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El yo ha sido, en todo sentido, el gran detonante del accionar humano durante toda su
historia, pues si bien es imposible reconocer a la humanidad como una serie de elementos
individuales uno del otro, es también imprescindible reconocer a cada uno de los seres humanos
desde su individualidad como agentes (aunque tercamente sociales) que han de soportarse cada
uno desde andamios individuales. Ya bien lo mencionaba Philip Larkin en su poema, las ciegas
marcas que llevamos cada uno hacen parte del testimonio que nos acoge a cada uno como seres
individuales, pues ‘’se aplicó sólo a un hombre una vez, y, a ese hombre, agonizante.’’.
Lo que se reconoce desde el texto como ciegas marcas que llevan cada una de nuestras
acciones, y desde las cuales podemos realizar una trazabilidad hasta encontrar el origen de cada
una de ellas han de ser parte de la posibilidad dentro de la pequeñísima posibilidad que
compartimos todos hoy al encontrarnos en la situación del presente. Pues son estas ciegas marcas,
junto con las contingencias históricas, quienes nos han traído a la realidad que compartimos hoy;
e independientemente de considerarlas como positivas o negativas para la realización de nuestra
existencia (o incluso, de aceptarlas o no) se mantienen como indispensables para nuestra presencia,
pero, al mismo tiempo, parecieran ser apenas perceptibles para la existencia de la realidad en
general.
Por último, me resulta bastante relevante la concepción del intelectual como un caso
especial, el intelectual como alguien que logra mediante ‘’marcas y sonidos’’ lo que otros hacen
con sus realidades. Lograr plasmar y cristalizar, aunque sea para ellos mismos, las intenciones y
maneras de proceder que tienen en el exterior, logrando evadir la universalidad de la realidad
mediante la literalización de metáforas o analogías transferibles a otros; logrando así dibujar sus
propias utopías o realidades ideales con el propósito de degustarlas, sin que aquellas
manifestaciones tuvieran que presentarse como universales para la naturaleza.
Referencias
Rorty, R. (1991). “Contingencia, ironía y solidaridad”. Editorial Paidós. Capítulo 2, La contingencia del
yo pp.: 43-62.