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Journal of Marital and Family Therapy

October 2005, Vol. 31, No. 4, 385–397

TERAPIA FAMILIAR COMO UN DIÁLOGO DE PERSONAS


VIVIENTES: UNA PERSPECTIVA INSPIRADA EN BAKHTIN,
VOLOSHINOV Y SHOTTER
Peter Rober
Universidad de Ghent, Bélgica

No hay muchas herramientas conceptuales que puedan ayudar a un


maestro de terapia familiar a hablar y enseñar sobre la importancia de la
relación terapéutica en la práctica de la terapia familiar. La idea de que la
terapia familiar puede ser concebida como un diálogo podría ofrecer una
perspectiva fresca y prometedora. Principalmente inspirado en la obra de
Bakhtin, Voloshinov y Shotter, el autor considera si el concepto de diálogo
puede ayudarnos a hablar de algo que está ahí todo el tiempo en nuestra
práctica de terapia familiar, aunque a veces desapercibidas, y de las que es
difícil hablar porque nos faltan las herramientas conceptuales necesarias.
Cuando optamos por conceptualizar la terapia familiar como diálogo, el
foco del terapeuta no se centrará principalmente en la recopilación de
datos, procesamiento de información o análisis del problema. El terapeuta
no se ocupará principalmente del saber, o del no saber. En cambio, se
centra en la idea de que la terapia es, en primer lugar y principalmente, un
encuentro de personas vivas, en búsqueda de encontrar formas de
compartir la vida juntos por un tiempo. Las viñetas clínicas que muestran
los dibujos de niños en terapia familiar se utilizan como ilustraciones.

La terapia familiar se puede conceptualizar de muchas maneras diferentes, y como


profesionales de la terapia familiar nos enfrentamos ante el dilema sobre cómo describir lo
qué es. ¿Qué conceptos utilizamos para reflexionar sobre nuestro trabajo? ¿Qué palabras
utilizamos para hablar de ello? Por ejemplo, podemos hablar de terapia familiar como una
reunión entre un experto en solucionar problemas y una familia con un problema. Esta
descripción destaca la experiencia de quien ayuda y las características específicas del
problema de la familia. También podemos escoger describir la familia terapia como un
encuentro entre un ayudante psicológico con una familia que ya no puede hacer frente por
sí misma a las dificultades de la vida. Esta descripción dirige la atención a la
responsabilidad ética del ayudante y los mecanismos de afrontamiento de la familia.
También podemos describir la terapia familiar como el encuentro en el que la familia
cuenta una historia, y el terapeuta escucha atentamente su historia. Esta conceptualización
destaca las contribuciones de cualidades narrativas de parte de la familia a la terapia, así
como la tarea receptiva del terapeuta, etcétera. Cuando hablamos, reflexionamos y
enseñamos sobre terapia familiar, podemos elegir una de las muchas descripciones
legítimas de la terapia familiar. Cada una de estas descripciones pone el foco en ciertos
aspectos dentro de la complejidad de la práctica de la terapia familiar, pero deja otros
aspectos en la oscuridad. En este artículo, inspirado principalmente en el trabajo de Mikhail
Bakhtin (1981, 1984, 1986) y John Shotter (Katz y Shotter, 2004a, 2004b, Shotter, 1993,
1994, 2000; Shotter & Billig, 1998), propongo que puede ser útil para los terapeutas
familiares conceptualizar la terapia familiar como diálogo entre personas vivas, dado que
ofrece una perspectiva que hace posible capturar algo de la mutualidad y la actividad
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compartida de un encuentro terapéutico en la práctica. Por supuesto, podría discutirse que


la expresión "un diálogo entre personas vivas" es una tautología, dado que todas las
personas en diálogo están vivas-¿de qué otra forma podrían interactuar o comunicarse?. Sin
embargo, enfatizar la vitalidad de estas personas dirige nuestra atención, no al contenido de
las historias de estas personas, sino al hecho de que estas personas están respirando, sus
corazones están latiendo, y tienen preocupaciones, sueños, desilusiones, recuerdos, y
temores. Estas personas están vivas, y también son seres relacionales, porque están
involucrados con su entorno, sintonizando continuamente el uno al otro e interactuando
entre sí. Como se demostrará, un descripción de la terapia familiar como un diálogo entre
personas vivas permite resaltar el hecho de que el contexto relacional creado por estas
personas es esencial para el proceso terapéutico. Estos contextos relacionales creados
mutuamente sirven como el trasfondo contra el cual los miembros de la familia relataran
algunas de sus historias y dejarán otras sin contar. Este contexto hace posible el hablar de
algunas voces aunque, al mismo tiempo, contribuye a la represión de otras voces. La tesis
central de este artículo es, pues, que este concepto de diálogo como encuentro entre
personas vivas puede ayudarnos a abordar la mutualidad de la relación terapéutica y la
complejidad de la comprensión, que puede ayudarnos a traer a nuestra atención y hablar de
aspectos relacionales de las prácticas terapéuticas que de otra manera podrían pasarse por
alto, que nos pueden ayudan a conquistar un poco del territorio que siempre estuvo allí,
pero era difícil de explorar y se mantuvo más o menos de manera tácita por falta de
herramientas conceptuales apropiadas.

DIÁLOGO

Una considerable número de grandes pensadores han escrito sobre el diálogo. La


filosofía de Martin Buber (1965, 1970), por ejemplo, es bien conocida. Distinguió la
relación Yo-Tú de la más egocéntrica e utilitaria Yo-Eso, y describió cómo el crecimiento
de una persona no se logra en la relación con uno mismo, sino en la relación dialógica entre
el yo y el otro. La crítica fenomenológica de Maurice Merleau Ponty (1962) sobre el
dualismo sitúa a los individuos como sujetos de cuerpo en un relación dialógica con el
mundo circundante, con un conocimiento que es inherente a sus acciones. También otros
pensadores han dedicado parte de su trabajo al tema del diálogo (por ejemplo, Derrida,
1978; Gadamer, 1988; Habermas, 1971; Levinas, 1969). En este artículo, me inclinaré
fuertemente en el trabajo de los pensadores rusos Bakhtin (1981, 1984, 1986) y
Voloshinov1 (1973), así como en la obra de John Shotter (Katz & Shotter, 2004a, 2004b;
Shotter, 1993, 1994, 2000), quien estudió a fondo las ideas de Bakhtin y Voloshinov desde
el punto de vista de un psicólogo (Shotter & Billig, 1998).

En los últimos años, el concepto de diálogo de Bakhtin ha sido retomado por varios
terapeutas familiares (por ejemplo, Andersen, 1995, Anderson, 1997, Guilfoyle, 2003, Penn
y Frankfurt, 1994, Seikkula, 2002, Seikkula et al., 1995; Seltzer & Seltzer, 2004). Aunque
un trabajo interesante es indudablemente realizado por Seltzer y Seltzer (2004) quienes han
empleado conceptos bakhtinianos para analizar el lenguaje en la práctica clínica, y por
Seikkula que ha utilizado las ideas de Bakhtin para guiar su enfoque dialógico de la
esquizofrenia (Seikkula, 2002, Seikkula et al., 1995), la literatura de la terapia familiar aún
tiene que abordar a fondo cómo las ideas de Bakhtin sobre el diálogo podría contribuir a
nuestras reflexiones teóricas sobre la terapia familiar. Las relevancia de las ideas de
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Bakhtin para la terapia familiar tampoco ha sido discutida a detalle. Además, en la literatura
de terapia familiar, el concepto de diálogo se utiliza a menudo de manera idealizada. Por lo
general, se le opone de manera simplista ante el monólogo, sugiriendo implícitamente que
una buena terapia es dialógica, mientras que una mala terapia es monológica, o
argumentando que los clientes entran en terapia con historias fijas y monológicas, y que la
terapia consiste en dialogar estas historias (Penn y Frankfurt, 1994). La mayoría de los
autores que hacen hincapié en la importancia del diálogo en la terapia familiar rechazan la
posición de experto en el terapeuta y describen la tarea del terapeuta como una escucha
empática hacia la historia del cliente desde una posición de no-conocer (Anderson, 1997).
Por ejemplo, Penn y Frankfurt (1994) hablan de "personificación empática", la cual ven
como "pretender ser como otro para comprenderlo"(p.222). Además, otros autores destacan
que el terapeuta debe intentar colocarse en los zapatos de las personas con las que trabaja
(Freedman y Combs, 1996). Sin embargo, el concepto del diálogo en la obra de Bakhtin es
complejo(2) (Vice, 1997), y como Seikkula et al. (1995) señalaron, no puede ser descrito
simplemente como el opuesto del monólogo. Por el contrario, el monólogo puede
entenderse como parte de un dialogismo. En consecuencia, podemos hablar de diálogos
dialógicos y diálogos monológicos como cuando dos políticos hablan entre sí, tratando cada
uno de convencer al otro de la importancia de sus respectivas perspectivas. En cada
conversación existe una tensión dinámica entre las funciones monológicas y las funciones
dialógicas (Shotter, 1993). Esto ilustra parte de la complejidad del concepto de diálogo de
Bakhtin, del cual la estudiosa del trabajo de Bakhtin, Caryl Emerson (1997), escribe: "El
diálogo no es de ninguna manera una relación segura o garantizada. Sí, un 'tú' siempre está
potencialmente allí, pero es excepcionalmente frágil; El 'yo' debe crearlo (y ser creado por
él) en un gesto simultáneamente mutuo, una y otra vez, y viene sin ninguna autoridad
especial o promesa de constancia. . . . El desequilibrio es la norma "(pp. 229-230). Al
conceptualizar el diálogo como una interminable tarea, y al destacar la
“unfinalizability”(concepto Bakhtiniano que define al individuo como no finalizado,
completamente comprendido o etiquetado*) y singularidad de cada diálogo, Bakhtin deja
poco espacio para una dicotomía bueno/malo lo bastante limpia, o para una descripción del
papel del terapeuta en el proceso terapéutico como un oyente pasivo de la historia que el
cliente desarrolla en la sesión (Emerson, 1997; Morson y Emerson, 1990). Como veremos,
si optamos por considerar la terapia familiar como un diálogo en un sentido bakhtiniano de
la palabra, el lugar del terapeuta en el proceso terapéutico es éticamente menos inocente
que el de un oyente que intenta ponerse en los zapatos del otro.

EL LENGUAJE EN LA PRÁCTICA

El diálogo es una piedra angular de la filosofía del lenguaje de Mikhail Bakhtin. El escribe:
La vida por su propia naturaleza es dialógica. Vivir significa participar
en el diálogo: hacer preguntas, prestar atención, responder, estar de
acuerdo, y así sucesivamente. En este diálogo, una persona participa
enteramente y a lo largo de toda su vida: con sus ojos, labios, manos, alma,
espíritu, con todo su cuerpo y acciones. Invierte todo su ser en el discurso,
y este discurso entra en el tejido dialógico de la vida humana, en el
simposio mundial. (Bakhtin, 1984, página 293)
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Para Bakhtin (1981, 1984), el lenguaje existe sólo en las interacciones dialógicas de las
personas que lo usan, donde cada declaración está dirigida hacia alguien y adquiere su
significado en el contexto en continuo desarrollo que la gente va dando forma a través de su
interacción entre ellos. Como eslabones en una cadena sin fin, cada palabra que decimos
está conectada con las palabras que fueron dichas con anterioridad. En este sentido, la
perspectiva de Bakhtin es muy diferente a la perspectiva de lingüistas estructuralistas como
Chomsky (1957, 1965) y de Saussure (1974), quienes estudiaron el lenguaje como un
sistema matemático abstracto de signos que operan según reglas abstractas. Bakhtin, en
contraste, se centra en el lenguaje en la práctica, en los diálogos vivos, o en lo que Morson
y Emerson (1990) llaman "los prosaicos del lenguaje".

Inspirado por las ideas de Bakhtin, el construccionista social John Shotter (1993, 2000)
también otorga mucha importancia a la práctica de la palabra. Haciendo eco de Ludwig
Wittgenstein (1953), Shotter sostiene que el significado de las palabras depende del
contexto dialógico en el que las palabras se usan. Las palabras siempre son parte del
diálogo con los demás. Lo que decimos es una respuesta a lo que otros han dicho antes de
nosotros, y nuestras palabras son invitaciones a otros para hablar y dar su respuesta, o como
Bakhtin (1986) lo expusó:

Cualquier hablante es él mismo una persona que responde en mayor o menor


grado. No es, después de todo, el primer hablante que logra perturbar el eterno
silencio del universo. Y él presupone no sólo la existencia del sistema
lingüístico que está utilizando, sino también la existencia de enunciados
previos. Cualquier enunciado es un eslabón de una cadena muy compleja de
otras enunciados. (Págs. 68-69)

Caso 1: "Quiero hacer un dibujo"


Veamos ahora esto en la práctica clínica y escuchemos en una especie de experimento
mental a Erik de 8 años diciendo: "No quiero hablar, quiero hacer un dibujo." Él dice estas
palabras al principio de la primera sesión de terapia familiar cuando ve los crayones y papel
de dibujo sobre una mesa en la habitación. Estas palabras pueden entenderse como una
expresión del profundo deseo de Erik de hacer un dibujo. Sin embargo, en la perspectiva
que propongo aquí(3), inspirado en la visión dialógica de Bakhtin, en la que nos centramos
en el contexto social en el que las palabras se hablan, podemos considerar la forma en que
las palabras de Erik están conectadas con otras oraciones y otras palabras que se han
hablado en la sesión, pero también antes de la sesión. Están, por ejemplo, las palabras de la
madre de Erik, que le dijo que estaba preocupada por su llanto cada vez que lo dejaba en la
escuela. Erik también llora y gime cuando sus padres salen y él tiene que quedarse en casa
con una niñera. La madre está preocupada por Erik, y en los últimos meses, ella le ha dicho
varias veces que tal vez necesitaba ir a "un médico que habla" para explicarle a este médico
por qué llora tanto. Además, están las palabras del padre de Erik que estuvo de acuerdo con
la madre y añadió que Erik debería hablar con este médico acerca de sus miedos y sus
inseguridades. Están también las palabras del amigo de Erik, quién también asiste a una
terapia propia cada semana, y que le mencionó ayer a Erik que no le gustaba hablar con su
terapeuta. Y también están las palabras del maestro de Erik, quien una vez lo felicitó por
sus habilidades en dibujo. Y estaba este documental el mes pasado en el canal de los niños
en la televisión acerca de un niño que entró en terapia con sus padres, y entonces sus padres
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le dijeron durante sesión que iban a divorciarse. Cuando Erik vio ese documental recordó
las peleas entre su padre y su madre, y temía que también se divorciaran. Y, por supuesto,
también están palabras de Erik en sus conversaciones con su madre. Hasta hace poco, Erik
sostuvo que no necesitaba ayuda, porque no tenía ningún problema. Pero la semana pasada,
al parecer cambió de opinión después de tener varias pesadillas. No objetó cuando su madre
le propuso hacer una cita con el terapeuta. Sin embargo, se mantuvo temeroso de hablar,
porque si hablaba, podría recordar sus aterradoras pesadillas. Desde una perspectiva
bakhtiniana, todas estas palabras que se hablaron antes, y muchas más que no pueden ser
mencionadas aquí debido a limitaciones de espacio, están atadas a esta sencilla frase de
Erik en el comienzo de la primera reunión con el terapeuta familiar: "No quiero hablar,
quiero hacer un dibujo. "

Comprender el comprendimeinto. Si el significado de las palabras depende del contexto


en el que son habladas, y si las palabras están conectadas con una red de otras palabras,
podemos preguntarnos qué significa desde esta perspectiva dialógica el comprender a
alguien. En una visión convencional de la comunicación, comprender a alguien es lo mismo
que saber a qué parte de la realidad experiencial del hablante se refieren sus palabras. Para
comprender el significado intencional del cliente, el terapeuta tiene que ponerse a sí mismo
en los zapatos del cliente y tratar de captar lo que él / ella quiere transmitir. Penn y
Frankfurt (1994) hablan de personificación empática: "pretender ser como él otro para
comprenderlo" (p.222). Esta vista, sin embargo, no encaja en una perspectiva dialógica,
porque implica una visión que Wertsch (1991, p. 72) llama "modelo de transmisión de la
comunicación" en el que los significados se codifican en palabras y otros signos y luego
son transmitidos a un receptor (Edwards, 1997, Morson y Emerson, 1990). El receptor
entonces tiene que decodificar el signos para saber cuál es el mensaje que el remitente
quiere transmitir. Desde una perspectiva bakhtiniana, el modelo de transmisión es
problemático ya que se basa en supuestos monológicos (Wertsch, 1991).

En este artículo, adoptamos una visión dialógica en la que comprender no se considera


primordialmente como la captura del significado "exacto" de una palabra. La comprensión
dialógica no tiene que ver con el conocimiento representacional (sabiendo qué), sino sobre
el conocimiento práctico: saber cómo seguir adelante (Shotter, 1994; Wittgenstein, 1953).
Este tipo de comprensión encaja con una visión del lenguaje en la cual la función del
lenguaje no está en representar al mundo, sino en el coordinar de nuestras acciones en
conjunto (Shotter, 1993, 1994, 2000, Wittgenstein, 1953). Desde esta perspectiva, el
enfoque del terapeuta no se dirige en primer lugar al contenido de la historia-no es una
cuestión de datos o de información- sino más bien en la continuación de un diálogo sensible
con el cliente. Como lo dicen Shotter y Billig (1998): "Esto es de lo que la comprensión en
la práctica se trata: no es la comprensión de un panorama o una idea, sino simplemente la
continuación práctica del intercambio de una manera inteligible "(p. 25). En el ejemplo de
Erik quien al principio de la primera sesión dijo: "No quiero hablar, quiero hacer un
dibujo", no se trataría de conectar las palabras de Erik con algún significado intencional
detrás de las palabras, en su lugar implicaría lo que Anderson (1997) llama la creación de
un espacio dialógico-un espacio de posibilidades creadas en la conversación para albergar
múltiples ideas, creencias y opiniones, sin excluir voces importantes. Esto significa que el
terapeuta no busca información, ni busca conocimiento en un sentido representacional. En
lugar de eso, primero y ante todo, el terapeuta busca junto con Erik y su familia encontrar
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formas de tener un diálogo enriquecedor o, como lo llamaría Shotter (1994), saber cómo
seguir adelante en conjunto. En el caso de Erik y su familia esto podría hacerse ayudando a
la familia a dejar espacio en la sesión para las muchas voces conectadas con el enunciado
de Erik "No quiero hablar, quiero hacer un dibujo", y enlazar este enunciado con otras
palabras que fueron dichas antes. De este modo, surge un diálogo nuevo y único en el cual
se explora la naturaleza relacional de las palabras de Erik y en la que las palabras se
contextualizan como parte de la multiplicidad de voces en la familia. Y quizás, casi como
un subproducto, se pinta un panorama de esta familia más enriquecido en la mente del
terapeuta.

Conocimiento del tercer tipo. El concepto de "saber cómo seguir" se refiere a un tipo
especial de conocimiento que es muy diferente del conocimiento representacional
tradicional que está destinado a describir el mundo. Saber cómo seguir adelante se refiere a
un tipo de conocimiento práctico y encarnado, que Shotter (1993) llama conocimiento del
tercer tipo(4).

Este es el conocimiento que tiene que ver con nuestras anticipaciones y expectativas en
situaciones sociales, así como con el arsenal de respuestas y reacciones posibles que
tenemos a nuestra disposición. Es como dos bailarines que se mueven juntos con
movimientos bien coordinados. Sin saber realmente (en un sentido de representación) lo
que ocurrirá, anticipan mutuamente los movimientos del otro y responden el uno al otro con
nuevos movimientos. Este es un tipo de conocimiento incorporado, "a partir del cual la
personas son capaces de influenciarse mutuamente en su ser, en vez de influirse solo en sus
intelectos; es decir, "moverlos" realmente en lugar de simplemente "darles ideas" (Shotter,
1993, págs. 40-41). Es conocimiento implícito, en el sentido de que no presupone reflexión
o deliberación consciente, ni puede ser articulada por el individuo(5) . Sin embargo, puede
ser observado en las prácticas sociales cotidianas de una persona, al tiempo que él / ella
coordina sus acciones con otros. Es un conocimiento que parte desde dentro de nuestras
relaciones con los demás, y determina qué anticipar o esperar que suceda a continuación.
En contraste con los otros dos tipos de conocimiento (saber qué y saber cómo) mediante
este tercer tipo de conocimiento no nos experimentamos como individuos. En lugar de ello,
nos percibimos como involucrados y capacitados para participar en una situación social y
ser receptivo a ella. Esta tipo de conocimiento sólo se hace visible en el proceso de nuestra
interacción con los demás; por lo tanto sólo puede ser estudiado en los breves momentos
interactivos que caracterizan nuestra vida social cotidiana (Shotter, 1993).

La importancia de este conocimiento del tercer tipo para la práctica de la terapia familiar
se hace evidente cuando observamos a un terapeuta familiar trabajando con una familia.
Observamos que aunque los conocimiento teóricos y técnicos del terapeuta juega algún
papel en sus decisiones, sus acciones y sus intervenciones, la mayoría de las acciones del
terapeuta, no obstante, sólo pueden entenderse si nos centramos en las formas en que las
acciones del terapeuta y las acciones de los miembros de la familia se coordinan en una
danza colaborativa. En el continuo flujo de palabras y acciones podemos distinguir las
palabras y acciones del terapeuta, no sólo como reacciones a las palabras y acciones de los
miembros de la familia, sino también como acciones y palabras anticipadas o potenciales.
De la misma forma, los miembros de la familia reaccionan a las palabras del otro ya las
palabras del terapeuta, pero también a las palabras que fueron dichas con anterioridad, así
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como a las palabras que nunca fueron habladas sino sólo anticipadas. De esta manera la
terapia se presenta como un proceso dinámico y encarnado, en el que los participantes, cada
uno a su manera, están respondiendo los unos a los otros- "moviéndose" mutuamente, como
diría Shotter - y en el que juntos dan forma a la conversación terapéutica.

Negociación no hablada. Si el terapeuta y los miembros de la familia dan forma a la


conversación terapéutica conjuntamente, la cuestión puede plantearse sobre cómo se hace
esto. La respuesta es: en el flujo de su interacción los participantes de la conversación se
invitan mutuamente a interactuar de ciertas maneras, y a través de las negociaciones
implícitas y no habladas, las reglas de conducta y las expectativas de la conversación se
crean en la práctica. Se puede comparar con el baile: está la invitación a bailar, el otro
acepta la invitación, y luego hay la danza en la que los participantes se están orientando
mutuamente sin palabras, unidos en un flujo de interacción, creando la danza en la práctica
actual del baile. Gergen (1999) ilustra esta idea cuando él da el ejemplo de dos personas
que se encuentran en la calle. Uno le da la mano, como una invitación para un apretón de
manos. Esto es lo que Gergen llama "un candidato para el significado" (p.145). Si la otra
persona acepta esta invitación y también extiende su mano, entonces hay un apretón de
manos. De este modo, un significado particular es creado. Si la otra persona, sin embargo,
ignora la mano de la primera persona y da un beso, esta persona invita al primero a
considerar su amistad como demasiado íntima y preciosa para un mero apretón de manos.
Si la primer persona reacciona cálidamente al beso, acepta el significado propuesto. De esta
forma, las acciones una persona son el complemento de las acciones de la otra, y crean
significado juntos a través de esta negociación tácita. Eso significa que no tengo un control
completo sobre el significado de mis palabras y mis acciones. "Te necesito para poder
significar algo", escribe Gergen (1999, p.146). El potencial de significado sólo se realiza
mediante la acción complementaria de otros, o como diría Bakhtin, el significado de los
enunciados del hablante están conformados por las respuestas del oyente (Bakhtin, 1981,
1986).

No es difícil observar este proceso implícito de negociación en la práctica de la terapia


familiar. La manera en que el terapeuta y los miembros de la familia se reúnen y encarnan
su diálogo puede ser visto como el reflejo de tal negociación tácita sobre las reglas de la
conversación: ¿Quién habla en esta conversación y quién permanece en silencio? ¿De qué
se habla y qué no se dice? ¿Cuál es el propósito de esta conversación? ¿Quién asume el
riesgo de empezar a hablar de temas dolorosos y difíciles? ¿Quién asume la responsabilidad
de hablar cuando la tensión sube? ¿Cuál es el comportamiento aceptable en esta
conversación, y qué es inaceptable? Y así. Todas estas preguntas sobre la manera en la que
el terapeuta y los miembros de la familia van a encarnar la sesión, se responden
implícitamente en la forma en que las invitaciones para significados son manejadas en la
práctica de la interacción con mutua, especialmente en la primera reunión.

Caso 2: "No puedo dibujar una casa"


Un simple ejemplo de caso puede aclarar este punto. Una madre soltera pidió terapia
para su única hija, Ana, quien tiene 9 años. Madre dice que Ana tiene problemas de
comportamiento desde que el padre de Ana murió hace 2 años. En la primera sesión, la niña
hace un dibujo mientras su madre está hablando con el terapeuta familiar. Entonces la niña
muestra el dibujo al terapeuta y dice: "Esta es mi madre". El terapeuta mira el dibujo y
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luego mira a la madre y comenta: "Qué dibujo maravilloso. Luce exactamente como tu
verdadera madre. Eres un artista maravillosa”. Ana está radiante de orgullo. Más adelante
en la sesión, el terapeuta le pide a la niña que hacer un dibujo de una casa. Sin embargo
Ana se niega, diciendo: "No puedo dibujar una casa." Esta negativa sorprende al terapeuta.
Intenta nuevamente convencer a la niña para hacer un dibujo de una casa, diciendo que no
es tan difícil hacer un dibujo de una casa, pero ella se niega de nuevo. Es notable que Ana
primero hace un dibujo y luego se niega a hacer otro. ¿Cómo podemos dar sentido a sus
palabras, que ella no puede dibujar una casa, cuando pareciera ser una dibujante hábil?
Podemos tener todo tipo de ideas e historias diferentes sobre el respuestas a estas preguntas,
y sobre lo que significa el rechazo de la niña y sobre cómo el terapeuta debe manejar esta
sesión.
Una manera de dar sentido a lo que sucedió en la sesión es decir que ha tomado lugar una
negociación sobre las reglas y expectativas de la conversación-el terapeuta y la niña estaban
negociando sobre si dibujar o no. Si elegimos examinar la sesión desde ésta perspectiva,
podemos decir que también hubo otra negociación en esta viñeta, una negociación tácita, no
sobre dibujo, sino sobre qué constituye un "dibujo maravilloso". En su reacción al primer
dibujo, el terapeuta propuso implícitamente que "un dibujo maravilloso" es un dibujo que
se asemeja a la realidad, y mostró que los dibujos maravillosos son importante para él al
reaccionar con entusiasmo al primer dibujo que hizo la chica. Ana acepto la invitación del
terapeuta a considerar un dibujo maravilloso como un dibujo que se asemeja a la realidad.
Ella no protestó contra su palabras, y quizás más importante, ella aceptó sus elogios y se
sintió orgullosa. En cierto sentido, ella estaba siendo cómplice de un contexto dialógico en
el que se espera que los dibujos sean "maravillosos", y en los cuales el significado implícito
de un "dibujo maravilloso" es que éste se asemeja a la realidad. Así, cuando el terapeuta
propuso a la niña dibujar una casa, la niña se encontró frente a una tarea difícil. La chica
comprendió implícitamente que el terapeuta no quería cualquier dibujo. Él esperaba "un
dibujo maravilloso" de parte de ella, que se pareciera a la realidad. Ella, sin embargo, se
negó a dibujar diciendo "no puedo dibujar una casa." ¿Quizás ella no quería arriesgarse a
fallar? ¿Acaso tenía miedo de que su dibujo decepcionara al terapeuta? ¿O estaba probando
al terapeuta y quería evaluar si tenía el derecho de decir "no" en esta nueva relación? Una
vez más, esto es sólo una manera de ver lo que sucedió en la sesión. No pretendo afirmar
que ésta es la única manera verdadera de mirar esta viñeta. Sin embargo, es una perspectiva
valiosa, porque llama la atención de los terapeutas a aspectos del proceso dialógico que de
otro modo podrían permanecer desapercibidos. Esta perspectiva enfoca particularmente
nuestra atención en lo que las personas vivientes hacen juntos, cómo buscan formas de
coordinar sus acciones y cómo crean significados en su interacción, sin negociaciones
verbales explícitas. Si el terapeuta eligiera mirar este caso desde la perspectiva en la que la
niña está tratando de adivinar lo que se espera de ella, y que una negociación tácita sobre el
diálogo está sucediendo entre él y la chica, se vería enfrentado ante la complejidad de una
reunión terapéutica en la que un cumplido amistoso puede poner una presión sutil sobre un
niño. Esta perspectiva podría inspirarle a buscar nuevas maneras de crear un contexto
terapéutico más amigable con los niños, para que el niño pueda sentirse libre de expresarse
en sus dibujos, sin el temor de ser evaluados o juzgados.

Comprensión dialógica. En una perspectiva dialógica, la comprensión (saber cómo


seguir adelante) es no pasiva (Shotter, 1994). Según Bakhtin (1986), la comprensión es un
proceso activo y sensible que se origina de la participación en las conversaciones. Él habla
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de la comprensión dialógica y escribe: "Toda comprensión real e integral es activamente


responsiva, y no constituye otra cosa más que la inicial etapa preparatoria de una respuesta"
(Bakhtin, 1986, p.69). Bakhtin también afirma que la comprensión real no duplica algún
conocimiento del hablante en la mente del oyente. La comprensión dialógica crea algo
nuevo. Según Bakhtin (1986), el entendimiento dialógico se refiere a un tipo especial de
diálogo en el que el significado de una persona entra en contacto con otro significado de
otra persona. Este diálogo es creativo, en el sentido de que da lugar a nuevos significados
valiosos que son diferentes de los dos significados originales. Bakhtin (1986) subraya la
importancia de la "exotopia"(outsideness) en la comprensión dialógica(6). Señala que la
posibilidad de ver el mundo a través de los ojos del otro "es una parte necesaria del proceso
de comprender ", y luego añade:" pero si fuera el único aspecto de esta comprensión,
simplemente sería duplicación y no implicaría nada nuevo o enriquecedor" (Bakhtin, 1986,
p.7). Bakhtin no está satisfecho con la comprensión que implica una mera duplicación,
porque según él, el orador "no espera entendimiento pasivo que, por así decirlo, sólo
duplicará su propia idea en la mente de otra persona "(Bakhtin, 1986, pág. 69). En cambio,
el orador está orientado hacia una comprensión receptiva y creativa. Por eso, “para
comprender, es muy importante que la persona que comprende se encuentre fuera del
objeto de su comprensión creativa" (Bakhtin, 1986, pág. 7, cursiva en original). Bakhtin
(1986) incluso llama a la extropia como "el factor más poderoso en la comprensión" (p.7),
porque sólo la extropia –o una posición de diferencia-crea la posibilidad de un diálogo
enriquecedor. Es interesante ver que estas ideas de Bakhtin se conectan con la idea del
terapeuta familiar Flaskas (2002) de que hay una diferencia entre acercarse a la empatía
terapéutica desde una postura de un terapeuta individual y desde una postura de terapeuta
familiar. Para un terapeuta individual, reflejar lo que el consultante dijo es la técnica
principal de transmitir empatía, demostrando por lo tanto que el terapeuta comprende al
cliente. En el contexto de la terapia familiar, sin embargo, una postura de curiosidad, que
parte de la diferencia, es más importante que reflejar de nuevo lo dicho por el consultante:

Al tratar de pensar en la experiencia de otra persona y reflejarla de


regreso en palabras, la imaginación creativa de la empatía utiliza una
identificación con el cliente - "ponerse en los zapatos del otro". Por otro
lado, cuando uno está escuchando desde una postura de curiosidad, la
imaginación creativa de la empatía parte desde un punto de diferencia -
incluso desconocimiento- que se mantiene junto con un enfoque
inquebrantable de tratar de entender la experiencia del otro. (Flaskas,
2002, página 158)

Aunque ella escribe que ver a las familias llama fuertemente a la curiosidad y a una
orientación de la diferencia, Flaskas enfatiza la importancia de la flexibilidad terapéutica
para moverse entre los intervalos hacia delante y atrás entre una posición de identificación
y una posición de diferencia o de exotopia (outsideness).

Diálogo interno. En la conversación terapéutica, la exterioridad del terapeuta se refleja a


menudo en las preguntas que se evocan en su propia conversación interna (Rober, 1999,
2002, 2004). Esta idea de la importancia de la conversación interna está influenciada por el
trabajo tanto de Voloshinov (1973) como de Bakhtin (1986), quienes han desarrollado un
modelo de la “mismedad” en términos del habla interna. Bakhtin (1984) describe el “si-
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mismo” como un complejo diálogo interno entre numerosas voces internas(7): "a menudo
una lucha de voces discrepantes unas con otras, voces (y palabras) hablando desde
posiciones distintas y comprometidos en diferentes grados y tipos de autoridad "(Morson &
Emerson, 1990, p.218). Como tal, para Bakhtin, el si-mismo se asemeja a la novela que,
como el si-mismo, es un complejo diálogo de diversas voces y modos de hablar, cada uno
incorporando un sentido particular del mundo (Morson y Emerson, 1990). Bakhtin estudió
novelas de Dostoyevski, Tolstói, Cervantes, y muchos otros. En su libro sobre Dostoievski
(Bakhtin, 1984) él, por ejemplo, estudió la conversación interna del estudiante Raskolnikov
de Crimen y Castigo. Raskolnikov recibe una carta de su madre, y entiende que el
matrimonio de su hermana es un sacrificio hecho a favor de él. En su diálogo interior las
voces de su madre, su hermana y otras personas mencionadas en la carta pueden ser
escuchadas, al igual que las voces de otros anónimos. Bakhtin sostiene que el discurso
interno de Raskolnikov consiste en respuestas y reacciones a las voces de otros que ha oído,
leído o imaginado recientemente (Bakhtin, 1984).

Como Bakhtin, Voloshinov (1973) describe el habla interna como una red de impresiones
ligadas la una a la otra y que se asemejan a las líneas alternantes de un diálogo. Sostiene
que, a partir de la complejidad de la discurso interno, se hace una pronunciación que no
sólo está determinada por la vida interior del hablante sino también por la situación
dialógica: "El enunciado exteriorizado y actualizado es una isla que se levanta del mar
ilimitado del habla interior; las dimensiones de esta isla están determinadas por la situación
particular del enunciado y su público "(Voloshinov, 1973, pág. 96, cursiva en el original).

Enfocando nuestra atención a la práctica de la terapia familiar, está claro que estas ideas
de Bakhtin y Voloshinov sobre el diálogo interno contribuye a una comprensión más rica
de lo que sucede en la sesión al significar que la historia contada por el cliente no es una
historia que existe ya prefabricada en la cabeza del cliente. Existe una multitud de historias
en la cabeza del cliente, un mar ilimitado de voces internas, y la historia que el cliente
realmente cuenta en la sesión es una selección de estas voces internas. En esta selección, la
situación dialógica en la que el cliente habla juega un papel crucial. También hay otra
manera en la que, tanto las ideas de Voloshinov como las de Bakhtin sobre la conversación
interna pueden ser inspiradoras para los terapeutas familiares. En los últimos años, en lugar
de centrarse en la múltiples voces internas del cliente, algunos terapeutas familiares se han
concentrado en el diálogo interno del terapeuta (por ejemplo, Andersen, 1995; Anderson,
1997; Anderson y Goolishian, 1988; Penn & Frankfurter, 1994; Rober, 1999, 2002, 2004).
Anderson y Goolishian (1988) afirmaron que el terapeuta mantiene una conversación
dialógica consigo mismo, siendo éste el punto de partida de sus preguntas. Esta
conversación dialógica ha sido llamada la conversación interna del terapeuta (Rober, 1999,
2002, 2004) y puede ser descrita como una polifonía de voces internas (Bakhtin, 1981,
1984, Voloshinov, 1973). Esta polifonía puede concebirse como una concepción alternativa
del controvertido concepto del no-saber(Anderson & Goolishian, 1992). El terapeuta toma
una postura de no-saber en la sesión, no debido al vacío de su propia conversación interior,
sino por su riqueza polifónica. Estar en el no-saber como terapeuta, significa entonces
evitar conversaciones internas monológicas y mantenerse en contacto con la complejidad,
la incertidumbre y la “unfinalizability” que es el resultado de la multiplicidad de voces en
las conversaciones internas del terapeuta (Rober, 2002). A partir de esto queda claro que la
idea del terapeuta éticamente inocente que escucha el despliegue de la historia del cliente
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no cabe en la perspectiva dialógica. Para Bakhtin, escuchar es algo más que estar
simplemente abierto a una historia que el cliente cuenta. El oyente no es un espectador
inocente, ni es un receptor pasivo de un mensaje. Por el contrario, el oyente es un
participante activo en la interacción dialógica mientras se prepara a si mismo para
responder a lo que se está escuchando: "O bien está de acuerdo o no con él (total o
parcialmente), lo aumenta, lo aplica, se prepara para su ejecución, etc. "(Bakhtin, 1986,
p.68). De esta manera, cuando un terapeuta familiar escucha a sus clientes hablar, el
terapeuta no sólo está registrando las palabras del cliente. En su lugar, las palabras del
cliente se reflejan en su conversación interior, suscitando varias voces internas. Entonces el
terapeuta responde a las palabras del cliente y esta respuesta es seguida por otras
respuestas. Del juego repetitivo de hablar y responder, los significados de las palabras
emergen. Desde esta perspectiva dialógica, la terapeuta no es en un primer lugar descrito
como un terapeuta en el no-saber, sino como un terapeuta activo y receptivo que no solo
escucha las diferentes historias de los miembros de la familia, sino que también está abierto
a la multiplicidad de voces internas que se evocan en su conversación interior por las
palabras de los clientes.

Caso 3: "Hablaremos de esto más tarde"


Estaba enseñando a mis estudiantes sobre la terapia familiar y sobre la importancia de
los dibujos infantiles en la terapia familiar. Una estudiante, Lisa, dijo que en sus terapias los
niños rara vez hacen dibujos con algún sentido durante la sesión. Decidimos hablar de una
cinta de video sobre un caso manejado por esta estudiante para ver si podríamos encontrar
una manera de entender por qué sus pacientes niños no se sienten inclinados a hacer dibujos
durante la sesión. La cinta de video fue de una primera sesión con Steve, un niño de 7 años
que experimentaba un problema de sueño. Steve, su hermana de 5 años de edad, y sus
padres estuvieron presentes en la sesión. Lisa habló con Steve y sus padres acerca de los
hábitos de dormir de Steve. Entonces la niña se acerco a Lisa mostrándole un dibujo de un
manzano y una casa (con humo saliendo de la chimenea). Lisa tomó el dibujo, lo puso
sobre la mesa y le dijo: la niña: "Gracias, hablaremos de esto más tarde." Luego se volvió
hacia los padres y dijo: "Pero primero quiero para entender lo que está mal con Steve ". En
el resto de la sesión, Lisa hizo preguntas sobre la historia del problema del sueño de Steve y
de su vida familiar. La niña ya no hacía dibujos; tampoco volvió a acercarse al terapeuta.
Ella jugó solo con algunas muñecas.

Le pregunté a Lisa cuál había sido su objetivo en esa primera sesión. Ella dijo que quería
recopilar información de la familia para que pudiera diagnosticar al niño y luego planear la
intervención. "Necesito información para poder analizar el problema", explicó, "¿De qué
otra forma puedo ayudarlos?"

Hay varias respuestas valiosas posibles a la pregunta de Lisa sobre cómo puede ella
ayudar a la familia. A partir de una perspectiva de la terapia familiar como un encuentro
entre personas vivas, esta es la historia de lo que pasó durante la primer sesión de Lisa: la
niña tomó la iniciativa de hacer contacto con Lisa. Le mostró a Lisa su dibujo. Se podría
argumentar que, al hacerlo, invitó a Lisa a dialogar-como si la invitase a bailar. Lisa, sin
embargo, por alguna razón no estaba dispuesta a bailar con la chica y se centró en el
contenido de la conversación con otros miembros de la familia. Lisa quería información de
parte de Steve y sus padres, y optó por posponer la conversación con la niña sobre su dibujo
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hasta la siguiente sesión. Por lo tanto, la niña se retiró y jugó por su cuenta el resto de la
sesión. Desde nuestra perspectiva dialógica, sólo podemos preguntarnos si, en la próxima
sesión, la niña se arriesgará nuevamente a invitar a la terapeuta a bailar, porque el contexto
terapéutico que surgió de la interacción entre Lisa y los miembros de la familia era un
contexto en el que parecía que no había espacio para los niños, ni para sus dibujos. Esto es
una lástima, especialmente para una terapeuta familiar como Lisa, que desea que todos sus
clientes, incluyendo a los niños, tengan una voz en la sesión(8).

DISCUSIÓN

Los resultados de las investigaciones sobre la terapia señalan una y otra vez la
importancia de la relación terapéutica y otros factores no específicos (Hubble, Duncan y
Miller, 1999; Luborsky, Singer, & Luborsky, 1975; Wampold, 2000). Sin embargo, a pesar
de algunas excepciones dignas de mención (por ejemplo, Flaskas y Perlesz, 1996, Gilligan,
1997; Rambo, Heath, & Chenail, 1993), los practicantes de la terapia familiar cuentan con
pocos recursos conceptuales a su disposición para hablar y reflexionar con algún detalle
sobre la relación terapéutica en la práctica de terapia familiar. Campbell y Draper (1996) se
han referido a esta deficiencia como "una brecha en el campo" (p. Xi). Cuando los
profesionales de la terapia familiar quieren hablar de las dificultades y dilemas que
experimentan en su trabajo, a menudo tienen que confiar en conceptos que se prestan de
terapeutas individuales, como la identificación proyectiva (Flaskas, 2002, Scharff, 1992), el
apego (Byng-Hall, 1995), la transferencia (Flaskas, 2002), o principios generales sobre la
postura del terapeuta, como la neutralidad (Selvini-Palazzoli, Boscolo, Cecchin, Prata,
1980), curiosidad (Cecchin, 1987), el no-saber (Anderson & Goolishian, 1992). Aunque
indudablemente importantes, estos conceptos y principios no abordan la complejidad de los
procesos relacionales del encuentro terapéutico familiar en la práctica de una manera
satisfactoria. Además de estos conceptos y principios, necesitamos conceptos que capten
mejor la mutualidad y la actividad compartida de una relación. Es en este contexto en que
la idea de que la terapia familiar puede ser concebida como un diálogo podría ofrecer una
perspectiva fresca y prometedora. En este artículo, la pregunta que se plantea es si el
concepto de diálogo como un encuentro de personas vivas puede ayudarnos a hablar de
algo que está allí todo el tiempo en nuestras prácticas terapéuticas familiares, aunque a
veces desapercibido-algo de lo que es difícil hablar porque carecemos de las herramientas
conceptuales: la naturaleza de la terapia familiar creada relacional y receptivamente.

Cabe señalar, sin embargo, que una conversación terapéutica familiar es muy compleja,
y que una la descripción de la terapia familiar como diálogo entre personas vivas es
inevitablemente reduccionista. Se enfoca en la terapia como una conversación, y oscurece
que una conversación terapéutica no es sólo una conversación al estar anclada en
tradiciones y rituales sociales y culturales específicos, así como en contextos materiales
particulares. Están la sala de consulta y las sillas, así como la puerta para entrar y salir de la
habitación. Están los rituales en los que se incrusta el encuentro. Está la secretaria que abre
la puerta principal. Está la espera en la sala de espera y el saludo formal con el terapeuta. El
terapeuta es un hombre o una mujer; él o ella es negro, amarillo, marrón, o blanco; él o ella
es una cierta edad, y así sucesivamente. Están el silencio y la vacilación, entonces comienza
el juego repetitivo de preguntas y respuestas. El terapeuta escucha y toma notas, utilizando
las palabras y conceptos que ha aprendido en la universidad, mientras que la los miembros
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de la familia cuentan sus historias de dolor y sufrimiento, usando las palabras que ellos
piensan que el terapeuta podría entender. Finalmente, después de una hora, la sesión ha
terminado, los miembros de la familia se preparan para irse a casa, y el dinero cambia de
manos. Visto así, una conversación terapéutica no se puede ser descrita como sólo una
conversación. Claramente, tiene características que lo distinguen de otros tipos de
conversaciónes (por ejemplo, la diferencia entre terapeuta y clientes en términos de
responsabilidad, poder, rol, etc.). Como han demostrado varios autores, estos características
se pueden discutir desde una perspectiva dialógica. Anderson (1997), por ejemplo, describe
la terapia como una conversación dialógica y también aborda cuestiones prácticas, tales
como arreglos de espacio, toma de notas, citas, y así sucesivamente; Rober (2002) escribe
sobre la hipótetización constructiva del terapeuta en la terapia dialógica; Seikkula (2002)
explora la contribución de diálogos abiertos al tratamiento de pacientes psicóticos;
Guilfoyle (2003) examina la cuestión del poder en la práctica de la terapia familiar
dialógica; y Seikkula, Arnkil y Eriksson (2003) presentan dos métodos innovadores
basados en diálogos orientados a la red.

Todas acercan un enfoque dialógico a la terapia hacia enfoque más claro, abordando temas
que distinguen la conversación terapéutica dialógica de otros tipos de conversaciones y de
otros tipos de conversaciónes terapéutica. El enfoque de este artículo se relaciona
estrechamente con estas ideas sobre una terapia dialógica; sin embargo, como he escogido
describir la terapia como un encuentro de personas vivas, la práctica de la terapia se ve
desde un ángulo diferente. Este artículo no está promoviendo un modelo terapéutico
familiar específico, ni propone nuevas técnicas o estrategias. En cambio, en este artículo he
propuesto una perspectiva-una forma de en nuestro trabajo como una herramienta que nos
permite hablar de nuestro trabajo, y reflexionar la mutualidad de la relación terapéutica y
sobre la complejidad de la comprensión. En esta perspectiva se pone el foco algunas de las
cosas que la terapia tiene en común con otros tipos de conversación. Se considera una
reunión de personas vivas. Aunque esta perspectiva puede ofrecer algunas comprensiones
nuevas y frescas sobre la complejidad del encuentro terapéutico, deja en la obscuridad lo
que es específico de la conversación terapéutica. De hecho, las ideas de Bakhtin sobre el
diálogo y la comprensión dialógica reflejan una visión sobre los seres humanos que destaca,
no el contexto material o los patrones repetitivos observables, ni el propósito o método
terapéutico, sino la imprevisibilidad de la vida y la singularidad de los seres humanos.
Según Bakhtin, el diálogo crea algo nuevo y único. Para él, el significado de la palabra que
se habla no trata sobre la mera expresión verbal de algo que existe en la persona,
racionalizado, finalizado y fijo (un sentimiento, una memoria, una opinión, etc.). Por el
contrario, la palabra crea algo que no existía antes (Bakhtin, 1986). Cada diálogo es único,
y cada conversación es nueva. Es imposible repetir un diálogo. El segundo el diálogo nunca
sería el mismo diálogo que el primero. Es siempre una repetición y, por extraño que suene,
por lo tanto, es algo nuevo.

Es en esos diálogos únicos, en esos momentos breves y fugaces, que nos expresamos y
compartimos nuestra vida interior única con otros (Shotter, 1993). Es también en estos
momentos que nosotros, como terapeutas, damos forma a la relación que tenemos con
nuestros clientes y lo que hacemos juntos. Los terapeutas nunca tienen un control completo
sobre los significados de sus acciones y sus palabras. De hecho, las palabras que terapeutas
dicen, así como sus acciones, son todos "candidatos para el significado" (Gergen, 1999,
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p.146): Son invitaciones a nuestros clientes para que participen en nuestro mundo. "¿Te
gustaría bailar conmigo y así unirte a mi mundo? ¿A mi opinión de vida y relaciones? ¿A
mi opinión de la terapia?". También las palabras y los comportamientos del cliente son
invitaciones. Ellos invitan al terapeuta a bailar y así unirse a ellos en sus vidas y sus
relaciones.

CONCLUSIÓN

En este artículo, la terapia familiar fue vista desde una perspectiva inspirada en algunas
ideas de Bakhtin y Voloshinov. No era mi objetivo demostrar con este artículo la
superioridad de estas ideas sobre la ideas de otros teóricos del diálogo, el lenguaje y la
comunicación, como Buber (1965, 1970), Merleau- Ponty (1962), Foucault (1972, 1980), o
Derrida (1978). Si otros teóricos hubiesen sido escogidos como inspiración para nuestro
perspectiva, sin duda se habrian destacado otros aspectos interesantes de la interacción
dialógica y se habría llegado a conclusiones diferentes. El objetivo principal de este artículo
fue ilustrar que algunos de los conceptos Bakhtinianos resultan útiles para guiar nuestra
atención a algunos de los aspectos relacionales de la terapia familiar. En este sentido, este
artículo se relaciona estrechamente con el trabajo de Seltzer y Seltzer (2004), que emplean
un conjunto de conceptos desarrollados por Bakhtin para ver el lenguaje en la práctica
terapéutica.

"Necesito información para poder analizar el problema". Lisa me dijo (véase el caso 3),
"¿De qué otra manera puedo ayudar a la familia? "Con esta pregunta, Lisa señaló la
responsabilidad principal del terapeuta. La familia presenta dolor o angustia, y el terapeuta
es solicitado para ayudarles y para encontrar una salida a su dilema. Para Lisa, era lógico
que un terapeuta necesitase información para ayudar a la familia y, por supuesto, es
correcto. Sin embargo, si optamos por considerar la terapia familiar como un diálogo en el
sentido bakhtiniano, el enfoque del terapeuta no se encuentra primordialmente en la
recolección de información o en el análisis del problema presentado. Ni saber ni no-saber
son la primera preocupación del terapeuta. En cambio, el terapeuta es un oyente activo y
receptivo. Moviéndose hacia adelante y hacia atrás entre las posiciones de identificación y
exterioridad, logra comprender, en el sentido en que él/ella sabe cómo continuar con la
conversación de tal manera que el contexto está hecho para dar cabida a la multiplicidad de
voces de la familia. El terapeuta no sólo está interesado en la igualdad, sino también en la
diferencia, como está abierto a los significados nuevos e inesperados que surgen en la
sesión y permanece en contacto con la complejidad, la incertidumbre y la unfinalizability de
su conversación interior. El objetivo del terapeuta no es el conocimiento, ni la certeza, dado
que éstos terminarían con el dinámico proceso dialógico interior así como en la
conversación exterior. En cierto sentido, la principal preocupación del terapeuta es con la
vida. De hecho, si describen la terapia familiar como un diálogo en un sentido bakhtiniano,
se destaca la idea de que la terapia es primero y principalmente una reunión de personas
vivas, buscando encontrar formas de compartir la vida juntos por un corto tiempo. Y, desde
esa perspectiva, esto es lo que vemos sucediendo en esta reunión: hay invitaciones,
negociaciones y bailes coordinados. Hay palabras y silencios llenos de lo que queda sin
decir. Hay tiempo y es irreversible-un flujo incesante de momentos, todo único, todo
sagrado, en el que estamos inmersos. Está la maravilla y el miedo, la belleza y la
incertidumbre, las buenas intenciones y el remordimiento. Hay dolor y amor, y todo lo que
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se encuentra en medio. Así de frágil es un diálogo entre personas vivas. Así es como está
repleto de potencial.

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Notas

(1) Durante su carrera Bakhtin ha trabajado en diversos colectivos intelectuales, en los


que los miembros trabajaron y escribieron juntos. Esto produjo algunas
publicaciones cuya autoría no está clara. Por ejemplo, el trabajo de Voloshinov
(1973) a menudo se ha atribuido a Bakhtin, por ejemplo por Clark y Holquist
(1984). Otros autores como Morson y Emerson (1990) afirman que Bakhtin no
escribió el libro de Voloshinov. A pesar de la gran cantidad de investigación, no hay
claridad sobre el tema. Por lo tanto, asumiré que Bakhtin estuvo involucrado en la
autoría del texto de Voloshinov, aunque lo más probable es que no lo escribió él
mismo.
(2) De acuerdo con Vice (1997), la complejidad del concepto de "diálogo" en la obra de
Bakhtin se debe en parte a la propia ambigüedad de Bakhtin hacia el concepto. Él lo
utiliza para referirse a una cualidad definitoria del propio lenguaje, y también para
referirse a instancias particulares del lenguaje. En este artículo, utilizamos "diálogo"
en el primer sentido amplio, como propiedad de todo el lenguaje porque, como
señala Vice, en ese sentido adquiere su características, “como ‘la mezcla de las
intenciones del hablante y el oyente’, la creación de significado a partir de las
expresiones pasadas y la necesidad constante de que las expresiones se posicionen
en relación con otras”(Vice, 1997, p. 45).
(3) En la reflexión científica y la investigación sobre la psicoterapia, la búsqueda se
dirige tanto hacia las verdades nuevas o nuevos descubrimientos, así como formas
útiles para entender y hablar sobre lo que ya hemos visto y oído (Stiles, 1999).
Según la perspectiva dialógica que propongo en este artículo, en el análisis de un
caso el analista toma inevitablemente una posición frente al objeto de su análisis (el
caso). En el espíritu del principio dialógico de la multiplicidad, el analista tiene que
ser consciente, sin embargo, de que existen otros perspectivas para el caso. Por lo
tanto, en este artículo no se hace ningún reclamo de objetividad. En lugar de hacer
reclamos sobre la verdad de las interpretaciones realizadas en este análisis, mi
intención es ilustrar la utilidad de una perspectiva dialógica para la práctica de la
terapia familiar. Quiero mostrar que esta perspectiva ofrece herramientas
conceptuales valiosas que pueden enriquecer nuestro pensamiento y discurso sobre
las complejidades de un relación terapéutica familiar en la práctica. Se invita a otros
analistas a abordar este caso (y los otros casos en el artículo) desde sus perspectivas.
Ellos podrían optar por analizar la viñeta de caso de maneras muy diferentes, y ellos
llegarán a conclusiones diferentes. Esta multiplicidad de perspectivas enriquece el
diálogo sobre la complejidad de la construcción de significado en la práctica de
terapia familiar.
Journal of Marital and Family Therapy
October 2005, Vol. 31, No. 4, 385–397

(4) El conocimiento del primer tipo es un conocimiento representacional de tipo teórico


(saber qué), y el conocimiento del segundo tipo es un conocimiento técnico de una
habilidad o un arte (saber cómo).
(5) Las ideas de Shotter sobre el conocimiento del tercer tipo se relacionan con los
resultados de la investigación sobre conocimiento del practicante. Esta investigación
destaca la importancia de los tipos de conocimiento tácitos en nuestra toma de
decisiones como profesionales (Atkinson y Claxton, 2000, Hogarth, 2001, Moon,
2004, Schön, 1983). Además, en las ideas de Shotter sobre las huellas del
conocimiento implícito también se pueden encontrar en la obra de Merleau-Ponty,
quien describe a los individuos como sujetos del cuerpo. A través de su interacción
corporal con el mundo, los sujetos del cuerpo construyen anticipaciones tácitas
sobre cómo actuar y encontrarse con el mundo. Se trata de un conocimiento
preconsciente e intencional comprometido con el mundo circundante (Merleau-
Ponty, 1962).
(6) En el capítulo cinco de “Los primeros cien años de Mikhail Bakhtin” (1997) de
Caryl Emerson se puede encontrar una interesante discusión sobre el concepto de
"exterioridad" (outsideness). En ese capítulo también compara la opinión de
Bakhtin sobre diálogo con la relación yo-tú de Buber.
(7) De hecho, Bakhtin ha tenido varias fases en su trabajo. Esta concepción del si-
mismo como una conversación interior proviene de su llamado período novelístico
(Morson y Emerson, 1990).
(8) En respuesta a la presentación del caso de Lisa, he seleccionado para este artículo
ejemplos de situaciones clínicas que tienen que ver con los dibujos de los niños en
la sesión de terapia familiar. Por supuesto, las ideas de este artículo podría haberse
ilustrado con otros ejemplos también. Además, podría ser importante añadir que, ya
que los ejemplos se eligen como un medio para ilustrar la idea general de la terapia
familiar como un diálogo, muchas de las cuestiones importantes sobre los dibujos
de los niños en la terapia familiar no se tratan en este artículo.

*Comentario de la traductora

Traducido por: Salma Ledón Chávez

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