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UNIVERSIDAD ARTURO MICHELENA

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS


ESCUELA DE DERECHO

TRABAJO DE GRADO

ANÁLISIS JURÍDICO DEL PRINCIPIO DE LA PRESUNCIÓN DE


INOCENCIA

Requisito parcial para optar al


Título de Abogado

Autor(a):
Rigual Alvino, Magiernys José
C.I. V.-27.335.601

Prof. Fernand Barroso


Jefe de la Línea de Investigación.

San Diego, Noviembre 2020


ACTA DE ACREDITACIÓN DE TRABAJO DE GRADO
MODALIDAD: ENSAYO ACADÉMICO (LÍNEA DE INVESTIGACIÓN).

Escuela: Derecho. Fecha: noviembre 2020.


Quienes Suscriben,
Asesor Metodológico. Prof. DOUGLAS CANCINO. C.I.V-6.072.024
Certifica la aprobación metodológica del presente trabajo
Jefe de Cátedra y jefe de la línea de investigación
Prof. FERNAND BARROSO. C.I.V-2.805.005
Certifico ante la comisión respectiva, que he revisado el Trabajo de Grado
titulado:
ANÁLISIS JURÍDICO DEL PRINCIPIO DE LA PRESUNCIÓN DE
INOCENCIA
Cuyo autor(a) es:
Rigual, Alvino, Magiernys José. C.I V.-27.335.601
Inscrito en la línea de investigación: DERECHO PROCESAL PENAL
Acredito que el mencionado Trabajo de Grado, reúne los méritos suficientes
para su aprobación.

Aprobado Reprobado
Observaciones:
_____________________________________________________________
_____________________________________________________________

Prof.___________________________ Prof_________________________
Asesor Metodológico Jefe de Línea de investigación

_______________________________
Comisión de Trabajo de Grado
Introducción

La Presunción de Inocencia es tal vez el principio más importante con el que


cuenta un individuo a la hora de combatir un proceso penal cuando se le
atribuye un hecho delictivo. Desde tiempos inmemoriales, distintos han sido
los entes que garantizan de forma irrevocable la aplicación de dicho principio
alejándose totalmente de un sistema anárquico, preservando los derechos y
promoviendo el tratamiento justo del proceso para minimizar, de este modo,
el riesgo de que un inocente resulte condenado. Para ello se parte del hecho
de que la persona no incurrió en hecho punible alguno, ni actuó en contra de
la moral, ni valores establecidos por la sociedad que devengan en una pena
judicial, hasta tanto no se demuestre lo contrario.

En tiempos remotos se consideró la inocencia como un estado de pureza con


la que todo ser humano nacía y mantenía hasta el momento de su muerte.
Esto, llevado al ámbito judicial, solo podía ser interrumpido a través de una
sentencia o, de lograse una absolución, se obtenía una confirmación de
inocencia, pero no se lograba establecer una garantía al acusado ya que
partían de un principio de culpabilidad en el que el sujeto se enfrentaba a la
tarea de demostrar su inocencia.

Este Principio de Inocencia que ampara a todo procesado significa,


concretamente, que el ciudadano aprehendido por la presunta comisión de
un delito, goza de una situación de inocencia que debe ser desvirtuada por el
Estado ofendido por el hecho.

Partiendo de ello, se hará un análisis sobre dicho principio y todas las


implicaciones que él supone en un procedimiento judicial y cómo,
principalmente, da garantía de un proceso legítimo estipulado a nivel
internacional, y adoptado y sustentado por muchos países.

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La inocencia como Principio

La Declaración de Derechos y Deberes del Hombre y del Ciudadano (DDHC)


de 1789, fue el ente encargado de positivar la presunción de inocencia,
rezando su artículo 9 "A todo hombre se le presume inocente mientras no
haya sido declarado culpable.” Partiendo de ello, Aguilar (2015), miembro del
Instituto de la Judicatura Federal de México, a través de su libro “Presunción
de inocencia, derecho humano en el sistema penal acusatorio” realiza un
análisis acerca de los posibles problemas que el profesional de Derecho
puede encontrar en la compresión y aplicación de dichas reformas legales
dentro del estado mexicano, y elabora un interesante abordaje internacional
acerca del tema.

Para Aguilar, este artículo mencionado desechó las antiguas prácticas en las
que se partía de la presunción de culpabilidad que significó una garantía
procesal y un derecho humano de los sistemas democráticos, convirtiéndose
en un “instrumento de defensa contra actos de órganos de procuración e
impartición de justicia.” (p. 41). Sin embargo, en el término de la Segunda
Guerra Mundial la presunción de inocencia obtiene el estatus de derecho
humano en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) cuyo
artículo 11.1 establece "Toda persona acusada de un delito tiene derecho a
que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad
conforme a la ley…", norma incorporada al Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos y a la Convención Americana de Derechos Humanos.

Por tanto, la Presunción de inocencia es el Derecho que tiene todo


ciudadano a que se le considere a priori inocente de los cargos que se le
imputen mientras un Tribunal no tenga la certeza a través de pruebas
fehacientes de su participación y responsabilidad en el acto delictivo, tal
como lo establece el numeral 2 del artículo 8 en la Convención Americana

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sobre Derechos Humanos: “Toda persona inculpada de delito tiene derecho
a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su
culpabilidad…”

Esto nos muestra que se trata de una presunción iuris tantum, que debe ser
desvirtuada ante los Órganos judiciales con la actividad probatoria, dichas
pruebas pueden confirmar el principio de inocencia, o como se mencionó
anteriormente, desvirtuarlo, lo cual posibilita la toma de medidas cautelares.
Estas últimas no comulgan con el principio de presunción de inocencia, pues
dicho principio funge como una orden de tratamiento del imputado que busca
minimizar las restricciones que se puedan imponer y solo será el tribunal,
específicamente el juez de garantía, quien basado en el desarrollo del juicio,
podría ordenar medidas cautelares restrictivas o en última instancia, privativa
de libertad adaptadas por el tribunal.

La abogada Sotillo (2007) en su tesis “La presunción de inocencia en el


proceso penal venezolano”, presentada ante la Universidad Católica Andrés
Bello, nos habla un poco sobre los desvaríos presentes en el proceso penal
venezolano referente a las garantías que el principio de presunción de
inocencia debe otorgar al imputado y que el proceso exige:

En ese entendido, el derecho a la presunción de inocencia no


calzó en la conciencia colectiva venezolana, todavía identificada
con la presunción de culpabilidad del viejo sistema inquisitivo;
debido fundamentalmente a que una sociedad como la nuestra,
mezquina al saber y pródiga en pasiones, no se preocupó tanto
por conocer y comprender el significado de este derecho
fundamental, como por enamorarse ciegamente y alardear de lo
que aún no habían hecho parte de su cultura; de allí que en este
período, todavía se verifican muchos de los comportamientos
violatorios al derecho a la presunción de inocencia, por parte de
los medios de control social institucionales y no institucionales.
(p.12)

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De la misma forma, en su tesis de especialización “La libertad en el proceso
penal acusatorio venezolano regido por la presunción de inocencia”, el
abogado Bello (2018), de la Universidad de Carabobo, ratifica lo expuesto
por Sotillo al afirmar:

En la actualidad, este principio se muestra vulnerado por los


operadores de justicia dado que la prisión preventiva es la norma
a ser aplicada y las otras medidas alternativas son la excepción,
dejando entreabierta a la brecha de interpretación doctrinaria, de
que se debe demostrar es la inocencia y no la culpabilidad del
sujeto, violentando así el derecho inherente del individuo, las
garantías constitucionales y penales y dejando de esta forma
suprimida la presunción de inocencia de la persona encausada
en el proceso penal que se deviene. (p. 8)

Por ende, cualquier tipo de violación al derecho de presunción de inocencia


interfiere y perjudica directamente al imputado pues se le están negando, de
forma abrupta, las garantías correspondientes del debido proceso “que en
todo se ajusta al principio de juridicidad propio del Estado de derecho y
excluye, por consiguiente, cualquier acción contra legem o praeter legem”,
Madrid-Malo (1997, p. 146). El derecho a la presunción de inocencia debe
respetarse durante el desarrollo total del proceso hasta que se emita una
sentencia o se absuelvan los casos en contra del imputado, tal como lo
manifestó la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en el Caso
Herrera Ulloa vs. Costa Rica, sentencia de 2 de julio de 2004, Serie C N°
107, párrafo 154:

…el derecho a la presunción de inocencia es un elemento


esencial para la realización efectiva del derecho a la defensa y
acompaña al acusado durante toda la tramitación del proceso
hasta que una sentencia condenatoria que determine su
culpabilidad quede firme. Este derecho implica que el acusado
no debe demostrar que no ha cometido el delito que se le
atribuye, ya que el onus probandi corresponde a quién acusa.

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De esta forma queda claro que el onus probandi, es el principio jurídico que
señala la responsabilidad que recae sobre quién debe demostrar los hechos
en controversia, es decir, es la base de la presunción de inocencia, y que a
través de ello, bajo la actividad probatoria de hechos y circunstancias, y su
respectiva valoración, se procede a la emisión de una sentencia firme por
parte de la autoridad judicial correspondiente.

La falta de acreditación de las pruebas presentadas puede suponer una


decisión adversa a las pretensiones de la parte acusatoria, o por el contrario,
si las pruebas son lo suficientemente consistentes, devenir en la derrota de la
presunción de inocencia. Dicho de forma mucho más simple, el principio de
presunción de inocencia es una presunción que admite prueba a contrario,
por tanto quien acusa es quien debe demostrar las acusaciones, tal como lo
expresa Toledo (2012) en “Incongruencias del Código de Procedimiento
Penal respecto de la presunción de inocencia garantizada por la Constitución
de la República”:

La presunción de inocencia es una presunción legal que protege


el honor, la imagen y la libertad del procesado, y que solamente
puede ser objeto de prueba en contrario mediante Resolución
Judicial firme que declare la responsabilidad penal o
culpabilidad.

La falta de responsabilidad penal debe entenderse no solo como


la circunstancia de no haberse cometido hecho punible, sino
también en los casos que habiéndose cometido hechos punibles,
existen causas eximentes de responsabilidad previstas en la ley.
(p.20)

En este mismo orden de ideas, el principio de presunción de inocencia juega


un doble papel en el proceso penal pues funge, a su vez, como regla
probatoria y como regla de juicio. Como regla probatoria se entiende como la
existencia de actividad probatoria de cargo, practicadas y obtenidas
legalmente, con todas las garantías de la ley, tal como lo señala la Corte

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Interamericana de Derechos humanos en el caso Lori Berenson vs. Perú,
párrafo 129.2b "…la exclusión de cualquier valor probatorio a pruebas
obtenidas en violación a derechos humanos". agregando "Así como no puede
condenarse a una persona si obra contra ella prueba incompleta o
insuficiente, con más razón no se puede condenar si obra contra ella prueba
ilegítima, por haberse obtenido en violación a sus derechos humanos".

Por otro lado, como regla de juicio, juega un papel de gran importancia a la
hora de la valoración de las pruebas presentadas que conllevan a que el juez
tome la decisión correcta, y a su vez, la prueba reunida va confirmando o
desvirtuando el estado de inocencia del cual parte el imputado, lo que
posibilita adoptar medidas cautelares.

Definiciones de Principio de inocencia, Proceso penal y Debido Proceso

El Principio de presunción de inocencia, o Principio de inocencia, es el


derecho fundamental que parte del hecho de que toda persona es inocente
hasta tanto no quede demostrado lo contrario, tal como lo señala Lucchini
(1995, p. 84) al decir que la presunción de inocencia es un “…colorario lógico
del fin racional asignado al proceso.” y la “... primera y fundamental garantía
que el procesamiento asegura al ciudadano la presunción juris, como suele
decirse, esto es, hasta prueba en contrario”. Por su parte, Muñoz (2017)
señala:

… el derecho que tienen todas las personas a que se considere


inocente de cualquier delito que se le impute hasta tanto se
demuestre la culpabilidad del sujeto, comportándose el proceso
que se inicia de acuerdo a los valores, principios y reglas del
ordenamiento jurídico establecido hasta tanto el tribunal que
sigue la causa adquiera la convicción, a través de los medios de
prueba legal, de su participación y responsabilidad en el hecho
punible investigado. (p. 142).

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El principio de inocencia busca evitar los juicios condenatorios anticipados en
contra del imputado, sin una consideración obtenida en el análisis
contradictorio de los elementos de pruebas de los hechos y la carga de la
prueba misma, al igual obliga a determinar la responsabilidad del acusado a
través de una sentencia debidamente fundada, motivada, congruente y
acorde a las fuentes del derecho vigentes para el momento de la comisión
del acto delictivo. Aguilar (2015, p.75) sería más detallado al afirmar de esta
forma que el Principio de presunción de inocencia es:

Es un derecho humano del imputado, que puede calificarse de


poliédrico, de carácter:
a. Convencional ante su tutela constitucional y en Tratados
Internacionales.
b. Regla de trato en todas las etapas del procedimiento (dignidad
humana).
c. Incluso su respeto en la etapa pre o para procesal
d. Regla de valoración de la prueba en donde:
-El juez es quien la valora.
-La debe realizar de manera lógica y libre.
-Solo se considera como prueba la que se desahoga en juicio (a
excepción de la prueba anticipada.
-La presentación de la prueba es:
1. Ante un juez que no haya conocido el juicio previamente.
2. Desarrollo público, contradictorio y oral.
3. Respeto al principio de contradicción

En otro orden de definiciones, se entiende por Proceso penal al desarrollo de


un procedimiento de carácter judicial cuyo fin es el enjuiciamiento de ciertas
acciones u omisiones a fin de determinar mediante sentencia firme, si
constituye o no delito. Señala Pantoja (1989), que este consiste en “una
relación jurídica compleja en la cual las partes entre sí y ellos con respecto al
juez, se encuentran relacionados con una serie de vínculos de tipo jurídico,
tanto de carácter procesal, que es la parte sustantiva, así como de carácter
material que es la parte objetiva”.

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En el mismo orden de ideas, en el Código Orgánico Procesal Penal
venezolano, Libro Segundo, Título Primero, se estipulan las fases
correspondientes al proceso penal, las cuales son: la fase preparatoria, fase
intermedia, fase de juicio oral y finalmente la fase de ejecución:

1. Fase preparatoria: corresponde al procedimiento de


investigación y recolección de elementos de convicción.
2. Fase intermedia: procedimiento encaminado a determinar si
se abre o no el juicio oral en contra de él o los acusados.
3. Fase del juicio oral: desarrollo del juicio desde su apertura
hasta la emisión de una sentencia.
4. Fase de ejecución: en esta fase se da cumplimiento a lo
dictaminado en la sentencia.
Cuando se habla del proceso penal, también se habla de un conjunto de
formalidades que deben observarse durante el desarrollo del mismo para
asegurar el cumplimiento de las garantías procesales correspondientes al
acusado. Rawls (1996) expresa que “Es aquel razonablemente estructurado
para averiguar la verdad, de formas consistentes con las otras finalidades del
ordenamiento jurídico, en cuanto a determinar si se ha dado alguna violación
legal y en qué circunstancias” (p. 4).

Esta serie de formalidades están contenidas y detalladas en la Constitución


de la República Bolivariana de Venezuela y su artículo 49 así lo confirma, al
estipular que “El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones
judiciales y administrativas.”

Las garantías del debido proceso

Todo proceso penal debe cumplir con una serie de exigencias y principios
que se deben llevar a cabo con el fin ofrecer al acusado el correcto desarrollo
del mismo y asegurar que no sean violentados sus derechos durante la

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evaluación de su conducta a fin determinar si se le atribuye responsabilidad
en el hecho punible, tal como lo establece la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, artículo 8 y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos es su artículo 14, numeral 1, al afirmar que “Toda persona tendrá
derecho a ser oída públicamente y con las debidas garantías por un tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido por la ley, en la
substanciación de cualquier acusación de carácter penal formulada contra
ella…”. Dicho artículo, en su numeral 3 establece:

Durante el proceso, toda persona acusada de un delito tendrá


derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas:
a) A ser informada sin demora, en un idioma que comprenda y en
forma detallada, de la naturaleza y causas de la acusación
formulada contra ella;
b) A disponer del tiempo y de los medios adecuados para la
preparación de su defensa y a comunicarse con un defensor de
su elección;
c) A ser juzgado sin dilaciones indebidas;
d) A hallarse presente en el proceso y a defenderse personalmente
o ser asistida por un defensor de su elección; a ser informada, si
no tuviera defensor, del derecho que le asiste a tenerlo, y,
siempre que el interés de la justicia lo exija, a que se le nombre
defensor de oficio, gratuitamente, si careciere de medios
suficientes para pagarlo;
e) A interrogar o hacer interrogar a los testigos de cargo y a
obtener la comparecencia de los testigos de descargo, y que
estos sean interrogados en las mismas condiciones que los
testigos de cargo;
f) A ser asistida gratuitamente por un intérprete, si no comprende o
non habla el idioma empleado en el tribunal;
g) A no ser obligada a declarar contra sí misma ni a confesarse
culpable.

La principal regla de tratamiento con la que cuenta cualquier ciudadano


sometido a un proceso penal es, indiscutiblemente, el derecho a la
presunción de inocencia. Picó (1997, p. 155), sostiene que “la presunción de
inocencia… como garantía propia del proceso penal, se resume en la idea

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básica de que toda persona acusada de una infracción sancionable es
inocente mientras no se pruebe lo contrario…”. Según Ibáñez Perfecto en un
material preparado por Higa (2013, p. 117) para la revista especializada
Derecho y Sociedad, la presunción de inocencia es garante de:

(i) El tratamiento que debe recibir el acusado durante el proceso,


esto significa que el acusado debe ser tratado como inocente sin
que pueda imponérsele algún tipo de medida que afecte esa
condición hasta que el Juez declare su culpabilidad respecto de
los hechos imputados; y,
(ii)Las reglas probatorias que deben seguirse en un proceso
para determinar cuándo una persona puede ser considerada
como culpable del delito que se le imputa, lo cual significa que el
Juez sólo podrá condenar al imputado cuando la acusación ha
sido demostrada más allá de toda duda razonable.
Para estos efectos se requiere de una suficiente actividad de cargo, obtenida
y actuada con las debidas garantías procesales y en caso de duda sobre la
responsabilidad debe resolverse a favor del imputado, respetando todas las
garantías que establece el ordenamiento jurídico venezolano y las normas de
Derecho Internacional que regula la materia.

En este orden de ideas, deben analizarse las garantías establecidas en el


Derecho procesal penal: inmediación, ya que el imputado tiene derecho a
que se le presente, sin dilación alguna, ante un juez que atenderá la causa;
concentración que es la presentación y confrontación de pruebas y
sentencia en el lapso de tiempo más corto posible; la oralidad que busca
eliminar cualquier violación de derechos humanos minimizando al mínimo lo
escrito, y favoreciendo además, la publicidad del juicio; contradicción, que
permite a las partes presentar sus pretensiones y por último, la publicidad,
que al desarrollarse ante la presencia de otros individuos, es garante también
de la protección de los derechos humanos.

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Con esto, se estima que se garantiza, o por lo menos se crean las
condiciones necesarias para el pleno y absoluto respeto a los Derechos
Humanos. En su obra “La presunción de inocencia”, Lozano, Reséndez y
Fernández (2012, p. 321) lo expresan de la siguiente manera:

Esto es así porque la presunción de inocencia al consignar que


toda persona se presume inocente hasta en tanto no se
demuestre su culpabilidad, impone la carga de la prueba al
órgano acusador; la publicidad, a la vez que asegura el control,
tanto interno como externo, de la actividad jurisdiccional y de
todos los intervinientes del proceso penal, permite la
transparencia en la administración de la justicia; la oralidad,
como condición necesaria para hacer efectiva la publicidad,
excluye al mínimo la forma escrita de las actuaciones
procesales; la inmediación, al exigir que todos los actos
procesales, principalmente la producción de las pruebas, sean
presenciados por el juez que va a resolver, impide la delegación
de las funciones jurisdiccionales; la contradicción, al autorizar
que todos los sujetos procesales tengan plenas facultades de
intervención, sobretodo en la recepción de pruebas y
contrapruebas, eleva la calidad de la información que los jueces
utilizan para la toma de decisiones y posibilita una efectiva
defensa del imputado; la concentración y continuidad; al
demandar que los actos procesales se lleven a cabo, por lo
general en una sola audiencia y sin interrupciones, garantiza que
la administración de justicia sea pronta y expedita, y la libre
valoración de las pruebas, al otorgarle al juez la facultad de
valorar el acervo probatorio según la sana crítica y conforme a
las reglas de la lógica, los conocimientos científicos y las
máximas de experiencia…

Estas garantías procesales son iguales para todo ciudadano y no excluye a


ninguna de las partes involucradas en el litigio, por tanto la parte acusadora
como la defensa son portadores de este tipo de formalidades tal como lo
establece la Convención Americana de Derechos Humanos en su artículo 24
al afirmar que “todas las personas son iguales ante la ley. En consecuencia
tienen derecho, sin discriminación, a igual protección de la ley.”

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Presunción de inocencia y medidas cautelares

Existe una marcada incompatibilidad entre las medidas cautelares y el


principio de presunción de inocencia, pues este último, en su rol de garante
del tratamiento justo del imputado, busca minimizar la aplicación de dichas
medidas restrictivas de los derechos del individuo durante el proceso. Estas
medidas pueden ser restrictivas o privativas de libertad personal adoptadas
por el tribunal, tal como lo determina Binder (1999, p. 129, citado por Sotillo,
2007, p. 52)

…Si el imputado no es culpable mientras no se pruebe su


culpabilidad en la sentencia, de ningún modo podría ser tratado
como un culpable. Este es, quizás, el núcleo central de esta
garantía… esto significa que no se le puede anticipar la pena,
que es la consecuencia directa de la comprobación de la
culpabilidad. Significa, también, que no puede serle restringido el
derecho de defensa, que no se lo puede obligar a declarar
contra sí mismo… La idea central del tratamiento como inocente
se vincula,… al carácter restrictivo de las medidas de coerción
en el proceso penal.

En definitiva, el imputado llega al proceso libre de culpa y solo


por la sentencia podrá ser declarado culpable: entre ambos
extremos –transcurso que constituye, justamente, el proceso-,
deberá ser tratado como un ciudadano libre sometido a ese
proceso porque existen sospechas respecto de él, pero en
ningún momento podrá anticiparse su culpabilidad. Una
afirmación de ese tipo nos lleva al problema de la prisión
preventiva que comúnmente es utilizada como pena.

Corresponde al Juez de garantía, quien basado en el desarrollo del juicio, la


valoración de las pruebas o la existencia de antecedentes, determinar si es
necesaria la aplicación de alguna medida cautelar con el fin de que no se vea
perjudicada la realización de los fines del proceso. También se adoptan
medidas restrictivas cuando se tengan sospechas consistentes de que el
acusado pueda violentar físicamente al o los oponentes, o sus bienes

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materiales, por lo cual una medida razonable sería una prohibición de
acercamiento, o en el caso que se estime que el imputado puede eludir la
acción de la justicia, se puede ordenar una medida restrictiva en la que se le
prohíba, terminantemente, abandonar la ciudad o el país durante el
desarrollo del juicio.

Por otro lado, el juez puede considerar necesaria una medida preventiva de
privativa de libertad, y es tal vez esta la que más controversia crea.
Principalmente, no debe entenderse esta medida como una regla de
tratamiento en todo proceso penal, pues se estaría vulnerando el principio de
presunción de inocencia y sería un atropello a los derechos fundamentales
del acusado. Acerca de esta coexistencia entre la presunción de inocencia y
la prisión preventiva, Llobet (citado por Sain, 2003, p. 149) expresa:

Debe reconocerse que la coexistencia entre la presunción de


inocencia y la prisión preventiva, no es improblemática. Uno de
los principios generales de toda sociedad es que sus integrantes
puedan sufrir injerencias en sus derechos fundamentales. La
particularidad de la intervención en dichos derechos que
representa la prisión preventiva, es que esta solamente puede
ser ordenada en contra de sospechosos y que presenta una
similitud con la pena privativa de libertad. Sin embargo, debe
indicarse que las diversas convenciones sobre Derechos
Humanos y principios sobre la Administración de Justicia
aprobados internacionalmente, en los que se prevé la
presunción de inocencia, se permite también la privación de
libertad del imputado durante el proceso, lo que plantea el
reconocimiento simultáneo de los institutos de la prisión
preventiva y de la presunción de inocencia, haciendo necesario
que por el principio de coherencia el orden jurídico deba
buscarse una interpretación de la presunción de inocencia que la
haga compatible con la prisión preventiva.

Lo anterior no debe llevar a negar toda influencia de la


presunción de inocencia sobre la regulación de la prisión
preventiva, sino más bien a resaltar cómo esta encuentra límites
producto de la presunción de inocencia.

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Las características de la prisión preventiva, como medida cautelar son:
instrumentalidad, que asegura la presencia del imputado durante el
desarrollo del proceso penal y el cumplimiento de la sentencia condenatoria;
provisionalidad, ya que encuentra su fin en el momento en el que el juez
emite una sentencia firme una vez valoradas las pruebas presentadas, ello
obedece a la regla rebus sic stantibus, que podrá variar según el cambio de
situaciones en base a las cuales la prisión preventiva fue adoptada. Otra
característica es la Excepcionalidad ya que solo puede establecerse cuando
el juez de garantía lo considere necesario y las medidas cautelares
restrictivas no sean suficientes y la Jurisdiccionalidad que solo puede ser
adoptada por el organismo jurisdiccional correspondiente.

La prisión preventiva debe siempre tratarse como una medida cautelar y no


como una medida de carácter punitivo. Para ello, es necesario que el lapso
de tiempo con esta medida sea lo más razonable y corto posible hasta tanto
se establezca la sentencia. Un lapso de tiempo muy largo significaría un
atropello a los derechos fundamentales y un acto que vulnera la presunción
de inocencia; en este sentido Aguilar (2015, p. 113-114) sostiene:

La prisión preventiva no debe ser la regla, pues privar de su


libertad a personas cuya responsabilidad penal no ha sido
pronunciada constituye una grave injusticia ya que equivale a
anticipar una pena. Además, con ello se vulnera definitivamente
la presunción de inocencia. Aun cuando la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos ha sostenido como
fundamento de validez la prisión preventiva cuando se tiene la
presunción de que se ha cometido un delito o la posible fuga; o
cuando existe el riesgo de comisión de nuevos delitos, así como
la necesidad de investigar y la posibilidad de colusión; el riesgo
de presión sobre testigos y la preservación del orden público, lo
cierto es que esos fundamentos rebasan el contenido de los
pactos de las Naciones Unidas sobre Derechos Civiles y
Políticos y la Convención Americana de Derechos Humanos, en
los que se contempla fundamentalmente el riesgo de fuga, que

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es el único presupuesto que se justifica para mantener privadas
de su libertad a las personas sujetas a proceso.

En el carácter temporal de las providencias cautelares significan que tienen


una limitación en el tiempo. La prisión provisional no puede exceder del
tiempo razonable de duración del proceso penal, la persona detenida debe
ser juzgada en un plazo prudencial razonable. Asimismo, Aguilar (2015, p.
113-114) añade respecto a la temporalidad de la misma y su razón de ser:

La prisión preventiva, entendida como la privación de la libertad,


de carácter provisional, para resultar compatible con el principio
de presunción de inocencia, debe ser regulada, como
excepcional, con un respeto de proporcionalidad y limitación
temporal, los cuales deberán ser establecidos por el juez
mediante resolución fundada y motivada. Esto es, en donde la
presunción de inocencia como regla de trato procesal exija que
la prisión preventiva no se decrete sino en supuestos donde la
pretensión acusatoria tiene fundamento razonable. Lo que
significa que esta, no puede tener carácter retributivo de una
infracción que aún no se encuentra jurídicamente establecida.
Con mayor razón, proscribe la utilización de la privación de la
libertad, el arraigo, con la finalidad de impulsar la investigación
del delito, obtener pruebas o declaraciones, ya que utilizar con
tales fines la privación de libertad excede los límites
constitucionales y estándares internacionales.
En materia de prisión preventiva, debe tratar de armonizarse lo más posible
con las disposiciones del derecho convencional internacional respetando sus
normas y estatutos para evitar de este modo incurrir en responsabilidad
internacional. Por ello, la Corte Interamericana de Derechos Humanos en
sentencia caso Tibi vs. Ecuador, 7 de septiembre de 2004, párrafo 180,
establece que "se incurriría en una violación de la Convención al privar de
libertad, por un plazo desproporcionado, a personas cuya responsabilidad
criminal no ha sido establecida. Equivaldría a anticipar la pena, lo cual
contraviene los principios generales del derecho universalmente

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reconocidos", para lo que Asencio (1987, citado por Monagas, 2001, p. 77)
agrega:

El problema de la prisión provisional, pues, no es tanto el de su


existencia ya que lo deseable pero inviable en la actualidad,
sería que la libertad se mantuviera hasta el momento de dictarse
la sentencia- sino el de su regulación positiva en la forma más
acorde con los derechos constitucionales a la libertad y a la
presunción de inocencia y las consecuencias derivadas de su
vigencia.

Diferencias entre Presunción de inocencia e Indubio pro reo

No resulta inusual que se tiendan a confundir o relacionar estos dos


conceptos, sin embargo es menester aclarar que cuentan con diferencias
muy marcadas y para ello es necesario, primordialmente, mencionar de qué
se tratan cada uno de ellos, en qué momentos son aplicables dentro de la
jurisdicción penal, en qué favorecen a la parte acusada, su legalidad, su
razón de ser, y posteriormente, mencionar la posible relación entre ellos.

Como ya es sabido, el principio de presunción de inocencia es básicamente


el derecho que tiene toda persona a que se le presuma inocente de cualquier
hecho punible que se le acuse hasta tanto no quede demostrada, a través de
pruebas fehacientes, su participación o responsabilidad en el acto. Este
derecho acompaña al acusado durante el desarrollo del juicio hasta el
momento en el que se emite una sentencia firme y es a su vez una garantía
de respeto a los derechos fundamentales del reo y una regla de tratamiento
que sebe ser cobijada y respetada por las instancias jurisdiccionales.

Por otra parte, el indubio pro reo es una norma jurídica de interpretación y
tratamiento de las pruebas presentadas, en la que, si existe duda alguna de
la veracidad de las mismas o estas no sustenten lo suficiente la culpabilidad
del acusado, el juzgador se encuentra en la obligación de favorecer a este

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último y se logra la absolución de los cargos. Dicho de otro modo, si las
pruebas no son directas, sino meros indicios de que el acusado toma parte
en los hechos, el juez deberá actuar en pro del reo.

Diversos han sido los teóricos que afirman la unión o relación de la


presunción de inocencia con el indubio pro reo. Paolini (1993, p. 41) sostiene
que “la segunda e importante consecuencia del Principio de Inocencia la
constituye el principio In dubio pro reo, según el cual en caso de duda se
debe absolver al procesado”, mientras que el autor español Montero (1997,
citado por Richani, 2004, p. 224) afirma que “aunque ha existido una
confusión doctrinal el principio indubio pro reo no forma parte de la
presunción de inocencia, sino que debe ser incardinado en la valoración de
la prueba…” Por otro lado, el abogado especialista en Derecho Penal,
Gerson Vidal (en línea) manifiesta que:

El indubio pro reo se configura como un pilar básico del derecho


penal moderno y como una garantía inherente a todo Estado
democrático y de derecho. Dicho principio hunde sus raíces en
el derecho romano y obedece a la idea de que para el Estado es
preferible absolver a un culpable que condenar a un inocente. En
tal sentido, el principio in dubio pro reo es un mandato dirigido al
juez o tribunal a fin de que no dicte sentencia condenatoria si no
tiene plena convicción de la culpabilidad del acusado…
Dicho principio guarda estrecha relación con el derecho
fundamental a la presunción de inocencia y no tan solo opera
sobre la culpabilidad del acusado sino que también es aplicable
a las circunstancias que pueden agravar su responsabilidad
penal (circunstancias agravantes).

Debido a la naturaleza de dicho principio y a que únicamente


vincula al juzgador, en aquellos supuestos en los que exista
pleno convencimiento de la culpabilidad del acusado, el principio
in dubio pro reo no podrá ser invocado por ninguna de las
partes.

19
En tal sentido, la presunción de inocencia es un derecho fundamental
estipulado en el ordenamiento jurídico y es de aplicación inmediata, mientras
que el indubio pro reo es solo una norma de tratamiento a la hora de la
valoración de las pruebas. Por otro lado en cuanto a su ámbito de aplicación,
la presunción de inocencia cumple su rol cuando no hay pruebas que
sustenten la acusación o cuando las pruebas presentadas no cumplen con
las garantías necesarias; mientras que el indubio pro reo entra en juego en el
momento de la valoración de la prueba cuando estas no son del todo
certeras y generan dudas.

Por último, otra diferencia radica en que la presunción de inocencia al ser un


derecho constitucional, debe ser tutelada por todos los organismos
procesales, mientras que el indubio pro reo no tiene acceso a la casación por
afectar la apreciación probatoria.

Presunción de Inocencia en el Ordenamiento Jurídico Venezolano

Venezuela estuvo sometida a un sistema de justicia anárquico hasta que en


el año 1998, con la promulgación del Código Orgánico Procesal Penal y la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999, se
abandona totalmente este modo de impartir justicia y se da paso al sistema
acusatorio en pro de la búsqueda de vida democrática, dando cabida a un
conjunto de derechos, principios y garantías que aplicando los reglamentos y
estatutos necesarios para la acción judicial, protegen y cobijan al acusado a
fin de no violentar su libertad sentenciándole injustamente. Tanto así, que el
artículo 23 de la Constitución establece:

Los Tratados, pactos y convenciones relativos a derechos


humanos, suscritos y ratificados por Venezuela, tienen jerarquía
constitucional y prevalecen en el orden interno, en la medida en
que contengan normas sobre su goce y ejercicio más favorables
a las establecidas en esta Constitución y en las leyes de la

20
República, y son de aplicación inmediata y directa por los
tribunales y demás órganos del Poder Público.

Es decir, este artículo confiere una significación especial a los tratados,


pactos, y convenios suscritos y ratificados por Venezuela, en materia de
Derechos humanos, y les otorga validación de jerarquía constitucional, y
prevalencia en el ordenamiento interno, cuando contenga normas referentes
a su goce y ejercicio, que sean más favorables en comparación a las
referidas en la Constitución. Pero no solo quedó estipulado ese artículo, sino
que además, con el fin de garantizar a los ciudadanos su cumplimiento, más
adelante, en la misma Constitución, el artículo 31 establece que:

Toda persona tiene derecho, en los términos establecidos por


los Tratados, Pactos y Convenciones sobre derechos humanos
ratificados por la República, a dirigir peticiones o quejas ante los
órganos internacionales creados para tales fines, con el objeto
de solicitar el amparo a sus derechos humanos. El Estado
adoptará, conforme a procedimientos establecidos en esta
Constitución y en la ley, las medidas que sean necesarias para
dar cumplimiento a las decisiones emanadas de los órganos
internacionales previstos en este artículo
La presunción de inocencia encuentra lugar en la legislación venezolana en
el artículo 49.2 de la Constitución vigente, al sostener que “toda persona se
presume inocente mientras no se pruebe lo contrario.” De igual forma se
encuentra contenido en el Código Orgánico Procesal Penal, artículo 8,
“cualquiera a quien se le impute la comisión de un hecho punible tiene
derecho a que se le presuma inocente y a que se le trate como tal, mientras
no se establezca su culpabilidad mediante sentencia firme”, lo cual consagra
a Venezuela entre uno de los países que más respeto otorga a los Derechos
humanos, sin embargo la práctica es cuestionada por algunos profesionales
del derecho. En ese sentido, Bello (2018, p. 8) afirma:

21
Este problema versa sobre, una involución del derecho procesal
penal venezolano, por cuanto en la mayoría de los casos, la
regla es medida de privación judicial preventiva de libertad,
decretada por el órgano jurisdiccional, como el único método que
garantizar las resultas del proceso. Ello va en contra posición a
las premisas antes mencionadas, donde la libertad como respeto
a la dignidad humana y el marco de los principios de presunción
de inocencia y la afirmación de libertad son primordiales.

La presunción de inocencia no es solo una garantía de libertad y


verdad, sino también una garantía de seguridad y de defensa
social, esa seguridad específica ofrecida por el Estado de
Derecho y que se expresa en la confianza de los ciudadanos en
la justicia y de esa detallada defensa que se ofrece frente a un
árbitro punitivo, por cuanto cada vez que un imputado inocente
tiene razón para temer a un juez, quiere decir que este se halla
fuera de la lógica del Estado Derecho, el miedo y la
desconfianza y la no seguridad del inocente, indica el quiebre de
la función misma de la jurisdicción penal y la ruptura de los
valores constitucionales que lo legitiman.

La constitución y legalización de la presunción de inocencia, es más que la


enunciación formal de un principio, es el reconocimiento de un derecho
fundamental que vincula todos los Poderes Públicos y que es de aplicación
directa e inmediata. Sotillo (2007, p. 3) agrega:

En lo que concierne a las violaciones al derecho de presumirse


inocente, la realidad en Venezuela revela que estas no han
cesado siendo que la autoría de tales actos transgresores recae
tanto en los particulares, como en los mismos operadores de
justicia y demás miembros del sistema penal; el cual aún no da
vistos de lograr superar su marcado carácter selectivo en el
ejercicio del ius puniendi, lo que se traduce en un escenario
propicio para que tengan lugar las violaciones antes dichas,
materializadas en diversos hechos que van, verbigracia, desde
los linchamientos; la atribución de culpa y las condenas
anticipadas de imputados, mediante la publicación de sus
nombres y/o fotografías en medios de comunicación social
amarillistas y sensacionalistas; los arrestos y detenciones
arbitrarias por parte de los órganos de policía; el decreto judicial
de medidas cautelares desproporcionadas o irrazonables, o que

22
siendo adecuadas “ab initio” se convierten es desproporcionadas
por falta de control y vigilancia en el tiempo de su duración ; el
aumento del número de procesados en las cárceles del país, etc.
Es entonces, que esto constituye una violación directa a los derechos
fundamentales del individuo y a las garantías procesales que le
corresponden, dichas garantías están contenidas de forma detallada en el ya
mencionado artículo 49 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela:

El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones judiciales


y administrativas; en consecuencia: 1. La defensa y asistencia
jurídica son derechos inviolables en todo proceso y grado de la
investigación y del proceso. Toda persona tiene derecho a ser
notificada de los cargos por los cuales se le investiga; de
acceder a las prueba y de disponer del medio y de los medios
adecuados para ejercer su defensa, Serán nulas las pruebas
obtenidas mediante violación del debido proceso. Toda persona
declarada culpable tiene derecho a recurrir del fallo, con las
excepciones establecidas en esta constitución y en la ley.
2. Toda persona se presume inocente mientras no se pruebe lo
contrario.
3. Toda persona tiene derecho a ser oída en cualquier clase de
proceso, con las debidas garantías y dentro del plazo razonable
determinado legalmente por un tribunal competente,
independiente e imparcial establecido con anterioridad. (…)
4. Toda persona tiene derecho a ser juzgada por sus jueces
naturales en las jurisdicciones ordinarias o especiales, con las
garantías establecidas en esta Constitución y en la ley. Ninguna
persona podrá ser sometida a juicio sin conocer la identidad de
quien le juzga, ni podrá ser procesada por tribunales de
excepción o por comisiones creadas para tal efecto.
5. Ninguna persona podrá ser obligada a confesarse culpable o
declarar contra sí misma, su cónyuge, concubino o concubina, o
pariente dentro del cuarto grado de consanguinidad y segundo
de afinidad. (…)

23
6. Ninguna persona podrá ser sancionada por actos u omisiones
que no fueren previstos como delitos, faltas o infracciones en
leyes preexistentes.

7. Ninguna persona podrá ser sometida a juicio por los mismos


hechos en virtud de los cuales hubiese sido juzgada
anteriormente.

8. Toda persona podrá solicitar del Estado el restablecimiento o


reparación de la situación jurídica lesionada por error judicial,
retardo u omisión injustificados. (…)

Conclusiones

La presunción de inocencia, tan detallada, estudiada y teorizada, es un


instrumento de gran poder y eficacia si se aplica de la manera correcta,
respetando las garantías procesales que el principio exige para garantizar los
derechos correspondientes al acusado en pro de impartir justicia
correctamente. Establecer este principio en el ordenamiento jurídico
venezolano supuso derribar barreras que nos estancaban como sociedad
pensante y razonable, aferrados a prácticas antidemocráticas, anarquistas,
que tanto golpearon y atropellaron a los individuos del mundo que por alguna
razón fueron procesados penalmente.

Aunque en la práctica su aplicación no es del todo aplicada por algunos


Estados, poco a poco se dan pequeños pasos que regulan su uso, vigilado y
sancionado por parte de los Organismos con competencia para ello,
establecidos en los instrumentos Internacionales pertinentes que velan por
los Derechos fundamentales y procesales de los ciudadanos del mundo.

Venezuela es signataria de varios de esos instrumentos Internacionales que


ha ratificado con el fin de salvaguardar las garantías de sus ciudadanos
antes, durante y después del proceso penal al que se le someta, además de
estar comprometido a darle cumplimiento a las exigencias necesarias en

24
casos en los que se vulnere este principio o no se cumplan las garantías que
él supone.

Sin embargo, un país tan sumido en pasiones de origen político, tan abusado
en todos los sentidos y poderes que constituyen el Estado tan deteriorado
respecto a sus maneras inconstitucionales de impartir justicia en los últimos
años, no está siendo en la práctica modelo garante de este principio que
requiere sobretodo, de un sistema de justicia veraz, efectivo, diligente y
constitucional, en la que los partidos políticos no desempeñen un papel
autoritario e interfieran en la administración de Justicia.

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