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HORA SANTA: SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

 Exposición del Santísimo

 Canto:

 Introducción:
Infinitamente sea alabado
Señor, aquí estamos ante ti. Queremos buscarte con amor. Nuestra alma tiene
sed de ti, todo nuestro ser suspira por ti.
Queremos orar con el corazón, con toda nuestra atención puesta en ti Jesús,
hacia tu corazón, por eso danos la ayuda, la fuerza de tu Espíritu Santo.
En esta noche vamos a orar desde el corazón, desde nuestro pequeño corazón
humano, pero que cuando se une a tu Corazón manso y humilde es ilimitado,
no se puede medir, es infinito... como el tuyo.

 Hay un corazón que late


Hay un corazón que late, que palpita en el sagrario,
un corazón solitario que se alimenta de amor.
Es un corazón paciente, es un corazón amigo:
el que habita en el olvido, el corazón de tu Dios...

Es un corazón que espera, un corazón que perdona,


que te conoce y que toma de tu vida lo peor.
Que comenzó esta tarea una tarde en el Calvario,
y que ahora, desde el Sagrario, tan sólo te pide amor.

Decid a todos que vengan a la fuente de la vida


que hay una historia escondida dentro de este corazón.
Decidles que hay esperanza, que todo tiene un sentido,
que Jesucristo está vivo, decidles que existe Dios...

En el corazón que llora en la casa de Betania,


el corazón que acompaña a los dos de Emaús.
Es el corazón que al joven rico amó con la mirada,
el que a Pedro perdonaba después de la negación.

Es el corazón en lucha del Monte de los Olivos,


que, amando a los enemigos, hizo creer al ladrón.

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Es el corazón que salva por su fe a quien se le acerca,
que mostró su herida abierta al apóstol que dudó.

 Salmo:

Mi alma tiene sed del Dios vivo:


¿cuándo veré el rostro de Dios?
Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío.

Tiene sed de Dios del Dios vivo:


¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?

Envía tu luz y tu verdad:


que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.

Que yo me acerque al altar de Dios


al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.

Silencio
 Texto Bíblico: 1Jn 4, 9-15
Así Dios nos manifestó su amor:
envió a su Hijo único al mundo,
para que tuviéramos Vida por medio de él.
Y este amor no consiste
en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino en que él nos amó primero,
y envió a su Hijo
como víctima propiciatoria por nuestros pecados.
Queridos míos,
si Dios nos amó tanto,
también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.
Nadie ha visto nunca a Dios:
si nos amamos los unos a los otros,
Dios permanece en nosotros
y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros.
La señal de que permanecemos en él
y él permanece en nosotros,
es que nos ha comunicado su Espíritu.
Y nosotros hemos visto y atestiguamos
que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo.
El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios,
permanece en Dios,
y Dios permanece en él.

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 Reflexión:

Nadie ha visto a Dios tal como es en sí mismo. Y, sin embargo. Dios no es del
todo invisible para nosotros, no ha quedado fuera de nuestro alcance. Dios nos
ha amado primero, dice la Carta de Juan, y este amor de Dios ha aparecido
entre nosotros, se ha hecho visible, pues “Dios envió al mundo a su Hijo único
para que vivamos por medio de él” (1Jn 4,9). Dios se ha hecho visible: en
Jesús podemos ver al Padre.

La Eucaristía ha brotado del Corazón de Jesús. Es el mayor regalo del


Corazón de Jesús en la Última Cena. La eucaristía tiene su centro en el amor,
y el amor proviene del corazón.
En la Eucaristía se encuentra palpitante el Corazón de Cristo, que ama
intensamente al Padre y a los redimidos por su muerte y resurrección. La
eucaristía es el corazón vigilante, atento y amoroso de Jesús, que nos ve,
escucha, atiende, espera, ama, consuela, anima y alimenta.

 Canto:

Silencio

 Reflexión de Nuestro Padre

Nuestro Padre celebraba con gran gozo la solemnidad del Corazón de


Jesús. Escuchemos una de sus reflexiones en torno a esta fiesta.
¡Corazón de Jesús! ¿Qué podremos decirte hoy que o te hayamos dicho
ya muchas veces? ¿Qué ofrecerte de lo nuestro que no sea ya tuyo?
¡No tenemos nada nuevo!
Y después de todo ¿quién ha dicho que el amor se pague de novedades?
Es verdad, Señor; todavía te seguimos buscando en donde nadie te busca. Y te
decimos con el corazón lleno de amor y de compasión: Aunque todos...
nosotras no.

 Canto (escuchado)

- El Corazón de Jesús está aquí


Eso es estar el Corazón de Jesús en el sagrario, poner en actividad infinita un
amor y una paciencia.

- El Corazón de Jesús está mirándome


¡Sí, Él me sigue con su mirada!

- El Corazón de Jesús está escuchando


Y así sigue viviendo en el Sagrario: escuchando a todos y todo.

- El Corazón de Jesús está sembrando


Es la pureza, la humildad en persona, la abnegación y la bondad por
excelencia, las que van a ser sembradas.

- El Corazón de Jesús está dando el mayor amor


Tú dijiste: “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos...”, a
no ser el que ha inventado la Eucaristía para darla todos los días y todas las
horas. ¡Este sí que es el mayor amor perpetuado en una locura!

3
- El Corazón de Jesús está llamando a los que quiere
Te puse: para que fueras la mana que siempre señalara hacia mi, la voz que de
mi siempre hablara, el pie que hacia mi siempre se dirigiera, el corazón que
siempre me quisiera... En una palabra: te puse para contar contigo.
 Canto:

Silencio

- María, Madre de Jesús y Madre nuestra, nos señala su Inmaculado Corazón,


un corazón que arde de amor divino y nos invita a vivir el sendero de la
alegría.

- Su Inmaculado Corazón nos remite de manera directa y misteriosa al


Sagrado Corazón de Jesús y es que en María todo nos dirige a su Hijo. Los
Corazones de Jesús y María están unidos en el tiempo y la eternidad.

- María Santísima, Mediadora de todas las gracias, nos invita a confiar en su


amor maternal, a dirigir nuestras plegarias pidiéndole a su Inmaculado
Corazón que nos ayude a llenarnos con su Hijo Jesús.

Todas:

Santa María, Madre de Dios,


Tú has dado al mundo la verdadera luz,
Jesús, tu Hijo, el Hijo de Dios.
Te has entregado por completo
A la llamada de Dios
Y te has convertido así en fuente
De la bondad que mana de Él.
Muéstranos a Jesús. Guíanos hacia su Corazón.
Enséñanos a conocerlo a amarlo,
Para que también nosotras
Podamos llegar a ser capaces
De un amor verdadero
Y ser fuentes de agua viva
En medio de un mundo sediento. Amén.

 Canto:

4
Oración al Sagrado Corazón de Jesús para una grave necesidad

Oh Divino Jesús que dijiste: «Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis;


llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca
encuentra, y a quien llama se le abre». Mírame postrado a tus plantas
suplicándote me concedas una audiencia. Tus palabras me infunden
confianza, sobre todo ahora que necesito que me hagas un favor:

(Se ora en silencio pidiendo el favor)

¿A quién he de pedir, sino a Ti, cuyo Corazón es un manantial


inagotable de todas las gracias y dones? ¿Dónde he de buscar sino en
el tesoro de tu corazón, que contiene todas las riquezas de la
clemencia y generosidad divinas? ¿A dónde he de llamar sino a la
puerta de ese Corazón Sagrado, a través del cual Dios viene a
nosotros, y por medio del cual vamos a Dios?

A Ti acudimos, oh Corazón de Jesús, porque en Ti encontramos


consuelo, cuando afligidos y perseguidos pedimos protección; cuando
abrumados por el peso de nuestra cruz, buscamos ayuda; cuando la
angustia, la enfermedad, la pobreza o el fracaso nos impulsan a
buscar una fuerza superior a las fuerzas humanas.

Creo firmemente que puedes concederme la gracia que imploro,


porque tu Misericordia no tiene límites y confío en que tu Corazón
compasivo encontrará en mis miserias, en mis tribulaciones y en mis
angustias, un motivo más para oír mi petición.

Quiero que mi corazón esté lleno de la confianza con que oró el


centurión romano en favor de su criado; de la confianza con que
oraron las hermanas de Lázaro, los leprosos, los ciegos, los paralíticos
que se acercaban a Ti porque sabían que tus oídos y tu Corazón
estaban siempre abiertos para oír y remediar sus males.

Sin embargo... dejo en tus manos mi petición, sabiendo que Tú sabes


las cosas mejor que yo; y que, si no me concedes esta gracia que te
pido, sí me darás en cambio otra que mucho necesita mi alma; y me
concederás mirar las cosas, mi situación, mis problemas, mi vida
entera, desde otro ángulo, con más espíritu de fe.

Cualquiera que sea tu decisión, nunca dejaré de amarte, adorarte y


servirte, oh buen Jesús.

Acepta este acto mío de perfecta adoración y sumisión a lo que


decrete tu Corazón misericordioso. Amén.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.


Sacratísimo Corazón de Jesús, en Vos confío. (3 veces).

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