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Marco teórico

Pregunta de investigación:
¿Con base a la autoestima cómo influye brindar información sobre el auto concepto
para formar una autoestima positiva en los adolescente de la secundaria colegio
Vallarta en el ciclo 2022-2023?
Creado por:
Chavez Robles Fátima Jimena
Meza Moro Fernanda Mariel
Espinosa estrada Joshua
1.1 Auto concepto en la adolescencia
1.1.1 Áreas del auto concepto
1.1.2 Teorías
1.2 Autoestima en la adolescencia
1.2.1 Características
1.2.2 Investigaciones
1.2.3 Teoría
1.2.4 Componentes y factores del autoestima
1.2.5 Desarrollo de la autoestima
Auto concepto y la autoestima se configuran como elementos determinantes en la
esfera personal y social de cada ser humano, donde los éxitos y los fracasos, la
satisfacción de uno mismo, el bienestar psíquico y el conjunto de relaciones sociales
llevan su impronta. Tener un autoconcepto y una autoestima positivos es de la
mayor importancia para la vida personal, profesional y social.
1.1 Auto concepto
El auto concepto favorece claramente el sentido de la propia identidad,
constituye un marco de referencia desde el que interpretar la realidad externa y
las propias experiencias, influye en el rendimiento, condiciona las expectativas
y la motivación y contribuye a la salud y al equilibrio psíquico.
En el autoconcepto prima la dimensión cognitiva, El autoconcepto participa
considerablemente en la conducta y en las vivencias del individuo. La persona
va desarrollando su autoconcepto, va creando su propia autoimagen, el
autoconcepto no es innato.
La palabra autoconcepto hace relación a los aspectos cognitivos, a la percepción
y la imagen que cada uno tiene de sí mismo.
Un autoconcepto positivo conduce a una autoestima positiva y viceversa.
El autoconcepto y la autoestima son el resultado de un largo proceso, marcado
por un gran número de experiencias personales y sociales. Los éxitos y los
fracasos, las valoraciones y los comentarios de las personas que forman parte
del entorno del niño y del adolescente, el ambiente humano en que crece, el
estilo educativo de padres y profesores
y los valores y modelos que la sociedad ofrecen van poco a poco construyendo
el autoconcepto y la autoestima de forma casi imperceptible. El autoconcepto es
una realidad psíquica muy compleja y dentro de lo que es autoconcepto general
se distinguen otros autoconceptos más concretos que se refieren a áreas
específicas de la experiencia y que se relacionan.
1.1.1 Áreas
• Autoconcepto físico: La percepción que uno tiene tanto de su apariencia y
presencia
físicas como de sus habilidades y competencia para cualquier tipo de actividad
física.
• Autoconcepto académico: El resultado de todo el conjunto de experiencias,
éxitos, fracasos y valoraciones académicas que el alumno tiene a lo largo de los
años escolares.
• Autoconcepto social: Consecuencia de las relaciones sociales del alumno,
de su habilidad para solucionar problemas sociales, de la adaptación al medio y
de la aceptación de los demás.
• Autoconcepto personal: Incluye la percepción de la propia identidad y el
sentido de responsabilidad, autocontrol y autonomía personales.
• Autoconcepto emocional: Se refiere a los sentimientos de bienestar y
satisfacción, al equilibrio emocional, a la aceptación de sí mismo y a la seguridad
y confianza en sus posibilidades

1.1.2 Teorias
Susan Harter define el autoconcepto como la representación que la persona
construye de sí misma tras considerar y evaluar su competencia en diferentes
ámbitos. Esta representación conjuga aspectos sociales, relacionados con la
comparación con los de más, y aspectos cognitivos vinculados a las diferentes
posibilidades de diferenciación e integración de la información sobre el YO.
Los aspectos cognitivos afectan a la organización interna del autoconcepto y los
aspectos sociales influyen en la conformación de los contenidos y en la valencia
positiva o negativa de las evaluaciones.
Algunos autores definen el autoconcepto como una representación del Yo que,
en su forma madura, tiende a asumir la estructura de una teoría. En este caso
el autoconcepto debe ser internamente consistente o permitir predicciones
fiables sobre la conducta. Por este motivo, su elaboración está íntimamente
ligada al desarrollo de capacidades cognitivas relacionadas con la lógica formal.
En la adolescencia inicia (11-13 años) los autoinformes relevan un aumento de
abstracciones en la definición del Yo, incrementándose la referencia a atributos
personales. (rasgos concretos a atributos más amplios). También reflejan una
proliferación de roles y nuevas experiencias y un incremento de referencias a
sus cualidades personales.
Fisher apuntaba que al inicio de la adolescencia en individuo se encuentra en el
nivel de abstracciones simples (no puede comparar abstracciones entre sí, no
puede relacionar los diferentes aspectos de su Yo).
En la adolescencia media (14-15 años), conflicto ante las inconsistencias del Yo.
Crisis de identidad y moratoria ( Erikson y Marcia).
Fischer: este cambio en la representación del Yo se relaciona con la posibilidad
de comparar entre sí las abstracciones antes parceladas. Esto deja al
descubierto los opuestos de la personalidad ( ser amistoso con los amigos pero
arisco con los padres…) Esta situación de conflicto sobre la identidad provoca
que se agudice la preocupación del adolescente por la opinión de los demás.
Elkind identificó dos fenómenos propios de esta etapa: audiencia imaginaria y
fabula personal. (fenómenos antagónicos)

Audiencia imaginaria: creencia adolescente de que todo el mundo está centrado


y preocupado por lo que él hace o piensa.

Fabula personal: creencia de que las experiencias y preocupaciones propias son


absolutamente únicas.

El último periodo de la adolescencia (17-18 años, comenzará a integrar los


rasgos más contradictorios de su personalidad. Según Fischer el individuo se
sitúa en el nivel de “los sistemas abstractos”. Las referencias a cualidades
interpersonales dan paso a nuevos atributos basados en criterios más
personales, comprometidos con los ideales y valores del propio individuo. Se
produce la aceptación natural de los contrastes de la personalidad y una
definición más personal y estable de los rasgos del Yo.

1.2 Autoestima
Cuando hablamos de autoestima, nos estamos refiriendo a una actitud hacia
uno
mismo. Significa aceptar ciertas características determinadas tanto
antropológicas como psicológicas, respetando otros modelos. Si la
contemplamos como una actitud, nos referimos a la forma habitual de pensar,
amar, sentir y comportarse consigo mismo. Se trata así de la disposición
permanente para enfrentarnos con nosotros mismos y el sistema fundamental
por el cual ordenamos nuestras experiencias. La autoestima conforma
nuestra personalidad, la sustenta y le otorga un sentido. Se genera como
resultado de la historia de cada persona, no es innata; es el resultado de una
larga secuencia de acciones y sentimientos que se van sucediendo en el
transcurso de nuestros días.
La autoestima tiene una naturaleza dinámica, puede crecer, arraigarse más
íntimamente, conectarse a otras actitudes nuestras o, por el contrario, debilitarse
y empobrecerse. Es una forma de ser y actuar que radica en los niveles más
profundos de nuestras capacidades, pues resulta de la unión de muchos hábitos
y aptitudes adquiridos. Se trata de la meta más alta del proceso educativo, pues
es precursora y determinante de nuestro comportamiento y nos dispone para
responder a los numerosos estímulos que recibimos.
Nathaniel Branden (2010: 45) dice, “las personas que gozan de una alta
autoestima están lejos de gustar siempre a los otros, aunque la calidad de sus
relaciones sea claramente superior a la de personas de baja autoestima. Como
son más independientes que la mayoría de la gente, son también más francas,
más abiertas con respecto a sus pensamientos y sentimientos. Si están felices
y entusiasmadas, no tienen miedo de mostrarlo. Si sufren, no se sienten
obligadas a “disimular”. Si sostienen opiniones impopulares, las expresan de
todos modos. Son saludablemente auto afirmativas”.
En la autoestima encontramos tres componentes interrelacionados de tal modo
que una modificación en uno de ellos lleva consigo una alternación en los otros:
cognitivo, afectivo y conductual.
• Componente cognitivo: Formado por el conjunto de conocimientos sobre uno
mismo. Representación que cada uno se forma acerca de su propia persona, y
que varía con la madurez psicológica y con la capacidad cognitiva del sujeto.
Por tanto, indica ideas, opiniones, creencias, percepción y procesamiento de la
información. El autoconcepto ocupa un lugar privilegiado en la génesis,
crecimiento y consolidación de la autoestima y las restantes dimensiones
caminan bajo la luz que les proyecta el autoconcepto, que a su vez se hace
acompañar por la autoimagen o representación mental que la persona tiene de
sí misma en el presente y en las aspiraciones y expectativas. Un autoconcepto
repleto de autoimágenes ajustadas, ricas e intensas en el espacio y tiempo en
que vivimos demostrará su máxima eficacia en nuestros comportamientos. La
fuerza del autoconcepto se basa en nuestras creencias entendidas como
convicciones, convencimientos propios; sin creencias sólidas no existirá un
autoconcepto eficiente.
• Componente afectivo: Sentimiento de valor que nos atribuimos y grado en
que nos aceptamos. Puede tener un matiz positivo o negativo según nuestra
autoestima:
“Hay muchas cosas de mí que me gustan” o “no hago nada bien, soy un inútil”.
Lleva consigo la valoración de nosotros mismos, de lo que existe de positivo y
de aquellas características negativas que poseemos. Implica un sentimiento de
lo favorable o desfavorable, de lo agradable o desagradable que vemos en
nosotros.
Es admiración ante la propia valía y constituye un juicio de valor ante nuestras
cualidades personales. Este elemento es la respuesta de nuestra sensibilidad y
emotividad ante los valores que percibimos dentro de nosotros; es el corazón de
la autoestima, es la valoración, el sentimiento, la admiración, el desprecio, el
afecto, el gozo y el dolor en la parte más íntima de nosotros mismos.
• Componente conductual: Relacionado con tensión, intención y decisión de
actuar, de llevar a la práctica un proceso de manera coherente. Es la
autoafirmación dirigida hacia el propio yo y en busca de consideración y
reconocimiento por parte de los demás. Constituye el esfuerzo por alcanzar el
respeto ante los demás y ante nosotros mismos.
La autoestima (lo que una persona siente por sí misma) está relacionada con el
conocimiento propio (lo que una persona piensa de sí misma). En un individuo
puede detectarse su autoestima por lo que hace y cómo lo hace. Existen tres
buenos motores que
influyen en el comportamiento del individuo y suelen manifestarse
simultáneamente:
• Actuar para obtener una mayor satisfacción y creerse mejor. En este caso,
dicho individuo buscaría alabanzas eludiendo tareas en las que podría fallar
haciendo aquellas en las que está seguro.
• Actuar para confirmar la imagen que los demás, y él mismo, tienen de sí.
Como, por ejemplo, si una persona cree ser un buen futbolista, querrá jugar al
fútbol siempre que encuentre la menor oportunidad. Si por el contrario cree que
se le da mal la jardinería, arreglará mal ciertas cosas del jardín y dirá que es por
azar cualquier mejoría que experimente en esta afición.
• Actuar para ser coherente con la imagen que tiene de sí, por mucho que
cambien las circunstancias. Para el individuo es muy difícil cambiar algo de sí
mismo que afecte a alguna de sus ideas básicas y posibilite un comportamiento
diferente.
1.2.1Características de los individuos con autoestima alta o baja
Con alta autoestima:
• Toma iniciativas.
• Afronta nuevos retos
• Valora sus éxitos.
• Sabe superar los fracasos, muestra tolerancia a la frustración.
• Muestra amplitud de emociones y sentimientos
• Desea mantener relaciones con los otros.
• Es capaz de asumir responsabilidades.
• Actúa con independencia y con decisión propia.

Con baja autoestima:


• Sin iniciativas, necesita la guía de los otros.
• Tiene miedo a los nuevos retos.
• Desprecia sus aptitudes.
• Tiene poca tolerancia a la frustración, se pone a la defensiva fácilmente.
• Tiene miedo a relacionarse, siente que no será aceptado.
• Tiene miedo de asumir responsabilidades.
• Muestra estrechez de emociones y sentimientos.
• Es dependiente de aquellas personas que considera superiores; se deja
influir.

Según Nathaniel Branden (2010: 18), Si puedo aceptar que soy quien soy, que
siento lo que siento, que hice lo que hice si puedo aceptarlo, me guste o no,
puedo aceptarme a mí mismo. Puedo aceptar mis defectos, las dudas con
respecto a mí mismo, mi baja autoestima. Y una vez que puedo aceptar todo
esto, estoy del lado de la realidad, no contra ella. Tengo libre el camino para
comenzar a fortalecer mi autoestima.
Una autoestima sana implica una valoración objetiva y realista de nosotros
mismos, aceptándonos tal como somos y desarrollando sentimientos positivos
hacia nosotros mismos.
La autoestima como uno de los predictores más potentes del grado de ajuste
psicológico durante la adolescencia y la adultez, facilita a los adolescentes tener
una buena adaptación social; ya que el desarrollo de la identidad contribuye a
este proceso adaptativo.
1.2.2 Investigaciones
Investigaciones llevadas a cabo con población adolescente muestran su
importancia. De esta manera, una elevada autoestima se relaciona
positivamente con una mayor satisfacción con la vida (Martínez-Antón; Buelga,
& Cava, 2007; Povedano, Hendry, Ramos, & Varela, 2011). Se constata que los
adolescentes con una autoestima elevada interpretan las experiencias negativas
de un modo más funcional (Rodríguez-Naranjo & Caño-González, 2012).

La autoestima ha presentado gran correlación con variables que interfieren en


el grado de ajuste social y el establecimiento de relaciones interpersonales. De
esta manera se evidencia su relación con el desarrollo de habilidades sociales
en adolescentes (Montesdeoca & Villamarín, 2017). Se ha comprobado la
existencia de una relación positiva y significativa entre la autoestima y la
asertividad de un grupo de adolescentes de Lima, con edades comprendidas
entre 11 y 15 años (Ayvar-Velásquez, 2016).

Además, el desarrollo adecuado de la autoestima constituye un factor protector


de varios problemas psicológicos; Ceballos-Ospino, et al. (2015), encontraron
que los adolescentes con mejor autoestima tienen menor probabilidad de
presentar ideas suicidas y depresión. Estos cuentan con una mejor salud mental,
menos problemas conductuales y síntomas patológicos (Arias, 2013). A su vez,
presentan menor impulsividad, pocos sentimientos de ansiedad, celos y
soledad; esto los hace emocionalmente más estables (Castañeda, 2013).

La autoestima adecuada, media también en la prevención de conductas de


riesgo frecuentes en la adolescencia, se comprueba que los adolescentes con
autoestima elevada tienen un riesgo bajo de consumo de alcohol (Álvarez,
Alonso & Guidorizzi, 2010). Sin embargo, hay estudios que indican que la
autoestima de los adolescentes puede ser considerada desde una doble
perspectiva en relación al consumo de sustancias, la perspectiva protectora y la
de riesgo. La protectora muestra una relación negativa con el consumo de
sustancias y la de riesgo muestra una relación positiva (Jiménez, 2011).

Estas perspectivas emergen de una evaluación de autoestimas parciales


referidas a dominios específicos, en lugar de evaluar la autoestima global
únicamente. De esta manera, los estudios que se declaran muestran que la
perspectiva protectora está en relación con la autoestima familiar y escolar,
mientras la de riesgo se relaciona con la autoestima social y física.

Otro elemento que resulta necesario apuntar es que el éxito escolar guarda gran
relación con la autoestima del adolescente. Se ha encontrado una relación
positiva de las expectativas y rendimiento académico con la autoestima social
(Villarreal-González, Sánchez-Soca, Veiga & Arroyo, 2011). De manera que
existe una influencia mutua y una relación recíproca entre autoestima y
rendimiento académico (Ferrel-Ortega, et al., 2014); aunque hay una tendencia
a ver el éxito académico más como causa que como consecuencia de la
autoestima (Chuquitarco & Tibanlombo, 2016).

Así, los adolescentes con autoestima alta realizan una mayor planificación de
las respuestas en el ámbito académico, desarrollan relaciones más gratas con
los iguales y están más capacitados para trabajar productivamente y ser
autosuficientes. La autoestima baja, por su parte, es frecuente en los
adolescentes que tienden a la demora innecesaria en la realización de tareas.
Además, los adolescentes con bajo rendimiento escolar presentan factores
psicológicos negativos, como la baja autoestima (Ferrel-Ortega, et al., 2014).

También se ha comprobado que la baja autoestima, se vincula con las


manifestaciones de conductas agresivas, violencia escolar y problemas en las
relaciones interpersonales (Ayvar-Velásquez, 2016). En el caso de la
victimización, se ha reportado que los adolescentes que son víctimas de
violencia en el noviazgo presentan menor autoestima que los no victimizados,
siendo más acusada esta característica en las adolescentes (De la Villa, García,
Cuetos & Sirvent., 2017). Además, se comprueba que la baja autoestima ha sido
considerada como consecuencia de la violencia en la relación de pareja (Rey-
Anacona, 2013).

A pesar de ello, Villarreal-González y colaboradores (2011) hallaron una relación


positiva y significativa entre la violencia escolar y la autoestima social. En los
resultados encontrados por Estévez-López, Martínez-Ferrer & Musitu-Ochoa
(2006), en una investigación llevada a cabo con adolescentes de 11 a 16 años,
se declara que el grupo de agresores presenta las puntuaciones más elevadas
en cuanto a la autoestima social y emocional.

Las divergencias en estos resultados investigativos se explican por el empleo


de diferentes medidas de la autoestima. Por una parte se considera la
evaluación de la autoestima global y en la otra la evaluación de varias
dimensiones que componen la autoestima. Debido a ello se resalta la
conveniencia de utilizar una perspectiva multidimensional de la autoestima, o
sea, estudiar la autoestima, no desde un punto de vista general, sino en sus
diversas dimensiones: social, académica, física, familiar, entre otras; ya que la
autoestima de un mismo sujeto puede variar en dependencia de la dimensión
en la cual se valore a sí mismo.

1.2.3Teoría

Si se ve la autoestima como una necesidad, podemos retomar la pirámide de


las necesidades de Abrahan Maslow, en la cual la autoestima se considera como
una necesidad afectiva o social, y a su vez como una necesidad de
reconocimiento, lo que nos facilita entender su importancia dentro del desarrollo
psicológico de la persona.
Además, se recalca que por la cualidad de ser humanos, se tiene la necesidad
de vivir en comunidad y de tener un “otro” que le permita al sujeto estructurar su
autoestima y poder sobrevivir en su entorno.
Valencia (2007) sostiene que Maslow ha catalogado la autoestima dentro de una
de las necesidades fundamentales que tiene el ser humano, la de
reconocimiento, referida al respeto y la confianza que se tiene en sí mismo. Ésta
es provista a través del reconocimiento que otros dan a la persona, del éxito que
se va teniendo a lo largo de la vida y de las experiencias positivas o negativas
que se viven, así se van construyendo evaluaciones sobre lo que cada uno
considera que es y se crea una valoración generalizada sobre sí mismo, en otras
palabras, la autoestima.

1.2.4 Componentes y factores de la autoestima


En la configuración de la autoestima influyen diferentes elementos, de los
cuales
Martínez (2010) los nombrará como componentes y los dividirá así:
Componente afectivo: es la respuesta afectiva que se percibe de sí mismo.
• Componente conductual: se refiere a las intenciones que se tienen al
momento de actuar, acorde a las opiniones que se tengan de sí y lo
que se esté dispuesto a realizar.
• Componente cognitivo: este involucra las representaciones,
creencias, ideas y descripciones que se hacen de sí mismo en los
diferentes ámbitos de su vida.
Sustentando que es necesario que en este proceso valorativo se dé la
confluencia de estos tres componentes, puesto que es lo que permite a la
autoestima configurarse y establecerse en los seres humanos.
Según la biblioteca práctica de comunicación (2002), cada persona cuenta
con varios factores que influyen en el desarrollo de la misma y que además,
dan paso a su instauración como algo positivo o negativo, son los siguientes:
● Vinculación. El humano como ser social, tiene la necesidad de relacionarse
con
otros y sentirse parte de algo, bien sea en el entorno familiar, social,
educativo o laboral. Se requiere de una importancia dada por el otro, que se
observa, por ejemplo, en la preocupación que los demás le manifiestan a la
persona, la
seguridad, la comprensión, la aceptación, el afecto, la escucha e inclusión
que le brindan.
● Singularidad. Se refiere al sentirse particular y especial, independiente de
las características que comparta con otras personas cercanas (bien sea
hermanos, amigos o sólo conocidos). Esto implica que la persona disponga
de un lugar en el cual pueda expresarse a su manera sin sobrepasar a los
demás. La imaginación y la creatividad promueven la singularidad, en tanto
que le permiten la
distinción de los demás por medio de sus propias aportaciones.
● Poder. Este factor involucra las creencias que tiene la persona sobre su
potencial, la convicción de que puede lograr con éxito lo que se propone.
También se relaciona con el control que ejerce sobre sí mismo en diferentes
situaciones, por ejemplo, en aquellas que producen irritación, agobio o
frustración.
● Pautas/modelos a seguir.
En este factor priman las figuras de apego que haya establecido la persona
en su infancia, debido a los patrones éticos, los valores, los hábitos y las
creencias que de ellos son transmitidos. El orden y las reglas son
especialmente importantes para crear en la persona pautas o guías que le
permitan organizar su tiempo, planificar y resolver conflictos.
1.2.5 Desarrollo de la autoestima
La biblioteca práctica de comunicación (2002) sostiene que la autoestima es un
punto de partida para que las personas desde una corta edad gocen de una vida
autónoma y responsable. Por ende, se afirma su desarrollo gradual durante toda la
vida, comenzando por la infancia y transversalizando las otras etapas del ciclo vital
como se podrá observar a continuación:
● Etapa del sí mismo primitivo.
Esta primera etapa va desde el nacimiento hasta los dos años aproximadamente.
La persona en éste corto período va relacionándose con su figura cuidadora, que la
mayoría de las veces es la madre, y a medida que pasan los meses el infante va
diferenciándose de los demás y haciéndose autoconsciente de sí, teniendo una
percepción propia por medio del reconocimiento en el espejo, cuando entiende que
quien se refleja es él y que su madre es una entidad aparte, pero que es quien suple
sus necesidades.
● Etapa del sí mismo exterior.
Esta segunda etapa va desde los 2 años hasta los 12 aproximadamente y es la más
decisiva para la estructuración de la autoestima, debido a que es la vivencia de las
experiencias de éxito y de fracaso y la retroalimentación de las mismas por parte de
sus padres la que generará en el niño (a) una imagen positiva o negativa de sí
mismo.
Entre los 8 y los 9 años de edad comienza la definición personal, en la que se hacen
más evidentes los sentimientos de orgullo o de vergüenza basándose en algunos
rasgos psicológicos que ya logra identificar de sí y que los otros perciben de él. Los
sentimientos que en este tiempo se establecen son difícilmente modificables en
edades posteriores, por lo que es recomendable que quienes educan al niño sepan
manejar adecuadamente los castigos y refuerzos que imparten a sus hijos y, que a
su vez estos adultos tengan una autoestima elevada, puesto que serán los primeros
modelos a seguir de sus hijos (esta idea se desarrollará en el siguiente apartado).
● Etapa del sí mismo interior.
Va desde los 12 años en adelante. Esta es la etapa en la que la persona busca
describirse y definirse en tanto la identidad, un proceso que comienza alrededor de

REFERENCIAS
ADOLESCENCIA Y AUTOESTIMA: SU DESARROLLO DESDE LAS INSTITUCIONES

EDUCATIVAS. (2019, 19 junio). Scielo. Recuperado 17 de marzo de 2023, de

http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1990-86442018000400098

Educacion del auto estima y autoconcepto. (2018). educa autoestima. Recuperado 17 de

marzo de 2023, de https://file:///C:/Users/valer/Downloads/Dialnet-

LaEdcucacionEmocionalElAutoconceptoLaAutoestimaYSu-4596298.pdf

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