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En el siglo V antes de Cristo, el filósofo griego Demócrito postuló, sin evidencia científica, que
el Universo estaba compuesto por partículas muy pequeñas e indivisibles, que llamó "átomos".
Átomo, la unidad más pequeña posible de un elemento químico. En la filosofía de la antigua
Grecia, la palabra “átomo” se empleaba para referirse a la parte de materia más pequeño que
podía concebirse. Esa “partícula fundamental”, por emplear el término moderno para ese
concepto, se consideraba indestructible. De hecho, átomo significa en griego “no divisible”. El
conocimiento del tamaño y la naturaleza del átomo avanzó muy lentamente a lo largo de los
siglos ya que la gente se limitaba a especular sobre él.
Sin embargo, los avances científicos de este siglo han demostrado que la estructura atómica
integra a partículas más pequeñas.
El núcleo lo componen los protones con carga eléctrica positiva, y los neutrones que no poseen
carga eléctrica.
El tamaño de los núcleos atómicos para los diversos elementos están comprendidos entre una
cienmilésima y una diezmilésima del tamaño del átomo.
La cantidad de protones y de electrones presentes en cada átomo es la misma. Esta cantidad
recibe el nombre de número atómico, y se designa por la letra "Z". A la cantidad total de
protones más neutrones presentes en un núcleo atómico se le llama número másico y se
designa por la letra "A".
Si designamos por "X" a un elemento químico cualquiera, su número atómico y másico se
representa por la siguiente simbología:
Z X A
Por ejemplo, para el Hidrógeno tenemos: 1 H 1 .
Si bien hoy en día todas las características anteriores de la constitución atómica son bastante
conocidas y aceptadas, a través de la historia han surgido diversos modelos que han intentado
dar respuesta sobre la estructura del átomo.
Algunos de tales modelos son los siguientes:
a) El Modelo de Thomson.
Thomson sugiere un modelo atómico que tomaba en cuenta la existencia del electrón,
descubierto por él en 1897. Su modelo era estático, pues suponía que los electrones estaban
en reposo dentro del átomo y que el conjunto era eléctricamente neutro. Con este modelo se
podían explicar una gran cantidad de fenómenos atómicos conocidos hasta la fecha.
Posteriormente, el descubrimiento de nuevas partículas y los experimentos llevado a cabo por
Rutherford demostraron la inexactitud de tales ideas.
b) El Modelo de Rutherford.
Basado en los resultados de su trabajo que demostró la existencia del núcleo atómico,
Rutherford sostiene que casi la totalidad de la masa del átomo se concentra en un núcleo
central muy diminuto de carga eléctrica positiva. Los electrones giran alrededor del núcleo
describiendo órbitas circulares. Estos poseen una masa muy ínfima y tienen carga eléctrica
negativa. La carga eléctrica del núcleo y de los electrones se neutralizan entre sí, provocando
que el átomo sea eléctricamente neutro.
El modelo de Rutherford tuvo que ser abandonado, pues el movimiento de los electrones
suponía una pérdida continua de energía, por lo tanto, el electrón terminaría describiendo
órbitas en espiral, precipitándose finalmente hacia el núcleo. Sin embargo, este modelo sirvió
de base para el modelo propuesto por su discípulo Neils Bohr, marcando el inicio del estudio
del núcleo atómico, por lo que a Rutherford se le conoce como el padre de la era nuclear.
c) El Modelo de Bohr.
El físico danés Niels Bohr ( Premio Nobel de Física 1922), postula que los electrones giran a
grandes velocidades alrededor del núcleo atómico. Los electrones se disponen en diversas
órbitas circulares, las cuales determinan diferentes niveles de energía. El electrón puede
acceder a un nivel de energía superior, para lo cual necesita "absorber" energía. Para volver a
su nivel de energía original es necesario que el electrón emita la energía absorbida (por
ejemplo en forma de radiación). Este modelo, si bien se ha perfeccionado con el tiempo, ha
servido de base a la moderna física nuclear.
d) Modelo Mecano - Cuántico.
Se inicia con los estudios del físico francés Luis De Broglie, quién recibió el Premio Nobel de
Física en 1929. Según De Broglie, una partícula con cierta cantidad de movimiento se comporta
como una onda. En tal sentido, el electrón tiene un comportamiento dual de onda y corpúsculo,
pues tiene masa y se mueve a velocidades elevadas. Al comportarse el electrón como una
onda, es difícil conocer en forma simultánea su posición exacta y su velocidad, por lo tanto,
sólo existe la probabilidad de encontrar un electrón en cierto momento y en una región dada en
el átomo, denominando a tales regiones como niveles de energía. La idea principal del
postulado se conoce con el nombre de Principio de Incertidumbre de Heisenberg.
En un átomo, los electrones están girando alrededor del núcleo formando capas. En cada una
de ellas, la energía que posee el electrón es distinta. Por ejemplo: en las capas muy próximas al
núcleo, la fuerza de atracción entre éste y los electrones es muy fuerte, por lo que estarán
fuertemente ligados.
Ocurre lo contrario en las capas alejadas, en las que los electrones se encuentran débilmente
ligados, por lo que resultará más fácil realizar intercambios electrónicos en las últimas capas.
Pues 7, numerados del 1, el más interno, al 7, el más externo. Y los niveles se llaman:
K,L,M,N,O,P y Q.
A su vez, cada nivel tiene sus electrones repartidos en distintos subniveles, que pueden ser de
cuatro tipos: s, p, d, f.
En cada subnivel hay un número determinado de orbitales que pueden contener, como
máximo, 2 electrones cada uno. Así, hay 1 orbital tipo s, 3 orbitales p, 5 orbitales d y 7 del tipo
f. De esta forma el número máximo de electrones que admite cada subnivel es: 2 en el s; 6 en
el p (2 electrones x 3 orbitales); 10 en el d (2 x 5); 14 en el f (2 x 7).
El último nivel de energía se llama capa electrónica de valencia y es el más importante porque
es el que usualmente define la manera en que los átomos se enlazan entre sí para formar
diversos compuestos.
NIVELES DE ENERGÍA
En un átomo, los electrones están girando alrededor del núcleo formando capas. En cada
una de ellas, la energía que posee el electrón es distinta. En efecto; en las capas muy
próximas al núcleo, la fuerza de atracción entre éste y los electrones es muy fuerte, por lo
que estarán fuertemente ligados.
Ocurre lo contrario en las capas alejadas, en las que los electrones se encuentran débilmente
ligados, por lo que resultará más fácil realizar intercambios electrónicos en las últimas
capas.
El hecho pues, de que los electrones de un átomo tengan diferentes niveles de energía, nos
lleva a clasificarlos por el nivel energético (o banda energética) en el que se encuentra cada
uno de ellos. Las bandas que nos interesa a nosotros para entender mejor el
comportamiento del átomo son:
1. Existen 7 niveles de energía o capas donde pueden situarse los electrones, numerados del
1, el más interno, al 7, el más externo.
2. A su vez, cada nivel tiene sus electrones repartidos en distintos subniveles, que pueden ser
de cuatro tipos: s, p, d, f.
3. En cada subnivel hay un número determinado de orbitales que pueden contener, como
máximo, 2 electrones cada uno. Así, hay 1 orbital tipo s, 3 orbitales p, 5 orbitales d y 7 del
tipo f. De esta forma el número máximo de electrones que admite cada subnivel es: 2 en el s;
6 en el p (2 electrones x 3 orbitales); 10 en el d (2 x 5); 14 en el f (2 x 7).
La distribución de orbitales y número de electrones posibles en los 4 primeros niveles se
resume en la siguiente tabla:
Niveles de energía
1 2 3 4
Subniveles
s sp spd spdf
ORBITAL
Podemos decir que un orbital atómico es una zona del espacio donde existe una alta
probabilidad (superior al 90%) de encontrar al electrón. Esto supone considerar al electrón
como una nube difusa de carga alrededor del núcleo con mayor densidad en las zonas donde
la probabilidad de que se encuentre dicho electrón es mayor.
Para que la ecuación de Schrödinger tenga significado físico es necesario imponerle unas
restricciones que son conocidas como números cuánticos, que se simbolizan de la misma
forma que los obtenidos en el modelo atómico de Bohr:
El Efecto Fotoeléctrico
Una placa de zinc recién pulida, cargada negativamente, pierde su carga si se la expone a la luz
ultravioleta. Este fenómeno se llama efecto fotoeléctrico.
Investigaciones cuidadosas, hacia finales del siglo diecinueve, prueban que el efecto
fotoeléctrico sucede también con otros materiales, pero sólo si la longitud de onda es
suficientemente pequeña. El efecto fotoeléctrico se observa por debajo de algún umbral de
longitud de onda que es específica del material. El hecho de que la luz de longitud de onda
elevada no tuviera ningún efecto, incluso si es extremadamente intensa, aparecía como algo
especialmente misterioso para los científicos.
Finalmente Albert Einstein dió la explicación en 1905: La luz está constituida por partículas
(photones), y la energía de tales partículas es proporcional a la frecuencia de la luz. Existe una
cierta cantidad mínima de energía (dependiendo del material) que es necesaria para extraer
un electrón de la superficie de una placa de zinc u otro cuerpo sólido (función trabajo). Si la
energía del fotón es mayor que este valor el electrón puede ser emitido. De esta explicación
obtenemos la siguiente expresión:
Ecin = h f − W
El panel en el lado derecho permite variar el material del cátodo, la longitud de onda y el
voltaje retardado. Los valores se refieren a la frecuencia de la luz y al balance energético del
efecto fotoeléctrico. El resultado de las medidas se dibuja en un diagrama frecuencia voltaje
en la parte inferior izquierda pero puede borrarse con el botón del panel.
La evaluación de las dos series de medidas por medio del diagrama da lugar a dos líneas
paralelas. La constante de Planck (h) puede calcularse de las pendientes de estas líneas.
Además se puede leer la función trabajo del material catódico (en eV, electrón Voltio)
directamente de la intersección con el eje vertical.
El efecto fotoeléctrico
A finales del Siglo XIX, los científicos que investigaban sobre la luz, trataban de explicar
infructuosamente lo que se conocía como "el efecto fotoeléctrico", un fenómeno que se
apreciaba en algunos metales. Determinados tipos de luz eran capaces de extraer electrones
de la superficie de un metal, lo que podía ser constatado midiendo el flujo de la corriente
eléctrica que se "desprendía" del metal. Cuando se apagaba la luz, el metal dejaba de emitir
electrones y cuando se encendía, la corriente volvía a fluir. Lo más sorprendente de este
fenómeno era que funcionaba de una manera algo extraña. Si la luz era capaz de "arrancar"
electrones de la superficie del metal, era lógico pensar que cuanta más luz recibiera, más
electrones arrancaría... para sorpresa de todos, una luz intensa podía no causar efecto alguno,
en tanto que una luz ténue, a veces generaba un flujo de corriente muy grande... y ésto habría
que estudiarlo con más detenimiento
Esquema del efecto fotoeléctrico. Un haz de luz incide sobre una placa metálica fotosensible,
de la que se desprenden electrones. Los electrones cierran un circuito eléctrico con la placa
metálica, cuya intensidad de corriente puede medirse
Fue en 1905 cuando el genial Albert Einstein dio respuesta al misterio del efecto
fotoeléctrico, recibiendo por ello un premio Nobel. De sus estudios a este respecto, Einstein
dedujo multitud de propiedades de la luz, percatándose, por ejemplo, que el brillo de una
fuente luminosa viene dado por el número de fotones que emanan de ella. A mayor número
de fotones, más brillo o luminosidad. Sin embargo, un mayor número de fotones no implica
una mayor energía de los mismo. La energía de dichos fotones viene dada por su frecuencia de
vibración. Una luz de baja frecuencia (por ejemplo, el color rojo) tiene mucha menos energía
que una luz de alta frecuencia (por ejemplo, el ultravioleta). Esto explicaba por qué la luz
ultravioleta era capaz de extraer electrones a la placa metálica, en tanto que la luz roja no
podía hacerlo, aunque se utilizara un foco muy potente y brillante de este color. El secreto de
la "energía" de la luz, o de su capacidad para arrancar electrones al metal era la frecuencia, y
no la intensidad o el brillo de la luz (el número de fotones). Una luz de baja frecuencia (el color
rojo) no conseguía extraer electrones de la placa metálica. Pero una de alta frecuencia (el
ultravioleta) sí podía hacerlo (arranca pocos electrones si la luz es poco intensa y muchos si es
muy intensa)
La física clásica era incapaz de explicar el extraño efecto fotoeléctrico, ya que, una mayor
cantidad de fotones debería implicar una mayor cantidad de electrones extraídos, pero como
hemos visto, no sucede así. Pongamos el siguiente ejemplo: Tenemos que romper un vidrio
lanzando objetos contra él (romper el vidrio representa extraer electrones de la placa
metálica). Para ello, disponemos por un lado de un montón de pelotitas de ping pong, y por
otro, contamos con una piedra del mismo tamaño que las pelotitas. Si lanzamos las pelotas
contra el cristal, por muchas que impacten, nunca conseguiremos romperlo. Pero basta una
sola piedra para hacer añicos el vidrio. En este ejemplo, el número de pelotitas lanzadas
(número de fotones) no afecta al vidrio: éste sólo se romperá si lanzamos contra él una piedra.
Las pelotas de ping pong representan fotones de baja energía (poca frecuencia, como el color
rojo) y las piedras serían fotones de alta energía (color ultravioleta)
Una década después de la explicación que dio Einstein sobre el efecto fotoeléctrico, Robert
Millikan corroboró experimentalmente, punto por punto, las teorías del sabio alemán
(también recibió otro premio Nobel).
El ejemplo que hemos usado de las pelotitas de ping pong y la piedra, hace suponer que la luz
no siempre se comporta como una onda... a veces parece comportarse como un conjunto
de "proyectiles" (corpúsculos llamados fotones) y de hecho, el efecto fotoeléctrico es una de
las teorías que demuestran el doble comportamiento de la luz. Así que, cuando tratemos de
entender qué tipo de energía transportan las ondas electromagnéticas, no sólo tendremos que
aprender algo sobre el comportamiento de las ondas, sino también sobre las partículas.
El efecto fotoeléctrico de la luz explica entre otras cosas, el poder ionizante de las ondas
electromagnéticas, esto es, su fuerza para convertir átomos o moléculas neutras, en partículas
con carga. Nuevamente, la frecuencia de la luz, y no la intensidad, es la clave.
Cuando Albert Einstein averiguó cómo la luz puede extraer electrones de una placa metálica,
sentó las bases de un mismo fenómeno que se produce, no sólo en los metales, sino también
en las moléculas complejas. La luz puede también extrer electrones de otros átomos y
convertirlos en iones. Cuando dichos átomos ionizados forman parte de una molécula, gran
parte de las propiedades de ésta cambian. Incluso, si esa molécula es una proteína, o forma
parte de algún ser vivo, su funcionamiento (los enlaces químicos con otros elementos) puede
variar enormemente. Si la molécula ionizada forma parte de la cadena de ADN de un ser vivo,
cuando éste se replique, el resultado podría una célula mutada, con moléculas diferentes de su
original.
Pues bien, resulta que la luz también necesita una energía mínima (conocida como Energía o
Trabajo de Extracción Wo) para arrancar los electrones de los átomos de una célula (cada
elemento atómico tiene su propio Wo, que es la energía mínima necesaria para extraer
electrones) . Y de igual manera que en el efecto fotoeléctrico, las luces de baja frecuencia no
disponen de la energía de extracción mínima necesaria para extraer electrones de un átomo. A
este tipo de luz de baja energía, se la llama "luz no ionizante". A las luces de gran energía, con
altas frecuencias, se las suele llamar "luz ionizante".
Las ondas electromagnéticas NO ionizantes, son las ondas de radio, microondas, y luz visible
hasta el ultravioleta "A" (rayos UVA). Las ionizantes van desde el ultravioleta alto (UVB, UVC)
hasta más arriba (Rayos X, radiación gamma y rayos cósmicos). La luz no ionizante sólo es
capaz de hacer vibrar a los electrones dentro de sus átomos, y genera calor dentro de la
materia, pero es incapaz de convertir un átomo en un ión. Los Rayos X son mucho más
ionizantes que los rayos UV altos, y la radiación Gamma o los rayos cósmicos, ya resultan tan
energéticos, que una breve exposición podría matar a alguien en poco tiempo.
Entre los electrones de los átomos y el núcleo de éstos, hay una serie de fuerzas cuánticas que
se encargan de mantener unido todo el conjunto. Podemos imaginar que los electrones
permanecen unidos al núcleo por una especie de "resortes" que evitan que éstos se salgan de
sus órbitas. Cuando los electrones reciben una radiación electromagnética, su energía interna
aumenta, lo que provoca que se inicie una fuerte vibración.
Las ondas de baja frecuencia sólo tienen energía para provocar una ligera vibración
electrónica. La vibración de los electrones "contagia" al núcleo atómico y todo el átomo vibra,
ganando energía cinética en forma de calor. Las ondas electromagnéticas no ionizantes
también reciben el nombre de "ondas caloríficas" por este motivo.
Las ondas de alta frecuencia, como los UVC, Rayos X, etc, aportan tanta energía al electrón,
que el "resorte" que lo unía al núcleo se rompe, quedando el átomo entero con una carga
negativa menos (átomo ionizado)
Si aplicamos un foco de gran intensidad o luminosidad de una luz de baja frecuencia sobre un
metal o sobre una célula, ésta podrá calentarse más o menos, en función de la cantidad del luz
recibida, pero sus átomos no podrán ionizarse: cuando se apague la luz, el calor
irá desapareciendo poco a poco y el material o la célula regresarán a su estado original. La luz
infrarroja que emiten las hogueras, o los hornos, así como la luz microondas de un horno
moderno, funcionan con este principio: calientan el material haciendo que sus electrones y
átomos vibren, pero no lo ionizan ni extraen sus electrones, porque no tienen suficiente
energía de extracción.
Y esto debe quedar claro antes de continuar leyendo más sobre el tema, porque de esta
manera se entiende por qué la comunidad científica moderna SABE que las ondas de
radiofrecuencia de los teléfonos o el Wifi NO PUEDEN PROVOCAR CÁNCER A LAS PERSONAS,
por más potencia que tengan. No es un dogma de fé: lo demostraron Einstein y Millikan.
A modo de resumen:
Ion: átomo o conjunto de átomos que poseen carga eléctrica (han cedido o
han captado electrones).
Si la diferencia de
= se formará un enlace iónico
electronegatividades es mayor que 2.
Si la diferencia de
el enlace formado será covalente
electronegatividades es mayor que =
polar
0,5 y menor a 2,0.
Si la diferencia de el enlace será covalente puro (o no
=
electronegatividades es menor a 0,5 polar).