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y Política Social
Palabras clave
Mitos. Sistema prostitucional. Desigualdad. Violencia.
Author/Autor
Esther Torrado Martín-Palomino
Diplomada en Trabajo Social y Licenciada en Ciencias Políticas y Sociología
Doctora en Ciencias Políticas y Sociología. Profesora Investigadora del
Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de la Laguna,
Tenerife. Componente IUEM (Instituto Universitario de
Estudios de las Mujeres).
estorra@ull.edu.es
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Mitos sustentadores del sistema prostitucional. La negación de la violencia
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En realidad, se puede afirmar que la idea con- Para que la opinión pública asuma estos mitos al
temporánea de libertad de elección, está circuns- servicio del sistema prostitucional, se precisa de
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una maquinaria de reproducción de ideas, de todo puede afirmar que se trata de potentes construc-
un sistema de falsas creencias que se consolidan ciones históricamente ideológicas y adaptativas
en las instituciones de socialización y en la cultura, que se insertan desde la infancia para conver-
con estrategias que van más allá de la simple tir los deseos de los hombres en sus derechos
repetición de ideas. Se trata de proyectar la idea fundamentales (De Miguel, 2015). Así, es en esa
de consistencia y coherencia a hechos aparen- socialización sexualizada de las mujeres, donde
temente probados que pretenden minimizar las el neoliberalismo hace una interpretación sub-
causas de los reclutamientos de mujeres o las terfugia de la libertad, pervirtiendo el concepto y
razones por las qué los hombres demandan y legitimando la desigualdad que se produce en los
contribuyen al sostenimiento del sistema pros- contextos prostitucionales como resultado de un
titucional. La implementación histórica de esos falso e igualitario intercambio exento de libertad
mitos patriarcales al servicio de la justificación al propiciarse bajo condiciones de necesidad o
del sistema prostitucional, ha construido repre- coacción y donde las mujeres son cosificadas y
sentaciones antagónicas que van desde una con- violentadas (Dworking, 1989). Por tanto, ya sea
sideración de la actividad como peligrosa para la mediante mecanismos patriarcales de coacción
moral colectiva, pero no por ello se renuncia al o consentimiento o incluso de ambos a la vez, las
sacrificio de mujeres pobres al servicio de “su- mujeres son relegadas a los espacios de deseos
puestas necesidades naturales de los hombres”, masculinos. Se trata de un consentimiento falso
a la construcción de un ideal de mujer represen- y viciado, pues se propicia bajo las reglas de la
tado por hetairas y geishas supuestamente de- desigualdad y el patriarcado, donde las mujeres
seosas de cumplir con el rol de servidoras sexua- y las niñas son socializadas en la subordinación
les de aguerridos hombres (Pedernera y Torrado, y la hipervaloración del sexo, convirtiendo el sexo
2015). y el consentimiento en eficaces instrumentos de
violencia y dominio (De Miguel, 2015).
A pesar de que estos mitos perduran en la
actualidad, son muchas las autorías que lo En ese sentido, cuando el lobby prostitucional
cuestionan, pues deslegitiman las construc- defiende la regulación de la prostitución, lo hace
ciones sociales de la falsa necesidad sexual de bajo la consideración mayoritaria de minimizar
los hombres como justificadora de la actividad y negar la violencia en prostitución. En aquellos
prostitucional (Barry, 1996; Mackinnnon, 1993; casos minoritarios donde se reconoce violencia,
Volnovich, 2006) afirmando que la demanda suele relacionarse con los efectos del déficit de
responde más a aspectos sociales y educativos políticas públicas regulacionistas. Esta negación
que biológicos, es decir que se trata de conduc- no es baladí e interpela a quienes defienden la
tas aprendidas derivadas de la disponibilidad interrelación entre la prostitución y trata, lo que
de tiempo y dinero de los hombres (Barahona sería incomprensible con otros fenómenos so-
y García, 2003). ciales, sistemas de dominación o grupos socia-
les en situación de vulnerabilidad. Por ejemplo,
Con respecto, a la profundización de esta re- nadie puede negar en la actualidad la interrela-
tórica justificativa de la prostitución de mujeres ción entre el tráfico de armas y el incremento de
basada en el patriarcado del consentimiento, se conflictos bélicos en distintas zonas del mundo o
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tudio de caso de Alika Kinan que inició una causa está defendiendo es el derecho y la libertad de los
penal contra el Estado y sus tratantes y el de So- hombres a acceder libremente a los cuerpos de
nia Sánchez coautora de Ninguna mujer nace para las mujeres.
puta (2007). Tanto estas supervivientes como las
europeas Amelia Tiganus de Feminicidio.net y Hus- En ese sentido, las narrativas de estas supervi-
chke Mau autora de la carta a la Ministra Schwe- vientes, han contravenido la ideología de la domi-
sig, son mujeres víctimas del sistema prostitucio- nación que con el propósito de normalizar y exten-
nal que presentan importantes coincidencias en der la actividad, han propiciado además de mitos
sus narrativas. En sus relatos de vida, aparece la justificativos, una asepsia jurídica y lingüística que
imperiosa necesidad de (de) construir e incluso de trata de convertir a proxenetas y prostituyentes en
destruir los mitos que ayudan a sostener política, dignos empresarios y clientes,
económica y socialmente el sistema prostitucional,
cuestionado la libre elección, la voluntariedad y la La prostituta no es sujeto de derechos, es un
sexualidad diferencial de los hombres, reflejando la objeto de uso y abuso; no hay cliente, hay tor-
violencia intrínseca de la actividad, turador prostituyente, que puede ser tu cura
confesor; la prostitución no es un trabajo, es
Sí, si usted así lo quiere, he entrado volunta- un campo de concentración. Argentina es un
riamente; soy una de las harto citadas pros- país abolicionista, por lo tanto tenemos que
titutas voluntarias, pero ¿qué hay de volun- luchar contra la prostitución. Si nosotros es-
tario, señora Schwesig, cuando una persona tamos luchando contra el tráfico de personas
traumatizada por un abuso infantil toma esta para la explotación sexual, debemos luchar
decisión? Para mí la prostitución era un as- fuertemente contra la prostitución, porque no
censo, en el que aprendí que yo, debido a que hay una elección libre. Estás eligiendo coac-
soy una chica más o menos indefensa y sin cionada, por lo tanto no existe elección (Galin-
derechos, seré sexualmente abusada, y por lo do y Sánchez, 2012).
tanto, así podría al menos tomar dinero por
ello y asegurarme así mi supervivencia y li- Otra cuestión, resultado del intento de normali-
mitar el número de abusadores (Mau, 2016). zación de la actividad prostitucional a través de
esta mitificación, es la negación de las violencias
En ese sentido, supervivientes y científicas femi- que se ejercen contra las mujeres y niñas. Por ello,
nistas que han estudiado el sistema prostitucional, conceptualizar la prostitución como una forma de
cuestionan que el acto de prostituirse sea bajo esa violencia no es baladí, ya que las mujeres no sólo
libre elección, pues afirman que el consentimien- sufren malos tratos y violaciones sino explotación
to aparece nulo o viciado cuando se produce en sexual, entendida como el lucro que obtienen ter-
contextos de desigualdad y en culturas sociales de ceros de las actividades sexuales de las mujeres,
dominación y poder masculino. Y es que resulta sin que éstas reciban nada a cambio (Barry, 1996).
contradictorio el interés social existente por defen- Sin embargo, se sigue negando estos factores de
der el derecho y la libertad de las mujeres a pros- desigualdad y la propia generización de la activi-
tituirse en una sociedad que habitualmente limita dad, pues se trata de un tipo de negación funcio-
sus derechos y libertades. En realidad, lo que se nal que acentúa los beneficios económicos a nivel
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macro y a su vez oculta la procedencia de una textos prostitucionales por causas estructurales
plusvalía resultante de desigualdades económi- de desigualdad, donde la actividad se convierte en
cas, jurídicas y sociales sin las cuales la actividad sí misma en un rol y status a ocultar.
no podría sostenerse,
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sino que es valedor de unas prácticas, valores que ciales y laborales de las mujeres en la prisión se-
lo sostiene y donde no se repara en aspectos éti- xual llamada prostitución. De ese modo y bajo esa
cos, ni de un análisis global crítico de las estructu- conjunción de falsos mitos, las sociedades pierden
ras sociales de desigualdad mundial, que afectan su capacidad de reaccionar y de percibir situacio-
especialmente a las mujeres. Por el contrario, se nes bajo sus verdaderos significados, entendiendo
promueve la idea de mujer-mercancía de la que se falsamente la prostitución como algo necesario y
obtienen grandes beneficios derivados de la ley de anulando la validez de las narrativas de las super-
la oferta y la demanda y donde la lógica del Homo vivientes.
Economicus, convierte la violencia y abuso de mu-
jeres en oportunidad de negocio internacional. En esa retórica mítica de la prostitución, la libre
elección y el consentimiento constituyen dos po-
En ese sentido, la consideración de la actividad tentes aliados discursivos propios del neolibera-
como mera transacción económica, derivada de lismo, que bajo una interpretación subterfugia de
servicios que ofrecen personas bajo condiciones la libertad y de los mecanismos patriarcales de
de igualdad y libertad, omite el dolo y reconoci- coacción o de consentimiento, legitiman la des-
miento de la condición de víctima y por tanto la igualdad, minimizando y negando las violencias en
negación de medidas de reparación social. contextos prostitucionales. Esta negación, parte
de cuestionar el vínculo entre la trata y la prosti-
Bajo esos mitos apoyados en las ideas-fuerza de tución, y en consecuencia en identificar la prosti-
libertad individual y la necesidad sexual mascu- tución como un trabajo como otro cualquiera, que
lina, se han justificado las violencias intrínsecas se construye bajo la idea de voluntariedad y las
del sistema prostitucional, apoyadas en narrativas relaciones libres de mutuo acuerdo. Así, se marca
desvirtuadas de un modelo de sexualidad de cen- una meridiana diferencia entre la trata y la prosti-
tralidad masculina basado en el poder y control tución voluntaria, ofreciendo una imagen de muje-
sobre las mujeres. Estos mitos patriarcales trans- res empoderadas en espacios desempoderantes.
mitidos culturalmente que han contribuido históri- También, esta negación constituye una renuncia al
camente a justificar las violencias sexuales contra cambio social y a la plena igualdad, aceptando la
las mujeres se han gestado bajo los entramados actividad como mal menor y omitiendo la respon-
de la dominación masculina y las tesis biológicis- sabilidad de aquellos que a través de su demanda
tas de su naturaleza superior, cobrando sentido de la sostienen.
funcionalidad a pesar de que el sistema prostitu-
cional es altamente patriarcales y generizado.
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