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E N E L M U N D O D E L A S L E T R A S , L A PA L A B R A , L A S I D E A S Y L O S I D E A L E S

R E V I S TA L AT I N O A M E R I C A N A D E E N S AY O F U N D A D A E N S A N T I A G O D E C H I L E E N 1 9 9 7 | A Ñ O X X V I
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Ecosofía: como un paradigma


científico de la ecología, y como una
tendencia de la filosofía de la
naturaleza.
por Denis Oqueli Vilche
Artículo publicado el 21/03/2019

Resumen
El estudio sobre el ambiente producido por las relaciones entre la
diversidad de los seres de la Naturaleza y lo que nos representamos de
ellos, nos dará como resultado, la relación entre filosofía y ecología. Esa
relación, es la denominada “Ecosofía”. Este nuevo pensar ecológico-
filosófico, tiene como camino, recorrer la línea teórica-práctica, que va
desde las representaciones conceptuales, edificadas en un marco
cultural e ideológico de la Naturaleza, hasta las diferentes
consecuencias fácticas e incontrolables de esa conceptualización, es
decir, ésta, es el resultado, de la suma entre la práctica de un tipo de
filosofía, y una teoría ecológica.

Palabras claves
Ecología, filosofía, ambiente, Naturaleza, ecología superficial, ecología
profunda, filosofía de la naturaleza, ambientalismo, ecologismo,
antropocentrismo, ecosofía.

Ecosofía es por esencia una revolución del pensamiento ecológico. Es la


trascendencia a esa estructura conceptual, que nos incita a creer que todos
los elementos de un ambiente general, o son infinitos, o son en gran medida,
independientes. La ecosofía teoriza sobre la correlación ecológica que hay
entre lo materia y lo espiritual. La ecología no sólo es un conjunto de hechos
correlativos en la materialidad de la Naturaleza, es, además, la armonía en
nuestro pensamiento, encontrada por la relación de cada concepto que
representa cada uno de esos hechos. Es pues que la ecología tiene
superficialidad y profundidad.

La profundidad de la ecología es el origen de las reflexiones de la filosofía del


ambiente, y la superficialidad, el objeto de estudio de una ecología científica.
La Naturaleza y la sociedad son dos escenarios de la ecología, de esto surge,
respectivamente, el ambientalismo y el ecologismo. Ecosofía, es ecología
profunda y filosofía ambiental.

Introducción
Este escrito denominado “La ecosofía como un paradigma científico de la
ecología, y como una tendencia de la filosofía de la naturaleza”, está formada
por dos momentos, cada uno, subdivido. En el primero, ecología y
filosofía, se trabaja la intencionalidad de profundizar los problemas
ecológicos, más allá de las soluciones emergentes y del uso de instancias
técnicas, asumidas para contrarrestarlos. Se trata, pues, de buscar la raíz de
esas alteraciones ambientales en el plano cultural e ideológico desde un
enfoque interdisciplinario. De esa reflexión, surgen dos distinciones, una
entre dos ecologías: la superficial, y la profunda; y otra entre dos filosofías:
la ambiental, y la de la naturaleza. En fin, de lo que tratará, es de iniciar el
paso de los estudios ecológico desde la visión antropocéntrica, a los estudios
ecológicos desde la visión biocéntrica. El segundo, ecosofía y su impacto
social, no es otra cosa más, que la descripción de la aplicación en las
diferentes actividades sociales, de lo que resulta, de la relación entre
ecología y filosofía, Es necesario, conceptualizar a la ecosofía, no solo como

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un movimiento teórico, sino como un conjunto de actividades humanas. Si se
le entiende, como un movimiento teórico, es porque se fundamenta en
principios científicos, y en aspectos filosóficos. Sin embargo, si se entiende
como un conjunto de actividades humanas, es necesario comprenderle, tanto
como un saber ético, y como una práctica social.

1. ECOLOGÍA Y FILOSOFÍA
En este apartado, se trata de estructurar, a modo de introducción, la
posibilidad de relacionar la ecología, en su condición de una ciencia
tradicional con la filosofía, especialmente con su actividad reflexiva. Es
necesario, para alcanzar este intento, lo de escudriñar la fundamentación
conceptual de la ecología, consecuentemente, entablar la relación con la
filosofía. Lo anterior, trae como resultado, lo de identificar dos tipos de
ecologías: la superficial y la profunda. La identificación de esas dos ecologías
es producto del estudio filosófico de la parte práctica de la ecología, sin
embargo, a cada tipo de ecología le sostiene una concepción propia de
ambiente y Naturaleza.

Se entiende, pues, que Naturaleza a nivel de hecho y concepto, es uno de los


problemas generales de la filosofía, y Ambiente, el problema específico de la
ecología profunda, que, en plano de la ecología superficial, se percibe más,
como medioambiente. Por lo tanto, se llega a la comparación de dos
conceptos, entre dos percepciones ecológicas. El problema a nivel de
percepción, nos inclina a la situación de reproducir representaciones en las
esferas de la conciencia, es pues, que aparece la necesidad de plantear cada
concepto (Ambiente y Naturaleza), como contenido de la actividad
perceptiva, y como forma comprensiva, necesaria para actuar en relación a
las referencias de esos conceptos. Sin duda, las ideas de Naturaleza y
Ambiente, son susceptibles a una percepción, concepción y conjunto de
acciones representativas, existe, por tanto, una filosofía del ambiente y una
filosofía de la naturaleza, por las cuales es necesario, o identificarles, o,
diferenciarle.

A. Concepto y fundamentos de la ecología.


Como se dijo en la introducción, se va revisar algunos aspectos conceptuales
y prácticos que rigen a la ecología. La ecología no es una disciplina científica
que se caracterice por su antigüedad, tampoco por tener, claramente
determinado, a un hecho o fenómeno exclusivo, como objeto de estudio. Si
bien, es cierto, siempre han existido postulados teóricos dirigidos a la
reflexión sobre nuestra condición en la Naturaleza, pero eso no significa, que
la ecología ha comandado ese emprendimiento. Ecología, como tal, en
cuanto a su premisa general, y su formación propia del concepto, junto con
la descripción de sus formas de relacionarse con otros saberes, es lo que nos
interesa en este apartado.

Como cualquier formación de una ciencia, la ecología, inicia con una


definición propia y un postulador. La mayoría de los investigadores en esta
región del conocimiento, en general, coinciden que la ecología, se debe los
trabajos de investigación del Biólogo Alemán, Ernst H. Haeckel (1834-1919).
Haeckel, en el año 1869, es quien introduce el término Ecología (Oekologie),
definiéndola como “el estudio de las relaciones de un organismo con su
ambiente inorgánico u orgánico”[1]. Es decir, que la ecología se encarga de
investigar sobre la diversidad de hechos, surgidos de la actividad continua
que ejercen los seres vivos sobre la materia inerte.

Haeckel, considera que este estudio se concreta, particularmente, cuando


un organismo se somete “a las relaciones de tipo positivo o amistoso, y las
de tipo negativo (enemigos) con las plantas y animales que convive.”[2] La
ecología, pues, según esta definición, tiene su objeto de estudio en esas
relaciones, en las cuales, naturalmente se encuentra un ser vivo con su
entorno. De manera general, la ecología es la ciencia que estudia las
interacciones de los organismos vivos en su ambiente[3].

Además, etimológicamente, la ecología, es la ciencia que estudia “las


interrelaciones de los organismos y su ambiente natural; entendido como la
combinación de los factores abióticos y los factores bióticos”[4]. Eso debido
a que su nombre proviene del griego Oikos (οίκος), que significa casa o lugar
donde se vive y Logos (λόγο) estudio o tratado[5]. Sin embargo, es a partir
de 1930, que se estructura, muy probablemente, una ecología general que
abarca todos los sectores y establece principios generales y una metodología
aplicable a todos los organismos vivos, además del estudio de las relaciones
entre sí y con el medio en que habitan[6].

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Las raíces de la ecología, son una emanación de la fusión de estudios
particulares sobre los seres y actividades, que forman parte de un ambiente
general. Podemos considerar las siguientes raíces, como algunas, de una
variedad: la descripción y ordenación del paisaje geográfico, las cuestiones
prácticas de la agricultura y ganadería, fisiología y la etología, y demografía
con la introducción de puntos de vistas matemáticos[7]. Esas raíces nos
llevan a comprender que, la ecología se refiere al estudio de los pobladores
de la tierra, incluyendo plantas, animales, microorganismos y el género
humano; quienes conviven a manera de componentes dependientes entre
sí[8].

El intento de describir y ordenar geográficamente la Naturaleza, lo de


plantear la producción alimentaria de la humanidad como beneficio natural,
lo de comprender el comportamiento animal y humano, y lo de matematizar
las relaciones concretas de los seres vivos, hacen de la ecología, una suma
de objetivos que se estructuran como sistema. De aquí aparece la ecología
humana, “que es el estudio de los ecosistemas desde el punto de vista de la
forma en que afectan a los seres humanos y en la que resultan afectados por
ellos”[9].

La ecología es por lo tanto, la ciencia que estudia los ecosistemas[10].


Ecosistema son las aparentes ordenanzas que se muestran en un conjunto
de relaciones naturales entre seres orgánicos e inorgánicos. En ecología no
es preciso detenerse a estudiar la organización y funcionamiento de los seres
vivos que forman los ecosistemas, ni la biosfera entera; para ello, existen
ciencias como la botánica, la zoología, la bacteriología, la fisiología, entre
otras[11]. Los ecólogos tratan principalmente el lado derecho del espectro de
organización[12].

En los estudios ecológicos es necesario, tomar en cuenta los fenómenos en


relación a un sistema de hechos. Es preciso identificar de manera categórica
en la Naturaleza, las referencias de los conceptos: población, comunidad y
ecosistemas. Bajo el concepto de población, logramos reconocer, organismos
del mismo tipo o especie en un área determinada, esto contribuye a una
identificación a nivel de grupo de los organismos vivos. Con el de comunidad,
el ecólogo, logra observar la interacción entre organismos diferentes en un
área determinada, es decir, esto incluye todos los organismos vivos que
comparten un lugar. Con el de ecosistema, el ecólogo logra una visión más
holística de las situaciones biológicas de los organismos vivos y de los
componentes elementales de la materialidad inerte, en otras palabras, el
ecosistema, es la comunidad en relación con el ambiente inanimado que
actúa como conjunto. Y finalmente, cuando se considera a todos los
organismos vivientes, sobre o alrededor del planeta, se tratará de la
biosfera.[13]

Como se mencionaba anteriormente, sobre la gran característica de ecología,


no existe una reducción en cuanto a su objeto de estudio, es por eso, que se
vuelve abierta a las relaciones con otras ciencias.

La ecología se forma en función a una problemática transversal, no sólo en la


condición humana, sino en el conjunto de seres que interactúan en el hábitat
denominado Naturaleza. Se puede decir, pues, que la ecología es una
instancia práctica en cualquier disciplina que gire alrededor de los intereses
de la humanidad. Por otro lado, siempre en el enfoque de las relaciones
interdisciplinares de la ecología, se sabe, que ésta, es una rama de otra
disciplina que estudia un problema transversal como la vida. Esto es, la
ecología, surge de las limitaciones que encuentra la biología, al momento de
intentar encontrar una lógica universal a la vida en general. “Hacia la
ecología se enfocan conceptos biológicos básicos que, en conjunto, generan
un nuevo concepto biológico integrador que explica los eventos de la
naturaleza, cómo está formada y como funciona”[14]. La ecología está
profunda e inseparablemente relacionada con otras disciplinas, como la
zoología, la geografía, la botánica, la edafología, la estadística, las
matemáticas, física, química, la salud pública, la sociología, etc…

Es considerable, pues, identificar los puntos de vista, desde los cuales se


puede estudiar la ecología. La ecología, es, ante todo, sistemática, no tanto
por la naturaleza de su objeto de estudio, sino por la organización conceptual
que hace de los elementos de la Naturaleza. La ecología, se encuentra
condenada al uso de la taxonomía, para poder explicar las interacciones de
los integrantes de un ambiente en general. Los principales puntos de vistas,
[15]
desde los cuales, se puede estudiar la ecología, son los siguientes: el
punto de vista energético, el punto de vista cíclico, el punto de vista
poblacional, y el punto de vista de comunidades y ecosistemas. El punto de

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vista energético, propone a la energía como el origen de toda actividad. La
energía, aquí, es la capacidad de producir trabajo. Por lo tanto, la energía
transforma la materia; y la vida misma, existe, solo porque pierde o adquiere
energía. La energía atraviesa todos los ecosistemas, y durante este proceso
produce cierto orden[16]. El punto de vista cíclico, es otra forma de entender
las interacciones de los ecosistemas. Si se entiende, ciclo en el sentido más
general, se puede considerar una clase integra de los fenómenos,
simplemente como una secuencia de eventos regularmente recurrentes.
Algunos ciclos, no incluyen a los organismos vivos, solo materialidad inerte,
como los astronómicos, atmosféricos y geológicos. Sin embargo, la mayoría,
no sólo incluye los componentes abióticos, sino también, los bióticos[17]. El
punto de vista poblacional, es la capacidad de comprender la realidad
ecológica, a partir del aspecto cualitativo y cuantitativo de una determinada
población. La población es uno de los agrupamientos fundamentales de la
ecología. Como se ha mencionado anteriormente, las poblaciones se
componen de todos los miembros de un mismo tipo de organismos (especie),
que viven en un área determinada. Un organismo individual, puede nacer y
morir, pero solamente las poblaciones, poseen índice de natalidad y
mortalidad[18]. Y, por último, tenemos al punto de vista de comunidades y
ecosistemas. Cuando se estudian las interacciones de todas las poblaciones
(y, por lo tanto, de todos los organismos), en un área dada, se está
observando el nivel de organización de la comunidad. Así como las
poblaciones poseen características independientes de los organismos
individuales que la constituyen, las comunidades tienen propiedades
separadas de cualquiera de sus poblaciones. Mediante un proceso
denominado sucesión, las comunidades evolucionan, desde interacciones
simples, hasta otras más complejas o maduras[19].

Partiendo del análisis de los puntos de vistas, y de las bases conceptuales,


desde donde, se puede estudiar una ecología, la visión total de estas
investigaciones son producto de la jerarquización que hace de su entorno, la
especie humana. Esta ecología, que, en primer lugar, es secuela de la
modernidad, se concentra en una visión antropomórfica, es una ecología
humana. El ser humano es el centro de esta visión. Para esta visión
ecológica, la pertenencia de un ambiente absoluto a cada organismo es
posible. Esta ecología no satisface un estudio global del ambiente en sus
circunstancias indeterminada. La ecología primitiva, es el estudio del
ambiente como medio y no como un conjunto de fines, es un estudio
medioambiental.

B. Relación entre ecología y filosofía.


La inminente relación entre filosofía y ecología, es sin duda, una nueva
conversación entre saberes, como mecanismo necesario, para enfrentar
nuevos acontecimientos de la realidad, y no tanto para representarlos.
Enrrique Leff [20], considera que el conocimiento de los hechos ya no salva,
ni siquiera tiene carácter preventivo, debido a que ya no hay tiempo
exclusivo para la contemplación, es pues, que el terror e incertidumbre en
nuestro ambiente general, nos lo interrumpe. Por lo tanto, “La crisis
ambiental es la primera crisis global generada por el desconocimiento del
conocimiento. El conocimiento científico, al fragmentarse analíticamente,
separa lo que está articulado orgánicamente”[21].

La relación entre la filosofía y ecología, nos inclina a un conocimiento de un


conocimiento: sus límites, consecuencias y percepciones. Esa relación es la
matriz de dos concepciones: de una filosofía ecológica y de una ecología
filosófica. Vamos a considerar lo siguiente en relación al estatus de la
Naturaleza: por un lado, la filosofía surge de la incertidumbre, y la ecología,
de la certeza. Las preguntas son las siguiente: ¿Qué es lo que sobrevive en
el mundo?, y, ¿Cuál es la necesidad del mundo? Las respuestas son las
siguientes, correspondientemente: incertidumbre, y certeza. Es esto lo que
fundamenta la relación.

Es una reflexión filosófica la que presenta una desconfianza en cuanto a las


explicaciones de un conocimiento. Un ejemplo de una reflexión filosófica ante
el fenómeno del conocimiento es la siguiente: “El conocimiento ya no
representa la realidad; por el contrario, construye una hiperrealidad en la
que se manifiesta y se ve reflejado”[22]. Y una consecuencia de tener
certeza sobre algunos fenómenos supuestamente conocido, tal como algunos
estudios específicos nos los han presentado, es la siguiente: “El conocimiento
ha intervenido lo real generando nuevos entes híbridos, amalgama de lo
orgánico, lo tecnológico y lo simbólico”[23]. “La crisis ambiental lleva así a
repensar la realidad, a entender sus vías de complejización, el enlazamiento
de la complejidad del ser y del pensamiento”[24]

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Lo anterior, es justo, el problema principal, que invade nuestras inquietudes,
proporcionando la búsqueda inmediata, de explicaciones más totales a esa
problemática. Es pues, que nos inclina a la persecución de complementos
disciplinarios, o de saberes. Y así, “… abrir nuevas vías del saber en el
sentido de la reconstrucción y la reapropiación del mundo y de la
naturaleza.”[25] Las relaciones entre saberes surgen de la no solución de un
problema; un problema no siempre presenta su solución, a un saber
especifico. Esto debido a una circunstancia simple: los problemas en su
mayoría, o, son consecuencia de otros problemas, o la matriz, de otros
problemas. El caso es, que un problema relacionado a una naturaleza
transversal, necesita una visión epistemológica, desde una fundamentación
emanada de la complejidad[26], como instancia de la investigación.

La relación eco-filosófica, es producto de una característica de cada saber. Lo


ecológico, por estudiar la relación entre los objetos propios de otras
disciplinas, y lo filosófico por intentar escudriñar el sentido de la totalidad de
esas relaciones. La ecología cuantifica las relaciones entre fenómenos y
hechos, la filosofía, las califica. Sin embargo, “Las dimensiones de carácter
filosófico que entran en juego cuando se intenta pensar la ecología son
múltiples: la epistemológica, la ética, la estética, la ontológica”[27].

Cuando se piensa desde la epistemología, la ecología tiene como objeto de


estudio, algo complejo (con la idea que posee un equilibrio), por tanto, el
abordaje metódico del problema bajo una forma exclusiva, se mantiene
ambiguo o inseguro. Cuando se hace desde lo ético, tiene que ver con
nuestra responsabilidad para con la preservación de la biodiversidad y la vida
de las generaciones venideras[28]. El pensar estético sobre lo ecológico,
sugiere los grados de contemplación que puede presentar la Naturaleza en
su forma, para nuestra sensibilidad, y esto se puede discutir, porque el
humano en su libertad, también puede denominarse como un ser
contemplativo. El interés de la filosofía a base de la ontología por la ecología,
tiene que ver con las percepciones que conservamos de la imagen de
Naturaleza, es decir, la Naturaleza conserva su realidad o su forma, sí, y solo
sí, existen seres que se interesen por eso. Los seres vivos, no sólo residen en
una Naturaleza concreta, sino que la Naturaleza concreta tiene una
residencia en la espiritualidad humana, exactamente, a nivel perceptivo.

Los valores de la ecología se siguen rotando de acuerdo a diferentes


percepciones filosóficas. “El cambio de punto de vista, por parte de la
ecología con respecto de que el hombre es la medida de todas las cosas,
ahora ya no se ve así, sino que se da pie a ver al ser humano como parte
integrante de la naturaleza, del ecosistema, que es el mundo todo”[29]. Es
decir, la ecología se ha autodeterminado como una actividad, estudio,
práctica interdisciplinaria que abarca los diferentes campos de la
investigación humana[30]. La ecología se está abriendo al marco
conceptual, que genera ciertos intentos, de trascender a esquemas de la
conciencia humana. La ecología se está viendo en un escenario necesitado
de la perspectiva plural. Los nuevos eventos humanos, en donde se
relacionan los procedimientos identificados por la genética en la diversidad
de especies, con los intereses humanos en el emprendimiento económico, se
vuelven un hecho impredecible en la una posible nueva ecología. Una
ecología actual, ya no tanto, necesita predecir, sino lo identificar las causas
de los fenómenos naturales en el conjunto de relaciones entre seres
vivientes, alteradas por la humanidad.

La humanidad en todas sus dimensiones, es el ingrediente más complejo, en


el objeto de estudio de la ecología. No es suficiente decir, que, en primera
instancia, la ecología debe manejar perspectivas biológicas, físicas, químicas
y genéticas de los seres inmediatos del ambiente. Es necesario, además, que
se involucre en las perspectivas de los estudios sociales: el antropológico, el
sociológico, el histórico, el político, etc. La ecología tiende a ser por
naturaleza, un estudio interdisciplinar. El objeto de estudio ecológico, es
también lo combinable y alterable en un ejercicio social del humano, en las
dimensiones materiales de la Naturaleza. La ecología con su carácter
científico, es tratable, por supuesto, en la filosofía, desde la epistemología.
La epistemología, en cualquier saber que se jacte de ser ciencia, tratará de
identificar su estructura metodológica y conceptual, necesaria para extraer
resultados a problemas concretos.

Según Gregory Bateson:

Todos los sistemas biológicos y en evolución (es decir, los organismos


individuales, las sociedades animales y humanas, los ecosistemas y otros
semejantes) están integrados por redes cibernéticas complejas, y todos estos
sistemas comparten ciertas características formales. Cada sistema contiene

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subsistemas que son potencialmente regenerativos, es decir, que escaparían al
control en una progresión exponencial si no se los corrigiera.[31]
Es decir, que, cuanto más sigue siendo lo mismo, tanto más cambia, parece
ser la descripción más exacta de los sistemas biológicos y ecológicos. La
constancia de ciertos elementos mantiene cambiando otros elementos en un
conjunto.

La relación entre ecología y filosofía, tiene como estudio previo, un análisis


ecológico de las repercusiones de ciertas afirmaciones filosóficas acerca de la
“ilimitada Naturaleza”. También, es menester, un análisis epistemológico, de
cómo afronta la ecología esas situaciones, o como las percibe. Esa relación
es producto, de la conciencia científica de las dimensiones cibernéticas[32]
que existen entre los seres vivos. La esencia y causa de la relación entre
filosofía y ecología, es la condición de que, entre los seres vivos, no solo hay
una necesidad de relacionarse en el sentido material, sino que muchas de
esas relaciones implican necesariamente una comunicación.

C. Ecologismo y ambientalismo
Existe una posibilidad de entender al ecologismo de igual forma como al
ambientalismo. Sin embargo, eso se contrarresta, de antemano, afirmando,
que el ecologismo, es un movimiento social, y el ambientalismo, una actitud
personal. El primero, es producto de la organización social a nivel de
reacción. El segundo, surge de la conciencia individual, a base de la idea de
prevención. Existe una permanente actividad en el ambiente, sin embargo,
dentro de las actitudes humanas; hay unas, que se ocupan por los efectos, y
otras se preocupan del entendimiento de las causas de esos acontecimientos.
Es lo social y lo personal, los escenarios del saber ecológico, en el plano
humano. Hay una población, y la suma de pobladores en un hábitat.
Reacción y prevención ante un acontecimiento ambiental, representan las
posibilidades de que el ser humano, se convierta en agente participativo de
la regeneración o conservaciones de los bienes naturales. Sin embargo, es
necesario crear una apertura al hecho de unificar esos dos escenarios,
empezando por una descripción de su funcionalidad, de la siguiente forma:

Las palabras “social” y “ambiental” representan dos formas consensuales de


ver la realidad en las que se procura separar y agrupar sus componentes con
objetivos cognoscitivos y políticos. Se habla de lo social o de lo ambiental para
comprender mejor la realidad y para fundamentar procesos en los que los
intereses humanos se agrupan en la búsqueda del poder. Desde este punto de
vista lo social y lo ambiental existen como grupos virtuales cuyos límites son
relativos a diferentes visiones del mundo[33].
Una actitud ambientalista, en su reflexión, tiende a comprender el conjunto
de eventos ambientales como un asunto complejo. Una actitud ecologista,
tiende a considerar esos eventos como algo concreto, es solucionable, por
tanto. Es a la ecología, como ciencia partidaria de la biología que estudia la
relación entre los seres vivos con su medio, que se le reclama ese papel
autorizado sobre la problemática ambiental, sin embargo, como un saber,
sigue trabajando parcialmente, no se ha despojado del espíritu moderno. Y
abordar desde una parcialidad, una problemática compleja y orgánica, como
la de una crisis ambiental, es simplemente quedarse en la superficialidad del
problema.

Por otro lado, sabemos que los productos de un saber científico, directa o
indirectamente, repercuten en la conciencia de algún sector social. Esos
fundamentos teóricos que explican una realidad, son discernidos, y muy
probablemente, provocan una reacción social. Si la fundamentación teórica
que explica una realidad, aborda sus problemas parcialmente, no puede dar
resultados coherentes a la problemática. Eso es lo que ha pasado con la
ecología, pues, se nos ha presentado como un paradigma de la
superficialidad, que intenta explicar la realidad del problema ambiental, que
posee una profundidad equivalente a una complejidad. Pues, todo sector
social que reacciona, obedeciendo la formalidad de ese paradigma, es a lo
que denominaremos ecologismo.

Ecologismo es, por tanto, no una incomodidad ante una respuesta de la


ecología como ciencia, sino a la obediencia en sectores sociales de la misma.
El asunto va inclinado a la posibilidad revisar si la ecología sigue con la visión
sistémica. Esto es, si la búsqueda concreta de la solución a los problemas
sociales se plantea desde esa visión, no hay duda, que un ecologismo, es
una organización social bajo un paradigma sistemático. Es, por tanto, lo
social y ambiental, una aparente polarización entre lo grupal y lo individual.
Sin embargo, esa polarización, no exenta, ante la posibilidad de un
compartimiento entre sí:

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Lo social y lo ambiental comparten una importante característica:
corresponden a ampliaciones de la visión humana de lo que rodea; son, en
este sentido, intentos de percibir y apropiarse de “lo otro”; símbolos de lo
diferente a lo individual, de “otras” cosas y personas que, sin embargo, nos
influyen y determinan nuestro subsistir. Aceptando que estamos inmersos y
que dependemos de ese otro, al identificarlo nos distanciamos para verlo y
para “usarlo” mejor.[34]
La unificación entre ambiente y lo social, a nivel de síntesis, es una demanda
social y humana, que busca entender la complejidad del ambiente. En el
asunto ambientalista, se escudriña una lógica de la mente, en el ecologismo,
se ataca algunas estructuras de un sistema social. Otro aspecto a considerar,
es el eje central de cada perspectiva. El ecologismo sigue siendo una lucha,
por liberar y proteger al ser humano de las situaciones accidentales de las
estructuras materiales que nos hospedan, por lo tanto, es un
antropomorfismo puro. En el ambientalismo, existe una idea complejizada,
es decir, aquí el eje central no es únicamente, las condiciones humanas, sino
la de todos los seres que se involucran en el ambiente total. Hay que
considerar que el ecologismo, tiene que ver con la estructuración de
respuesta ante problemas ambientales, desde escenarios políticos,
económicos y jurídicos[35]. Y el ambientalismo, desde escenarios educativos
o éticos. El ambientalismo es de carácter filosófico, y el ecologismo, de corte
científico.

El análisis, aquí, sirve “para distinguir un movimiento ambientalista


filosóficamente más profundo, del ambientalismo reformista o superficial
predominante”[36]. Es pues, que la principal característica del ecologismo,
es la siguiente:

Se consideraba ambientalismo superficial aquel que sólo da respuestas


tecnológicas a la crisis ambiental. Desde su accionar correctivo o meramente
reformista –si bien muy necesario-, el shallow environmentalism no se
atrevería a cuestionar las raíces de la creencia moderna en el progreso
puramente material, aun siendo éste tan expoliativo del ambiente y tan
explotador del ser humano[37].
El ecologismo, piensa en atacar reactivamente y no en prevenir, sin
embargo, eso no significa que no sea importante. Es necesario ir más allá de
ese ambientalismo superficial o ecologismo. Es necesario escudriñar el rol de
la filosofía ante los problemas surgidos de un general problema ambiental,
como su crisis. El problema ambiental es un problema social, pero no sólo
por comprometer el normal funcionamiento de las sociedades desarrolladas,
sino porque revela una crisis más profunda del hombre actual que incumbe a
valores y actitudes culturales y pautas económicas que habría que considerar
muy seriamente[38]. Lo anterior, en ningún momento, nos invita a olvidar
las causas materiales de la problemática ambiental, pero hay que tomar en
cuenta, que esas causas, tampoco son necesariamente, materiales. Es decir,
en esta problemática ambiental, existen causas materiales e inmateriales. El
ecologismo actúa en reacción a los materiales, es normal, a nivel social, un
análisis y acto inmediato. El problema de las causas materiales, es que muy
probablemente no sean la raíz del problema, sino efectos. No hay duda, que
el ecologismo, puede fracasar en sus búsquedas si no entiende esto; por
supuesto, es necesario, también, atender las emergencias.

Si las causas materiales de la problemática ambiental, han sido atendidas


por un paradigma ecológico y social superficial, entonces ¿Quién atiente las
causas inmateriales? o, ¿Qué le corresponde al ambientalismo? La respuesta
a la primera, es: ambientalismo o filosofía ambiental. La respuesta a la
segunda es la siguiente: “…deberá entonces trabajar sobre la raíz ideológica
y espiritual de la problemática ambiental.”[39] Lo decíamos anteriormente,
que la problemática ambiental tiene un escenario a nivel perceptivo e
ideológico, es decir, tiene una dimensión en la mentalidad humana. Entonces
la propuesta del ambientalismo se inclina a la creación de sistemas sociales
diversos, simbióticos y compatibles con los sistemas naturales. Sus
postulados aparecen centrados en el respeto por la vida humana y la no
humana. Si todo hubiese quedado reducido a la lucha contra la polución[40]
y el agotamiento de los recursos, no habría pasado de ser una expresión del
ambientalismo poco profundo, que sólo da respuestas tecnológicas a la crisis
ambiental.[41]

En conclusión, se sabe que el problema ambiental es transversal en la


diversidad de seres de la Naturaleza: es decir, que, en cualquier dimensión o
actividad humana y no humana, estará presente. Al momento de
enfrentarlo, no es tanto identificar los efectos, sino las causas. Es pues, que
la esencia de la solución, si es que hay, del problema, sería a nivel de
formas: o, bajo la emergencia y reacción, o preocupación y prevención. Lo
primero es sensible y se basa en lo probable y mostrable, lo segundo
requiere un análisis profundo[42] de las posibilidades materiales desde

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condiciones metafísicas de todo lo que nos rodea o de todo aquello donde
nos vemos participativos. Ecologismo trabaja por lo que pasó, y el
ambientalismo por lo que no se quiere que pase. Uno, se ocupa (que en su
mayoría queda en preocupación) de los efectos de la crisis ambiental; el
otro, se preocupa (que en su mayoría busca ocuparse) por las causas de la
crisis ambiental. Sin embargo, aquí no se trata de oponer esas dos
perspectivas, sino de complementarlas.

Félix Guattari, considera como síntesis al respecto, lo siguiente:

La verdadera respuesta a la crisis ecológica sólo podrá hacerse a escala


planetaria y a condición de que se realice una auténtica revolución política,
social y cultural que reoriente los objetivos de la producción de los bienes
materiales e inmateriales. Así pues, esta revolución no sólo deberá concernir a
las relaciones de fuerzas visibles a gran escala, sino también a los campos
moleculares de sensibilidad, de inteligencia y de deseo[43].
D. Filosofía del ambiente y filosofía de la naturaleza.
En el desarrollo de una investigación, sobre una filosofía del ambiente, hay
que responder a una pregunta principal: ¿En qué consiste una filosofía del
ambiente? Desde luego, esa pregunta implica realizar un recorrido sobre lo
que debió pasar para que el problema de la crisis ambiental entrara en los
debates filosóficos. En gran medida, las cuestiones ambientales pasaban por
desapercibidas en la filosofía, tratándose como un ingrediente contingente en
la reflexión sobre la Naturaleza. En cuanto a su carácter epistemológico, la
filosofía del ambiente, sentará su reflexión en el producto de esa relación
entre el conocimiento científico y la tecnología; el primero, como el saber
que plantea una regularidad del ambiente en el plano teórico; y la segunda,
como la que modifica esa regularidad por su naturaleza práctica. En esta
reflexión, nos encontramos con una realidad relacional: entre un problema
integrado por la participación del ser humano en sus diferentes actividades y
en sus diversas relaciones tanto con su especie y el medio ambiente, con los
demás de seres vivientes. No se va a partir, de que existen determinaciones
acerca del problema ambiental, es decir, causas establecidas, sino que se
buscará ese conjunto de factores relacionados entre sí, como determinantes
para que exista esa indeterminación en las tendencias de las relaciones
ecológicas de la humanidad.

Teniendo eso en cuenta, es necesario partir de algunas consideraciones


conceptuales. Sabemos que una filosofía del ambiente, en ningún momento
debe ser concebida como una filosofía de la naturaleza: pues ésta trata, en
gran medida, de buscar en una Naturaleza absolutamente autónoma,
principios de causalidad, regularidad y finalidad; mientras que la otra,
propone la profundización, sobre las irregularidades y alterabilidades de una
Naturaleza relativamente autónoma. En la filosofía de la naturaleza, nuestro
objeto de reflexión colaboraba en la construcción de un conocimiento; y en la
filosofía del ambiente, el objeto de reflexión forma parte, incluso, de nuestra
construcción como sujetos. En síntesis, el ambiente es el conjunto de
formas en que los diversos seres de la naturaleza en un carácter orgánico,
interactúan, se relacionan, y se sostienen bajo un estado dependiente entre
sí.

Spinoza, en su planteamiento ético, nos da un basamento para estudiar la


problemática ambiental, como la cualidad de una Naturaleza integrada e
indisoluble, afirmando, que “en el orden natural no puede haber dos o más
sustancias de la misma naturaleza o atributo” [44]. En primer lugar, hay que
considerar que Spinoza, concibe a la sustancia, como lo infinito e indivisible.
Y a la vez, no como lo originado, sino, como aquello que origina, tanto así,
que ella misma en su existencia se pertenece[45]. El problema que podemos
encontrar, en esta afirmación, es el de ese carácter de infinitud de la misma
Naturaleza, pues, el asunto no es aclarar el carácter trascendental de la
Naturaleza en relación con el tiempo, sino, la de trabajar con su inmanencia
corporal en relación con lo espacio-temporal de sus habitantes. Sin embargo,
lo que rescataremos aquí, es que no podemos desarrollar una filosofía del
ambiente partiendo de concepciones separatistas, que comprenden a la
Naturaleza bajo una doble atribución (material e inmaterial, finito e infinito,
temporal y eterno), y peor aún, si se plantea la primacía y separación de una
sustancia con respecto a la otra.

En la medida, en que se conciba a una Naturaleza como una unidad, en


donde lo material e inmaterial se corresponden y son complementarios en
una misma sustancia, es que podemos encontrar, el punto de partida para
desarrollar una filosofía del ambiente. Por lo tanto, es esta indisolubilidad de
la naturaleza, lo que tiene el papel referencial de una filosofía del ambiente,
no solo en el sentido de que el ambiente es esa posible articulación de
cualquier polaridad de una realidad, sino, en el sentido de comprender al

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mismo ser humano al lado y en relación a las cosas, y no sobre ellas, tal
como lo plantea Boff [46].

Hay que recordar que en la modernidad se observa una Naturaleza domable


por medio del conocimiento explicativo de sus propias leyes, se le entendía
como algo representable utilizando un lenguaje simbólico y matemático. En
todo caso, lo que se busca con una crítica y reflexión sobre la Naturaleza en
su ambiente, es romper con ese paradigma antropocéntrico, que no hacía
otra cosa; que ver y tratar a la naturaleza como el objeto máximo, necesario
para la trascendencia, convivencia y sobrevivencia del mismo ser humano en
sus relaciones sociales. Esto último, se configura, como la justificación de la
idea de progreso.

Husserl, en su intento de construir una teoría fenomenológica del origen de


la espacialidad, del origen de la corporeidad, del origen de la naturaleza en el
sentido de la ciencia natural, introduce la categoría de mundo, como
apertura del entorno, para desafiar ese mundo en la infinitud que el
pensamiento pone. Esta es una de las reacciones ante esa concepción
moderna que se tenía de la Naturaleza. Según Husserl, los copernicanos y
los hombres de la modernidad, conciben que “la tierra no es la <<Naturaleza
entera>>, es un astro en el espacio infinito del mundo”[47]. Los productos
teóricos de la modernidad nos dejan una Naturaleza sometida a una
separación, tanto en su representación como en su experimentación. Se
deduce pues, que, en esa época, la “Tierra es un cuerpo esférico, que
ciertamente no se puede percibir en integridad de una sola vez y por un solo
sujeto, sino en una síntesis primordial como unidad de experiencias
singulares tramadas unas con otras”[48]. En la visión husserliana, eso
representa; por un lado, la incapacidad de tenerse una experiencia total de
ese suelo como cuerpo, y por otro, la constitución experiencial del mundo
hace de la tierra, un cuerpo que sirve de suelo[49].

En contraposición, Husserl, ve a la Tierra, como lo físico universal y como ese


gran bloque donde yacen los cuerpos: lo primero, porque que es el soporte
de todo cuerpo susceptible a una experimentación normal y plena, y lo
segundo, porque ya sea por fragmentación o por un trocear, de la tierra
debió surgir otros cuerpos más pequeños. “En términos generales, la
intuición del mundo y la de los cuerpos físicos individuales, la intuición del
espacio y la del tiempo, la intuición de la causalidad todo ello se elabora
unido y discurre entrelazado”[50]. En el plano metodológico, la
fenomenología, nos dirige a una intuición como acto del conocer,
fundamentada en la convivencia y tratando con las cosas, y no sobre ellas.
Participamos en ellas, y ellas participan en lo que, de ellas mismas,
percibimos.

Es pues, que, con Husserl, en su metodología, se evidencia, una revelación


contra la visión objetual que se tenía de la Naturaleza como aquello a
conocerse, y de aquí podemos partir, que la Naturaleza abarca más allá del
carácter de objeto, y que en su interioridad hay una interacción y correlación
entre los objetos, las cosas, y la conciencia de los sujetos. Es pues, que el
mismo conocimiento está dentro de un ambiente total y unidor de la
Naturaleza. Por lo tanto, aquí, el ambiente, es esa realidad interactuante y
relacional entre los cuerpos de una Naturaleza integrada. En una filosofía del
ambiente, la tierra como suelo servible, es reconocida como el
medioambiente, es el conjunto de circunstancias espacio-temporales, en
donde existe el desenvolvimiento de los seres vivos en correlación con los no
vivos. En conclusión, en la época moderna solo existía una preocupación en
la representación del medioambiente, entendiendo que su esencia era algo
marcado por la espacialidad y la temporalidad, en consecuencia, algo
medible. Era un medio que respondía a fines, exclusivamente a una especie.
En Husserl, encontramos, una reacción inmediata, ante ese carácter estático
e inalterable que se le asignaba a la Naturaleza bajo la idea de infinitud, y
ante, esa parcialización de la Naturaleza en su carácter finito.

Para el desarrollo de una filosofía del ambiente, al pensamiento de la


modernidad, como gran aporte, le podemos rescatar la concepción de
Naturaleza planteada por Spinoza, pues, nos deja, como afirmación, que una
de sus propiedades es la indisolubilidad de sus atributos físicos, como lo de
una sustancia relacionándose interna y externamente como una unidad. En
Husserl, para una filosofía del ambiente, encontramos un aporte
metodológico, pues, aparte de la unidad spinoziana de la Naturaleza, hay
que sostener, que la Naturaleza en su ambiente, surgen procesos
degenerativos y generativos por parte de los cuerpos que forman su
ambiente, aparecen y desaparecen fenómenos. En la filosofía del ambiente,
por tanto, es necesario tener como presupuesto, que la Naturaleza tiene una

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irregularidad provocada por determinantes cambiantes, generadores y
degenarables, que la hacen ver como un cuerpo complejo e interconectado,
con posibilidades de alterarse y conservarse.

La gestación de una filosofía del ambiente, es sin duda, el resultado de una


inconformidad con las respuestas que dan las ciencias dedicadas al
ambiente; el ambiente a pesar de estar siendo objeto de estudio, se
encuentra en crisis. Esos fundamentos teóricos que explican una realidad,
son discernidos, y muy probablemente, provocan una reacción social. Si la
fundamentación teórica que explica una realidad, aborda sus problemas
parcialmente, no puede dar resultados coherentes a la problemática. El
ambiente es la suma de conjunto de objetos de estudio, de sujetos
estudiadores, de conocimientos y perspectivas sobre la Naturaleza, de la
vida, de lo inerte y de la no vida, de posibilidades y probabilidades, de lo
concreto y abstracto, etc. En fin, es la única totalidad, de la que hoy en día
podemos hablar.

E. Ecología superficial y Ecología profunda.


Si existe una concepción de la Naturaleza como algo profundo, es decir,
como un ambiente, y otra, como una concepción medioambiental de la
misma (entendiendo de que cada concepción de la Naturaleza surge
cualquier actividad científica o un saber), debe haber ecologías, que
fundamentan a cada concepción, respectivamente. Hay una ecología
profunda y una ecología superficial. Es necesario aclarar lo siguiente: de la
ecología profunda surge el ambientalismo, y de la ecología superficial, surge,
el ecologismo. La concepción medioambiental de la Naturaleza implica una
reacción mediata ante la alterabilidad material de la Naturaleza, la
concepción ambiental de la Naturaleza no se determina por reaccionar con
medios ante la problemática ecológica, se determina en creer que una
armonía ecológica nace desde la misma concepción de Naturaleza. La crisis
no solo es medioambiental, es ambiental. Se ha perdido no solo la
consistencia de los medios materiales, sino que se ha perdido la valoración
sacra de la Naturaleza. La ecología superficial es la que ha atacado
emergentemente los asuntos de crisis ambientales, más evidentes, en las
sociedades. Y la ecología profunda es una nueva propuesta para atacar esa
problemática. La segunda es un efecto por la inconformidad que existe ante
las respuestas de la primera.

Frijot Capra[51], en su análisis sobre La trama de la vida como Una nueva


perspectiva de los sistemas vivos, no duda en definir a la ecología profunda
como un paradigma, no solo científico en el marco de la ecología, sino como
una visión del mundo, caracterizada por ser holística, ya que lo ve como un
todo integrado más que como una discontinua colección de partes. Una
percepción desde la ecología profunda “reconoce la interdependencia
fundamental entre todos los fenómenos y el hecho de que, como individuos y
como sociedades, estamos todos inmersos en (y finalmente dependientes
de) los procesos cíclicos de la naturaleza.”[52] Aquí al objeto de estudio, no
se ve como algo externo[53], sino como un conjunto, en donde participa,
también el estudiador. “Los términos «holístico» y «ecológico» difieren
ligeramente en sus significados y parecería que el primero de ellos resulta
menos apropiado que el segundo para describir el nuevo paradigma.”[54] La
visión holística significa ver a cualquier fenómeno como un todo funcional y
entender consecuentemente la interdependencia de sus partes; la visión
ecológica, incluiría eso, pero añadiría la percepción de cómo el fenómeno se
inserta en su entorno natural y social: de dónde provienen sus materias
primas, cómo se construyó, cómo su utilización afecta al entorno natural y a
la comunidad en que se usa, etc.

La ecología superficial es de carácter pragmática. “La ecología superficial es


antropocéntrica, es decir, está centrada en el ser humano. Ve a éste por
encima o aparte de la naturaleza, como fuente de todo valor, y le da a
aquélla un valor únicamente instrumental, «de uso».”[55] La ecología
superficial, no estudia al fenómeno como una totalidad, sino bajo la
concepción utilitaria, el ambiente se vuelve medio. La ecología superficial
estudia al medioambiente, esencialmente, como materialidad. La ecología
profunda estudia un hogar, no solo como materialidad sustentadora, sino
también, como suma de espíritus representados. El ambiente contiene en sí
mismo, incluso, su representación. La ecología evade la funcionalidad de las
representaciones en la totalidad ambiental.

En este asunto de la problemática ambiental, nos exige, plantear la unión


teórica y práctica, de la subjetividad y objetividad. “Hoy menos que nunca
puede separarse la naturaleza de la cultura, y hay que aprender a pensar
«transversalmente» las interacciones entre ecosistemas, mecanósfera[56] y

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Universo de referencia sociales e individuales.”[57] En el saber profundo de
la ecología, se encuentra en juego la relación entre lo natural y artificial. La
ecología profunda es la nueva forma de estudiar la interacción de los seres
en el ambiente. Es esa visión holística de la ecología profunda que da
vigencia a una filosofía del ambiente. Y la filosofía del ambiente, es la que le
aporta a la ecología profunda el carácter de paradigma, le aporta pues,
desde una metodología hasta las nuevas concepciones de Naturaleza y
Ambiente. En el siguiente capítulo estudiaremos a la ecología profunda como
un movimiento teórico y práctico en su originalidad.

II. ECOSOFÍA Y SOCIEDAD.


En este capítulo, se trata de profundizar en la ecología profunda. La ecosofía
es la gran síntesis, de la relación entre filosofía y ecología. Es necesario,
pues, revisar su concepto original, su dimensión práctica y teórica, sus
aspectos científicos y filosóficos. Y lo más importante: su trascendencia como
saber ético, y su influencia en algunos movimientos sociales.

F. Movimiento teórico y práctico de la Ecosofía.


Ecosofía es ecología profunda, ambientalismo profundo, filosofía ambiental
como una tendencia de la filosofía de la naturaleza[58]. De antemano, la
ecosofía no es un conocimiento específico, es un conjunto de conocimientos,
o mejor aún, es un saber. Un saber difiere del conocimiento, ya que es en
última instancia, un reconocimiento, es decir, un conocimiento que tiene toda
su aplicabilidad en la realidad, y es identificable en la misma. No todo
conocimiento puede llegar a ser, un saber; y todo saber, es de antemano un
conocimiento. La ecosofía ha trascendido su estadio de conocimiento, debido
a la problemática que trata de enfrentar. Ese problema no se presenta bajo
leyes, ni siquiera como sistema de relaciones, es una variedad de relaciones
prácticamente indefinidas, lo único que contiene de predecible es la no
predictibilidad.

La ecosofía no solo contiene como una de sus variables compositoras, varios


tipos de ecologías, sino varias situaciones y escenarios de la realidad. Esto
debido a la siguiente situación global:

“Las relaciones de la humanidad con el socius, con la psique y con la


«naturaleza» tienden, en efecto, a deteriorarse cada vez más, no sólo en razón
de contaminaciones y de poluciones objetivas, sino también por el hecho de un
desconocimiento y de una pasividad fatalista de los individuos y de los poderes
respecto a estas cuestiones consideradas en su conjunto. Catastróficas o no,
las evoluciones negativas se aceptan como son”[59].
La Naturaleza vencida supone la autodestrucción del hombre, asegura Edgar
Morín, es pues que es necesario tener una conciencia ecológica. La
conciencia ecológica, es fundamental en la ecosofía. La conciencia ecológica
es profundización de la Naturaleza. Sin embargo, la conciencia ecológica es,
en primer lugar, la conciencia que el entorno es un ecosistema, esto es, una
totalidad viva, auto-organizada en sí misma (espontanea). En segundo
lugar, esa conciencia se trata, de una conciencia de nuestra dependencia, es
decir, de la relación fundamental con el ecosistemas, que nos lleva a
rechazar nuestra visión del mundo objeto y del hombre insular[60]. La
ecología profunda entiende que “el hombre es el más abierto de todos los
sistemas, el más dependiente en la independencia”[61]

G. Aspectos científicos.
El cierre del apartado anterior, abre la revisión de aspectos científicos de la
ecosofía. La ecosofía, en el aspecto científico, es un paradigma. Los aspectos
científicos, aquí, serian, los postulados que proporcional los tres tipos de
ecologías, que Félix Guattari, identifica. La suma de esos postulados
ecológicos bajo el carácter estético y ético que da la filosofía, forma a la
ecosofía. Esas ecologías son: ecología social, ecología mental, y ecología
medioambiental. La Naturaleza, presenta una dimensión material desnuda,
una dimensión alterada por sus seres contenidos, y otra, representativa, en
la conciencia humana. En la dimensión material de la realidad, a cada
representación le precede una acción; y en la dimensión conceptual, a cada
acción le precede una representación. La representación reside en el
fenómeno psíquico, la acción en lo social, y la realidad en su estado material
es el medio ambiente. La realidad material junto con su representación es el
ambiente general, o sea lo que una ecología superficial no alcanza
escudriñar. Por lo tanto, “en cada núcleo existencial parcial, las praxis
ecológicas se esforzarán en localizar los vectores potenciales de subjetivación
y de singularización.”[62]

La ecología social, implica las actividades humanas a nivel colectivo, se


puede considerar a la productividad económica o en relación a los ejercicios
de subsistencia. Tiene que ver, edemas, con cualquier intento de

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organización social. Lo cultural, es sin duda, el aspecto más identificable de
las relaciones sociales definidas. La cultura es un residuo social que produce
identidades y establece percepciones, es decir, busca reconocer las
dimensiones de la realidad desde un bagaje social propio. En relación a la
ecología social, Guattari, considera lo siguiente:

La ecología social deberá trabajar en la reconstrucción de las relaciones


humanas a todos los niveles del socius. Jamás deberá perder de vista que el
poder capitalista se ha deslocalizado, desterritorializado, a la vez en extensión,
al extender su empresa al conjunto de la vida social, económica y cultural del
planeta, y en «intensión», al infiltrarse en el seno de los estratos subjetivos
más inconscientes[63].
La ecología social busca encontrar explicación en cualquier actividad humana
que requiera colectividad. Se ocupa de la visión política y económica como
fenómenos inmediatos de lo social, o como medios de la sociabilidad. “Los
diversos niveles de práctica no sólo no tienen que ser homogeneizados,
conectados unos con otros bajo una tutela trascendente, sino que conviene
hacer que entren en procesos de heterogénesis”[64].A nivel de finalidad la
interacción social, busca una comunidad ideológica, pero eso no significa,
que a nivel de causa sea de tal manera, he ahí, donde se necesita el
compacto de las individualidades como génesis de una solución, eso sería
una verdadera participación en el combate de la problemática ambiental. Una
tendencia o movimiento social, que tiende a fallar ante este problema es la
iniciativa del feminismo[65]. La ecología social, no es la imposición de una
conciencia sobre otra, es la suma de conciencias subjetivas, por lo tanto:

La ecológica ya no impone «resolver» los contrarios, como lo deseaban las


dialécticas hegelianas y marxistas. En particular, en el campo de la ecología
social, llegará un tiempo de lucha en el que todos y todas se verán obligados a
fijarse objetivos comunes y a comportarse «corno pequeños soldados» quiero
decir, como buenos militantes pero, conjuntamente, llegará un tiempo de
resingularización en el que las subjetividades individuales y colectivas
«plegarán velas», y en el que lo que primará será la expresión creadora como
tal, sin más preocupación respecto a finalidades colectivas[66].
Cuando se plantea, una ecología social, se apela, a que el humano se vea
como un creador y destructor dentro de la Naturaleza, algo parecido como el
artista ante sus instrumentos de necesarios hacer arte. Esta es la dimensión
de la ecosofía que puede atentar contra la imposición de una percepción en
el plano más concreto.

La ecología medioambiental, es la ecología superficial, en efecto, se ocupa de


una parte de lo que preocupa a la ecosofía, sin embargo, no deja de ser
importante. “La ecología medioambiental, tal como existe en la actualidad,
no ha hecho, más que esbozar y prefigurar la ecología generalizada, y que
tendrá como finalidad descentrar radicalmente las luchas sociales y las
maneras de asumir su propia psique”[67]. Existen algunas organizaciones
sociales que obedecen los lineamientos teóricos de este tipo de ecología, sin
embargo, no es reconocible meritoriamente sus éxitos ante la lucha contra la
explotación medioambiental, pues, como se dijo anteriormente, actúan por
emergencia y reacción, por lo tanto, no satisfacen a una ecosofía global. “La
connotación de la ecología debe dejar de estar ligada a la imagen de una
pequeña minoría de amantes de la naturaleza o de especialistas
titulados”[68]La ecología medioambiental, cae en esa circunstancia. Se
denomina un especialista en tal área medioambiental, al que tiene
prefiguradas una serie de respuesta a nivel material a las preguntas
profundas que surgen de la crisis ambiental. El que trabaja la ecología no
solo debe estar describiendo efectos, sino lo de predecirlos a base del
conocimiento de las causas, esta que no residen de manera absoluta, en lo
sensible.

En conclusión, la ecología medioambiental, es la que siempre ha recibido la


denominación de ciencia, sin embargo, de las tres ecologías, es la que más
conserva preguntas, a pesar de ser la que más responde a nivel material,
aquí, aun, no existen leyes propias, sino la formación de muchos conceptos
aisladamente. La ecología medioambiental, no se despega de la concepción
antropocéntrica, que nos invita a estudiar el entorno en beneficio del
humano.

La ecología mental, es propia del sujeto, como individuo, es decir, de la


subjetividad. Aquí es necesario, reconocer que el fenómeno psíquico, llamado
pensamiento, tiene poder a nivel de causa, en la problemática ambiental. “El
principio específico de la ecología mental reside en que su forma de abordar
los Territorios existenciales depende de una lógica pre-objetal y pre-personal
que evoca lo que Freud ha descrito como un «proceso primario»”[69]. En
otras palabras, el aspecto ecológico a nivel mental, no es tanto el
comportamiento individual en relación al medioambiente, sino el conjunto de

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concepciones y percepciones que hacen actuar a una persona de tal manera.
La ecología mental no obedece ni representa, sino que dirige y ordena, en
muchos casos son mandatos impregnados. “En cualquier momento, en
cualquier lugar, el problema de la ecología mental puede surgir, más allá de
los conjuntos bien constituidos, en el orden individual o colectivo.”[70] La
ecología mental, presupone un orden ecológico el plano de las ideas.
Bateson, asegura que, causas básicas de la crisis ambiental, residen en la
acción combinada de a) el avance tecnológico; b) el crecimiento de la
población, y c) la concepción corriente, pero equivocada de la Naturaleza del
hombre y de su relación con el ambiente[71]. Sin embargo, esa concepción
la que tiene mayor impacto, debido a que se nos presenta como una
empresa de ideas, formada por ideas categórica e ideas generales, que
determinan cualquier acto del sujeto.

En el caso de la crisis ambiental, Bateson, menciona algunos patrones


conceptuales, que no solo coordinan a los humanos en el ámbito cultural de
ciertas regiones sociales, sino, incluso, en sistemas políticos, siendo estos
últimos, los que imponen esas concepciones. Bateson, los enuncia de la
siguiente forma:

Las ideas que dominan nuestra civilización en el momento actual se remontan,


en su forma más virulenta, a la Revolución Industrial. Se las puede resumir
así:
Las ideas que dominan nuestra civilización en el momento actual se remontan,
en su forma más virulenta, a la Revolución Industrial. Se las puede resumir
así:
a) Nosotros contra el ambiente. b) Nosotros contra otros hombres. c) Lo que
importa es el individuo (o la empresa individual o la nación individual).
d) Podemos tener un control unilateral sobre el ambiente y tenemos que
esforzarnos por conseguirlo. e) Vivimos dentro de una «frontera» en infinita
expansión.
f) El determinismo económico es algo de sentida común. g) La tecnología se
encargará de arreglarlo todo.
Consideramos que estas ideas han quedado, lisa y llanamente, convictas de
falsedad por los logros, en última instancia destructivos, de nuestra tecnología
durante los últimos 150 años. También resultan falsas a la luz de la teoría
ecológica moderna. Los seres vivientes que luchan contra su ambiente y lo
derrotan se destruyen a sí mismos[72].
Esto es, la ecología mental, es el conjunto de ideas ecológicas. Las ideas
tienen un efecto social demasiado marcado, cuando nos referimos al uso de
los recursos naturales. Existe valoraciones a partir de ideas que se han
generaliza, a causa de beneficios propiamente humanos. Se necesita un
paradigma emergente en los procesos de valoración de los seres que nos
rodean. Debido a esto, hay filósofos, especialmente los que están ligados con
la teología de la liberación, que proponen un nuevo proceso de sacralización
de la naturaleza entendiendo que la crisis ambiental, es también crisis
ecológica, como paradigma[73].

En conclusión, Félix Guattari, sintetiza lo siguiente:

El principio común a las tres ecologías consiste, pues, en que los Territorios
existenciales a los que nos confrontan no se presentan como en-sí, cerrados
sobre sí mismos, sino como un para-sí precario, acabado, finitizado, singular,
singularizado, capaz de bifurcarse, en reiteraciones estratificadas y mortíferas
o en apertura procesual a partir de praxis que permiten hacerlo «habitable»
por un proyecto humano. Esta apertura práctica constituye la esencia de ese
arte de «la eco» que subsume todas las maneras de domesticar los Territorios
existenciales, tanto si conciernen a íntimas maneras de ser, el cuerpo, el
entorno o a grandes conjuntos contextuales relativos a la etnia, la nación o
incluso los derechos generales de la humanidad[74].

H. Aspectos filosóficos
En la filosofía, la ecosofía es una tendencia de la filosofía de la naturaleza. El
aporte filosófico a la ecosofía, se encuentra en el marco estético, ético y
epistemológico. Es la idea de una ecología profunda lo que inicia la gestación
de una filosofía del ambiente, transformada en propuesta, por el filósofo
noruego Arne Naess, que en primer lugar lo va definir como un movimiento:
Deep Ecology Movement. Poco importa, según Naess, detenernos en definir
auténticamente esa frase, es suficiente, con relacionarlo con el
conservadurismo, liberalismo, o con el movimiento feminista, pues, suficiente
con conocer la materia sobre la cual se reacciona y se trabaja, para
identificarle. Lo importante sería dar a conocer las afirmaciones sobre los
cuales se gesta el movimiento.

Naess junto a George Sessions[75], plantean lo siguiente:

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1. El bienestar y florecimiento de toda vida humana y no humana sobre la
tierra tienen un valor en sí mismos (valor intrínseco). Estos valores son
independientes de la utilidad que proporcione el mundo no-humano a los fines
humanos.
2. La riqueza y diversidad de formas de vida contribuyen a la realización de
estos valores, y a su vez son valores en sí mismos.
3. La humanidad no tiene derecho a reducir esta riqueza y diversidad excepto
para satisfacer sus necesidades vitales básicas.
4. El desarrollo de la vida humana y de su cultura es compatible con un
sustancial decrecimiento de la población humana actual. El desarrollo libre de
la vida no-humana requiere necesariamente ese decrecimiento.
5. La interferencia actual del hombre en el mundo natural no-humano es
excesiva, y la situación está empeorando rápidamente.
6. Por tanto, las políticas actuales han de ser cambiadas. Estas políticas
afectarán a la economía básica, a la tecnología y a las estructuras ideológicas.
Los temas resultantes de estas políticas serán muy diferentes a los actuales.
7. El cambio ideológico está principalmente relacionado en apreciar la calidad
de la vida muy por encima del intento de conseguir para sí un mayor nivel de
vida basado en el consumo desmedido y la acumulación material de bienes.
Existirá una profunda conciencia de la diferencia entre grande (cantidad) y
grandioso (cualidad).
8. Aquellos que suscriban estos puntos tienen la obligación de, directa o
indirectamente, intentar aplicar los cambios necesarios.
Se evidencia en estos postulados, una preocupación profunda sobre la
valoración de la biodiversidad y sobre esa centralización excesiva de los
factores naturales en la humanidad. Aquí se postula, la ocupación
biocentrista, una actitud que se refiera a la vida en primer lugar, antes de
referirse a aquello que trascienda a las necesidades básicas para la
subsistencia. Esos puntos representan una reacción radical, ante cualquier
propuesta de un paradigma dominante, como el antropocentrismo. Desde
luego, en estos principios, se concentra el ingrediente que hace de esta
visión una propuesta paradigmática nueva, y es lo de buscar en gran
medida, la causalidad de la problemática en aquello que se representa en la
cultura y en lo ideológico. La raíz del problema, entonces, viene desde el
propio significado, asignado a los elementos contribuyentes a un ambiente
total, por parte de la humanidad en sus diversas prácticas. Es bajo esta
forma, que encontramos el carácter problemático del ambiente, como
realidad tratable desde una filosofía. Hasta aquí tenemos la justificación
teórica, para desarrollar una visión filosófica sobre el problema ambiental,
sin embargo, hace falta encontrar los acontecimientos concretos en la
practicidad humana que nos reflejen la necesidad de intervenir con un nuevo
movimiento teórico. Se necesita trabajar con las referencias históricas de los
hechos que justifican la crisis ambiental, llevándolos al debate filosófico,
desde los postulados teóricos ya establecidos.

Evidentemente, el primer ataque de una ecología profunda, es contra de


esas posturas teóricas que denominan al hombre en el centro de toda
finalidad del universo, dándole tanto la posesión como el máximo beneficio
sobre ello, y un segundo; contra esas ideas que prescriben a una Naturaleza
indestructible, que no hacen otra cosa más, que impulsar al espíritu humano
a no limitarse en sus actos relacionados con el resto de los seres del
ambiente natural.

Según Alicia Bugallo, hubo un impacto de la problemática ambiental en el


debate filosófico. Afirma: “[…] aquella toma de conciencia en los 60`s se
integró al dinamismo de la Nueva Era, movimiento para-cultural que
promovió el protagonismo de todo lo que la sociedad moderna había
mantenido marginado, como la pobreza, lo femenino la homosexualidad, la
Naturaleza etc…”[76]. Bugallo, ve que en varias corrientes filosóficas,
especialmente la cartesiana, se dedicaron a partir toda realidad en
pensamiento y materia, pues esa postura se ve reflejada en la ciencia; en
donde a base de la intencionalidad de encontrar lo exacto y la precisión en lo
material, se desconecta de una preocupación sobre cualquier inexactitud e
imprecisión del pensamiento humano, por lo tanto no se ve la necesidad de
esperar un momento sintético, como resultado de una posible relación entre
esos dos principios.

Ahora encontramos una de las grandes entradas del problema ambiental a


los debates filosóficos: es que es desde la misma filosofía, como un saber
histórico, que surge esa jerarquización de las propiedades de la Naturaleza,
por tanto, en el momento que se encuentra en crisis esa Naturaleza, es
responsabilidad de la misma filosofía de participar en un proceso de
depuración de esa visión. Sin duda, que una cultura coordinada bajo esa
partición, su perspectiva ética se limitaría probablemente solo a la conducta
entre los sujetos, y no en relación a las cosas, demás ecosistemas,
organismos, y seres que componen una totalidad ambiental.

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En otras, palabras, la filosofía ambiental, tendrá vigencia en una cultura,
porque tiene como uno de sus contenidos una nueva visión ética en relación
a una totalidad natural. “[…] la filosofía ambiental, considerada globalmente,
es el desarrollo de ese extensionismo de las consideraciones morales hacia
seres no humanos, así como el conjunto de reflexiones que surgen a partir
de asumir tal extensionismo.”[77] Bugallo, nos deja claro, que, una filosofía
del ambiente, propone una pluralidad de propuestas que traen consigo, una
nueva alternativa al frente de un paradigma tecnocrático y hegemónico, esto
es, se plantea un cambio de paradigma cultural. En fin, la problemática
ambiental, ha llegado a la filosofía, como algo abordable desde la ética, la
epistemología y la ontología, y en este sentido, en la filosofía ambiental, se
originan grandes fundamentos teóricos adecuados para las diferentes
revoluciones ambientales.

De acuerdo con Boff, en su tratado: Ecología: Grito de la Tierra, Grito de los


Pobres; la crisis ambiental significa la quiebra de una concepción del mundo.
Según él, lo que en la conciencia colectiva era evidente, ahora es sometido a
discusión[78]. Y ¿Qué es eso que se discute?, pues, Boff[79], asegura que es
esa concepción del mundo indiscutible de la modernidad, la de que todo debe
girar alrededor de la idea de progreso, y que ese progreso se mueve entre
dos infinitos: el de los recursos de la tierra y el infinito del futuro. Esa
infinitud debería solo existir bajo la ilusión[80]. En síntesis: el ambiente de
la Naturaleza es ese conjunto actividades y hechos que relacionan la
diversidad de seres existente dentro de la misma. Es necesario interpretar a
la Naturaleza como un cuerpo, en donde las concepciones sobre ella son su
forma; y los hechos a la par de las actividades de la biodiversidad, ya sean
alteradoras o conservadoras, su contenido. El debate filosófico sobre el
ambiente de la Naturaleza, consistiría entonces, en reflexionar sobre la
posibilidad de la degeneración, de la finitud y de la vitalidad de la Naturaleza,
como consecuencias o manifestación del ambiente desarrollado por sus
seres.

La Ecología en general, se está tomando como un saber sobre lo cotidiano, lo


inmediato, lo contextual, lo relacional con el medio. Pues, es en esa
practicidad, que una filosofía del ambiente, manifiesta su vigencia. Es en
referencia a eso; y a la vez, por su profundización, que trabaja por la
reformación o cambio del paradigma que a diario repercute en la conciencia
de la cultura. ¿En qué circunstancia se denomina como paradigma ecológico
a una filosofía del ambiente? Es en la medida que la conciencia y la
percepción imperante sobre la Naturaleza se comporte paradigmáticamente,
es decir, que, bajo esa idea de la infinitud de la Naturaleza, hay toda una
sistematización cultural, porque presenta todo un entramado ético, formado
por: valores, prácticas morales, criterios que legitiman las actividades
desmesuradas, y por supuesto, existe una comunidad coordinada por esos
principios. El asunto, se entenderá cuando sepamos que, no es un agente
externo de una determinada cultura quien debe cambiar un paradigma, pues,
es imposible encontrar algo fuera de la comunidad que provoque los
cambios, es la misma comunidad la que tiene la potestad de participar en
sus cambios de estados. En este sentido, la filosofía ambiental, debe ser una
propuesta paradigmática, que tiene que plantear una confrontación a un
paradigma en estado de crisis.

Hay que construir nuevas valoraciones, hay que llamar al consentimiento de


la pluralidad, hay que encontrar principios que hacen coincidir a la
comunidad humana con las demás de comunidades. Es por lo anterior, que
hay una percepción de un paradigma imperante, y es lo que nos hace
adoptar su forma para contrarrestarlo, entendiendo, que no es sencillo, la
captación de una crisis del paradigma en su estado teórico, porque son las
comunidades en sus practicidades las que entran en ese estado crítico. En el
transcurso de este análisis, hemos señalado que una filosofía del ambiente,
atiende un problema que va más allá de la suma de las partes, que tiene un
carácter orgánico, que se necesita una visión holística para abordarlo. Es por
eso que filosofía del ambiente, en una fundamentación surgida de una
ecología profunda, puede ser visto como un nuevo paradigma.

I. Ecosofía como un saber ético.


La humanidad, bajo la visión de entenderse como un “ser sobre el entorno”,
manifiesta una diversidad de formas de valorar, determina una jerarquización
de los seres que le rodea, acomoda una determinada cosmovisión a su
complejo de superioridad, condiciona e interviene en los procesos cíclicos del
resto de seres de la Naturaleza, hace de los recursos naturales sus medios
para satisfacer sus fines, en fin, existe una idea de bien, demasiada
relacionada con la idea de la progresión del ser humano, que depende, sin
lugar a duda, del aprovechamiento y explotación de lo que en la Naturaleza
encontramos. Hay toda, una práctica moral, y, una visión ética, sin embargo,

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eso va depender de acuerdo a un determinado contexto cultural e histórico,
por ende, puede variar la selección sobre el qué explotar y dominar: unos
prefieren explotar la animalidad, otros, la vegetabilidad, otros, lo mineral,
etc. Esta visión ética, solo cabe en una reflexión sobre el medioambiente, por
tanto, no es algo, que la filosofía ambiental atienda de manera absoluta.

Ahora, en la visión donde la humanidad se entiende como un “ser con el


entorno”, es diferente: pues, existe una forma transversal para valorar, se
omite cualquier tipo de jerarquización, no existe una idea de inferioridad ni
de superioridad en relación con los demás seres de la Naturaleza, existe una
reciprocidad con los demás seres al momento de beneficiarse de ellos, todos
los seres tienen un fin en sí mismos antes de ser medio, la idea de bien,
aquí, se relaciona a la vida como principio universal, es pues, que la filosofía
ambiental, propone, incluso, una revolución ética, que como consecuencia,
sería un cambio cultural. A esa ética, necesaria para una filosofía del
ambiente y para la relación ecológica entre los seres de la naturaleza, es a lo
que Leonardo Boff, denomina: una ética planetaria. Boff, ve a un hábitat que
une a la biodiversidad con la diversidad inanimada, ve a un planeta como el
hogar que los acoge. Además, cree que en este estado crítico de nuestras
relaciones ecológicas, han surgido propuestas para establecer una ética
global o planetaria[81].

“En el campo de la ética y la moral, actualmente, existen entre otras, seis


formas principales de argumentación, cada una de las cuales ofrece, una
posible base para una ética planetaria: 1) el utilitarismo social; 2) las éticas
del discurso comunicativo y de la justicia; 3) la ética basada en la naturaleza;
4) la ética enraizada a las tradiciones religiosas de la humanidad; 5) una ética
fundada en el pobre y el excluido; 6) la ética fundada en la dignidad de la
tierra.”[82]
La primera: tiene que ver con el perseguimiento de la eficacia en nuestras
prácticas, aquí el reto es, identificar lo bueno y lo útil para la totalidad de los
seres humanos, y para el sistema global de la tierra, solo en este sentido, es
que podemos rescatar el bien común, ya sea para lo social como para lo
ecológico. La segunda: se basa en la confianza en la razón, y en la capacidad
de argumentación y convencimiento, en un mismo espacio lingüístico, aquí,
el reto en una ética planetaria sería: evidenciar la necesidad de un pacto
social en reacción a una amenaza de la destrucción de la tierra, se promulga
la necesidad de llevar a cabo un proceso de diálogo global entre todos los
sectores sociales de las diferentes regiones del planeta, hay que garantizar a
cada pueblo el derecho de poder seguir existiendo como pueblo, con su
cultura e idiosincrasia en ese proceso general de hominización, socialización
y globalización. En la tercera: se hace referencia a la afirmación de que todos
los seres humanos estamos interconectados en el sistema del planeta, y que
todos venimos del inmenso proceso cosmogónico. La cuarta: la esencia de
esta ética universal, es la obligatoriedad de tratar humanamente a todos,
independientemente de su religión, condición social o su edad. La quinta;
esta se centra en cosas esenciales ligada a la vida y a los medios de vida, y
su valor seguirá, mientras no se calle el último grito del último oprimido del
último rincón de la tierra. Y la última; parte de una visión ética integradora y
holística, considerando las interdependencia entre los pobreza, degradación
medioambiental, injusticia social, conflictos étnico, paz, democracia, ética y
crisis espiritual[83].

Sin duda, es esta última propuesta, la que concibe un nuevo comportamiento


en un plano total o ambiental, y por ser, producto de un saber que
profundiza sobre las relaciones ecológicas entre los seres de la Naturaleza,
es que podemos ver a una filosofía ambiental con una nueva propuesta ética.
“Lo útil y lo justo han de expresar la singularidad de la especie humana,
diferente de otras especies con las que estamos en comunión ecológica
[…]”[84]. Es esa singularidad, la que nos remite a una Naturaleza específica,
con unos comportamientos que le son propios, comportamientos cargados de
significados de valores, de expresión de su estructura de cuidado, de
racionalidad, libertad, autonomía y capacidad de plasmación del mundo
circundante, como quieren los defensores de una ética impresa en la
Naturaleza. Esta ética, es sin duda una complejidad; por un lado, es
necesario entenderla bajo un entramado de relaciones, y por otro,
desarrollarla como un saber. Pues, nos encontramos con el papel de los
valores, de las expresiones y de los significados de todos los seres de la
naturaleza a nivel conceptual, envueltos en un mismo ambiente. Por tanto,
esta ética es un producto más, de las propuestas de una ecología profunda, y
otro punto de partida, para una filosofía del ambiente.

El ambiente, como problema tratable desde un saber, corresponde estudiarlo


desde un enfoque multidisciplinario o desde una filosofía del ambiente. La
ecología en su carácter científico es parcial, pues, tiene que integrar otros

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factores para dar respuesta a la problemática, y es cuando abandona su
naturaleza, para convertirse en una ecología profunda, en donde su esencia
es ser una disciplina dedicada a una totalidad, por tanto, una filosofía. La
filosofía del ambiente, adquiere importancia en la medida, que las relaciones
ecológicas se planteen, y se piensen recíprocamente. Pues el ambiente, es
ese conjunto de interdependencias entre elementos vivos y no vivos que
presenta una Naturaleza específica, en este caso, la del planeta tierra.

Un saber ético implica teorización y práctica. La ética edificada a partir de la


crisis ambiental, se vuelve intersubjetiva. En ella ya no encontramos
valoraciones desde las condiciones meramente materiales del humano, se
hace desde la situación común que viven todos los seres vivos. En la
humanidad, la ecosofía, describe un valor moral y cívico como el de la
responsabilidad. La responsabilidad nos ubica en la perspectiva, que los
recursos ya no son tan eternos o infinitos, como se nos figuraba en la
modernidad. Aquí, se entiende a un ambiente como una cosa concreta y
destruible. Esa ética ecosófica, ya no trabaja con las representaciones ideales
de la infinitud e indestructibilidad de los recursos naturales. Tenemos un
mundo que lo hemos construido a base de representaciones, y un sistema
terrestre que es nuestra casa, la cual no la podemos recrear, solo
modificarla, representarla y degenerarla.

La ética necesaria para afrontar los problemas ambientales, tiene que ser
una ética planetaria, y es la única que puede elevarse a un nivel de
universalidad. La ética planetaria, nos reconoce como seres en un universo y
en un planeta denominado tierra. La tierra nos posee y convivimos con ella.
La ecosofía no ve a la Naturaleza como su objeto de estudio, sino como el
hogar que encierra todas las finalidades de los seres posibles. No nos sirve,
en lo absoluto, seguir percibiendo a la Naturaleza como un medio, ya que es
la suma de fines.

J. Ecosofía y movimientos sociales.


Generar movimientos sociales para enfrentar los problemas ambientales, no
ha sido el estímulo de la ecosofía. La ecosofía apela a un acercamiento a la
representación humana de la Naturaleza. Lo que encontramos en la ecosofía
en relación a los movimientos sociales, son una especie de descripción y
crítica. Los movimientos sociales que se preocupan por el deterioro de las
condiciones humanas, son los que pertenecen al ecologismo. El ecologismo
no representa a la ecosofía, ni la ecosofía al ecologismo, difieren en el
método de afrontar la realidad ambiental: uno es emergente y superficial, y
el, otro, profundo y preventivo. La ecosofía es un saber, por lo tanto, su
vigencia no viene desde el escenario colectivo convencional, viene desde la
conciencia subjetiva.

Existe una ecología social, tiene que ver, meramente con la interacción
social, interesada en la suma de individuos. Sin embargo, hay que
considerar, que la ecosofía, como saber, debe tener una aplicación en la
finalidad de algunas sociedades. Existen actividades o escenarios de
socialización, que presentan las facultades para hacer del saber ecosófico, un
contenido formativo y educativo. El ecologismo, no escudriña en el aparato
cognoscitivo de la infancia, solo en la voluntad adulta. La ecosofía nos invita
“a que alcancemos lo que significa pensar, si nosotros mismos pensamos.
Para que tal intento resulte bien, debemos prepararnos para aprender a
pensar”[85]. Esto es, la ecosofía aspira a cambiar de pensamiento. Ante las
emergencias no se piensa, solo se actúa de acorde a los esquemas de
solución que presenta el problema, es algo mecánico, justo lo que sucede
con el ecologismo.

El problema más evidente del ecologismo, es que son susceptible, a ser un


círculo social, donde surgen ejercicios de control, es decir, el ecologismo
puede ser un proyecto manipulable desde altas esferas de la política y
economía. Es falso que un movimiento social apegado a estructuras políticas
y económicas, les interese cambiar de pensamiento (es más fácil no pensar),
solo establecen u obedecen normas para cambiar actividades para conservar
un pensamiento impuesto.

La relación fundamental en la ecosofía, con respecto al humano, es la que


éste tiene con el espacio y tiempo. “El vínculo del hombre con lugares y, por
medio de lugares, con espacios, estriba en el habitar. La relación de hombre
y espacio no es otra cosa que el habitar esencialmente pensado”[86]. Esto
es, la conciencia rebasa la relación humana dentro de la sociedad, llega al
escenario de percibirnos como seres, que en el algún momento fuimos una
cosa.

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Los movimientos sociales deben buscar siempre una solución inmediata y
concreta a problemas ambientales, siempre en el marco de la colectividad,
como lo describe, Enrrique Leff:

“Los movimientos sociales, por la apropiación de los procesos productivos,


fundados en los potenciales de la naturaleza y de la cultura, están llevando así,
a desarrollar estrategias de manejo sustentable de los recursos naturales, a
fines con los principios de autonomía cultural”[87]
En fin, los movimientos sociales son producto de las creencias en el plano
sistemático, y de una ideología como actividad de matiz política o económica.
La ecosofía es una ecología a nivel mental, es un fenómeno del pensamiento.
Es pues, que un movimiento social debería ser producto de la suma de
saberes subjetivos que tiendan a una universalización. Por lo tanto, una
actividad del pensamiento, se vuelve más asequible al humano, si el fin es
un actuar general, y la causa, un pensar particular. La ecosofía es una
apertura a una visión humanitaria, se interesa en lo subjetivo y objetivo.

Conclusiones
La filosofía del ambiente, acoge un carácter paradigmático, porque se
encuentra con una problemática compleja, en donde es necesario abordar
una metodología de tal carácter, y esa complejidad, representa un
entramado de actividades de diferentes factores de un ambiente. La filosofía
del ambiente, es ecología profunda, y la ecología profunda es estudiar de
manera total al ambiente, y la naturaleza del ambiente es la complejidad, y
la complejidad es la visión necesaria para desarrollar una filosofía del
ambiente, es, por tanto, un cambio de cosmovisión.

El fenómeno de la construcción de un edificio teórico-práctico como el de la


ecosofía, surge de la necesidad de afrontar los problemas ambientales, desde
las representaciones. Las representaciones de cada elemento de la
naturaleza tienen su carácter corporal y espiritual. Es pues, que la misma
representación debe ser modificada en el plano perceptivo, por lo tanto, la
descripción no es suficiente. La ecosofía es una propuesta que no busca las
manifestaciones sociales a nivel de masa. Porque la masa sigue siendo el
escenario menos humano del ser humano, éste no solo es materia. La
ecosofía debe ser un paradigma científico para ecología, entendiendo que las
soluciones de los problemas ambientales, no se encuentra solo en el acto
descriptivo y explicativo. La explicación y descripción de la Naturaleza se
encuentran envueltas en el ambiente de la misma.

La ecosofía, es un revivir de la filosofía de la naturaleza, es decir, no es una


evolución, es una revolución de la filosofía de la naturaleza. Se entiende,
pues que existe una ecología mental, que trabaja con las ideas, percepciones
y especulaciones acerca de los diferente actos y elementos naturales. La
ecología, es un esquema conceptual y fáctico, que nos abre a la comprensión
de la lógica de las relaciones entre elementos de un conjunto. El problema
tratado por la ecosofía no es una cuestión que debe ser tratado desde las
conveniencias de regiones sociales. Aquí solo hay que ver una región, y es la
que le corresponde a la humanidad en convivencia con los demás seres en
una totalidad.

Bibliografía

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Lumen, Buenos Aires, Argentina.
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22. Spinoza, B. Ética, demostrada según el orden geométrico. Trotta, Madrid,
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23. Sutton, D. 2006. Fundamento de la ecología. Limusa, México.

Referencias:
[1] Margaleff, R. 1996. Ecología. Omega, Barcelona, pág., 1. Ramón
Margaleff: (Barcelona, 1919 – 2004) Ecólogo y naturalista español, pionero en
la introducción de los estudios de Ecología Marina en España y autor de
numerosos trabajos de renombre, dentro y fuera del país, por su contribución
al desarrollo de dicha disciplina durante el siglo XX.
[2] Ídem. 1.
[3] Sutton, D. 2006. Fundamento de la ecología. Limusa, México, pág. 25.
[4] Granda, S., González, V., & López, M. 2016. Principios de la Ecología
General. Técnica de Machala Universidad, Ecuador, pág., 24.
[5] Ídem. 24.
[6] Granda, S., González, V., & López, M. Óp. Cit., pág. 27.
[7] Margaleff, R. Óp. Cit., pág. 3.
[8] Granda, S., González, V., & López, M. Óp. Cit., pág. 24.
[9] Ídem. pág. 24.
[10] Según Ramón Margaleff, “La ecología sería la biología de los ecosistemas”
(1996. Ecología, Pág. 2)
[11] Ídem., pág. 25.
[12] Sutton D. Óp. Cit., pág. 28.
[13] Véase en: Sutton, D. Óp. Cit., pp. 28-29.
[14] Granda, S., González, V., & López, M. Óp. Cit., pág. 27.
[15] Cuando nos referimos a un punto de vista en este caso, apelamos, a que
cada uno de ellos es una perspectiva ecológica, cada una de ellas propone una
fundamentación de la ecología, es decir, el elemento más importante en el
ambiente de los organismos relacionados entre sí.
[16] Cfr. Sutton, D. Óp. Cit., pág. 29. “Cuando mayor sea la complejidad
organizativa de un organismo, población o ecosistema, mayor será la cantidad
de energía necesaria para mantener al sistema”.
[17] Ídem., pág. 30. “Estos ciclos se denominan ciclos biogeoquímicos. Los
ciclos biogeoquímicos incluyen el ciclo del oxígeno, del carbono, del nitrógeno,
del fosforo y el ciclo de diversos minerales”.
[18] Ídem., pág. 30. “Una población se expande a través del tiempo y tiene su
propia natalidad, sus tiempos de expansión y de contracción, y puede quizá
morir (extinción)”.
[19] Cfr. Sutton, D. Óp. Cit., pág. 30. “En las comunidades maduras se
mantiene un equilibrio general en el flujo energético y en la productividad (aun
cuando unas poblaciones puedan aumentar y otras disminuir). Una comunidad
y sus interacciones abióticas constituyen un ecosistema”.
[20] Ambientalista mexicano. Doctorado en Economía del Desarrollo. Trabaja
en los campos de la Epistemología Ambiental, la Ecología Política, y la
Educación Ambiental. Actualmente es profesor de la división de postgrado de
la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM en temas de Ecología
Política y Políticas Ambientales. Coordinador de la Red de Formación Ambiental
para América Latina y el Caribe en el Programa de las Naciones Unidas para el
Medio Ambiente desde 1986. Editor de la Colección Pensamiento Ambiental
Latinoamericano del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
y autor de más de 150 libros y artículos.
[21] Leff, E. 2005 noviembre. Complejidad, racionalidad ambiental y diálogo
de saberes. Ponencia presentada I Congreso internacional interdisciplinar de
participación, animación e intervención socioeducativa, Centro Nacional de
Educación Ambiental, Barcelona, pág. 3.
[22] Leff, E. Óp. Cit., pág. 3.

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[23] Ídem., pág. 3. “El sujeto y el ser se mantienen alejados, enajenados,
sometidos al poder de un conocimiento que despliega su propia lógica
interviniendo la vida, pero fuera del mundo de la vida, de los espacios de
convivencia y las redes de solidaridad.”
[24] Ídem., pág. 3. “La racionalidad dominante encubre la complejidad, la cual
irrumpe desde sus límites, desde su negación, desde la alienación del mundo
economizado, arrastrado por un proceso incontrolable e insustentable de
producción.”
[25] Ídem., pág. 3.” La reintegración del mundo no remite a un proyecto de
reunificación del conocimiento. La emergencia del saber ambiental rompe el
círculo «perfecto» de las ciencias, la creencia en una Idea Absoluta y la
voluntad de un conocimiento unitario, abriéndose hacia la dispersión del saber
y la diferencia de los sentidos existenciales. El saber ambiental desborda el
campo de la racionalidad científica y de la objetividad del conocimiento.”
[26] ¿Qué es la complejidad? A primera vista la complejidad es un tejido
(complexus: lo que está tejido en conjunto) de constituyentes heterogéneos
inseparablemente asociados: presenta la paradoja de lo uno y lo múltiple. Al
mirar con más atención, la complejidad es, efectivamente, el tejido de
eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que
constituyen nuestro mundo fenoménico. Así es que la complejidad se presenta
con los rasgos inquietantes de lo enredado, de lo inextricable, del desorden, la
ambigüedad, la incertidumbre… De allí la necesidad, para el conocimiento, de
poner orden en los fenómenos rechazando el desorden, de descartar lo
incierto, es decir, de seleccionar los elementos de orden y de certidumbre, de
quitar ambigüedad, clarificar, distinguir, jerarquizar… Pero tales operaciones,
necesarias para la inteligibilidad, corren el riesgo de producir ceguera si
eliminan a los otros caracteres de lo complejo; y, efectivamente, como ya lo he
indicado, nos han vuelto ciegos (Morin, E.2009. Introducción al pensamiento
complejo Gedisa, Barcelona, pág. 32.)
[27] Novelle, M. 2009. Prolegómenos para una fundamentación filosófica de la
ecología. Tesis de Doctorado, Universidad Nacional de Educación a Distancia,
España, pág. 61.
[28] Ídem., pp. 61-63.
[29] Montenegro, J., L. 1992. Filosofía de la ecología. Tesis de Doctorado,
Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, México, pág. 44.
[30]Cfr. Ídem. pág. 44.
[31] Bateson, G. 1998. Pasos ulteriores hacia una ecología de la mente. Lohlé-
Lumen, Buenos Aires, pág. 301.
[32] En lenguaje cibernético, se dice que el curso de los acontecimientos está
sometido a restricciones (restraints) y se presume que, descartadas estas
restricciones, las vías del cambio estarán gobernadas tan sólo por la igualdad
de probabilidades. De hecho, las «restricciones» de las que depende la
explicación cibernética pueden considerarse en todos los casos como factores
que determinan la desigualdad de probabilidades. Si vemos que un mono
teclea una máquina de escribir de manera aparentemente fortuita pero lo que
efectivamente escribe es una prosa con sentido, buscaremos las restricciones,
o en el mono o en la máquina de escribir. Tal vez el mono no podía tocar letras
inadecuadas; quizá las barras de los tipos no podían moverse si se las
golpeaba inadecuadamente; quizá las letras incorrectas no podían sobrevivir
sobre el papel. En alguna parte tuvo que existir un circuito, que pudiera
identificar el error y eliminarlo. (Bateson, G. 1998. Pasos ulteriores hacia una
ecología de la mente. Lohlé-Lumen, Buenos Aires, pp. 274-275.)
[33] Umaña, J. 2000. ¿Qué es ambientalismo? La visión ambiental compleja.
Cerec, Santa Fe de Bogotá, pág. 11.
[34] Umaña, J. Óp. Cit., pág. 11.
[35] “Es una postura reformista, que supone activar medidas económicas,
políticas, administrativas, y científico-tecnológicas”. Bugallo, A., I. 2011. La
filosofía ambiental en Arne Naess. Influencias de Spinoza y James. Icala, Río
Cuarto, pág. 37.
[36] Bugallo, A., I. 2011. La filosofía ambiental en Arne Naess. Influencias de
Spinoza y James. Icala, Río Cuarto, pág. 37.
[37] Alicia Irene Bugallo. Óp. Cit., pág. 37.
[38] Véase: Ídem., pág. 37.
[39] Alicia Irene Bugallo. Óp. Cit., pág. 38.
[40] Contaminación del medio ambiente, en especial del aire o del agua,
producida por los residuos procedentes de la actividad humana o de procesos
industriales o biológicos.
[41] Cfr.: Ídem. pág. 38.
[42] La filosofía es un instrumento idóneo por excelencia para debatir sobre la
cuestión ambiental y llegar a los fundamentos del problema, aunque habría
que asumirla como sabiduría, como sofía. Toda sabiduría es descriptiva y
normativa a la vez, implica la aceptación de normas, postulados, además de
reflexiones sobre el estado de las cosas del mundo. No obstante, se percibe en
ellos la internalización de conceptos surgidos en el campo de estudio de la
ecología, tales como complejidad, diversidad y simbiosis. Alicia Irene Bugallo.
Óp. Cit., pp. 38-39.
[43] Guattari, F. 2012. Las tres ecologías. 2.0.1.2 Editorial, México, pág. 4.
[44] Spinoza, B. 2000. Ética, demostrada según el orden geométrico. Trotta,
Madrid, pág. 41.

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[45] Ídem. pág. 41. Proposición VI: “Una sustancia no puede ser producida
por otra sustancia”.
[46] Cfr. Boff, L. 2000. La dignidad de la tierra: ecología, mundialización,
espiritualidad: la emergencia de un nuevo paradigma. Trotta, Madrid, pág. 5.
“En esta práctica cultural, el ser humano se entiende a sí mismo como un ser
sobre las cosas, disponiendo de ellas a placer, y nunca como alguien que está
junto a las cosas, como miembro de una comunidad mayor, planetaria y
cósmica”.
[47] Husserl, E. La tierra no se mueve. Complutense, Madrid, pág. 11.
[48] Ídem. pág. 11.
[49] Ídem. pág. 12. “En primera instancia, no se tiene experiencia de ese
suelo como cuerpo. Es en un nivel superior de la constitución experiencial del
mundo cuando la Tierra se vuelve cuerpo que sirve de suelo.”
[50] Husserl, E. Óp. Cit., pág. 14.
[51] Doctor en Física teórica por la Universidad de Viena en 1966. Fritjof Capra
ha trabajado como investigador en física subatómica en la Universidad de
París, en la Universidad de California (U.C.) en Santa Cruz, en el Acelerador
Lineal de Londres y en el Laboratorio Lawrence Berkeley de la U.C. También ha
sido profesor en la U.C. en Santa Cruz, en Berkeley y en la Universidad de San
Francisco,
[52] Capra, F. 1996. La trama de la vida. Una nueva perspectiva de los
sistemas vivos. Anagrama, Barcelona, pág. 28.
[53] La ecología profunda no separa a los humanos -n i a ninguna otra cosa –
del entorno natural. Ve el mundo, no como una colección de objetos aislados,
sino como una red de fenómenos fundamentalmente interconectados e
interdependientes. La ecología profunda reconoce el valor intrínseco de todos
los seres vivos y ve a los humanos como una mera hebra de la trama de la
vida. (Capra, F. 1996. La trama de la vida. Una nueva perspectiva de los
sistemas vivos. Anagrama, Barcelona, pág. 28.)
[54] Capra, F. Óp. Cit. pág. 4.
[55] Ídem. pág. 5.
[56] Aspecto de la realidad, en la que los componentes naturales y artificiales
se entremezclan, se ven como conjunto.
[57] Guattari, F. 2012. Las tres ecologías. 2.0.1.2 editorial, México, pág. 33.
[58] Cualquier término denota la misma idea.
[59] Guattari, F., Óp. Cit. pp. 15-16.
[60]Cfr. Morin, E. & Hulot, N. 2008. El año I de la era ecológica: La tierra que
depende del hombre que depende de la tierra. Paidos, Barcelona, pp.16-17.
[61] Morin, E. Óp. Cit., pág. 5. “Cuanto más sea evolucionado un sistema, es
decir, más abierto y más rico, más abierto será.”
[62] Guattari, F. Óp. Cit. pág. 19.
[63] Idem., pp. 23-24.
[64] Idem., pág. 25.
[65] “Las feministas no estarán nunca lo suficientemente implicadas en un
devenir-mujer, y no existe ninguna razón para pedir a los inmigrantes que
renuncien a los rasgos culturales que corresponden a su ser, o bien a su
pertenencia nacionalitaria. Conviene dejar que las culturas particulares se
desarrollen, inventando otros contratos de ciudadanía. Conviene mantener
unida la singularidad, la excepción, la rareza con un orden estatal lo menos
pesado posible”. Guattari, F. Óp. Cit. pág. 25.
[66] Guattari, F. Óp. Cit. pp. 25-26.
[67] Idem., pág. 26.
[68] Guattari, F. Óp. Cit., pág. 26.
[69] Ídem. pág. 27.
[70] Idem. pág. 28.
[71] Véase: Bateson, G. 1998. Pasos ulteriores hacia una ecología de la
mente. Lohlé-Lumen, Buenos Aires, pág. 330.
[72] Idem. pág. 33.
73 Sin mayores mediaciones, y como conclusión, presentamos algunos
conceptos o figuras de pensamiento que caracterizan el paradigma nuevo que
está surgiendo: Totalidad/diversidad: el universo, el sistema-Tierra, el
fenómeno humano son totalidades orgánicas y dinámicas. Al lado del análisis
que disocia, simplifica y universaliza, necesitamos la síntesis mediante la cual
hacer justicia a esa totalidad. Interdependencia/religación/autonomía
relativa: todos los seres están inter-ligados y por ello siempre religados entre
sí; el uno necesita del otro para existir. por los que, como ya hemos dicho,
todo tiene que ver con todo, en todos los puntos y en todos los momentos.
Complejidad/interioridad: todo aparece cargado de energías en diverso
grado de intensidad e interacción. La energía altamente condensada y
estabilizada se presenta como materia y cuando está menos estabilizada
simplemente como campo energético. La categoría Dios podría
hermenéuticamente colmar provisionalmente este significado.
Complementariedad/reciprocidad/caos: Toda la realidad viene dada bajo
la forma de partícula y onda, de energía y materia, orden y desorden, caos y
cosmos y, a nivel humano, de forma sapiens (inteligente) y demens
(demente). Flecha del tiempo/entropía: Todo cuanto existe, preexiste y
coexiste. Por consiguiente, la flecha del tiempo marca todas las direcciones y

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sistemas, dándoles el carácter de irreversibilidad. Dios aún no ha concluido su
obra ni nos ha acabado de crear. Por eso debemos tener tolerancia con el
universo y paciencia con nosotros mismos, pues aún no se ha pronunciado la
última palabra: «y Dios vio que era bueno». Eso ocurrirá únicamente al
término del proceso evolutivo. Destino común/personal: por el hecho de
tener un origen común y de estar interrelacionados, tenemos todo un destino
común en un futuro siempre en apertura igualmente común. Bien común
cósmico/bien común particular: el bien común no es algo exclusivamente
humano, sino de toda la comunidad cósmica. Todo cuanto existe y vive merece
existir, vivir y convivir. El bien común particular surge partiendo de la sintonía
y sinergia con la dinámica del bien común planetario y universal.
Creatividad/destructividad: El ser humano, hombre y mujer, dentro del
conjunto de las interacciones y de los seres relacionados, posee su
singularidad: es un ser extremadamente complejo y co- creador puesto que
puede interferir en el ritmo de la creación. Actitud holístico-
ecológica/negación del antropocentrismo: la actitud de apertura y de
inclusión ilimitada propicia una cosmovisión radicalmente ecológica (de
panrelacionalidad y de religación con todo); ayuda a superar el
antropocentrismo histórico y fomenta el que seamos cada vez más singulares
y al mismo tiempo solidario, complementario y creador. Véase en: Boff, L.
2013. Ecología: grito de la tierra, grito de los pobres. Lumen, Buenos Aires,
pp. 21-23.
[74] Cfr: Guattari, F. Óp. Cit., pág. 27.
[75] Næss, A. & Sessions, G. 1995. Deep Ecology for the twenty-first Century.
The deep ecological movement: some philosophical aspects. Shambhala,
London, pág., 68.
[76] Bugallo, A. I. 2011. La filosofía ambiental en Arne Naess. Influencias de
Spinoza y James. ICALA, Río Cuarto, pág. 12.
[77] Bugallo, A. I. Óp. Cit., pág. 4.
[78] Boff, L. 2013. Ecología: grito de la tierra, grito de los pobres. Lumen,
Buenos Aires, pág., 5.
[79] Ídem., pág. 5.
[80] Ampliando la idea, véase: Boff, L. Óp cit., pág. 5. “La conciencia de crisis
reconoce: que los recursos tienen límites ya que no todos son renovables; que
el crecimiento indefinido hacia el futuro es imposible, porque no podemos
universalizar el modelo de crecimiento para todos y para siempre”.
[81] Boff, L. 2001. Ética planetaria desde el gran Sur. Trotta, Madrid, pág. 31.
[82] Cfr. Idem. pág. 37.
[83] Cfr; Boff, L. Óp. Cit., pp. 38-62.
[84] Ídem. pág. 68.
[85] Martin Heidegger. 1997. Filosofía, ciencia y técnica. Editorial Universitaria,
Santiago, Chile, pág. 253.
[86] Ídem. pág. 214.
[87] Leff, E. 2004. Racionalidad ambiental: La reapropiación social de la
naturaleza. Siglo XXI, México, pág. 176.

Un comentario

positivo

Por EMILIO CONDORI COAQUIRA el día 10/04/2022 a las 15:11. Responder #

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