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El celular en el aula

Es innegable que la aparición del celular es una bisagra en la vida cotidiana y laboral
de todas las personas. La importancia radica en el hecho de que significó un salto en
las comunicaciones, posibilitando que estemos comunicados en cualquier lugar y a
cualquier hora. Casi sin notarlo e incesantemente, el celular entró también a nuestras
aulas ocupando un lugar igual de afortunado.

Durante un tiempo le dimos una pelea infructuosa, prohibiendo su presencia en


nuestras clases, conferencias y trabajos. Pero de a poco y silenciosamente logró
meterse no solo en nuestras aulas, sino también en nuestras tareas docentes.
Entonces, planifiquemos para que la enseñanza y el aprendizaje se produzcan de la
mejor manera posible.

Como docentes comprometidos con nuestra labor, siempre vamos a estar en la


búsqueda constante de herramientas útiles que sirvan de enganche con nuestros/as
alumno/as, que tan rápido sienten que se aburren. El rango de aplicaciones con las
que cuenta un celular se extiende desde una simple mensajería hasta apps con fines
específicos.

Afortunadamente para los/las docentes inmigrantes digitales de esta era, muchas de


ellas son de uso intuitivo, que nos permiten crear nuestros propios contenidos de
forma simple y en pocos pasos sin perder de vista nuestro objetivo pedagógico.
Pongamos reglas para ordenarnos en el aula, e insistamos en que sean respetuosos
de las mismas.

Veamos con ojos desprejuiciados el uso del celular en el aula. No prescindamos de él


pedagógicamente. Pongamos en marcha, una vez más, nuestra creatividad.
Generemos actividades más amigables para llegar a nuestros/as alumnos/as.
Pensémoslo como una herramienta que sirva para lograr nuevos espacios de
encuentro más inmediatos para que ellos/as puedan sentir que los/las docentes
estamos cerca.

No dejemos de explorar. Despojémonos del miedo a descubrir y probar aplicaciones


relacionadas con nuestros propios recursos y posibilidades técnicas. Nuestra prioridad
son nuestros alumnos/as.

CLAUDIA GALLARDO

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