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) El término incorporal designaba en la filosofía de los estoicos cuatro elementos: a) lo


expresable, el significado o el predicado; b) el vacío; c) el tiempo y d) el espacio1. El primero es una
realidad lógica mientras que los otros tres son físicos. Los incorporales, introducidos como concepto
filosófico por esta corriente de pensamiento, indican en su lógica que si se identifica el ser con los
cuerpos visibles y tangibles, se debe plantear también la existencia de seres, entidades, que no
habitan en el mundo sensible pero que, de alguna manera, son. Los incorporales son objetos
requeridos por el pensamiento que se distinguen netamente de las Ideas (formas) de Platón. Hay realidades
que no son cuerpo sustanciales; la “ontología” estoica estaba compuesta, así, por cuerpos observables e
incorporales. Frente al ser de los seres corpóreos, los estoicos postulan un género más amplio de ser
que abarca también los incorpóreos; tí, el algo, es esa clase superior2 que amplía el sentido del verbo
ser. Los incorporales, aunque insustanciales, no es que sean nada. Si bien no son cuerpos, interactúan
con los cuerpos y así se distinguen de los meros objetos de pensamiento o ilusiones del lenguaje.
Lacan desarrolla con gran insistencia su posición respecto de los incorporales a todo lo largo de la década del
‘60. (p. 83-84)

La primera aparición de la cuestión de lo incorporal en la enseñanza de Lacan parece darse en el seminario


del 18 de Marzo de 1959; en esa oportunidad plantea: “y si le digo que lo que constituye nuestra relación con el
inconsciente es esto por lo que nuestro imaginario, quiero decir nuestra relación con nuestro propio cuerpo,
parece que ignoro la existencia del cuerpo, [sin embargo] tengo una teoría del análisis incorporal
[incorporelle]; [...]”. Desde esta primera cita vemos que para Lacan: 1) el cuerpo propio es lo imaginario; 2)
que ya en esa época recibía críticas de los psicoanalistas por ignorar el valor del cuerpo biológico y 3) que su
respuesta es que en psicoanálisis operamos en forma específica con lo incorporal . Es en el escrito “Posición
del inconsciente” donde se encuentra su análisis respecto a lo incorporal explícitamente en disyunción con la
teoría estándar en psicoanálisis, ya que allí propone considerar a la libido, la energía sexual de Freud, como
una superficie bidimensional -una laminilla, lamelle- del tipo de las que se postulan en topología, y así
propone tratarla como un “órgano de lo incorporal”. (p. 84-85)

Recordemos que las superficies, siendo bidimensionales, son insustanciales e intangibles, aunque
algunas pueden “sumergirse” en el espacio tridimentasional. Lacan, en ese escrito, afirma: “La libido es
esa laminilla, [...] Esa laminilla es órgano por ser instrumento del organismo. Es a veces como sensible, cuando
el histérico juega a experimentar hasta el extremo su elasticidad. [...] Lo importante es captar cómo el
organismo viene a apresarse en la dialéctica del sujeto. Ese órgano de lo incorporal [la laminilla] en el ser
sexuado, eso es lo que del organismo el sujeto viene a colocar en el tiempo en que se opera su separación. Por él es
por el que de su muerte, realmente, puede hacer el objeto del deseo del Otro.” Este órgano de lo incorporal, que
llega a ser sensible en la histeria, explicando así inversamente la conversión somática descripta por Freud, es
lo que del organismo, en la operación de separación del efecto letal del significante, se prende el sujeto. (...)
Lacan lo presenta como “[...] un mito destinado a encarnar la parte faltante, [...]”3 No es, entonces, la
energía sexual que brota del quimismo sexual del organismo, sino la parte faltante.

1 Bréhier, É. (2011). La teoría de los incorporales en el estoicismo antiguo. Buenos Aires: Leviatán y Brun, J. (1977). El estoicismo.
Buenos Aires: EUDEBA.
2 Lozano Vásquez, A. Sobre la ontología de los incorpóreos. México: UNAM.
3 Lacan, J. Seminario XI
Para Lacan, la laminilla no puede sino participar del agujero, que es el modo bajo el cual se
presenta lo real. La laminilla es “ultraplana” y posee un solo borde; sustituye a la libido como lo que
está retirado de la vida y es un equivalente del objeto a. Volviendo a lo incorporal, en el Seminario 13
encontramos: “[...] merece ser retenido como dándonos en cierta medida, una suerte de sustituto o de sustancia
real concerniendo a esta singular realidad incorporal que es propiamente aquella de la cual yo intento, con las
fuentes de una topología elemental, de hacer valer para ustedes lo que podemos extraer al nivel de nuestras
articulaciones.” Nuevamente Lacan articula el incorporal estoico a las superficies topológicas, no
considerándolas metáforas, como hacen sus discípulos o críticos, sino sustancia real o realidad incorporal.
En psicoanálisis el cuerpo real -y no el biológico- posee el estatuto de incorporal; en los seminarios siguientes
aclarará cuál es para él la materia de este estatuto. En el Seminario 14, afirma: “[...] esta suerte de lugar que los
estoicos llamaban incorporal. yo diría que él es, a saber, precisamente, que él es el cuerpo”. (p. 85-86)

(...) Arribamos ahora al máximo desarrollo sobre el concepto de incorporal, que se encuentra en la
respuesta a la pregunta II de Radiofonía y su comentario de la misma que realiza en el Seminario 17, que los
editores quitaron del texto oficial (que cito en nota al pie). “Vuelvo, en primer lugar, al cuerpo de lo simbólico
que de ningún modo hay que entender como metáfora. A prueba de que nada sino él aísla el cuerpo tomado en
sentido intuitivo, sea aquel en el que el ser que en él se sostiene no sabe que es el lenguaje que se lo adjudica,
hasta el punto que no se constituiría si no pudiera hablar. El primer cuerpo hace que el segundo ahí se
incorpore. De donde lo incorporal que permanece marcar el primero [sic], del tiempo posterior a su
incorporación. Hagamos justicia a los estoicos por haber sabido de este término: lo incorporal, rubricar en qué lo
simbólico contiene al cuerpo. Incorporal es la función, que hace la realidad matemática, la aplicación de
mismo efecto para la topología, o el análisis en un sentido amplio para la lógica . Pero es incorporada que la
estructura produce el afecto, ni más ni menos, afecto solamente a tomar de lo que del ser se articula, no
poseyendo más que ser de hecho, o sea de ser dicho desde alguna parte. Por lo que se comprueba que para el
cuerpo, es secundario que esté muerto o vivo.” (p. 86-87)

(...) 1. Lo simbólico es cuerpo, es cuerpo en sí mismo y provee de corporalidad a todo lo que por él posee
tal estructura (el cuerpo de policía, el cuerpo de bomberos, el cuerpo biológico, etc). 2) Decir esto no es
metáfora, es axioma. 3) Sólo lo simbólico, funcionando como cuerpo, aísla las partes y brinda las relaciones
entre ellas al cuerpo intuitivo. 4) La condición de cuerpo del cuerpo intuitivo es, entonces, otorgada al
parletre por el lenguaje, que en éste se sostiene. 5) Si el parletre no pudiese hablar, no se le constituiría un
cuerpo pero esto no lo sabe. Los animales no poseen cuerpo alguno, sólo organismo. 6) El cuerpo simbólico,
en tanto primero, hace que el segundo, el cuerpo intuitivo, se incorpore al organismo. 7) De donde lo
incorporal marca el primero (el cuerpo simbólico), en el tiempo posterior a su incorporación; o sea: el
cuerpo aportado por lo simbólico es y será incorporal. 8) Hágase justicia entonces a los estoicos y su
concepto de incorporal, por haber sabido afirmar que lo simbólico contiene al cuerpo intuitivo. 9) Según
Lacan, los auténticos incorporales para el psicoanálisis, son: la función matemática, no de palabra; la
aplicación en topología (se refiere a la aplicación continua entre espacios); el análisis (en sentido amplio) en
la lógica. Estos tres registros de lo incorporal son las verdaderas realidades operantes en psicoanálisis. 10) Es
en tanto incorporada, en el sentido de lo incorporal, que la estructura crea los afectos, ni más ni menos,
afectos del ser que articula, que es sólo ser de dicho (parletre). 11) Lo anterior hace que sea totalmente
secundario que el cuerpo sea o esté muerto o vivo, ya que todo esto no tiene absolutamente nada que ver
con la sustancia viva. (p. 87-88)

En el Prefacio para el libro Lacan de Anika Rifflet Lemaire, Lacan mismo escribe, retomando lo que afirmó
en “Posición del inconsciente”: “[...] recordar que el objeto a es el pivot en el que se enrolla [déloure] en su
metonimia cada vuelta de frase. ¿Dónde situar este objeto a, el incorporal mayor de los estoicos? ¿En el
inconsciente o bien afuera? ¿Quién se da cuenta?”. La frase se enrolla en torno a un pivot, el objeto a, el
incorporal mayor. Todo esto “en el inconsciente” y así, en el discurso del Otro. Y en la alocución
pronunciada en la Clausura del Congreso de la Escuela Freudiana de París en 1970, afirma: “ Es el objeto a
que el gozo de la vuelta, pero que la ruina del alma solo se consuma [sic] un incorporal”. Así el “incorporal
mayor”, tal como lo designa Lacan, es el agujero, que funcionando como un objeto, entornan tanto la
cadena significante (que lo crea) como el gozo; agujero topológico que opera en las funciones de la cadena y
el gozo como objeto, objeto a, bien real pero insustancia e intangible. (p. 88-89)

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