, la explotación y la
supresión. Si bien no nos ocuparemos aquí de su tratamiento, puesto que excede los límites
propuestos para nuestra investigación, creemos oportuno poner dichos dilemas al servicio de
la curiosidad del lector.
Por último, la igualdad ontológica establece un plano horizontal entre los modos
finitos, más allá del grado de complejidad y potencia que cada uno exprese. La impugnación
de un orden jerárquico en la naturaleza permite desvincular la complejidad de la superioridad
y, asimismo, separar la simplicidad de la inferioridad. Entonces, se produce una revaloración
de la naturaleza, en tanto que todos los modos producidos son perfectos en sí mismos.
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Cfr. Naess, Arne; Los movimientos de la ecología superficial y la ecología profunda: un resumen, trad. de
Ricardo Rozzi y Christopher Anderson, Revista "Ambiente y Desarrollo", Vol. XXIII, Nro 1, Santiago de Chile,
2007, p. 99.
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Potencia modal y su relación con la felicidad y la libertad
Aplicado a la crisis ecológica, significa que debemos buscar la causa de los problemas
ambientales en la naturaleza misma. Así pues, seremos también capaces de contribuir en su
solución, a través de la manera en que nos relacionamos con otros modos finitos. Cuestión
que, desde la óptica de la Deep Ecology, puede alentar a la práctica continua de identificación
con otras formas de vida, en virtud de la autorrealización humana.
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A propósito de la potencia modal, resta plantear brevemente la última implicancia. A
saber, la capacidad indirecta de los modos finitos para producir novedades en la realidad.
Yendo puntualmente al ámbito humano, cuanto más conscientes seamos de aquellas leyes que
nos determinan, mejor podremos conocer nuestro potencial creativo. Asimismo, cuanto más
seamos conscientes de la naturaleza inmanente de la realidad, más conocimiento de causa
tendremos para adquirir cierta y determinada responsabilidad por nuestros actos. Por
consiguiente, ya no hará falta adjudicar dicha responsabilidad a una voluntad divina y externa
por los sucesos del mundo. De esta forma, la crisis ecológica alcanza una dimensión ética, a
la luz de las relaciones intermodales y su afectación recíproca.
En su artículo Notas sobre Spinoza y por qué no nos puede salvar de la crisis
ecológica, Moa de Lucía Dahlbeck emprende una refutación de los argumentos que, según su
criterio, dan sustento a las lecturas eco-ético-políticas acerca del presunto compromiso de
Spinoza con el naturalismo.
De acuerdo con lo que Dahlbeck nos informa, tales argumentos consisten en dos tesis
principales. La primera de ellas sostiene la aplicabilidad de la metafísica spinoziana sobre el
marco legal de la protección ambiental. La segunda tesis o lectura alega, puntualmente, que la
combinación entre el compromiso de Spinoza con el naturalismo y la emergencia de la crisis
ecológica justificaría, en principio, la descentralización del enfoque humano en la teoría
política de Spinoza6.
Como ya veremos, los estudios spinozistas orientados hacia una lectura ecológica y
ética significan, para Dahlbeck, una alteración forzosa de la filosofía de Spinoza. Alteración
que se traduciría en la extensión ilegítima de un marco normativo igualitario, esto es, para
todos los modos de expresión de la naturaleza. Con relación a este punto, avanzaremos hacia
la crítica que realiza Dahlbeck a la lectura de Hasana Sharp.
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Cfr. de Lucía Dahlbeck, Moa; Notas sobre Spinoza y por qué no nos puede salvar de la crisis ecológica,
Revista de filosofía moderna y contemporánea "Ideas", Nro 5, 2017, pp. 66-67.
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Sobre la base de esta propuesta de una "renaturalización" para afrontar la crisis
ecológica, Dahlbeck nos señala el mayor punto problemático que entraña la lectura sharpiana.
Para la autora, la dificultad yace en la conciliación de nuestro deseo con la conducción del
conatus propio, a través de la razón. En otras palabras, cómo equilibrar el deseo humano, con
vistas a dirigir racionalmente nuestro esfuerzo hacia ciertas acciones, las cuales se
correspondan con el orden necesario e inmanente de la naturaleza. A continuación,
analizaremos hacia qué camino nos conduce la crítica de Dahlbeck.
Si bien Spinoza hace notar que el poder natural de los humanos no puede definirse por
la razón7, la causa por la que estamos determinados a obrar no puede contradecir las leyes
intrínsecas de la naturaleza. Con esto queremos rescatar el correlato que Spinoza establece
entre el poder de Dios y el poder de las cosas naturales, en virtud del cual ellas existen y
actúan. Poder que adquiere la forma de un derecho, en tanto que el poder y el derecho de
Dios son lo mismo8. Por ende, no se trata tanto de hacer coincidir nuestro deseo con una
racionalización de nuestras acciones, sino de buscar lo común entre lo diverso que incrementa
nuestra potencia.
Ambas afirmaciones conllevan una mutua exclusión que parece conducirnos hacia un
rincón sin salida. Por este motivo, volcaremos nuestros esfuerzos en desatar el nudo de lo que
terminará siendo un problema aparente. Si prestamos atención, la capacidad de intervenir
requiere de un agente externo y ajeno que realice la acción sobre una determinada cosa. Es
decir, supone un movimiento de afuera hacia adentro. Pero como bien sabemos, en Spinoza,
la naturaleza inmanente e infinita de Dios impide que existan dos sustancias. Por lo tanto, se
descarta desde un comienzo la posibilidad de la intervención, ya que no existe nada externo a
la sustancia que pueda intervenir en ella y modificar su esencia constitutiva. En tal caso, cabe
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En el Tratado Político, Spinoza sostiene que nuestro poder natural se define, más bien, por aquella tendencia
según la cual nos determinamos a actuar y, por tanto, repercute en nuestro esfuerzo de perseverar en el ser. Esto
queda más claro al reconocer que "los hombres se guían más por el ciego deseo que por la razón" (TP, II, p. 86).
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Cfr. TP, II, p. 85.
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decir que los modos producen indirectamente, en tanto que expresan la potencia infinita de
Dios, de cierta y determinada manera.
Teniendo en cuenta lo anterior, podemos decir que los modos finitos no intervienen en
la actividad sustancial. Más bien, en tanto que somos afecciones de Dios expresamos con
nuestras acciones su potencia productiva, de cierta y determinada manera. La cuestión yace,
entonces, en conciliar no el deseo con la razón, sino complementar en el encuentro con los
otros aquello que expresamos de la potencia divina.
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Por lo tanto, cualquier intento por comprender la crisis ecológica, bajo la lupa de Spinoza,
quedaría desestimado por completo. Esto se vuelve patente si hacemos una breve reflexión.
En efecto, el problema que nos suscita esta interpretación es del mismo tenor que el
argumento de Broffoni. La crisis ecológica no puede reducirse simplemente a un problema de
percepción al interior de la esfera humana. Como bien hemos subrayado en su definición, la
crisis ecológica debe entenderse como una crisis de sistemas interconectados, los cuales
entran en conflicto a medida que las cosas particulares interactúan entre sí y con su hábitat.
Dado que todas las cosas naturales están interconectadas, los ecosistemas mantienen
una relación simbiótica y de mutua afectación. Este determinismo hace posible que las cosas
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particulares se condicionen entre sí, según un conjunto de principios organizativos básicos
(leyes naturales). En suma, la crisis ecológica se vuelve significativa, en tanto que la
interacción de los modos finitos comporta, indirectamente, tensiones y fluctuaciones en la
cadena causal.
Conclusión
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considerar la problemática ambiental como algo que existe, solamente, desde la óptica
humana.
A modo de cierre, concluimos que los aportes de Naess y Dahlbeck nos han ofrecido
suficientes elementos para alcanzar nuestro objetivo propuesto, ya sea por acuerdos y
objeciones. En virtud de la recapitulación de los logros ya enumerados, podemos sostener
cierta compatibilidad entre la filosofía spinoziana y su capacidad explicativa, en torno a la
crisis ecológica. De todas formas, cabe mencionar que dicha compatibilidad se encuentra
abierta a la recepción de críticas, según la posición que cada especialista adopte sobre el tema
en cuestión. No obstante, Spinoza sigue demostrando hasta hoy la fecundidad de su filosofía
para intentar dilucidar diversos asuntos, incluso aquellos de especial relevancia para nuestra
actualidad.
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BIBLIOGRAFÍA
Bibliografía fuente
De Lucía Dahlbeck, Moa; Notas sobre Spinoza y por qué no nos puede salvar de la crisis
ecológica, Revista de filosofía moderna y contemporánea "Ideas", Nro 5, 2017, pp. 64-96.
Spinoza, Baruch; Ética demostrada según el orden geométrico, trad. de Pedro Lomba,
Madrid, Trotta, 2020.
Spinoza, Baruch; Tratado político, trad. de Atilano Domínguez, Madrid, Alianza, 1986.
Bibliografía de consulta
Bugallo, Alicia Irene; Filosofía ambiental y ecosofías: Arne Naess, Spinoza y James, 1ra
edición, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2015.
Bugallo, Alicia Irene; Ontología relacional y ecosofía en Arne Naess, Revista de Filosofía
"Nuevo pensamiento", Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Facultad de Filosofía de
la USAL, Vol. I, Buenos Aires, 2011, pp. 151-174.
Sharp, Hasana; Spinoza and the possibilities for radical climate ethics (Spinoza y las
posibilidades para una ética climática radical), Revista "Dialogues in Human Geography",
Vol. 7, Nro 2, Canadá, 2017, pp. 156–160.
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