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DIÁLOGO
En los últimos años, el concepto de diálogo de Bakhtin ha sido retomado por varios
terapeutas familiares (por ejemplo, Andersen, 1995, Anderson, 1997, Guilfoyle, 2003, Penn
y Frankfurt, 1994, Seikkula, 2002, Seikkula et al., 1995; Seltzer & Seltzer, 2004). Aunque
un trabajo interesante es indudablemente realizado por Seltzer y Seltzer (2004) quienes han
empleado conceptos bakhtinianos para analizar el lenguaje en la práctica clínica, y por
Seikkula que ha utilizado las ideas de Bakhtin para guiar su enfoque dialógico de la
esquizofrenia (Seikkula, 2002, Seikkula et al., 1995), la literatura de la terapia familiar aún
tiene que abordar a fondo cómo las ideas de Bakhtin sobre el diálogo podría contribuir a
nuestras reflexiones teóricas sobre la terapia familiar. Las relevancia de las ideas de
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Bakhtin para la terapia familiar tampoco ha sido discutida a detalle. Además, en la literatura
de terapia familiar, el concepto de diálogo se utiliza a menudo de manera idealizada. Por lo
general, se le opone de manera simplista ante el monólogo, sugiriendo implícitamente que
una buena terapia es dialógica, mientras que una mala terapia es monológica, o
argumentando que los clientes entran en terapia con historias fijas y monológicas, y que la
terapia consiste en dialogar estas historias (Penn y Frankfurt, 1994). La mayoría de los
autores que hacen hincapié en la importancia del diálogo en la terapia familiar rechazan la
posición de experto en el terapeuta y describen la tarea del terapeuta como una escucha
empática hacia la historia del cliente desde una posición de no-conocer (Anderson, 1997).
Por ejemplo, Penn y Frankfurt (1994) hablan de "personificación empática", la cual ven
como "pretender ser como otro para comprenderlo"(p.222). Además, otros autores destacan
que el terapeuta debe intentar colocarse en los zapatos de las personas con las que trabaja
(Freedman y Combs, 1996). Sin embargo, el concepto del diálogo en la obra de Bakhtin es
complejo(2) (Vice, 1997), y como Seikkula et al. (1995) señalaron, no puede ser descrito
simplemente como el opuesto del monólogo. Por el contrario, el monólogo puede
entenderse como parte de un dialogismo. En consecuencia, podemos hablar de diálogos
dialógicos y diálogos monológicos como cuando dos políticos hablan entre sí, tratando cada
uno de convencer al otro de la importancia de sus respectivas perspectivas. En cada
conversación existe una tensión dinámica entre las funciones monológicas y las funciones
dialógicas (Shotter, 1993). Esto ilustra parte de la complejidad del concepto de diálogo de
Bakhtin, del cual la estudiosa del trabajo de Bakhtin, Caryl Emerson (1997), escribe: "El
diálogo no es de ninguna manera una relación segura o garantizada. Sí, un 'tú' siempre está
potencialmente allí, pero es excepcionalmente frágil; El 'yo' debe crearlo (y ser creado por
él) en un gesto simultáneamente mutuo, una y otra vez, y viene sin ninguna autoridad
especial o promesa de constancia. . . . El desequilibrio es la norma "(pp. 229-230). Al
conceptualizar el diálogo como una interminable tarea, y al destacar la
“unfinalizability”(concepto Bakhtiniano que define al individuo como no finalizado,
completamente comprendido o etiquetado*) y singularidad de cada diálogo, Bakhtin deja
poco espacio para una dicotomía bueno/malo lo bastante limpia, o para una descripción del
papel del terapeuta en el proceso terapéutico como un oyente pasivo de la historia que el
cliente desarrolla en la sesión (Emerson, 1997; Morson y Emerson, 1990). Como veremos,
si optamos por considerar la terapia familiar como un diálogo en un sentido bakhtiniano de
la palabra, el lugar del terapeuta en el proceso terapéutico es éticamente menos inocente
que el de un oyente que intenta ponerse en los zapatos del otro.
EL LENGUAJE EN LA PRÁCTICA
El diálogo es una piedra angular de la filosofía del lenguaje de Mikhail Bakhtin. El escribe:
La vida por su propia naturaleza es dialógica. Vivir significa participar
en el diálogo: hacer preguntas, prestar atención, responder, estar de
acuerdo, y así sucesivamente. En este diálogo, una persona participa
enteramente y a lo largo de toda su vida: con sus ojos, labios, manos, alma,
espíritu, con todo su cuerpo y acciones. Invierte todo su ser en el discurso,
y este discurso entra en el tejido dialógico de la vida humana, en el
simposio mundial. (Bakhtin, 1984, página 293)
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Para Bakhtin (1981, 1984), el lenguaje existe sólo en las interacciones dialógicas de las
personas que lo usan, donde cada declaración está dirigida hacia alguien y adquiere su
significado en el contexto en continuo desarrollo que la gente va dando forma a través de su
interacción entre ellos. Como eslabones en una cadena sin fin, cada palabra que decimos
está conectada con las palabras que fueron dichas con anterioridad. En este sentido, la
perspectiva de Bakhtin es muy diferente a la perspectiva de lingüistas estructuralistas como
Chomsky (1957, 1965) y de Saussure (1974), quienes estudiaron el lenguaje como un
sistema matemático abstracto de signos que operan según reglas abstractas. Bakhtin, en
contraste, se centra en el lenguaje en la práctica, en los diálogos vivos, o en lo que Morson
y Emerson (1990) llaman "los prosaicos del lenguaje".
Inspirado por las ideas de Bakhtin, el construccionista social John Shotter (1993, 2000)
también otorga mucha importancia a la práctica de la palabra. Haciendo eco de Ludwig
Wittgenstein (1953), Shotter sostiene que el significado de las palabras depende del
contexto dialógico en el que las palabras se usan. Las palabras siempre son parte del
diálogo con los demás. Lo que decimos es una respuesta a lo que otros han dicho antes de
nosotros, y nuestras palabras son invitaciones a otros para hablar y dar su respuesta, o como
Bakhtin (1986) lo expusó:
le dijeron durante sesión que iban a divorciarse. Cuando Erik vio ese documental recordó
las peleas entre su padre y su madre, y temía que también se divorciaran. Y, por supuesto,
también están palabras de Erik en sus conversaciones con su madre. Hasta hace poco, Erik
sostuvo que no necesitaba ayuda, porque no tenía ningún problema. Pero la semana pasada,
al parecer cambió de opinión después de tener varias pesadillas. No objetó cuando su madre
le propuso hacer una cita con el terapeuta. Sin embargo, se mantuvo temeroso de hablar,
porque si hablaba, podría recordar sus aterradoras pesadillas. Desde una perspectiva
bakhtiniana, todas estas palabras que se hablaron antes, y muchas más que no pueden ser
mencionadas aquí debido a limitaciones de espacio, están atadas a esta sencilla frase de
Erik en el comienzo de la primera reunión con el terapeuta familiar: "No quiero hablar,
quiero hacer un dibujo. "
formas de tener un diálogo enriquecedor o, como lo llamaría Shotter (1994), saber cómo
seguir adelante en conjunto. En el caso de Erik y su familia esto podría hacerse ayudando a
la familia a dejar espacio en la sesión para las muchas voces conectadas con el enunciado
de Erik "No quiero hablar, quiero hacer un dibujo", y enlazar este enunciado con otras
palabras que fueron dichas antes. De este modo, surge un diálogo nuevo y único en el cual
se explora la naturaleza relacional de las palabras de Erik y en la que las palabras se
contextualizan como parte de la multiplicidad de voces en la familia. Y quizás, casi como
un subproducto, se pinta un panorama de esta familia más enriquecido en la mente del
terapeuta.
Conocimiento del tercer tipo. El concepto de "saber cómo seguir" se refiere a un tipo
especial de conocimiento que es muy diferente del conocimiento representacional
tradicional que está destinado a describir el mundo. Saber cómo seguir adelante se refiere a
un tipo de conocimiento práctico y encarnado, que Shotter (1993) llama conocimiento del
tercer tipo(4).
Este es el conocimiento que tiene que ver con nuestras anticipaciones y expectativas en
situaciones sociales, así como con el arsenal de respuestas y reacciones posibles que
tenemos a nuestra disposición. Es como dos bailarines que se mueven juntos con
movimientos bien coordinados. Sin saber realmente (en un sentido de representación) lo
que ocurrirá, anticipan mutuamente los movimientos del otro y responden el uno al otro con
nuevos movimientos. Este es un tipo de conocimiento incorporado, "a partir del cual la
personas son capaces de influenciarse mutuamente en su ser, en vez de influirse solo en sus
intelectos; es decir, "moverlos" realmente en lugar de simplemente "darles ideas" (Shotter,
1993, págs. 40-41). Es conocimiento implícito, en el sentido de que no presupone reflexión
o deliberación consciente, ni puede ser articulada por el individuo(5) . Sin embargo, puede
ser observado en las prácticas sociales cotidianas de una persona, al tiempo que él / ella
coordina sus acciones con otros. Es un conocimiento que parte desde dentro de nuestras
relaciones con los demás, y determina qué anticipar o esperar que suceda a continuación.
En contraste con los otros dos tipos de conocimiento (saber qué y saber cómo) mediante
este tercer tipo de conocimiento no nos experimentamos como individuos. En lugar de ello,
nos percibimos como involucrados y capacitados para participar en una situación social y
ser receptivo a ella. Esta tipo de conocimiento sólo se hace visible en el proceso de nuestra
interacción con los demás; por lo tanto sólo puede ser estudiado en los breves momentos
interactivos que caracterizan nuestra vida social cotidiana (Shotter, 1993).
La importancia de este conocimiento del tercer tipo para la práctica de la terapia familiar
se hace evidente cuando observamos a un terapeuta familiar trabajando con una familia.
Observamos que aunque los conocimiento teóricos y técnicos del terapeuta juega algún
papel en sus decisiones, sus acciones y sus intervenciones, la mayoría de las acciones del
terapeuta, no obstante, sólo pueden entenderse si nos centramos en las formas en que las
acciones del terapeuta y las acciones de los miembros de la familia se coordinan en una
danza colaborativa. En el continuo flujo de palabras y acciones podemos distinguir las
palabras y acciones del terapeuta, no sólo como reacciones a las palabras y acciones de los
miembros de la familia, sino también como acciones y palabras anticipadas o potenciales.
De la misma forma, los miembros de la familia reaccionan a las palabras del otro ya las
palabras del terapeuta, pero también a las palabras que fueron dichas con anterioridad, así
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como a las palabras que nunca fueron habladas sino sólo anticipadas. De esta manera la
terapia se presenta como un proceso dinámico y encarnado, en el que los participantes, cada
uno a su manera, están respondiendo los unos a los otros- "moviéndose" mutuamente, como
diría Shotter - y en el que juntos dan forma a la conversación terapéutica.
luego mira a la madre y comenta: "Qué dibujo maravilloso. Luce exactamente como tu
verdadera madre. Eres un artista maravillosa”. Ana está radiante de orgullo. Más adelante
en la sesión, el terapeuta le pide a la niña que hacer un dibujo de una casa. Sin embargo
Ana se niega, diciendo: "No puedo dibujar una casa." Esta negativa sorprende al terapeuta.
Intenta nuevamente convencer a la niña para hacer un dibujo de una casa, diciendo que no
es tan difícil hacer un dibujo de una casa, pero ella se niega de nuevo. Es notable que Ana
primero hace un dibujo y luego se niega a hacer otro. ¿Cómo podemos dar sentido a sus
palabras, que ella no puede dibujar una casa, cuando pareciera ser una dibujante hábil?
Podemos tener todo tipo de ideas e historias diferentes sobre el respuestas a estas preguntas,
y sobre lo que significa el rechazo de la niña y sobre cómo el terapeuta debe manejar esta
sesión.
Una manera de dar sentido a lo que sucedió en la sesión es decir que ha tomado lugar una
negociación sobre las reglas y expectativas de la conversación-el terapeuta y la niña estaban
negociando sobre si dibujar o no. Si elegimos examinar la sesión desde ésta perspectiva,
podemos decir que también hubo otra negociación en esta viñeta, una negociación tácita, no
sobre dibujo, sino sobre qué constituye un "dibujo maravilloso". En su reacción al primer
dibujo, el terapeuta propuso implícitamente que "un dibujo maravilloso" es un dibujo que
se asemeja a la realidad, y mostró que los dibujos maravillosos son importante para él al
reaccionar con entusiasmo al primer dibujo que hizo la chica. Ana acepto la invitación del
terapeuta a considerar un dibujo maravilloso como un dibujo que se asemeja a la realidad.
Ella no protestó contra su palabras, y quizás más importante, ella aceptó sus elogios y se
sintió orgullosa. En cierto sentido, ella estaba siendo cómplice de un contexto dialógico en
el que se espera que los dibujos sean "maravillosos", y en los cuales el significado implícito
de un "dibujo maravilloso" es que éste se asemeja a la realidad. Así, cuando el terapeuta
propuso a la niña dibujar una casa, la niña se encontró frente a una tarea difícil. La chica
comprendió implícitamente que el terapeuta no quería cualquier dibujo. Él esperaba "un
dibujo maravilloso" de parte de ella, que se pareciera a la realidad. Ella, sin embargo, se
negó a dibujar diciendo "no puedo dibujar una casa." ¿Quizás ella no quería arriesgarse a
fallar? ¿Acaso tenía miedo de que su dibujo decepcionara al terapeuta? ¿O estaba probando
al terapeuta y quería evaluar si tenía el derecho de decir "no" en esta nueva relación? Una
vez más, esto es sólo una manera de ver lo que sucedió en la sesión. No pretendo afirmar
que ésta es la única manera verdadera de mirar esta viñeta. Sin embargo, es una perspectiva
valiosa, porque llama la atención de los terapeutas a aspectos del proceso dialógico que de
otro modo podrían permanecer desapercibidos. Esta perspectiva enfoca particularmente
nuestra atención en lo que las personas vivientes hacen juntos, cómo buscan formas de
coordinar sus acciones y cómo crean significados en su interacción, sin negociaciones
verbales explícitas. Si el terapeuta eligiera mirar este caso desde la perspectiva en la que la
niña está tratando de adivinar lo que se espera de ella, y que una negociación tácita sobre el
diálogo está sucediendo entre él y la chica, se vería enfrentado ante la complejidad de una
reunión terapéutica en la que un cumplido amistoso puede poner una presión sutil sobre un
niño. Esta perspectiva podría inspirarle a buscar nuevas maneras de crear un contexto
terapéutico más amigable con los niños, para que el niño pueda sentirse libre de expresarse
en sus dibujos, sin el temor de ser evaluados o juzgados.
Aunque ella escribe que ver a las familias llama fuertemente a la curiosidad y a una
orientación de la diferencia, Flaskas enfatiza la importancia de la flexibilidad terapéutica
para moverse entre los intervalos hacia delante y atrás entre una posición de identificación
y una posición de diferencia o de exotopia (outsideness).
mismo” como un complejo diálogo interno entre numerosas voces internas(7): "a menudo
una lucha de voces discrepantes unas con otras, voces (y palabras) hablando desde
posiciones distintas y comprometidos en diferentes grados y tipos de autoridad "(Morson &
Emerson, 1990, p.218). Como tal, para Bakhtin, el si-mismo se asemeja a la novela que,
como el si-mismo, es un complejo diálogo de diversas voces y modos de hablar, cada uno
incorporando un sentido particular del mundo (Morson y Emerson, 1990). Bakhtin estudió
novelas de Dostoyevski, Tolstói, Cervantes, y muchos otros. En su libro sobre Dostoievski
(Bakhtin, 1984) él, por ejemplo, estudió la conversación interna del estudiante Raskolnikov
de Crimen y Castigo. Raskolnikov recibe una carta de su madre, y entiende que el
matrimonio de su hermana es un sacrificio hecho a favor de él. En su diálogo interior las
voces de su madre, su hermana y otras personas mencionadas en la carta pueden ser
escuchadas, al igual que las voces de otros anónimos. Bakhtin sostiene que el discurso
interno de Raskolnikov consiste en respuestas y reacciones a las voces de otros que ha oído,
leído o imaginado recientemente (Bakhtin, 1984).
Como Bakhtin, Voloshinov (1973) describe el habla interna como una red de impresiones
ligadas la una a la otra y que se asemejan a las líneas alternantes de un diálogo. Sostiene
que, a partir de la complejidad de la discurso interno, se hace una pronunciación que no
sólo está determinada por la vida interior del hablante sino también por la situación
dialógica: "El enunciado exteriorizado y actualizado es una isla que se levanta del mar
ilimitado del habla interior; las dimensiones de esta isla están determinadas por la situación
particular del enunciado y su público "(Voloshinov, 1973, pág. 96, cursiva en el original).
Enfocando nuestra atención a la práctica de la terapia familiar, está claro que estas ideas
de Bakhtin y Voloshinov sobre el diálogo interno contribuye a una comprensión más rica
de lo que sucede en la sesión al significar que la historia contada por el cliente no es una
historia que existe ya prefabricada en la cabeza del cliente. Existe una multitud de historias
en la cabeza del cliente, un mar ilimitado de voces internas, y la historia que el cliente
realmente cuenta en la sesión es una selección de estas voces internas. En esta selección, la
situación dialógica en la que el cliente habla juega un papel crucial. También hay otra
manera en la que, tanto las ideas de Voloshinov como las de Bakhtin sobre la conversación
interna pueden ser inspiradoras para los terapeutas familiares. En los últimos años, en lugar
de centrarse en la múltiples voces internas del cliente, algunos terapeutas familiares se han
concentrado en el diálogo interno del terapeuta (por ejemplo, Andersen, 1995; Anderson,
1997; Anderson y Goolishian, 1988; Penn & Frankfurter, 1994; Rober, 1999, 2002, 2004).
Anderson y Goolishian (1988) afirmaron que el terapeuta mantiene una conversación
dialógica consigo mismo, siendo éste el punto de partida de sus preguntas. Esta
conversación dialógica ha sido llamada la conversación interna del terapeuta (Rober, 1999,
2002, 2004) y puede ser descrita como una polifonía de voces internas (Bakhtin, 1981,
1984, Voloshinov, 1973). Esta polifonía puede concebirse como una concepción alternativa
del controvertido concepto del no-saber(Anderson & Goolishian, 1992). El terapeuta toma
una postura de no-saber en la sesión, no debido al vacío de su propia conversación interior,
sino por su riqueza polifónica. Estar en el no-saber como terapeuta, significa entonces
evitar conversaciones internas monológicas y mantenerse en contacto con la complejidad,
la incertidumbre y la “unfinalizability” que es el resultado de la multiplicidad de voces en
las conversaciones internas del terapeuta (Rober, 2002). A partir de esto queda claro que la
idea del terapeuta éticamente inocente que escucha el despliegue de la historia del cliente
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no cabe en la perspectiva dialógica. Para Bakhtin, escuchar es algo más que estar
simplemente abierto a una historia que el cliente cuenta. El oyente no es un espectador
inocente, ni es un receptor pasivo de un mensaje. Por el contrario, el oyente es un
participante activo en la interacción dialógica mientras se prepara a si mismo para
responder a lo que se está escuchando: "O bien está de acuerdo o no con él (total o
parcialmente), lo aumenta, lo aplica, se prepara para su ejecución, etc. "(Bakhtin, 1986,
p.68). De esta manera, cuando un terapeuta familiar escucha a sus clientes hablar, el
terapeuta no sólo está registrando las palabras del cliente. En su lugar, las palabras del
cliente se reflejan en su conversación interior, suscitando varias voces internas. Entonces el
terapeuta responde a las palabras del cliente y esta respuesta es seguida por otras
respuestas. Del juego repetitivo de hablar y responder, los significados de las palabras
emergen. Desde esta perspectiva dialógica, la terapeuta no es en un primer lugar descrito
como un terapeuta en el no-saber, sino como un terapeuta activo y receptivo que no solo
escucha las diferentes historias de los miembros de la familia, sino que también está abierto
a la multiplicidad de voces internas que se evocan en su conversación interior por las
palabras de los clientes.
Le pregunté a Lisa cuál había sido su objetivo en esa primera sesión. Ella dijo que quería
recopilar información de la familia para que pudiera diagnosticar al niño y luego planear la
intervención. "Necesito información para poder analizar el problema", explicó, "¿De qué
otra forma puedo ayudarlos?"
Hay varias respuestas valiosas posibles a la pregunta de Lisa sobre cómo puede ella
ayudar a la familia. A partir de una perspectiva de la terapia familiar como un encuentro
entre personas vivas, esta es la historia de lo que pasó durante la primer sesión de Lisa: la
niña tomó la iniciativa de hacer contacto con Lisa. Le mostró a Lisa su dibujo. Se podría
argumentar que, al hacerlo, invitó a Lisa a dialogar-como si la invitase a bailar. Lisa, sin
embargo, por alguna razón no estaba dispuesta a bailar con la chica y se centró en el
contenido de la conversación con otros miembros de la familia. Lisa quería información de
parte de Steve y sus padres, y optó por posponer la conversación con la niña sobre su dibujo
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hasta la siguiente sesión. Por lo tanto, la niña se retiró y jugó por su cuenta el resto de la
sesión. Desde nuestra perspectiva dialógica, sólo podemos preguntarnos si, en la próxima
sesión, la niña se arriesgará nuevamente a invitar a la terapeuta a bailar, porque el contexto
terapéutico que surgió de la interacción entre Lisa y los miembros de la familia era un
contexto en el que parecía que no había espacio para los niños, ni para sus dibujos. Esto es
una lástima, especialmente para una terapeuta familiar como Lisa, que desea que todos sus
clientes, incluyendo a los niños, tengan una voz en la sesión(8).
DISCUSIÓN
Los resultados de las investigaciones sobre la terapia señalan una y otra vez la
importancia de la relación terapéutica y otros factores no específicos (Hubble, Duncan y
Miller, 1999; Luborsky, Singer, & Luborsky, 1975; Wampold, 2000). Sin embargo, a pesar
de algunas excepciones dignas de mención (por ejemplo, Flaskas y Perlesz, 1996, Gilligan,
1997; Rambo, Heath, & Chenail, 1993), los practicantes de la terapia familiar cuentan con
pocos recursos conceptuales a su disposición para hablar y reflexionar con algún detalle
sobre la relación terapéutica en la práctica de terapia familiar. Campbell y Draper (1996) se
han referido a esta deficiencia como "una brecha en el campo" (p. Xi). Cuando los
profesionales de la terapia familiar quieren hablar de las dificultades y dilemas que
experimentan en su trabajo, a menudo tienen que confiar en conceptos que se prestan de
terapeutas individuales, como la identificación proyectiva (Flaskas, 2002, Scharff, 1992), el
apego (Byng-Hall, 1995), la transferencia (Flaskas, 2002), o principios generales sobre la
postura del terapeuta, como la neutralidad (Selvini-Palazzoli, Boscolo, Cecchin, Prata,
1980), curiosidad (Cecchin, 1987), el no-saber (Anderson & Goolishian, 1992). Aunque
indudablemente importantes, estos conceptos y principios no abordan la complejidad de los
procesos relacionales del encuentro terapéutico familiar en la práctica de una manera
satisfactoria. Además de estos conceptos y principios, necesitamos conceptos que capten
mejor la mutualidad y la actividad compartida de una relación. Es en este contexto en que
la idea de que la terapia familiar puede ser concebida como un diálogo podría ofrecer una
perspectiva fresca y prometedora. En este artículo, la pregunta que se plantea es si el
concepto de diálogo como un encuentro de personas vivas puede ayudarnos a hablar de
algo que está allí todo el tiempo en nuestras prácticas terapéuticas familiares, aunque a
veces desapercibido-algo de lo que es difícil hablar porque carecemos de las herramientas
conceptuales: la naturaleza de la terapia familiar creada relacional y receptivamente.
Cabe señalar, sin embargo, que una conversación terapéutica familiar es muy compleja,
y que una la descripción de la terapia familiar como diálogo entre personas vivas es
inevitablemente reduccionista. Se enfoca en la terapia como una conversación, y oscurece
que una conversación terapéutica no es sólo una conversación al estar anclada en
tradiciones y rituales sociales y culturales específicos, así como en contextos materiales
particulares. Están la sala de consulta y las sillas, así como la puerta para entrar y salir de la
habitación. Están los rituales en los que se incrusta el encuentro. Está la secretaria que abre
la puerta principal. Está la espera en la sala de espera y el saludo formal con el terapeuta. El
terapeuta es un hombre o una mujer; él o ella es negro, amarillo, marrón, o blanco; él o ella
es una cierta edad, y así sucesivamente. Están el silencio y la vacilación, entonces comienza
el juego repetitivo de preguntas y respuestas. El terapeuta escucha y toma notas, utilizando
las palabras y conceptos que ha aprendido en la universidad, mientras que la los miembros
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de la familia cuentan sus historias de dolor y sufrimiento, usando las palabras que ellos
piensan que el terapeuta podría entender. Finalmente, después de una hora, la sesión ha
terminado, los miembros de la familia se preparan para irse a casa, y el dinero cambia de
manos. Visto así, una conversación terapéutica no se puede ser descrita como sólo una
conversación. Claramente, tiene características que lo distinguen de otros tipos de
conversaciónes (por ejemplo, la diferencia entre terapeuta y clientes en términos de
responsabilidad, poder, rol, etc.). Como han demostrado varios autores, estos características
se pueden discutir desde una perspectiva dialógica. Anderson (1997), por ejemplo, describe
la terapia como una conversación dialógica y también aborda cuestiones prácticas, tales
como arreglos de espacio, toma de notas, citas, y así sucesivamente; Rober (2002) escribe
sobre la hipótetización constructiva del terapeuta en la terapia dialógica; Seikkula (2002)
explora la contribución de diálogos abiertos al tratamiento de pacientes psicóticos;
Guilfoyle (2003) examina la cuestión del poder en la práctica de la terapia familiar
dialógica; y Seikkula, Arnkil y Eriksson (2003) presentan dos métodos innovadores
basados en diálogos orientados a la red.
Todas acercan un enfoque dialógico a la terapia hacia enfoque más claro, abordando temas
que distinguen la conversación terapéutica dialógica de otros tipos de conversaciones y de
otros tipos de conversaciónes terapéutica. El enfoque de este artículo se relaciona
estrechamente con estas ideas sobre una terapia dialógica; sin embargo, como he escogido
describir la terapia como un encuentro de personas vivas, la práctica de la terapia se ve
desde un ángulo diferente. Este artículo no está promoviendo un modelo terapéutico
familiar específico, ni propone nuevas técnicas o estrategias. En cambio, en este artículo he
propuesto una perspectiva-una forma de en nuestro trabajo como una herramienta que nos
permite hablar de nuestro trabajo, y reflexionar la mutualidad de la relación terapéutica y
sobre la complejidad de la comprensión. En esta perspectiva se pone el foco algunas de las
cosas que la terapia tiene en común con otros tipos de conversación. Se considera una
reunión de personas vivas. Aunque esta perspectiva puede ofrecer algunas comprensiones
nuevas y frescas sobre la complejidad del encuentro terapéutico, deja en la obscuridad lo
que es específico de la conversación terapéutica. De hecho, las ideas de Bakhtin sobre el
diálogo y la comprensión dialógica reflejan una visión sobre los seres humanos que destaca,
no el contexto material o los patrones repetitivos observables, ni el propósito o método
terapéutico, sino la imprevisibilidad de la vida y la singularidad de los seres humanos.
Según Bakhtin, el diálogo crea algo nuevo y único. Para él, el significado de la palabra que
se habla no trata sobre la mera expresión verbal de algo que existe en la persona,
racionalizado, finalizado y fijo (un sentimiento, una memoria, una opinión, etc.). Por el
contrario, la palabra crea algo que no existía antes (Bakhtin, 1986). Cada diálogo es único,
y cada conversación es nueva. Es imposible repetir un diálogo. El segundo el diálogo nunca
sería el mismo diálogo que el primero. Es siempre una repetición y, por extraño que suene,
por lo tanto, es algo nuevo.
Es en esos diálogos únicos, en esos momentos breves y fugaces, que nos expresamos y
compartimos nuestra vida interior única con otros (Shotter, 1993). Es también en estos
momentos que nosotros, como terapeutas, damos forma a la relación que tenemos con
nuestros clientes y lo que hacemos juntos. Los terapeutas nunca tienen un control completo
sobre los significados de sus acciones y sus palabras. De hecho, las palabras que terapeutas
dicen, así como sus acciones, son todos "candidatos para el significado" (Gergen, 1999,
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p.146): Son invitaciones a nuestros clientes para que participen en nuestro mundo. "¿Te
gustaría bailar conmigo y así unirte a mi mundo? ¿A mi opinión de vida y relaciones? ¿A
mi opinión de la terapia?". También las palabras y los comportamientos del cliente son
invitaciones. Ellos invitan al terapeuta a bailar y así unirse a ellos en sus vidas y sus
relaciones.
CONCLUSIÓN
En este artículo, la terapia familiar fue vista desde una perspectiva inspirada en algunas
ideas de Bakhtin y Voloshinov. No era mi objetivo demostrar con este artículo la
superioridad de estas ideas sobre la ideas de otros teóricos del diálogo, el lenguaje y la
comunicación, como Buber (1965, 1970), Merleau- Ponty (1962), Foucault (1972, 1980), o
Derrida (1978). Si otros teóricos hubiesen sido escogidos como inspiración para nuestro
perspectiva, sin duda se habrian destacado otros aspectos interesantes de la interacción
dialógica y se habría llegado a conclusiones diferentes. El objetivo principal de este artículo
fue ilustrar que algunos de los conceptos Bakhtinianos resultan útiles para guiar nuestra
atención a algunos de los aspectos relacionales de la terapia familiar. En este sentido, este
artículo se relaciona estrechamente con el trabajo de Seltzer y Seltzer (2004), que emplean
un conjunto de conceptos desarrollados por Bakhtin para ver el lenguaje en la práctica
terapéutica.
"Necesito información para poder analizar el problema". Lisa me dijo (véase el caso 3),
"¿De qué otra manera puedo ayudar a la familia? "Con esta pregunta, Lisa señaló la
responsabilidad principal del terapeuta. La familia presenta dolor o angustia, y el terapeuta
es solicitado para ayudarles y para encontrar una salida a su dilema. Para Lisa, era lógico
que un terapeuta necesitase información para ayudar a la familia y, por supuesto, es
correcto. Sin embargo, si optamos por considerar la terapia familiar como un diálogo en el
sentido bakhtiniano, el enfoque del terapeuta no se encuentra primordialmente en la
recolección de información o en el análisis del problema presentado. Ni saber ni no-saber
son la primera preocupación del terapeuta. En cambio, el terapeuta es un oyente activo y
receptivo. Moviéndose hacia adelante y hacia atrás entre las posiciones de identificación y
exterioridad, logra comprender, en el sentido en que él/ella sabe cómo continuar con la
conversación de tal manera que el contexto está hecho para dar cabida a la multiplicidad de
voces de la familia. El terapeuta no sólo está interesado en la igualdad, sino también en la
diferencia, como está abierto a los significados nuevos e inesperados que surgen en la
sesión y permanece en contacto con la complejidad, la incertidumbre y la unfinalizability de
su conversación interior. El objetivo del terapeuta no es el conocimiento, ni la certeza, dado
que éstos terminarían con el dinámico proceso dialógico interior así como en la
conversación exterior. En cierto sentido, la principal preocupación del terapeuta es con la
vida. De hecho, si describen la terapia familiar como un diálogo en un sentido bakhtiniano,
se destaca la idea de que la terapia es primero y principalmente una reunión de personas
vivas, buscando encontrar formas de compartir la vida juntos por un corto tiempo. Y, desde
esa perspectiva, esto es lo que vemos sucediendo en esta reunión: hay invitaciones,
negociaciones y bailes coordinados. Hay palabras y silencios llenos de lo que queda sin
decir. Hay tiempo y es irreversible-un flujo incesante de momentos, todo único, todo
sagrado, en el que estamos inmersos. Está la maravilla y el miedo, la belleza y la
incertidumbre, las buenas intenciones y el remordimiento. Hay dolor y amor, y todo lo que
Journal of Marital and Family Therapy
October 2005, Vol. 31, No. 4, 385–397
se encuentra en medio. Así de frágil es un diálogo entre personas vivas. Así es como está
repleto de potencial.
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Notas
*Comentario de la traductora