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EL CEREBRO, LAS EMOCIONES Y EL AULA

Como docentes comprometidos, siempre estamos en la búsqueda de variedad de


actividades. Nuestro objetivo principal es que nuestros alumnos aprendan. Desde el
surgimiento de la educación formal, entre las disciplinas que surgieron está la Neurología.
Luego, la Pedagogía se fusiona con la Neurología, dando lugar a la Neuropedagogía.

El aprendizaje se activa por medio de la repetición de impulsos nerviosos a través de


procesos pedagógicos conductuales, como se sigue llevando adelante en la educación
tradicional. Si, en cambio, incluimos juegos, el aprendizaje se puede fortalecer de una forma
mucho más productiva.

El ser humano no aprende a jugar. Nacemos con la capacidad de saltar y jugar con
el cordón umbilical. Somos lúdicos por naturaleza. Por lo tanto, solo debemos desarrollarlos
y ejercitarlos para que lleguen a su máxima expresión. Una vez que asociamos capacidad
de jugar con creatividad e inteligencias múltiples, se obtendrán nuevos saberes para el
desarrollo escolar y, por extensión, el desarrollo de nuestra sociedad y cultura.

El juego, cumple un papel importante en los procesos de la mente, al igual que las
emociones. Ahora bien, las emociones juegan un papel muy importante dentro del aula. Y
deberemos tenerlas siempre en cuenta ya que los estímulos percibidos por los sentidos de
cada alumno se ven afectados por las áreas del cerebro por donde pasa la información
(tálamo, hipocampo y amígdala) para que de esta manera al almacenar conocimiento haya
aprendizaje.

Las emociones y los sentimientos van de la mano del contexto áulico. Estas funcionan
como disparadores del interés y del curioseo de los/las alumnos/as, las cuales deben ser
empleadas por los docentes de todas las disciplinas por igual. De lo contrario, corremos el
peligro de que se produzca un apagón emocional del alumno/a al desligar la emoción del
aprendizaje.

Si se logra variedad para captar la atención, los/las alumnos/as tendrán una gama
interesante de situaciones para que practiquen y fijen lo aprendido. Ese estímulo debe ser
siempre novedoso y placentero; y, la constante repetición con novedad son factores que
ayudan a prevenir el “endurecimiento cerebral”. Entonces, es necesario aprender a conservar
nuestra plasticidad cerebral; la cual todos nuestros/as alumnos/as deberían conocer. La
Neuropedagogía está entre nosotros. Saquémosle provecho.

CLAUDIA ADRIANA GALLARDO


BIBLIOGRAFIA
● https://es.wikipedia.org
● http://wwwneuropedagogia.blogspot.com.ar/
● Bacharach, E. (2014), “ÁgilMente”, 20* ed., Buenos Aires, Sudamericana, Noviembre
de 2014.
● Fernández Coto, Rosana. Material de lectura del curso “Las Neurociencias entran en
el aula”, CePA,
● Manes, Facundo y Niro, Mateo. “Usar el cerebro”. 24a ed. Ciudad Autónoma de
Buenos Aires. Planeta, 2016

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