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Manuel Gallegos
Entran tres niñas vestidas de Libélulas; moviendo sus alas dan unas vueltas. Acompañadas con música
realizan una breve coreografía, se detienen y hablan.
LIBÉLULA 1: - ¡Qué vergüenza, niñas, entonces, compórtense como las simpáticas y lindas libélulas que son!
LIBÉLULA 2: - ¿Y qué ganamos con ser lindas y simpáticas si estamos tan aburridas?
LIBÉLULA 1: - Papá y mamá libélula me contaron que sus abuelos celebraban la llegada de la primavera. ¡Qué
bonitas fiestas deben de haber sido!
LIBÉLULA 2: - ¿Y tú crees que papá y mamá libélula nos permitirán hacer una fiesta?
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LIBÉLULA 1: - Lo más importante, tener músicos e invitados. ¡Eso es todo!
LIBÉLULA 1: - i Bueno, también algo para comer y néctar de flores para beber!
LIBÉLULA 3: - (Empujándola). ¡Ya, ya, no seas tan floja que me contagias! ¡Nos vamos a divertir!
SALTAMONTES: - ¡Chicas, casi desparraman todo mi esqueleto! ¡Creí que un rayo caía sobre mí!
SALTAMONTES: - ¿Ah... sí? ¿Y por qué? ¿Para qué? ¿Por qué razón?
SALTAMONTESS: - ¿Una fiesta? ¿Y por qué? ¿Para qué? ¿Por qué razón?
SALTAMONTES: - ¿Si?
LIBÉLULA 3: - ¡Sí!
LIBÉLULA 3: - ¡Y también de los colores, la tibieza del aire, las flores y las mariposas!
LIBÉLULA 1: - Bueno, nosotras lo buscábamos, don Salta, porque necesitamos una orquesta.
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SALTAMONTES: - La única orquesta que había en el valle se disolvió.
SALTAMONTES: - Resulta que la Chicharra, el Sapo, la Bandurria y yo, terminamos peleados a muerte porque
jamás nos poníamos de acuerdo en el repertorio. A la chicharra le gustaba el cha-cha-chá, al señor Sapo las
cumbias, a la bandurria los tangos y a mí, las cuecas.
LIBÉLULA 1: - Pero, ese no es motivo para pelear, don Salta. Podrían haber tocado un ritmo después de otro.
SALTAMONTES: - Sí, sí, pero el problema es que no nos poníamos de acuerdo con cuál canción empezar y así
fue como la última vez discutimos acaloradamente. ¡Allí terminó la orquesta!
LIBÉLULA 3: - Quizás ahora, don Salta, después de tanto tiempo, podrían volver a ser amigos y formar la
orquesta otra vez.
SALTAMONTES: - ¿Y qué?
SALTAMONTES: - (Camina observando el entorno. Sus ojos parecen iluminarse). Sí, sí, tienen razón,
muchachas. ¡Es una hermosa primavera! (Inspira profundo). ¡Ah! ¡Siento en mi cuerpo y en el alma el aroma de
las flores y parece como si rejuveneciera! ¡He sido un egoísta conmigo mismo y los demás!
LIBÉLULA 3: - ¡Claro, don Salta! ¡Usted tiene un maravilloso don y no puede olvidarlo!
SALTAMONTES: - (Para sí). ¡La primavera! ¿Por qué la había olvidado? ¡Me parece haber vivido sólo en el
otoño ¿Por qué no la veía? ¿Por qué razón no la sentía? ¡Iré a buscar mi guitarra!
SALTAMONTES: - ¡Mi guitarrita! (Lo toma como si fuera el tesoro más delicado del mundo). ¡Mi
querida guitarra, que tantas alegrías ha dado a mi corazón!
Canta.
Canción:
Un poco antes de terminar entra la Chicharra y feliz sigue el canto de don Saltamontes,
aplaudiéndolo con entusiasmo.
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SALTAMONTES: - ¡Qué sorpresa! ¡Gracias, gracias, doña Chicharra!
SALTAMONTES: - ¡Así es Chicharrita! ¡Desde ese día que peleamos y se acabó la orquesta! ¿Se acuerda?
CHICHARRA: - ¿Cómo no me voy a acordar? Pero, eso pasó hace tanto tiempo.
LIBÉLULA 1: - Disculpe, señora Chicharra y don Salta, pero nosotras iremos a dejar un recadito y volvemos.
DON SALTAMONTES: - (Se dirige a doña Chicharra). ¡Estoy contento, ahora, Chicharrita! ¡He vuelto a
tocar mi guitarra y haremos una gran fiesta de la primavera!
CHICHARRA: - ¡No pensé en dirigirle la palabra don Salta, pero al oírlo tocar su guitarra y cantar, mi alma se
ablandó y lanzó lejos el enojo!
SALTAMONTES: - Entonces, ¿quiere usted acompañarme a darle color a esta fiesta, amiga Chicharrita?
SALTAMONTES: - El condimento, Chicharrita, usted sabe: La música. Los dos formaremos el grupo musical
para la fiesta.
SALTAMONTES: - Es muy difícil que acepten. ¿Recuerda que entre ellas no se saludaron más?
CHICHARRA: - ¿Qué me han dicho? ¡La que nació chicharra muere cantando no más! (Ríen los dos).
SALTAMONTES: - ¡Así se habla, Chicharrita! (Saltamontes toca unas notas en su guitarra y la chicharra
agita su pandero. Aparecen las libélulas acompañadas del señor Sapo y la señora Bandurria. Se
detienen. Todos quedan estáticos, mirándose).
SAPO: - ¡Había jurado no hablarle más a usted, pero estas chicas me lo pidieron con lágrimas en los ojos!
BANDURRIA: - ¡Yo también vine sólo por ellas, porque desde la pelea no hablo con ninguno de ustedes!
SALTAMONTES: - Bueno, bueno, ya ha pasado mucho tiempo. ¡Yo he sido siempre cascarrabias, pero ahora,
les pido perdón desde el fondo de mi corazón!
BANDURRIA: - Igual yo. Porque el responsable de que la orquesta se terminara, fue usted.
SALTAMONTES: - Bueno, ahora lo reconozco y les pido perdón, a pesar de que ustedes también ayudaron a
pelearnos.
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LIBÉLULA 1: - Ahora no van a comenzar de nuevo, ¿verdad?
SAPO: - iEste rinconcito del planeta ha estado un poco triste sin nuestra orquesta y estas libélulas me ayudaron
a abrir los ojos de nuestro error!
CHICHARRA: - Pero, amigas, ¡qué triste están sus corazones que no sienten alegría por eso! ¡Yo estaba igual!
¡Demos la bienvenida a la primavera!
SALTAMONTES: - ¡Formar otra vez la orquesta! ¿No recuerdan que con nuestra música hasta las piedras se
alegraban y todo el año era primavera en nuestras vidas?
LUCIÉRNAGA: Pero, ¿qué están viendo mis ojos? ¿La orquesta reunida nuevamente? ¡Qué alegría!
¡Por fin mis oídos volverán a disfrutar de buena música!
El Saltamontes sale tocando su guitarra seguido de los otros. Las libélulas se quedan en escena.
LUCIÉRNAGA: Y yo, la Señorita luciérnaga alumbraré y alumbraré para que esta celebración sea todo un
éxito.
LIBÉLULA 1: - ¡De la comida se encargarán las hormigas y las abejas!, ¡Qué orgullosos van a estar nuestros
padres!
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LIBÉLULA 2: - ¡Espero que lleguen pronto todos los invitados!
LIBÉLULA 3: - ¡Entonces, vamos a arreglarnos porque allí veo que ya comienzan a llegar!
Aparecen los invitados. Se abrazan y saludan felices en una entretenida escena mímica. La
Chicharra toca unas maracas; el Sapo, un pandero; La Bandurria, el tambor, y el Saltamontes su
guitarra..
TÁBANO 1: - Desde lejos vimos las luces y nos acercamos a investigar. ¡Cuando descubrimos de qué se trataba,
el enojo se nos subió a la cabeza!
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TÁBANO 2: ¡A recolectar la comida!
Los tábanos, moviendo sus alas, rodean a los invitados y hacen una coreografía de ataque con una
música apropiada. Después de unos instantes, el Saltamontes se sube a un tronco y grita:
LUCIÉRNAGA: ¡Basta! ¡Basta! (Todos se paralizan). Si ustedes han venido a la fiesta, ¿Por qué la intención
es molestar?
BANDURRIA: ¿Por qué desean convertir la alegría de todos en tristeza para recordar?
Todos bailan.
TÁBANO 2: ¡La vida llega con la primavera! ¡Estallan de hojas y flores los campos!
TÁBANO 3: ¡Despierten los corazones dormidos porque la alegría y el amor visitan la tierra!
TÁBANO 1: ¡A bailar, a bailar y a cantar todos! (Música. Cantan una alegre canción).
La música de la orquesta
hasta el cielo se sintió.
Primavera, hermosa fiesta,
todo el mundo celebró.
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Flores, pájaros y mariposas
ya están todos invitados.
Vengan, vengan a cantar
la primavera ha llegado.
Apagón.