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PERSONAJES
PRIMER ACTO
PROFESOR: Queridos alumnos, muy buenos días. Los he citado hoy acá, en el jardín del
colegio para contarles un cuento, un cuento de seres vivos, y de unos seres vivos muy especiales,
unos seres ¡terribles!
PROFESOR: -¡No, no, no y no! Voy a hablar de unos seres tan pequeños, tan pequeños que nadie
los puede ver, y tan malvados, tan malvados que se dedican a hacer sufrir a todos los niños del
mundo.
PROFESOR: Nadie.
PROFESOR: No pueden verse solo con los ojos… pero yo soy dueño de algo mágico, algo
realmente maravilloso…
PROFESOR: ¡Una lupa maravillosa para ver lo invisible! Y entonces, aunque esos seres vivos
son tan pequeños, tan pequeños, ¡uno puede verlos!
PROFESOR: Tranquilos niños, ustedes muchas veces han estados cerca de estos
microorganismos.
PROFESOR: ¿Ves qué grande se ve? Más grande que tú. Pues eso... ¡es una gota de agua! Mi
lupa hace que se vea así de grande.
PROFESOR: ¡Sí!, una gota de agua. Y adentro de una gota, ¡miren todas las cosas que puede
haber!
PROFESOR: Pues imagínense lo pequeñitas que son, que están dentro de una gota de agua.
Ahora, con mi lupa maravillosa podremos ver una de esas figuritas.
PROFESOR: Ese es uno de los seres invisibles, es tan pequeño que nadie lo puede ver con los
simples ojos. ¿Ven cómo lo hace grande mi lupa?
CLARA: ¿Bichito?
PROFESOR: ¡Microbios!
PROFESOR: Muy, pero muy malos. Pueden ser más peligrosos que los leones, que los tigres e
incluso que un hambriento hipopótamo.
PEDRO: Profesor, ¿Sería posible que usted me prestara su lupa maravillosa? Me encantaría
tenerla un momento para poder buscar otros lugares donde hay microbios.
PROFESOR: Te la puedo prestar un rato, pero ten mucho cuidado. Si quieres observar tú solo
basta con que veas a través de ella, pero si quieres que todo el mundo los pueda observar, tienes
que hacer que pase un poco de luz a través del vidrio, y ante tus propios ojos crecerán, crecerán y
crecerán. Toma, y no la vayas a romper. Bueno, tengo prisa, creo que ya sonó el timbre y tengo
otra clase. Te repito, ten cuidado cómo la usas, mucho cuidado jovencito. (Sale)
PEDRO: Gracias, señor. Gracias ¡Profesor! ¿Por qué dice que debo tener cuidado? ¡Ya se fue! ¿Y
cómo se usará esto?
PEDRO: Pues... (Desconfía) Me da un poco de miedo… quizás no debí habérsela pedido. Bueno,
veamos qué sucede. El profesor me dijo que si pasa la luz... Mira, aquí está dando el sol...
Podemos tomarla por acá, por el mango... Hagamos que caiga la luz en la fuente.
PEDRO: Pues no. Creo que… Oye, ¿qué es que eso que se mueve ahí?
JUAN: ¿Dónde?
PEDRO: Me dio la impresión que…no, no es nada (Están de espaldas a la fuente, muy cerca)
Pues será que no hay bastante sol.
(Dos microbios se asoman y estiran las manos para agarrarlos. Los pierden por milímetros.)
JUAN: A ver.
(Asustados corren, porque ahora sí casi los atrapan, y de frente, los microbios, que surgieron
repentinamente y con las garras listas.)
JUAN: ¡No te asomes! ¡Míralos! Son tan pequeños que caben muchos en una gota de agua, pero
ahora la lupa los hizo crecer.
AMEBA: ¡Bravo! ¡Los enfermaré! ¡Tendrán cólicos estomacales y fiebre! ¡Tal vez hasta los
inyecten o los hospitalicen! (Ríe a carcajadas)
BACILO: ¡Mira aquellas dos! ¡Están jugando con tierra! ¿Tú crees que se laven después las
manos?
COCO: (En tono de ironía) Siiiiiiii, claro, qué va, por supuesto.
MICROBIO 1: ¡Ojalá que coman dulces con las manos sucias! Porque así estaré listo para
acabármelos.
COCO: ¡Tal vez se hagan heridas en las piernas y se las dejen llenos de mugre! Ahí estaré yo,
para infectarlos.
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(Gritos generales de entusiasmo)
y venimos a enfermar
no se laven nunca!
vamos a gozar!
(Con perfidia)
Agua de manguera
COCO: Creo que estoy en magníficas condiciones. Me siento capaz de hincharles manos y pies.
AMEBA 1: Yo voy a provocarles cólicos estomacales tan fuertes que se van a retorcer como
lombrices.
BACILO: Yo los voy a hacer toser sin descanso, hasta que escupan el esqueleto por la boca.
PEDRO: ¿Y ahora qué vamos a hacer? Nuestro profesor me dio la lupa para hacerlos crecer,
pero no nos dijo cómo defendernos de ellos.
(Van acercándose lentamente. Pedro y Juan corren atontados, son asaltados; huyen finalmente y
se esconden entre los árboles. Lentamente, empiezan a descender los microbios.)
CLARA: ¡Si no vienen, nos vamos! ¿No quieren comprar sopaipillas en el carrito?
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TODOS: ¡A ellas!
PEDRO: ¡Hay que buscar al profesor, para que nos ayude a rescatarlas!
(Salen corriendo)
TELÓN
SEGUNDO ACTO
(Ante el telón, sentado en el filo del proscenio, el PROFESOR lee atentamente un libro)
PROFESOR: ¡Cómo es posible! (Se levanta) A ver, cuéntenme. ¿Usaste la lupa maravillosa?
PROFESOR: Dime qué aspecto tenían, para saber con qué armas vamos a combatirlos.
PEDRO: Uno tenía muy pocas patas. Parecía como... un, como una, como… ¡ah no sé!.
PROFESOR: Vamos a ver si los reconocen. Voy a mostrarles algunos de ellos. (Se abre el telón.
Pasan las proyecciones con mucha rapidez) ¿Eran como éstos?
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PROFESOR: ¿Y, cómo éstos?
PROFESOR: ¡Ahh! Estos son amebas, viven en el agua sucia y dan horrorosos dolores
estomacales cuando te los bebes. ¿Y no había de estos otros?
PROFESOR: ¡Estos se esconden en los rasguños sucios, y en las heridas, para hincharte los
brazos y las piernas! Y… ¿Cómo éstos?
PROFESOR: ¡Este es de los peores! Es muy pequeño y se llama bacilo de Koch. Se esconde en
todas partes, da la tuberculosis y pone a los niños flacos y moribundos. Vive en el polvo de los
jardines, donde las personas escupen. ¡Pero hay que apresurarse, para salvar a sus amigas!
PEDRO: ¿Y por qué no nos dijo cómo hacerlos desaparecer? ¿Hay alguna razón especial?
PROFESOR: ¡No te dije! Es que a veces me distraigo. Soy distraído. Bastaba con que pusieras la
lupa al revés. ¡Vamos a salvar a las niñas! ¡Deben tenerlas en algún rincón húmedo y oscuro del
jardín. Pero antes, tenemos que estar muy limpios; vamos a comprar cepillos de dientes y a
lavarnos la boca, luego las manos, y hay que ponernos ropa limpia. ¡Rápido! ¡Ah! ¡Y hay que
cortarse las uñas! ¡Sólo así no podrán hacernos nada!
CUADRO 2
(Un rincón del jardín. Especie de cueva muy baja, formada por ramas)
LAURA: (Gime) Señor, señor, no sea malo, deje que nos vayamos.
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AMEBA: Pues les voy a dar de beber... ¡¡¡agua de la fuente!!! Se enfermarán de cólicos y mucha
fiebre. (Ríe a carcajadas)
COCO: Tienen las manos sucias, ¿cierto? Pues yo no voy a dejar que se las laven, hasta que se
les hinchen. (Carcajadas)
BACILO: (Feliz) Y yo les voy a dar dulces y pan... ¡para que coman con las manitos sucias, y
luego yo entre a sus pulmoncitos con el pan, y las haga toser y toser, hasta reventarlas!
(Carcajadas)
MICROBIO 1: ¡Y yo las voy a tener despeinadas y con la ropa sucia, hasta que se llenen de
granos! (Carcajadas)
¡Sí!
PROFESOR: (Fuera de escena) ¡Oigo cantos y gritos, creo que aquí están!
CLARA Y LAURA: ¡Aquí estamos, aquí estamos! (Entra el profesor, vestido con bata médica;
Pedro y Juan, muy limpios, detrás.)
COCO 1: ¡Qué se han creído! ¡Estas niñas son nuestras, por sucias!
PEDRO: ¡Aquí traigo un palo muy bueno, que limpiamos con agua, jabón y alcohol, para
pegarles con él!
AMEBA: ¡Este hombre está más limpio que ninguno! (Los niños les dan de palos y los hacen
correr.)
PROFESOR: No los dejen ir. -Yo voy a desatar a estas niñas y a lavarles las manos.
¡Alcáncenlos!
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COCO 1: ¡Pido paz, por favor paz!
BACILO: ¡Arranquemos!
PEDRO: Yo creo que ahí están todavía, pero invisibles, como eran antes.
PROFESOR: Muy cierto. Siguen ahí, y así pequeñitos e invisibles son más peligrosos todavía,
porque no nos damos cuenta de su presencia.
PROFESOR: Están acabando de asearse, para que ningún microbio pueda hacerles nada.
TODOS.
¡Humillados quedarán!
TODOS.
(Retardando.)
colorín y colorado,
TELON
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