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tratados

COMITÉ CIENTÍFICO DE LA EDITORIAL TIRANT LO BLANCH

María José Añón Roig Víctor Moreno Catena


Catedrática de Filosofía del Derecho de la Catedrático de Derecho Procesal de la
Universidad de Valencia Universidad Carlos III de Madrid
Ana Belén Campuzano Laguillo Francisco Muñoz Conde
Catedrática de Derecho Mercantil de la Catedrático de Derecho Penal de la
Universidad CEU San Pablo Universidad Pablo de Olavide de Sevilla
Jorge A. Cerdio Herrán Angelika Nussberger
Catedrático de Teoría y Filosofía de Jueza del Tribunal Europeo de Derechos Humanos
Derecho. Instituto Tecnológico Catedrática de Derecho Internacional de la
Autónomo de México Universidad de Colonia (Alemania)
José Ramón Cossío Díaz Héctor Olasolo Alonso
Ministro de la Suprema Corte Catedrático de Derecho Internacional de la
de Justicia de México Universidad del Rosario (Colombia) y Presidente del
Instituto Ibero-Americano de La Haya (Holanda)
Owen M. Fiss
Catedrático emérito de Teoría del Derecho de la Luciano Parejo Alfonso
Universidad de Yale (EEUU) Catedrático de Derecho Administrativo de la
Universidad Carlos III de Madrid
Luis López Guerra
Juez del Tribunal Europeo de Derechos Humanos Tomás Sala Franco
Catedrático de Derecho Constitucional de la Catedrático de Derecho del Trabajo y de la
Universidad Carlos III de Madrid Seguridad Social de la Universidad de Valencia
Ángel M. López y López José Ignacio Sancho Gargallo
Catedrático de Derecho Civil de la Magistrado de la Sala Primera (Civil) del
Universidad de Sevilla Tribunal Supremo de España
Marta Lorente Sariñena Tomás S. Vives Antón
Catedrática de Historia del Derecho de la Catedrático de Derecho Penal de la
Universidad Autónoma de Madrid Universidad de Valencia
Javier de Lucas Martín Ruth Zimmerling
Catedrático de Filosofía del Derecho y Filosofía Política Catedrática de Ciencia Política de la
de la Universidad de Valencia Universidad de Mainz (Alemania)

Procedimiento de selección de originales, ver página web:


www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-seleccion-de-originales
TÍTULO XII
RECURSOS
CAPÍTULO I
DISPOSICIONES COMUNES
Artículo 456. Reglas generales
Las resoluciones judiciales podrán ser recurridas sólo por los medios y en
los casos expresamente establecidos en este Código.
El derecho de recurrir corresponderá tan sólo a quien le sea expresamen-
te otorgado y pueda resultar afectado por la resolución.
En el procedimiento penal sólo se admitirán los recursos de revocación y
apelación, según corresponda.

Comentario. Los 456 a 464 del Código Nacional de Procedimientos Pe-


nales plasman los lineamientos generales del sistema acusatorio en el nue-
vo procedimiento penal, circunscrito a la revocación y a la apelación.
Las líneas generales en que se sustenta son las siguientes:
1. Procedencia y legitimación genérica. El reconocimiento expreso del
derecho a controvertir vía revocación o apelación, alguno de los actos que
se identifican como recurribles. El cual está consignado literalmente, en
los artículos 17, 328, 459 y 473, a favor de:
a) La víctima u ofendido, quienes independientemente de que se hayan
constituido en coadyuvantes, están legitimados para controvertir por sí o
a través del Ministerio Público, tres tipos de resoluciones: I. Aquellas en
las que se emite pronunciamiento en cuanto a la procedencia y cuantía
de la reparación del daño causado por el delito, cuando haya generado
perjuicio en su contra; II. Las que ponen fin al proceso, tales como aquélla
que decreta la firmeza del sobreseimiento; y, III. Las que se emiten en la
audiencia de juicio sólo cuando la víctima u ofendido haya participado en
ella.
Considero que la tercera de estas hipótesis hace innecesaria la primera,
pues una de las resoluciones que se emiten en una audiencia de juicio es
aquélla que determina la existencia del delito, la responsabilidad del sujeto
activo y la procedencia y cuantía de la reparación del daño, de ser el caso;
por lo que, en el supuesto en que en esta audiencia se haya determinado
la improcedencia del pago de la reparación del daño, o se fije un importe
que en concepto de la víctima u ofendido sea menor al procedente, aun
Alfonso Pérez Daza

cuando éstos no hubieren participado en esa audiencia, tendrán legitima-


ción para recurrir la resolución respectiva.
b) El recurrente adhesivo, quien de constituirse como tal, estará facul-
tado para formular agravios.
c) El representante de la persona jurídica, asistido por el Defensor de-
signado.
d) El imputado, asistido por su defensor.
La resolución objeto de recurso debe irrogar un agravio cuya genera-
ción no derive de la conducta procesal de la parte recurrente, esto es, la
parte inconforme no debió haber contribuido a provocarlo; por ejemplo:
por el hecho de observar una conducta pasiva durante el procedimiento;
por no ejercitar los derechos, ofrecer o allegar las pruebas que resultaban
benéficas a su interés, en el momento procesal oportuno; por desistimien-
to del recurso, formulado antes de su resolución, en el entendido que si
este desistimiento se propone por el Ministerio Público, debe emitir una
determinación fundada y motivada que lo sustente y si es por parte del
defensor, su validez está sujeta a la autorización expresa del imputado; por
consentimiento expreso a perder el derecho a recurrir; por consentimien-
to implícito a ello, derivado de la preclusión del derecho a controvertir el
fallo, ante el fenecimiento del plazo para interponer el medio de impug-
nación; por equivocar la vía, esto es, plantear un medio de impugnación
que no corresponde a aquél que debería haber interpuesto; o bien, por no
expresar fundamentos de agravio o de peticiones concretas.
Este requisito, debe entenderse no sólo acotado al fallo que impone una
carga o que restringe un derecho; sino que también involucra el supuesto
en el que la parte recurrente considere que existe la posibilidad de obtener
un mayor beneficio al determinado o un menor perjuicio que el concluido
en la resolución objeto de impugnación.
La afirmación que antecede es acorde con los artículos 14 y 17 Consti-
tucionales, y con la garantía de audiencia, defensa, debido proceso, segu-
ridad jurídica y acceso a la justicia que en ellos se prevén, pues la defensa
adecuada y el acceso a la justicia no sólo implican el derecho que tienen
las personas de acudir ante los tribunales para ejercer las acciones que a
sus intereses convengan, o la posibilidad de defenderse de manera direc-
ta, independientemente del carácter o calidad que les haya asistido en el
procedimiento; en la inteligencia que esos derechos fundamentales, en
términos de la extensión que la protección constitucional despliega, con-
lleva que sean plenos, posibilitando a las personas a expresar e invocar los
argumentos, fundamentos y elementos de prueba en todo aquel proceso
Código Nacional de Procedimientos Penales

o procedimiento que pudiera provocar una eventual afectación a sus de-


rechos. Esto es, los conceptos de acceso a la justicia y defensa adecuada
deben entenderse en su más amplio y extenso sentido para producir en la
persona el mayor beneficio en la defensa de sus derechos.
En este apartado es importante enfatizar que el código que se comen-
ta contempla de forma expresa algunos supuestos que identifica como
irrecurribles, como lo son: la resolución del Juez de control que declare
improcedente la separación de procesos (artículo 35); el fallo que emite
pronunciamiento sobre la legalidad de la causa de recusación que se in-
voque (artículo 41); la resolución del Juez de Control que derivan de la
impugnación de las determinaciones del Ministerio Público sobre la abs-
tención de investigar; el archivo temporal; la aplicación de un criterio de
oportunidad; y el no ejercicio de la acción penal deberán ser notificadas
a la víctima u ofendido (artículo 258); la resolución del juez dictada de
plano en incidente de objeción y que se sustenta en la obvia procedencia
de la pregunta formulada por quien funja como testigo (artículo 374); y
las decisiones que recaen a incidentes, con exclusión expresa de aquéllos
que sean promovidos en el transcurso de la audiencia de debate de juicio
(artículo 392). Por lo tanto, tratándose de cualquiera de estos supuestos,
existe un reconocimiento expreso en cuanto a la falta de legitimación de
las partes para recurrir.
2. Formalidades o requisitos genéricos de los escritos en los que se in-
terpone el recurso (revocación o la apelación): I. Indicación específica de
la parte impugnada de la resolución recurrida, que denote la afectación
que la parte inconforme asume que le causa el acto impugnado; y, II. Los
motivos que originaron el agravio que se considera irrogado
A manera de contexto conviene rememorar que la palabra «impugna-
ción» proviene del latín impugnatio, acción y efecto del verbo impugnare,
que significa combatir, contradecir, refutar, luchar contra. Los medios de
impugnación son los procedimientos a través de los cuales las partes y su-
jetos legitimados controvierten la validez o la legalidad de los actos proce-
sales o las omisiones del órgano jurisdiccional, y solicitan una resolución
que anule, revoque o modifique el acto impugnado o que ordene subsanar
la omisión506.
En este punto se debe tener presente la opinión de Devis Echandía,
quien conceptúa al medio de impugnación como «todo medio de ataque

506
Ovalle Fabela, José, Teoría General del Proceso, Rafael, 6ª edición, México, Editorial
Oxford, 2005, p. 326.
Alfonso Pérez Daza

a un acto procesal o a un conjunto de ellos, inclusive a todo un proceso,


sea en el curso del mismo o por otro posterior»507; es decir, los recursos
no son otra cosa que medios de impugnación, donde estos son el género y
aquellos la especie.
El artículo 456 del Código Nacional de Procedimientos Penales debe
analizarse en función e interrelación con las hipótesis contempladas en sus
artículos 328, 392, párrafo segundo, 423, 457 a 484, cuyo contenido y alcan-
ce debe apreciarse a manera de hacerlo armónico al Decreto publicado en
el Diario Oficial de la Federación, el dieciocho de junio de dos mil ocho,
a través del cual se reformó la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos para establecer un sistema de justicia penal de corte acusatorio,
adversarial y oral.

Artículo 457. Condiciones de interposición


Los recursos se interpondrán en las condiciones de tiempo y forma que
se determinan en este Código, con indicación específica de la parte impug-
nada de la resolución recurrida.

Artículo 458. Agravio


Las partes sólo podrán impugnar las decisiones judiciales que pudieran
causarles agravio, siempre que no hayan contribuido a provocarlo.
El recurso deberá sustentarse en la afectación que causa el acto impug-
nado, así como en los motivos que originaron ese agravio.

Comentario. La parte que recurre debe estar interesada, lo que se tra-


duce en que ella sea titular de un derecho susceptible de ser afectado por
la decisión que se combate.
Al impedir el ejercicio de la facultad de recurrir en aquellos casos en
que el promovente haya contribuido a provocar la decisión judicial comba-
tida, el artículo que se comenta incluye, también, una posición cercana a la

507
Citado por Correa Selamé, Jorge Danilo, Recursos Procesales Penales, Santiago, Lexis
Nexis, 2005, p. 5.
Código Nacional de Procedimientos Penales

regla venire contra proprium factum nulli conceditur, conforme a la cual no es


lícito accionar contra los propios actos.

Artículo 459. Recurso de la víctima u ofendido


La víctima u ofendido, aunque no se haya constituido como coadyuvan-
te, podrá impugnar por sí o a través del Ministerio Público, las siguientes
resoluciones:
I. Las que versen sobre la reparación del daño causado por el delito,
cuando estime que hubiere resultado perjudicado por la misma;
II. Las que pongan fin al proceso, y
III. Las que se produzcan en la audiencia de juicio, sólo si en este último
caso hubiere participado en ella. Cuando la víctima u ofendido solicite al
Ministerio Público que interponga los recursos que sean pertinentes y éste
no presente la impugnación, explicará por escrito al solicitante la razón de
su proceder a la mayor brevedad.

Comentario. El artículo que se comenta presenta una enumeración pre-


tendidamente limitativa de los supuestos en que la víctima u ofendido po-
dría impugnar por si o a través del Ministerio Público.
Al respecto, la Primera Sala de nuestro Máximo Tribunal ha emitido la
tesis de jurisprudencia 1a./J. 80/2015 (10a.) Registro: 2010681 Instancia:
Primera Sala Fuente: Semanario Judicial de la Federación, de rubro y texto
siguientes:
«VÍCTIMA U OFENDIDO DEL DELITO. NO LE ES EXIGIBLE AGOTAR EL PRIN-
CIPIO DE DEFINITIVIDAD PREVIO A LA PRESENTACIÓN DE LA DEMANDA DE
AMPARO, CUANDO LAS NORMAS ADJETIVAS NO LO LEGITIMAN PARA INTER-
PONER EL MEDIO ORDINARIO DE IMPUGNACIÓN. Esta Primera Sala de la Su-
prema Corte de Justicia de la Nación ha determinado que la víctima u ofendido del
delito, como parte en el proceso penal, puede interponer los recursos ordinarios pese
a la redacción restrictiva de la legislación procesal correspondiente, por lo que de
hacerlos valer, es obligatorio que el tribunal de alzada los admita e instruya, de tal
modo que su decisión constituya el acto reclamado en el juicio de amparo respec-
tivo; sin embargo, esta situación no debe interpretarse en el sentido de que, por esa
razón, están obligados a agotar el recurso correspondiente, previo a ejercer la acción
constitucional, pues ello llevaría a sobreseer en el juicio de amparo, lo que sería una
decisión antagónica a los derechos fundamentales reconocidos nacional e interna-
cionalmente a los sujetos pasivos del delito en cuanto al sistema de impugnación
previsto en las normas procesales. De esta forma, al no legitimar la ley adjetiva a la
víctima u ofendido del delito para interponer el recurso de apelación, no le es exigible
Alfonso Pérez Daza

agotar el principio de definitividad antes de promover el juicio de amparo, ya que tal


condición representaría la imposición de una exigencia excesiva y carente de razona-
bilidad, al no estar legitimado para oponer el recurso correspondiente, aunado a que
le generaría cargas adicionales, como el interponer otros recursos contra la eventual
negativa a admitir ese medio de impugnación en la vía ordinaria, lo que pugnaría con
el derecho fundamental de acceso a la justicia que implica el promover un recurso
efectivo, sencillo y de fácil acceso. Lo anterior, en concordancia con lo sustentado
por el Pleno de este alto tribunal, al resolver la solicitud de modificación de jurispru-
dencia 11/2013, de la que derivó la tesis de jurisprudencia P./J. 49/2014 (10a.),(1)
en la que determinó que el derecho fundamental de acceso a la justicia conlleva el
deber de garantizar la efectividad de los recursos o medios de defensa previstos en la
Constitución y en la ley, por lo que no basta que los medios de impugnación —como
en el caso del juicio de amparo— estén contemplados legalmente, sino que para su
admisión y tramitación se requiere eliminar cualquier cúmulo de requisitos o forma-
lismos técnicos que resulten excesivos o carentes de razonabilidad respecto del fin
legítimo que persiguen.»
PRIMERA SALA
Amparo directo 12/2014. 11 de marzo de 2015. Mayoría de cuatro votos de los
Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Jorge Mario Pardo Rebolledo, quien formuló
voto concurrente, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Alfredo Gutiérrez Ortiz
Mena, quien formuló voto concurrente. Disidente: José Ramón Cossío Díaz, quien
formuló voto particular. Ponente: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Secretarios: Carmina
Cortés Rodríguez y Saúl Armando Patiño Lara.
Amparo directo 32/2014. 17 de junio de 2015. Mayoría de cuatro votos de los
Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Olga Sánchez
Cordero de García Villegas y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Disidente: José Ramón
Cossío Díaz. Ponente: Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Secretaria: María
Eugenia Gómez Villanueva.
Amparo directo 54/2014. 24 de junio de 2015. Mayoría de cuatro votos de los
Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Olga Sánchez
Cordero de García Villegas y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, quien formuló voto con-
currente. Disidente: José Ramón Cossío Díaz. Ponente: Olga Sánchez Cordero de
García Villegas. Secretaria: María Eugenia Gómez Villanueva.
Amparo directo 62/2014. 24 de junio de 2015. Mayoría de cuatro votos de los
Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Olga Sánchez
Cordero de García Villegas y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, quien formuló voto con-
currente. Disidente: José Ramón Cossío Díaz. Ponente: Jorge Mario Pardo Rebolledo.
Secretario: Héctor Vargas Becerra.
Amparo directo 72/2014. 23 de septiembre de 2015. Mayoría de cuatro votos
de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Olga
Sánchez Cordero de García Villegas y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Disidente: José
Ramón Cossío Díaz, quien formuló voto particular. Ponente: Olga Sánchez Cordero
de García Villegas. Secretaria: Rosalía Argumosa López.
Tesis de jurisprudencia 80/2015 (10a.). Aprobada por la Primera Sala de este Alto
Tribunal, en sesión privada de dieciocho de noviembre de dos mil quince.
1. Nota: La ejecutoria relativa a la solicitud de modificación de jurisprudencia
11/2013 citada, aparece publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federa-
ción, Décima Época, Libro 14, Tomo I, enero de 2015, p. 167.
La jurisprudencia P./J. 49/2014 (10a.) citada, aparece publicada en el Semanario
Judicial de la Federación del viernes 3 de octubre de 2014 a las 9:30 horas y en la
Código Nacional de Procedimientos Penales

Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Décima Época, Libro 11, Tomo I,
octubre de 2014, p. 35, número de registro digital: 2007548, con el título y subtítu-
lo: «RECURSO DE REVISIÓN. ES IMPROCEDENTE CONTRA SENTENCIAS DECLA-
RADAS EJECUTORIADAS, SALVO QUE LA DECLARACIÓN RELATIVA SE REALICE
CON POSTERIORIDAD A LA INTERPOSICIÓN OPORTUNA DE AQUÉL O ANTES
DE QUE FENEZCA EL PLAZO PARA ELLO.
Esta tesis se publicó el viernes 11 de diciembre de 2015 a las 11:15 horas en el
Semanario Judicial de la Federación y, por ende, se considera de aplicación obligato-
ria a partir del lunes 14 de diciembre de 2015, para los efectos previstos en el punto
séptimo del Acuerdo General Plenario 19/2013.»

Artículo 460. Pérdida y preclusión del derecho a recurrir y desistimiento


Se tendrá por perdido el derecho a recurrir una resolución judicial cuan-
do se ha consentido expresamente la resolución contra la cual procediere.
Precluye el derecho a recurrir una resolución judicial cuando, una vez
concluido el plazo que la ley señala para interponer algún recurso, éste no
se haya interpuesto.
Quienes hubieren interpuesto un recurso podrán desistir de él antes de
su resolución. En todo caso, los efectos del desistimiento no se extenderán a
los demás recurrentes o a los adherentes del recurso.
El Ministerio Público podrá desistirse del recurso interpuesto mediante
determinación motivada y fundada en términos de las disposiciones aplica-
bles. Para que el desistimiento del Defensor sea válido se requerirá la auto-
rización expresa del imputado.

Artículo 461. Alcance del recurso


El Órgano jurisdiccional ante el cual se haga valer el recurso, dará trá-
mite al mismo y corresponderá al Tribunal de alzada competente que deba
resolverlo, su admisión o desechamiento, y sólo podrá pronunciarse sobre
los agravios expresados por los recurrentes, quedando prohibido extender el
examen de la decisión recurrida a cuestiones no planteadas en ellos o más
allá de los límites del recurso, a menos que se trate de un acto violatorio
de derechos fundamentales del imputado. En caso de que el Órgano juris-
diccional no encuentre violaciones a derechos fundamentales que, en tales
términos, deba reparar de oficio, no estará obligado a dejar constancia de
ello en la resolución.
Alfonso Pérez Daza

Si sólo uno de varios imputados por el mismo delito interpusiera algún


recurso contra una resolución, la decisión favorable que se dictare apro-
vechará a los demás, a menos que los fundamentos fueren exclusivamente
personales del recurrente.

Artículo 462. Prohibición de modificación en perjuicio


Cuando el recurso ha sido interpuesto sólo por el imputado o su Defen-
sor, no podrá modificarse la resolución recurrida en perjuicio del imputado.

Comentario. Este dispositivo recoge la regla non reformatio in peius (pro-


hibición de reforma peyorativa).
De tal clase de reforma el tribunal constitucional español ha expresado
que:
«constituye una modalidad de incongruencia procesal que tiene lugar cuando la
decisión de un concreto medio de impugnación ocasiona un empeoramiento o un
agravamiento de la situación jurídica en que ha quedado el recurrente con la resolu-
ción impugnada, el cual, de esta forma, experimenta el efecto contrario al perseguido
con el ejercicio del recurso —que no es otro que el de eliminar o aminorar el grava-
men impuesto por la resolución objeto de impugnación—, introduciéndose, así, un
elemento disuasorio al ejercicio del derecho…a los recursos establecidos en la ley,
que es incompatible con la tutela judicial efectiva.»508

Artículo 463. Efectos de la interposición de los recursos


La interposición de un recurso no suspenderá la ejecución de la decisión,
salvo las excepciones previstas en este Código.

Artículo 464. Rectificación


Los errores de derecho en la fundamentación de la sentencia o resolu-
ción impugnadas que no hayan influido en la parte resolutiva, así como los
errores de forma en la transcripción, en la designación o el cómputo de las

508
Sentencia nº 120/1995 del Tribunal Constitucional español, Sala 2ª, 17 de julio de
1995. http://tc.vlex.es/vid/1-24-c-sstc-f-j-2-as-3-15355498
Código Nacional de Procedimientos Penales

penas no anularán la resolución, pero serán corregidos en cuanto sean ad-


vertidos o señalados por alguna de las partes, o aún de oficio.

Comentario. Este artículo confiere una potestad rectificadora (facul-


tad), por virtud de la cual se corrigen errores que no afecten derechos fun-
damentales del inculpado ni influyan en la parte resolutiva, manteniendo
al mismo tiempo subsistente la sentencia o resolución impugnada.
Por más que el artículo comentado diga otra cosa, la corrección no pue-
de efectuarse respecto a fundamentos de derecho (salvo los ocurridos en
la transcripción), como consecuencia del deber que tiene toda autoridad
de fundamentar sus actos debidamente (correctamente) al emitirlos, deri-
vada del artículo 16 constitucional.
El error en «el computo» de la pena puede concebirse como un error
ocurrido al realizar una operación matemática (error aritmético), de los
que Meseguer Yebra ha dicho que:
«consisten en simples equivocaciones cometidas al consignar un determinado
número o el resultado de operaciones aritméticas sometidas a reglas claramente es-
tablecidas (una simple operación matemática permaneciendo fijos los sumandos o
factores)…»509

Debe tenerse en cuenta el contenido del artículo 483 de este código.

509
Meseguer Yebra, Joaquin, La rectificación de los errores materiales, de hecho y aritmé-
ticos en los actos administrativos, Bosch, Barcelona, España, 2001, p. 15.
Alfonso Pérez Daza

CAPÍTULO II
RECURSOS EN PARTICULAR
SECCIÓN I
Revocación
Artículo 465. Procedencia del recurso de revocación
El recurso de revocación procederá en cualquiera de las etapas del pro-
cedimiento penal en las que interviene la autoridad judicial en contra de las
resoluciones de mero trámite que se resuelvan sin sustanciación.
El objeto de este recurso será que el mismo Órgano jurisdiccional que
dictó la resolución impugnada, la examine de nueva cuenta y dicte la reso-
lución que corresponda.

Comentario. Este recurso procede en contra de resoluciones de mero


trámite que se resuelvan sin substanciación, dictadas en cualquiera de las
etapas del procedimiento penal.
En este apartado debe destacarse que una resolución de mérito trámite
corresponde a aquélla que no resuelve el fondo, en el caso del procedi-
miento penal, relativo a la existencia del delito, la responsabilidad del suje-
to activo, la procedencia o no de la reparación del daño; sino que su propó-
sito se dirige a poner el expediente en estado de resolución; esto es, versan
sobre las medidas necesarias para la debida integración del expediente, sin
posibilidad de que implique el estudio de fondo del asunto.

Artículo 466. Trámite


El recurso de revocación se interpondrá oralmente, en audiencia o por
escrito, conforme a las siguientes reglas:
I. Si el recurso se hace valer contra las resoluciones pronunciadas du-
rante audiencia, deberá promoverse antes de que termine la misma. La tra-
mitación se efectuará verbalmente, de inmediato y de la misma manera se
pronunciará el fallo, o
II. Si el recurso se hace valer contra resoluciones dictadas fuera de au-
diencia, deberá interponerse por escrito en un plazo de dos días siguientes
a la notificación de la resolución impugnada, expresando los motivos por
los cuales se solicita. El Órgano jurisdiccional se pronunciará de plano, pero
Código Nacional de Procedimientos Penales

podrá oír previamente a las demás partes dentro del plazo de dos días de
interpuesto el recurso, si se tratara de un asunto cuya complejidad así lo
amerite.

La resolución que decida la revocación interpuesta oralmente en audien-


cia, deberá emitirse de inmediato; la resolución que decida la revocación
interpuesta por escrito deberá emitirse dentro de los tres días siguientes a su
interposición; en caso de que el Órgano jurisdiccional cite a audiencia por
la complejidad del caso, resolverá en ésta.

Comentario. En cuanto al recurso de revocación, al ser un medio de


impugnación de naturaleza horizontal, su admisión y fallo concierne al
órgano que dictó la resolución recurrida, mientras que en el recurso de
apelación, la admisión o desechamiento se resuelve por el Tribunal de al-
zada de plano, una vez que recibe los registros correspondientes.
La revocación debe interponerse: a) Antes de que termine la audiencia,
si se hace valer contra resoluciones pronunciadas durante ésta, de forma
verbal e inmediata; y, b) En un plazo de dos días siguientes a la notificación
de la resolución impugnada y por escrito, cuando la revocación se endere-
za contra resoluciones dictadas fuera de la audiencia, supuesto en el que, el
órgano resolutor decretará de plano la admisión o desechamiento.
En los recursos de revocación interpuestos contra resoluciones pronun-
ciadas en audiencia, el fallo del recurso se pronuncia oralmente, dentro de
la audiencia en que se hace valer; y, el fallo se dictará por escrito, cuando
el recurso se interponga de la misma forma (por escrito).
En aquellas hipótesis en que, por las características especiales y natu-
raleza de las cuestiones jurídicas que se controvierten; la cantidad de los
hechos y argumentos que en ellos se invocan, los cuales han de ser resuel-
tos y atendidos en su integridad; la cantidad y características de los sujetos
activos y pasivos; la existencia de prolongadas cadenas impugnativas a las
que hay que dar un seguimiento obligado; a la necesidad de remitirse a
distintas legislaciones y apoyos jurisprudenciales para dilucidar puntos no
previstos, específicamente, en un solo compendio legal; al requerimiento
de hacer interpretaciones jurídicas cuando no se prevé legal o jurispru-
dencialmente una hipótesis particular; y por cualquier aspecto diverso a
los enunciados, con base en el cual el órgano jurisdiccional considere que
el asunto reviste un carácter complejo, tendrá la facultad discrecional de
citar a las partes diversas a la recurrente, en el plazo de dos días posteriores
Alfonso Pérez Daza

a la interposición del recurso, para escucharlas previamente a resolver el


recurso.
Si el Juez ejercita dicha facultad y convoca a la audiencia de mérito,
estará obligado a dictar la resolución del recurso dentro de esta diligencia,
esto es, en los dos días dentro de los cuales convocó a las partes ajenas a la
inconforme y las escuchó; y, si no lo hace, debe dictar la resolución dentro
de los tres días siguientes a la interposición del recurso.
El aspecto indicado en último lugar resulta incomprensible, porque en
el supuesto en el que, por la complejidad del asunto, el Juzgador Federal
decida oír a las partes diversas a la recurrente y las cite a audiencia para tal
efecto, reduce a dos días el plazo para dictar la resolución; en tanto que,
en aquéllos supuestos en los que, pese a la complejidad del expediente,
determine abstenerse de convocar a la audiencia de mérito, dispondrá de
tres días para emitir el fallo, lo que contraría el sentido común, pues es-
cuchar los argumentos y referencias de las partes diversas a la recurrente,
implicará un ejercicio de análisis crítico mayor que el que se realiza sin la
audiencia respectiva.

SECCIÓN II
Apelación
APARTADO I
Reglas generales de la apelación
Artículo 467. Resoluciones del Juez de control apelables
Serán apelables las siguientes resoluciones emitidas por el Juez de con-
trol:
I. Las que nieguen el anticipo de prueba;
II. Las que nieguen la posibilidad de celebrar acuerdos reparatorios o no
los ratifiquen;
III. La negativa o cancelación de orden de aprehensión;
IV. La negativa de orden de cateo;
V. Las que se pronuncien sobre las providencias precautorias o medidas
cautelares;
VI. Las que pongan término al procedimiento o lo suspendan;
VII. El auto que resuelve la vinculación del imputado a proceso;
Código Nacional de Procedimientos Penales

VIII. Las que concedan, nieguen o revoquen la suspensión condicional


del proceso;
IX. La negativa de abrir el procedimiento abreviado;
X. La sentencia definitiva dictada en el procedimiento abreviado, o
XI. Las que excluyan algún medio de prueba.

Comentario. La apelación es un recurso ordinario, porque no se requie-


re una causa específica de interposición, basta el requerimiento general de
agravio propio de todo recurso, puede ser interpuesto por la parte agra-
viada por una resolución, con el objeto de que su superior jerárquico, tras
un nuevo examen de sus fundamentos de hecho y de derecho la enmiende
con arreglo a este último510.
En la actualidad, por regla general, a través del recurso de apelación,
la parte que resienta agravio en su esfera jurídica se encuentra en aptitud
de controvertir errores de forma o infracciones al procedimiento (error in
procedendo), es decir, infracciones que se cometen al procedimiento; erro-
res de fondo o infracciones al derecho (error in iudicando); y, los denomi-
nados errores in cogitando referentes al control de logicidad de la senten-
cia, los que entendemos como «vicios del razonamiento derivados de la
infracción de los principios y las reglas de la argumentación, relacionados
con el defecto o la ausencia de las premisas mayor o menor de la inferencia
jurídica», clasificación que está referida por Zavaleta Rodríguez y otros511.
La función del recurso de apelación, en términos de Ferrajoli, se identi-
fica con un fin procesal, que implica un «juicio sobre el juicio»512; es decir,
la apelación incide en someter a escrutinio la motivación que debe estar
plasmada en la sentencia por el órgano jurisdiccional resolutor, con la cual
él da cuenta de los criterios, los principios y las reglas que empleó para
valorar las pruebas y determinar los hechos del caso concreto con base en
los cuales emite su sentencia.
En los términos en que se encuentra actualmente regulado el recurso
de apelación, éste involucra como materia de litis la impugnación procesal

510
Horvitz Lennon María Inés y López Masle Julián, Derecho Procesal Penal Chileno,
Editorial Jurídica de Chile, 2002, tomo I, p. 370.
511
Citado por Benavente Chorres, Hesbert, Los recursos impugnatorios en el proceso
penal acusatorio y oral, México, Flores Editor, 2010, p. 240.
512
Ferrajoli, Luigi, Los valores de la doble instancia y la nomofilaquia, traducción de Car-
la Armans, Nueva doctrina penal, 1996-B, Buenos Aires, Editorial del Puerto, 1996, t.
1, p. 450.
Alfonso Pérez Daza

de hecho, que se traduce en la posibilidad de que las partes controviertan


las comprobaciones fácticas del órgano jurisdiccional; con la acotación que
en el sistema acusatorio se prevé como principio la libre valoración de la
prueba; particularidad que genera el riesgo de que el resolutor emita pro-
nunciamientos subjetivistas; y para restringir su ocurrencia, es imprescin-
dible que las sentencias se encuentren suficientemente motivadas a grado
tal que su contenido permita a la parte que resulte afectada, enderezar la
impugnación conducente, bajo el argumento de que no comparte la valo-
ración practicada respecto de la prueba, lo que permite verificar el razo-
namiento utilizado para la fijación de los hechos; y, de ser el caso, corregir
errores en los que se hubiera incurrido.
Por eso se ha distinguido entre los distintos niveles de valoración de
la prueba: uno que tiene que ver con lo que captó el tribunal de enjui-
ciamiento a través de sus sentidos, al hacer efectivo el principio de inme-
diación (artículo 9 de este código); el otro, con la verificación de que al
valorar se hayan empleado las reglas de la lógica, las máximas de la expe-
riencia y los conocimientos científicos, es decir, que haya una «estructura
racional de la prueba» (artículo 259, de este cuerpo normativo). El recurso
de apelación está limitado a la observancia o preservación del principio
de inmediación, por lo que su materia excluye el estudio de todo aquello
que el Tribunal de alzada no haya captado directamente por sus sentidos al
estar presenciando la audiencia de debate.
Procede el recurso de apelación contra las resoluciones dictadas por el
Juez de control en las que niegue: el anticipo de prueba; la posibilidad de
celebrar acuerdos reparatorios o no los ratifique; la orden de cateo; y abrir
el procedimiento abreviado; así como también en aquéllas en que niegue
o cancele la orden de aprehensión; se pronuncie sobre providencias pre-
cautorias o medidas cautelares; aquéllas en las que dé por concluido el
procedimiento o lo suspenda; el auto en que resuelve sobre la vinculación
del imputado a proceso; en las que conceda, niega o revoque la suspensión
condicional del proceso; en contra de las decisiones en las que excluya
algún medio de prueba; y contra la sentencia definitiva dictada en el pro-
cedimiento abreviado.
Véase la tesis XVII.1º.P.A J76 (10a), emitida en la Gaceta del Semanario
Judicial de la Federación, Décima Época, libro 17, abril de 2015, Tomo II,
p. 1527, que en su rubro y texto disponen:
PROCEDIMIENTO ABREVIADO. LA DELIMITACIÓN DE LA LITIS EN EL RE-
CURSO DE APELACIÓN INTERPUESTO CONTRA UNA SENTENCIA DICTADA
EN AQUÉL, NO SÓLO ABARCA LOS AGRAVIOS EXPRESADOS, SINO TAMBIÉN EL
ACUERDO DE LAS PARTES RESPECTO DE LA APLICACIÓN DEL DERECHO POR
Código Nacional de Procedimientos Penales

EL JUEZ DE GARANTÍA (NUEVO SISTEMA DE JUSTICIA PENAL EN EL ESTADO DE


CHIHUAHUA). El artículo 408 del Código de Procedimientos Penales del Estado de
Chihuahua establece los extremos en que debe fijarse la litis en la alzada, con base en
las consideraciones que las partes sometan a la potestad de la Sala Penal —constitui-
da como Tribunal Unitario—, quedando prohibido extender el efecto de su decisión
a cuestiones no planteadas o que estén más allá de los límites solicitados, a menos de
que se trate de una lesión a los derechos fundamentales. Por su parte, en términos del
artículo 414, fracción IV, del citado ordenamiento es apelable la sentencia definitiva
dictada en el procedimiento abreviado, redacción que se aprecia genérica, es decir,
no se constriñe al fallo absolutorio, pues abarca tanto a éste como al condenatorio;
por tanto, las consecuencias que dicha resolución provoque a las partes, abren la
oportunidad para que la impugnen a través de la apelación y se fije la litis del recurso
mencionado, la cual comprende, además de los agravios correspondientes, el acuer-
do que las partes someten ante el Juez de Garantía en el procedimiento abreviado,
vinculado con la aplicación del derecho que éste realiza al dictar sentencia, ya que
dicha circunstancia no fue ponderada por el Constituyente como un caso de exclu-
sión de debate en el recurso de apelación y, por ende, debe estudiarse por la alzada
para resolver el conflicto surgido como consecuencia del delito y la aplicación de las
penas, a efecto de cumplir con el objeto del proceso, que se traduce en la restaura-
ción de la armonía social entre sus protagonistas en un marco de respeto irrestricto a
los derechos fundamentales de las personas, entendiéndose por éstos, los reconoci-
dos en las Constituciones Federal y Locales, en los tratados internacionales ratificados
por el Estado Mexicano y en las leyes que de aquéllas emanen.

Artículo 468. Resoluciones del Tribunal de enjuiciamiento apelables


Serán apelables las siguientes resoluciones emitidas por el Tribunal de
enjuiciamiento:
I. Las que versen sobre el desistimiento de la acción penal por el Minis-
terio Público;
II. La sentencia definitiva en relación a aquellas consideraciones conte-
nidas en la misma, distintas a la valoración de la prueba siempre y cuando
no comprometan el principio de inmediación, o bien aquellos actos que
impliquen una violación grave del debido proceso.

Comentario. El recurso de apelación procede contra las resoluciones


que emiten los Jueces integrantes del tribunal de enjuiciamiento que ver-
sen sobre el desistimiento de la acción penal formulado por el Ministerio
Público; contra la sentencia definitiva; y aquellos actos que impliquen una
violación grave del debido proceso.
Reforzando la fracción I del artículo en estudio, los Tribunales Cole-
giados de Circuito, en la Tesis XVIII.4o.2P(10a), emitida en el Semanario
Alfonso Pérez Daza

Judicial de la Federación, en su Décima Época, Libro XIX, abril de 2013,


Tomo 3, p. 2002, de rubro «ACCIÓN PENAL. LA VÍCTIMA U OFENDIDO
DEL DELITO, PREVIO A PROMOVER EL AMPARO INDIRECTO CONTRA
LA DETERMINACIÓN DEL JUEZ FACULTADO PARA RESOLVER SU NO
EJERCICIO O DESISTIMIENTO, DEBE AGOTAR EL RECURSO DE APELA-
CIÓN PREVISTO EN EL ARTÍCULO 413, FRACCIÓN I, DEL CÓDIGO DE
PROCEDIMIENTOS PENALES (SISTEMA DE JUSTICIA ACUSATORIO EN
EL ESTADO DE MORELOS)» en la parte que nos interesa establece «…la
víctima u ofendido del delito debe impugnar las determinaciones de no ejercicio o
desistimiento de la acción penal ante el Juez facultado dentro del sistema acusatorio
instaurado y que contra la resolución que se emita al respecto procede el juicio de
garantías, conforme al artículo 20, apartado C, fracción VII, de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos…».
Por otra parte, debe tenerse presente que la fracción II, pone de mani-
fiesto que en el recurso de apelación interpuesto contra la sentencia defini-
tiva, el tribunal de enjuiciamiento únicamente podrá examinar las conside-
raciones contenidas, que no versen sobre la valoración de las pruebas, con
el propósito de no comprometer el principio de inmediación, y con el ob-
jeto de advertir si ha existido o no una violación grave del debido proceso.
En este apartado debe enfatizarse que el recurso de apelación, endere-
zado contra decisiones del Juez de control, constituye un recurso vertical
de plena jurisdicción, pues el tribunal de alzada está facultad para sustituir
a aquél juez en la valoración de los antecedentes de investigación que es
necesaria para ponderar el mérito de decisiones relativas a medidas caute-
lares; de la vinculación a proceso o de la orden de aprehensión. Este pro-
ceder del tribunal de alzada no compromete el principio de inmediación,
pues el Juez de control toma decisiones sobre la base, no de prueba, cuyo
desahogo presencia, sino de la información que oralmente le es transmi-
tida por las partes; es decir, no de inmediación, sino en función de la in-
termediación que realizan los litigantes a través de la cuenta que dan, en
cuanto al contenido de la carpeta de investigación.
Asimismo, el recurso de apelación interpuesto contra la sentencia defi-
nitiva corresponde a un recurso con jurisdicción limitada, por la tutela del
principio de inmediación que debe imperar en su resolución.
Por otra parte, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en re-
lación con el recurso interpuesto contra una sentencia definitiva y de la
exigibilidad de que el examen en éste sea lo suficientemente amplio como
para permitir el análisis íntegro de la cuestión planteada, obliga a tener en
cuenta que para cumplir con esa encomienda, es menester encontrar un
Código Nacional de Procedimientos Penales

punto de equilibrio entre la garantía de la doble instancia y el principio de


inmediación.
Así, advertimos la existencia de la sentencia dictada en el Caso Norín
Catrimán y otros (Dirigentes, miembros y activista del Pueblo Indígena
Mapuche) contra Chile. «Fondo, Reparaciones y Costas» del veintinueve
de mayo de dos mil catorce, Serie C No. 279, párrafo 270, que precisa:
«270. En particular, considerando que la Convención Americana debe ser inter-
pretada teniendo en cuenta su objeto y fin, que es la eficaz protección de los dere-
chos humanos, la Corte ha determinado que debe ser un recurso ordinario, accesible
y eficaz, que permita un examen o revisión integral del fallo recurrido, esté al alcance
de toda persona condenada y respete las garantías procesales mínimas: – De acuer-
do con el artículo 31.1 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados,
“Un tratado deberá interpretarse de buena fe conforme al sentido corriente que haya
de atribuirse a los términos del tratado en el contexto de estos y teniendo en cuenta
su objeto y fin”. – a) Recurso ordinario: el derecho de interponer un recurso contra
el fallo debe ser garantizado antes de que la sentencia adquiera la calidad de cosa
juzgada, pues busca proteger el derecho de defensa evitando que quede firme una
decisión adoptada en un procedimiento viciado y que contenga errores que oca-
sionarán un perjuicio indebido a los intereses de una persona (Caso Herrera Ulloa
contra Costa Rica, párrafo 158 y Caso Liakat Ali Alibux contra Suriname, párrafo 85).
– b) Recurso accesible: su presentación no debe requerir mayores complejidades que
tornen ilusorio este derecho. Las formalidades requeridas para su admisión deben ser
mínimas y no deben constituir un obstáculo para que el recurso cumpla con su fin
de examinar y resolver los agravios sustentados por el recurrente (Caso Herrera Ulloa
contra Costa Rica, párrafo 164 y Caso Liakat Ali Alibux contra Suriname, párrafo 55).
– Caso Mohamed contra Argentina, párrafo 99 y Caso Liakat Ali Alibux contra Suri-
name, párrafo 86. – c) Recurso eficaz: no basta con la existencia formal del recurso,
sino que éste debe permitir que se obtengan resultados o respuestas al fin para el cual
fue concebido. Independientemente del régimen o sistema recursivo que adopten
los Estados Partes y de la denominación que den al medio de impugnación de la
sentencia condenatoria, debe constituir un medio adecuado para procurar la correc-
ción de una condena errónea (Caso Herrera Ulloa contra Costa Rica, párrafo 161 y
Caso Liakat Ali Alibux contra Suriname, párrafo 52; caso Mohamed contra Argentina,
párrafo 100 y Caso Liakat Ali Alibux contra Suriname, párrafo 86). Este requisito está
íntimamente vinculado con el siguiente: – d) Recurso que permita un examen o re-
visión integral del fallo recurrido: debe asegurar la posibilidad de un examen integral
de la decisión recurrida. Por lo tanto, debe permitir que se analicen las cuestiones
fácticas, probatorias y jurídicas en que se basa la sentencia impugnada, puesto que
en la actividad jurisdiccional existe una interdependencia entre las determinaciones
fácticas y la aplicación del derecho, de forma tal que una errónea determinación de
los hechos implica una errada o indebida aplicación del derecho. Consecuentemente,
las causales de procedencia del recurso deben posibilitar un control amplio de los
aspectos impugnados de la sentencia condenatoria. De tal modo se podrá obtener
la doble conformidad judicial, pues la revisión íntegra del fallo condenatorio permite
confirmar el fundamento y otorga mayor credibilidad al acto jurisdiccional del Estado,
al paso que brinda mayor seguridad y tutela a los derechos del condenado (Caso
Herrera Ulloa contra Costa Rica, párrafo 165, Caso Liakat Ali Alibux contra Surina-
Alfonso Pérez Daza

me, párrafo 56, Caso Mohamed contra Argentina, párrafo100, Caso Liakat Ali Alibux
contra Suriname, párrafo 86, Caso Barreto Leiva contra Venezuela, párrafo 89 y Caso
Liakat Ali Alibux contra Suriname, párrafo 49). – e) Recurso al alcance de toda perso-
na condenada: el derecho a recurrir del fallo no podría ser efectivo si no se garantiza
respecto de todo aquél que es condenado, ya que la condena es la manifestación del
ejercicio del poder punitivo del Estado. Debe ser garantizado inclusive frente a quien
es condenado mediante una sentencia que revoca una decisión absolutoria (Caso
Mohamed contra Argentina, párrafo 92, y Caso Liakat Ali Alibux contra Suriname,
párrafo 84. – f) Recurso que respete las garantías procesales mínimas: los regímenes
recursivos deben respetar las garantías procesales mínimas que, con arreglo al artí-
culo 8 de la Convención, resulten pertinentes y necesarias para resolver los agravios
planteados por el recurrente, sin que ello implique la necesidad de realizar un nuevo
juicio oral (Caso Mohamed contra Argentina, párrafo 101 y Caso Liakat Ali Alibux
contra Suriname, párrafo 87.»

Ahora bien, a partir de la sentencia dictada en el Caso Herrera Ulloa


contra Costa Rica, citada en la transcripción precedente, se adquiere la
convicción de que en el recurso de apelación, el tribunal de alzada está
facultado para verificar si la valoración de las pruebas realizada en la sen-
tencia definitiva se ajustó a los principios de la sana crítica, esto es, a las
reglas de la lógica, las máximas de la experiencia y los conocimientos cien-
tíficamente afianzados; para cumplir con el análisis íntegro que el tribunal
internacional mencionado impuso como estándar de la legalidad del fallo
recaído al recurso.
Entonces, a partir de las circunstancias del caso, el tribunal de alzada
puede dictar una sentencia de reemplazo u ordenar un nuevo juicio ante
un tribunal distinto, como se aprecia del artículo 468, fracción II, de este
código, precepto cuya intelección eficiente debe asumirse en el sentido
de que, en el recurso de apelación, el tribunal de alzada está facultado
para verificar si el proceder del órgano resolutor ajustó su proceder a los
principios de la sana lógica, al llevar a cabo la valoración de las pruebas, sin
sustituirlo, lo que implica que aquél tiene vedado hacer una nueva valora-
ción directa o paralela, porque de lo contrario quebrantaría el principio
de inmediación.
Por ende, si el tribunal de alzada concluye que la justificación emplea-
da al realizar la actividad inherente a la valoración de las pruebas, resulta
irracional; tal tribunal deberá hacer un ejercicio mental, a nivel de fuero
interno, en el que prescindiendo de la cuestión planteada, examine si el
sentido del fallo se sostiene; de ser así, rechazará declarar la nulidad plan-
teada; si no, en aras de tutelar el principio de inmediación, deberá ordenar
un nuevo juicios, ante un tribunal distinto.
Código Nacional de Procedimientos Penales

En este nuevo juicio que es consecuencia del recurso de apelación, se


satisface la exigencia del Pacto de San José de Costa Rica, conforme a las
premisas sentadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, pri-
mordialmente, la referente a que el recurso permita el examen íntegro de
la cuestión planteada.
El código contempla en el artículo 482, antepenúltimo párrafo, la po-
sibilidad de un reenvío parcial, denominado «reposición parcial del pro-
cedimiento»; alternativa que sólo opera cuando no está en controversia la
valoración de las pruebas, ni se comprometen principios fundamentales,
por ejemplo, cuando el reenvío es motivado por defectos no salvables de
motivación de la sentencia; supuesto en el que no existe inconveniente en
que sea el mismo tribunal el encargado de emitir la nueva resolución; ni
en que éste sea el único efecto de la reposición; además, el ordenamiento
examinado, prevé que la interposición del recurso debe sostenerse en el
reproche de los efectos que causen la afectación, lo que de suyo exige que,
para que haya recurso, es necesaria la expresión, defectuosa o no de con-
ceptos de agravio; y el defecto podrá suplirse si el impugnante es el acusa-
do y quizá, en dado caso, la víctima, pero la ausencia absoluta de expresión
de agravios, hace inexistente el medio de impugnación, pues sólo se puede
suplir un agravio expresado defectuosamente, no uno ausente.
Con la regulación en los términos enunciados, el tribunal de alzada
está facultado para intervenir oficiosamente cuando advierta violaciones a
derechos fundamentales que deban ser reparadas de oficio, debe reservar
esta posibilidad a dos condiciones: 1. El defecto se advierta en la revisión
natural que, en función de la expresión de agravio debe realizarse de los
antecedentes de la resolución; ello, pues no será razonable que el tribunal
de alzada esté obligado a revisar oficiosamente, por ejemplo, la regulari-
dad de la querella cuando la única materia de impugnación incida en el
monto de una multa; y, 2. La posibilidad de una actuación oficiosa está su-
jeta también a la violación de un derecho fundamental que deba repararse,
que sea de una magnitud tal que compense la violación al debido proceso;
con la acotación que éste incluye como exigencias, la implementación de
tribunales imparciales y objetivos; y el respeto al principio de contradic-
ción, los cuales se vulneran con una actuación oficiosa por parte del tribu-
nal de alzada, porque al hacerlo, introduce unilateralmente, en beneficio
de una de las partes y en perjuicio de la otra, información o aspectos que
no constituyeron materia de debate; extremos que evidencian por qué el
legislador puntualizó que cuando tal tribunal no advierta violaciones a de-
rechos fundamentales que deban ser reparadas de oficio, no está obligado
a dejar constancia de ello en su resolución, pues a esta redacción subyace
Alfonso Pérez Daza

la intención de evitar una interpretación exagerada de la facultad de inter-


venir oficiosamente.

Artículo 469. Solicitud de registro para apelación


Inmediatamente después de pronunciada la resolución judicial que se
pretenda apelar, las partes podrán solicitar copia del registro de audio y vi-
deo de la audiencia en la que fue emitida sin perjuicio de obtener copia de
la versión escrita que se emita en los términos establecidos en el presente
Código.

Artículo 470. Inadmisibilidad del recurso


El Tribunal de alzada declarará inadmisible el recurso cuando:
I. Haya sido interpuesto fuera del plazo;
II. Se deduzca en contra de resolución que no sea impugnable por medio
de apelación;
III. Lo interponga persona no legitimada para ello, o
IV. El escrito de interposición carezca de fundamentos de agravio o de
peticiones concretas.

APARTADO II
Trámite de apelación
Artículo 471. Trámite de la apelación
El recurso de apelación contra las resoluciones del Juez de control se in-
terpondrá por escrito ante el mismo Juez que dictó la resolución, dentro de
los tres días contados a partir de aquel en el que surta efectos la notificación
si se tratare de auto o cualquier otra providencia y de cinco días si se tratare
de sentencia definitiva.
En los casos de apelación sobre el desistimiento de la acción penal por
el Ministerio Público se interpondrá ante el Tribunal de enjuiciamiento que
dictó la resolución dentro de los tres días contados a partir de que surte
efectos la notificación. El recurso de apelación en contra de las sentencias
definitivas dictadas por el Tribunal de enjuiciamiento se interpondrá ante el
Tribunal que conoció del juicio, dentro de los diez días siguientes a la notifi-
Código Nacional de Procedimientos Penales

cación de la resolución impugnada, mediante escrito en el que se precisarán


las disposiciones violadas y los motivos de agravio correspondientes.
En el escrito de interposición de recurso deberá señalarse el domicilio o
autorizar el medio para ser notificado; en caso de que el Tribunal de alzada
competente para conocer de la apelación tenga su sede en un lugar distinto
al del proceso, las partes deberán fijar un nuevo domicilio en la jurisdicción
de aquél para recibir notificaciones o el medio para recibirlas.
Los agravios deberán expresarse en el mismo escrito de interposición del
recurso; el recurrente deberá exhibir una copia para el registro y una para
cada una de las otras partes. Si faltan total o parcialmente las copias, se le
requerirá para que presente las omitidas dentro del término de veinticuatro
horas. En caso de que no las exhiba, el Órgano jurisdiccional las tramitará
e impondrá al promovente multa de diez a ciento cincuenta días de salario,
excepto cuando éste sea el imputado o la víctima u ofendido.
Interpuesto el recurso, el Órgano jurisdiccional deberá correr traslado
del mismo a las partes para que se pronuncien en un plazo de tres días res-
pecto de los agravios expuestos y señalen domicilio o medios en los térmi-
nos del segundo párrafo del presente artículo.
Al interponer el recurso, al contestarlo o al adherirse a él, los interesados
podrán manifestar en su escrito su deseo de exponer oralmente alegatos
aclaratorios sobre los agravios ante el Tribunal de alzada.

Artículo 472. Efecto del recurso


Por regla general la interposición del recurso no suspende la ejecución
de la resolución judicial impugnada.
En el caso de la apelación contra la exclusión de pruebas, la interposición
del recurso tendrá como efecto inmediato suspender el plazo de remisión
del auto de apertura de juicio al Tribunal de enjuiciamiento, en atención a
lo que resuelva el Tribunal de alzada competente.

Artículo 473. Derecho a la adhesión


Quien tenga derecho a recurrir podrá adherirse, dentro del término de
tres días contados a partir de recibido el traslado, al recurso interpuesto por
cualquiera de las otras partes, siempre que cumpla con los demás requisitos
Alfonso Pérez Daza

formales de interposición. Quien se adhiera podrá formular agravios. Sobre


la adhesión se correrá traslado a las demás partes en un término de tres días.

Comentario. La parte que tiene derecho a recurrir puede adherirse,


dentro de los tres días siguientes a recibir el traslado, una vez que se tuvo
por interpuesto el recurso; y el adherente puede formular agravios, con los
que se correrá traslado a las demás partes en un término de tres días.
Es conveniente destacarse que por su naturaleza y finalidad, la adhesión
al recurso permite a quien la formula, expresar argumentos que fortalezcan
el fallo de primera instancia o hacer valer la existencia de violaciones proce-
sales que pudieran irrogarle algún perjuicio; argumentos cuyo examen, por
lógica, debería estar condicionado a que el recurso principal prospere; no
obstante, considero que el enunciado final del párrafo tercero del artículo
460 de este código debería suprimirse, dado que su redacción revela que
«los efectos del desistimiento no se extenderán a los adherentes del recur-
so», con lo que desnaturaliza la figura de la adhesión en el medio de impug-
nación, cuyo carácter es accesorio al recurso principal, en concordancia con
el cual, sólo que éste prospere, aquél podrá ser sometido a estudio.
En la línea de pensamiento detallada, cuando se formula desistimiento
del recurso principal, antes de su resolución; y se acuerda de conformi-
dad; por obviedad, la consecuencia normal respecto del recurso adhesivo,
tendría que ser que se declararlo sin materia; conclusión que denota la
conveniencia de suprimir el enunciado normativo citado, porque su texto
incide en hacer patente que en el supuesto de que el recurrente principal
llegare a desistirse del medio de impugnación previo a que se resolviera,
este desistimiento no tendría efecto alguno respecto del recurso adhesivo.

Artículo 474. Envío a Tribunal de alzada competente


Concluidos los plazos otorgados a las partes para la sustanciación del
recurso de apelación, el Órgano jurisdiccional enviará los registros corres-
pondientes al Tribunal de alzada que deba conocer del mismo.

Artículo 475. Trámite del Tribunal de alzada


Recibidos los registros correspondientes del recurso de apelación, el Tri-
bunal de alzada se pronunciará de plano sobre la admisión del recurso.
Código Nacional de Procedimientos Penales

Artículo 476. Emplazamiento a las otras partes


Si al interponer el recurso, al contestarlo o al adherirse a él, alguno de los
interesados manifiesta en su escrito su deseo de exponer oralmente alegatos
aclaratorios sobre los agravios, o bien cuando el Tribunal de alzada lo esti-
me pertinente, decretará lugar y fecha para la celebración de la audiencia,
la que deberá tener lugar dentro de los cinco y quince días después de que
fenezca el término para la adhesión.
El Tribunal de alzada, en caso de que las partes soliciten exponer oral-
mente alegatos aclaratorios o en caso de considerarlo pertinente, citará a
audiencia de alegatos para la celebración de la audiencia para que las partes
expongan oralmente sus alegatos aclaratorios sobre agravios, la que deberá
tener lugar dentro de los cinco días después de admitido el recurso.

Comentario. Debido a su desafortunada redacción, la norma analizada


consigna dos plazos diversos para una misma diligencia; y esta situación
impone, en atención al principio pro homine, atender sólo al primero de
esos párrafos, porque la celebración de la audiencia dentro de los cinco
días posteriores a la admisión del recurso, como se contempla en el párrafo
segundo, hace nugatorio el derecho de las partes diversas a la recurrente,
que estuvieren legitimadas para adherirse a dicho medio de impugnación
y para expresar su deseo de exponer oralmente los alegatos aclaratorios
sobre los agravios.
Esta interpretación se sustenta en la Jurisprudencia 2ª/J. 176/2010, Se-
manario Judicial de la Federación, Novena Época, Tomo XXXII, diciem-
bre de dos mil diez, p. 646, de la Segunda Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, de rubro y texto siguientes:
«PRINCIPIO DE INTERPRETACIÓN DE LA LEY CONFORME A LA CONSTITU-
CIÓN. La aplicación del principio de interpretación de la ley conforme a la Cons-
titución Política de los Estados Unidos Mexicanos exige del órgano jurisdiccional
optar por aquella de la que derive un resultado acorde al Texto Supremo, en caso
de que la norma secundaria sea oscura y admita dos o más entendimientos posi-
bles. Así, el Juez constitucional, en el despliegue y ejercicio del control judicial de
la ley, debe elegir, de ser posible, aquella interpretación mediante la cual sea fac-
tible preservar la constitucionalidad de la norma impugnada, a fin de garantizar la
supremacía constitucional y, simultáneamente, permitir una adecuada y constante
aplicación del orden jurídico.»
Alfonso Pérez Daza

Artículo 477. Audiencia


Una vez abierta la audiencia, se concederá la palabra a la parte recurren-
te para que exponga sus alegatos aclaratorios sobre los agravios manifesta-
dos por escrito, sin que pueda plantear nuevos conceptos de agravio.
En la audiencia, el Tribunal de alzada podrá solicitar aclaraciones a las
partes sobre las cuestiones planteadas en sus escritos.

Artículo 478. Conclusión de la audiencia


La sentencia que resuelva el recurso al que se refiere esta sección, podrá
ser dictada de plano, en audiencia o por escrito dentro de los tres días si-
guientes a la celebración de la misma.

Artículo 479. Sentencia


La sentencia confirmará, modificará o revocará la resolución impugnada,
o bien ordenará la reposición del acto que dio lugar a la misma.
En caso de que la apelación verse sobre exclusiones probatorias, el Tribu-
nal de alzada requerirá el auto de apertura al Juez de control, para que en
su caso se incluya el medio o medios de prueba indebidamente excluidos, y
hecho lo anterior lo remita al Tribunal de enjuiciamiento competente.

Comentario. El Tribunal de alzada está facultado para emitir la sentencia


que recaiga al recurso de apelación de plano en la audiencia de alegatos;
o dentro de los tres días siguientes a su celebración; y tal fallo confirmará,
modificará o revocará la resolución impugnada u ordenará la reposición
del acto que la motivare.
En la inteligencia que, en el último de los supuestos enunciados, cuan-
do el Tribunal de alzada determine que el Juez de control excluyó indebi-
damente una prueba, deberá requerirlo para que la incluya y lo remita al
Tribunal de enjuiciamiento.

Artículo 480. Efectos de la apelación por violaciones graves al debido pro-


ceso
Cuando el recurso de apelación se interponga por violaciones graves al
debido proceso, su finalidad será examinar que la sentencia se haya emitido
Código Nacional de Procedimientos Penales

sobre la base de un proceso sin violaciones a derechos de las partes y de-


terminar, si corresponde, cuando resulte estrictamente necesario, ordenar
la reposición de actos procesales en los que se hayan violado derechos fun-
damentales.

Comentario. Asimismo, si el recurso de apelación está sustentado en


violaciones graves al debido proceso, la sentencia dictada en éste deberá
ordenar la reposición de actos procesales, únicamente cuando determine
la existencia de violaciones a derechos fundamentales que revelen la nece-
sidad de esta reposición; con la acotación que, no pueden invocarse causas
de reposición del procedimiento diversas a las hechas valer, con posteriori-
dad a la interposición del recurso de apelación; y en todo caso, el Tribunal
de alzada tiene la facultad de hacerlas valer de oficio y ordenar su repara-
ción, a favor del sentenciado, siempre que, se insiste, incida en violaciones
a los derechos fundamentales.

Artículo 481. Materia del recurso


Interpuesto el recurso de apelación por violaciones graves al debido pro-
ceso, no podrán invocarse nuevas causales de reposición del procedimiento;
sin embargo, el Tribunal de alzada podrá hacer valer y reparar de oficio, a
favor del sentenciado, las violaciones a sus derechos fundamentales.

Artículo 482. Causas de reposición


Habrá lugar a la reposición del procedimiento por alguna de las causas
siguientes:
I. Cuando en la tramitación de la audiencia de juicio oral o en el dictado
de la sentencia se hubieren infringido derechos fundamentales asegurados
por la Constitución, las leyes que de ella emanen y los Tratados;
II. Cuando no se desahoguen las pruebas que fueron admitidas legal-
mente, o no se desahoguen conforme a las disposiciones previstas en este
Código;
III. Cuando si se hubiere violado el derecho de defensa adecuada o de
contradicción siempre y cuando trascienda en la valoración del Tribunal de
enjuiciamiento y que cause perjuicio;
Alfonso Pérez Daza

IV. Cuando la audiencia del juicio hubiere tenido lugar en ausencia de


alguna de las personas cuya presencia continuada se exija bajo sanción de
nulidad;
V. Cuando en el juicio oral hubieren sido violadas las disposiciones es-
tablecidas por este Código sobre publicidad, oralidad y concentración del
juicio, siempre que se vulneren derechos de las partes, o
VI. Cuando la sentencia hubiere sido pronunciada por un Tribunal de
enjuiciamiento incompetente o que, en los términos de este Código, no ga-
rantice su imparcialidad.
En estos supuestos, el Tribunal de alzada determinará, de acuerdo con las
circunstancias particulares del caso, si ordena la reposición parcial o total
del juicio.
La reposición total de la audiencia de juicio deberá realizarse íntegra-
mente ante un Tribunal de enjuiciamiento distinto. Tratándose de la reposi-
ción parcial, el Tribunal de alzada determinará si es posible su realización
ante el mismo Órgano jurisdiccional u otro distinto, tomando en cuenta la
garantía de la inmediación y el principio de objetividad del Órgano jurisdic-
cional, establecidos en las fracciones II y IV del Apartado A del artículo 20
de la Constitución y el artículo 9o. de este Código.
Para la declaratoria de nulidad y la reposición será aplicable también lo
dispuesto en los artículos 97 a 102 de este Código.
En ningún caso habrá reposición del procedimiento cuando el agravio
se fundamente en la inobservancia de derechos procesales que no vulneren
derechos fundamentales o que no trasciendan a la sentencia.

Comentario. La sentencia que se emita en el recurso de apelación or-


denará la reposición del proceso, cuando durante la tramitación de la au-
diencia de juicio oral o en el dictado de la sentencia se infrinjan dere-
chos fundamentales; no se desahoguen las pruebas que fueron admitidas
legalmente, o se desahoguen con infracción a las formalidades y requisitos
aplicables; cuando la vulneración al derecho de defensa adecuada o de
contradicción trascienda en la valoración del tribunal de enjuiciamiento y
cause perjuicio; la audiencia del juicio se celebre sin la asistencia de alguna
de las personas cuya presencia continuada se exija bajo sanción de nuli-
dad; en el juicio oral se violen las disposiciones referentes a la publicidad,
oralidad y concentración del juicio, siempre que se vulneren derechos de
las partes; cuando la sentencia se dicte por un tribunal de enjuiciamiento
incompetente o por uno que no garantice su imparcialidad.
Código Nacional de Procedimientos Penales

En relación con las hipótesis enunciadas, conviene destacar la causa de


reposición del proceso condicionada a que: 1. Se viole el derecho de defen-
sa adecuada o de contradicción; 2. Trascienda en la valoración del Tribunal
de enjuiciamiento, y 3. Cause perjuicio (artículo 482, fracción III, de este
código).
Ello, pues el segundo de esos extremos eventualmente es incompatible
con el contenido del artículo 468, fracción II, del ordenamiento exami-
nado, conforme al cual el recurso de apelación interpuesto contra la sen-
tencia definitiva sólo podrá examinar las consideraciones contenidas en
ésta, que sean «distintas a la valoración de la prueba» siempre y cuando no
comprometan el principio de inmediación; esto es, excluye la posibilidad
de que el tribunal de alzada pueda estudiar si la valoración de las pruebas
realizada por el tribunal de enjuiciamiento fue correcta o no, dado que
sólo está facultado para examinar si dicha valoración se realizó conforme a
los principios de la sana crítica, esto es, a las reglas de la lógica, las máximas
de la experiencia y los conocimientos científicamente afianzados.
De esta forma, si el tribunal de alzada está impedido para hacer una
nueva valoración directa o paralela de las pruebas, a riesgo de vulnerar
el principio de contradicción, entonces resulta palmario que la causa de
reposición del proceso contemplada en el artículo 482, fracción III, es in-
compatible con el alcance del recurso de apelación interpuesto contra la
sentencia definitiva, identificado en el artículo 468, fracción II, pues tal
causa exige que el tribunal de alzada determine que existió una violación
del derecho de defensa adecuada o de contradicción; un perjuicio y su
«trascendencia en la valoración del tribunal de enjuiciamiento», cuando se
insiste, el tribunal de alzada sólo puede analizar las consideraciones conte-
nidas en la sentencia definitiva «distintas a la valoración de la prueba», esto
es, no está facultado para verificar aspecto alguno en cuanto a la valoración
de los medios de convicción aportados al proceso.
En otras palabras, para que el tribunal de alzada estuviera en aptitud
de determinar si la vulneración de los derechos de defensa adecuada o
de contradicción irrogó un agravio que trascendió en la valoración de las
pruebas realizada por el tribunal de enjuiciamiento, es necesario que aquél
realizara una nueva valoración directa o paralela de los medios de convic-
ción, en quebranto del principio de inmediación.
Por ende, si el tribunal de alzada concluye que la justificación emplea-
da al realizar la actividad inherente a la valoración de las pruebas resulta
irracional, tal tribunal deberá hacer un ejercicio mental, a nivel de fuero
interno, en el que prescindiendo de la cuestión planteada, examine si el
Alfonso Pérez Daza

sentido del fallo se sostiene; de ser así, rechazará declarar la nulidad plan-
teada; si no, en aras de tutelar el principio de inmediación, deberá ordenar
un nuevo juicios, ante un tribunal distinto.
En este nuevo juicio que es consecuencia del recurso de apelación, se
satisface la existencia del Pacto de San José de Costa Rica, conforme a las
premisas sentadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, pri-
mordialmente, la referente a que el recurso permita el examen íntegro de
la cuestión planteada.
En el supuesto de que no se haya generado vulneración a derechos
fundamentales o que no haya producido trascendencia a la sentencia, la
sentencia dictada en el recurso de apelación no decretará la reposición
del procedimiento, aun cuando exista agravio que se fundamente en la
inobservancia de derechos procesales.
La clase de reposición de proceso dependerá de la ponderación que el
Tribunal de alzada realice respecto de las circunstancias particulares del
caso y puede ser: a) total, que implica que la audiencia de juicio deberá
realizarse íntegramente ante un Tribunal de enjuiciamiento distinto; o, b)
parcial, supuesto en el cual, el Tribunal de alzada determinará si es posi-
ble su realización ante el mismo Órgano jurisdiccional u otro distinto, en
función de la garantía de la inmediación y del principio de objetividad del
Órgano jurisdiccional.

Artículo 483. Causas para modificar o revocar la sentencia


Será causa de nulidad de la sentencia la transgresión a una norma de
fondo que implique una violación a un derecho fundamental.
En estos casos, el Tribunal de alzada modificará o revocará la sentencia.
Sin embargo, si ello compromete el principio de inmediación, ordenará la
reposición del juicio, en los términos del artículo anterior.

Comentario. El artículo en estudio señala que el Tribunal de enjuicia-


miento puede modificar o revocar la sentencia cuando exista una viola-
ción a un derecho fundamental, y si tal violación transgrede el principio
de inmediación se podrá ordenar la reposición del juicio, para lo cual, el
Tribunal de alzada determinará (atendiendo las circunstancias particulares
del caso) la reposición parcial o total del juicio. Resulta de gran relevancia
señalar, que el tribunal de alzada fue dotado de facultades para calificar la
actuación de las autoridades judiciales sujetas a su potestad, bajo la consi-
Código Nacional de Procedimientos Penales

deración de que debe analizar oficiosamente la litis para anular los actos
que resulten contrarios a los derechos fundamentales, sirve de apoyo a lo
anterior lo establecido en la Tesis XVII.1°.P.A.J/12 (10ª), emitida por los
tribunales Colegiados de Circuito en la Gaceta del Semanario Judicial de
la Federación, Libro 24, Noviembre de 2015, Tomo IV, Página 3290, de
rubro y texto:
RECURSO DE APELACIÓN EN EL NUEVO SISTEMA DE JUSTICIA PENAL EN EL
ESTADO DE CHIHUAHUA. AL RESOLVERLO EL TRIBUNAL DE ALZADA ESTÁ OBLI-
GADO A ANALIZAR OFICIOSAMENTE LA LITIS E INCLUSO CUESTIONES NO PRO-
PUESTAS POR EL RECURRENTE EN SUS AGRAVIOS PARA ANULAR LOS ACTOS
QUE RESULTEN CONTRARIOS A SUS DERECHOS FUNDAMENTALES, PUES NO
HACERLO IMPLICA UNA VIOLACIÓN GRAVE A LOS DERECHOS HUMANOS DE
LAS PARTES [APLICACIÓN DE LA JURISPRUDENCIA 1a./J. 18/2012 (10a.)]. Según
la jurisprudencia 1a./J. 18/2012 (10a.) de la Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, publicada en la página 420, del Libro XV, Tomo 1, diciembre de
2012, Décima Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, de rubro:
«CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD Y DE CONVENCIONALIDAD (REFORMA
CONSTITUCIONAL DE 10 DE JUNIO DE 2011)», en el sistema jurídico mexicano
actual, por virtud de la reforma al artículo 1o. constitucional, todas las autoridades en
el ámbito de su competencia, están facultadas y obligadas en materia de derechos
humanos a realizar control de constitucionalidad y de convencionalidad, sin dejar de
ver que la diferencia estriba en la asignación de los efectos del estudio relativo a la
contradicción entre la Constitución, los tratados internacionales y la ley cuya constitu-
cionalidad se controla, ya que los órganos integrantes del Poder Judicial de la Federa-
ción actuando como Jueces constitucionales, podrán declarar la inconstitucionalidad
de una norma por no ser conforme a la Constitución o a los tratados internacionales,
mientras que las demás autoridades del Estado Mexicano sólo podrán desaplicar la
norma si consideran que no es conforme a la Carta Magna o a los tratados interna-
cionales. Por lo anterior, tratándose de los recursos en el nuevo sistema de justicia
penal en el Estado de Chihuahua, como el de apelación, el tribunal de alzada fue
dotado de facultades para calificar la actuación de las autoridades judiciales sujetas
a su potestad, bajo la consideración de que debe analizar oficiosamente la litis para
anular los actos que resulten contrarios a los derechos fundamentales, destacándose
que esa obligación otorgada a la Sala encierra, incluso, la posibilidad de examinar
cuestiones no propuestas por el recurrente en sus agravios, que podrían resultar favo-
rables, independientemente de que finalmente lo sean. Por consiguiente, es suficiente
que el análisis de un problema no propuesto pudiera resultar benéfico para que deba
realizarse el estudio correspondiente, pues no hacerlo implica una violación grave
de derechos humanos, ya sea por retrasar la resolución del juicio o por originar una
afectación que cause que no pueda conocerse la verdad o que la sentencia logre su
objetivo, porque la violación por acción o por omisión de los derechos de las partes
en el procedimiento penal, frustraría el dictado de una sentencia razonable, que es lo
que espera la sociedad; por ello, la omisión del estudio ex officio de la litis en el pro-
cedimiento penal, produce una violación que puede trastocar los derechos humanos
de las partes.
Alfonso Pérez Daza

Por otra parte, los autores513 del «Código Nacional de Procedimientos


Peales Comentado», señalan que «la redacción del presente dispositivo resulta
inexacta, pues confunde esas consecuencias de la nulidad que es propia de otros
recursos que se contemplaban en algunas legislaciones procesales locales, tales como
el de la casación o el de nulidad. En efecto, se trata de términos jurídicos diferentes
que no pueden confundirse, pues una resolución se modifica o revoca cuando es
substituida por otra con contenido opuesto, o bien, diferente, mientras que se anula
cuando deja de producir sus efectos jurídicos, sin ser sustituida por otra, por lo que
esta última consecuencia no se puede atribuir al recurso de apelación, el cual sólo
puede producir la confirmación, modificación, revocación o reposición del acto im-
pugnado»; sin embargo, se considera que tal numeral debe interpretarse
sistemáticamente tanto con el artículo 1 del mismo código, como con la
Constitución Federal y los tratados internacionales de la materia, favore-
ciendo en todo tiempo la protección más amplia, aun cuando la norma
de que se trata sea oscura o admita dos o más entendimientos posibles, lo
anterior de conformidad con la Tesis XVII.1°.P.A. J/24 (9ª), emitida por
los Tribunales Colegiados de Circuito en el Semanario Judicial de la Fede-
ración y su Gaceta, Libro VI, Marzo 2012, Tomo 2, Página 878, de rubro y
texto:
CASACIÓN. EL RESPETO IRRESTRICTO A LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
OBLIGA A QUE EL TRIBUNAL ANALICE DE OFICIO TANTO EL PROCEDIMIENTO
SEGUIDO AL INCULPADO COMO LA SENTENCIA IMPUGNADA PARA CONSTA-
TAR SI EXISTE VIOLACIÓN O NO DE AQUELLOS QUE TUVIERA QUE REPARAR
(NUEVO SISTEMA DE JUSTICIA PENAL EN EL ESTADO DE CHIHUAHUA). Los artí-
culos 400, 408 y 421 del Código de Procedimientos Penales del Estado de Chihuahua
no deben constituir una limitante de las garantías individuales de defensa, audiencia
y debido proceso contenidas en los artículos 14 y 20 de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos, las cuales permiten a los justiciables acceder a los
órganos jurisdiccionales para hacer valer sus derechos de manera efectiva, en condi-
ciones de igualdad procesal, así como ofrecer pruebas en su defensa y obtener una
resolución que dirima las cuestiones debatidas, lo que se traduce en el respeto a las
formalidades esenciales del procedimiento, es decir, al cumplimiento de las condicio-
nes fundamentales que deben satisfacerse en todo proceso jurisdiccional. En este sen-
tido, dichos numerales deben interpretarse sistemáticamente tanto con el artículo 1
de ese mismo código como con la Constitución Federal y los tratados internacionales
de la materia, favoreciendo en todo tiempo la protección más amplia, aun cuando la
norma de que se trata sea oscura o admita dos o más entendimientos posibles. Es por
ello que el respeto irrestricto a los derechos fundamentales de las personas, obliga a
que el tribunal de casación analice, de oficio, exhaustivamente tanto el procedimien-
to seguido al inculpado como la sentencia impugnada a través de este recurso (in-

513
Dr. Apolonio Betancourt Ruiz, Lic. Juan Guillermo Toro Lerma, Dr. Jesús Julián Rodrí-
guez Cabral, Dr. Manuel Valadez Díaz, M.D. Carlos Enrique Guzmán González.
Código Nacional de Procedimientos Penales

cluyendo los aspectos relativos al delito, responsabilidad penal e individualización de


la pena), a efecto de constatar si existe violación o no a sus derechos fundamentales
que tuviera que reparar, pues el no realizar el citado estudio, significaría apartarse de
los principios constitucionales que rigen el debido proceso, porque el fin último que
persigue la referida garantía es evitar que se deje en estado de indefensión al posible
afectado con el acto privativo o en situación que afecte gravemente sus defensas.

Artículo 484. Prueba


Podrán ofrecerse medios de prueba cuando el recurso se fundamente en
un defecto del proceso y se discuta la forma en que fue llevado a cabo un
acto, en contraposición a lo señalado en las actuaciones, en el acta o regis-
tros del debate, o en la sentencia.
También es admisible la prueba propuesta por el imputado o en su favor,
incluso relacionada con la determinación de los hechos que se discuten,
cuando sea indispensable para sustentar el agravio que se formula.
Las partes podrán ofrecer medio de prueba esencial para resolver el fon-
do del reclamo, sólo cuando tengan el carácter de superveniente.

Comentario. La parte recurrente está facultada para ofrecer pruebas


cuando el medio de impugnación que interpone esté sustentado en un
defecto del proceso y la litis en segunda instancia se identifique con la
controversia en cuanto a la forma en que un acto fue practicado, en contra-
posición a lo señalado en las actuaciones, en los registros del debate o en
la sentencia; cuando sea ofrecida por el imputado o por persona diversa,
pero a favor de aquél, incluida la que esté vinculada con la determinación
de los hechos debatidos, cuando sea imprescindible para sustentar el agra-
vio que se proponga; y cuando se trate de un medio de prueba esencial
para resolver el fondo, siempre que revista el carácter de prueba superve-
niente.
TÍTULO XIII
RECONOCIMIENTO DE INOCENCIA DEL SENTENCIADO Y
ANULACIÓN DE SENTENCIA
CAPÍTULO ÚNICO
PROCEDENCIA
Artículo 485. Causas de extinción de la acción penal
La pretensión punitiva y la potestad para ejecutar las penas y medidas de
seguridad se extinguirán por las siguientes causas:
I. Cumplimiento de la pena o medida de seguridad;
II. Muerte del acusado o sentenciado;
III. Reconocimiento de inocencia del sentenciado o anulación de la sen-
tencia;
IV. Perdón de la persona ofendida en los delitos de querella o por cual-
quier otro acto equivalente;
V. Indulto;
VI. Amnistía;
VII. Prescripción;
VIII. Supresión del tipo penal;
IX. Existencia de una sentencia anterior dictada en proceso instaurado
por los mismos hechos, o
X. El cumplimiento del criterio de oportunidad o la solución alterna co-
rrespondiente.

Comentario. El precepto que se comenta establece las causas de extin-


ción de la acción penal, esto es, los supuestos en los que cesa el derecho
del Estado para imponer la pena, hacerla efectiva o continuar exigiendo su
cumplimiento, o bien, como lo dice el propio texto legal, las causas en las
que se extingue la pretensión punitiva y la potestad para ejecutar las penas
y medidas de seguridad.
En este apartado sólo se hará una breve referencia a cada uno de ellos,
conforme al orden en que aparecen en este artículo.
I. Cumplimiento de la pena o medida de seguridad.
Este supuesto, tan obvio que apenas merece comentario, ocurre cuando
el sentenciado cumple con el castigo que le fue impuesto —sea esta pena
o medida de seguridad.
Alfonso Pérez Daza

II. Muerte del acusado o sentenciado.


El artículo 91 del Código Penal Federal establece, al igual que este nu-
meral, que la muerte del delincuente (identificado en el procedimiento
penal, de acuerdo con la etapa en la que se encuentre, como acusado o
sentenciado), constituye una causa de extinción de la acción penal, lo que
tiene su justificación en el hecho de que, ante el deceso del acusado o sen-
tenciado, ya no habrá a quien reprocharle una conducta ilícita.
III. Reconocimiento de inocencia del sentenciado o anulación de la
sentencia.
Se reserva el comentario de estos supuestos, para el momento en que se
analice el contenido de los artículos 486 a 490 de este Código, que prevén
las bases de su procedencia.
IV. Perdón de la persona ofendida en los delitos de querella o por cual-
quier otro acto equivalente.
El Diccionario Jurídico Mexicano define al perdón como el acto (en sus
vertientes judicial o extrajudicial) posterior al delito, por el que el ofendi-
do hace remisión o exterioriza su voluntad de que no se comience o no se
prosiga el procedimiento contra el encartado; adicionalmente, señala que
el consentimiento del ofendido no es un medio extintivo de la responsa-
bilidad penal, en sentido estricto, sino una causa excluyente de incrimina-
ción, que impide la integración del delito, bastando para la extinción de la
acción penal la manifestación de quien está autorizado para ello de que el
interés afectado ha sido satisfecho514.
El artículo 93 del Código Penal Federal establece que el perdón del
ofendido o del legitimado para otorgarlo extingue la acción penal respec-
to de los delitos que se persiguen por querella, que sólo podrá otorgarse
cuando se hayan reparado la totalidad de los daños y perjuicios ocasiona-
dos por la comisión del delito, siempre que se conceda ante el Ministerio
Público, si éste no ha ejercido la acción penal, o ante el órgano jurisdiccio-
nal, antes de dictarse sentencia de segunda instancia.
El perdón del ofendido es de suma relevancia porque sus efectos son
inmediatos, extingue la acción penal y, por ende, cesa la intervención de la
autoridad, de ahí que su eficacia jurídica, cuando menos en términos ge-
nerales, exige, de acuerdo con lo definido por la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, el cumplimiento de los siguientes requisitos:

514
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS. Diccionario Jurídico Mexicano. 12
ed. Ed. Porrúa. México. 1998.
Código Nacional de Procedimientos Penales

a) Que se conceda u otorgue mediante un movimiento corporal del


sujeto que está legitimado para ello.
b) Que ese movimiento se traduzca en una manifestación de voluntad,
en forma expresa, mediante:
- Escrito, debidamente ratificado; o
- Por comparecencia.
c) Que se presente o manifieste ante la autoridad que conozca del asun-
to, pues esa autoridad (llámese Ministerio Público o autoridad judicial) es
la que debe resolver lo que en derecho proceda.
De manera que para hablar del perdón del ofendido, es necesario que
se exprese en la forma ya precisada, sin que ello implique que sacramen-
talmente el ofendido exprese ante la autoridad respectiva que «otorga el
perdón», sino la manifestación referida debe estar encaminada a expresar
su abstención de continuar en el juicio, como querellante, por haber obte-
nido la reparación total de los daños y perjuicios ocasionados por la comi-
sión del delito; lo que excluye cualquier posibilidad de que la autoridad de
que se trate pretenda inferir su existencia, en los casos en que la víctima u
ofendido no lo exteriorice expresamente, pues, al margen de que no hay
precepto alguno que así lo autorice o faculte para ello, el perdón debe
acreditarse fehacientemente.
Al respecto, es de citarse la jurisprudencia 1a./J. 1/98, 196940, Tomo
VII, p. 123, enero de 1998, Novena Época, del Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, de rubro y texto siguientes:
«PERDÓN DEL OFENDIDO EN LOS DELITOS QUE SE PERSIGUEN POR QUERE-
LLA NECESARIA DE PARTE. Para que pueda estimarse que se ha otorgado el perdón
por parte del ofendido, aquél debe concederse de manera expresa, por escrito, que
deberá ser ratificado, o en comparecencia y ante la autoridad que conozca del delito
por el que se querelló, sin que deba considerarse otorgado el perdón, por la existencia
de un convenio celebrado entre quien perpetró la conducta delictiva y el ofendido,
a favor de este último, respecto a la reparación del daño; habida cuenta de que si
bien es cierto, éste constituye una manifestación de voluntad entre las partes que
intervienen en él, lo cierto es que ello resulta ser un acto independiente a lo que debe
realizarse y expresarse ante dicha autoridad, quien, tomando como base lo manifes-
tado ante ella, resolverá lo que en derecho proceda, por lo que el convenio no puede
surtir efectos legales de perdón.»

Ahora, en relación con la fecha en que puede otorgarse el perdón del


ofendido, el artículo 93 del Código Penal Federal establece que sólo pue-
de efectuarse hasta antes de que se pronuncie la sentencia de segunda
Alfonso Pérez Daza

instancia, esto es, restringe la posibilidad de que pueda ser otorgado con
posterioridad a ese evento, en perjuicio de la persona que cometió el he-
cho delictivo.
No obstante, dicha restricción legal, debe ser interpretada de conformi-
dad con el nuevo marco constitucional, que impone a todas las autoridades
del país, el deber de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos
humanos reconocidos en la Constitución y en los tratados internacionales
de los que el Estado Mexicano sea parte, en concordancia con el principio
pro homine, consagrado en el artículo 1º. de la Carta Magna, que impone
a todas las autoridades adoptar el criterio interpretativo más favorable al
derecho humano de que se trate, por lo que siempre deberá preferirse
una opción orientada a privilegiar, preferir, seleccionar, favorecer y tutelar
la norma que mejor proteja los derechos fundamentales del ser humano.
Así lo han hecho ya algunos tribunales, quienes atendiendo al mayor
beneficio del justiciable, conforme al principio pro homine, han sostenido,
recientemente, que el perdón del ofendido en los delitos de querella pro-
cede aun después del dictado de resolución firme, pues, tiene por objeto la
benigna exención de las consecuencias de la comisión de un ilícito a quien
se instruya o hubiere instruido un proceso, sin que ello implique el desco-
nocimiento de la cosa juzgada, ya que la preeminencia de la sentencia con-
denatoria no se ve afectada, pues se encuentra latente el estado de derecho
creado a través del fallo judicial, al únicamente beneficiarse al sentenciado
con la oportunidad de gozar de su libertad, sin destruir los restantes efec-
tos de la firmeza de la decisión en la esfera de prerrogativas del gobernado.
Al respecto, cabe citar la tesis aislada XV.2o.3 P (10a.), registro 2002592,
Libro XVI, p. 2110, enero de 2013, Tomo 3, Décima Época, del Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, emitida por el Segundo Tribunal Co-
legiado del Décimo Quinto Circuito, de rubro y texto siguientes:
«PERDÓN DEL OFENDIDO EN DELITOS DE QUERELLA. PROCEDE AUN DES-
PUÉS DEL DICTADO DE SENTENCIA EJECUTORIADA, CONFORME AL PRINCIPIO
PRO HOMINE CONSAGRADO EN EL ARTÍCULO 1o. DE LA CONSTITUCIÓN PO-
LÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE
BAJA CALIFORNIA). El Código Penal para el Estado de Baja California contempla en
su artículo 97, fracción V, como causa de extinción de la pretensión punitiva y de la
potestad de ejecutar las penas y medidas de seguridad, el perdón del ofendido en
los delitos de querella, el cual debe concederse conforme al artículo 106 del mismo
código, antes de dictarse la sentencia de segunda instancia y siempre que el impu-
tado no se oponga a su otorgamiento. Ahora bien, con los citados numerales se está
ante dos supuestos normativos con aparente identidad, pues coinciden en un punto
de derecho, pero difieren en cuanto a sus consecuencias jurídicas; por tanto, es ne-
cesario esclarecer su sentido, dejando atrás su simple intelección gramatical, para
dilucidar la razón de su objeto, atendiendo al contexto en el que se encuentran y a la
Código Nacional de Procedimientos Penales

finalidad que persiguen. Para tal fin, debe considerarse que el artículo 1o. de la Cons-
titución Política de los Estados Unidos Mexicanos, entraña como obligación de todas
las autoridades del país dentro del ámbito de su competencia, el promover, respetar,
proteger y garantizar los derechos humanos reconocidos en el Pacto Federal y en los
tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte. Además, consagra
el principio pro homine, consistente en la constante adopción del criterio interpre-
tativo más favorable al derecho humano de que se trate; motivo por el que siempre
deberá preferirse una opción orientada a privilegiar, preferir, seleccionar, favorecer y
tutelar la norma que mejor proteja los derechos fundamentales del ser humano. Sobre
esta base, atendiendo al mayor beneficio del justiciable, los citados preceptos deben
interpretarse conforme a la teleología de la norma, así como en armonía con el con-
texto jurídico de ésta; por lo que analizado el campo legal en el que se encuentran
y las figuras de amnistía e indulto, las cuales tienen una génesis idéntica al perdón al
condonar la pretensión punitiva y la ejecución de las penas, así como de sus efectos
y la obtención de la libertad, independientemente del momento procesal en que
se actualicen —antes o después de dictada sentencia ejecutoriada—, se concluye,
que conforme al citado principio pro homine el perdón del ofendido en los delitos
de querella procede aun después del dictado de resolución firme, pues al igual que
la amnistía y el indulto tiene como objeto la benigna exención de las consecuencias
de la comisión de un ilícito a quien se instruya o hubiere instruido un proceso. Sin
que ello implique el desconocimiento de la cosa juzgada, pues si bien sus efectos
no pueden encontrarse al arbitrio de los particulares, al constituir una expresión por
excelencia de la soberanía del Estado, lo cierto es que con la obtención del perdón, la
preeminencia de la resolución no se ve afectada, pues se encuentra latente el estado
de derecho creado a través del fallo judicial, al únicamente beneficiarse al sentencia-
do con la oportunidad de gozar de su libertad, sin destruir los restantes efectos de la
firmeza de la decisión en la esfera de prerrogativas del gobernado. Además, si bien es
cierto que la querella tiene como fin que la afectación de los particulares por la comi-
sión de un ilícito, tenga como consecuencia la sanción de quien la provocó, e incluso,
la reparación de su daño, también lo es que si se otorga el perdón no hay justificación
para mantener al sentenciado bajo el yugo del derecho penal.»

Ahora, el perdón del ofendido, al extinguir la acción penal, constituye


una solución alterna para terminar, anticipadamente, el procedimiento pe-
nal. Veamos por qué:
El artículo 184 del Código Nacional de Procedimientos Penales estable-
ce dos formas de solución alterna para terminar anticipadamente el pro-
cedimiento penal: «los acuerdos reparatorios y la suspensión condicional
del proceso».
Los acuerdos reparatorios son aquellos celebrados entre la víctima u
ofendido y el imputado, que una vez aprobados por el Ministerio Público
o el Juez de Control, y cumplidos en sus términos, tienen como efecto la
conclusión del proceso.
Con base en esa definición, el otorgamiento del perdón del ofendido se
ubica en ese tipo de acuerdos, pues, su naturaleza jurídica es la de solucio-
Alfonso Pérez Daza

nar el problema penal, en cualquier fase del procedimiento para los delitos
que se persiguen por querella, a través del consentimiento de la víctima u
ofendido, y tiene por objeto dar por terminado el proceso.
V. Indulto.
El derecho penal mexicano prevé como una causa de extinción de la ac-
ción penal para evitar la compurgación de la pena, el perdón que concede
el Poder Ejecutivo como un acto de gracia del Estado, en beneficio de un
sentenciado, por haber prestado servicios importantes a la Nación o por
razones de interés social, con la salvedad de que subsiste la obligación de
reparar el daño que correspondiere.
De conformidad con el Diccionario Jurídico Mexicano es una medida
de excepción facultativa del titular del Poder Ejecutivo o del Jefe del Esta-
do en beneficio de determinado sentenciado, consistente en la remisión
o perdón de la sanción penal impuesta en una sentencia firme como un
acto de gracia, por haber prestado un servicio importante a la Nación o por
razón de interés social515.
El indulto se encuentra regulado en los artículos 89, fracción XIV, de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en los diversos 94,
97, 97 bis y 98 del Código Penal Federal, que prevén:
«Artículo 89. Las facultades y obligaciones del Presidente, son las siguientes:
I a XIII (…)»
«XIV. Conceder, conforme a las leyes, indultos a los reos sentenciados por delitos
de competencia de los tribunales federales y a los sentenciados por delitos del orden
común, en el Distrito Federal….»
«Artículo 94. El indulto no puede concederse, sino de sanción impuesta en sen-
tencia irrevocable.»
«Artículo 97. Cuando la conducta observada por el sentenciado refleje un alto
grado de readaptación social y su liberación no represente un peligro para la tranqui-
lidad y seguridad públicas, conforme al dictamen del órgano ejecutor de la sanción y
no se trate de sentenciado por traición a la Patria, espionaje, terrorismo, sabotaje, ge-
nocidio, delitos contra la salud, violación, delito intencional contra la vida y secuestro,
ni de reincidente por delito intencional, se le podrá conceder indulto por el Ejecutivo
Federal, en uso de facultades discrecionales, expresando sus razones y fundamentos
en los casos siguientes:
I. Por los delitos de carácter político a que alude el artículo 144 de este Código;
II. Por otros delitos cuando la conducta de los responsables haya sido determina-
da por motivaciones de carácter político o social, y
III. Por delitos de orden federal o común en el Distrito Federal, cuando el senten-
ciado haya prestado importantes servicios a la Nación, y previa solicitud.».

515
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS. Diccionario Jurídico Mexicano. 12
ed. Ed. Porrúa. México. 1998.
Código Nacional de Procedimientos Penales

«ARTÍCULO 97 bis. De manera excepcional, por sí o a petición del Pleno de algu-


na de las Cámaras del Congreso de la Unión, el Titular del Poder Ejecutivo Federal po-
drá conceder el indulto, por cualquier delito del orden federal o común en el Distrito
Federal, y previo dictamen del órgano ejecutor de la sanción en el que se demuestre
que la persona sentenciada no representa un peligro para la tranquilidad y seguridad
públicas, expresando sus razones y fundamentos, cuando existan indicios consisten-
tes de violaciones graves a los derechos humanos de la persona sentenciada.
El Ejecutivo Federal deberá cerciorarse de que la persona sentenciada haya ago-
tado previamente todos los recursos legales nacionales.».
«Artículo 98. El indulto en ningún caso extinguirá la obligación de reparar el daño
causado. El reconocimiento de la inocencia del sentenciado extingue la obligación de
reparar el daño.».

Como se ve, el artículo 89, fracción XIV, constitucional, otorga al Presi-


dente de la República la atribución para otorgar indultos a los sentenciados
por tribunales federales o del Distrito Federal; mientras que los artículos
97 y 97 bis del Código Penal Federal, señalan sus supuestos de procedencia
y los casos en los que está vedada, a saber, traición a la patria, espionaje,
terrorismo, sabotaje, genocidio, delitos contra la salud, violación, delito
intencional contra la vida, secuestro y delitos efectuados por reincidentes;
finalmente, el numeral 98, dispone que en todos los casos el indulto exime
de la compurgación de la pena de prisión impuesta, destacándose la obli-
gación de reparar el daño causado.
Es necesario señalar que para la actualización del indulto es indispen-
sable que la sanción haya sido impuesta por sentencia irrevocable, debien-
do entenderse que no quede a disposición del particular ningún recurso
ordinario sin agotar, y que su concesión deberá ser publicada en el Diario
Oficial de la Federación.
VI. Amnistía.
La amnistía se encuentra contemplada en el artículo 73, fracción XXII,
de la Carta Magna, como una atribución del Congreso de la Unión, en-
cargado de conceder, mediante una ley, amnistías por delitos cuyo conoci-
miento sea de los tribunales de la Federación, de lo que se advierte que el
poder de suprimir los efectos de la ley penal se atribuye, exclusivamente, a
la misma autoridad que la ha dictado.
Esto es, el propio poder que estableció cuál era la conducta punitiva y su
sanción en determinados casos hace extinguir la acción penal y sus efectos;
así lo prevé el artículo 92 del Código Penal Federal: «La amnistía extingue la
acción penal y las sanciones impuestas.»
Como su nombre lo indica, la amnistía (del griego oamnestia, olvido)
supone un total olvido del delito, su concesión mediante la ley borra todo
Alfonso Pérez Daza

recuerdo del delito cometido o la pena pronunciada, en suma, extingue


por completo la pena y todos sus efectos, por lo que no puede ser instruido
procedimiento alguno para perseguir hechos incluidos en una amnistía;
si éste ya se ha iniciado debe ser suspendido en el momento en que entre
en vigor la amnistía, quedando anuladas las penas impuestas y extinguidos
completamente sus efectos, tanto si la pena no ha comenzado a cumplirse
como si se hubiese cumplido parcialmente.
La Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, determi-
nó que la «amnistía» es la ley del olvido, según se aprecia en la tesis de da-
tos Época: Quinta Época Registro: 330276 Instancia: Segunda Sala Tipo de Tesis:
Aislada Fuente: Semanario Judicial de la Federación Tomo LX Materia(s): Penal,
Administrativa Tesis: p. 1017, cuyo rubro y texto expresan:
«AMNISTÍA, NATURALEZA JURÍDICA Y EFECTOS DE LA. La amnistía, ley de ol-
vido, como acto del poder social, tiene por resultado que, olvidadas ciertas infrac-
ciones, se den por terminados los procesos y si ya fueron fallados, queden sin efecto
las condenas impuestas con motivo de esas infracciones; produce sus efectos antes o
después de la condena; pero en los dos casos, borra los actos que han pasado antes
de ella, suprime la infracción, la persecución del delito, la formación de los juicios,
en una palabra, borra todo el pasado y sólo se detiene delante de la imposibilidad de
los hechos. Se justifica por la utilidad que puede tener para la sociedad, que se den al
olvido ciertos hechos y tiene como efectos extinguir la acción pública de manera que
el beneficio es irrenunciable y produciendo sus efectos de pleno derecho, invalida la
misma condena. Los sentenciados a penas corporales, recobran su libertad, las multas
y gastos pagados al erario deben ser restituidas y si los amnistiados cometen nuevos
delitos, no son considerados como reincidentes; pero por excepción y por respeto al
derecho de los terceros perjudicados por el delito, subsisten las consecuencias civi-
les de la infracción, y la parte civil perjudicada tiene derecho de demandar ante los
tribunales, la reparación de los daños y perjuicios causados. La amnistía tiene como
característica, que a diferencia del indulto, se concede a cuantos hayan cometido el
mismo delito político restableciéndoles en el goce de todos los derechos que por la
sola comisión del delito o por una condena, habían perdido. Por tanto, si la condición
para el reingreso al ejército, de un militar acusado de un delito, era el sobreseimiento
en el proceso, beneficiándole una ley de amnistía, tal condición ha quedado cum-
plida, y si no se ha formado el expediente administrativo para darle de baja, no surte
efectos, por lo que la negativa para que tal militar reingrese al ejército, es violatoria
de garantías.
Amparo administrativo en revisión 788/38. Celis Manuel J. 28 de abril de 1939.
Unanimidad de cinco votos. Relator: José María Truchuelo.»

La amnistía puede ser decidida antes del proceso penal, durante su cur-
so, o bien después de la condena, pero en todos los casos, borra los actos
que han pasado antes de ella, suprime la infracción, la persecución del
delito, la formación de los juicios, en suma, borra todo el pasado.
Código Nacional de Procedimientos Penales

Se justifica por la utilidad que puede tener para la sociedad, que se den
al olvido ciertos hechos y tiene como efectos extinguir la acción pública
de manera que el beneficio es irrenunciable y produciendo sus efectos de
pleno derecho, invalida la misma condena; los sentenciados a penas cor-
porales, recobran su libertad, las multas y gastos pagados al erario deben
ser restituidas, y si los amnistiados cometen nuevos delitos, no pueden ser
tomados en consideración, a los fines de la reincidencia.
Ahora, lo que no invalida la amnistía es la reparación del daño, pues
subsisten las consecuencias civiles de la infracción, y la parte civil perjudi-
cada tiene derecho de demandar ante los tribunales, la reparación de los
daños y perjuicios causados, tal como lo prevé el propio artículo 92 del
Código Penal Federal.
En armonía con lo anterior, la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (Pacto de San José de Costa Rica), en su artículo 4, denominado
«Derecho a la Vida», punto 6, reconoce la procedencia de la amnistía, al
establecer que:
«Toda persona condenada a muerte tiene derecho a solicitar la amnistía, el in-
dulto o la conmutación de la pena, los cuales podrán ser concedidos en todos los
casos. No se puede aplicar la pena de muerte mientras la solicitud esté pendiente de
decisión ante autoridad competente.»

Es importante señalar que aun cuando en México no hay límites para


conceder la amnistía, no puede decretarse en todos los supuestos, ya que
atendiendo a los criterios que ha sustentado la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, sobre esa figura, es inconcuso que debe negarse cuan-
do los delitos comprendan violaciones graves a los derechos humanos,
pues, de lo contrario, dicha figura jurídica se traduciría en un obstáculo
para investigar y, en su caso, sancionar, a los responsables de ese tipo de
violaciones a los derechos humanos, lo que resulta jurídicamente inacep-
table, por consiguiente, con el fin de ajustar la fracción XXII, del artículo
73, constitucional, que establece esa figura, a la nueva realidad social, es
necesario que se reforme, para limitar su procedencia.
En efecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha determi-
nado que son inadmisibles las disposiciones de amnistía que pretendan
impedir la investigación y sanción de los responsables de las violaciones
graves de los derechos humanos, para delitos tales como la tortura, eje-
cuciones sumarias, extralegales o arbitrarias y las desapariciones forzadas,
todas ellas prohibidas por contravenir derechos inderogables reconocidos
por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos.
Alfonso Pérez Daza

En esos términos se pronunció la Corte Interamericana de Derechos


Humanos, el 24 de febrero de 2011, al resolver el caso Gelman Vs. Uru-
guay, en la parte relativa al Fondo y Reparaciones, párrafo 224, al señalar,
expresamente:
«224. Como se desprende de lo contenido en los párrafos precedentes, todos los
órganos internacionales de protección de derechos humanos y diversas altas cortes
nacionales de la región que han tenido la oportunidad de pronunciarse respecto del
alcance de las leyes de amnistía sobre graves violaciones de derechos humanos y su
incompatibilidad con las obligaciones internacionales de los Estados que las emiten,
han concluido que las mismas violan el deber internacional del Estado de investigar
y sancionar dichas violaciones.»

La propia Corte Interamericana de Derechos Humanos, el 14 de marzo


de 2001, al resolver el Caso Barrios Altos Vs. Perú. Fondo. Sentencia de
Serie C No. 75, Párrafo 41, señaló:
«Incompatibilidad de Leyes de Amnistía con la Convención
41. Esta Corte considera que son inadmisibles las disposiciones de amnistía, las
disposiciones de prescripción y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad
que pretendan impedir la investigación y sanción de los responsables de las violacio-
nes graves de los derechos humanos tales como la tortura, las ejecuciones sumarias,
extralegales o arbitrarias y las desapariciones forzadas, todas ellas prohibidas por
contravenir derechos inderogables reconocidos por el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos.»

Finalmente, cabe citar el criterio emitido por la Corte Interamericana


de Derechos Humanos, en la sentencia de 25 de noviembre de 2003. Serie
C No. 101, párrafo 276, al resolver el Caso Myrna Mack Chang Vs. Guate-
mala. Fondo, Reparaciones y Costas, en el que señaló:
«276. La Corte advierte que el Estado debe garantizar que el proceso interno
tendiente a investigar y sancionar a los responsables de los hechos de este caso surta
sus debidos efectos y, en particular, debe abstenerse de recurrir a figuras como la
amnistía, la prescripción y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad. En
ese sentido, el Tribunal ya ha señalado que:
[…] son inadmisibles las disposiciones de amnistía, las disposiciones de prescrip-
ción y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir la
investigación y sanción de los responsables de las violaciones graves de los derechos
humanos tales como la tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o arbitrarias y
las desapariciones forzadas, todas ellas prohibidas por contravenir derechos indero-
gables reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos[296].»

Por tanto, si la protección de los derechos humanos es una obligación


del Estado mexicano, entonces, es inconcebible que, a través de la am-
nistía, se ampare a los perpetradores de violaciones graves a los derechos
Código Nacional de Procedimientos Penales

humanos, motivo por el cual habría que evitarlo a través de una posible
reforma que se haga a esa disposición constitucional, que limite su proce-
dencia, o bien, que el Congreso de la Unión, a quien corresponde decidir
sobre aquélla, privilegie el derecho que tiene la sociedad a conocer la ver-
dad acerca de esas violaciones, y que ese tipo de delitos sea sancionado y
sus perpetradores sean castigados.
VII. Prescripción.
Es la institución jurídica a través de la cual el transcurso del tiempo
señalado por la ley, computado desde la comisión del injusto, extingue la
pretensión punitiva del Estado, o bien, su potestad para ejecutar las penas
y medidas de seguridad, por no haberse ejercicio oportunamente la acción
penal.
La Enciclopedia jurídica Omeba define la prescripción de la acción
como aquella que por imperio de la ley, transcurrido un lapso determi-
nado, variable, según sean la índole y extensión de la pena establecida,
aniquila la posibilidad de perseguir al sujeto autor de un delito516. Mientras
que para Villalobos, es un medio extintivo, tanto de la acción penal como
de la pena, y se funda en el transcurso en el tiempo que borra el recuerdo
social de las ofensas, lo que presentaría el proceso y la sanción517.
El Libro Primero, Título Quinto «Extinción de la responsabilidad pe-
nal», Capítulo VI, denominado «Prescripción», del Código Penal Federal,
en sus artículos 100 a 115, disponen, fundamentalmente, los plazos en que
opera la prescripción, los distintos momentos a partir de los cuales em-
piezan a correr, las causas de interrupción y los casos en que procede la
duplicidad de los plazos respectivos.
El presente apartado no tiene la intención de analizar cada uno de los
elementos que conforman la prescripción, solamente en hacer hincapié
en que dicha figura constituye un modo de extinguir la responsabilidad
penal, tanto de la acción como de la pena, por el simple transcurso del
tiempo.
Respecto a la forma cómo se debe computar el plazo, la Primera Sala
en Jurisprudencia firme ha establecido la tesis: 1a./J. 65/2008 Registro:
168291 Novena Época Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación y su

516
Enciclopedia jurídica Omeba, Driskill, S.A., Buenos Aires, 1979, Tomo XXII, p. 941.
517
Citado por Malo Camacho, Gustavo. Derecho penal mexicano, Porrúa, México, 2000,
p. 633.
Alfonso Pérez Daza

Gaceta Tomo XXVIII, diciembre de 2008 Materia(s): Penal p. 117, de rubro y texto
siguientes:
«PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN PENAL. PARA SU CÓMPUTO DEBE ATENDER-
SE A LA PENALIDAD APLICABLE AL DELITO ESTABLECIDO EN CADA FASE QUE IN-
TEGRA EL PROCEDIMIENTO PENAL. La Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación ha sostenido que tanto al obsequiarse la orden de aprehensión como al
dictar el auto de formal prisión, debe fijarse el delito, ya sea en forma simple o con sus
respectivas calificativas, modalidades o modificativas; de ahí que en cualquier fase
del procedimiento penal, el plazo para que opere la prescripción debe computarse
a partir del establecimiento del delito que se le atribuye al probable responsable. Así,
la prescripción se actualiza en cada etapa procesal, tomando en cuenta el delito por
el cual se emite la determinación respectiva, atendiendo a si existen o no calificativas
sobre el ilícito establecido y conforme a la legislación correspondiente. Esto es, debe
considerarse la pena del delito configurado atribuido al responsable, ya sea básico
o con todas sus modalidades o circunstancias modificativas o calificativas, lo cual
deriva en la obligación constitucional y legal de todo juzgador consistente en que
al emitir una orden de aprehensión, auto de formal prisión, apelación o cualquier
otro acto durante el proceso determine, según el delito de que se trate, los datos que
acrediten los elementos del tipo penal, no sólo para precisar la figura delictiva bási-
ca, sino también para que, de ser el caso, se configure su específica referencia a un
tipo complementado, subordinado o cualificado, pues no debe perderse de vista que
durante el proceso penal pueden actualizarse diferentes fases, por lo que deben de-
terminarse con precisión sus elementos constitutivos, incluyendo las modificativas o
calificativas que, en su caso, surjan de los hechos materia de la etapa procesal de que
se trate. Por tanto, debe tomarse en cuenta el delito determinado por el cual se sigue
el procedimiento, en cualquiera de sus fases, de manera que la prescripción quedará
condicionada al transcurso del término establecido para la sanción que corresponda
al delito concreto señalado en cada etapa procesal. Lo anterior es así, porque con-
forme al principio de seguridad jurídica, en cada una de ellas puede modificarse el
delito, por lo que si al obsequiar la orden de aprehensión se le atribuye al probable
responsable determinado ilícito, el término para que opere la prescripción se compu-
tará de acuerdo a los plazos previstos en la legislación correspondiente, y si al dictado
del auto de formal prisión se le ubica en uno diverso, ya sea básico o con calificativas,
el indicado término se computará de acuerdo a la penalidad aplicable a esta nueva
valoración del delito, y de igual forma tendrá que hacerse en cada una de las fases
que integran el procedimiento penal.
Contradicción de tesis 46/2007-PS. Entre las sustentadas por el Segundo Tribunal
Colegiado en Materia Penal del Tercer Circuito y el Cuarto Tribunal Colegiado del
Décimo Quinto Circuito. 4 de junio de 2008. Cinco votos. Ponente: Sergio A. Valls
Hernández. Secretario: Antonio Espinosa Rangel.
Tesis de jurisprudencia 65/2008. Aprobada por la Primera Sala de este Alto Tribu-
nal, en sesión de fecha veinticinco de junio de dos mil ocho.»

En relación con dicha figura es importante mencionar que la Corte In-


teramericana de Derechos Humanos, al resolver el Caso Albán Cornejo y
otros. Vs. Ecuador. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de no-
viembre de 2007. Serie C No. 171, párrafo 111, señaló:
Código Nacional de Procedimientos Penales

«111. La prescripción en materia penal determina la extinción de la pretensión


punitiva por el transcurso del tiempo, y generalmente, limita el poder punitivo del
Estado para perseguir la conducta ilícita y sancionar a sus autores. Esta es una garan-
tía que debe ser observada debidamente por el juzgador para todo imputado de un
delito. Sin perjuicio de lo anterior, la prescripción de la acción penal es inadmisible
e inaplicable cuando se trata de muy graves violaciones a los derechos humanos en
los términos del Derecho Internacional. La jurisprudencia constante y uniforme de la
Corte así lo ha señalado[106]. En el presente caso no opera la exclusión de prescrip-
ción, porque no se satisfacen los supuestos de imprescriptibilidad reconocidos en
instrumentos internacionales.»

VIII. Supresión del tipo penal.


Esta figura tiene su inspiración en el principio de «retroactividad de la
ley penal a favor del imputado, acusado o sentenciado», establecido en el
primer párrafo del artículo 14 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, pues se refiere a aquellos supuestos en que la conducta
delictiva, por la que se ejerció la acción penal, deja de ser relevante para
el derecho penal y para la potestad punitiva del Estado, a saber: cuando el
legislador deroga, con posterioridad a la comisión del hecho delictivo, la
norma que preveía el tipo penal respectivo, o bien, cuando una ley poste-
rior deja de considerar como delito la conducta que antes de su vigencia
era considerada como tal, y que, en su momento, motivó el ejercicio de
aquélla, supuesto en el cual, la autoridad judicial, en aplicación de la ley
más benéfica, deberá tener por extinguida la acción penal y, por ende, de-
jar sin efectos el procedimiento penal o, en su caso, la sentencia condena-
toria y, tratándose de sentencias privativas de la libertad, poner en absoluta
e inmediata libertad al imputado, acusado o sentenciado.
Al respecto, cabe mencionar la tesis aislada I.6o.P.6 P (10a.), registro
2000360. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, libro VI, marzo
de 2012, Tomo 2, p. 1140, del Sexto Tribunal Colegiado en Materia Penal
del Primer Circuito, de rubro y texto:
«FICHA SIGNALÉTICA Y ANTECEDENTES PENALES. CONFORME AL PRINCIPIO
DE RETROACTIVIDAD EN BENEFICIO DEL REO PROCEDE SU DESTRUCCIÓN SI LA
PORCIÓN NORMATIVA QUE PREVEÍA EL TIPO PENAL POR EL QUE SE CONDENÓ
AL SENTENCIADO FUE DEROGADA. La garantía constitucional de retroactividad
de la ley penal en beneficio del reo, por regla general, no opera cuando existe cosa
juzgada, esto es, cuando ya hay sentencia ejecutoriada, incluso, cuando la pena im-
puesta ya se ejecutó o se declaró prescrita, esto es así, porque de conformidad con el
artículo 80 de la Ley de Amparo, el juicio constitucional condiciona su procedencia
a la posibilidad de que la sentencia que se dicte produzca la restitución al agraviado
en el pleno goce de la garantía individual violada, volviendo las cosas al estado en
que se encontraban antes de la conculcación, lo que no se cumpliría cuando existe
sentencia ejecutoriada en la que se declaró la plena responsabilidad y se extinguió
Alfonso Pérez Daza

la pena impuesta. Sin embargo, esta garantía tiene un ámbito de protección más allá
de la aplicación del derecho penal sustantivo (demostración del delito y ejecución
de la pena), esto es, también opera respecto de las consecuencias jurídicas derivadas
del proceso penal que inciden en la esfera de derechos del gobernado, las cuales no
pueden quedar incólumes. En este sentido, si la porción normativa que preveía el tipo
penal por el que se condenó al sentenciado fue derogada, dejó de ser relevante para
el derecho penal y para la potestad punitiva del Estado, lo que beneficia a quienes
fueron sentenciados y se les tuvo por extinguida la pena impuesta, aun al existir cosa
juzgada; por ende, procede la destrucción de la ficha signalética y de los antece-
dentes penales derivados del proceso en virtud de que al no existir como delito la
conducta, sus consecuencias deben correr la misma suerte; máxime que no se trata
de una “simple medida administrativa”, ya que si bien no es una pena técnicamente
hablando, ni participa de las características de ser pena infamante y trascendental, lo
cierto es que en nuestro medio social y cultural se les considera un medio informativo
de la conducta ilícita del inculpado que trasciende a su esfera jurídica, pues el cono-
cimiento de su contenido por los ciudadanos, produce el mismo impacto que una
pena privativa de derechos, ya que tienen un efecto estigmatizante, dado que quien
es identificado queda inhabilitado, de hecho, para cargos privados y se convierte en
un ciudadano de segundo orden, pues se ataca en forma directa su honra y fama,
cuya secuela trasciende, negativamente, en su esfera jurídica.»

Cabe mencionar que la supresión de un tipo penal no actualiza, en au-


tomático, la acción penal, pues, se requiere comprobar que la conducta
delictiva que motivó su ejercicio dejó de ser considerada, en absoluto, con
ese carácter, pues tratándose de derogación o abrogación de leyes penales
sustantivas, pueden presentarse dos escenarios:
La primera, cuando la conducta tipificada como delictiva deja de serlo,
esto es, deja de ser considerada, en lo absoluto, como delito y, por tanto,
deja de ser relevante para el derecho penal y para la potestad punitiva del
Estado, y
La segunda, cuando la conducta delictiva continúa teniendo ese carác-
ter porque la norma derogada que la preveía ha sido sustituida por otra
que considera como delito la misma conducta.
En el primer caso, como ya se puntualizó, opera a favor del imputado,
acusado o sentenciado el principio de retroactividad y, consecuentemente,
la extinción de la acción penal, con base en la aplicación de la ley más be-
néfica; en tanto que, en el segundo, la autoridad judicial, necesariamente,
deberá determinar si la conducta que anteriormente se contemplaba como
delictiva, sigue teniendo dicho carácter, para lo cual deberá examinar si
los elementos que determinaron la configuración del ilícito, de acuerdo
con su tipificación derogada, frente a la nueva legislación, son los mismos
elementos típicos del delito penal y, con base en ello, definir si sigue ten-
Código Nacional de Procedimientos Penales

diendo el carácter de ilícito en la nueva ley, lo que, de suyo, excluye la ac-


tualización de la extinción de la acción penal, por supresión del tipo penal.
Al respecto, resulta preciso citar la jurisprudencia 1a./J. 107/2005, re-
gistro 176787, Novena Época, Tomo XXII, p. 594, octubre de 2005, del Se-
manario Judicial de la Federación y su Gaceta, emitida por la Primera Sala
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de rubro y texto siguientes:
«TRASLACIÓN DEL TIPO. ES LEGALMENTE POSIBLE ENTRE LA CONDUCTA DE
FRAUDE ESPECÍFICO PREVISTA EN EL ARTÍCULO 194, FRACCIÓN XVIII Y LA CON-
TENIDA EN EL ARTÍCULO 246-E (CÓDIGO PENAL DEL ESTADO DE QUERÉTARO).
Para que sea legalmente procedente la traslación de un tipo penal a otro es necesario
que previamente se determine si la conducta que, inicialmente, fue estimada como
delictiva conforme a la legislación punitiva vigente en la fecha de su comisión, conti-
núa siéndolo en términos del nuevo ordenamiento, así como analizar los elementos
que determinaron la configuración del ilícito conforme a su tipificación derogada,
frente a la nueva legislación, pues sólo así podrá concluirse si se mantienen los mis-
mos elementos típicos del delito. Del análisis estructural del tipo penal contenido en
el artículo 194, fracción XVIII que preveía el delito de fraude específico, derogado
por decreto de veintitrés de agosto de dos mil dos y del tipo penal contenido en
el artículo 246-E, que prevé el delito contra la seguridad y el orden en el desarrollo
urbano, ambos del Código Penal para el Estado de Querétaro, se desprende que la
conducta tipificada en ambos numerales, consistente en transferir o prometer transfe-
rir la propiedad, la posesión o cualquier derecho sobre uno o más lotes, resultado de
fraccionar un predio, sin la autorización previa de la autoridad competente, contiene
esencialmente los mismos elementos constitutivos del tipo penal, por lo que la misma
sigue siendo delictiva. Lo anterior, en virtud de que la mera reubicación del tipo en
el ordenamiento penal, no implica que se haya despenalizado la conducta tipificada,
pues ésta continúa considerándose como delictiva por los legisladores; tanto es así,
que la reforma, según su exposición de motivos, tuvo por objeto depurar la forma
en que se prevé y castiga la conducta y ubicar el tipo en forma correcta en el Códi-
go Penal, y si bien es cierto que se colocó en un título distinto con el propósito de
proteger la seguridad y el orden en el desarrollo urbano, ello no implica que se haya
desprotegido el patrimonio de los particulares que son víctimas de dicha conducta,
ya que en todo momento tendrán derecho a solicitar la reparación del daño causado.
Aunado a lo anterior, es de hacerse notar que el tipo de fraude específico no requiere
para su configuración el que se acredite alguno de los medios que la propia ley exige
para el delito de fraude genérico, esto es, que el sujeto activo engañe o provoque una
falsa concepción de la realidad, ni de que se aproveche del error de persona alguna.
A pesar de lo anterior, cabe señalar que el artículo 246-E, a diferencia del precepto
derogado, prevé una causa de exclusión del delito que se actualiza cuando un ascen-
diente transfiera la propiedad o posesión de partes de un inmueble a sus descendien-
tes, y éstos cumplan con las normas aplicables según el tipo de propiedad de que
se trate, tanto para escriturarlas a su favor y para ceder sus derechos a tercero. De
ahí que la conducta recién descrita, anteriormente constitutiva del delito de fraude
específico, ya no pueda considerarse como tal, esto es, que en ese único supuesto no
es legalmente procedente la traslación del tipo.»
Alfonso Pérez Daza

IX. Existencia de una sentencia anterior dictada en proceso instaurado


por los mismos hechos.
El fundamento constitucional de esta hipótesis de extinción de la ac-
ción penal, se encuentra en el artículo 23, que dispone:
«Artículo 23. Ningún juicio criminal deberá tener más de tres instancias. Nadie
puede ser juzgado dos veces por el mismo “delito”, ya sea que en el juicio se le ab-
suelva o se le condene. Queda prohibida la práctica de absolver de la instancia.»

De lo que se desprende la prohibición constitucional de juzgar dos ve-


ces a una persona por el mismo «delito», con independencia de que en el
primero se le hubiese absuelto o condenado.
El principio non bis in ídem que recoge dicho precepto constitucional,
no opera sobre la designación legal del hecho delictivo, como expresa-
mente ahí se precisa, sino en relación con los mismos hechos constitutivos
de un delito previsto por la ley, esto es, sobre la conducta, por lo que, tal
principio, en estricta interpretación, proscribe la iniciación de un nuevo
proceso penal sobre una conducta que ya ha sido juzgada en forma defini-
tiva en un procedimiento judicial anterior.
En efecto, la palabra «delito» contenida en esa norma no debe enten-
derse referida a la clasificación legal de la conducta, esto es, «a un tipo
penal determinado», sino a los hechos constitutivos del delito; de asumir,
como legalmente válida, la primera connotación implicaría que una per-
sona juzgada por un delito de homicidio no pudiera ser juzgada, por otro,
de igual naturaleza, cometido con posterioridad, por tratarse del mismo
ilícito, aun cuando los hechos fuesen distintos; en cambio, la segunda ex-
presión al encontrarse directamente vinculada con los mismos hechos de-
lictivos, esto es, con la conducta, independientemente del tipo penal en el
que encuadre su clasificación legal, no puedan ser llevados nuevamente a
proceso, ya que, de hacerlo, se violaría el principio contenido en el artículo
23 constitucional; excepción hecha, en el caso de que se traten de hechos
diversos, en el que sí se permite esa posibilidad.
Cabe destacar, la tesis aislada de Séptima Época, Registro 234104, Pri-
mera Sala, publicada en el Semanario Judicial de la Federación, Volumen
199-204, Segunda Parte Materia Penal p. 53, de rubros y textos siguientes:
«SALUD, DELITO CONTRA LA. POSESIÓN Y TRANSPORTACIÓN POR EL PO-
SEEDOR. Contemplado el problema de la transportación-posesión desde un ángulo
diferente al técnico, puede decirse que para transportar debe de poseerse si se en-
tiende por posesión el tener consigo el objeto materia de la transportación. Dentro
de la técnica penal en relación con el delito contra la salud, esta Sala ha mantenido
el criterio de que por posesión debe entenderse el que el activo tenga dentro de su
Código Nacional de Procedimientos Penales

ámbito de disponibilidad material o jurídica el estupefaciente, y por eso puede consi-


derarse como poseedor, para efectos de delito contra la salud, lo mismo al poseedor
originario que al derivado, al precarista y al simple detentador, porque la posesión im-
plica el peligro de la circulación y el consiguiente consumo de la droga. Sin embargo,
aun cuando en sentido llano quien transporta posee dentro de la connotación arriba
anotada, no debe considerarse como constitutiva de transportación como modalidad
autónoma el desplazamiento de estupefacientes por quien es su propietario o posee-
dor originario, pues se estaría recalificando la conducta considerándola desde un án-
gulo como constitutiva de posesión y, por la otra, de transportación. Tal recalificación
es constitucionalmente inaceptable y violatoria del artículo 23 constitucional cuando
prohíbe que alguien sea juzgado dos veces por los mismos hechos, pues la expresión
del mandato de la Ley Fundamental debe entenderse a virtud de una jurisprudencia
dinámica, significando que prohíbe no solamente que fallado un negocio definitiva-
mente, de nuevo la judicatura se avoque al conocimiento de los mismos hechos y
dicte nueva sentencia, sino que también significa dicha prohibición constitucional
que no puede imponerse a una misma conducta una doble penalidad.»
Amparo directo 2210/85. José Luis González Martínez. 23 de octubre de 1985.
Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Luis Fernández Doblado. Secretario: Javier
Alba Muñoz.
Séptima Época, Segunda Parte:
Volúmenes 181-186, p. 103. Amparo directo 3773/84. Antonio Farías Meraz. 11
de junio de 1984. Cinco votos. Ponente: Luis Fernández Doblado.
Volúmenes 109-114, p. 100. Amparo directo 6076/77. Omar Augusto Zorrilla La-
valle. 8 de marzo de 1978. Cinco votos. Ponente: Mario G. Rebolledo F.
Volúmenes 97-102, p. 106. Amparo directo 4175/76. David Sánchez Lezama. 23
de marzo de 1977. Cinco votos. Ponente: Mario G. Rebolledo F.
Nota: En el Informe de 1985, la tesis aparece bajo el rubro «SALUD. DELITO
CONTRA LA. TRANSPORTACIÓN Y POSESIÓN.»

De igual manera, se cita la tesis aislada VI.1o.P.271, Registro 164299,


de Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, publicada en el Se-
manario Judicial de la Federación y su Gaceta Tomo XXXII, julio de 2010
Materia Penal, p. 1993, de rubro y texto siguientes:
«NON BIS IN IDEM. EL CONCEPTO DE DELITO A QUE SE REFIERE EL PRINCIPIO
CONTENIDO EN EL ARTÍCULO 23 DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL, SE REFIERE A
LOS HECHOS EN QUE SE HACE CONSISTIR EL ILÍCITO Y NO A LA CLASIFICACIÓN
LEGAL DE LA CONDUCTA EN UN TIPO PENAL DETERMINADO. El artículo 23 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su parte conducente, dice:
“… Nadie puede ser juzgado dos veces por el mismo delito, ya sea que en el juicio
se le absuelva o se le condene….”. Ahora bien, el concepto de delito para los efectos
de ese artículo no debe entenderse referido a la clasificación legal de la conducta,
en un tipo penal determinado, sino a los propios hechos en que se hizo consistir el
ilícito; pues de entenderse de la primera forma, se llegaría al absurdo, por ejemplo, de
que una persona juzgada por un delito de homicidio no podría ser juzgada después
por otro homicidio que cometiera con posterioridad, mientras que el segundo de los
supuestos se refiere a que los mismos hechos, independientemente de su clasificación
legal, no pueden ser llevados nuevamente a proceso; caso en el que sí se transgrede
el principio contenido en el precepto constitucional aludido.
Alfonso Pérez Daza

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL SEXTO CIRCUITO.


Amparo en revisión 9/2010. 25 de febrero de 2010. Unanimidad de votos. Ponen-
te: José Manuel Torres Pérez. Secretaria: Hilda Tame Flores.»

Principio plasmado en el código que se comenta, donde se cuenta entre


las causas de extinción de la pretensión punitiva del Estado y la potestad
para ejecutar las penas y medidas de seguridad.
Así, los supuestos en los que se actualiza dicha hipótesis, de acuerdo con
el texto que se comenta, son los siguientes:
I. Cuando exista una sentencia y, después, se siga un procedimiento dis-
tinto en contra de la misma persona y por la misma conducta.
II. Cuando existan dos sentencias, dictadas en procesos distintos, en
contra de la misma persona y por la misma conducta.
De manera que se exige, ineludiblemente, la existencia de una senten-
cia previa en la que ya se hubiese juzgado la conducta delictiva, a fin de
extinguir la pretensión punitiva y la potestad para ejecutar las penas y me-
didas de seguridad; así, en el caso del primero la acción penal se extingue
respecto del proceso que se hubiese iniciado en segundo momento, para
respetar la situación jurídica definida en la sentencia previa; y, en relación
con el segundo, respecto de la sentencia relativa al proceso que se hubiese
iniciado en segundo lugar.
A manera de crítica, cabe decir que el legislador omitió considerar
aquellos casos en los que se sigan dos procedimientos penales contra una
misma persona y por la misma conducta, en los que aún no haya sido dicta-
da la sentencia relativa, pues esta causa de extinción de la acción penal sólo
contempla los supuestos en los que exista una sentencia anterior en la que
ya se hubiese juzgado la conducta delictiva, dejando fuera de regulación el
caso que se plantea, en cuanto a que, en ninguno de los procesos penales,
ha sido dictada la sentencia respectiva.
La omisión señalada es subsanable por la obligación constitucional que
tiene el juez de analizar las disposiciones a partir del principio pro persona
o pro homine, que lo obliga a acudir a la más amplia o a la interpretación
más extensiva a favor de la persona, en el caso, del sentenciado, por ende,
esa causa de extinción de la acción penal del Estado debe asociarse, en
términos generales, con el principio non bis in ídem que prohíbe juzgar
dos veces a una persona por la misma conducta y, en esa medida, no sería
jurídicamente posible que se siguieran dos procedimientos penales contra
una misma persona y por la misma conducta, por el hecho de que no se ha
dictado sentencia en alguno de ellos, pues, de permitirlo se estaría juzgan-
Código Nacional de Procedimientos Penales

do, de alguna manera, dos veces a una persona por idéntica conducta, al
permitir el trámite de ambos procedimientos.
En efecto, el hecho de que en ninguna de los procesos penales se haya
dictado aún sentencia, no implica que deba subsistir, concomitantemente,
los dos, pues, de permitirlo y seguir su trámite hasta su conclusión, se esta-
ría juzgando, de algún modo, dos veces a una persona por idéntica conduc-
ta, de ahí que este supuesto, al igual que los previstos, de manera expresa,
en el artículo en comento, debió ser contemplado por el legislador, con el
objeto de que se extinguiera la acción penal en relación con el proceso que
se hubiese iniciado en segundo término.
En armonía con lo anterior, la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (Pacto de San José de Costa Rica), en su artículo 8, denominado
«Garantías Judiciales», punto 4, reconoce como un derecho de los impu-
tados el que no se le pueda juzgar dos veces por los mismos hechos, como
se ve de su contenido:
«Artículo 8. Garantías Judiciales.- 4. El inculpado absuelto por una sentencia firme
no podrá ser sometido a nuevo juicio por los mismos hechos.»

Lo que reiteró la propia Corte Interamericana de Derechos Humanos,


al resolver el Caso Mohamed Vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas, en la sentencia de 23 noviembre de 2012, Serie C
No. 255, Párrafo 125, corroboró, de igual manera, al señalar:
«125. La Corte reitera que el principione bis in idem, consagrado en el artículo 8.4
de la Convención, se sustenta en la prohibición de un nuevo juicio sobre los mismos
hechos que han sido materia de la sentencia dotada con autoridad de cosa juzgada.
La Corte considera que el señor Mohamed no fue sometido a dos juicios o procesos
judiciales distintos sustentados en los mismos hechos.»

X. El cumplimiento del criterio de oportunidad o la solución alterna


correspondiente.
Tales hipótesis, como causas de extinción de la acción punitiva, se en-
cuentran contempladas, entre otros, en los diversos numerales 189, último
párrafo; 199, segundo párrafo, y 257 del ordenamiento legal que se comenta.
El primero se relaciona con una solución alterna «acuerdos reparato-
rios», y prevé que el juez, una vez aprobado el cumplimiento de las obliga-
ciones pactadas en un acuerdo de esa naturaleza, decretará la extinción de
la acción penal.
El segundo se vincula, también, con una forma de solución alterna, a saber,
con la «suspensión condicional del proceso» y señala que se extinguirá la ac-
Alfonso Pérez Daza

ción penal, cuando las condiciones impuestas por el juez de control, para tal
efecto, hayan sido cumplidas por el imputado y no se hubiese revocado aquélla.
Finalmente, el tercero versa sobre la aplicación de los criterios de opor-
tunidad y, al efecto, señala que tiene el efecto de extinguir la acción penal
con respecto al autor o partícipe en cuyo beneficio se dispuso la aplicación
de dicho criterio.
Ahora, como tales figuras ya fueron analizadas en los apartados corres-
pondientes, cualquier comentario que pudiera hacerse, resultaría redun-
dante, por lo que se reenvía a los citados artículos y su comentario.

Artículo 486. Reconocimiento de inocencia


Procederá cuando después de dictada la sentencia aparezcan pruebas de
las que se desprenda, en forma plena, que no existió el delito por el que se
dictó la condena o que, existiendo éste, el sentenciado no participó en su
comisión, o bien cuando se desacrediten formalmente, en sentencia irrevo-
cable, las pruebas en las que se fundó la condena.

Comentario. El precepto que se comenta establece el reconocimiento


de inocencia como la admisión por parte del estado, a través de sus órga-
nos jurisdiccionales, después de instaurado un proceso penal con las for-
malidades de ley, de que se ha equivocado al sentenciar a un inocente.
El reconocimiento de inocencia constituye una declaración en el senti-
do de que la persona que fue condenada no merecía serlo, con indepen-
dencia del delito de que se trate y, por lo mismo, extingue la acción penal
y la reparación del daño.
La inocencia, que gramaticalmente significa ausencia de culpa, ha sido
elevada al rango de derecho fundamental en su faceta de presunción en
el proceso, siendo la premisa que rige los procedimientos penales en gran
parte del mundo moderno.
Para Sergio García Ramírez, el reconocimiento de inocencia no es un
acto de gracia, como sí lo es el indulto, sino un acto de justicia que da lu-
gar a un recurso extraordinario que otorga la posibilidad de impugnar la
sentencia firme518.

518
García Ramírez, Sergio, Derecho Penal, p. 420, http://biblio.juridicas.unam.mx/li-
bros/1/311/13.pdf
Código Nacional de Procedimientos Penales

El reconocimiento de inocencia plantea la interesante controversia en-


tre la llamada seguridad jurídica, a través de la autoridad de la cosa juzgada
de la sentencia penal, y la justicia misma, en caso de que se demuestre, con
certeza, la inocencia del sentenciado, dándose prioridad a la justicia frente
a la seguridad jurídica.
Ahora, de acuerdo con el artículo en comentario el reconocimiento de
inocencia se actualiza en dos hipótesis, a saber:
a) Cuando con posterioridad al dictado de la sentencia aparecieran
pruebas que demuestren, con certeza, que no existió el hecho delictivo,
por el que se dictó la condena, o bien, que no participó en la comisión del
hecho delictivo.
b) Cuando las pruebas en que se hubiese fundado la condena sean for-
malmente desacreditadas, en sentencia irrevocable.
De lo que se desprende que el legislador brindó al sentenciado la opor-
tunidad de demostrar su inocencia, incluso, después de dictada la senten-
cia condenatoria.
Sin embargo, no dejó abierta dicha posibilidad a cualquier tipo de caso,
sino que limitó su procedencia sólo a dos supuestos:
El primero, cuando el sentenciado pretenda probar su inocencia me-
diante pruebas supervenientes, esto es, con aquellas que hubiesen nacido
a la vida jurídica con posterioridad al pronunciamiento de la sentencia,
como las obtenidas gracias a los avances científicos y tecnológicos —an-
tes difíciles o imposibles de obtener— y con el empleo de conocimientos
especializados, o bien, las surgidas antes de esa fase del proceso, pero no
conocidas por aquél, supuestos, ambos, en los que el sentenciado se en-
contraba imposibilitado para exhibirlas en su defensa y, por lo mismo, para
demostrar su inocencia.
La aparición de nuevos hechos o nuevas pruebas que demuestren la ino-
cencia del condenado es el supuesto más frecuente de esa figura jurídica,
porque después de dictada la sentencia es posible que sobrevenga el co-
nocimiento de nuevos hechos o elementos de convicción, que evidencien
la inocencia del condenado, de manera que estos nuevos datos hubiesen
variado las valoraciones y conclusiones del tribunal de enjuiciamiento y,
por ende, que tengan el alcance de anular el efecto incriminador de las
anteriores.
El segundo supuesto se actualiza cuando la sentencia condenatoria se
hubiese sustentado en pruebas falsas, esto es, cuando la condena derive
de una sentencia cuyo fundamento haya sido un documento o testimonio
Alfonso Pérez Daza

declarados después falsos en sentencia firme, o bien, por una confesión


del imputado o acusado conseguida mediante violencia, siempre que tales
extremos sean declarados, igualmente, por sentencia firme.
Supuesto, este último, que exige para su actualización:
a) Una sentencia penal firme de carácter condenatorio.
b) Que una persona esté cumpliendo una condena en virtud de esa
sentencia firme.
c) Que exista sentencia firme en otro proceso penal que acredite la
existencia de la falsedad de una prueba que sirvió para condenar al sen-
tenciado.
d) Que entre el hecho punible posterior y la condena anterior —que
ahora se pretende anular—, exista una relación en la que el hecho puni-
ble posterior haya servido de fundamento para la anterior condena y sirva
para acreditar que, de no haberse considerado la prueba falsa, la condena
anterior no hubiera tenido lugar.
Cabe señalar que la razón por la que procede solamente en esos dos
casos es muy sencilla, porque el sentenciado ya fue juzgado en un pro-
ceso penal en el que quedó demostrada su culpabilidad más allá de toda
duda razonable, por lo que esas hipótesis (que prevén la procedencia del
reconocimiento de inocencia) se refieren a elementos desconocidos, su-
pervenientes o extraordinarios, que son analizadas para determinar si son
suficientes para destruir las que fundaron la sentencia condenatoria, lo
que obliga al sentenciado a demostrar, con certeza, mediante pruebas su-
pervenientes, que no existió el hecho ilícito por el que se le condenó, o
que existiendo, no participó en su comisión, o bien, que las pruebas en
las que se apoyó el juez penal para condenarlo son falsas, esto es, destruir
jurídicamente la eficacia de las pruebas utilizadas.
La Primera Sala de nuestro máximo tribunal, al interpretar el contenido
del artículo 560 del Código Federal de Procedimientos Penales, en cuanto
a las características que deben reunir los medios de prueba para hacer pro-
cedente el reconocimiento de inocencia, emitió la Tesis de Jurisprudencia
1a./J. 2/99 Registro 194577, Novena Época, publicada en el Semanario Judicial
de la Federación y su Gaceta Tomo IX, febrero de 1999 Materia(s): Penal p. 108, de
rubro y texto siguientes:
«RECONOCIMIENTO DE INOCENCIA, INTERPRETACIÓN DE LA FRACCIÓN V
DEL ARTÍCULO 560 DEL CÓDIGO FEDERAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES. Esta
Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en criterio reiterado, ha
establecido que el incidente de reconocimiento de inocencia tiene como finalidad
analizar aquellos elementos que son suficientes para destruir los que fundaron la
Código Nacional de Procedimientos Penales

sentencia condenatoria, sin abrir otra instancia para que se valore nuevamente el ma-
terial probatorio. Sin embargo, respecto de la hipótesis de procedencia de este inci-
dente, prevista en la fracción V del artículo 560 del Código Federal de Procedimientos
Penales, se colige que más que reconocer la inocencia del sentenciado, su finalidad
es evitar una doble sanción, es decir, que un sujeto no sea condenado dos veces
por el mismo delito en relación con los mismos hechos; circunstancia que, además,
permite establecer que se trata de juicios de naturaleza penal que en concordancia
con los diversos 23 de la Constitución Federal y 118 del Código Penal para el Distrito
Federal en Materia de Fuero Común, y para toda la República en Materia de Fuero
Federal, pues de la lectura de dicho precepto se aprecia que “El reconocimiento de
la inocencia del sentenciado se basa en alguno de los motivos siguientes: V. Cuando
el sentenciado hubiese sido condenado por los mismos hechos en juicios diversos. En
este caso, prevalecerá la sentencia más benigna” y de ese modo se pretende evitar
una dualidad de procesos en los que exista identidad de partes, sujeto pasivo y sujeto
activo (Estado); identidad de acciones, en las que por tratarse del mismo delito, existe
igual pretensión constituida por la aplicación de la pena; y, por último, identidad de
causa, o sea, la coincidencia del hecho producido por el particular afectado con el
supuesto jurídico previsto en la legislación vigente y que juntos forman la idéntica
controversia en la causa penal».

Con base en lo anterior, se puede llegar a la convicción de que la base


de todo reconocimiento de inocencia lo constituye la aparición de datos
comprobables que desvirtúen los medios de prueba que sirvieron de sus-
tento para orientar el sentido de la sentencia de condena, siempre que se
sustente en pruebas supervenientes, distintas de las que ya fueron desaho-
gadas y valoradas con oportunidad en las diversas instancias procesales y
que, además, sirvan para desvirtuar la acusación formulada y la responsa-
bilidad imputada, exigiendo, por consecuencia, la anulación de los efectos
de cargo sobre la persona que hubiese sido condenada injustamente, como
una exigencia legal.
Por ende, si el sentenciado formula su petición de inocencia, basándose
en que las pruebas que aportó en la causa penal no fueron debidamente
analizadas, a fin de que sean valoradas nuevamente, que se cometieron vio-
laciones procesales, o bien, con la intención de que se revise una vez más
la legalidad de la sentencia condenatoria, ello lleva a concluir que tal soli-
citud debe declararse infundada, pues el reconocimiento de inocencia no
tiene por objeto abrir otra instancia para que se valoren, de nueva cuenta,
los elementos probatorios, sino la destrucción de los que, en su momento,
sirvieron de sustento para emitir una sentencia condenatoria.
Al respecto, es preciso destacar la tesis aislada 1a. XXXVI/2013, registro
2002883, (10a.), Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro
XVII, Libro XVII p. 836, febrero de 2013, cuyo rubro y texto señalan:
Alfonso Pérez Daza

«RECONOCIMIENTO DE INOCENCIA. ES INFUNDADA LA SOLICITUD SI EN


ÉSTA SÓLO SE ARGUMENTA QUE EN LA SENTENCIA CONDENATORIA SE REALI-
ZÓ UNA INCORRECTA VALORACIÓN DEL MATERIAL PROBATORIO, SIN OFRECER
PRUEBAS NOVEDOSAS. Cuando el solicitante de dicho reconocimiento sólo hace
depender sus argumentos de la incorrecta valoración de las pruebas realizadas en la
sentencia condenatoria irrevocable, con la pretensión de utilizar el procedimiento de
reconocimiento de inocencia como un recurso ordinario de legalidad y sin ofrecer
pruebas novedosas, indudablemente debe resolverse como infundada tal solicitud,
toda vez que este incidente no tiene por objeto abrir otra instancia para que se valo-
ren nuevamente los elementos probatorios, sino la anulación de los que fundaron la
sentencia condenatoria.»

A través del reconocimiento de inocencia se busca corregir injusticias


cometidas por el juez penal, cuando habiendo condenado a una persona,
se demuestra con posterioridad de manera fehaciente e indubitable, me-
diante el análisis de pruebas supervenientes, que ella es inocente.
Cabe puntualizar, a manera de crítica, que si bien es cierto el artículo
en comento establece que el reconocimiento de inocencia procede cuan-
do después de dictada la sentencia aparecieran pruebas de las que se des-
prenda su inocencia, también lo es que no dispone, expresamente, en qué
momento procesal puede solicitarse, pues, una cosa es la procedencia de
esa figura jurídica —cuando una vez dictada la sentencia aparezcan prue-
bas que prueban su inocencia— y otra, muy distinta, la etapa procesal en
la que puede solicitarse.
No obstante, esa omisión se subsana con la obligación que tiene el juz-
gador de analizar las normas a partir del principio pro persona o pro homine,
que lo obliga a acudir a la disposición más amplia o a la interpretación más
extensiva a favor de la persona, en el caso concreto, del sentenciado.
En este contexto, si el Código Nacional de Procedimientos Penales es-
tablece que «el reconocimiento de inocencia procede en los casos en que
después de dictada la sentencia aparezcan pruebas de las que se advierta su
inocencia», entonces, ese enunciado normativo debe asociarse con la idea
de que pueden solicitarse en cuanto aparezcan esos medios de prueba,
siempre que sea después de dictada la sentencia, con la salvedad de que,
de acuerdo con la naturaleza de la figura, sólo se sustenten en probanzas
supervenientes, esto es, desconocidas, que no hayan sido materia de aná-
lisis en el proceso penal que le fue instaurado y con las cuales pretende
probar, indubitablemente, su inocencia, esto es, que no es responsable del
ilícito por el cual se le condenó, a fin de que no se le siga causando una
afectación jurídica.
Código Nacional de Procedimientos Penales

Artículo 487. Anulación de la sentencia


La anulación de la sentencia ejecutoria procederá en los casos siguientes:
I. Cuando el sentenciado hubiere sido condenado por los mismos hechos
en juicios diversos, en cuyo caso se anulará la segunda sentencia, y
II. Cuando una ley se derogue, o se modifique el tipo penal o en su caso,
la pena por la que se dictó sentencia o la sanción impuesta, procediendo a
aplicar la más favorable al sentenciado.
La sola causación del resultado no podrá fundamentar, por sí sola, la
responsabilidad penal. Por su parte los tipos penales estarán limitados a la
exclusiva protección de los bienes jurídicos necesarios para la adecuada
convivencia social.

Comentario. El precepto legal transcrito establece los supuestos en los


que una sentencia ejecutoria puede ser anulada, a saber cuando:
a) El sentenciado hubiere sido condenado en juicios diversos, por los
mismos hechos, en cuyo caso se anulará la segunda sentencia; y,
b) Una ley se derogue, o se modifique el tipo penal o, en su caso, la
pena por la que se dictó sentencia o la sanción impuesta, procediendo a
aplicar la más favorable al sentenciado.
El primer caso se refiere al principio non bis in ídem que proscribe iniciar
un nuevo proceso, sobre los mismos hechos constitutivos de un delito que
ya fueron fallados en forma definitiva en un proceso anterior, por lo que de
actualizarse, ello genera, como consecuencia, la anulación de la segunda
sentencia.
Es importante destacar que el legislador limitó la procedencia de la
anulación de la sentencia a los casos en que el sentenciado hubiese sido
condenado en juicios diversos, por los mismos hechos, exigiendo, como
consecuencia, la existencia de la sentencia en ambos juicios, pues, proce-
derá la anulación de la pronunciada en segundo lugar.
Así, para que se actualice el primer supuesto se requiere:
a) Que se hayan dictado dos o más sentencias penales sobre el mismo
hecho.
b) Que haya sido condenada la misma persona, en tales sentencias, por
el mismo hecho.
En este caso se pretende favorecer al reo y evitar situaciones que contra-
dicen el sentido de justicia, aplicando el principio de non bis in ídem, ya que
Alfonso Pérez Daza

nadie puede ser condenado dos veces por los mismos hechos, lo que obliga
al juez a anular la sentencia dictada en segundo lugar, debiendo prevalecer
la primera pronunciada.
El segundo supuesto prevé la anulación de la sentencia cuando se dero-
gue la ley, o se modifique el tipo penal o, en su caso, la pena por la que se
dictó sentencia o la sanción impuesta, procediendo a aplicar la más favo-
rable al sentenciado, de lo que se desprenden los siguientes supuestos de
procedencia cuando se:
a) Derogue la ley.
b) Modifique el tipo penal.
c) Modifique la pena por la que se dictó la sentencia condenatoria.
d) Modifique la sanción impuesta.
Supuestos, todos, en los que se aplicará la ley más benéfica.
En cuanto a la hipótesis contenida en el inciso a, se actualiza cuando la
conducta tipificada como delictiva deja de serlo, esto es, ya no se considera
delito, deja de ser relevante para la potestad punitiva del Estado, lo que no
ocurre cuando la conducta delictiva continúa teniendo esa calidad porque
la norma derogada que la preveía ha sido sustituida por otra que considera
como delito el mismo hecho.
En cuando al segundo supuesto —cuando se modifique el tipo penal—
es necesario, para su actualización, que los elementos que definieron la
configuración del delito, de acuerdo con su tipificación derogada, frente
a la nueva redacción, ya no sean los mismos y, con base en ello, que la
conducta llevada a cabo no reúna todos los elementos del tipo penal mo-
dificado.
Los dos supuestos restantes se actualizan al ser modificada la pena san-
ción señaladas en la sentencia condenatoria impuesta, surgiendo la obli-
gación del juzgador penal, en atención del principio de retroactividad de
la ley penal a favor del imputado, acusado o sentenciado, previsto en el
primer párrafo del artículo 14 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, de aplicar la ley más benéfica, anulando la sentencia
más perjudicial.
De lo que se desprende, como lo precisó el legislador, que la sola causa-
ción de la conducta no podrá fundamentar, por sí sola, la responsabilidad
penal, pues deberá privilegiarse al gobernado cuando las circunstancias
modifiquen la regulación del tipo penal, con independencia de que se
hubiese cometido la conducta.
Código Nacional de Procedimientos Penales

Artículo 488. Solicitud de declaración de inocencia o anulación de la sen-


tencia
El sentenciado que se crea con derecho a obtener el reconocimiento
de su inocencia o la anulación de la sentencia por concurrir alguna de las
causas señaladas en los artículos anteriores, acudirá al Tribunal de alzada
que fuere competente para conocer del recurso de apelación; le expondrá
detalladamente por escrito la causa en que funda su petición y acompaña-
rán a su solicitud las pruebas que correspondan u ofrecerá exhibirlas en la
audiencia respectiva.
En relación con las pruebas, si el recurrente no tuviere en su poder los
documentos que pretenda presentar, deberá indicar el lugar donde se en-
cuentren y solicitar al Tribunal de alzada que se recaben.
Al presentar su solicitud, el sentenciado designará a un licenciado en
Derecho o abogado con cédula profesional como Defensor en este procedi-
miento, conforme a las disposiciones conducentes de este Código; si no lo
hace, el Tribunal de alzada le nombrará un Defensor público.

Artículo 489. Trámite


Recibida la solicitud, el Tribunal de alzada que corresponda pedirá inme-
diatamente los registros del proceso al juzgado de origen o a la oficina en
que se encuentren y, en caso de que el promovente haya protestado exhibir
las pruebas, se le otorgará un plazo no mayor de diez días para su recepción.
Recibidos los registros y, en su caso las pruebas del promovente, el Tribu-
nal de alzada citará al Ministerio Público, al solicitante y a su Defensor, así
como a la víctima u ofendido y a su Asesor jurídico, a una audiencia que se
celebrará dentro de los cinco días siguientes al recibo de los registros y de
las pruebas. En dicha audiencia se desahogarán las pruebas ofrecidas por el
promovente y se escuchará a éste y al Ministerio Público, para que cada uno
formule sus alegatos.
Dentro de los cinco días siguientes a la formulación de los alegatos y a
la conclusión de la audiencia, el Tribunal de alzada dictará sentencia. Si se
declara fundada la solicitud de reconocimiento de inocencia o modificación
de sentencia, el Tribunal de alzada resolverá anular la sentencia impugna-
da y dará aviso al Tribunal de enjuiciamiento que condenó, para que haga
la anotación correspondiente en la sentencia y publicará una síntesis del
fallo en los estrados del Tribunal; asimismo, informará de esta resolución a
Alfonso Pérez Daza

la autoridad competente encargada de la ejecución penal, para que en su


caso sin más trámite ponga en libertad absoluta al sentenciado y haga cesar
todos los efectos de la sentencia anulada, o bien registre la modificación de
la pena comprendida en la nueva sentencia.

Comentario. Los artículos 488 y 489 se refieren al trámite que debe se-
guirse en el reconocimiento de inocencia o la anulación de la sentencia.
El trámite inicia con un escrito presentado por el sentenciado, que se
cree con derecho a obtener el reconocimiento de inocencia o la anulación
de la sentencia, ante el tribunal de alzada que sea competente para cono-
cer del recurso de apelación, en el que expondrá, detalladamente, la causa
en que funda su petición, lo que pone de relieve que se tramita a instancia
de parte.
El solicitante deberá acompañar las pruebas con las que sustente su peti-
ción, o bien, ofrecerá exhibirlas en la audiencia respectiva, para lo cual ten-
drá un plazo no mayor de diez días para ello; y, en aquellos casos en que,
por alguna razón, no tenga en su poder las documentales que pretenda
exhibir, deberá indicar el lugar en donde se localizan, y solicitar al Tribunal
de alzada que efectúe las gestiones indispensables para que las recabe.
En cuanto a las pruebas que se pueden ofrecer, cabe destacar que el
legislador no limitó su ofrecimiento a alguna en particular, como por ejem-
plo, a las pruebas documentales, por tanto, si el legislador no hizo alguna
distinción, el operador no lo puede hacer, de manera que es válido soste-
ner que puede ofrecerse cualquier medio de prueba, siempre que tengan
por objeto acreditar que el solicitante tiene derecho al reconocimiento de
su inocencia o que se actualiza alguna de las hipótesis para la anulación de
la sentencia.
Es oportuno despejar esa inquietud porque el reconocimiento de ino-
cencia, por su naturaleza, puede ser demostrado, como se indicó, entre
otras formas, mediante pruebas obtenidas gracias a los avances de la cien-
cia o tecnología, verbigracia, a través del desahogo de periciales en alguna
ciencia, arte o técnica, antes difícil o imposible de obtener; imaginémonos
que los avances en telecomunicaciones, en la medicina o en la genética,
por citar algunos, permitan hacer del conocimiento de la autoridad ju-
dicial, una cuestión que antes no era posible, con la que se acredita, con
certeza, que no existió el hecho ilícito, por el que se le condenó, o bien,
que no participó en su comisión.
Código Nacional de Procedimientos Penales

De ahí que en el incidente de reconocimiento de inocencia el solicitan-


te pueda ofrecer cualquier tipo de medio de convicción, siempre que sean
supervenientes, esto es, distintas de las que ya fueron desahogadas y valora-
das con oportunidad en las diversas instancias procesales y que sirvan para
desvirtuar la acusación formulada y la responsabilidad imputada.
Asimismo, al presentar la solicitud, deberá designar defensor, sea este
Licenciado en Derecho o Abogado con cédula profesional, a fin de que el
tribunal de alzada tenga la seguridad de que el sentenciado contará, en ese
trámite incidental, con una defensa adecuada, considerada, esta última,
como un derecho fundamental e irrenunciable que asiste a todo imputa-
do, tanto es así que, si no lo hace, se le nombrará un defensor público.
El tribunal de alzada, una vez recibida la solicitud, pedirá inmediata-
mente los registros del proceso al juzgado de origen o a la oficina en que
se encuentren y, en caso de que el promovente haya protestado exhibir las
pruebas, se le otorgará un plazo no mayor de diez días para su recepción.
Una vez que se reciban los registros y, en su caso las pruebas del pro-
movente, el tribunal de alzada citará a las partes del incidente, a saber, al
Ministerio Público, al solicitante y a su defensor, así como a la víctima u
ofendido y a su Asesor jurídico, a una audiencia que se celebrará dentro de
los cinco días siguientes al recibo de los registros y de las pruebas.
En la audiencia relativa se desahogarán las pruebas ofrecidas por el pro-
movente, y se concederá el uso de la palabra tanto a éste como al Minis-
terio Público, para que cada uno formule sus alegatos; hecho lo anterior,
dentro de los cinco días siguientes el tribunal de alzada dictará sentencia.
Dentro de los cinco días siguientes a la formulación de los alegatos y a la
conclusión de la audiencia, el tribunal de alzada dictará la sentencia, ante
lo cual pueden presentarse las siguientes hipótesis:
a) Si se declara fundada la solicitud de reconocimiento de inocencia
o modificación de sentencia, el tribunal de alzada resolverá anular la sen-
tencia impugnada y dará aviso al tribunal de enjuiciamiento que condenó,
para que haga la anotación correspondiente en la sentencia y publicará
una síntesis del fallo en los estrados del tribunal; asimismo, informará de
esta resolución a la autoridad competente encargada de la ejecución pe-
nal, para que, en su caso, sin más trámite ponga en libertad absoluta al
sentenciado y haga cesar todos los efectos de la sentencia anulada, o bien
registre la modificación de la pena comprendida en la nueva sentencia.
b) Que se declare infundada la solicitud de reconocimiento de inocen-
cia o la modificación de la sentencia.
Alfonso Pérez Daza

Cabe señalar, a manera de crítica, que los numerales que se comentan,


señalan que en caso de que el promovente proteste exhibir las pruebas, se
le otorgará un plazo no mayor de diez días para su recepción, lo que con-
tradice, claramente, el derecho del solicitante de poderlo hacer en la pro-
pia audiencia, pues, el legislador precisó, de manera expresa, que las prue-
bas las podía acompañar a su solicitud, o bien, comprometerse a exhibirlas
en la audiencia, de manera que al restringir su exhibición al plazo de diez
días, restringe su oportunidad de poderlo hacer hasta la propia audiencia.
En efecto, el artículo 488 del Código Nacional de Procedimientos Pena-
les señala, en relación con la oportunidad para exhibir las pruebas:
a) Que el solicitante lo podrá hacer al presentar la solicitud
b) Que el solicitante podrá ofrecer su exhibición en la audiencia.
De lo que se desprenden dos momentos para exhibir las pruebas, al
presentar la solicitud y en la propia audiencia.
Por otro lado, el artículo 489 del ordenamiento legal citado dispone, en
cuanto a la oportunidad para exhibir las pruebas:
a) Que en caso de que el promovente hubiese protestado exhibir las
pruebas, se le otorgará un plazo no mayor de diez días para su recepción.
Lo que pone de manifiesto que el legislador, por una parte, otorga al
solicitante la oportunidad de exhibir las pruebas en la propia audiencia y,
por otra, dispone que en ese supuesto se le otorgará un plazo no mayor de
diez días para su recepción, lo que restringe, sin justificación, su derecho
a hacerlo en la audiencia, además de que tampoco señala la consecuencia
legal para el caso de que no se exhiban las pruebas en esa oportunidad
procesal.
Aunado a lo anterior, debe decirse que el legislador estableció, expre-
samente, un plazo de exhibición de pruebas, para aquellos casos en que el
solicitante hubiese protestado exhibirlas con posterioridad a la solicitud,
sin embargo, omitió fijar uno diverso para aquellos casos en que hubiese
solicitado al tribunal de alzada que recabara los documentos que pretendía
presentar, lo que me parece un acierto, ya que, en estos casos, correspon-
derá a ese órgano allegarse de esos elementos y, por ende, que no pueda
sujetarse a un plazo específico para ello.
Asimismo, debe puntualizarse que el propio artículo 489 del ordena-
miento que se comenta, señala que en la audiencia se escuchará al promo-
vente y al Ministerio Público para que cada uno formule sus alegatos, con
lo que se viola el principio de igualdad ante la ley, contenido en el artículo
10 de esta código, en perjuicio de la víctima u ofendido, pues no le otorga
Código Nacional de Procedimientos Penales

la oportunidad de alegar, aun cuando, por igualdad se debió respetar su


derecho a ello y, así consignarlo, en esa norma.
En cuanto a la obligación impuesta al tribunal de enjuiciamiento de
publicar, en los estrados, una síntesis de la resolución en la que se reconoce
la inocencia de la persona condenada, me parece que el legislador debió
imponer como obligación la publicación de la totalidad de la sentencia, y
no en los estrados del tribunal, sino en los medios idóneos, como en los
periódicos de mayor circulación, en aplicación de los criterios internacio-
nales emitidos al respecto, con el objeto de dar a conocer a la sociedad civil
la equivocación cometida en el proceso penal, que injustamente afectó su
imagen pública; máxime que ello será el único medio para reparar, en su
caso, en el ámbito público, las afectaciones resentidas, como consecuencia
de la actuación de la autoridad judicial.
En efecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, al resolver
el Caso Castañeda Gutman Vs Estados Unidos Mexicanos, en sentencia de
6 de agosto de 2008, determinó, en lo que interesa:
«Obligación de publicar la Sentencia.».
«232. La Comisión Interamericana señaló que la “satisfacción puede ser identifi-
cada con medidas de naturaleza simbólica o emblemática que tienen impacto sobre
las víctimas directas, pero también un impacto en su comunidad y entorno social” y
solicitó a la Corte que, dada “la naturaleza de los hechos del presente caso”, ordene
la publicación de la Sentencia en un medio de circulación nacional.»
(…)
«235. Como lo ha dispuesto la Corte en otros casos, como medida de satisfacción,
el Estado deberá publicar en el Diario Oficial y en otro diario de amplia circulación
nacional, por una sola vez, los párrafos 77 a 133 de la presente Sentencia, sin las no-
tas al pie de página, y la parte resolutiva de la misma. Para realizar estas publicaciones
se fija el plazo de seis meses, a partir de la notificación de la presente Sentencia.»

De lo que se observa que la orden de publicación de la sentencia en un


medio de circulación nacional puede identificarse como una medida de
naturaleza simbólica o emblemática, que tiene como finalidad la satisfac-
ción del derecho violado, pues, impacta en su comunidad y entorno social,
al dar a conocer que la autoridad, en el proceso penal, cometió un error y
condenó, injustamente, a una persona que no cometió el delito.

Artículo 490. Indemnización


En caso de que se dicte reconocimiento de inocencia, en ella misma se
resolverá de oficio sobre la indemnización que proceda en términos de las
Alfonso Pérez Daza

disposiciones aplicables. La indemnización sólo podrá acordarse a favor del


beneficiario o de sus herederos, según el caso.

Comentario. Este precepto incorpora una de las conquistas más impor-


tantes de la historia del país en el ámbito del derecho penal, a saber, la
indemnización a favor de la persona que es reconocida por la autoridad ju-
risdiccional, como inocente, después de que fue condenada en un proceso
penal, en el que se respetaron las formalidades previstas en la ley.
El diccionario editado por la Real Academia Española, consigna como
primera acepción de la palabra indemnización a la acción y efecto de in-
demnizar, mientras que por indemnizar se debe entender resarcir de un
daño o perjuicio519.
Con base en lo anterior, puede sostenerse que la indemnización a que
se refiere el precepto en comentario comprende la obligación de dar o
hacer algo a favor de toda persona que ha sido reconocida inocente, como
un resarcimiento del daño o perjuicio causado, como consecuencia de la
equivocación cometida en el proceso penal.
En efecto, la indemnización tiene como finalidad reparar o compensar
un daño o perjuicio a favor de la persona que lo hubiese resentido, a favor
de la persona que ha sido reconocida como inocente, por la autoridad ju-
dicial, después de que fue condenada, por un delito que no cometió, con
la finalidad de enmendar, corregir o remediar los daños producidos con
motivo de la condena que se le impuso y los perjuicios que se le ocasiona-
ron, esto es, las ganancias y beneficios que hubiese adquirido de no haber
sido condenado.
Durante muchos años las personas que eran condenadas, injustamente,
por la comisión de un hecho delictivo y, a la postre, reconocida su inocen-
cia por la propia autoridad judicial, por haberse demostrado que no lo
cometió, en el mejor de los casos, lo que podían escuchar era el famoso
usted disculpe, como una disculpa oficial por parte del Estado; no obstante,
esa frase no corregía, ni mínimamente, la injusticia cometida en su contra,
ni reparaba los daños y perjuicios que hubiese sufrido, como consecuencia
de la equivocación cometida en el proceso penal.

519
Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, 23 edición, Madrid,
2014.
Código Nacional de Procedimientos Penales

El nuevo sistema de justicia penal, de corte acusatorio, observando los


criterios internacionales, ha reconocido la necesidad de que el Estado re-
pare a la persona afectada las consecuencias generadas directa o indirecta-
mente por la violación a sus derechos humanos, así como el pago de una
justa indemnización.
El artículo 63, punto 1, de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (Pacto de San José), señala:
«Artículo 63
1. Cuando decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos en
esta Convención, la Corte dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de su
derecho o libertad conculcados. Dispondrá asimismo, si ello fuera procedente, que
se reparen las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la vulne-
ración de esos derechos y el pago de una justa indemnización a la parte lesionada.»

De lo que se desprende la obligación de los Estados Parte de reparar a


la persona afectada las consecuencias generadas directa o indirectamente
por la violación a sus derechos humanos, así como el pago de una justa
indemnización, en el caso, a la persona reconocida como inocente por un
el error judicial.
En relación con lo anterior, la Corte Interamericana de Derechos Hu-
manos, al resolver el Caso Castañeda Gutman Vs Estados Unidos Mexica-
nos, en sentencia de 6 de agosto de 2008, determinó, en lo que interesa:
«214. Es un principio de Derecho Internacional que toda violación de una obliga-
ción internacional que haya producido daño comporta el deber de repararlo adecua-
damente. Esa obligación de reparar se regula en todos los aspectos por el Derecho
Internacional. En sus decisiones, la Corte se ha basado en el artículo 63.1 de la Con-
vención Americana.»
«216. La Corte considera como “parte lesionada” en los términos del artículo
63.1 de la Convención Americana al señor Jorge Castañeda Gutman, en su carácter
de víctima de la violación al derecho a la protección judicial consagrado en el artí-
culo 25 de la Convención Americana, en relación con la obligación de garantizar y
adoptar medidas establecidas en los artículos 1 y 2 del mismo tratado, declarada en
la presente Sentencia, por lo que es beneficiario de las reparaciones que el Tribunal
ordena a continuación.»
«217. La Corte ha desarrollado el concepto de daño material y los supuestos en
que corresponde indemnizarlo —Este Tribunal ha establecido que el daño material
supone la pérdida o detrimento de los ingresos de las víctimas, los gastos efectuados
con motivo de los hechos y las consecuencias de carácter pecuniario que tengan un
nexo causal con los hechos del caso—.»
«225. En su jurisprudencia la Corte ha desarrollado el concepto de daño inma-
terial y los supuestos en que corresponde indemnizarlo. —El daño inmaterial puede
comprender tanto los sufrimientos y las aflicciones causados a la víctima directa y a
Alfonso Pérez Daza

sus allegados, el menoscabo de valores muy significativos para las personas, así como
las alteraciones, de carácter no pecuniario, en las condiciones de existencia de la
víctima o su familia—.»

Como se advierte, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ya


definió que toda violación de una obligación internacional que haya pro-
ducido daño comporta el deber de repararlo a quien resultó afectado, esto
es, a la víctima de la violación a un derecho humano, por daños materiales
e inmateriales, los primeros, identificados como la pérdida o detrimento
de los ingresos de las víctimas, los gastos efectuados con motivo de los he-
chos y las consecuencias de carácter pecuniario que tengan un nexo causal
con los hechos del caso, en tanto que los segundos, como los sufrimientos y
las aflicciones causados a la víctima directa y a sus allegados, el menoscabo
de valores muy significativos para las personas, así como las alteraciones,
de carácter no pecuniario, en las condiciones de existencia de la víctima o
su familia
Lo que significa que la reparación puede efectuarse, válidamente, me-
diante un resarcimiento de contenido económico, cuando el daño o per-
juicio causado sea de esa naturaleza, por versar sobre las cosas materiales
que hubiese perdido, o bien, sustitutamente en los casos en que la afecta-
ción verse sobre derechos intangibles, esto es, cuando afecte su dignidad,
reputación, imagen pública, honorabilidad, etcétera, en lo que, de igual
modo, deben ser reparados.
Ahora, es verdad que el precepto que se comenta establece que la in-
demnización procederá de acuerdo con las disposiciones aplicables, sin
embargo, ¿Cuáles son éstas?, en respuesta debe decirse que el legislador
no las precisó en ese instante, ni a la fecha se ha emitido la reglamentación
que lo haga, esto es, la que defina la forma en la que el Estado debe res-
ponder a la persona afectada, a la que ha sido reconocida como inocente,
después de que fue condenada en un proceso penal.
Por ende, esa circunstancia obliga al operador a acudir a otras disposi-
ciones que lo regulen, como la Ley General de Víctimas, que en sus artícu-
los 2, fracciones I y II, 4, 6, fracción XIX, 7, fracción II, y 27, dispone:
«Artículo 2. El objeto de esta Ley es:
I. Reconocer y garantizar los derechos de las víctimas del delito y de violaciones
a derechos humanos, en especial el derecho a la asistencia, protección, atención,
verdad, justicia, reparación integral, debida diligencia y todos los demás derechos
consagrados en ella, en la Constitución, en los Tratados Internacionales de derechos
humanos de los que el Estado Mexicano es Parte y demás instrumentos de derechos
humanos;
Código Nacional de Procedimientos Penales

II. Establecer y coordinar las acciones y medidas necesarias para promover, respe-
tar, proteger, garantizar y permitir el ejercicio efectivo de los derechos de las víctimas;
así como implementar los mecanismos para que todas las autoridades en el ámbito
de sus respectivas competencias cumplan con sus obligaciones de prevenir, investi-
gar, sancionar y lograr la reparación integral;»
….
«Artículo 4. Se denominarán víctimas directas aquellas personas físicas que ha-
yan sufrido algún daño o menoscabo económico, físico, mental, emocional, o en
general cualquiera puesta en peligro o lesión a sus bienes jurídicos o derechos como
consecuencia de la comisión de un delito o violaciones a sus derechos humanos
reconocidos en la Constitución y en los Tratados Internacionales de los que el Estado
Mexicano sea Parte.
Son víctimas indirectas los familiares o aquellas personas físicas a cargo de la
víctima directa que tengan una relación inmediata con ella.
Son víctimas potenciales las personas físicas cuya integridad física o derechos
peligren por prestar asistencia a la víctima ya sea por impedir o detener la violación
de derechos o la comisión de un delito.
La calidad de víctimas se adquiere con la acreditación del daño o menoscabo de
los derechos en los términos establecidos en la presente Ley, con independencia de
que se identifique, aprehenda, o condene al responsable del daño o de que la víctima
participe en algún procedimiento judicial o administrativo.
Son víctimas los grupos, comunidades u organizaciones sociales que hubieran
sido afectadas en sus derechos, intereses o bienes jurídicos colectivos como resultado
de la comisión de un delito o la violación de derechos.».
«Artículo 6. Para los efectos de esta Ley, se entenderá por:

XIX. Violación de derechos humanos: Todo acto u omisión que afecte los de-
rechos humanos reconocidos en la Constitución o en los Tratados Internacionales,
cuando el agente sea servidor público en el ejercicio de sus funciones o atribuciones
o un particular que ejerza funciones públicas. También se considera violación de de-
rechos humanos cuando la acción u omisión referida sea realizada por un particular
instigado o autorizado, explícita o implícitamente por un servidor público, o cuando
actúe con aquiescencia o colaboración de un servidor público.»
«Artículo 7. Los derechos de las víctimas que prevé la presente Ley son de ca-
rácter enunciativo y deberán ser interpretados de conformidad con lo dispuesto en
la Constitución, los tratados y las leyes aplicables en materia de atención a víctimas,
favoreciendo en todo tiempo la protección más amplia de sus derechos.
Las víctimas tendrán, entre otros, los siguientes derechos:

II. A ser reparadas por el Estado de manera integral, adecuada, diferenciada, trans-
formadora y efectiva por el daño o menoscabo que han sufrido en sus derechos como
consecuencia de las violaciones a sus derechos humanos y por los daños que esas
violaciones les causaron;»

«Artículo 27. Para los efectos de la presente Ley, la reparación integral compren-
derá:
I. La restitución busca devolver a la víctima a la situación anterior a la comisión del
delito o a la violación de sus derechos humanos;
Alfonso Pérez Daza

II. La rehabilitación busca facilitar a la víctima hacer frente a los efectos sufridos
por causa del hecho punible o de las violaciones de derechos humanos;
III. La compensación ha de otorgarse a la víctima de forma apropiada y proporcio-
nal a la gravedad del hecho punible cometido o de la violación de derechos humanos
sufrida y teniendo en cuenta las circunstancias de cada caso. Ésta se otorgará por
todos los perjuicios, sufrimientos y pérdidas económicamente evaluables que sean
consecuencia del delito o de la violación de derechos humanos;
IV. La satisfacción busca reconocer y restablecer la dignidad de las víctims;
V. Las medidas de no repetición buscan que el hecho punible o la violación de
derechos sufrida por la víctima no vuelva a ocurrir;
VI. Para los efectos de la presente Ley, la reparación colectiva se entenderá como
un derecho del que son titulares los grupos, comunidades u organizaciones sociales
que hayan sido afectadas por la violación de los derechos individuales de los miem-
bros de los colectivos, o cuando el daño comporte un impacto colectivo. La restitu-
ción de los derechos afectados estará orientada a la reconstrucción del tejido social
y cultural colectivo que reconozca la afectación en la capacidad institucional de
garantizar el goce, la protección y la promoción de los derechos en las comunidades,
grupos y pueblos afectados.
Las medidas colectivas que deberán implementarse tenderán al reconocimiento
y dignificación de los sujetos colectivos victimizados; la reconstrucción del proyecto
de vida colectivo, y el tejido social y cultural; la recuperación psicosocial de las po-
blaciones y grupos afectados y la promoción de la reconciliación y la cultura de la
protección y promoción de los derechos humanos en las comunidades y colectivos
afectados.».

Como se desprende, la primera de las porciones normativas transcritas


establece que el objeto de la Ley General de Víctimas consiste, entre otras,
en reconocer y garantizar los derechos de las víctimas de violaciones a de-
rechos humanos, así como implementar los mecanismos para que todas las
autoridades en el ámbito de sus competencias cumplan con sus obligacio-
nes de lograr la reparación integral del derecho vulnerado.
El segundo numeral, por su parte, determina lo que debe entenderse
por víctima directa, a saber, las personas físicas que hayan sufrido algún
daño o menoscabo económico, físico, mental, emocional, o en general
cualquiera puesta en peligro o lesión a sus bienes jurídicos o derechos
como consecuencia de la comisión de un delito o violaciones a sus dere-
chos humanos reconocidos.
En tanto que el tercer precepto señala que la violación de derechos hu-
manos, se traduce en todo acto u omisión que afecte los derechos humanos
reconocidos en la Constitución General de la República o en los tratados
internacionales, cuando el agente sea servidor público en el ejercicio de
sus funciones o atribuciones o un particular que ejerza funciones públicas.
Por otra parte, el artículo 7 precisa, como un derecho de la víctima, la
reparación integral, adecuada, diferenciada, transformadora y efectiva por
Código Nacional de Procedimientos Penales

parte del estado, del daño o menoscabo que hubiese sufrido, como conse-
cuencia de las violaciones a sus derechos humanos y por los daños que esas
violaciones le causaron.
La disposición legal transcrita en último lugar señala lo que comprende
la reparación del daño o menoscabo sufrido por la víctima, entre otras co-
sas, devolver a la víctima a la situación anterior a la comisión de la violación
de sus derechos humanos; facilitarle hacer frente a los efectos sufridos por
causa de las violaciones de derechos humanos; otorgarle una compensa-
ción por los perjuicios, sufrimientos y pérdidas económicamente evalua-
bles que sean consecuencia de la violación de derechos humanos.
Directrices que, válidamente, pueden aplicarse al reconocimiento de
inocencia, a favor de la persona que habiendo sido condenada, injusta-
mente, por un delito que no cometió, es reconocida por la propia autori-
dad judicial como inocente.
En efecto, la Ley General de Víctimas señala que todas las personas físi-
cas que hayan sufrido algún daño o menoscabo económico, físico, mental,
emocional, o en general cualquiera puesta en peligro o lesión a sus bienes
jurídicos o derechos como consecuencia de violaciones a sus derechos hu-
manos reconocidos —actos u omisiones que afecten los derechos humanos
reconocidos en la carta magna o en los tratados internacionales, cuando
el agente sea servidor público en el ejercicio de sus funciones o atribucio-
nes—, son consideradas como víctimas.
Concepción en la que encuadra perfectamente la persona declarada
inocente, ya que el error de la autoridad jurisdiccional en el proceso penal,
al condenarlo por un delito que no cometió, sin duda, genera, como con-
secuencia, una violación a sus derechos humanos, palpable a través de los
daños o perjuicios que pudiese sufrir por un acto de esa naturaleza, convir-
tiéndose en una víctima del propio estado, ya que su equivocación puede
tener el alcance de afectar tanto a su persona como a sus bienes materiales,
pues, una sentencia condenatoria afecta las cuestiones personales, labora-
les, familiares, patrimoniales, etcétera, en este caso, por culpa del Estado.
Luego, al ser una víctima del estado resulta válida la aplicación de la Ley
General de Víctimas, en cuanto a la forma y términos en que el estado de-
berá responder a la reparación del daño o menoscabo que hubiese sufrido
como consecuencia de la condena que le fue impuesta, atendiendo, entre
otros elementos, a los siguientes: a) el daño físico o mental; b) la pérdida
de oportunidades, en particular las de empleo, educación y prestaciones
sociales; c) los daños materiales y la pérdida de ingresos; d) los perjuicios;
y, e) los gastos de asistencia jurídica o de expertos, medicamentos y servi-
Alfonso Pérez Daza

cios médicos, psicológicos y sociales, con el objeto de que se logre, en la


medida de lo posible, una indemnización «justa», en el sentido de ser pro-
porcional a la gravedad de las violaciones y al daño sufrido.
Finalmente, cabe señalar que si el numeral que se analiza prevé la pro-
cedencia de la indemnización en los casos en que se decrete el reconoci-
miento de inocencia, es claro que procede siempre que se actualice esto
último, con independencia del tipo de condena, pues, igual sufre un daño
una persona que es privada de libertad, como aquélla a la que se le impone
una diversa pena, ya que ambos, sin duda, inciden en la esfera de derechos
de la persona, en su ámbito familiar, patrimonial o laboral, entre otros
rubros.
De ahí que sea dable sostener que la indemnización procede en todos
los casos en que se decrete el reconocimiento de inocencia, claro, siempre
que se genere un daño producido como consecuencia de la condena —
menoscabo sufrido en su patrimonio—, o perjuicios, esto es, las ganancias
lícitas que hubiese adquirido de no haber sido condenado.
En cuanto a las personas con derecho a obtener la indemnización res-
pectiva, el legislador consideró al directamente beneficiario «a la víctima
del estado», y a sus herederos, sin embargo, debe entenderse referido a los
familiares cercanos, pues, en realidad, estos son los que, en determinado
momento, pueden verse afectados por la condena impuesta, ya que los fa-
miliares de la víctima de violaciones de derechos humanos (los familiares
de la persona declarada inocente, después de que fue condenada), pueden
ser, a su vez, víctimas, pues, los daños y perjuicios ocasionados por esa vio-
lación de derechos humanos en perjuicio de las víctimas, pueden llegar a
trascender a los familiares cercanos, que, por lo general, son los herederos.
Al respecto, resulta preciso destacar, por las razones que la informan, la
tesis aislada I.6o.C.44 C (10a.) registro 2009314, p. 1979, Libro 19, junio de
2015, Tomo III, de la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, cuyo
rubro y texto son los siguientes:
«DAÑO MORAL. LOS FAMILIARES DE LA VÍCTIMA DIRECTA TIENEN LEGITI-
MACIÓN ACTIVA PARA RECLAMAR LA INDEMNIZACIÓN CORRESPONDIENTE, AL
TENER TAMBIÉN ESA CALIDAD. Conforme al artículo 1o. de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, todas las autoridades del país, dentro del ámbito
de sus competencias, se encuentran obligadas a velar por los derechos humanos
contenidos en la Carta Magna y en los instrumentos internacionales celebrados por
el Estado Mexicano, adoptando la interpretación más favorable a la persona para
lograr su protección más amplia, lo que se conoce en la doctrina como principio pro
persona y que implica que debe acudirse a la norma más amplia o a la interpreta-
ción más extensiva cuando se trate de derechos protegidos. Bajo esa premisa, de la
interpretación del párrafo tercero del artículo 1916 del Código Civil para el Distrito

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