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2 El siglo XX y nuestra sociedad occidental actual

Contextualización

El siglo XX es un periodo de profundas transformaciones y cuestionamientos para la sociedad


occidental, y de violencia excesiva en la humanidad. Un mundo que ya se encontraba conectado
por los avances tecnológicos y científicos. Para comprender este periodo debemos remontarnos
a finales del siglo XIX: la segunda revolución industrial transformó nuevamente la vida de los seres
humanos, con mejores y mayores aprovechamientos de recursos. Esto se vio acompañado de
avances trascendentales en los medios de comunicación y transporte: el avión, el automóvil, el
teléfono, la radio y los motores impulsados a gas, petróleo y electricidad. La primera globalización
fue trascendental: se internacionaliza la economía, con un éxito insospechado por sus
innovaciones mundiales y la apertura de los mercados internacionales.
Naturalmente, esta segunda revolución también se sustenta en los recursos que las potencias
debían de suministrarse. La segunda revolución industrial involucraba cuatro actores bien
definidos: Inglaterra, potencia hegemónica del mundo desde el siglo XVIII, que pasó por
revoluciones políticas e industriales y que logró mantenerse su posición en el clima internacional;
Alemania, segunda potencia europea; Estados Unidos, que, tras su independencia, inició un auge
cada vez mayor hasta consolidarse como la única gran potencia en América; y Japón, que después
de sus revoluciones y su occidentalización voluntaria del siglo XVIII, integró en su cultura
elementos de las culturas europeas y estadounidense, transformando su funcionamiento
burocrático, milicia, economía e interés y capacidad técnica y científica.
A inicios del siglo XX estallaron tres conflictos de carácter local en suelo europeo que, por
complicaciones políticas, desembocaron en la Primera Guerra Mundial. La Gran Guerra generó
profundas transformaciones en el mundo, con el ingreso tardío Estados Unidos, remplazando a
Rusia, que aprovechará el debilitamiento militar, económico y la gran merma demográfica para
declararse el gran vencedor, por el bando de los aliados. Alemania fue, de nuevo, la gran derrotada
y asumió la responsabilidad en el conflicto bélico, para cuyo término se le impusieron severas
sanciones económicas y políticas. La destrucción casi total de Alemania y otros países y la
humillación que se le infringió, sentaron las bases para un conflicto mayor.
Otra de las grandes transformaciones de la Primera Guerra Mundial radicó en su desarrollo. La
salida de Rusia del conflicto, debido a sus transformaciones políticas y sociales internas de la
Revolución marxista rusa, transformó radicalmente esta nación.
El término de la Gran Guerra también transformó al mundo: el poder hegemónico pasó de
Inglaterra, azotada por la guerra y en proceso de recuperación, a la única gran potencia americana:
Estados Unidos. Gracias a su entrada tardía al conflicto y a que la guerra no fue en sus territorios,
se pudo consolidar como potencia en su sistema y sus valores, bastante cercanos a los europeos
y a los nuestros. La cultura estadounidense se apoyaba en el desarrollo tecnológico y científico, y
en su economía, que irían permeando lentamente todo América, e influyó definitivamente en el
desarrollo de Occidente y del mundo.
El periodo subsiguiente a este conflicto lo lideró EEUU. Aunque la guerra había transformado la
disposición de territorios de ultramar, del caos de la posguerra surgió un nuevo auge económico
por menos de una década. El crak de 1929 de la Bolsa de Estados Unidos dio inicio a la gran
depresión a nivel mundial. Las naciones, afectadas por los embates económicos que sufrían los
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estadounidenses, transformaron sus políticas de comercio exterior para concentrarse en la
satisfacción de sus propias necesidades, para luego vender los escasos excedentes que podían
producir. Naturalmente, aquellos países que dependían exclusivamente de la exportación de
materias primas fueron los más afectados, como le sucedió a Chile, cosa que repercutió en su
historia nacional por décadas.
La tercera década del siglo XX fue de gran convulsión y de muy diversos estados económicos
entre los países. Alemania, que debió enfrentar la crisis bajo las grandes desventajas que le
planteaba el Tratado de Versalles, que puso fin a la Primera Guerra Mundial y que le responsabiliza
de la guerra, resurgió de nuevo como potencia industrializada, aunque supervigilada por un
gobierno que subió al poder democráticamente en el 1933 y que llegó a ser totalitario: el nazi.
También había estados totalitarios en otros países, como Italia, Francia y la Unión Soviética, con
una fuerte base nacionalista pero de aspiraciones imperialistas, que llevaron rápidamente a
conflictos y guerras locales para anexar territorios aledaños.
En el 1939 se inició la Segunda Guerra Mundial. Este conflicto involucró desde su comienzo a
naciones de todo el mundo. Fue la guerra más violenta y salvaje de la historia. Mientras la Primera
Guerra Mundial se originó por asuntos políticos y económicos derivados del imperialismo europeo,
aquí se mezclaban visiones ideológicas y nacionalistas con novedosos y terribles adelantos
científicos y tecnológicos. Alemania, castigada y humillada tras las sanciones de Versalles, se
levantó y se armó de manera increíble. Se enfrentaron los países del Eje – Alemania, Japón e
Italia- frente a los aliados -Francia, Inglaterra, la Unión Soviética y Estados Unidos- con un gran
despliegue tecnológico y científico con fines bélicos.
Al finalizar la guerra en el 1945, todas las naciones involucradas sufrieron terribles daños
internamente, no sólo materiales, sino más profundos por las masacres y por el lanzamiento de la
bomba atómica en Japón. Reinaba un desencanto hacia el ideal de progreso indefinido que animó
el siglo XIX con las revoluciones industriales, alterando así sus ideales y principios. Así, Occidente
vivió un proceso de profundo quiebre en sus creencias, pérdida y extravío de su fe: lo que les hizo
abandonar los valores religiosos y les aseguraba el progreso, se exhibía como la ventana a la
muerte, masiva e instantánea. El equilibrio mundial apareció cada vez más frágil y, sin embargo,
más necesario, pues la amenaza nuclear era una realidad.
Este frágil equilibro, sumamente contradictorio y consecuencia del desarrollo cultural de Occidente,
ha guiado la política desde entonces. Estados Unidos, uno de los grandes vencedores del conflicto,
sustentaba su hegemonía en la amenaza nuclear. Al tiempo, el otro gran vencedor de este
conflicto, la Unión Soviética, incorporó en su poder militar este elemento, y junto a él otros países.
El mundo, frente a esta situación, debía elegir con qué potencia o ideología aliarse.
El mundo se dividió en dos bloques: el de la OTAN, encabezada por Estados Unidos, y unida a
sus aliados, que representaban el bloque occidental y también Chile; y el del Pacto de Varsovia,
encabezado por la Unión Soviética, que, junto a sus aliados, representaban el bloque oriental. En
el bloque occidental se mantenían los rasgos de la sociedad occidental que hemos trabajado a lo
largo del curso, mientras que el oriental representaba a buena parte de las culturas de oriente o
de la frontera oriental y occidental. Durant décadas se mantuvo este difícil equilibrio, llamado
guerra fría, porque enfrentamientos continuos pero no directos.
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Fuente: http://contenidosdigitales.ulp.edu.ar/exe/historia2/guerra_fra.html

El mundo occidental seguirá desarrollándose bajo el liderazgo político y económico de Estados


Unidos, transformando a pasos acelerados la cultura, su identidad y sus ideales.
Hubo un gran pero largo movimiento de independencia entre las colonias, sobre todo en regiones
asiáticas y africanas, en general bajo ideales nacionalistas y con miras políticas e ideológicas.
Mientras tanto, Occidente seguían innovando en las ciencias y tecnologías, reflejo de lo cual fue
la carrera espacial entre las dos grandes superpotencias. Ello implicó una priorización de las
matemáticas y ciencias en la educación escolar, siguiendo el modelo estadounidense, y relegando,
relegando las artes y humanidades. Además, las ciencias cada vez se iban separando más de la
filosofía, contrariando los valores clásicos e ilustrados. El mundo occidental se orientaba como
cultura hacia lo sensible y lo material, hasta el punto de tratar de reemplazar la verdad
exclusivamente por la objetividad científica. La cuestión por el sentido de la vida humana dejó paso
a una visión pragmática de la vida: existimos porque sí, y debemos ser siervos de nuestra cultura.
Este cambio se plasmó en el desarrollo de la escultura, pintura, arquitectura, literatura, filosofía e
historia, que dejaron de representar al ser humano, y se enfocaron en la cultura misma, movimiento
que conocemos como postmodernismo.
Diversos países de Asia protagonizaron en la década del 60 estallidos bélicos independentista en
los que entraban en juego ambas super potencias. Mientras que se multiplican revoluciones
sociales en búsqueda de la paz y seguridad y mejoras de las condiciones de vida. Muy similar a
la situación actual, las sociedades están largamente urbanizadas, y se impune un estilo de vida
profesional y rápido. Las condiciones laborales mejoran constantemente, la economía llegó a ser
el director casi exclusivo del orden del mundo, la política cada vez se debilita más.
En la década del ’70 la Unión Soviética, y el bloque oriental, dio señales de debilitamiento, en sus
líderes, sus políticas y economía. Mientras tanto, Estados Unidos también perdió poder a causa
de unos movimientos políticos que alteraron el orden latinoamericano. Los valores e ideales que
movían a sus habitantes se hacen más individualistas y se centran en cada vez eran más en lo
sensible y en lo temporal, y domina cada vez más la ideología, que presume que ya no hay una
verdad única, sino una pluralidad de verdades subjetivas, en las que primaría lo individual sobre
lo objetivo. Las verdades filosóficas ya no eran admitidas, en ninguna forma, salvo para pequeños
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grupos de intelectuales y académicos, quienes podrían asumir el rol de salvaguardarlas, o, al
contrario, enterrarlas.
Llegados a la década del ’80, se perdió el liderazgo efectivo de las superpotencias sobre los demás
países, con lo que aparecieron nuevas potencias. La expansión del mundo asiático en la
economía, fuertemente occidentalizado, creó un nuevo escenario político y económico
internacional, así como un nuevo estilo de vida, profundamente enraizadas en materias
temporales, individuales y materiales. La Unión Soviética vio el inicio de su fin con la caída del
Muro de Berlín en 1989, símbolo de los dos bloques. A partir de entonces las relaciones políticas
y económicas se abocaron a prevenir conflictos a larga escala.
Guerras Mundiales

Las dos guerras mundiales del siglo XX fueron la consecuencia del avance de los sistemas político
e ideológico gestados durante el siglo XIX en Europa. Ambos conflictos implicaron una
transformación, sin precedentes, de Occidente. Desde el plano político, Estados Unidos y la recién
formada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, se declararon como las
superpotencias, con un poder militar que desafió el ideal de las ciencias modernas. Su desarrollo
se vinculó estrechamente con el desarrollo militar de las potencias, incluso con experimentos sobre
la vida y el cuerpo humano. Se hizo necesario regular estas actividades por motivos éticos. El ideal
de progreso indefinido que proponía la ciencia moderna era inviable, pues esa misma ciencia
contemporánea era capaz de exterminar nuestra propia especie. Distintos tratados y códigos
fueron redactados con el propósito de evitar lo sucedido en ambas guerras mundiales, y, por otro
lado, se crea la Organización de Naciones Unidas, primera organización a nivel mundial,
responsable de velar por la paz mundial.
También la economía sufrió transformaciones radicales. Originalmente, el sistema económico de
fines del siglo XIX era casi en su totalidad liberal, con pocas atribuciones y regulaciones del Estado.
Con el auge económico que representó la Primera Guerra Mundial, y su consecuente crisis
económica en el periodo de entreguerras, las naciones del mundo desarrollaron políticas
proteccionistas sobre sus propias economías. A fines de la Segunda Guerra Mundial, los Estados
crecieron en estas atribuciones, conscientes de su rol, además de responder a las exigencias de
la sociedad. Prontamente, las discusiones políticas se transformarían también en discusiones
económicas y sobre la administración del Estado, y el abanico político se expandiría en todo
Occidente. A modo de ejemplo, la democracia cristiana, doctrina que venía gestándose desde
hacía tiempo, y que proponía una respuesta a la cuestión social que había azotado occidente, tuvo
cabida en varios gobiernos en Europa y América Latina, remarcando la responsabilidad del Estado
hacia sus habitantes.
Culturalmente, la vida de las personas se transformó de manera radical. Influyeron en ello los
avances de la segunda revolución industrial – con el uso de combustibles como el gas y el petróleo-
, la aparición de la primera generación de computadores en la década de 1940 y el vertiginoso
avance en ochenta años de la informática, tecnología y ciencias. El acceso a las tecnologías era
cada vez mayor y eso facilitaban enormemente labores domésticas y profesionales. A la par
nacieron nuevas profesiones relacionadas y la educación asumió el gran desafío de sistematizar
la enseñanza de cada nueva profesión y las necesidades de las ciencias y la sociedad. La
Universidad se transformó en un espacio aún más rico en cultura, pero que también será un
símbolo social, económico y político en todas las naciones occidentales. Muchas de las mejoras
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existentes en la actualidad para la vida diaria de las personas surgieron de las necesidades que
mostraban las tropas combatientes durante los conflictos, y que fueron adaptados a nuestro uso.
Movimientos culturales post guerras

Posterior a las dos guerras mundiales, el mundo en la segunda mitad del siglo XX sufrió
transformaciones culturales y sociales que cambiaron la sociedad hasta su actual configuración.
La pérdida del ideal del progreso indefinido fue el primer quiebre en el paradigma de Occidente.
Aunque sin renunciar totalmente al progreso científico, había que vigilarlo para evitar incurrir en
los desastres de las guerras. Pero las consideraciones éticas siguen siendo vigentes, pues los
dilemas que aparecen vinculados a la ciencia son considerables, y su influencia en la sociedad es
muy grande. La caída del Muro de Berlín también supuso la caída de la ideología marxista, al
menos entre los pensadores. Tuvo un papel importante la nación polaca, que, unida en torno a su
cultura y la fe católica, luchó por defender su libertad de pensamiento, y de práctica de fe hasta
lograr reconocimientos políticos y religiosos dentro del muro de acero. Juan Pablo II, hijo de la
Polonia que vivió la Guerra Mundial bajo el dominio nazi y después el régimen comunista, fue un
protagonista privilegiado del siglo XX y del fin de las ideologías.
La transformación política de las sociedades, orientadas a la promoción de condiciones de vida
dignas y equitativas, también se vio afectada por esta desconfianza hacia el progreso científico
que llevó incluso a cuestionar y dudar de la propia cultura, historia y filosofía. El posmodernismo,
movimiento que aparece en la segunda mitad del siglo XX, y que desconfía del ideal del progreso,
se aboca al placer sensible, material e instantáneo, y a lo fácil de verificar. La filosofía y la historia,
el significado de la cultura y el sentido de la verdad se fragmentan mucho y se duda de su
capacidad de representar el sentido de la verdad objetiva, material e inmediata. Algunos
pensadores hablarán, incluso, del fin o la muerte de las dos primeras.
También, la profunda crisis y desconfianza llevará a la proliferación de las ideologías, que se
presentarán como verdaderas. No se deja de buscar la verdad, pero de manera más pragmática:
una verdad que les satisface y que es relativa a cada uno, las “verdades” individuales. La
posverdad, una verdad inválida por naturaleza al erigirse por convicciones personales, enfatiza las
convicciones internas y sentimientos, abandonando las realidades objetivas. La posverdad llevó a
buscar respuestas en otras culturas, como las populares y las orientales. La posverdad también
ha configurado una serie de falsas verdades, popularizadas a priori y que exhiben las profundas
deficiencias del individualismo: la confusión conceptual entre fe y religión, entre razón y ciencia,
entre política e ideologías de las clases políticas, entre otras.

Problemáticas mundiales

Lo que sucedía Occidente, hemos visto ya a estas alturas que afectaba el mundo entero. Una
constante preocupante eran las evidencias de que el progreso científico causaba serios daños al
medio ambiente y a la vida entera, no solo humana. A la siempre creciente explotación de recursos,
a la que se incorpora el uso de recursos fósiles, también debe sumarle los altos costos que
significaron ambas guerras. La economía no dejaba de ser una materia de importancia, la cual
podía ser abordada bajo distintos enfoques. Distintas organizaciones de carácter internacional
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aparecieron durante décadas con el fin de proponer medidas, tratados y soluciones a diversos
problemas que afectan a la humanidad.
Para afrontar las problemáticas sociales y culturales, distintas instituciones con presencia mundial
asumieron con el tiempo roles y directrices para orientar a la humanidad en tiempo de crisis. La
Iglesia católica, por ejemplo, recuperó a principios del siglo XX la filosofía de Tomás de Aquino y
la filosofía escolástica y sus directrices políticas, y actuará como un interlocutor crítico ante ciertas
condiciones de vida y la responsabilidad de los gobiernos. , función que podrá llevar sin mayor
dificultad gracias a su presencia y relevancia a lo largo del mundo, además de, incluso, mediar en
las relaciones y disputas territoriales entre Chile y Argentina, a través del papa Juan Pablo II.
Globalización y comunicación

La globalización es un fenómeno mundial que ha transformado radicalmente nuestros estilos de


vida. La segunda Revolución industrial permitió una mayor eficiencia y masificación del comercio
a escala mundial, gracias a las innovaciones en los medios de transporte terrestres y marítimos,
que sumado a las nuevas herramientas que ponía a disponibilidad el desarrollo científico,
permitirían una distribución de las actividades económicas, así como el acceso local a un sinfín de
bienes de consumo provenientes de distintas partes del mundo. Pero el comercio no fue el único
beneficiado con estas innovaciones: la migración, sobre todo internacional, supondría un desafío
creciente a las culturas y sociedades locales de todo el mundo.
Naturalmente, los medios de comunicación debían ser más efectivos. La aparición y el desarrollo
de las computadoras y la informática para mediados del siglo XX permitirían hacer ingreso a la
humanidad a un mundo distinto, que conocemos muy bien en la actualidad: la aldea global y el
mundo digital. La aparición de distintos medios de comunicación a lo largo del siglo XX
revolucionaba a sus generaciones: la radio, por ejemplo, ponía a disposición las noticias más
importantes en la comodidad del hogar, que prontamente incluiría también música y programación
de entretenimiento. La televisión incorporará el elemento visual a la comunicación en los hogares,
abriendo un nuevo campo de estudio: la publicidad y la psicología. Pero no sería hasta ya cercano
a nuestra actualidad que encontraríamos una nueva revolución en los medios de comunicación:
Internet. Representando una conexión mucho más profunda de las personas con los medios de
comunicación: ellos podrán participar en estos de forma directa, ya no solo recibiendo la
información, será gracias a la masificación y progreso acelerado de la tecnología que podrá
desarrollarse en las condiciones que presenta en la actualidad.
Será este nuevo medio de comunicación el que transformará con mayor profundidad las
costumbres de las personas. A través de una serie de terminales (computadores, teléfonos
inteligentes, tabletas, televisores, consolas de videojuegos, entre otras) en que personas de todo
el mundo podrán comunicarse de forma instantánea y sincrónica, ignorando gran parte de las
distancias y barreras geográficas que les pueden separar. Incluso la comunicación no representa
problemas, al haber esta evolucionado y haberse adaptado a las condiciones y necesidades de
las personas. Este proceso que afianzó la globalización y permitió acercar a las personas a un
mismo espacio en el que conviven, conlleva una serie de transformaciones sociales, y de los
valores de la sociedad, alterando y afectando todas las culturas del mundo actual con posibilidades
de acceder a este servicio.
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