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Trabajo de Aproximaciones Al Análisis Literario Unidad N
Trabajo de Aproximaciones Al Análisis Literario Unidad N
ELABORADO POR:
PRESENTADO A:
LUZ NÉLIDA MOLANO AVENDAÑO
(DOCENTE)
ELABORADO POR:
PRESENTADO A:
LUZ NÉLIDA MOLANO AVENDAÑO
(DOCENTE)
ENCABEZAMIENTO
Palabras Clave
Referencias
Garrido Domínguez, A. (1996). El texto narrativo. Madrid (Reino de España):
Síntesis.
INTRODUCCIÓN:
Dentro del presente informe lector se pretende realizar una breve reflexión sobre el texto
narrativo y su importancia dentro de la lengua castellana desde la visión del autor, haciendo un
abordaje directo al pensamiento y opiniones, de diversos teóricos y corrientes literarias que han
de ayudar a la comprensión de textos, y que, de igual manera hará que nosotros como docentes
nos entronicemos un poco más dentro de lo referente a los géneros que la literatura ofrece.
En cuanto al género narrativo es necesario considerar que éste tiene dentro de sí los
elementos para la construcción del ya mencionado, cabe considerar que los elementos presentes
dentro de los tipos de narraciones o formas de narración presentes dentro de dicho tipo de texto
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como el narrador, los personajes el tiempo y lugar de desarrollo de la historia que se desea
contar; dichos ingredientes dentro del texto enriquecen la estructura del texto que se desea
desarrollar o narrar.
Hay que dejar entrever que no todo texto narrativo en cuanto a forma de narración es igual y
que es diverso con lo que se pretende esbozar puesto que no es lo mismo leer una fábula que leer
un cuento o una novela.
OBJETIVOS:
Leer y analizar los aspectos más importantes sobre los Textos narrativos,
interpretando de forma coherente la información más relevante a través de un informe de
lectura.
Reconocer la importancia de la lectura comprensiva a través de la realización de
argumentos personales y citas de estudiosos literarios que nos permitan entender la temática a
tratar en el texto.
JUSTIFICACIÓN:
Este informe de lectura es realizado con el fin de evidenciar un análisis profundo acerca del
texto narrativo y sus componentes, a partir de la lectura de documentos que fortalecen el
conocimiento de los diferentes postulados planteados por autores reconocidos que permiten
comprender y dar una mirada más profunda a la base y estructura de dichos textos.
Comprender la importancia del análisis de cada una de las categorías dentro del texto
narrativo cobra trascendencia teniendo en cuenta que se pueden llevar a cabo procesos de lectura
que permitan el fortalecimiento de la comprensión y análisis de parte de los estudiantes y los
hagan finalmente lectores competentes capaces de dar cuenta de un saber y además tomar una
postura crítica y reflexiva a partir de la lectura de cualquier texto literario.
Es muy importante generara este tipo de informes de lectura, ya que genera aportes
importantes en nuestra formación, en cuanto genera aportes valiosos para llevar arlo a la práctica
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con los estudiantes permitiéndonos a nosotros y a ellos generan procesos de comprensión análisis
en un ambiente de debate y criticidad literaria.
Como punto de partida y tomando como referencia la referencia a lo que afirma Aristóteles en
torno al género narrativo al decir que: “Lo especifico del género narrativo es la mímesis de
acciones y secundariamente la mímesis de hombres actuantes”. (Aristóteles 367 a.C.; Citado por
Garrido Domínguez 1996). Permite que el autor guie a los lectores de los textos narrativos
reconocer la diferencia entre personajes y hechos presentes dentro de un relato, pero sin restarles
la importancia que éstos poseen con lo cual son las primeras aportaciones que se hacen en torno
a los géneros narrativos sean cuales fueren éstos; pero el autor también se encarga de aseverar
que en los textos de género narrativo hay diversidad de formas o “tipologías” de texto narrativo
los cuales no se pueden ni se deben confundir de ninguna manera. Y es que de por sí el género
narrativo permite a Garrido dejar en claro que cada texto narrativo tiene leves diferendos y
características que lo pueden convertir en único en toda su complejidad y es por ello que no se
puede confundir la narrativa épica con la narrativa fantástica o lírica por eso Garrido citando a
Bremond confirma que el texto narrativo es claramente: “Un discurso que integra a una sucesión
de acontecimientos de interés humano en la unidad de la misma acción”. (Claude Bremond 1966;
citado por Garrido Domínguez 1996), lo cual pone de manifiesto el enlace que existe entre
acciones y actuantes lo cual es pertinente el papel que ejercen los personajes en un texto
perteneciente al género narrativo independientemente de la actividad que desarrollen y el tipo de
personaje al que se relacione dentro de la narración. El texto narrativo puede cumplir un papel
descriptivo se generan amplias aclarando muy puntualmente al poner las palabras dichas por
Todorov: “Lo específico de la narración es que implica una transformación radical de la
situación inicial (frente a la simple sucesión y yuxtaposición de elementos propia de la
descripción)”. (Tzvetan Todorov 1971; citado por Garrido Domínguez 1996). Con lo cual se deja
entrever que el texto narrativo puede también si éste cumple dicha característica de ser
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El narrar acciones de acuerdo con lo que el autor expone y reflexiona sobre los textos de
género narrativo es que si bien se piensa que son únicamente del corte o versión planteada bajo
fundamentos aristotélicos lo cierto es que el texto narrativo tiene otros exponentes en la
antigüedad, pero el más relevante es Esopo con su variada colección de fábulas que no son más
que relatos preferentemente cortos y cuya finalidad es dejar una enseñanza y en lo referente a los
textos narrativos creados en la época reciente Garrido pone en sus labios las palabras de Bobes al
decir: “Ahora bien, la narración de acciones no se presenta en el texto aristotélico como algo
privativo del relato, sino compartido con el género dramático. Se trata de una perspectiva
recuperada en estudios recientes, según la cual el texto narrativo y el texto dramático
compartirían la misma estructura profunda difiriendo únicamente en el tipo de manifestación
concreta (variable de acuerdo con el modo específico de cada género)” (Ma. Del Carmen Bobes
1987; citada por Garrido Domínguez 1996). A la luz de la anterior reflexión el autor el mismo
también deja claro que los relatos que poseen el corte narrativo son los del género dramático y
los que poseen un estilo de relato en tercera persona al decir que: “a la luz de la definición
aristotélica del arte como mímesis de acciones es preciso concluir que los únicos géneros
literarios proprie dicte son el drama y el relato en tercera persona. Solo ellos se ajustan de la
verosimilitud y constituyen, por consiguiente, formas de ficción en el sentido pleno de la
palabra…” (Kate Hamburger 1959; citada por Garrido Domínguez 1996). También es de
importancia vital ver que el autor reconoce de manera muy puntual que la evolución del género
narrativo ha evolucionado de una forma sustancial más que nada en inicios del siglo XX, por lo
que los textos narrativos poseen más elementos de construcción adicionales y se detalla más
profundamente cuando en sus propias palabras se encarga de resaltar lo siguiente: “Las
dificultades para ofrecer una definición adecuada del texto narrativo se complican todavía más
cuando se toman en consideración las producciones del siglo XX. Sabido es que en ellas se
cumple plenamente el ideal romántico de la mezcla de géneros y, consiguientemente, se
muestran más renuentes a una definición clara del texto narrativo. En su interior conviven
elementos dramáticos, líricos y argumentativos al lado de los estrictamente narrativos
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entrelazados de tal manera que ningún intento de aislamiento puede prosperar sin atentar contra
la propia esencia de éste tipo de relatos”. (Garrido Domínguez 1996).
Para el autor resulta muy importante la aparición de ensayos y escritos donde se clasifican
movimientos teórico-literarios y lo deja ver cuando el mismo autor menciona a Mingolo e Iser en
las siguientes líneas: “Existen en la actualidad diferentes ensayos de clasificación de los
movimientos teórico-literarios. Ninguno de ellos resulta plenamente satisfactorio ya que, a
diferencia de lo que ocurre en otros dominios del conocimiento científico, los paradigmas
surgidos en el ámbito de la teoría literaria no presentan un carácter excluyente sino
complementario” (Mignolo 1983; Iser, 1979; Citado por Garrido Domínguez). Pero lo que más
interesa al autor es la preocupación por el análisis del texto narrativo al tener en cuenta aspectos
fundamentales como la estética y la lingüística del texto así como el ingrediente neorretórico al
decir que: La intensificación del enfoque comunicativo por parte de corrientes como la estética
de la Recepción, la Lingüística del Texto, la Neorretórica o la teoría o la Teoría de los actos del
habla ha dado como resultado la incorporación al análisis del texto narrativo de factores del
esquema de la comunicación como el autor implícito en cuanto a elementos instalados en el
interior del texto…” (Garrido Domínguez 1996). El autor Garrido Domínguez lleva a colación la
larga tradición presente en el género narrativo y textos de ésta calidad aludiendo lo siguiente
catalogándolo de práctica: “A pesar de todo, no conviene olvidar que la práctica literaria cuenta
con una larguísima tradición de más de 2500 años y durante éste tiempo se ha ido gestando y
codificando un importantísimo volumen doctrinal que debe ser tenido en cuenta en el momento
de abordar un trabajo como en el presente.” (Garrido Domínguez 1996). Como último aspecto
importante dentro del capítulo el autor resalta que el texto narrativo es un ensamblaje que
tomando como referencia la fábula y lo que establece Aristóteles debe regirse según el: “por tres
criterios la verosimilitud, la necesidad y, sobre todo, por el decoro. Éste concepto revela de
hecho una concepción estructuralista de la obra de arte, ya que exige no solo una distribución
compensada del material, sino que afecta incluso a cuestiones técnicas. Así pues, el concepto de
decoro influye activamente en todas las fases del proceso: inventio, dispositio, y elocutio.”
(Aristóteles 367 a.C.; Citado por Garrido Domínguez 1996).
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CONCLUSIÓN:
Al desglasar lo referente al primer capítulo del texto de Garrido Domínguez sobre “El texto
narrativo” se puede concluir de manera puntual que:
hace uso de este: “hay días que parecen años, los minutos se eternizan, los cursos se van
sin enterarse…” otro ejemplo claro se evidencia en un aparte del Quijote, en el episodio
de la cueva de Montesinos cuando para sancho transcurre un poco más de una hora, sin
embargo, para don Quijote transcurren seis días completos.
Aparece también los planteamientos de Heidegger el tiempo fenomenológico que sirve
para explicar las vivencias de lo vivido, ya que para él toda vivencia supone temporalidad
y está representada ante la conciencia individual, en línea con lo anterior Heidegger
propone tres formas de comportamiento frente al tiempo; la intratemporalidad, el tiempo
episódico que se caracteriza por la sucesión de acontecimientos, la historicidad donde los
hechos se hacen importantes como proyecto humano y en última instancia el auténtico
tiempo el cual se sitúa en el presente. Así pues, es fundante comprender que desde la
filosofía el tiempo de cada persona, cada uno lo vive y organiza de una manera particular
depende de su conciencia individual.
Por otra parte, para la literatura el tiempo lingüístico es fundamental, al respecto
Benveniste (1996: 179-189; 1974: 70-81), vincula el tiempo lingüístico con el ejercicio de
la palabra, es decir el tiempo se instaura cada vez que el lector se apropia del código de la
lengua para satisfacer sus necesidades comunicativas es además de naturaleza
intersubjetiva. En esta misma línea el tiempo figurado cobra gran importancia, Barthes
(1966: 23-24), y Gennete (1972: 72) afirman que se trata pues de un tiempo semiotizado y
hecho a la medida del universo artístico aprehensible únicamente a la luz de sus propias
categorías y convenciones; este tiempo figurado funciona como un principio constructivo
y de él depende el sentido que adquiere el marco de la estructura literaria.
Ahora bien, dentro del tiempo del relato aparece una figura llamada anacronía, la cual
se refiere a toda subversión de orden, al respecto Gennete propone dos planos narrativos,
el relato base que sirve de marco a la anacronía y el secundario constituido por la
anacronía. Existen dos formas básicas asumidas por las anacronías: analepsis
(retrospecciones) en las cuales se introduce un acontecimiento que según el orden de la
historia debería haberse mencionado antes y en la prolepsis (anticipaciones), anticipa los
acontecimientos de acuerdo con la lógica lineal de la historia y que debían contarse mucho
más tarde; al respecto Barthes (1996; 38-41) denomina estos procedimientos desde la
literatura narrativa como distorsiones y expansiones.
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Estas formas básicas también pueden ser eternas, internas o mixtas, es así que las
analepsis externas se remontan al punto de partida del relato primero, las internas por el
contrario se sitúan dentro del relato primero y las mixtas tiene su alcance en el momento
anterior al comienzo del relato principal. De igual manera las prolepsis se dividen en
externas, las cuales se refieren las cuales tiene un papel de epílogo, en las prolepsis
internas se encuentra el cumplimiento en el ámbito del relato primero. Según M. Ball en
las anacronías existen algunas dificultades que desde luego pueden resolverse, una de ellas
la plantea como que “la cuestión de la jerarquía temporal no es tan importante como
lograr establecer las relaciones temporales que median entre las diversas unidades
narrativas. Ball (1977:64-67: 74:76) y explica que la razón es la dificultad en textos muy
complejos aislar el tiempo más importante; otra dificultad es que las anacronías carecen de
un alto nivel de indeterminación que genera dificultad en situarlas correctamente en el
ámbito de la historia.
CAPITULO IV EL NARRADOR
El narrados se relaciona con la sabiduría ya que se supone que conoce a la perfección todo
sobre la historia que relata.
“La clasificación de los tipos de narrador, objetivo o subjetivo, testigo directo o indirecto de
los hechos, protagonista o no, se fundamenta en su capacidad informativa y en el modo de
introducir nuevos datos dentro del relato”
Por lo tanto, para los narratólogos franceses definen al narrador por su grado de conocimiento
dependiendo del punto elegido, el volumen de la información a transmitir si está condicionado o
por el contrario es sin límites.
El narrador solapado
Para Bajtín 1989; “la relación del locutor con su mensaje, su actitud hacia el objeto del
enunciado representa la cuestión central dentro de la compleja problemática de la novela. Las
teorías de inspiración semiótica y pragmática sacaran partido de esta valoración del narrador
como emisor con la incorporación del receptor ya muy valorado dentro de la propuesta bajtiniana
y demás componentes del contexto al proceso explicativo”.
Se define la enunciación como el poner a funcionar la lengua por un acto individual, con el
propósito de satisfacer necesidades comunicativas, a través de esto el locutor es el protagonista
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Según Benveniste; 1966, p. 179, 182; 1974, p. 82, 91; lo que caracteriza al discurso es
su naturaleza dialógica, esto es, su carácter de realidad volcada sobre el destinatario o alocutorio
(al que se dirige con una determinada fuerza ilocutiva: la aserción, la interrogación y la
intimidación). Ahora bien, es preciso señalar que, en lo se refiere a enunciación, difieren
notablemente la lengua hablada y la escrita. En la lengua escrita el sujeto de la enunciación
puede ser múltiple en virtud de su inscripción simultánea en un doble plano: el que le
corresponde en cuanto responsable básico de la enunciación y el derivado del hecho de que en el
marco de su escritura surgen, por delegación suya, otros sujetos de la enunciación (por ejemplo,
personajes de un relato que, en un momento determinado, asumen funciones narrativas).
La autora Ann Banfield hace una distinción sobre el comportamiento del discurso
dependiendo del uso si es solamente comunicativo o por el contrario es expresivo, procede a
separar el hablante del personaje; por lo tanto, en un discurso narrativo el narrador se encarga de
la enunciación narrativa y el personaje se encierra en el yo exclusivamente, vivenciando sus
propias experiencias sin la intervención del narrador.
Muchos estudiosos representantes de la escuela francesa defienden con fervor los derechos del
narrador según ellos no puede existir un relato sin narrador. Contradiciendo a Genette quién
afirma que es un mito ya que la historia puede emanciparse del narrador y contarse por sí misma
con las impresiones del lector.
“El narrador es el agente de todo ese trabajo de construcción que acabamos de observar; por
consiguiente, todos los ingredientes de este último nos informan indirectamente acerca de aquel.
El narrador es quien enmarca los principios a partir de los cuales se establecen juicios de valor;
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él es quien disimula o revela los pensamientos de los personajes, haciéndonos participar así de su
concepción de la psicología; es quien escoge entre el discurso transpuesto, entre el orden
cronológico y los cambios en el orden temporal. No hay relato sin narrador. Todorov; 1973 p. 75.
Dentro del relato tradicional, el papel del autor está presente para dar opinión referente a la
acción, a los personajes, etc. Este comportamiento ha hecho que poco a poco se vaya retirando
esta presencia a tal grado que la historia parezca que se cuenta a sí misma.
Esta conducta se puede percibir también en la teoría literaria donde se quiere erradicar del
todo la presencia del autor dentro del relato, que tenga una mínima participación que sea la de
narrador donde su puesto no es más elevado que el del personaje.
Dentro del relato el narrador busca intentar mantener la credibilidad de su historia usando una
serie de máscaras entre las cuales podemos encontrar la del Narrador, transcriptor y editor de
papeles encontrados.
Según O Tacca; 1985, p. 34 – 63; en otras ocasiones el autor atribuye el material narrativo a
una fuente oral o escrita, corriendo únicamente de su cuenta la redacción de la historia oída o
leída tiempo atrás.
Continuando con las acciones a las que recurre el autor podemos mencionar la forma
autobiográfica donde se presenta como el principal beneficiario, testigo directo o investigador de
todos los acontecimientos narrados.
Un narrador realiza una serie de estrategias con el propósito de generar credibilidad de los
hechos de su relato; por lo tanto dentro de la autoridad del narrador puede que se documente o
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investigue sobre los hechos o se presente como testigo ocular de los hechos narrados en la
historia; en la primera opción su comportamiento es de historiador que intenta probar la
veracidad de los sucesos expuestos pero esto limita la fantasía; la segunda opción el narrador
presente como protagonista o testigo directo de los hechos debe lograr un testimonio valioso
acogiéndose a la primera persona gramatical como en las autobiografías.
Todo esto ha dado un giro en cuanto al papel del narrador dependiendo de la época; en el
renacimiento se volvió a retomar el papel del narrador como testigo ocular, centrando su historia
en una realidad o fantasía (como el quijote); además se suele presentar como protagonista,
observador, apologista, autobiográfico o combinar varias imágenes al mismo tiempo.
Ahora en la época actual el rol del narrador se presenta como un historiador, con muy buena
fuente investigativa, interpreta los hechos, aconseja al lector, en fin, es imparcial en su función
de narrar.
A partir del siglo XX se creó una nueva modalidad dirigida por H. James y la escuela anglo-
norteamericana que anularían por completo al narrador y le dan más importancia al personaje y
le permite presentarse como tal como es internamente a través de técnicas como el monologo;
esta genera mayor autonomía al personaje y aunque no es aceptada del todo por los grandes
estudiosos del tema.
El lector siempre podrá identificar qué clase de narrador está implícito en el texto; por esto se
creó un nuevo concepto el autor implícito, distinguiendo al autor real como el narrador.
La definición que se presenta del autor implícito se refiere a la imagen proyectada por el autor
dentro del texto.
Según Booth, lo importante es que el autor implícito sienta las bases de carácter moral, que
rigen el funcionamiento del relato y consiguientemente, su interpretación. W.C. Booth; 1961, p.
63 ss.; parte II.
Son varias perspectivas que definen el autor implícito en algunas situaciones puede
contradecir al sistema de valores del narrador, en otro aspecto se correlaciona con el personaje
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siempre teniendo presente que la presencia del autor es inconfundible con el narrador este es
quien debe dominar todo el relato.
Por otro lado, como señala W. Kayser, el narrador no es más que un papel, el procedimiento
habitual que asume el autor para convertirse en locutor y responsable de un mensaje narrativo;
un ser de ficción, en suma. Kayser; 1958, p. 91.
Y Barthes opina en contra la posible identificación narrador- autor real clama también cunado
advierte que “quien habla (en el relato) no es quien escribe (en la vida), y quien escribe no es
quien existe”. Barthes; 1966, p.34.
Por último, el narrador de papel está confinado al universo de ficción, regido por normas
diferentes a las que inspiran la vida del autor real; todas sus realidades son ficción.
Algunas funciones del narratorio son las de servir de intermediario entre el narrador y el
lector, mantener la intriga, relacionar temas, determinar el marco narrativo, ser el portavoz moral
de la obra; el uso de signos formales desde interrogaciones, afirmaciones, negaciones que
permitan aclarar las creencias o comportamientos del personaje.
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Finalmente, el lector real es una persona real que se encuentra fuera del texto.
Teniendo como referente a R Jakobson, Genette quienes proponen las siguientes funciones:
Función de control: considera los vínculos del narrador con el texto; es paralela con la
metalingüística donde el narrador puede referirse a su propio discurso desde un plano superior
(metanarrativo)
Función comunicativa: abarca las funciones apelativas y fática; atendiendo a relación entre el
narrador y el narratorio.
Función testimonial: hace alusión a las fuentes de información del narrador o testimonio de
otros, recuerdos.
Conclusiones
En narrador es una de las piezas más importantes de cualquier relato o texto; sin
importar si está presente o no en él, ya que su participación realza el nivel literal de
cualquier texto escrito u oral.
Hay muchos estudiosos del tema literario que defienden los derechos de la
existencia o presencia del narrador en el relato; y otros que desean limitar hasta anular la
intervención del narrador en la historia contada, para que sea el lector quien le dé por sí
mismo la interpretación.
A lo largo de la historia siempre hemos encontrado narradores en diferentes
versiones o funciones frente a la historia, pero es el autor quien le da la importancia
dentro de su historia.
EL ESPACIO
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En el presente documento el espacio como las demás categorías ocupa un lugar relevante;
en la filosofía kantiana se insiste con fuerza de su importancia no sólo para el lenguaje y en la
antropología cultural sino sobre todo para el universo del arte. Esta categoría se concibe al
espacio narrativo como una realidad textual donde sus virtudes dependen del poder del
lenguaje, (T. Albadalejo: 1986, 58-65) es un espacio ficticio que en algunas ocasiones crean la
ilusión de realidad, no ocurre siempre; determinados géneros como el relato fantástico
renuncian con frecuencia al espacio realista e incluso verosímil. La poética del espacio se ha
nutrido de la tradición retórica y de creación literaria, lo plantea también (Cascales: 11617,
tabla VI), “así el espacio es considerado en la tradición poética una parte más de la
narración”; también Goethe afirma que “el tiempo histórico que se plasma en un espacio
también concreto”. Bajtín toma de la teoría de la relatividad de A. Einstein el termino
metafórico de cronotopo y lo convirtió en un concepto básico del arte literario:
idiosincrasia y posición del narrador. Además de la anterior hay que decir que el espacio
nunca es indiferente al personaje, este justifica su estado de ánimo, otros espacios se
presentan con atributos de y minuciosidad del espacio existencial concreto es decir el
espacio verosímil, el espacio literario por excelencia.
Otro tipo de espacio es en el que es más apreciable la intervención de la fantasía, “son
aquellas manifestaciones del espacio que se apartan resueltamente de las leyes del mundo
objetivo, acogiéndose total o parcialmente a las establecidas por el narrador para la
ocasión esto es según la lógica de los mundos posibles” (T. Albadalejo: 1986, 58ss;
1991,45-70). Los espacios de narrador y lector no son menos importantes respecto al
espacio del narrador, puede desarrollar los acontecimientos desde un lugar abierto o
cerrado, de igual manera puede ocurrir que la narración se de en un lugar y otro se
presente un desplazamiento. en cuanto al lector, su espacio existencial contrasta con el
espacio ficticio del texto; es posible convergencia cuando los dos espacios se superponen
a la imaginación y sensibilidad del lector gracias al poder de sucesión de la lectura. Es
muy importante en la organización del material narrativo el papel del espacio, al respecto
Batjín (1978: 247-260, señala que “el espacio no solo facilita la plasmación y concreción
del tiempo, sino que, a la luz de la evaluación de la novela; puede muy bien afirmarse que
ha servido de base compositiva para un elevado número de géneros narrativos como la
novela griega, de caballería, picaresca, góticas o realistas. De igual modo cuando el
espacio se semiotiza, se convierte en exponente de relaciones de carácter ideológica o
psicológica, M. Ball (1997: 251-252), nos presenta un ejemplo de la semiotización del
espacio, en la oposición de ciudad / campo dentro de la novela realista; otro ejemplo se
presenta en la distribución de las clases sociales. En suma, el espacio se convierte en un
signo del personaje en cuanto su ideología, su mundo interior, su personalidad, y su
comportamiento.
En la novela lírica se encuentran también ejemplos de relación entre personaje,
espacios y valores ideológicos, caso concreto en relatos intimistas, allí no solo se
ideologiza sino se convierte en depósito de los afectos del personaje. Finalmente, el
documento concluye que el espacio cumple una función primordial en la organización del
material narrativo.
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CONCLUSIONES
La categoría tiempo, es fundamental en el desarrollo y comprensión del relato,
todos los tipos de tiempo caben dentro de las historias.
La figura de la anacronía y sus dos formas básicas permiten entender los
acontecimientos a partir de sus retrospecciones y anticipaciones.
En el ámbito literario su trascendencia se convierte en la base compositiva de los
géneros narrativos, es el espacio protagonista de la estructura narrativa.
EL PERSONAJE
El en libro teoría de la literatura y literatura comparada de Antonio Garrido Domínguez
podemos resaltar en relación con el “personaje” que en la actualidad sigue siendo la
cenicienta de la narratología lo que quiere decir que se agranda notablemente si se coteja con
una situación mucho más ventajosa sin duda de su correlato en el ámbito del drama.
En la categoría del personaje se dice que es paradójicamente una de las más oscuras de la
poética, esto en consecuencia al escaso interés que los escritores y críticos conceden
actualmente a esta categoría, como reacción contra la sumisión total personaje que fue
regla a fines del siglo XIX.
Por otro lado, podemos observar que según los enfoques más recientes hay preferencias
de observar en el personaje un actor de acción narrativa conectado a otros elementos del
sistema.
Hamon se basa en las tres dimensiones del signo semántica, sintáctica y pragmática,
para establecer una tipología del personaje según el tipo de referente. Así los personajes
referenciales remiten a una realidad extra textual, en cambio los personajes - deíctico
funcionan como representantes del emisor y destinatario del mensaje y de sus voces.
Para finalizar podemos deducir que los personajes – anáfora remiten a otro signo, a
otro personaje más o menos alejado del mismo enunciado.
Referencias
Garrido Domínguez, A. (1996). El texto narrativo. Madrid (Reino de España): Síntesis.