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¿Qué es un principio?
En términos generales, es una base de ideales, fundamentos, reglas y/o políticas de las cuales nacen
ideologías, teorías, doctrinas, religiones y ciencias. También, proposición breve de valor o verdad
fundamental que debe seguirse.
Ambas definiciones son correctas para comenzar a definir un principio bíblico. Podemos definirlo de la
siguiente manera: Una verdad que no es modificada por la cultura ni por el paso del tiempo. Ahora, hablar
de “el paso del tiempo” nos lleva a desglosar los principios bíblicos en dos grandes grupos:
Principio eterno:
Son aquellos que no son modificados por el tiempo en su más extenso término. Es decir, están fuera del
tiempo, por eso son eternos. Sin embargo, dentro de los principios eternos hallamos otros dos grupos:
Principio temporal:
Los principios temporales son todos aquellos que van a dejar de tener vigencia en determinado momento,
en el fin de los días. Ej. “El pecado mora en el creyente”, “El mundo está sujeto a vanidad”, “El castigo de
Dios es irrevocable”, “El creyente tiene esperanza”.
Contraejemplos
Ahora vemos algunos principios que son correctos en su esencia, pero malos en el modo en el que se lo
determinó. Estos son los errores típicos que se solucionan con práctica:
Aplicación personal
La parte más sencilla de explicar, pero la más difícil de practicar es, quizá, esta. La aplicación personal es
una breve declaración de cómo afecta el principio bíblico en tu vida. La aplicación, obviamente debe estar
relacionada con el principio. Todas las verdades bíblicas afectan nuestra vida positivamente, solo que no
todas afectan la misma área. Un principio sobre la paciencia probablemente refuerce el anhelo a ser más
paciente, pero quizá no sobre la correcta administración de mi economía. Es por eso que necesitamos de
todo el consejo de Dios para tener una vida equilibrada. De más está decir que para el mismo principio, no
todos vamos a tener la misma aplicación, a unos afecta de una manera y a otros de otra diferente.