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En su trabajo Vigilar y castigar Foucault nos muestra el desarrollo del castigo en nuestra

sociedad. Sin embargo, este desarrollo también se da gracias a la evolución del concepto de

disciplina y poder. En primer lugar, Foucault nos plantea que, en Francia desde finales del

siglo XVII hasta mediados del siglo XIX, durante el cambio de régimen monárquico al

republicano debido a la revolución. La monarquía realizaba suplicios para castigar a las

personas que desobedecían la ley ya que representaban una amenaza para la jerarquía y para

el rey. Por medio del suplicio el soberano buscaba demostrarle al pueblo que él era quien

tenía el poder total y que podía ejercer una fuerza desmesurada tal y como él quisiera,

convirtiéndose en un rito político y un acto fisico-politco. El suplicio era público, un

espectáculo donde todo el pueblo era observador de ejecuciones, muertes, torturas, etc. Que

tienen un valor casi educativo para el público, enseñarles lo que pasaba si se desobedecía. Sin

embargo, durante esta época los castigos realizados en los suplicios eran desmesurados y

desproporcionales con respecto a los crímenes cometidos, por esta razón el pueblo muchas

veces se alzaba u ocasionaban disturbios.

Por esta razón, a partir del siglo XVIII con las reformas penales, los reformadores plantearon

otro método que fuera menos maquiavélico para castigar, que transformara al individuo y que

ellos planteaban que también era más humanista. Este parte tomando como referencia el

contrato social de Hobbes, Locke y Rousseau. El contrato social consiste en que la sociedad

está compuesta por individuos por lo tanto al momento de violar la ley la víctima es la misma

sociedad y no es rey. Por lo tanto, la reparación se debía hacer a la sociedad. Al mismo

tiempo se buscaba que esta nueva forma de castigar ayudara a desarrollar la economía del

poder. La ejecución publica lograba manifestar el poder del rey, pero tenía sus límites ya que

al asesinar a los criminales el efecto del poder cesaba. Por otra parte, con las prisiones el

poder no es insuficiente ya que logra moldear al individuo para reintegrarlo al cuerpo social.

También, con este nuevo método se logra tener una mayor penetración en el ámbito del
campo social, con mejores y más prolongados efectos en los individuos y la sociedad. Así

también surge el concepto del poder disciplinario, las diferentes disciplinas buscan moldear

cuerpos y volverlos productivos, con mejores métodos de disciplina y tecnologías políticas.

El castigo pasa a ser privado y a estar en la conciencia social, el castigo es ahora la

cohibición de ciertos derechos, como la libertad, etc. Así nace la prisión. También, se

desarrolla una microfísica del poder y una anatonomopolitica que se ve en el trabajo de los

médicos, psicólogos, vigilantes, educadores, etc. hay un gran interés por comprender y

analizar los motivos que llevaron al delincuente a cometer el acto para así poder prevenir una

repetición, brindar mayor seguridad a la sociedad y transformar al culpable. La función de la

prisión es convertir en cuerpos útiles a los individuos. Son vigilados, entran en un proceso en

el que se busca cambiar su moral, sus hábitos todo lo que lo conforma, modificar cada parte

de ellos, su forma de hablar, actuar, etc. Todo con el fin de mantener el orden social y

convertirlos en seres dominados y útiles. El saber y el poder están relacionados, el conocer

los cuerpos, estudiarlos facilita la labor de moldearlos.

En la prisión el sujeto es visto como un objeto que se reduce a partes, usando técnicas para

crear cuerpos dóciles, así como es importante el uso del espacio y del tiempo. Los individuos

y sus cuerpos deben estar en lugares específicos dentro de un tiempo específico. El individuo

es descompuesto y cada cosa que haga es programada y tiene una función. Todo esto con el

fin de poder controlarlos usando el poder disciplinario que se da por medio de instrumentos

tales como la inspección jerárquica, la sanción normalizadora y el examen que es una

combinación de los anteriores.

La inspección jerárquica hace referencia a las estructuras arquitectónicas que permiten

vigilar. Entra el concepto del panóptico, una nueva forma de controlar la cual consiste en un

punto central dentro de un espacio que permite tener una vista general de todo el lugar,
aplicado en las cárceles en primer lugar. Este modelo condicionaba a los reclusos ya que ellos

al pensar que siempre estaban siendo observados regulaban su comportamiento, aun sin saber

si eran observados o no la incertidumbre los hacia controlarse. Esto pasa en nuestra sociedad

disciplinaria donde los micropoderes que están regados por toda nuestra sociedad, la escuela,

el trabajo y demás instituciones nos han adoctrinado a actuar de cierta forma. la ciudad es

punitiva y está llena de signos y códigos en las instituciones que penetran nuestro

inconsciente permitiendo que los individuos se apropien de ellas. Así, nosotros nos

autorregulamos porque sabemos que estamos siendo vigilados siempre, ya no es necesario

que una figura de autoridad nos corrija porque nosotros mismo lo hacemos. La sanción

normalizadora se basa en la evaluación y clasificación de las personas, separando a los

“normales” de los que no lo son, intentando hacer que estemos en el mismo camino, se busca

premiar o castigar el comportamiento. Por último, el examen es lo que facilita la

internalización de las normas. Se compara o se busca un resultado ideal, todo esto con el fin

de moldear la conducta y producir el alma del individuo. La vigilancia y la sanción que nos

clasifica, califica y castiga para controlarnos más efectivamente y prevenir un desvío. Todo

esto conforma la sociedad normalizadora y la sociedad disciplinaria, una donde estamos

siendo constantemente vigilados y condicionados desde pequeños, para Foucault nacemos sin

autonomía y es la sociedad quien construye nuestro Yo. Lo establecido penetra nuestra psique

y llegamos a un punto donde no es necesario que alguien nos corrija porque nosotros mismo

nos moldeamos y nos modificamos para estar dentro de la normativa.

Para Foucault el poder ha penetrado en nuestro inconsciente. Cuando los individuos no se

logran autocontrolar, el poder disciplinario aparece nuevamente con el castigo para la

conversión del sujeto. Usando dispositivos con prácticas concretas para producir efectos

deseados. Para Foucault el poder produce sujetos, el poder tiene doble cara, ya que es

coercitivo pero su función también beneficia la sociedad.

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