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EL MUÑECO DE NIEVE

Había dejado de nevar y los niños, ansiosos de libertad,


salieron de casa y empezaron a corretear por la blanca y
mullida alfombra recién formada.

La hija del herrero, tomando puñados de nieve con sus


manitas hábiles, se entrego a la tarea de moldearla.

Haré un muñeco como el hermanito que hubiera deseado tener se dijo.

Le salio un niñito precioso, redondo, con ojos de carbón y un botón rojo por boca. La pequeña
estaba entusiasmada con su obra y convirtió al muñeco en su inseparable compañero durante los
tristes días de aquel invierno. Le hablaba, le mimaba...

Pero pronto los días empezaron a ser mas largos y los rayos de sol mas calidos... El muñeco se
fundió sin dejar mas rastro de su existencia que un charquito con dos carbones y un botón rojo. La
niña lloro con desconsuelo.

Un viejecito, que buscaba en el sol tibieza para su invierno, le dijo dulcemente: Seca tus lagrimas,
bonita, por que acabas de recibir una gran lección: ahora ya sabes que no debe ponerse el corazón
en cosas perecederas. FIN

LA SEPULTURA DEL LOBO

Hubo una vez un lobo muy rico pero muy avaro. Nunca dio ni un
poco de lo mucho que le sobraba. Sintiéndose viejo, empezó a pensar
en su propia vida, sentado a la puerta de su casa.

¿Podrías prestarme cuatro medidas de trigo, vecino? Le pregunto el


burrito.

Te daré; ocho, si prometes velar por mi sepulcro en las tres noches


siguientes a mi entierro.

Murió el lobo pocos días después y el burrito fue a velar en su sepultura. Durante la tercera
noche se le unió el pato que no tenia casa. Y juntos estaban cuando, en medio de una espantosa
ráfaga de viento, llego el aguilucho que les dijo:

Si me dejáis apoderarme del lobo os daré una bolsa de oro.

Será suficiente si llenas una de mis botas. Dijo el pato que era muy astuto.

El aguilucho se marcho para regresar en seguida con un gran saco de oro, que empezó a volcar
sobre la bota que el sagaz pato había colocado sobre una fosa. Como no tenia suela y la fosa
estaba vacía no acababa de llenarse. El aguilucho decidió ir entonces en busca de todo el oro del
mundo.
Y cuando intentaba cruzar un precipicio con cien bolsas colgando de su pico, fue a estrellarse sin
remedio.

Amigo burrito, ya somos ricos. Dijo el pato. La maldad del Aguilucho nos ha beneficiado.

Y todos los pobres de la ciudad. Dijo el borrico, por que con ellos repartiremos el oro. FIN

LEYENDAS

Leyenda de la luz mala

El origen de esta leyenda se encuentra en una fosforescencia


que se ve en cerros y quebradas del noroeste argentino,
durante los meses secos.

La leyenda sostiene que este es el farol de Mandinga (el


Diablo con forma humana) y que su aparición indica sitios
donde se esconden tesoros. La luz sería también el espíritu
del difunto dueño de los tesoros, intentando alejar a los curiosos.

El día de San Bartolomé, que es el 24 de agosto, es cuando se ven m ejor estas luces.

Leyenda de la princesa y el pastor

Esta leyenda es la base de las leyenda de Qi xi y Tanabata.

La princesa Orihime (también llamada la princesa tejedora),


tejía vestidos para su padre (tejía las nubes del cielo) a orillas
del río. Su padre era el rey celestial. Orihime se enamoró de
un pastor llamado Hikoboshi. En un principio la relación se
desarrolló sin dificultades, pero luego ambos comenzaron a
descuidar sus tareas por estar tan compenetrados en su
amor.

Al ver que esta situación no se solucionaba, el rey celestial los castigó separándolos y
convirtiéndolos en estrellas. Sin embargo, los enamorados pueden volver a verse una
noche en el año, el séptimo día del séptimo mes.

FABULAS

El niño y los dulces

Un niño metió su mano en un recipiente lleno de dulces. Y tomó lo


más que pudo, pero cuando trató de sacar la mano, el cuello del
recipiente no le permitió hacerlo.

Como tampoco quería perder aquellos dulces, lloraba


amargamente su desilusión.
Un amigo que estaba cerca le dijo: - Confórmate solamente con la mitad y podrás sacar la mano
con los dulces-.

Moraleja: Nunca trates de abarcar más de lo debido, pues te frenarás.

EL LOBO CON PIEL DE OVEJA

Fábulas de Esopo para niños

Pensó un día un lobo cambiar su apariencia para así


facilitar la obtención de su comida. Se metió entonces
en una piel de oveja y se fue a pastar con el rebaño,
despistando totalmente al pastor.

Al atardecer, para su protección, fue llevado junto con


todo el rebaño a un encierro, quedando la puerta
asegurada.

Pero en la noche, buscando el pastor su provisión de carne para el día siguiente, tomó al lobo
creyendo que era un cordero y lo sacrificó al instante.

Moraleja: Según hagamos el engaño, así recibiremos el daño.

APARATO REPRODUCTOR MASCULINO


DESARROLLO EMBRIONARIO

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