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Aristeas de Proconeso y el poema épico de los Arimaspos

Ángel Carlos Pérez Aguayo


Universidad Complutense de Madrid

L
a figura de Aristeas de Proconeso es una de y de Metaponto, en la Magna Grecia, como fuentes de
las más controvertidas de la literatura clásica. información biográfica a la que accedió personalmente.
Igualmente, su principal producción, las Arimas- Aristeas, hijo de Caistrobio,2 vino al mundo en la
peas (Ἀριμάσπεια ἔπι) o Epopeya de los Arimaspos sigue isla de Proconeso. Pese a que Heródoto no especifica
siendo objeto de variadas discusiones al tratarse de una ninguna fecha sobre su nacimiento, por lo general su
obra casi por completo perdida. Lo que se conserva de vida y obra se enmarcan entre los siglos VII y VI a. E.
ella son dos brevísimos fragmentos, uno, en el tratado No obstante, la datación es uno de los principales mo-
De lo sublime (X, 4) del llamado Pseudo Longino y otro, tivos de discusión. Según C. Schrader, su vida transcu-
en las Quilíadas (VII, 676-679 y 686-692) del erudito rre en la primera mitad del s. VII a. E.,3 mientras que
bizantino del siglo XII, Juan Tzetzés, además de algu- para J. D. P. Bolton,4 su floruit se sitúa hacia el 650-625
nas parcas referencias citadas por terceros.1 a. E. Sin embargo, el Suidae Lexicon afirma que vivió
La problemática esencial que presenta tanto el lí- durante el reinado de Creso de Lidia y Ciro el Grande
rico como su escrito es la notable aura fantástica que a mediados del siglo VI a. E.5 e incluso algunos especia-
revisten casi todos los exiguos datos que sobre ambos listas proporcionan fechas más tardías que llegan hasta
se han conservado en el presente. Empero, con un cau- el V a. E.6
teloso manejo de las fuentes es posible arrojar algo de No obstante, en los subsiguientes hechos, extraños
luz sobre varias y significativas cuestiones concernien- y singulares, estriba el polémico debate que existe en
tes a su persona y obra desaparecida, e incluso acerca torno a la historicidad de su figura, de la cual inclusi-
de la iconografía que de ésta, probablemente, surgió en ve se ha llegado a dudar de su existencia real.7 A decir
la Antigüedad. de Heródoto, Aristeas, “que por su linaje no era infe-
rior a ninguno de sus conciudadanos” (IV, 14), murió
El poeta y su obra según Heródoto súbitamente en su tierra natal al entrar al taller de un
El historiador de Halicarnaso es la fuente más pro- batanero. Acto seguido, su dueño cerró el local y fue
lija en cuanto a información legada sobre la figura del a dar parte del fenecimiento a los parientes mientras
autor arcaico y el objeto de su escrito. Como él mismo la luctuosa noticia se propagaba rápidamente entre sus
afirma (IV, 14), los primeros datos que presenta los ob- compatriotas. Sin embargo, un habitante de Cícico, re-
tuvo de oídas tanto en Proconeso –la actual Márma-
ra– como en Cícico –ciudad de la antigua Arctoneso, 2. Según el Suidae Lexicon, s. v. Ἀριστέας (n.º: α 3900) (Ed. A.
hoy Aydıncıল–, ambas emplazadas en los accesos al Adler. Leipzig, 1928-38. Versión on line en www.stoa.org),
Ponto Euxino de la Propóntide turca. Posteriormente su progenitor también podría haber sido un tal Demócares,
por lo demás desconocido. Como primera y única vez, esta
(IV, 15), también menciona las tradiciones proconesias fuente medieval también le atribuye una Teogonía en prosa
de mil líneas de la cual no ha llegado nada hasta el presente.
3. Heródoto, Historia. Libros III-IV (Trad. y notas de C. Schra-
der). Ed. Gredos, Madrid, 1982 (2006), 290, n. 48.
1. Los fragmentos están recogidos en Bernabé Pajares, 1979: 4. Bolton, 1962: 1-9, 179.
344-354; Des Grossen, 1840: 86-88 y Kinkel, 1877: 243-247. 5. Vid. supra, n. 2 e infra, n. 8.
Sobre la figura del autor y el poema perdido, vid. Bolton, 6. Cayo Julio Solino, Colección de hechos memorables o El eru-
1962 (y los respectivos review de Burkert, 1963: 235-240 y dito (Introd., trad. y notas de F. J. Fernández Nieto). Ed. Gre-
Herington, 1964: 78-82); Dan, 2008; ibidem, 2012: 68-90; dos, Madrid, 2001, 310-311, n. 601; Gorbounova, 1997: 529,
Gómez Espelosín, 2000: 115-124; Meuli, 1935: 137-172; 533; Ivantchik, 1993: 35-67; Paniagua, 2006: 153.
Phillips, 1955: 161-177; Tournier, 1863. 7. Bernabé Pajares, 1979: 346.
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cién llegado a Proconeso, se hizo oídos de la misma y hasta que doscientos cuarenta años después (!) volvió a
afirmó habérsele encontrado en su tierra muy recien- ser visto en la Magna Grecia.
temente e incluso aseveró que habían mantenido una Allí, actuando proselitistamente, ordenó a los oriun-
conversación. Para cuando los familiares acudieron al dos de la ciudad de Metaponto el levantamiento de un
lugar del fallecimiento y se abrió la estancia, el cadáver ara en honor de Apolo y junto a ésta una escultura con
había desaparecido… su propio nombre. La razón de dicha imposición fue
Supuestamente, a partir de este momento, Aris- que el numen, con anterioridad, les había concedido
teas, “víctima de la posesión de Febo” (φοιβόλαμπτος la gracia de elegirles entre todos los italiotas al visitar
γενόμενος) (IV, 13), inició un viaje hasta llegar a alcan- su tierra en compañía del propio Aristeas, metamor-
zar los confines septentrionales de la ecúmene, donde foseado para la ocasión en cuervo. (IV, 15).11 Una vez
habitaban los isedones.8 Por boca de estos, que no de realizada la conminación, Aristeas volvió a desaparecer
su propia experiencia, pudo saber que aún más allá de y de él nada más se supo. Los metapontinos acudieron
sus pagos moraban los arimaspos –personajes con un al oráculo de Delfos con el fin de interrogar al dios so-
único ojo–, y tras ellos los grifos –custodios del oro–, bre el significado de tal visita y allí la Pitia les aconsejó
y aún más lejos los hiperbóreos, que limitaban territo- llevar a cabo las sugerencias del aparecido, dado que
rialmente con un mar.9 éstas les serían provechosas. Una vez regresados los he-
Seis años después de su misteriosa desaparición, raldos, se ordenó la erección de ambas obras en el ágora
Aristeas regresó a Proconeso y dio inicio a la compo- de esta pólis en un espacio rodeado de laureles.12 Así
sición de las Arimaspeas –un poema en hexámetros, concluye el relato de Heródoto sobre el errante poeta
como corresponde a la épica arcaica, agrupados en tres inspirado.
libros–10 en el que relataba su periplo dejando constan-
cia de cuanto observó y escuchó entre los pueblos que Una interpretación en clave chamánica
encontró a su paso. Concluida la redacción de su obra, Pese a que en la Antigüedad otros autores menta-
nuestro protagonista volvió a desvanecerse de nuevo ron la persona y obra de Aristeas,13 sólo con lo dicho
por Heródoto se puede comprender el porqué de su
8. Aparte de los viajes esporádicos, la expansión helena hacia el inherente controversia. La propia naturaleza de los da-
Ponto Euxino y las tierras colindantes con éste, como tarde,
ha de fecharse en el siglo VII a. E., Boardman, 1973: 236-244;
tos hace que los intentos de separar (y demostrar) lo
Dodds, 1951: 140; Domínguez Monedero, 1993: 124-128. El ‘real’ –en cuanto a historia, geografía, etc.– de lo mí-
viaje de Aristeas quizá podría insertarse en este fenómeno o tico se tornen muy complejos, cuando no ciertamente
acaso representar un trasunto poético del mismo. Algunos
imposibles. Sin embargo, si se analiza la información
autores, pese a la más que dudosa credibilidad de toda la in-
formación que nos ha llegado sobre su fantástico deambular, conservada desde una óptica más bien alegórica, o aca-
han intentado encuadrarlo cronológicamente entre dos mo- so metafísica, el proconesio y su poema adquieren un
mentos históricos, las intrusiones cimerias del siglo VII a. E. significado trascendente.
y la pugna habida entre Creso y Ciro a mediados del VI a.
E., vid. supra n. 5 y Estrabón, Geografía. Libros I-II (Introd. Las características vitales de Aristeas, según lo
J. García Blanco, trad. y notas de J. García Ramón y J. García transmitido por Heródoto, pueden interpretarse y
Blanco). Ed. Gredos, Madrid, 1991, 266, n. 182. atribuirse a las de un chamán, o a la versión greco-me-
9. Heródoto abunda en detalles (IV, 13), al parecer tomados
diterránea de este concepto ‘religioso’ siberiano que pe-
de la lectura directa del poema de Aristeas, al referirse a la
tierra de los arimaspos en el contexto general del lógos escí- netraría en el mundo griego a través del contacto con
tico. A decir de lo consignado, dichos predios antaño fueron escitas y tracios en el ámbito del Ponto Euxino desde el
poblados por los cimerios antes de su expulsión a manos
de los escitas. A estos, a su vez, los isedones los desalojaron
hasta su postrer destierro por los míticos monoftalmos. En 11. La relación del ave con la divinidad está atestiguada tanto
este complejo proceso de alternancia de pueblos sucedién- iconográficamente –Boardman, 2001: 94, fig. 127 (I)– como
dose en la misma zona geográfica se ha querido ver la re- literariamente, ejerciendo un rol oracular, Schrader, 1982:
miniscencia de los flujos migratorios que se dieron en Asia 293, n. 60.
Central a inicios del último milenio a. E., vid. Alemany i 12. Sobre el culto a Apolo en Metaponto, vid. Schrader, 1982:
Vilamajó, 1999: 45-55; Schrader, 1982: 291, n. 52. 292, n. 58. Según Plinio el Viejo (nat. VII, 174), la estatua
10. Schrader, 1982: 290, n. 48. Cabría la posibilidad de que cada de Aristeas representaba la salida del alma de su cuerpo en
uno de ellos estuviese dedicado a los tres pueblos -isedones, forma de cuervo, vid. Schrader, 1982: 293, n. 62, aunque
arimaspos e hiperbóreos- mencionados por Heródoto a la éste autor confunde el lugar de la escultura ubicándola en
hora de anotar el contenido del poema de Aristeas, vid. Gó- Proconeso.
mez Espelosín, 2000: 120. 13. Vid. supra, n. 1.
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arcaísmo temprano.14 No en balde, el poeta, era natu- y más satisfactoria espiritualidad que nace durante el
ral de una isla que custodiaba las rutas comerciales que arcaísmo con un anhelo de mayor trascendencia que
atravesaban los estrechos y su contacto con tradiciones las prometidas sombras del Hades. De hecho, su labor
bárbaras se antoja verosímil. proselitista en Metaponto –como médium al servicio
El viaje de Aristeas, lejos de suponer otro capítulo de Apolo–, no lejos de Crotona, supone el culmen que
más a la tradición de periplos protagonizados por su- hace inevitable su identificación como un ser de carac-
fridos aventureros (Jasón, Odiseo, etc.) en tópoi más o terísticas claramente pitagóricas.18
menos utópicos,15 representa en sí mismo un viaje de Aristeas encarna a la perfección el concepto del
naturaleza espiritual. θεῖος ἀνήρ o servus dei, la versión mediterránea del
De hecho, sabemos que fue preconizado por el chamán oriental. Sus fantásticas particularidades no le
mismísimo Apolo y, a pesar de que desconozcamos la son privativas, sino propias de otros personajes litera-
razón última por la que la divinidad ‘poseyó’ al proco- rios semilegendarios –o deliberadamente míticos– en
nesio para este fin, cabría pensar que, quizá, la travesía cuyas vidas, algunas relativamente contemporáneas, se
guardase alguna relación con el mundo de sus favori- repiten determinados loci communes de la taumatur-
tos, los hiperbóreos. Las Arimaspeas, según esta lectu- gia antigua. Los tracios Orfeo y Zalmoxis, el hiperbó-
ra, podrían ser también interpretadas como un poema reo Abaris, Hermótimo de Clazomene, Epiménides de
revelado fruto de un ‘peregrinaje’ no necesariamente Creta y en cierto modo Parménides de Elea, Empédo-
literal, sino simbólico. Y en esta clave se puede releer la cles de Agrigento, Apolonio de Tiana y, por supuesto,
persona de Aristeas. Pitágoras, comparten características similares que evo-
La supuesta muerte del poeta en el batán de su isla, can el mismo arquetipo del hombre inspirado cuyo co-
la cual marca el inicio de su errar hacia los confines del nocimiento ha sido revelado por la divinidad a la que
noreste, bien podría ser la incomprendida explicación sirve.19
del característico trance extático de los chamanes, en El poema casi desaparecido de las Arimaspeas, visto
el que el alma se disocia de la materia corpórea –re- desde esta perspectiva mística, adquiere un significado
cuérdese el adagio, σῶμα-σῆμα– para ‘viajar’ a remotos notoriamente más elevado. Dicha obra, probablemente,
lugares. En esta suerte de “excursiones psíquicas”16 el es- fue ‘algo más’ que un relato fantástico en torno a remo-
píritu adquiere el sofisticado conocimiento (y el poder) tos espacios ultra liminales donde moraban toda clase
que le diferencia del resto, confiriéndole a la par su má- de criaturas fantásticas y acaecían hechos sorprenden-
gica condición de la que debe dejar constancia a través tes. Tal vez en sus versos, ocultos tras los consabidos
de la narración de un relato inspirado. tópicos de exotismo y alteridad, se hallasen cifrados
La virtud de bilocarse también es característica de determinados saberes herméticos que sólo eran inteli-
este tipo de individuos pero aún lo es más su defini- gibles para un reducido grupo de iniciados. Sea como
toria capacidad para reencarnarse. La metamorfosis fuere su práctica desaparición, al parecer desde anti-
en cuervo de Aristeas debe ponerse en relación con la guo,20 nos impide salir del terreno meramente especu-
metempsícosis o teoría de la transmigración del alma, lativo en lo concerniente a la literatura.
cuyas primeras teorizaciones coinciden cronológica- Iconográficamente, el Canto de los Arimaspos, pa-
mente con el período en el que, supuestamente, vivió rece ser la fuente principal de la grifomaquia, o al me-
el poeta. El alma que vuela –como un pájaro– pero nos la única de la que tenemos conocimiento escrito.
permanece en el mundo reencarnada en otro cuer- Si bien en el Egeo el asunto es conocido desde la Edad
po, a fin de purgarse mediante ἄσκησις y κάθαρσις,17 del Bronce, será a partir del arcaísmo cuando comen-
relaciona a nuestro protagonista con aquella nueva zará un lento resurgir que eclosiona en el siglo IV a.
E. como uno de los motivos más representados en la
14. Con toda probabilidad el chamanismo hunde sus raíces en la
prehistoria –vid., pese a su controversia, Clottes, Lewis-Wi-
lliams: 1996– sin embargo, las prácticas rituales a la que nos 18. García Gual, 1991: 68.
referimos, al parecer, tienen su origen en las estepas rusas, 19. Para las vidas, obras y milagros de estos ‘varones de dios’ en
vid. infra, n. 19. clave chamánica, vid. las síntesis de Dodds, 1951: 137-153;
15. Dan, 2008: 3.3, n. 27. Eliade, 1968: 304-308; ibidem, 1970: 46-52; Meuli, 1935:
16. Dodds, 1951: 138. 137-172; Taufe, 2012: 75-85 y la monografía de Hernández
17. Para la noción de culpabilidad pecaminosa y el inicio de la de la Fuente, 2011.
conciencia puritana, vid. ibidem. 133-169. 20. Bernabé Pajares, 1979: 347-348.
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pintura vascular griega.21 Las leyendas transmitidas por Bibliografía


escitas e isedones servirían de caldo de cultivo para las
historias sobre arimaspos y grifos legadas en la obra, ALEMANY I VILAMAJÓ, A. (1999), “Els ‘Cants arimas-
pero quizá en esta lucha por el oro que custodiaban los peus d’Arísteas’ de Proconnès i la caiguda dels Zhou
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abocado todo el poema del proconesio– en un primer BERNABÉ PAJARES, A. (ed.) (1979), Fragmentos de épica
momento también contuviese una simbología más ele- griega arcaica. Madrid.
vada que trascendía este aparente y obvio combate tan BOARDMAN, J. (1973 [1986]), Los griegos en ultramar:
común en el folklore universal.22 comercio y expansión colonial antes de la era clásica.
Teniendo en consideración lo anteriormente dicho, Madrid.
creemos que Aristeas y su obra adquieren un signifi- BOARDMAN, J. (2001), The history of Greek vases: potters,
cado más profundo si son estudiados desde esta en- painters and pictures. London.
riquecedora perspectiva mística. Del mismo modo, la BOLTON, J. D. P. (1962 [1999]), Aristeas of Proconnesus.
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