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Leviatán
Del hombre
t;
rlrrc é1.
lin1o que se refiere a las facultades de la mente, dejando
ál)rrrte las artes que se fundan en las palabras y, especial-
nrcnte, el arte de proceder por reglas generales e infalibles,
r¡trc llamamos ciencia y que muy pocos tienen, excepto en
unns pocas cosas, ya que no es una facultadinnataque nace
3. Lalglesia anglrcana. r'orr nosotros, ni adquirida como se adquiere la prudencia,
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Del hombre I)e la condición natural de la humanidad en lo concernienre a su felicidad...
sino algo diferente, creo, sin embargo, que hay mayor igual" El modo más razonable de pro- De la desconfianza, la
dad entre los hombres que en 1o referente a fuerza corpo; lcgerse contra esa desconfianza que guena
ral. Porque la prudencia no es otra cosa que experiencia, ld k,s hombres se inspiran mutuamen-
cual es dadaigualitariamente a los hombres si viven el mis-. te es la previsión, esto es, controlar, ya sea por la fuetza, ya
mo lapso de tiempo, en esas cosas en las que se aplican ('on estratagemas, a tantas personas como sea posible, hasta
igualmente. Lo que quizá puede hacer esa igualdad incref" Iograr que nadie tenga poder suficiente para poner en peli-
ble es la vanidad con que cada uno considera su propia sa" ¡¡ro el poder propio. Esto no es más que procurar la auto-
biduría; pues casi todos los hombres piensan que la poseen conservación, y está generalmente permitido. Asimismo,
en mayor grado que los vulgares, es decir, que todos los de. como hay algunos que se complacen en la contemplación de
más hombres excepto ellos mismos y unos pocos más que, su propio poder y rcalizan actos de conquista que van más
por fama, o por estar de acuerdo con ellos, reciben su apro. ,rllá de 1o que es requerido para su seguridad, si quienes en
bación. Porque lanaturaleza humana es tal, que por mu- principio estarían cómodos y satisfechos confinados dentro
cho que un hombre pueda reconocer que otros son más in- ..le sus modestos límites no aumentaran su fuerza invadiendo
geniosos, o más elocuentes, o más instruidos, rata vez el terreno de otros, no podrían subsistir mucho tiempo dedi
creerá que haya muchos tan sabios como él; pues ve su pro- cados solamente a mantener una actitud defensiva. y, como
pio talento de cerca, y el de los otros a distancia. Pero estc consecuencia, ya que este poder es necesario paralaconser_
es una prueba más de que los hombres son, en ese puntoJ vación de un hombre, debería también estarle permitido.
más iguales que desiguales. , Los hombres no encuentran place¡ sino, muy al contra-
De esta igualdad en las facultadeq rio, un gran sufrimiento, al convivir con offos allí donde no
De la igualdadprocede surge una igualdad en la esperanzC lray un poder superior capaz de atemorizarlos a todos. pues
la d,esconfianza de conseguir nuestros fines. Y, pot, cada individuo quiere que su prójimo lo tenga en tan alta
tanto, si dos hombres desean una estima como él se dene a sí mismo; y siempre que detecta
misma cosa que no puede ser disfrutada por ambos, se con'' alguna señal de desprecio o de menospreciá, trata natural-
vierten en enemigos; y, paralograr su fin, que es, principalr lnente, hasta donde se atreve (y enffe los que no tienen un
mente, su propia conservación y, algunas veces, sólo su de-r poder común que los controle puede llegarse hasta la des-
leite, se empeñan en destruirse y someterse mutuamenteq trucción mutua), de hacer daño aquienes lo desprecian para
De esto proviene el que allí donde un usurpador no tiene que éstos lo valoren más, y para asi dar un ejemplo a los
otra cosa que temer más que el poder de un solo hombre, et otfos.
muy probable que una sus fuerzas con las de otros y vaya De modo que, en lanafuralezadel hombre, encontramos
contra el que ha conseguido sembrar, cultivar y hacerse uno tres causas principales de disensión. La primera es la com_
posición ventajosa. Y tratará, así, de desposeerlo, no sólo petencia; en segundo lugar, la desconfiariza; y en tercer lu_
del fruto de su rabajo, sino también de su vida o de su ü" ga4la gloia.
bertad. Y, a su vez, el usurpador se verá después expuesto I La primera hace que los hombres invadan el terreno de
la amenaza de otros. otros para adquirir ganancia la segunda, para lograr segu-
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Del hombre De la condición natural de la humanidad en 1o concemiente a su felicidad...
ridad; y la tercera, pata adquirir reputación. La primera za y su habilidad para conseguida. En una condición así, no
hace uso de la violencia, para que así los hombres se hagan lray lugar para el trabajo, ya que elfruto del mismo se pre-
dueños de otros hombres, de sus esposas, de sus hijos y de scnta como incierto; y, consecuentemente, no hay cultivo
su ganado. La segunda usa la violencia con un fin defensi. rle la tierra; no hay navegación, y no hay uso de productos
vo. Y la tetcera, pata teparaf pequeñas ofensas, como una .¡ue podrían importarse por mar; no hay construcción de
palabra, una sonrisa, una opinión diferente, o cualquier otra viviendas, ni de instrumentos para mover y transportar ob-
señal de desprecio dirigido haciala propia persona o, indi. ictos que requieren la a1,ada de una fitetza grande; no hay
rectamente, a los parientes, a los amigos, a la patria, a la conocimiento entodalafaz de la tierra, no hay cómputo del
profesión o al prestigio personal. tiempo; no hay artes; no hay letras; no hay sociedad. Y lo
De todo ello queda de manifiesto peor de todo, hay un constante miedo y un constante peli
Fuera de los Estados que, mienftas los hombres viven gro de perecer con muerte violenta. Y la vida del hombre es
ciailes, siempre bay sin ser controlados por un poder solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta.
guerra bombre común que los mantenga atemori-
d.e cada A quien no haya ponderado estas cosas, puede parecerle
contra cada bombre zados a todos, están en esa condi- extraño que la naturaleza separe de este modo a los hom-
ción llamada guerra, guerra de cada bres y los predisponga a invadirse y desruirse mutuamente;
hombre contra cada hombre. Pues la GUERRA no consiste y no fiándose de este razonamiento deducido de las pasio-
solamente en batallas o en el acto de luchar, sino en un pe- rres, quizá quiera confirmarlo recurriendo a la experiencia.
ríodo en el que la voluntad de confrontación violenta es su- Si es así, que considere su propia conducta: cuando va a
ficientemente declarada. Por tanto, la noción de tiernpo cmprender un viaje, se cuida de ir armado y bien acompa-
debe considerarse como parte de laoaturalezade la guerra, riado; cuando va a dormiq atrancalas puertas; y hasta en su
lo mismo que es parte de la naturaleza deltiempo atmosfé- casa, cierra con candado los arcones. Y actúa de esta mane-
rico. Pues así como lanaturaleza del mal tiempo atmosféri- ra, a:un cuando sabe que hay leyes y agentes públicos arma-
co no está en uno o dos aguaceros, sino en l4 tendencia a tlos que están preparados para vengar todos los daños que
que éstos continúen durante varios días, asi tambiénla na- se le hagan. ¿Cuál es la opinión que este hombre tiene de
turaleza de la guerra no está en una batalTa que de hecho sus prójimos cuando cabil,ga armado? ¿Cuando atrancalas
tiene lugar, sino en una disposición abatallar durante todo puertas? ¿Qué opinión tiene de sus criados y de sus hijos
el tiempo en que nohaya garuntías de que debe hacerse lo cuando cierra con candado los arcones? ¿No está, con sus
contrario. Todo otro tiempo es tiempo depAz. acciones, acusando a la humanidad en la misma medida en
Por tanto, todas las consecuencias que yo lo hago con mis palabras? Pero ni él ni yo estamos
Las incomodidad.es de que se derivan de los tiempos de ,rcusando con ello ala naturaleza del hombre. Los deseos y
tal guerra guerra, en los que cada hombre es otras pasiones humanas no son un pecado en sí mismos. Y
enemigo de cada hombre, se deri- tampoco 1o son los actos que proceden de esas pasiones,
van también de un tiempo en el que los hombres viven sin hasta que no hay una ley que los prohíbe; y hasta que las le-
otra seguridad que no sea la que les procura su propia fuer- yes no son hechas, no pueden conocerse; y no puede hacer-
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Del hombre De 1a condición natural de la humanidad en 1o concemiente a su felicidad ..
se ninguna ley hasta que los hombres no se han puesto de .[e no hay un poder común, no hay ley; y donde no hay ley,
acuerdo sobre quién será la persona encargada de hacerla, no hay injusticia. La fierua y el fraude son las dos virtudes
Podrá tal vez pensarse que jamás hubo un tiempo en d cardinales de la guerra. La justicia y la injusticia no son fa-
que tuvo lugar una situación de guerra de este tipo. Y yó cultades naturales ni del cuerpo ni del alma. Si lo fueran,
creo que no se dio de una manera generuTizada en todo el lrodrían darse en un hombre que estuviese solo en el mun-
mundo. Pero hay muchos sitios en los que los hombres ü' ..lo, lo mismo que se dan en él los sentidos y las pasiones. La
ven así ahora. Pues los pueblos salvajes en muchos lugares justicia y la injusticia se refieren a los hombres cuando están
de América, con la excepción del gobierno que rige en las cn sociedad, no en soledad. En una situación así, no hay
pequeñas familias, cuya concordia depende de los lazos na' tampoco propiedad, ni dominio, ni tn mío distinto de un
turales del sexo, no tienen gobierno en absoluto y viven en tuyo, sino que todo es del primero que pueda agarrarlo y
el día de hoy de esa manera brutal que he dicho antes. rlurante el tiempo que logre conservarlo.
Comoquiera que sea, podemos tener una noción de cómo' Y hasta aquí, lo que se refiere ala mala condición en la
sería la vida sin un poder común al que teme! si nos fijamos rfue está el hombre en su desnuda naturaleza, si bien tiene
en la manera de vivir de quienes, después de haber coexis'' rrna posibilidad de salir de ese estado, posibilidad que, en
tido bajo el poder de un gobierno pacífico, degeneran en parte, radica en sus pasiones y, en parte, en su razón.
un estado de guerra civil. Las pasiones que inclinan a los
Pero aunque no hubiese habido ninguna época en la que lrombres a buscar la paz son el mie- Las pasiones que
los individuos estaban en una situación de guerra de todos ..lo a la muerte, el deseo de obtener inclinan a los hombres
contra todos, es un hecho que, en todas las épocas, los reyes l¿s cosas necesarias para vivir có- a la paz
y las personas que poseen una autoridad soberana están, ü rnodamente, y la esperanza de que,
causa de su independencia, en una situación de perenne des- ('on su trabajo, puedan conseguirlas. Y la ruz6n sugiere
confianza mutua, en un estado y disposición de gladiado' convenientes normas de paz, basándose en las cuales los
res, apuntándose con sus armas, mirándose fijamente, es lrombres pueden lTegar aun acuerdo. Estas normas reciben
deciq con sus fortalezas, guarniciones y cañones instalados cl nombre de Leyes de Naturaleza, y de ellas hablaré más en
en las fronteras de sus reinos, espiando a sus vecinos cons- lrarticular en los dos capítulos siguientes.
tantemente, en una actitud belicosa. Pero como, con esos
medios, protegen la industria y el tabaio de sus súbditos,
no se sigue de esta situación la miseria que acompaña a los
individuos dejados en un régimen de libertad. ,
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De las leyes naurales primera y segunda, y de los contratos
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Del hombre De las leyes naturales primera y segunda, y de los contratos
De esa ley fundamental de natuÍaleza que manda a los Puede no hacerse uso de un derecho, bien renunciando
hombres empeñarse en conseguir la paz, se deriva esta se- simplemente a é1, o bien transfirién-
gunda ley: que un bombre debe es- tlolo a otro. Mediante la simple la- Qué es renunciar a un
La segunda ley detar deseoso, cuando los otros lo están NUNCIA a un derecho no se tiene en derecbo
naturaleza también, y a fin de conseguir la paz t:onsideración la persona en quien
y la defensa personal hasta donde le rcdundará el beneficio correspon-
parezcd necesario, de no hacer uso de su derecbo a todo, y de tliente. Mediante la TRANSFEREN- Qué es transferir un
contentarse con tanta libertad en su relación con los otros (;tA de un derecho, se intenta que derecbo
bornbres, como la que él permitiría a los otros en su trato cl beneficio recaiga sobre alguna
con é1. Porque mientras cada hombre se aferre al derecho l)ersona o personas en particular. Y cuando un hombre ha
de hacer todo lo que le plazca, todos los hombres estarán ,rbandonado o cedido su derecho de una de estas dos mane-
en una situación de guerra. Pero si los demás hombres no ras, se dice entonces que está OBLI-
renuncian a su derecho, no hay ruzón paru que uno esté (;ADo a no impedir que aquéllos a Obligación
obligado a hacedo, pues ello implicaría el convertirse en .¡uienes se ha concedido o dejado
una presa para los otros, cosa a la que nadie está obligado. tse derecho, se beneficíen de él; y
Esto es lo que dice aquella ley del Evangelio: lo que quie- ,¡te debe, y es su DEBER, no anular Deber
res que los otros te bagan a ti, btízselo tú a ellos. Y lo dice ('se acto suyo que ha realizado por
también esta ley universal: quod tibi fieri non uis, alteri ne propia voluntad; y que si causa al-
feceris. gúrn impedimento, incurre en IN- Injusticia
Para un hombre, no bacer uso de su IUSTICIA e INJURIA, pues estáya sine
Qué es no hacer uso de derecbo a algo es priuarse de la li Itne al,haber renunciado o transferido antes su derecho. De
derecbo bertad de impedir que otro se be.
un rrrodo que injuria o injusticia, en las controversias del mun-
neficie de lo mismo a lo que él tie- ,lo, es algo así como lo que en las disputaciones de los esco-
ne su propio derecho. Porque aquél que renuncia a su lrrres es llamado absurdo. Pues lo mismo que se dice que es
derecho no está dando a oÚo un derecho que antes no po- rrn absurdo contradecir lo que uno mismo ha mantenido en
seía, pues no hay nada a lo que todo hombre no tenga dere- rrn principio, así también se dice en el mundo que la injus-
cho por natutaleza; lo único que está haciendo es quitarse a úcia y \a injuria consisten en deshacer voluntariamente lo
sí mismo de en medio para que el otro disfrute de su propio (lue voluntariamente se ha hecho en un principio. El modo
derecho original, sin que de él provenga ningún impedi- rrrediante el cual un hombre simplemente renuncia o trans-
mento, aunque puede haber impedimentos causados por licre su derecho es una declaración o significación, median-
otos. De manera que el efecto que redunda en beneficio de tc un signo voluntario y suficiente, de que efectivamente re-
un hombre al renunciar otro a su derecho es sólo una dis- rrtrncia o transfiere, o de que ha renunciado o transferido
minución de los impedimentos que estorban al primero para ,'sc derecho a oÚo que lo ha aceptado. Y estos signos pue-
ejercer su derecho original. ,len ser, o palabras solamente, o sólo actos, o, como suele
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Del hombre De las leyes naturales primera y segunda, y de los contratos
ocurrir con mayor frecuencia, palabras y actos. Y éstos son nal en esta vida y el de poner los medios para conservada y
los LAZoS que ligan y obligan a los hombres; lazos que no no hastiarse de ella. Por lo tanto, si un hombre, mediante
poseen unafuerza derivada de su propia naturaleza -pues palabras u otros signos, parece estar despreciando ese mis-
nada puede romperse más fácilmente que la palabra de un mo objetivo pata crtya consecución fueron designados di-
hombre-, sino del miedo a que su ruptura dé lugar a alguna chos signos, no debe entenderse que quiere verdaderamen-
mala consecuencial. te lo que dice, ni que está haciéndolo por propia voluntad,
Siempre que un hombre transfiere su derecho o renuncia sino que no sabe cómo iban a interpretarse esas palabras y
a é1, lo hace en consideración a que algún otro derecho le es acciones suyas.
transferido de manera recíproca, o porque espera de ello al- La transferencia mutua de un derecho es lo que los hom-
gún otro bien. Porque se trata de un acto voluntario y, en bres llaman CONTMTo.
todo hombre ,la realizaciín de actos voluntarios tiene por Hay diferencia entre transferir el derecho que se tiene so-
objeto la consecución de algfu bien bre una cosa y la transferencia o intercambio que consiste
No todos los derecbos para sí mismo. Y, por tanto, hay al- en entregar la cosa misma. Una cosa puede ser entregada
son alienables gunos derechos que ningún horn- junto con el derecho a disponer de ella, como sucede en la
bre, ni mediante palabras ni me. compraventa que se efectúa con dinero en metálico, o con
diante cualquier otro signo, ha dado a entender que los ha intercambio de bienes o tierras; y también puede ser entre-
abandonado o que ha renunciado a ellos. En primer lugar, gada algÍn tiempo después. Así, uno de los contratantes
trn hombre no puede renunciar al derecho de resistir a aqué- puede entregar la cosa cumpliendo con su parte del contra-
llos que lo asaltan por la fuerza y quieren quitade la vida, to, y dejar que el otro cumpla con la suya en un momento
porque no puede entenderse que de su pasividad se derive posterior determinado, fiándose de él mientras tanto, y en-
bien alguno para sí mismo. Lo mismo puede decirse de la tonces el contrato por parte de éste
resistencia al dano físico, a las cadenas y al encarcelamien- es llamado PACTO o CONVENIO; o Qué es un conuenio
to, pues no hay ningún beneficio que resulte de padecerlos puede también suceder que ambas
y así puede derivarse de esa paciencia el que otro sea herido partes convengan en cumplir después con lo pactado. En
o encarcelado; y también porque un hombre no puede sa- casos así, se dice que el que cumple en un tiempo futuro
ber, cuando otros proceden violentamente contra é1, si no cuando se ha confiado en é1, ha guardado su promesa; y si
tendrán asimismo la intención de matado. Por último, el hay una voluntariafaltade cumplimiento, se dice que ha in-
motivo y el fin que hacen que un hombre renuncie y trans. currido en una uiolación de confianza.
fiera sus derechos no es otro que el de su seguridad perso- Cuando la ffansferencia de derecho no es mutua, sino que
una de las partes transfiere con la esperanza de ganar por ello
la amistad o el servicio de otro o de sus amigos, o con la espe-
1. Aunque este texto y el que inmediatamente le sigue no podrían nnza de gat,at úna reputación de caridad o magnanimidad,
se¡ más claros, conviene leerlos con atención porque en ellos se cifra
todo el argumento hobbesiano que justifica los derechos absolutos de o para liberar su mente del dolor suscitado por la compasión, o
la soberanía. con la esperanza de obtener recompensa en el cielo, entonces
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I)el hombre De las leyes naturales primera y segunda, y de los contratos
no hay contrato, sino REGALO, FA- nificado de las palabras uolo hoc tuum esse uag y la expre-
Regalo VoR, GRACIA, palabras que signifi- sión cras dabo, esto es, entre las palabras quiero que esto sea
can una y la misma cosa. tuyo rnañana, y mañana te lo daré; porque Tapalabru quiero
Los signos contractuales pueden ser explícitos o inferidos. utlizadaen Ia primera expresión significa un acto de volun-
Los signos explícitos son palabras que no se pronuncian tadrealizaáo en el presente, pero, en la segunda, significa la
con entendimiento de lo que significan; y esas palabras se promesa de un atto voluntario que se realizará en el futuro.
refieren al presente o al pasado, como cuando decimos doy, Por lo tanto, la primera manera de hablar, al estar referida
concedo, he dado, he concedido, quiero que esto sea tuyo; o se al presente, transfiere efectivamente un derecho; y Ia segun-
refieren al futuro, como cuando decimos daré, concederé. da, al estar referida al futuro, no transfiere nada. Pero si se
Estas palabras que hacen referen- dan otros signos, además de las meras palabras, que expre-
Promesa cia al futuro se llaman PROMESAS. sen la voluntad de transferir un derecho, entonces, aunque
Los signos inferidos son a veces la se trate de un regalo, puede entenderse que el derecho ha
consecuencia de las palabras, a veces la consecuencia del si- sido transferido, a pesar de que se utilicen palabras que se
lencio, a veces la consecuencia de acciones, y a veces la con- refieren al futuro. Así ocurre cuando alguien promete un
secuencia de abstenerse de actuar. Y, en general, un signo premio a quien llegue primero ala meta en una carrera: se
inferido, en cualquier contrato, es todo aquello que da a en- trata de un regalo; y aunque las palabras se refieren al futu-
tender suficientemente la voluntad del contratante. ro, el derecho ha sido ya transferido; pues si el que habla no
Las palabras solas, si se refieren a hubiera querido que sus palabras se entendiesen de esa ma-
Unfaaororegalo.re un tiempo por venir y contienen nera, no debería haber dejado que la carrera tuviese lugar.
palabras únicamente una promesa desnuda,
transfiere con En los contratos, el derecho pasa
al son un signo insuficiente de que
que esttín referidas cle uno a otro no sólo cuando las pa- Los signos
presente o alpasado quiere otorgarse un favor, y, por labras se refieren a un tiempo pre- contractuales son
tanto, no obligan a quien las pro- sente o pasado, sino también cuando palabras que se refieren
nuncia. Porque si se refieren a un momento futuro, como se refieren al futuro. Porque todo
al pasado, al presente y
cuando digo rnañana daré, esas palabras significan que yo contrato es una transferencia mutua, al futuro
no he dado nadatodavía y que, por consiguiente, mi dere- o intercambio de derechos; y, por
cho no ha sido transferido, sino que permanece en mi po- tanto, aquél que promete solamente porque ya ha recibido
der hasta que yo lo transfiera mediante algún otro acto. cl beneficio por el que formuló su promesa, debe ser enten-
Pero si mis palabras se refieren a un tiempo presente o pa- clido como si su intención fuese la de ransferir su derecho;
sado, como cuando digo he dado, o doy ahora algo que será l)orque si no hubiese estado conforme con que sus palabras
entregado mañona, estoy entregando hoy mi derecho de l:uesen entendidas de esa manera, el otro no habría cumpli-
mañana; y ello es así por virtud de las palabras que digo, .lo con su parte primero. Y en lo que se refiere ala compra,
aunque nohaya ningún otro argumento que ponga de ma- rr la venta y a otros actos contractuales, una promesa equi-
nifiesto mi voluntad. Y hay una gran diferencia entre el sig- vale a un convenio, y por tanto conlleva una obligación.
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t,
Del hombre
De las leyes naturales primera y segunda, y de los contratos
il[ i
Del que cumple primero en un caso Creo que es éste, como digo, el significado de esa distin_ rl
Qué es merecer de contrato, se dice que MERECE ción. Pero como los disputantes no se ponen de acuerdo
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aquello que va a recibir cuando el sobre el significado de los términos que ellos mismos usan I
l
algo que le es debido. Asimismo, cuando se ofrece un pre- pósitos, me abstendré de afirmar nada en 1o tocante a lo
mio a muchos con la condición de dárselo sólo al que lo que quieren decir. Lo único que digo es esto: que cuando
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I
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gane; o cuando se arroja dinero a una multitu dparu que sea
y_ do1 es otorgado indefinidamente como premio que
disfrutado por quien lo coja, aunque se trara de dar un re- rii
debe alcanzarse con esfuerzo, quien gana erla lucha lo !
venio ha sido hecho, como alguna nueva circunstancia u La matetia o asunto de un con- No bay conuenio sino
otro signo cualquiera de que no hay voluntad de cumplir. Si venio es siempre algo que cae bajo cuando éste se ref.iere a
no hay nada así, el convenio no puede anularse. Pues lo que no la categoría de 1o deliberable. Por- algo posible y futuro
ha sido un obstáculo para que un hombre prometa algo, que convenir es un acto de volun-
no debe sedo tampoco para que cumpla su promesa. tad, es decir, un acto que resulta ser el último en el proceso
Quien transfiere cualquier dere- ,leliberador. Y 1o que se conviene es siempre entendido como
El derecho a un fin cho transfiere también, en lo que irlgo que está por venir y que es juzgado como algo posible
contiene el derecho d esté de su mano, los medios para dis- lror quien ha convenido rcalizatJ.o.
los medios frutado. Así, se entiende que el que Por consiguiente, prometer lo que se sabe que es imposi-
vende una tierra transfiere también ble no constituye un convenio. Pero si resulta después im-
el pasto y todo lo que en ella crece; y el que vende un moli- posible lo que en un principio se pensaba que era posible,
no no puede desviar el curso de la acequia que 1o hace girar. cl convenio es válido y obliga, no a realizar lo convenido,
Y los que dan a un hombre el derecho de ejercer un gobier- sino otra cosa con valor equivalente. Y si esto último tam-
no soberano se entiende que le dan también el derecho de bién es imposible, hay obligación de cumplir lo más que se
exigir impuestos para reclutar y mantener soldados, y de 1,uede, pues ningún hombre puede estar obligado a más.
nombrar magistrados parula administración de justicia. Los hombres se liberan de sus
Hacer convenios con las bestias r'onvenios de dos maneras: o cum- Cómo se anulan los
No bay conoenio con iracionales es imposible, porque,
lrliendo lo convenido, o siendo per- conuenios
las bestias como no entienden nuestro lengua- ,lonados. Porque el cumplimiento
je, no entienden ni aceptan ningu- cs el fin natural de toda obligación; y el perdón, la restitu-
na transferencia de derechos; tampoco pueden transferir ción de la libertad, ya que consiste en devolver ese derecho
derechos a otros; y sin mutua aceptación, no hay convenio. .rn el que consistía la obligación.
Hacer un convenio con Dios es im- Los convenios que se hacen por
Tampoco con Dios, sin posible, como no sea por medio de rrriedo, como ocufre en el estado me- Los conuenios que se
una reuelación especial aquellos a quienes Dios habla, ya lamente natural, obligan. Por ejem- hacen por tniedo son
por revelación sobrenatural, ya sir- ¡rlo, si yo convengo pagar un resca- uálidos
viéndose de lugartenientes que gobiernan bajo é1 y en su lc o un servicio a un enemigo para
nombre. De otro modo, no sabríamos si nuestros pactos s¿lvar mi vida, estoy obligado a cumplir. Porque se trata de
con Dios son aceptados o no. Y por tanto, quienes prome- un contrato en el que uno recibe el beneficio de la vida, y el
ten solemnemente algo que es contrario alaley natural es- otro recibe por ello dinero o un servicio. Y por consiguien-
tán prometiendo en vano, porque es injusto cumplir con una tc, donde no hay ninguna ley que prohíba cumplir un con-
promesa así. Y si se tratata de algo que está ordenado por lrato así, como ocurre en el estado meramente natural, el
[a ley natural, entonces ya no es una promesa, sino una ley convenio es válido. Por tanto. los orisioneros de
sc les deja en libertad confiando en el pago de su rescare,
Del hombre De las leyes naturales primera y segunda, y de los contratos
están obligados a pagado. Y si un príncipe firma, por mie- este caso es arriesgarse a morir resistiendo, en vez del mal
do a otro príncipe más fuerte, unas paces desventajosas con mayo! que aquí sería el de estar seguro de morir al no ofre-
éste, está obligado a respetar el acuerdo, a menos que, cer resistencia. Y esto es aceptado como verdadero por to-
como ha quedado dicho antes, haya d.guna nueva y justa dos los hombres. Síntoma de ello es que, cuando llevan a
causa de temor que lehaga renovar la guerra. E incluso en los criminales al patíbulo y ala cárcel,lo hacen con una es-
un estado civil, si me veo forzado a redimirme de un ladrón colta de gente armada> a pesar de que esos criminales han
prometiéndole dinero, estoy obligado a pagarlo, hasta que consentido someterse alaley que los ha condenado.
la ley civil me exonere. Porque todo aquello que puedo ha- Un convenio que implique un
cer legalmente sin obligación puedo también convenir ha- acusarse a sí mismo sin garantía de Ningún hombre esttí
cerlo legalmente motivado por el miedo; y lo que yo con- perdón es igualmente inválido. Por- obligado a acusarse a sí
vengo hacer legalmente, no puedo legalmente dejar de que en el estado natural, donde misruo
hacerlo. cada hombre es juez, no hay lugar
Un convenio anterior invalida un convenio posterior. parala acusación; y en el estado civil, la acusación es se-
Pues un hombre que ha cedido hoy su derecho a otro hom- guida por el castigo, el cual, al ser ejecutado por la fuerua,
bre no puede cedérselo mañana a otro hombre diferente; no obliga a ningún hombre a no resistirse a padecerlo. Lo
por tanto, la segunda promesa no transfiere derecho algu- mismo puede decirse de la acusación contra aquellas per-
no, sino que es inválida. sonas cuya condena hace que un hombre caiga en un esta-
Un convenio que me obligue a no do de miseria, como la acusación conffa su padre, su espo-
IJn conuenioque defenderme usando lafuetza atan- sa o su benefactor. Porque el testimonio de un acusador
anteriormentese ba do la fuerua es ejercida sobre mí así, si no es dado voluntariamente, debe suponerse que
hecho con un honnbre siempre será nulo. Porque, como está corrompido por nafuraleza, y no debe aceptarse; y no
inualida un conuenio he mostrado antes, ningún hombre puede obligarse a ningún hombre a testimoniar sabiendo
posterior becho con otro puede transferir o ceder su dere- que no puede darse crédito a su testimonio. De igual ma-
cho a salvarse de la muerte, del nera, las acusaciones que se obtienen mediante tortura no
daño físico y del encarcelamiento. El único fin de ceder deben considerarse como testimonios. Porque el tormen-
cualquier derecho suyo es precisamente evitar esas cosas, to sólo puede usarse como medio paru alcanzar alguna
Por tanto, la promesa de no defenderse usando lafuerzano conietura, alguna luz en la posterior investigación y bús-
transfiere ningún derecho, y un convenio que implique esa queda de la verdad. Y lo que se confiesa en una situación
cesión no es obligatorio. Pues aunque un hombre pueda es- así tiende sólo a aliviar a quien está siendo torturado, y
tablecer un convenio en estos términos: a menos que yo no a informar a los torturadores. Por tanto, esas confesio-
haga esto o esto otro, rnátame, no puede establecer un con- nes no tienen suficiente valor de testimonio; pues quien
venio en el que se üga: a melros que yo haga esto o esto otro, se libera a sí mismo mediante una acusación, ya sea ésta
no ofreceré resistencia cuando uengas a matarme. Porque el verdadera o falsa. lo hace
re, por natu , elige siempre el mal menor, que en var la vida.
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De las leyes naturales primera y segunda, y de los conrátos
Del hombre
naturaleza, iusticia obliga atransferir a otro esos dere- te¡o¡dad a la erección del Estado' Esto mismo puede también
chos que, de ser retenidos, imPiden deducirse de la definición de justicia que de ordinario se da en
lapaz delahumanidad se deriva una tercera ley, que es ésta: las Escuelas; pues dicen los escolásticos que la ju*icia es l¿ uo-
qie lot bornbres deben cumplir los conuenios que ban becbo. luntad. constaite de dar a cadn hombte lo suyo. Y por lo tanto, allí
Si, .tt, ley, los convenios se hacen en vano y sólo son pala- donde no hay suyo, esto es, donde no hay propiedad, no hay
bras vacías; y como de ese modo permanece el derecho de tampoco injusticia, pues todos los hombres tienen derecho a to-
todos los hombres a todas las cosas, nos encontramos aún d"s la, cosrr. Por consiguiente, allí donde no hay Estado, nada
en un estado de guerra' esinjusto. De manera que la naturaleza de la iusticia consiste en
y en esta ley de natural eza con- cumplir aquellos convenios que son váJidos; pero la validez de
éstos sólo ernpiezacon la instauración de trn poder crvl, capaz
Justicia e iniusticia: siste la fuente y el origen de laJUs-
qué son TICIA. Porque donde no ha tenido de obligar a los hombres a cumplirlos; y es también entonces
lugar un convenio, no se ha trans- cuando comienza la proPiedad.
ferido ningún derecho a todo; y, en consecuencia, ninguna El insensato se dice en su cora- La justicia no es
acción puede ser injusta. Pero cuando un convenio ha sido zón que no existe tal cosa como la contraria a la razón
justicia; y a veces lo dice también con
hecho, inton ces es injusto quebrantarlo. Y la definición de
INIUSTICIA no es otra que el incumplimiento de un conuenio' su lengua. Y alega, con toda seriedad, que, como la conser-
v -acr@af efrdrdaddecadáliombreestáencomeñóádazf
Y todo aquello qtte no es-tryusto es lTilo.
201
De otras leyes de nattraleza
Del hombre
cuidado que cada cual tiene de sí mismo, no puede haber sobre Littleton; dice allí el autor que si el legítimo heredero
ruz6n qtre impida a c^da uno hacer todo lo que crea que de la corona es convicto de traición, la corona recaerá, a pe-
puede condu cirlo a oJcanzar esos fines. Y así, hacer o no ha- sar de todo, sobre é1, si bien, eo instante, quien así la ha con-
cer convenios, cumplidos o no cumplirlos, no es proceder seguido habrá de ser destronado. Partiendo de estos eiem-
contra razón, si ello redunda en beneficio propio. El insen- plos, un hombre podría muy bien tener proclividad a sacar
sato no niega, ciertamente, que haya convenios, y que éstos la conclusión de que cuando el directo heredero de un rei-
son unas veces respetados y otras no, y que su incumpli- no mata a quien todavia está en posesión del trono, aunque
miento puede llamarse injusticia, y que su observancia es sea su padre, podrá decirse que ha cometido un acto de in-
justicia, o como quiera que deseemos llamarlo; pero que en
sinónimo de justicia; pero se hace todavía cuestión de si la
injusticia -dejando de lado el temor de Dios, pues ese mis- ningún caso podremos decir que ha sido un acto contra ra-
mo insensato se ha dicho en su corazón que Dios no existe- zón,ya que todas las acciones voluntarias de los hombres
no podrá a veces ser compatible con esa raz6n que dicta a tienden aTograr el beneficio propio, y las acciones más ra-
cada uno buscar su propio bien, particularmente cuando zonables habún de ser, por ende, las que conduzcan al lo-
conduce a un beneficio tal que no sólo pone a un hombre gro de sus fines de manera más eficaz. Este razonamiento,
en situación de despreciar los ultrajes y reproches de otros pese a su apariencía de verdad, es falso.
hombres, sino también el poder de éstos. El Reino de Dios La cuestión no se refiere a promesas mutuas en las que no
se consigue con violencia. Pero, ¿qué ocurriría si fuese con- hay seguridad de que ninguna de las partes cumpla en 1o
seguido con violencia injusta? ¿Iría conra razón obtenerlo convenido, como ocurre cuando no hay un poder civil que
de ese modo cuando es imposible recibir daño por ello? Y haya sido erigido y que tenga autoridad sobre las partes
si no va contra latazón, no va contra la justicia, pues, de lo contratantes. Este tipo de promesas no constituye verdade-
contrario, la justicia no podría ser aprobada como algo bue- ramente convenio alguno. Pero es en aquellos convenios en
no. Partiendo de razonamientos así, la maldad triunfante ha los que una de las partes ha cumplido ya, o donde hay un
obtenido el nombre de virtud; y algunos que en todo 1o de- poder que la obligue a hacedo, donde surge la cuestión de
más han descalificado el quebrantamiento de la fe, 1o han sí va o no va contra la raz6n, es decir, contra el beneficio del
permitido cuando se ffata de apoderarse de un reino. Así, oto, cumplir también con lo prometido. Yo digo que no.
los antiguos que creían que Saturno había sido depuesto Para que esto quede de manifiesto, debemos considerar, pri-
por su hijoJúpiter, creían también que el propioJúpiter era mero, que cuando un hombre hace una cosa que, según
el vengador de la injusticia. Algo así está contenido en un todo 1o que él puede prever y calcular, tiende a su propia
texto jurídico que aparece en la obra de Coke' Comentarios destrucción, aunque un accidente cualquiera, imprevisto por
é1, pueda tener lugar y cambie el resultado de su acción y
haga que redunde en su beneficio, esa circunstancia acci-
1. Sir Edward Coke (L552-1634). Jurista y político inglés, miembro dental no convierte su acción en algo que se ha hecho de
de la Cámara de los Comunes y favorecido por el rey Jacobo I. Más modo razonable o prudente. En segundo luga¡ debemos
que alude Hobbes se conoce también con el título deTenures.
rar que, en un
Del hombre De otras leYes de natutaleza
bre, por falta de un poder común que atemorice a todos, es medios enseña a otros a alca¡zarlo de la misma manera' un
enemigo de cada hombre, no hay nadie que pueda esperar, .*p"ño así va contra la ru26n. Por tanto, la justicia, es de-
valiéndose de su propia fr¡erza o ingenio, defenderse de la .i.,'tu.otfotmidad con lo que se ha convenido o pactado'
destrucción sin ayuda de alianzas en las que cada uno espe- ., u.r.o.*u de razónque nos prohíbe hacer cualquier cosa
ra recibir el mismo grado de protección que los demás. Y que sea destructiva para nuestra vida, y es también, como
por lo tanto, quien piensa que es conforme a raz6n defrau- consecuencia, una ley de natwaleza'
dar a quienes lo ayudan no puede razonablemente esperar Hay algunos que van más lejos y que no consideran como
otros medios de seguridad que los que él pueda procurarse l.y dá nÁralera aq.rellas noffnas que conducen a la preser-
por sí mismo. En consecuencia, el que quebranta un pacto ,ráio, de la vida del hombre en este mundo, sino las que lo
ayudan a alcanzarlaetema felicidad después de la muerte'
Y
o convenio y declara que piensa que puede hacer eso con-
pi.tr* que el quebramiento de un pacto puede conducir al
forme a raz6n no puede ser aceptado en el seno de ninguna
iogro d..r" f.li.idud, consecuencia, que dicho
sociedad que se una para que los hombres encuentren en iuzganáo,en
ella paz y protección. Si entra a format parte de esa socie- qriebrantamiento sería justo y razonable' Quienes así pien-
dad, es por error de quienes lo reciben y, nna vez que ha orr ron lo. que creen que es un acto meritorio matar, o depo-
sido aceptado, sólo puede permanecer en ella mientras los ner, o rebelarse contrá el poder soberano que ellos mismos
hay
otros sigan sin darse cuenta del peligro que supone su equi- han constituido como autáridad superior' Pero como no
lo.ro.i*i.rrto natural del estado en que se hallará el hombre
vocación. Pero un hombre no puede razonablemente basar
que
su seguridad en estos errores de los demás; y, por lo tanto, tras la muerte, mucho menos lo habrá de la recompensa
entonces le será otorgada por haber quebrantado un acuer-
si se le deja fuera o es expulsado de la sociedad, perecerá;
do. Lo único que habú seráuna creencia basada en lo
que
y si üve en sociedad, es sólo por equivocación de los otros,
otros hombr.r-di..r, que les ha sido comunicado por revela-
cosa que él no podía prever ni calculaq lo cual implica que
él ha actuado contra tazón, es decir, contra su propía pre- ción sobrenatural, o Ln lo qr',. les han comunicado otros
que
servación. Y así, los que contribuyen a evitarle su destruc- hombres que conocieron a los que había conocido a los
sobrenaturalmente' Quebrantar la
ción están salvándolo sólo como consecuencia de ignorar lo habían ,ubido estas cosas
confianzaque se ha depositado en nosotros al establecer un
que es un bien para sí mismos.
Y en lo que se refiere a ganar, sirviéndose de cualquier acuerdo no prr.d. coniid.rarse ni como precepto de ruz6n
medio, la segura y perpetua felicidad del cielo, tal preten- ni como precePto delanattxaleza.
Hay otros que, aun admitiendo Los uicios de la persona
sión es estúpida, pues sólo puede lograrse esa bienaventu-
ranza de una manera imaginable: no quebrantando, sino que c'umplir.árr rn acuerdo es una con quien se ha pactado
Y en cuanto al empeño de conseguir el poder soberano cápción cuando el acuerdo se ha he- lo conuenido
por rebelión, es evidente que, aunque ello se logre, no será cho con ciertas personas' por ejem-
plo con los herejes y .on lo, que no suelen cumplir con-lo
el resultado de lo que razonablemente podía esperarse, sino ..rtorr..rtu*Eiér.o"trl1orÑn'Poiquesilas
lo coñ-trarlo.fcomo dhecho de alcanz,ar elpoiler por esÑ -pact7ilo.Pero
Del hombre De otras leyes de nattraleza
faltas de un hombre son suficientes para que nosotros no Pero la justicia de las acciones no tiene como resultado el
cumplamos con lo acordado, la misma razón deberia haber que llamemos justos a los hombre que las realizan, sino /¿-
sido suficiente paru no establecer con él ningún acuerdo bres d,e culpa; y la injusticia de las acciones, que también re-
desde un principio. cibe el nombre de injuria, hace que demos a los hombres
Los adjetivos justo e injusto, cuando que las cometen el calificativo de culpables.
Qué es la justicia de los se atribuyen a los hombres, signifi- Digamos nuevamente que la injusticia en el estilo de
bornbres, y qué es la can una cosa; y cuando se atribu- conducta es la disposición o aptitud paru rcalizar acciones
justicia de las acciones yen a las acciones, otra. Cuando se injustas. Es ésa una injusticia que se da antes de preceder a
atribuyen a los hombres significan la realizaciín de una acción concreta, y sin que todavía se
que su estilo de conducta se conforma o no se conforma haya injuriado a ningún individuo. Pero la injusticia de una
cor,la ruzón. Pero cuando se atribuyen a las acciones signi- acción, es deciq la injuria, implica que una persona ha sido
fican la conformidad o disconformidad con la ruzón, no de de hecho injuriada, a sabe¡ aquella con quien se estableció
la conducta de los hombres, o de su estilo de vida, sino de el pacto o convenio. Y ocurre muchas veces que un hom-
acciones particulares. Por tanto, un hombre justo es el que bre es objeto de injuria, mientras que el daño-redunda en
se cuida todo lo posible de que sus acciones sean iustas, y oüa persona. Así sucede, por ejemplo, cuando el amo en-
un hombre injusto es el que no se cuida de hacerlo. Y a es- carga a su siervo que dé dinero a un extraño; si el encargo
tos dos tipos de hombres solemos referirnos en nuestra len- no se cumple, la injuria recae sobre el amo, pues el siervo
gua con las denominaciones respectivas de rectos e inicuos, había convenido con él obedecer sus órdenes; pero el daño
aunque el significado de estas palabras es el mismo que el redunda en el extraño, con el cual el siervo no estaba liga-
de justos e injustos. Por tanto, un hombre recto no pierde do por ninguna obligación, y al que, por tanto, no podía
ese título por haber cometido una o unas pocas acciones in- injuriar.
justas procedentes de alguna pasión repentina o de alguna De igual modo, en los Estados o Repúblicas, los indiü-
confusión con las cosas o con las personas. Tampoco un duos particulares pueden saldarse mutuamente sus deudas,
hombre inicuo perderá su carácter de tal por realizar u omi- pero no pueden satisfacer lo que perderían por causa de
tir acciones motivado por el miedo; porque su voluntad no robos u otras violencias a las que están expuestos. Pues no
está dirigida por la justicia, sino por 1o que se le presente pagar lo que deben sería una injuria a las partes interesa-
como beneficioso en todo aquello que haga. Lo que otorga das; pero el robo y la violencia son injurias a la persona del
a las acciones humanas un sabor de justicia es esa nobleza o Estado.
galantería de ánimo, que se da muy raras veces, que hace Cualquier cosa que se hace a un hombre y que éste acep-
que un hombre desprecie las ventajas que podría obtener ta de voluntad, dándoselo así a en-
en su vida como resultado del fraude o del quebrantamien- tender a quien se la hace, no es una Nada de lo que se bace
to de una promesa. A esta justicia en el estilo de conducta injuria paru él pues si quien se la a un bombre con su
es a la que se refieren los hombres cuando dicen que la jus- hace no ha renunciado mediante propio consentimiento
+i€iá=cs-üná-virfi id-f trintttstAia-urrvice nn acuerdo a su deretho ori gn p"rd, tu n¡oia
zo6 207
Del hombre De otras leyes de ¡atiraleza
de hacer lo que le plazca, no hay quebrantamiento de con- distribuido según lo que a cada uno le pertenece; y ello es,
venio y, por tanto, no hay njuria. ciertamente, una disribución justa y puede llamarse, aun-
Los escritores dividen la justicia de que impropiamente, justicia distributiva. Más propiamente
Justiciacoflrflutatioay las acciones en coftrnutatioa y dis' debería dársele el hombre de equidad, que también es una
distributiua tibutiaa; dicen que la primera con- ley de la natraleza, como quedará expuesto en su lugar
debido.
y ta segunda en una rr.r.*#STá:['i.Ji:#:fr:::il Lo mismo que la justicia depen- La cuarta ley de
justicia conmutativa en la igualdad de valor de las cosas que de de un pacto o convenio que ha naturaleza, gratitud
se intercambian en un contrato; y la distributiva, en la igual tenido lugar previamente, así tam-
distribución del beneficio entre hombres que lo merecen bién la cMTITUD depende de una gracia que se ha concedi-
igualmente. Así, sería injusticia vender a precio más caro do con anterioridad, es decir, de un don gratuito otorgado
del que pagamos al comprar, o dar a un hombre más de lo antes. Y ésta es la cuarfa ley de naturaleza, que puede con-
que éste merece. El valor de todas las cosas que se contra- cebirse de esta forma: que ufl bombre que recibe gratuita-
tan viene determinado por el apetito que los contratantes ruente un berueficio de otro d.ebe bacer lo posible para que
tienen de obtenerlas. Y, por tanto, el valor justo es el que los quien le ha otorgado esa gracia fi.o tenga rtotiuo razonable
contratantes están dispuestos a pagar. Y el mérito, excepto para arrepentirse de su buena uoluntad. P¡res ningún hom-
cuando se trata de lo que una persona merece por conffa- bre da, como no sea con la intención de hacerse un bien a sí
to, cuando una parte ha cumplido ya y es merecedora de mismo, ya que su don es voluntario, y el objetivo de todos
que la otra cumpla también -lo cual cae dentro de la justicia los actos voluntarios no es otro que el de procurar el propio
conmutativa, no distributiva-, no es algo que se debe en bien. Pero si ese objetivo queda defraudado, no habrá un
justicia, sino una recompensa que sólo se concede de mane- principio parula benevolencia, o confianza; tampoco po-
ra gratwita. En consecuencia, esta distinción entre justicia drían establecerse los fundamentos parulaayuda mutua, ni
conmutativa y justicia disffibutiva no es correcta en el sen- parula reconciliación de un hombre con otro. Y, por tanto,
tido que suele dársele. Hablando con propiedad, la justicia los hombres permanecerán en una situaciínde gueta,lo cual
conmutativa es la justicia de un contrafante; es decir, el es contrario alapimeru y fundamental ley natural, que or-
cumplimiento de un convenio entre uno que compra y otro dena a los hombres buscar k paz. El infringimiento de esta
que vende, de uno que arrienda y otro que toma en arrien- ley se llama ingratitud y tiene con los actos de gracia la mis-
do, de uno que presta y otro que obtiene de prestado, de ma relación que tiene la injusticia con la obligación que se
intercambios, trueques y otras acciones contractuales. desprende del establecimiento de un convenio.
Y la justicia distributiva es la justicia de quien arbitra un Una quinta ley de naturaleza es
convenio, es decir, del acto de definir lo que es justo. Quien la de cotvpr¡cER, es decir: que cada La quinta, acomod.o
arbitra un convenio es el individuo en el que los contratan- hornbre se esfuerce por acomodarse mutuo, o deseo de
tes han puesto su confianza; y si su acción confirma la conl a los demás. Para entender esto, coneplacer
De otras leyes de ¡atttaleza
Del hombre
2lo
Del hombre De ottas leyes de naturaleza
La nortena, contra el Preguntarse quién es el hombre de hacer todo lo que desean, así también es necesario, para
orgullo meior esuna cuestión que no tiene que un hombre conserve su vida, retener algunos otros: el
cabida en el estado meramente na- derecho de gobernar su propio cuerpo; el de poder disfru-
tural, donde, como se ha mostrado antes, todos los hom- tar del aire, del agua; el de moverse de un sitio a otro, y to-
bres son iguales. La desigualdad que ahora existe ha sido das esas otras cosas sin las cuales un individuo no puede vi-
introducida por las leyes civiles. Sé que Aristóteles, en el li- vir, o no puede vivir bien. Si alahoru de establecer la paz
bro primero de suPolítica, y paru dar fundamento a su doc- los hombres requieren para sí lo que no quisieran que se les
trina, dice que algunos hombres -dando a entender que concediese a otros, están infringiendo la ley precedente,
son éstos, del mismo modo que él consideraba sedo en el que ordena reconocer una igualdad natural enffe todos; y,
orden de la filosofía, los más sabios- están naturalmente me- por consiguiente, están yendo contra la ley de naturaleza,
jor preparados para mandar; y que omos están mejor dis- Quienes observan esta ley son aquellos a quienes llamamos
puestos para servi¡ siendo éstos los que tienen cuerpos ro-, modestos, y quienes la quebrantan reciben el nombre de
bustos, pero no son filósofos como é1, como si el ser señor arroga.ntes. A la violación de esta ley los griegos lalTamaba
o esclavo no fuese el resultado de lo que los hombres esta- rc),eouefla, es decir, desear más de lo que a uno le corres-
blecen, sino de una natural diferencia de talento. Mas esto ponde.
no sólo está reñido conla tazón, sino también con la expe- Asimismo, si a un bombre se le La undécirna, equidad
riencia. Porque muy pocos son los hombres que son tan es:: confía la rnisión dejuzgar en un liti-
túpidos como para no querer gobern ar, envez de ser gober- gio entre dos bombres, es precepto de la ley de na¡traleza
nados por otros; y sucede también que, cuando los que a sl que trate a ambos equitatiuamente.Ptes, sin eso, las contro-
mismos se consideran sabios luchan por la fuerza con losr versias de los hombres sólo podrán determinarse mediante
que desconfían de su sabiduría, no siempre, ni a menudo,. Ia guerra. Por tanto, aquel que es parcial en su juicio está
logran la victoria, sino más bien casi nunca. En consecuen., haciendo todo lo que está en su poder para que los hom-
cia, si la natutaleza ha hecho a los hombres iguales, dicha, bres renuncien a recurrir a jueces y árbitros; y, en conse-
igualdad debe ser reconocida. Y, por tanto, doy como nove- cuencia, está actuando en conÚa de la ley natural funda-
na ley de naturalezala siguiente: que cada hombre reconozca mental, y está siendo causa de guerra.
a su prójimo coruo d su igual por naturaleza. El quebranta- La observancia de esta ley, que manda distribuir equitati-
miento de este precepto es el orgullo. vamente entre cada hombre según lo que en razón pertene-
De esta ley depende oúa; que al eru- ce a cada uno, se llama eQuIo¡,n y, como he dicho antes, en
La décirna, contra la trar efi un estado de paz, ningún eso consiste la justicia distributiva. La violación de esta ley
arrogancia borrubre exija para sí ningún dere- enla aceptacióru de personas, zcpootoaotr¡yi«.
cho que de buend gana no acepte Der Y de esta ley se sigue ottat que
tarnbién reseruado para todos los dertás. Así como a todos. aquellas cosas que no puedan diai- La duodécirna, uso
los hombres que buscan la pazles es necesario renunciar a dirse sean disfrutadas en cornún, si igual de cosa.s comufles
Del hombre De otras leYes de nalutd.eza
cosd. en cuestión lo perruite, sin restricción; si no, de una ma- troversia en lo que se refiere ala acciín particular de un in-
ner¿t proporcional entre todos los que t¡ene?x derecbo a ella' dividuo. Puede surgir, primero, la cuestión de si dicha
Porque si no se hace así, la distribución será desigual y con- acción fue cometida o no; y, segundo, de haber sido come-
tratia a la equidad. tida, si va o no va contra laley.La primera cuestión es lla-
Pero hay algunas cosas que no Pue- mada una cuestión de hecho; la segunda, una cuestión de
La decimotercera, del den ni dividirse ni ser disfrutadas derecho. Y a menos que las partes envueltas en la cuestión
sorteo en común. En ese caso, la ley de na- acuerden someterse a la sentencia de un tercero, seguirán
rua\eza que prescribe la equidad estando muy leios de alcanzat 7a paz. Ese tercero a cuya
requiere que todo el derecho, o, si se hace que éste pertenezca sentencia se someten recibe el nombre de Ánstrno' Y por
olt)rnatiia*rnte, la priruera posesión del tnismo, sea algo de' lo tanto, es de ley natural que los que están en controuersia
terminado pctr sorteo. Porque una distribución equitativa es sometan su derecho al juicio de un árbitro.
de ley natural, y no es posible imaginar otro medio de dis- Y como se supone que todo 1o
tribuir equitativame""' que hace cada hombre está dirigi- La decimoséptima,
,u, dos crases de sorteos: el arbitral do a procurar su propio beneficio, ningún hombre es juez
La decimocuarta, de la natural' El arbitral es aquel que
y e7 nadie es buen árbitro de su propia de sí mistno
primogenituray se determina de común acuerdo en- causa. Y aun en el caso de que lo
primera toma t)e tre los competidores; el natural es' o fuera, como la equidad permite a cada parte igual benefi-
posesión bien primogenitura, que los griegos cio, si una de las partes es admitida como iuez, también debe
llaman K).¡pouo¡,r.La, 1o cual signi- serlo la ofta. Y de este modo, la controversia, es decir, la
fica dado por suerte, obien prirnera toma de posesión' causa de guerra, permanecería en pie, en contra de la ley de
Por tanto, aquellas cosas que no pueden disfrutarse en ¡atutaleza.
común, ni dividirse, deben ser adjudicadas al que las posee Por la misma razón, ningún hom- La deciruoctaua, que
primero, y, en algunos casos, al primer nacido, como adqui- bre a quien la victoria de una de las nadie sea juez cuando
ridas por suerte' parte sobre la oLta aportase mayor bay en él una causa
Es también una ley de naturaleza beneficio, u honor, o placer, debe- natural de parcialidad
La d.ecimoquinta, de
que, a todos los hombres que median ría ser admitido como árbítro; pues
los mediaclores en gestiones de paz, les sea concedi- de lo contrario, estaría influido por un soborno que, aun
do saluoconducto. Porque la ley que siendo inevitable, no dejaría de ser tal. Y no podría obligar-
nos ordena tener la paz como fin ordena también que se use se a nadie a confiar en é1. Y así, la controversia y la situación
la intercesión como ntedio; y patalaintercesión, el medio es de guerra continuarían,1o cual es contrario alaley de natu-
el salvoconducto. raleza.
Y aunque los hombres estuvieran Y cuando en una controvefsia so- La decimonouena, de
L-a d.esxJ?ot3qs, & b slqlqplg di¡pu9¡tos a observar es- l¡re los becbc¡s el juez no puede dar los testigos
sumisión al arbinaje ta;Gyea, siemare püéd;háb.i con- ,rayoi iiédiio tun, páiié qué á Ia
214 215
Del hombre De ottas leyes de ¡attraleza
otra, si no hay otros argumentos, debe dar crédito a un ter- un deseo de que se cumplan. Pero conciencia, pero en la
cero, o a un tercero y a un cuarto , o amás. Porque, si no, la in foro externo, es decir, cuando prríctica sólo obligan
cuestión quedará sin resolverse y habú de dejarse abando- llega la hora de ponerlas en prác- cuando bay seguridad
nada alafuerza,lo cual es contrario alaley de nafiraleza' tica, no siempre es así. Porque el
Estas son las leyes de naturaleza que mandan buscar la que es hombre modesto, tratable y cumple con todo lo
paz como medio de conservaciínparalos hombres en mul- que promete en un tiempo ylugar en que nadie hace lo mis-
iitud, leyes sólo concernientes a la doctrina de la sociedad *o, iólo lograráconvertirse en presa f.áci, paralos áemás,
civil. Hay oras cosas que tienden a la destrucción del hom- procurando así su propia destrucción, lo cual es contra-
bre considerado individualmente, como la embriaguez y to- rio al fundamento de todas las leyes de naturaleza, las
das las demás muestras de intemperancia, las cuales deben cuales tienden ala preservación de la naturaleza. A su
también ser incluidas entre todo aquello que la ley natural vez, aquél que, teniendo suficientes garuntías de que los
prohíbe. Pero no es necesario mencionadas' ni pertenecen otros van a observar esas leyes para con é1, no está a su
propiamente a este lugar vez dispuesto a observarlas para con ellos estará de hecho
caso el modo con que hemos ido buscando la guerra, y,¡ro la paz, y, consecuentemente, es-
[.Jna regla rnediantela deduciendo las leyes de natvaleza tará buscando la destrucción de su naturaleza por la vio-
cual las leyes de pueda resultar demasiado sutil para lencia.
naturaleza pueden ser que puedan ser apreciadas por to- Y todas y cadauna de las leyes que obligan in foro inter-
exarninadas dos los hombres, lamayor parte de no pueden ser quebtantadas, no sólo por un hecho contra-
flícilrnente
los cuales está demasiado ocuPada rio a la ley, sino también por un hecho que, aunque esté
enla tatea de ganarse el pan, y el resto es demasiado negli- conforme con la ley, sea juzgado contrario a ella por el
gente como para hacer el esfuerzo de comprender' Mas hombre que lo rcaliza. Pues aunque en este caso la acción
se aiuste alaley, el propósito de este hombre era ir contra
fur" qr. ninguno quede excusado de ello, dichas leyes se
Lan resumido ., .tt, síntesis, sumamente {ácl, de entender ella, lo cual implica una infracción de la obligación in foro
hasta por lo menos capaces: No hagas a otro lo que no quisie- interno.
,o, qui te hiciesen a ti.Estaregla servirá para que un hombre Las leyes de na¡raleza son inmutables y eternas, porque
,epu todo 1o necesario acerca de las leyes de naturaleza' Y la injusticia, la ingratitud, la arogancia, el orgullo, la iniqui
bxtarácon que, cuando pondere las acciones de otros hom- dad, la acepción de personas y todo lo demás, nunca pue-
bres para con é1, si le parecen demasiado rigurosas, las ponga den legitimarse. Pues jamás podrá ser que la guerra preser-
en un platillo delabalanza, y que ponga las suyas en otro, a ve la vida y La paz la destruya.
fin de que sus propias pasiones y su amor propio no entren Y estas mismas leyes, como sólo obligan a un desear y a
en el páso. Y entonces ninguna de estas leyes de naturaleza un esforzarse -un esforzarse, quiero deciq sincero y cons-
le Parecerá faeru de taz6n. tante- pueden ser observadas fácilmente. Como no requie-
Las de naturaleza Las leyes de naturaleza obligan in ren más que empeño, quien se empeña en practicadas cum-
Del hombre De otras leyes de ¡attraleza
La ciencia de estas La ciencia de estas leyes es la verda- sino su grado, la causa que constituyelafortaleza, o como
leyes es la oerdadera dera y única filosofía moral. Pues la si no fuera la causa que nos lleva a dar un regalo, sino la
filosofía moral filosofía moral no es otra cosa que cantidad de lo que damos, lo que constituye la liberalidad.
la ciencia de lo que es bueno Y lo Los hombres han solido dar el nombre de leyes a estos
que es malo en la conversación y en el trato con la especie dictados de la ru26n, pero lo han hecho impropiamente.
humana. Bueruo y malo son términos que sirven para signi- Porque los dictados delaruzón sólo son conclusiones o teo-
ficar nuestros apetitos y aversiones, los cuales varían según remas que se refieren a todo aquello que conduce a la con-
los diferentes temperamentos, costumbres y doctrinas de servación y defensa de uno mismo, mientras que la ley, pro-
los hombres. Y los diversos hombres difieren entre sí, no piamente hablando, es la palabra de quien, por derecho, tiene
sólo en sus juicios sobre las sensaciones de lo que es agrada- mando sobre los demás. No obstante, si consideramos esos
ble o desagradable al gusto, al olfato, al oído, oJt^cfoy ala mismos teoremas como algo que nos ha sido dado en la pa-
vista, sino que difieren también en lo que, en las acciones labra de Dios, el cual tiene, por derecho, mando sobre to-
de la vida común, se conforma o no se conforma con la ra- das las cosas, entonces sí podemos darles propiamente el
zón. Incluso un mismo individuo, en épocas diferentes, di- nombre de leyes.
fiere de sí mismo; y unas veces ensalza, es decir, llama bue-
no, lo que otras veces desprecia yllamamalo' De ahí el que
surjan disputas, controversias y, en ú1timo término, la gue-
rra. Por lo tanto, mientras el hombre está en su condición
natural, que es un estado de guerra, su apetito personal es
la medida de lo bueno y de lo malo. Y por eso todos los
hombres han venido a acardar esto: que la paz es 1o bueno,
y que también son buenos los medios o caminos que con-
ducen a ella, que son, como he mostrado antes,la justicia,Ia
gratitud, la modestia, la equidad, la rnisericordia, y el resto de
las leyes denattraleza, esto es, las uirtudes morales. Y los ¿z'-
cios contratios son 1o malo. Ahora bien, la ciencia de la vir-
tud y el vicio es filosofía moral y, por tanto, la verdadera
doctrina sobre las leyes de naturaLezaes la verdadera filoso-
Ita moral. Pero los que escriben de filosofía moral, aunque
reconocen las mismas virtudes y vicios, no ven, sin embar-
go, en qué consiste la bondad de aquéllas, ni por qué han
sido elogiadas como medio parualcanzar un modo de vivir
pacífico, sociable y cómodo; y sitúan esa bondad en la mo'
De las personas, y.orm p.rsonificadas
"rrror.,
mo, y lo hace responsable de todas las consecuencias que haciendo de sí mismo el autor. Y por lo tanto, igual que
de ese acto se deriven. Por consiguiente, todo lo que ha cuando la attorización es manifesta, el convenio obliga al
quedado dicho antes (capítulo 14) sobre la nafiraleza de auto! no al actor; y cuando la autorizaciín es fingida, obli-
los convenios o acuerdos entre hombre y hombre en el ejer- ga exclusivamente al actoÍ, ya que entonces no hay más au-
cicio de su capacídad natural es también verdad cuando se tor que é1.
aplica alos contratos hechos por quienes actúan por auto- Hay pocas cosas que no sean sus- Objetos inanimados
izacióncomo actores, representantes o pfocuradores, en lo ceptibles de ser representadas fic- personificados
que respecta a la comisión que desempeñan, y no más. cionalmente. Los objetos inanima-
En consecuencia, quien establece un convenio con el ac- dos, como una iglesia, un hospital, un puente, pueden estar
tor o representante, sin saber la autoridad que éste tiene, lo personificados en un párroco, un director o un maestro de
hace a riesgo suyo. Porque ningún hombre está obligado por obras. Pero los objetos inanimados no pueden ser autores
un acuerdo del que no es autor ni, consecuentemente' por un ni, por lo tanto, pueden tener la autoridad de mantenimien-
acuerdo hecho contra la autoridad que al actor le fue dada, to, si esa autoridad les es dada por los propietarios o admi-
o más allá de los límites de ésta. nistradores de esas cosas inanimadas. Y por lo tanto, cosas
Cuando el actor hace alguna cosa así no pueden personificarse hasta que no haya alguna for-
Pero no al actor que le ha sido ordenada por el au-
ma de gobierno civil.
tor, y que va contra leY de la natu' De igual modo, los niños, los in- Itacionales
raleza, si estaba obligado por un coRvenio previo a obede' sensatos y los locos que no tienen
cer al autor, será éste, y no el actor, quien infringe la ley de uso de razón pueden ser representados por guardianes o
lanaturaleza. Pues aunque la acción quebranta la ley natu- tutores; pero no pueden ser autores, durante ese período,
ral, no es una acción que puede achacársele al actor; mas si; de ninguna acción realizada por ellos hasta que, cuando
por el contrario, éste rehúsa rca)nat la acción, estará que' hayan recobrado el uso deraz6n, puedan juzgarlatazona-
brantando la ley de lanaturaleza, la cual obliga a respetar ble. Sin embargo, durante el período de locura, quien ten-
los convenio ga el derecho de gobernar a los dementes puede dar
Aquél que establece un acuerdo autoridad a su guardián. Mas esto sólo puede hacerse,
La autoridad debe ser con el autor por mediación del ac' igual que en el caso anterior, en un Estado civil; pues antes
manifestada tor sin saber la autorización que del establecimiento de un Estado así, no hay dominio so-
éste tiene y sólo fiándose de su Pa' bre las persorrds;
labra, si es el caso que dicha autorizaciín no le es manifes' Un ídolo, o mera ficción del cere- Falsos dioses
tada cuando él la requiera, no estará entonces obligado; pues bro, puede ser personificado, como
el acuerdo con el autor no es válido sin su garantía recípro' lo fueron los dioses de los paganos, los cuales eran personi-
ca. Pero si el que establece el acuerdo sabía de antemano ficados por funcionarios nombrados por el Estado, y tenían
ue no iba a recibir otra además de la palabra del posesiones y otros bienes que los hombres les dedicaban y
De las personas, autores y cosás personificadas
Del hombre
den ser autores, porque un ídolo no es nada. La autoridad hombre da al representante común una autoridad que üe-
procedía del Estado. Y, por 1o tanto, antes de la apatición ne d'e cada uno en particula¡ y el representante es dueño
del gobierno civil, los dioses de los paganos no pudieron ser de todas las acciones si le dan autoridad sin límites. En
personificados. caso contrario, cuando limitan al representante en el qué y
El Dios verdadero Puede ser Per- en el cómo habrá éste de representarlos, sólo será dueño
El Dios uerdadero sonificado, como de hecho lo fue, de aquello en lo que se le ha dado autorización paru ac-
primero, por Moisés, quien gober- tuar.
nó a los israelitas, .ro .oÁo pueblá suyo, sino como pueblo Y si los representantes son mu- Un actorpuede ser
de Dios; no es en su propio nombre, con un boc dicit Moses, chos hombres, la voz delamayoria muchos bombres,
sino en nombre del Señor, con un hoc dicit Dorninus. En se- ha de ser considerada como la voz hechos uno por la
gundo lugar, Dios fue personificado por el Hijo del hom- de todos. Pues si la minoría se pro- pluralidad de uotos
bre, su propio Hijo, nuestro bendito Salvador Jesucristo, nuncia, por ejemplo, de una mane-
quien vino a someter a los judíos y a inducir a todas las na- ru afirmativa, y la mayoría lo hace de una manera negativa,
ciones al reino de su Padre. Mas esto lo hizo, no actuando habrá votos negativos más que suficientes para destruir los
en su propio nombre, sino como enviado de su Padre. Y, en afirmativos. Y, por tanto, el mayor número de votos negati-
tercer luga¡ Dios fue personificado por el Espíritu Santo, o vos, si no son contradichos, será la única voz de los repre-
Consolador, hablando a los Apóstoles y obrando en ellos' sentantes.
Dicho Espíritu Santo no üno por sí mismo, sino que fue en- Y cuando los representantes su- Cuando el número de
viado y procedió de los otros dos. man un número par, especialmente representantes es par,
Una multitud de hombres deviene si no son muy numerosos y los vo- ello no resuha
Cómo una rnuhitad de ufia petsona cuando estos hombres tos a favor y en contra quedan em- prouechoso
bombres es una persona son representados por un hombre patados, a menudo resulta que di-
chos representantes se conüerten en un agente mudo, incapaz
conelconsentimientooJ,H:r'rt:t"::1;:t:ir::*t:tr;::: de actuar. Sin embargo, hay ciertos casos en los que un nú-
de la multitud en cuestión. Pues es la unidad del represen- mero igual de votos afavor y en contra pueden decidir una
tante, y no la unidad de los representados, lo que hace ala cuestión. Así ocurre, por e¡'emplo, cuando se trata de con-
persona unL; y es el representante quien sustenta a la perso- denar o de absolver: un empate de votos, aunque no tiene
na, sólo a una persona. Hablando de una multitud, la uni' poder de condenar, sí lo tiene de absolver. Pues cuando se
dad ¡o puede entenderse de otra manera. ha celebrado la audiencia de una causa, no condenar sig-
Y como la multitud, Por naturale- nifica de hecho absolver, si bien no ocurre lo mismo a la
Cada uno es a.utor com-
za, no es una, sino mucbos, sus inversa, pues no absolver no significa condenar. Igual su-
ponentes no pueden ser considera' cede en deliberaciones sobre si eiecutar a un reo inmedia-
iin.r..r-., muchos. en todo aquello tamente o posponer Ia ejecución hasta más tarde; si hay en
que el representante dice o hace en nombre de ellos.
Del hombre