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La concepción de belleza varía entre culturas y a través del tiempo. La filosofía de la estética se ha encargado del estudio de la belleza y su percepción, analizando qué se considera bello y feo. A lo largo de la historia, distintas culturas han tenido diferentes perspectivas sobre la belleza y la fealdad, y han usado modificaciones corporales como tatuajes y piercings para diferentes propósitos como estatus social o protección espiritual.
La concepción de belleza varía entre culturas y a través del tiempo. La filosofía de la estética se ha encargado del estudio de la belleza y su percepción, analizando qué se considera bello y feo. A lo largo de la historia, distintas culturas han tenido diferentes perspectivas sobre la belleza y la fealdad, y han usado modificaciones corporales como tatuajes y piercings para diferentes propósitos como estatus social o protección espiritual.
La concepción de belleza varía entre culturas y a través del tiempo. La filosofía de la estética se ha encargado del estudio de la belleza y su percepción, analizando qué se considera bello y feo. A lo largo de la historia, distintas culturas han tenido diferentes perspectivas sobre la belleza y la fealdad, y han usado modificaciones corporales como tatuajes y piercings para diferentes propósitos como estatus social o protección espiritual.
La concepción de belleza puede variar entre distintas
culturas y cambiar con los años. La belleza produce un placer que proviene de las manifestaciones sensoriales y que puede sentirse por la vista (por ejemplo, con una persona que es considerada atractiva desde el punto de vista físico) o el oído (al escuchar una voz o una música agradable). La rama de la filosofía que se ha encargado del estudio de la belleza se denomina estética. Esta disciplina analiza la percepción de la belleza y busca su esencia.
Dentro de la filosofía determinar qué es
bello y que no consiste en uno de los problemas centrales de la estética y diversos pensadores a lo largo de los siglos han abordado esta problemática. Una de las primeras discusiones de este tema data del siglo V a.C. en Jenofonte filosofo Griego , donde se establecieron tres conceptos de belleza que diferían entre sí: la belleza ideal (que se basaba en la composición de las partes), la belleza espiritual (el reflejo del alma y que puede verse a través de la mirada) y la belleza funcional (de acuerdo a su funcionalidad las cosas pueden ser o no bellas). Pero Platón fue el primero en elaborar un tratado sobre el concepto de belleza que tendría un gran impacto en occidente, tomando ciertas ideas plasmadas por Pitágoras sobre el sentido de la belleza como armonía y proporción y fusionándolo con la idea de esplendor. Para él la belleza proviene de una realidad ajena al mundo que el ser humano no es capaz de percibir completamente. Dijo:
«De la justicia, pues, y de la sensatez y de
cuanto hay valioso en las almas no queda resplandor alguno en las imitación de aquí abajo, y solo con esfuerzo y a través de órganos poco claros, les es dado a unos pocos, apoyándose en las imágenes, intuir el género de lo representado.» La estética se presenta como parte fundamental de la formación humana. El elemento estético es componente esencial irrenunciable en el equilibrio de la personalidad y de la persona. ... Sólo llegamos plenamente a ser humanos cuando los demás nos contagian su humanidad a propósito y con nuestra complicidad. Con constancia a veces invisible, el hombre busca la culminación de la experiencia estética. Todos hemos vivido ciertos momentos de nuestras vidas como una situación estética, algunos tal vez de manera ingenua, simple y espontánea, pero ciertamente hemos vivido momentos especiales ante, por ejemplo, un atardecer, al mirar la flor que descuella en un jardín o la grácil figura femenina que se acerca en la acera Posiblemente al día de hoy una de las teorías más aceptadas respecto a este tema es la propuesta por el relativismo, que dice que las cosas son bellas o feas según el fin que persigan. Los griegos fueron los primeros en enfrentarse a la fealdad y a la perversidad. Su mitología es un vasto catálogo de crueldades: Cronos se come a sus hijos,Tántalo cuece a su hijo Pélope y se lo ofrece en un banquete a los dioses, Agamenón sacrifica a su hija Ifigenia para aplacar la ira divina, Atreo ofrece la carne de sus hijos a su hermano Tiestes. Tersites, un personaje que aparece en La Ilíada era bizco, cojo y sus hombros encorvados se le juntaban en el pecho. Tenía, además, la cabeza puntiaguda y el pelo escaso. Su repugnancia física -y también moral- fue sin embargo representada bellamente por Homero. Los griegos no negaron la fealdad: la conjuraron. Descubrieron que se podía imitar bellamente las cosas feas, «un principio que sería universalmente aceptado a lo largo de los siglos». En el cristianismo el tema de fealdad aparece con la pasión de Cristo. Un hombre flagelado, coronado de espinas, agonizante y desfigurado por el sufrimiento no podía, ciertamente, proyectar una imagen de belleza. Por eso el arte paleocristiano evitó las iconografías de la crucifixión y prefería el símbolo abstracto de la cruz. Y no obstante su aceptación posterior y la figura idealizada que proyectaría después una larga tradición artística de un Jesús bello, de rasgos delicados, casi empalagoso En la época actual hay una indudable atracción por lo feo. Monstruos como E.T. o los extraterrestres de La guerra de las galaxias, parecen irresistiblemente encantadores. A los niños los atraen los pokemons, los dinosaurios y toda suerte de criaturas deformes. Gustan las películas splatter -en las que se machacan sesos y la sangre salpica en las paredes- y de terror como La noche de los muertos vivientes, donde aparecen zombies con la piel arrugada y putrescente y las uñas negras y los dientes negros. La filosofía Cyborg -seres humanos con órganos mecánicos y electrónicos- no escandaliza. Se admira la belleza clásica de Brad Pitt o de Nicole Kidman pero los jóvenes parecen estar más cerca de Marilyn Manson que de Marilyn Monroe. Aunque, es cierto, el ‘feísmo’ no tiene el sentido de rebeldía que tenía para un esteta del siglo XIX su afirmación de la belleza cadavérica y de «las flores del mal». Se practica para parecerse, no para diferenciarse. Porque ahora lo feo y lo bello no son signos opuestos sino neutros. Posiblemente al día de hoy una de las teorías más aceptadas respecto a este tema es la propuesta por el relativismo, que dice que las cosas son bellas o feas según el fin que persigan. Tanto la técnica como la finalidad de los tatuajes han variado a lo largo de la historia. En las tribus de la Polinesia, por citar un caso, los tatuajes se usaban para generar miedo en los enemigos y para realzar la jerarquía o el estatus de alguien. Los aborígenes norteamericanos, por su parte, se tatuaban para conmemorar ciertos eventos o para marcar el comienzo de la vida adulta. En el mundo occidental contemporáneo, la concepción de los tatuajes cambió en las últimas décadas. Antes eran marcas típicas de los marineros y luego comenzaron a adoptarlos las personas marginales que vivían fuera de la ley. Finalmente, en la actualidad, los tatuajes son aceptados a nivel social, incluso con fines estéticos. La palabra japonesa para la inserción de tinta bajo la piel para dejar una marca decorativa permanente se llama Irezumi. Al igual que ocurre con los tatuajes, la historia de las modificaciones corporales también tiene su origen en miles de años atrás, muchas veces como símbolo de status y honor, aunque en otras culturas era una forma de señalar la sumisión entre las parejas. Quizá la referencia más común que encontramos a la hora de hablar de modificaciones corporales sea el piercing. Pues bien, en la época de los centuriones romanos, estos llevaban un anillo en los pezones como símbolo de virilidad, además de servirles como accesorio para colocar la capa cuando era necesario. Otra cultura muy famosa fue la egipcia, donde las mujeres usaban diferentes joyas en el ombligo, pero este era un arte exclusivo de la alta realeza. De ahí tal vez haya surgido la idea moderna de usarlo por muchas mujeres para proyectar sensualidad. África, que es quizá el continente donde más se han asociado las modificaciones corporales, tiene muchas versiones distintas sobre el uso de anillos en las orejas, nariz y boca, aunque la más extendida es la de la protección contra los malos espíritus. Sin embargo, en países como India, las mujeres se perforaban la nariz como señal de sumisión a su marido. Se habla de que muchas de estas modificaciones que consisten en perforar partes del cuerpo y expandirlas con placas de madera o metal, se han mantenido en el tiempo desde la antigüedad hasta ahora porque muchas de estas prácticas hoy en día se realizan como forma de preservar las creencias de las diferentes tribus africanas y su origen tendría relación con la posibilidad de ser poseídos por demonios, por lo cual colocan estas especies de tapones en sus perforaciones (siendo recurrente ubicarlos en el área de las orejas). La etnia indígena Yanomamo (término original) Yanomamiös o Yanomami, nombre dado por los monjes católicos, se encuentra asentada en territorio venezolano, en las riberas del Rio Orinoco y la Sierra de Parima al sur del estado Amazonas. Constituyen el grupo más numerosos de los indígenas venezolanos.