CONTROL

Una paradoja del Control:

Ilusión y
Probabilidad

Las acciones en control, y a la larga, cualquiera de nuestras acciones

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humanas, constituyen verdaderas cadenas de estímulos y reacciones, las

cuales se expanden hasta niveles indeterminados por parte del observador
del fenómeno que buscamos conseguir; es decir, el control.

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 Resumen ejecutivo
Este artículo muestra dos visiones simultáneas
y coexistentes del control, las que, aunque
aparentemente antagónicas, pueden coexistir a
través de la superposición. Se analiza el control
entendido tanto como una probabilidad y como
una ilusión. De la misma forma, se considera el
fenómeno de la interdependencia manifiesta y
oculta de las variables concurrentes, y se justifica
la posibilidad de la aceptación de las dos visiones
de control actuando de manera simultánea y
antagónica a la vez.

Autores:
Jorge Díaz, es Profesor Asociado de la Facultad de
Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad
Austral de Chile. Sus áreas temáticas son Control de
Gestión. y Contabilidad Teórica.
Juan Hernangómez, es profesor visitante de la Universidad
Austral de Chile y Catedrático de Universidad en el área de
Organización de Empresas en la Universidad de Valladolid.

¿Somos realmente capaces de controlar algo?, ¿es posible saber si efec-

tivamente lo que denominamos control es un efecto de nuestras acciones
en pos de ello?, ¿Existe algún nivel de determinación entre las acciones que
emprendemos y los resultados esperados en relación al control?
Estas y otras preguntas similares tienden a ser pasadas por alto con
demasiada frecuencia, al punto que, cualquiera sea el concepto de control
que se maneje, generalmente se asume que las relaciones entre controlador
y controlado, se vinculan en dimensiones de “acción y reacción”, normal-
mente lineales, predeterminadas en su alcance y resultados, y prácticamente
siempre, articuladas a través de lógica causal.
Posiblemente, una mirada más extensa en torno al tema, nos permi-
tiera entender que cuando nos enfrentamos a cuestionamientos como los
anteriores, la lógica convencional resultara al menos insatisfactoria para res-
ponder problemas de mayor complejidad. Deberemos incursionar entonces
en aspectos no abordados tradicionalmente en las disciplinas vinculadas a la
gestión, buscando abrir perspectivas nuevas, opciones nuevas, independiente
de si los resultados alcanzados en estos procesos resultaran o no satisfactorios.
Las opciones deben transitarse antes de descartar su validez.

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Mientras no se demuestre, por una
parte, la predeterminación en una
intervención de control y, por otra,
El control como manifestación inducida de variedad en B (B´2) puede
considerarse como una probabilidad. El efecto de la intervención de control
en B, (B´2 - B2 ) es una ilusión.
Es ilusión de rango como fenómeno de modificación y alteración del
observado B, ocurriendo en una polaridad mental inducida por A sobre su
percepción de B variando desde mutación negativa en B respecto del sentido
esperado; neutralidad y mutación positiva en orden a su estimado.
Para que el efecto B´2 – B1 fuera un determinante real, B´2 tendría que

el efecto de la intervención, ambos
estados (probabilidad e ilusión),
seguirán considerándose como
superpuestos. Será el observador quien
colapse el universo hacia uno u otro
estado, dependiendo de sus acciones
conscientes.
Considerando que Control es una intervención de un A sobre un B, en
que A modifica un status de variedad de B, veamos de que forma podemos
entender las relaciones asociadas al problema.
Sea A un potencial controlador y B un potencial controlado, las acciones
de control de la relación A – B, operarán en un continuo con intervencio-
nes manifestadas como posiciones en torno a puntos temporales de dicho
continuo.
Sea V la variación autónoma probable estimada para B en B1 ….B2,
entonces la intervención de A generará una variación inducida desde B1
a B´2 en que:
(B´2 …. B2 ) corresponderá al impacto estimado de la intervención de
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ser un resultado determinado íntegramente por A. En este caso, TODO
el universo en que opera B sería de carácter finito, y la complejidad de la
relación A – B sería manejada en su totalidad por A, actuando éste a su
vez en un mundo de complejidad también acotada, finita y automanejada.
Esto requeriría de una comprobación hasta el momento imposible de de-
mostrar en mundos de complejidad indeterminada, asociados a problemas
de gestión.
Es probabilidad, vista como proceso de determinación apriorística de
un fenómeno, considerando la medición (B´2 - B2 ) se valida por la reite-
ración de sucesos similares con determinados grados de manifestación. Sin
embargo, la medición B´2 es una alteración dada por la propia medida de
lo observado; y B2 es una estimación sobre un recorrido libre desde un B1
que no fue transitado realmente de modo autónomo; por lo tanto, al ser
B2 una medida sobre un mundo irreal o ilusorio, el impacto estimado (B´2
- B2 ) también lo será.
El punto B2 no existe, puesto que no es una medida sino una mera
posibilidad, un punto imaginado en el futuro.
A todo lo anterior hay que adicionar que la medida interrumpe el con-
tinuo natural, para identificar puntos o posiciones arbitrarias. Así, cada
instante o cada punto de posición asumido como corte del continuo para
medir la intervención, muestra en si una situación irreal, dado que el carácter
dinámico de los fenómenos hará que cada punto visto como estático, en la
realidad no será más que un tránsito de n variables impactando o interac-
tuando en modificaciones simultáneas de la condición de B.
Veamos de que manera la visión del control como probabilidad puede en-
contrar alguna explicación a través del fenómeno de la interdependencia.
La Interdependencia Manifiesta y la Interdependencia Oculta.
Las acciones en control, y a la larga, cualquiera de nuestras acciones
humanas, constituyen verdaderas cadenas de estímulos y reacciones, las
cuales se expanden hasta niveles indeterminados por parte del observador del
fenómeno que buscamos conseguir; es decir, el control, como manifestación
de alteración de un determinado estatus de variedad.
Estas cadenas de estímulos generan respuestas, las cuales son a la
vez, estímulo de nuevas respuestas, abriendo un abanico de alteraciones
inducidas por las acciones que en este caso tipificamos como acciones de
control. En esta especie de abanico o árbol de estímulos – reacciones, nor-
malmente somos capaces de distinguir una o dos de las ramas principales
que aparentemente han sido creadas en la secuencia de efectos producidos
por nuestras intervenciones. Sin embargo, la mayoría de los efectos enca-
denados, gatillados por intervenciones conscientes en busca de alteraciones
de variedad de un B determinado, resultan invisibles para el A que busca
conseguir el control.
Hablamos entonces de interdependencia entre variables, las cuales
rompen la supuesta linealidad de las partes o elementos considerados

control. como relevantes en las decisiones de un eventual controlador en una

Si aceptamos que no es posible validar el tránsito B1 ….B2, (variación intervención de control.
autónoma de B) y dado que la intervención ocurre en el punto B1, el Así, en una intervención, resultará tanto o más importante que la de-
concepto de modificación de variedad de B que denominamos control, es terminación de las variables o elementos que intervienen, la identificación
simultáneamente ilusión y probabilidad. de las relaciones de interdependencia de esas variables. Sin embargo, en la

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mayoría de los casos, las variables participantes en el fenómeno serán mayores
que las variables identificadas por A, es decir, estaríamos frente a una parte
no explicada, pero si concurrente en el proceso de intervención. A, en este
momento se enfrenta a dos problemas difíciles de resolver, veamos:
Una parte del fenómeno no explicado, parece decirnos que, además de
las variables identificadas, existen muchas otras. Algunas ignoradas, sea por
desconocimiento, sea por lecturas incompletas de la complejidad inherente al
caso, sea por imposibilidad material de abrazar el fenómeno en su totalidad.
Sumado a esta exclusión consciente o inconsciente, un segundo problema
estaría constituido por una aparente interdependencia entre las variables
concurrentes o totales. Esta interdependencia genera alteraciones en las
partes componentes o asociadas al fenómeno de control, además de cruzar
las fronteras del caso particular, expandiéndose en una especie de sinapsis
cuya complejidad escapará a nuestra capacidad de decodificación.
Las intervenciones de un A sobre un B, sin embargo, normalmente aso-
cian los resultados de dichas intervenciones de control, a las consecuencias
de acciones desarrolladas en el marco de una lógica normalmente lineal,
causal y vinculada a las variables identificadas por A.
La interdependencia de variables estaría constituida por: la interdepen-
dencia manifiesta (IM) y la interdependencia oculta (IO) lo que configuraría
las variables de interdependencia total (IT).

IM + IO = IT

Asumiendo que la máxima ventaja consciente en una intervención es po-

sible obtenerla con la consideración de toda la interdependencia manifiesta,
el nivel de decisión incorporará siempre la sombra de la interdependencia
oculta, desencadenada o puesta en marcha a partir de la intervención de
control.
Esta IO, actuará sobre la totalidad de las variables conocidas y descono-
cidas; es decir, además sobre la IM. Así entonces, en un proceso continuo
de intervenciones de control, también podrían visualizarse o revelarse en
algunos casos, variables del tipo IM, las cuales al momento de la decisión,
formaron parte de la IO.
Estas variables podrían ser consideradas ahora como nueva IM al iniciar
una nueva intervención, o como variables que podríamos denominar de
interdependencia revelada (IR), cuando se actúe en intervenciones continuas
y retroalimentadas.
En cualquiera de los dos casos, la manifestación de estas variables de
interdependencia constituirán nuevas percepciones del controlador para
alimentar o enriquecer opciones de su modelo de decisión. No obstante,
seguirán operando en el plano de las interdependencias, sea que se trate
de IM, IO ó IR.
El nuevo tratamiento que contemple variables nuevas como IM o IR
generará una nueva cadena de interrelaciones, aún cuando se actúe sobre
grados cada vez mayores de especificidad. En este caso el ordenamiento
asumirá una forma similar a un fractal.
En cualquier caso estamos operando sobre niveles de variedad, la que
al manifestarse en mundos de complejidad no acotada o indeterminada,
necesariamente tendrá una proporción de IO.
La relación puede descomponerse entonces en:
(1) IM + IO = IT
(2) IM + (IR + IO) = IT
En este caso IR corresponderá a la percepción consciente ex post de un
grado explícito de ignorancia en el momento de la decisión (ex ante).
Pero supongamos que la intervención no es continua, sino que corres-
ponde a una sola acción en la búsqueda de control. Aún así, e independiente
del resultado de ella, el controlador habrá generado una transformación
secuencial indeterminada, especialmente porque siempre tenderá a existir
una IO.
Se habrá modificado entonces la dinámica autónoma del sistema a inter-
venir, lo que implicará haber cambiado el mundo, en una sola intervención,
dado que la composición de la IT (la que se estará siempre modificando,
dado que no estamos frente a fenómenos estáticos) incorporará los flujos de
acción y reacción entre IM e IO.
La aceptación de la posibilidad de dos visiones simultáneas
La posibilidad de aceptar la existencia de dos visiones simultáneamente,
requiere entre otras cosas, aceptar el paso de una lógica causal a otra que
podríamos genéricamente denominar lógica difusa, en la cual razonamos
en oposición a la lógica dicotómica, admitiendo escalas de condiciones o
restricciones, y matices o visiones flexibles.
Aristóteles clasificaba las causas en cuatro clases, de las cuales dos resul-
tan pertinentes al caso. Se distinguen entre ellas, una causa eficiente y una
causa final. Cuando por ejemplo enciendo una lámpara de sobremesa al
momento en que está cayendo la tarde, la causa eficiente de la lámpara son
las actividades de la fábrica o del artesano que la confeccionó, y su causa final
es la función de iluminar un determinado espacio oscuro. Ante la pregunta:
¿por qué está la lámpara allí?, las respuestas de “porque alguien la fabricó”
o “porque satisface la necesidad de iluminar”, resultan ambas correctas.
La primera es una explicación a través de la causa eficiente y la segunda, a
través de la causa final. La causa eficiente está frecuentemente vinculada con
objetos, sin embargo resulta habitual observar cómo se asocian los efectos de
acciones sobre diversos elementos, a causas eficientes (Russell 1963). Así, las
causas finales, al requerir un mayor grado de comprensión del fenómeno,
tienden a ser desechadas cuando éstas no se advierten fácilmente, dado que

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 requieren del conocimiento de mayores relaciones, o fundamentalmente de
los propósitos o razones más vinculadas a un “para qué” de la causa final,
que a un “por que”, de la causa eficiente.
Algunas prácticas de gestión aconsejan el uso de sucesivos cuestiona-
mientos o “por que” para cada respuesta ante determinadas situaciones, de
forma que a través de esa vía, se puedan encontrar mejores argumentos a
las primeras respuestas entregadas. En el fondo, se trata de transitar desde
niveles operativos, pasando por niveles estructurales, hasta llegar a los de
abstracción. Sin embargo, también podemos advertir en ello, un intento no
declarado de llegar a través de las causas eficientes hasta las causas finales.
La vinculación del proceso causa-efecto tiende a asociar en mayor
medida las causas eficientes; así, el fenómeno observado corresponde a
un efecto de una causa en general eficiente, cuando ésta parece constituir
evidencia más fundada que en el caso de una causa final. Por tanto, las
acciones desarrolladas en una intervención, corresponderán a una causa
eficiente o final de un efecto que se asociará a una acción de control. Esta
lógica tiende a conceptuar vectorialmente un proceso de causa-efecto o de
acción-reacción.
Aplicando pensamiento holístico o de lógica difusa, las intervenciones
de un A sobre un B, se ordenarán en un plano vinculante que asocia cuatro
tipos de variedad, con tres tipos de control. Este modelo estructura una matriz
básicamente transdisciplinaria a la que denominados de Control Profundo3.
Así, en una intervención, lo que llamamos control es una modificación por
parte de un A, en relación a lo esperado sobre una determinada variedad
en un B, utilizando para ello una tipología de control destinada a alterar
en un sentido determinado, los estados de variedad, también tipificados
de dicho B.
Por una parte, estamos considerando un suceso o el resultado de una
intervención (asumiendo un tiempo determinado para la duración del mismo
y además la identificación de los factores o variables principales concurren-
tes) como la probabilidad de logro, analizada ex ante de la intervención,
pero a la vez, seguirá siendo probabilidad en la medición ex post, dada la
indeterminación de variables y su interdependencia, tal como lo veíamos
antes. Es decir, en la fase de inicio se tratará de una estimación de éxito
sobre base probabilística, y en la fase final se constatará su logro o no logro,
como un hecho cuya causa o factor desencadenante o de origen, seguirá
siendo una probabilidad, es decir, causas probables.
Ya a mediados de los años cincuenta, Schrödinger (1954) advertía de la
necesidad de abandonar los postulados de continuidad de la descripción,
en la cual la descripción de un fenómeno debe ser capaz de informar todo
lo referente a éste en cualquier punto del espacio y momento del tiempo,
dentro del ámbito espacio temporal que comprendiera el fenómeno. Se-
ñalaba que deben considerarse las observaciones como sucesos discretos,
desconectados entre si.
Pero además de lo anterior, el fenómeno como resultado, no puede aso-
ciarse a una determinada acción en el origen, ni esta a un resultado futuro.
En este sentido, los planteamientos de Wittgenstein (1994) desarrollados
en los años veinte, reafirman estos conceptos cuando se señala que de una
proposición elemental no se puede inferir ninguna otra, o que no es posible
inferir de la existencia de un estado de cosas la existencia de otro estado de
cosas enteramente diferente de aquél, ni inferir los acontecimientos futuros
de los presentes (Biedma 2000).
Las argumentaciones anteriores apuntan a la imposibilidad de la determi-
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nación para el caso de cualquier intervención. Dicho determinismo requiere
necesariamente una visión diferente, probabilística o como mera posibilidad
indeterminada. Sin embargo, esa visión corresponde a una determinada
forma de concebir la intervención; la otra, está dada por la concepción pura
de los efectos de cualquier intervención. Así, hemos señalado que el efecto
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de una acción (intervención) de control corresponde a una ilusión, dado que
los puntos o sucesos a contrastar, no tienen una base de comparación real.
Es decir, estamos frente a otra forma de interpretar el mundo, una forma
que renuncia a la capacidad de explicar o más bien renuncia a la capaci-
dad de encontrar explicaciones lógicas, o de forzar explicaciones lógicas,
como justificación de un determinado estado. Renuncia a la demostración,
asumiendo que dicha incapacidad está dada por la naturaleza irreal de los
fenómenos que se pretenden demostrar, al no existir base de comparación
entre un fenómeno (resultado) y una ficción materialmente no existente.
Ahora bien, siendo el control entonces el resultado de la alteración de
estados de variedad a través de una intervención de un A sobre un B, corres-
ponde formularse la pregunta: ¿El control es ilusión o probabilidad?
Es frecuente que un primer intento se trate de dar respuesta en torno a la
justificación de una u otra posición, dado su evidente antagonismo. Esa ha
sido la forma clásica en que los problemas se abordan en gestión; las cosas
son o no son. Las verdades a medias, el relativismo en esta área, aún cuando
inherente a la naturaleza humana de la cual emana como fenómeno la ges-
tión misma, ha tenido siempre un estatus subordinado, asociándose cualquier
tipo de indefinición, con incapacidad de generar respuestas concluyentes. Se
asume que la respuesta es más importante que la pregunta, o dicho de otro
modo, que una simple pregunta no respondida no sirve en gestión.
Sin embargo, esta visión no es sino una posición sesgada e incompleta
de la realidad, generada por los modelos establecidos como referentes men-
tales y consolidados ya por muchos años por ciertas escuelas o corrientes
de administración.
¿Es posible asumir que ambas posiciones puedan existir
simultáneamente?
Para dar respuesta a esta pregunta, necesitamos una nueva visión de
la realidad. Necesitamos entender por ejemplo que la realidad es además
autoconstruida.
La co creación corresponde a una visión diferente de la realidad, en la
cual impulsados por nuestro sistema de creencias, hemos mantenido la idea
de que no podemos modificar la realidad, subsistiendo en ello la idea de la
predeterminación de los hechos. La realidad cuántica, nos indica que el
observador es quien modifica la realidad a partir de la conciencia, existiendo
El control es simultáneamente
una ilusión y una probabilidad. Es
una posibilidad interpretada como
probabilidad para un resultado
esperado en una intervención. Sin
embargo, el efecto del control, es
una ilusión.
un enorme campo de probabilidades, siendo el observador quien decide
donde poner su atención e intención.
Esta modificación de la realidad, como fenómeno observado experi-
mentalmente, se le conoce con el nombre de efecto zeno (Artús y Crehuet
2001)
Junto a lo anterior, opera asociado el principio de la sincronicidad desa-
rrollado por C.G. Jung, como flujo permanente de la realidad, producido
dentro del tiempo cuántico, en el cual pasado, presente y futuro se encuentran
simultáneamente. Entendido además como principio de conexión acausal
capaz de demostrar el tejido conectivo entre las cosas. Es precisamente a
este tejido conectivo o entramado lo que la realidad cuántica llama el campo
de probabilidades4
Así, es posible concebir la existencia de dos estados simultáneos a la vez,
aunque ellos sean en apariencia, absolutamente excluyentes. Tal es el caso de
la conocida paradoja de Schrödinger, a través de la cual y por medio de un
experimento imaginario planteado en 1937, utilizando un gato encerrado en
una caja y bajo ciertas condiciones especiales que no permiten determinar a
priori si su estado es vivo o muerto, consigue al aplicar el formalismo cuánti-
co, demostrar dos estados indistinguibles en el mismo gato, aparentemente
tan incompatibles como es que, el gato estaría a la vez vivo y muerto. Esta
paradoja, opera contraria al sentido común, el cual señala que es imposible
que ambos estados se den simultáneamente; sin embargo, mientras no sea
posible verificar el experimento, el gato se encuentra en una superposición
de los dos estados: vivo y muerto.
En nuestro caso, la situación se presenta de manera similar a la de la
paradoja de Schrödinger, dado que mientras no sea posible demostrar el
efecto de la intervención de control en B, es decir: (B´2 - B2 ), diremos
que dicho efecto de control es una ilusión. Pero a la vez, el control como
manifestación inducida de variedad en B (B´2) puede seguirse considerando
como una probabilidad.
Es el observador entonces, quien colapsa el univer-
so hacia uno u otro estado, de pendiendo de sus accio-
nes, mientras tanto, operará la propiedad de superposición.
Cuando se está simultáneamente en un enfoque de probabilidad y de ilusión,
es decir en una posición de equilibrio, antes de ser colapsada por el obser-
vador, ¿Podríamos decir que la situación se encuentra fuera de control? La
verdad es que la respuesta resulta ahora más atractiva que antes; veamos:
Para aquella parte del problema abordado entendida como ilusión,
no podría existir un fuera de control, dado que ni siquiera existe efecto
demostrable de control. Para que algo estuviera “fuera” de control, ten-
drían que determinarse los límites de un “adentro”, lo que en este caso no
es posible, dado que las fronteras para esta posición, están absolutamente
indeterminadas.
Por otra parte, para la visión del control como fenómeno estimado de
probabilidad, tenemos otra forma de abordar el problema. Se trata en este
caso de una situación visualizada, tal como señalábamos antes, como proceso
de determinación apriorística de un fenómeno. Esta suerte de determinación,
se valida por la reiteración de sucesos similares, los que aparecen o se leen
como predecibles en términos de sus grados de manifestación. Sin embargo,
la medición del resultado implica una alteración dada por la propia medida
de lo observado. Por tanto en la fase de equilibrio, sin preponderancia de
la probabilidad por sobre la ilusión, no puede darse un “fuera de control”,
dado que la probabilidad estará siempre larvada como un potencial, en
tanto no se colapsen las opciones por parte del observador. La probabilidad
seguirá existiendo hasta su materialización. El punto es que, sin embargo,
aún después de materializada la acción; es decir, concluida la etapa y es-
tablecido el resultado, la evaluación del logro o no logro seguirá siendo la
observación de la acción de una probabilidad, sin poder atribuirse a dicha
acción, el efecto sobre la variedad a modificar. Así, nunca estaremos “fuera
de control”, pero tampoco estaremos “bajo control”. Estos términos dejan
de tener sentido, en esta otra aproximación a la realidad.
Deberemos convivir con la incertidumbre, la que parece en este caso
sobreponerse a los hechos. Hasta antes de tener nuevas explicaciones sobre
una determinada realidad o parte de la realidad, esos hechos refutados por las
explicaciones, o por las nuevas respuestas, existían de una manera diferente
en nosotros. Después de las respuestas, estos hechos cambian para nosotros.
Para quienes no conocen las respuestas seguirán desarrollándose de manera
diferente a la que nosotros visualizamos ahora. Todo lo que podremos decir
al respecto es que, habremos hecho un tránsito desde un tipo de ignorancia
a otro tipo de ignorancia.
Finalmente, las palabras de Edwin Schrödinger, en este caso cobran
mayor sentido:
La tarea no es tanto ver lo que todavía nadie ha visto, como pensar
en lo que todavía nadie ha pensado acerca de lo que todo el mundo
puede ver. l
Referencias
• Artús, P., y R. Crehuet. 2001. Mecánica Cuántica. Barcelona: Océano.
• Biedma, J. 2000. Física Cuántica, Lógica y Causalidad. Disponible en internet http://usuarios.iponet.es/ddt/fisica.htm
accesado en Diciembre 20, de 2005.
• Russell, B. 1963. Ensayos Impopulares. Buenos Aires: Hermes.
• Schorödinger, E. 1954. Ciencia y humanismo. Madrid: Alambra.
• Wittgenstein, L. 1994. Tractatus Logico-Philosophicus. Madrid: Alianza.
Notas
1 Jorge Díaz, es Profesor Asociado de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Austral de Chile.
Sus áreas temáticas son Control de Gestión. y Contabilidad Teórica.
2 Juan Hernangómez, es profesor visitante de la Universidad Austral de Chile y Catedrático de Universidad en el área de
Organización de Empresas en la Universidad de Valladolid.
3 El modelo de Control Profundo se encuentra desarrollado en el artículo “El Control Profundo. Base de un nuevo concepto de
gestión”. De Díaz, J., y F. Riadi, Publicado en Trend Management 6 (Edición Especial / Mayo de 2004): 144-152.
4 Una explicación documentada y clara sobre el tema, está contenida en la película “What the Bleep do we know!?” presentada
por The Institute of Noetic Sciences y Captured Light Industries. Copyright © 2004 Lord of the Wind Films.
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