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Conducta
¿Quién le hizo qué a quién? ¿Qué sucedió y cuándo? Como un buen detective, el consejero
bíblico cuidadoso hará la separación entre los hechos y la emoción. Entender claramente los
hechos es crítico para desarrollar un plan sabio para ayudar al aconsejado.
Una mujer angustiada llama por teléfono y, entre gemidos, exclama: “Mi esposo me va a
dejar… mi matrimonio se ha acabado… no puedo criar yo sola a mis hijos… ¡no sé qué voy
hacer!” Más investigación revela que el esposo ha salido de la casa después de una prolongada
discusión en la cual tanto esposo como esposa se dijeron unas cuantas declaraciones hirientes
en cuanto al otro y hablaron de la vida después del divorcio. Después de hablar con el esposo,
el consejero se entera de que él no ha entablado el divorcio y ni siquiera hablado con un
abogado. Confiesa, sin embargo, que ha manifestado cólera pecaminosa en palabras y acciones.
Aunque está muy frustrado, todavía desea arreglar las cosas con su esposa. Los hechos de la
situación fueron muy diferentes a lo que se reportó inicialmente.
Pensamiento
La manera en que los individuos piensan sobre los asuntos de la vida y el vivir
significativamente afecta su conducta. Proverbios 23:7 dice de una persona: “Porque cual es su
pensamiento en su corazón, tal es él”. Proverbios 4:23 añade: “Sobre toda cosa guardada,
guarda tu corazón; Porque de él mana la vida”. Pensamientos repetidos se convierten en
perspectivas profundamente arraigadas. Se convierten en el lente por el cual vemos todo en la
vida.
Por consiguiente, los consejeros bíblicos diestros procuran entender cómo sus aconsejados
piensan de sí mismos, el manejo de problemas, Dios, culpabilidad por las dificultades presentes,
etc. Busque patrones de pensamientos que han sido prevalentes por largo tiempo y cómo están
afectando las circunstancias presentes de la persona. Esto incluye las respuestas habituales del
aconsejado a las dificultades.
Motivaciones
¿Por qué sus aconsejados hacen lo que hacen y dicen lo que dicen? ¿Qué les impulsa? ¿A
quién tratan de agradar? ¿Qué es lo que quieren tanto que están dispuestos a pecar para
obtenerlo o conservarlo? ¿A quién quieren agradar más que a Dios? Las Escrituras llaman a esto
un ídolo del corazón (Ez. 14:1–8) o deseos (Ef. 4:22).
El apóstol Pablo pregunta: “Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O
trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de
Cristo” (Gá. 1:10). Estas son buenas preguntas que deben contestar tanto el consejero como el
aconsejado. El cambio duradero que agrada a Dios empieza con el entendimiento y purificación
de los motivos de uno.
Intervención
Otra parte importante del proceso de consejería es lograr intervención con el aconsejado.
En tanto que la definición de este término puede diferir en los diferentes campos de consejería,
la intervención es un elemento central en el proceso de consejería. Una definición preliminar de
intervención es “cultivar con el aconsejado una relación en la que usted se coloca en posición
de ayudar”.
Podemos ejercer gran impacto espiritual en otros conforme trabajamos para establecer con
ellos una relación personal. Jesús, el Consejero Admirable estableció relaciones personales con
las personas a quienes ministró; incluso al punto de llamar a sus discípulos “mis amigos” (Jn.
15:14). Debido a que somos embajadores de Cristo, necesitamos cultivar una relación personal
con nuestros aconsejados. Debemos ponernos nosotros mismos en posición de ayudarles al
cultivar con ellos una relación personal y cumplir lo que Jesús espera de nosotros como “sal de
la tierra” y “luz del mundo” (Mt. 5:13–14), y al vivir como ejemplos de creyentes en Cristo que
crecen.
La cantidad de énfasis que se pone en la intervención la determina nuestra noción de
nuestro papel como consejeros. La Palabra de Dios pone gran énfasis en el cultivo de relaciones
personales:
♦ Hechos 20:31: “Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no
he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno”.
♦ 1 Tesalonicenses 2:7–8: “Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida
con ternura a sus propios hijos. Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que
hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras
propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos”.
Una definición detallada de la intervención bíblica es como sigue: “Aceptar a los
aconsejados como personas importantes para Dios, y ponernos a su lado en interés y amor para
ver sus problemas a fin de ayudarles a hallar soluciones bíblicas y cambio para la gloria de Dios
y beneficio del aconsejado”. A veces es difícil cultivar relaciones personales, especialmente con
aquellos que han pecado de las maneras en que muchos aconsejados han pecado. Sin embargo,
esos problemas se pueden superar. La pregunta a estas alturas es: ¿cómo el consejero
establece o logra intervención con el aconsejado?
Esté Disponible
Debemos estar disponibles no solamente durante la sesión de consejería, sino también
entre sesiones, si es necesario, para situaciones de emergencia. Esto muestra que usted se
interesa en ellos y quiere ayudar.
Sea sensible
Debemos ser sensibles a las necesidades de nuestros aconsejados. Pueden estar heridos o
sufriendo por ciertas circunstancias y batallando con pecados específicos. Como consejeros
tenemos que lidiar con problemas en el contexto de (1) “¿Cómo puede este problema hacerte
más semejante a Cristo?” y (2) “¿Cómo puede este problema acercarte más a Cristo?”
1Randy Patten y Mark Dutton, «Los Elementos Centrales del Proceso de Consejería Bíblica», en
Consejería Bíblica Cristo-Céntrica, ed. James MacDonald (Sebring, FL: Editorial Bautista
Independiente, 2018), 247–250.