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RAFAEL OLASCOAGA
los párrocos. Los párrocos se hallaban al mando de pequeños distritos llamados parroquias.
Varias parroquias formaban una diócesis, cuyo jefe era un obispo, y varias diócesis formaban
una arquidiócesis, dirigida por un arzobispo.
B. El clero regular: A partir del siglo VI se organizó en Occidente el clero regular. A diferencia
del clero secular, sus miembros optaron por aislarse del mundo y vivir en monasterios regidos por
un abad. Seguían, además unas reglas específicas. En Occidente, el monacato lo inició San Benito de
Nursia, quien fundó la orden benedictina. Su regla se basaba en el lema ora et labora, es decir,
reza y trabaja. Al mismo tiempo, la orden benedictina obligó a sus miembros a cumplir votos de
obediencia, castidad y pobreza. La regla de San Benito fue respaldada por el Papado.
2.2.- Los problemas del Clero:
En los inicios de la Edad Media, el clero era elegido por la comunidad religiosa. A partir del siglo
X, en cambio, los monarcas decidieron reservarse ese derecho llamado investidura. De esta
forma el clero, privado de toda independencia, se hallaba sometido a los príncipes y a los señores,
y a su elección podía recaer en personajes que carecían de toda riqueza espiritual. Esto provocó el
relajamiento de las costumbres y los dos principales vicios de la época: la simonía, que consistía
en la compra de los cargos eclesiásticos por medio de la influencia o del dinero, y el Nicolaísmo, es
decir, el rechazo al celibato religioso, transgrediendo la pureza de las costumbres eclesiásticas.
A pesar de esta corrupción, el clero procuró humanizar las rudas costumbres de la época y
evitar las constantes guerras. Por el llamado derecho de asilo, prohibía realizar cualquier acto
violento contra el que se encontraba dentro de una iglesia o convento. Mediante la paz de Dios,
prohibía a los señores feudales atacar en las batallas a los que no combatían. Por último, la
tregua de Dios consistía en la prohibición de combatir de viernes a domingo y en el transcurso
de las festividades religiosas, bajo pena de excomunión.
2.3.- Problemas benedictinos:
La regla benedictina, trasplantada del monasterio de Monte Cassino, en Italia, a otros países,
demostró tener algunos puntos débiles. Puesto que cada monasterio era autónomo, cada uno de
ellos se desenvolvía en un gran aislamiento. Además, uno de los requisitos de la regla era la
obligación de cada monje de permanecer toda su vida en un monasterio en que había ingresado. Esta
norma produjo una falta de contacto entre los monasterios y motivó que los monjes fueran
fácilmente influenciados por personas que se aprovechaban de su falta de información. Según la
regla, los monjes elegían a su abad sin que el obispo pudiera entrometerse en estas elecciones.
Sin embargo, esta norma fue desobedecida: no solo los obispos se entrometían en las elecciones,
sino también los laicos, que ofrecían dinero a cambio de que los monjes eligiesen a su candidato
preferido. De esta manera, la orden benedictina se corrompió.
2.4.- Centros Culturales:
La vida en los monasterios estaba perfectamente regulada: se rezaba y se trabajaba. Sin embargo,
no todos los monjes se dedicaban a la misma labor. Unos trabajaban en los huertos, otros se
dedicaban al trabajo artesanal, y había algunos que se dedicaban a una empresa
eminentemente cultural: copiaban, decoraban y encuadernaban los manuscritos que contenían las
grandes obras del saber clásico. Estos manuscritos o códices, escritos con plumas de oca, se
adornaban con miniaturas policromadas (flores, paisajes y personajes) y eran celosamente guardados
en las bibliotecas de los monasterios. En los monasterios también funcionaban las únicas escuelas
de la época. En ellas los futuros monjes y muchos laicos, estudiaban las primeras letras.
2.5.- La renovación Eclesiástica:
En el siglo XI, el clero regular reaccionó en contra de la relajación de las costumbres de la
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Iglesia y del poder de los laicos sobre ella. El movimiento monacal fue reformado por dos
conventos benedictinos:
A. Cluny, el espíritu de reforma: La primera reforma partió de la abadía de Cluny, fundada el
año 910. Los monjes de Cluny optaron por la protección exclusiva del Papa (y no la del
obispo o la del señor feudal) y reforzaron la autoridad del abad. Bajo estas reformas nació
la orden cluniacense, que se extendió con rapidez en Europa. En su momento de máxima
popularidad, a comienzos del siglo XII, poseía cerca de 1500 monasterios, todos ellos bajo la
autoridad del abad de Cluny. La orden cluniacense: La orden cluniacense fue esencialmente
una orden aristocrática, pues la mayoría de sus monjes eran miembros de la nobleza.
Quizás por ello, el trabajo manual ya no se consideró una ocupación adecuada y fue
sustituido por una elaborada liturgia, que ocupaba la mayor parte del tiempo de los
monjes.
a. La organización de Cluny se basó en la idea feudal de jerarquía: de la misma
manera que en la sociedad feudal había un rey en la cima, con condes, duques,
caballeros y el resto en una escala de mayor a menor importancia, el abad de Cluny
fue la cabeza de toda una jerarquía de miembros subordinados. Todos los monasterios
cluniacenses estaban bajo su autoridad.
B. Citeaux, el retorno a la simplicidad: Sin embargo, a mediados del siglo XII, los cluniacenses
se alejaron del ideal de vida benedictino enriqueciéndose en extremo. Esto dio origen a
una segunda reforma que partió del monasterio de Citeaux, también en Francia; su
promotor fue San Bernardo de Claraval. En busca de una vida más recluida y estricta, los
cisternienses fundaron su propia orden. La orden cisterniense se propagó por Europa en
el siglo XIII, y su expansión también fue espectacular.
C. San Bernando de Claraval: La expansión e influencia de la orden cisteriense se debió, en
gran parte, a la actividad de San Bernardo. Este personaje entró a la abadía de Citeaux en el
año 1112 y tres años más tarde, escogió un lugar para fundar un nuevo monasterio del
cual fue el primer abad: la abadía de Claraval. San Bernardo, apoyado por el Papado,
ejerció una enorme influencia combatiendo las herejías. Fue también, un profundo pensador
y escritor: dejó más de 350 sermones y alrededor de 500 cartas. Mientras hacía esto,
gobernaba su abadía de 700 monjes. Al morir, la abadía de Claraval tenía al menos 68
monasterios que dependían de ella.
2.6.- La Querella de las Investiduras:
Gracias a las reformas benedictinas, el clero regular se independizó, en gran parte, de la influencia
de los laicos. Sin embargo, quedaba un problema por resolver; la elección o investidura del Papa
y de los obispos que, desde el siglo X, era nombrado por el emperador del Sacro Imperio
Germánico. Desde el siglo XI, los Papas buscaron poner fin a esta situación. Por eso, el año 1075 el
Papa Gregorio VII, que soñaba con una Iglesia libre de la influencia de los emperadores alemanes,
publicó un decreto que prohibía a todos los laicos investir a cualquier miembro de la Iglesia
incluyendo al Sumo Pontífice. Este decreto originó una serie de violentos conflictos entre el Papa
y el emperador alemán Enrique IV llamado la Querella de las Investiduras. Por negarse a
cumplirlo, Enrique IV fue excomulgado. Como la excomunión era el peor castigo que había,
Enrique IV tuvo que humillarse ante el Papa, pidiendo perdón de rodillas en el castillo italiano de
Canossa, en Italia. Este conflicto concluyó en 1122 con la firma del Concordato de Worms, que se
pactó entre el Papa Calixto II y el emperador Enrique V. A través del Concordato, el emperador
renunció para siempre a la designación de obispos y Papas. A partir de entonces, los poderes de
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