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Immanuel Kant

Su Historia

Emanuel Kant nació el 1724 en Königsberg, en el seno de una familia


profundamente religiosa de la que recibió una educación muy estricta. 

A pesar de que su pensamiento lo llevaría en dirección opuesta, siempre conservó


un gran cariño e interés por su familia. Con 16 años ingresó en la Universidad
Albertina de Königsberg para estudiar filosofía y ciencias; desafortunadamente, el
infarto y posterior muerte de su padre lo llevaron a abandonar la universidad siete
años más tarde, aunque no los estudios, que prosiguió por su cuenta. Tras
aprender hebreo, cambio su nombre a Immanuel.

Kant empezó a trabajar como profesor privado y obtuvo una gran


popularidad. Solía decir que no enseñaba filosofía, sino el arte de pensar: le
molestaba que sus estudiantes tomasen apuntes de forma mecánica en vez de
intentar entender lo que explicaba y debatir sobre ello. Fue una hombre de una
gran cultura, daba también clases de otras materias variadas como matemáticas,
ciencias naturales o ética: para él, el conocimiento debía ser inclusivo. Prueba de
ello es su variada obra en los 23 años que ejerció como profesor privado, en los
que publicó tratados que iban desde la astronomía a la teología.

En 1770 le ofrecieron una cátedra de Lógica y Metafísica en la Universidad


Albertina, la única en la que aceptó enseñar. Con ocasión de este acontecimiento
largamente esperado escribió su Disertación inaugural, que habría de suponer un
punto de inflexión inesperado: varios comentarios de alumnos y colegas
académicos le hicieron replantearse sus conceptos filosóficos hasta el momento y
el prestigioso maestro entró en un paréntesis de diez años en los que no
publicaría para dedicarse a reflexionar sobre sus ideas.

Este período le permitió madurar su pensamiento y publicar en 1781 la primera de


sus obras plenamente maduras y seguramente la más famosa: Crítica de la razón
pura, que en su momento no tuvo muy buena acogida, principalmente por su estilo
denso y pesadamente académico. Era la primera parte de una serie de obras a la
que seguirían Crítica de la razón práctica (1788) y Crítica del juicio (1790). La
segunda fue la más influyente en vida del autor y un nuevo comienzo para una rica
producción que, sin embargo, continuó encontrando grandes resistencias por el
estilo tremendamente complicado.

La preferencia de Kant a cuestionarlo todo le valió enemistades importantes:


el rey prusiano Federico Guillermo II le instó a moderar el contenido de sus obras,
especialmente tras la Revolución Francesa. Incluso después de su muerte, el
papa Pío VIII prohibió la lectura de Crítica de la razón pura bajo amenaza de
excomunión. A pesar de vivir en el apogeo de la Ilustración, Kant veía con
pesimismo que esa época de mayor conocimiento no conducía a un mundo mejor,
sino que las viejas estructuras de poder eran reemplazadas por otras nuevas: por
pocos meses no llegaría a ver a Napoleón proclamarse emperador.

Su carácter

Lo que más trascendió de la vida personal de Kant fue su carácter meticuloso y


disciplinado, rayando lo maniático e hipocondríaco: razones para lo último no le
faltaban ya que su salud fue delicada desde pequeño, lo que contrastaba con
inflexibles costumbres que a veces le eran perjudiciales, como dormir poco y salir
siempre a dar a su paseo de la tarde sin importar el tiempo que hiciera.
No siempre fue así; en esta faceta influyó su amistad con el comerciante Joseph
Green, británico de hábitos escrupulosamente ingleses, de quien se dice que un
día le dio una lección extrema: Kant se presentó un minuto tarde a una cita y
su amigo, ni lerdo ni perezoso, se fue al no verlo llegar a la hora justa a la
que habían quedado, dejando a Kant corriendo tras su auto.

Para Kant solo importa una cosa al respecto y es el vivir conforme a una correcta
conducta moral. No actuar buscando determinados fines y analizando cómo
lograrlos, sino simplificar la cuestión y limitarnos a hacer aquello que está bien, por
la sencilla razón de que está bien: “El cumplimiento exacto de aquello que nos
prescribe la moral para que la conciencia no nos reproche nada, nos satisface y
tranquiliza. ¿Qué culpa tengo yo de que las cosas del mundo no vayan según mi
voluntad? Ellas no solo no deben robarme mi satisfacción, sino que yo mismo
quiero estar 

Aportes de su filosofía

En su intento de crear una filosofía del ser humano para el ser humano, Kant
terminó por convertirse en uno de los más grandes filósofos de la Ilustración y de
la historia. Su filosofía marcaría una nueva etapa, siendo también el padre de uno
de los grandes movimientos filosóficos que estaban por llegar: el idealismo
alemán.

Si bien Kant legó a la humanidad con una gran producción de obras


filosóficas de toda temática, destacan dos: Crítica de la razón pura y Crítica
de la razón práctica. En el caso de la primera, de hecho, podemos decir que es
una de las más grandes obras de la historia de la filosofía.

En la Crítica de la razón pura, Kant distingue la experiencia a posteriori y el


conocimiento a priori, es decir, más allá de la experiencia. La experiencia, dice
Kant, no nos da más que apariencias (fenómenos) de las cosas. Pero dichas
apariencias no son las cosas “en sí”, no son lo que son esencialmente. Es decir,
con ese criterio, solo podemos afirmar que conocemos lo que nuestra propia
consciencia crea. Además, en el libro desarrolló las condiciones y categorías
necesarias para que se dé el conocimiento: entre las primeras, espacio y tiempo; y
entre las segundas, cantidad, cualidad, relación y modalidad.

En el otro gran baluarte de su filosofía, la Crítica de la razón práctica, Kant


aborda otro tema: el de los juicios de valor. Para el alemán no existe nada
bueno salvo la voluntad. Y, realmente, ni siquiera esta, al menos no en cualquier
caso. Solo será buena siempre y cuando actúe conforme a una sencilla norma: el
imperativo categórico, el cual establece que hemos de actuar conforme a una
teórica legislación universal. Es decir, debemos comportarnos según máximas que
consideremos que deberían ser normas morales para todo el mundo. Por ejemplo,
no deberíamos robar por la sencilla razón de que no querríamos vivir en una
sociedad de ladrones en la que quitarle al prójimo lo que es suyo fuera lo normal.

Para Kant solo importa una cosa respecto a esto y es el vivir conforme a una
correcta conducta moral. No actuar buscando determinados fines y analizando
cómo lograrlos, sino simplificar la cuestión y limitarnos a hacer aquello que está
bien, por la sencilla razón de que está bien: “El cumplimiento exacto de aquello
que nos prescribe la moral para que la conciencia no nos reproche nada, nos
satisface y tranquiliza. ¿Qué culpa tengo yo de que las cosas del mundo no vayan
según mi voluntad? Ellas no solo no deben robarme mi satisfacción, sino que yo
mismo quiero estar 

Según Kant, la existencia de Dios y los conceptos de libertad e inmortalidad no


pueden afirmarse ni negarse en el campo teórico, ni pueden demostrarse
científicamente.

Clasificación del pensamiento según Kant

Proposición analítica

Una proposición analítica es aquella en la que el predicado está contenido en el


sujeto, como en la afirmación «ninguno de los solteros está casado». La verdad de
esta afirmación es evidente, está presente en el concepto y se descubre
simplemente analizando los términos otorgados sin la necesidad de experiencia
avanzada.

Proposición sintética

La proposición sintética no puede lograrse mediante un simple análisis: requiere


experiencia

Frases famosas

Algunas de sus frases mas famosas son:


“El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca”.

“Dormía y soñé que la vida era belleza; desperté y advertí que es deber”.

“De dónde viene el ser humano todos lo sabemos, a donde quiere llegar pocos lo
conocen”.

“La felicidad no es un ideal de la razón, sino de la imaginación”.


“La libertad es aquella facultad que aumenta la utilidad de todas las demás
facultades”.

Vejez y muerte
Entrado en la vejez ,su salud física y mental empeoró notablemente a causa de
una arterioesclerosis cerebral, posiblemente agravada por el exceso de trabajo y
el sueño escaso que caracterizaban su rutina. En los últimos años los síntomas
eran evidentes: falta de equilibrio, problemas para caminar, narcolepsia y señales
de demencia. Aun así siguió escribiendo hasta un año antes de su muerte, cuando
ya contaba casi 80 años.

Los escritos que luego completó consisten en parte en una elaboración de temas
no tratados previamente en detalle, en parte en respuestas a críticas y
aclaraciones de malentendidos.

Kant se vio envuelto en una disputa con las autoridades prusianas sobre el
derecho a expresar opiniones religiosas. Se descubrió que el libro era demasiado
racionalista para el gusto ortodoxo. Se le acusó de hacer mal uso de su filosofía
para «distorsionar y despreciar muchas de las doctrinas principales y
fundamentales de las Sagradas Escrituras y el cristianismo » y el gobierno le
exigió que no diera conferencias ni escribiera nada más sobre temas religiosos.

El gran trabajo en el que trabajó hasta su muerte, cuyos fragmentos llenan los dos
volúmenes finales de la gran edición de Berlín de sus obras, evidentemente tenía
la intención de ser una contribución importante a su filosofía crítica.

Finalmente murió el 12 de febrero de 1804 en la misma Königsberg donde había


transcurrido su vida, dejando tras de sí uno de los legados más importantes de la
filosofía moderna

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