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LIBRO PRIMERO – PARTE GENERAL
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TITULO I — PERSONA HUMANA
Art. 22
De esta manera se resuelve el conflicto entre las dos presunciones de
paternidad, mas, en atención a su naturaleza juris tantum, en la práctica lo que establecen es a
cargo de quién esta rá la carga de la prueba.
guirse los derechos de quienes tienen una relación laboral para obtener su indemnización por
despido. Tobias menciona el caso de quien percibió alimentos en nombre de la persona por
nacer, así como el de la abuela del hijo por nacer de una persona desaparecida
durante los años de gobierno militar, a la que se reconoció por la Corte Suprema
de Justicia el derecho al cobro de la indemnización legals.
En forma concordante con la solución de la norma, en el art. 575 se permite el reconoci
miento del hijo por nacer, el cual también queda sujeto al nacimiento con vida.
Art. 21. — «Nacimiento con vida». Los derechos y obligaciones del concebido o im
plantado en la mujer quedan irrevocablemente adquiridos si nace con vida. Si no nace con
vida, se considera que la persona nunca existió. El nacimiento con vida se presume.
• Antecedentes: CC, arts. 70 a 75; Proyecto de 1998, art. 17.
• Concordancias: CCCN arts. 20 y 575.
$ 2. Concepción y fertilización extracorpórea.- En el artículo se equipara la situación del que
ha sido concebido por medios naturales a la del embrión implantado luego de una fertili
zación in vitro. En nuestro régimen legal no es relevante esta distinción, ya que de
conformidad con lo que se reconoce en el art. 9o, cláusula transitoria segunda de la ley
26.994 de sanción del Código Civil y Comercial, el embrión no implantado debe
ser protegido, y en tanto debe serlo, es a los efectos de su implantación y porque se le
reconoce su naturaleza de persona humana.
$3. Presunción de nacimiento con vida.- La parte final del precepto reproduce la solu
ción del art. 75 del CC, en el cual se establece una presunción juris tantum en
cuanto al naci miento con vida, poniendo a cargo de quien lo niega la demostración
correspondiente.
La prueba que se requiere para destruir la presunción es que el nacido estuviese
muerto en el momento del parto, no tomándose en consideración el hecho de fallecer
una vez producido este, ya que ello equivaldría a exigir viabilidad para
prolongar la vida.
El artículo no ha seguido la disposición del art. 74 del CC, por la cual si los nacidos
"... murie sen antes de estar completamente separados del seno materno, serán
considerados como si no hubieran existido". Esta disposición era contradictoria con la
presunción de nacimiento con vida, y en consecuencia es correcto el haberla dejado de
lado, porque el nacimiento sin vida es una cuestión de hecho, estando la prueba a
cargo de quien la alega.
$ 1. Efectos del nacimiento.- El nacimiento con vida consolida las relaciones jurídicas de la
persona por nacer. En el Código Civil se establecía que el nacimiento con vida
se presumía co mo cierto "... cuando las personas que asistieren al parto
hubieren oido la respiración o la voz de los nacidos, o hubiesen observado
otros signos de vida" (art. 73), disposición que no se repro duce en el
Código Civil y Comercial, ya que la regla es que en el caso de duda se presume
el naci miento con vida.
Si la persona no naciera viva, esos derechos y obligaciones, salvo excepciones,
quedan extin guidos, y se revierten a aquellos a los cuales hubieran
correspondido, como si esta nunca hubie ra existido.
La presunción legal concuerda con el sistema presuntivo de la época de la concepción
adop tado en el art. 20, el cual impide transmitir las relaciones jurídicas de la persona por nacer
a sus sucesores universales si ésta nace sin vida, en razón de que no se puede
establecer con certeza si existía en el seno materno en el momento en que esas
relaciones se produjeron.
En cuanto a la condición jurídica de las personas por nacer, en el presente
artículo se man tiene la redacción del art. 70 del CC, considerada deficiente por la
mayoría de la doctrina, al someter aparentemente a una condición resolutoria los derechos
de ellas.
Parte de la doctrina asimiló esta disposición al establecimiento por la ley de una
condición resolutoria de la personalidad, consistente en el nacimiento sin vida. Es la
conclusión a la que puede llegarse sobre la base del art. 74 del CC, reproducido
en el párr. 2° del presente, el cual establece que si la persona nace muerta se
presume que nunca existió!
Esta disposición del Código de Vélez fue criticada por no coincidir con la realidad de los
hechos, ya que la condición, considerada como modalidad de los actos jurídicos, puede
operar sobre una relación juridica o sobre un derecho en especial, pero no
extinguir al propio sujeto de la relación?. Lo correcto hubiera sido establecer que
el nacimiento sin vida opera la resolu ción con efecto retroactivo de los derechos
y relaciones jurídicas, no pudiendo existir transmi sión sucesoria alguna de tales
relaciones.
Se observa además que no todas las relaciones jurídicas admiten su extinción
retroactiva, debiendo tomarse en consideración sus respectivas naturalezas. Por ejemplo, no
podrían extin
Capítulo 2
Capacidad
Sección 1a – Principios generales
Art. 22. — «Capacidad de derecho». Toda persona humana goza de la
aptitud para ser titular de derechos y deberes jurídicos. La ley
puede privar o limitar esta capacidad respecto de hechos, simples
actos, o actos jurídicos determinados.
Antecedentes: CC, arts. 51, 52, 5o; Freitas, Código Civil. Esboço, arts. 36 y 37; Proyecto de
1998, art. 18. Concordancias: CCCN, arts. 23 a 28, 31, 32, 48 y 358.
$1. La capacidad en general. La capacidad jurídica como regla.—
Tradicionalmente, cuan do se habla de capacidad se ha hecho referencia a la
aptitud para ser titular de relaciones juri
1 Rivera, Instituciones de derecho civil. Parte general, 1992, t. I, p. 336.
2 Conf. Tobias, "La persona humana y el Proyecto", en Comentarios al Proyecto
de Código Civil y Comercial de la Nación 2012, Julio C. Rivera (dir.), 2012, p. 63 y autores
citados en su nota 23.
3 Tobias, "La persona humana y el Proyecto", en Comentarios al Proyecto de
Código Civil y Comer cial de la Nación 2012, Julio C. Rivera (dir.), 2012, p. 64. El fallo de la Corte
Suprema está publicado en LL. 2007-F-797.
JORGE LAVALLE COBO
MARIANA SANTI -
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AIL.CJ
concibe a la capacidad del niño como un camino hacia la adultez en el que se le
asegura en for ma gradual el ejercicio por sí mismo de mayor cantidad de derechos,
conforme la evolución de sus facultades
La ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de los Niños, Niñas y
Adolescentes, de 2005, constituyó un importante paso legislativo hacia la
implementación del paradigma que postulara la CDN, pero evidentemente ello no
alcanzaba a suplir la adecuación interna del derecho civil, que todavía estaba
pendiente en esa fecha. Esta ley estableció la aplicación obli gatoria de la CDN a
todo"... acto, decisión o medida administrativa, judicial o de cualquier naturaleza que se
adopte respecto de las personas hasta los dieciocho años de edad..." (art. 2o), lo
que constituye una disposición absolutamente superficial, pues la Convención ya
se encon traba perfectamente vigente y obligatoria; pero por otro lado tuvo
definiciones importantes: fijó como tope de la menor edad los dieciocho años
al señalar la obligatoriedad de la aplicación de la CDN hasta esa edad y,
fundamentalmente, por primera vez estableció etapas diferencia das como niñez y
adolescencia aunque no determinó los límites etarios de cada una. De todos modos,
sus disposiciones muchas veces fueron inaplicadas por contradecir el sistema de
reglas vigentes en el Código Civil; es decir-pese a la buena intención-el sistema de
minoridad resul taba falto de armonía y de coherencia; de ello dan cuenta numerosos
fallos, v. gr., respecto de la cuestión de la asistencia letrada de los menores-que el art.
27 de la ley 26.061 consagra, pero que los jueces consideraban inaplicable en atención
a la incapacidad para realizar actos jurídi cos establecida en los arts. 54 y 55 del
CC_10.
rés del niño y el ejercicio de su autonomía progresiva sea escuchar y atender lo que el
niño ten ga para decir acerca de sus sentimientos o pensamientos sobre el tema que lo
involucra 12
Si bien los preceptos de la CDN se enmarcan bajo el estándar de la participación del
niño en sentido amplio, tienden a un reconocimiento de la autonomía progresiva hacia
el interior del ordenamiento, basado en la categorización normativa del niño o menor
según el conjunto de derechos que estén en juego, y se configura en torno a la edad
cronológica y el rol que se le adju dica en un medio dado, que finalmente termina
diseñando un tipo de experiencia participati va, que en cada caso quedará definida por
el grado de autonomía que se le adjudique 13. En definitiva, su participación estará
asegurada más allá de la edad cronológica como categoría de actuación y el derecho a
que se escuche su opinión se ejercerá dependiendo del tipo de situa ción que configure
el conflicto, destacando que, de acuerdo con el parámetro central de pro tección que
guía siempre el régimen previsto para las personas menores, en caso de riesgo para sí
o para terceros o cuando la situación exceda las posibilidades de comprensión del niño
o su impacto sea estimado negativo, el niño ejercerá su participación a través de los
adultos legiti mados para este fin (padres, tutores, abogados, asesores tutelares,
defensores de menores), sin que ello implique desnaturalizar su condición de sujeto de
derecho ni mucho menos 14.
c) Tercer postulado: derecho del niño a ser oido.- Esta instrucción básica, que seguirá
al niño en su evolución hasta la mayor edad, termina de enlazar la reforma del régimen
jurídico para los menores prevista en el Código Civil y Comercial con las directivas de
la CDN, que tiene previsto que se le garantice al niño que esté en condiciones de
formarse un juicio propio, el derecho de expresar su opinión en todos los asuntos que
los afecte y el deber de tener en cuen ta esa opinión en función de la edad y la
madurez del niño (art. 12, CDN). Se trata, en suma, de asegurar la participación del
niño en los asuntos que le competen, sin que esto signifique que, en definitiva, sea
éste quien decida la situación, y de garantizar al niño el derecho a ser escu
chado ya sea directamente o por medio de un representante o de un órgano apropiado,
en con sonancia con las normas de procedimientos de las leyes, teniendo en cuenta su
opinión "en fun ción de la edad y madurez" conforme lo prescriben los arts. 12 de
la CDN y 24 y 27 de la ley 26.06111. Esta participación activa del niño reconoce
graduaciones y no existen, ni deben exis tir, reglas fijas que guien estas
manifestaciones; todo dependerá de la edad, madurez, condi ciones de
desarrollo, medio socioeconómico y tipo de conflicto de que se trate. Su
cumplimien to, no obstante, no debiera estar supeditado a prácticas judiciales
que pudieran desvirtuarlo, sino que, contrariamente, su efectiva realización debería
poder contribuir y relacionarse con los otros dos postulados. Parece claro al respecto
suponer que el primer paso para el mejor inte
$ 3. Capacidad y aptitud. Campos de aplicación.- Con anterioridad a la existencia de la
Convención, y mucho antes de que fuera incorporada a la Constitución
reformada en 1994, ya se analizaban en distintos países las bases sobre las que
luego se elaborarían numerosas tenta tivas y propuestas para comenzar a pensar
en una reforma legislativa que contemplara ese cambio de paradigma de minoridad
que luego encontraría cauce en las disposiciones de ese ins trumento internacional.
Así, se efectuó una primera distinción entre capacidad y competencia -noción a
la que en el Código Civil y Comercial se llama "aptitud"–, conceptos sobre los cuales
mucho se ha escri to ya y que sólo recordaremos para establecer el piso desde el cual
comienza a evolucionar la cuestión de la autodeterminación del sujeto menor de edad
en cuanto a las facultades de ejer cicio de sus derechos con relación a su propia
persona. En nuestro país, fueron precursores en esa línea de doctrina los trabajos de
las doctoras Highton y Kemelmajer de Carlucci, quienes se ñalaron el camino que
luego sería seguido y amplificado por casi todos los autores del género 15.
12 Jurisprudencialmente se ha dicho que: "En definitiva, el significado del derecho del
menor a ser oído implica que deje de ser considerado un mero destinatario de la
decisión judicial, y sí una persona cuyos intereses sean oportunamente evaluados, la audición
entonces favorece la mejor ponderación de las exi gencias y de las necesidades de quien será
directamente afectado por un acto jurisdiccional" (CNCiv., Sala I, "T., H. E.", LL,
1999-D-150).
13 Novella, “El derecho a ser oídos y la cuestión de la representación legal", en Diálogo
abierto acer ca del estado de implementación de la ley 26.061, Ernesto Blanck (coord.),
2011, p. 119.
14 CNCiv., Sala D, "R., M. C.C.T. P., M. s/Autorización", EDFA, On Line, no 67.541, donde se
dice: "El hecho que el niño sea escuchado y sea tenida en cuenta su opinión, no
significa que se deba decidir en coin cidencia con él, pues no se le confiere la
intervención como juez o árbitro, sino como sujeto de derecho interesado en
participar en procesos judiciales que afectan algún aspecto de su vida".
15 Highton - Wierzba, La relación médico-paciente: el consentimiento informado, 2a ed., 2003; y
Kemelmajer de Carlucci, "El derecho del menor a su propio cuerpo", en La persona humana, Guillermo
A. Borda (dir.), 2001, p. 249 y ss., ambas autoras forman parte de la Comisión que
efectuó el proyecto 2012.
9 Zelaya, Mario A., "La reforma del Código Civil y el postulado de la capacidad
progresiva del niño", ponencia en la Comisión "Parte General", de las "XXIII Jornadas
Nacionales de Derecho Civil", San Miguel de Tucumán, 2011.
10 CNCiv., Sala K, “R., M.A.", LL, On Line, AR/JUR/7882/2006; ídem, Sala
1,4/3/09, "L. R.C.M. Q.; M. G.", LL. 2009-B-730 YED, 232-217, voto del
juez Ojea Quintana; ídem, Sala A, 13/5/09, A.R. 526.918, entre otros.
11 CNCiv., Sala G, Res. 579.928, del 27/6/11; idem, Res. 593.164, del
17/4/12, entre otros.
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Art. 25
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en un
plio, las distintas situaciones en que pueden encontrarse los sujetos, en esperi
va de la adolescencia a la mayoría legal de edad.
En este sentido debe combinarse la regla general que establece el art o a los
dieciséis según el caso, con lo que disponen las leyes especiales
peciales que no permiten la anticipación de capacidad para determinada
categoria de casos concreto cambio de sexo o trasplantes de órganos),
prevaleciendo la edad establecie
s), prevaleciendo la edad establecida en la ley especi
fica.
En suma, y como conclusión de esta importante reforma, se puede sintetis 1) se
mantiene la regla general de la representación para el ejercicio de loen ter negocial de
los menores de dieciocho años (arts. 100 y 101, CCCM), to del ejercicio de ciertos
derechos en especial, un régimen de capacidad
derechos en especial, un regiment de capacidad progresiva en función de la edad y
grado de madurez de la persona menor de edad.
8 El art. 2o, inc. a) de la ley 26.529 de Derechos del Paciente en su Relación con
Profesionales e Insti tuciones de la Salud dispone: "Derechos del paciente. Constituyen
derechos esenciales en la relación entre el paciente y el o los profesionales de la salud,
el o los agentes del seguro de salud, y cualquier efector de que se trate, los siguientes:
a) Asistencia. El paciente, prioritariamente los niños, niñas y adolescentes, tie ne
derecho a ser asistido por los profesionales de la salud, sin menoscabo y distinción
alguna, producto de sus ideas, creencias religiosas, políticas, condición
socioeconómica, raza, sexo, orientación sexual o cual quier otra condición. El
profesionalactuante sólo podrá eximirse del deber de asistencia, cuando se hubie re
hecho cargo efectivamente del paciente otro profesional competente...".
9 CNCiv., Sala G, 13/12/12, "Y. S. y Y. T. y otros/Art. 250 CPCC".
El tema de la competencia para "actos médicos", interpretaciones y aplicare
Yaplicación jurisprudencial de la regla Gillick competence, sus problemas y precisiones
pueden verse en Santi, canon
Capacidad y competencias de las personas menores de edad en el Proyecto de Nuevo codigo
CIVII, en revista de Derecho de Familia y de las Personas", año IV, n°10. nov. 2012; Basset,
Autonomia progresiva, tendencias
10. nov. 2012, Basset, Autonomia progresiva, tenidencias jurisprudenciales en "Revista de Derecho de
Familia y de las Personas", año ll, n°9, oct. 2010;y, fundam
undamentalmente, Kemelma jer
de Carlucci, "El derecho del menor a su propio
cuerpo", en La persona humana
Personld numana, Guillermo A. Borda
(dir.), 2001, p. 249.
* MARIANA SANTI
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nes debido a la persona menor de edad con cláusula de no poder percibirlo has
voría de edad, la emancipación no altera la obligación ni el tiempo de su exi
gibilidad.
toredentes: CC arts. 128, 131 a 133, 137; ley 20.744, art. 38; CCom, art.99, Proyecto de 1998, art.
21. no Concordancias: CCCN, arts. 28 y 29.
$3. Otros derechos personalísimos del adolescente. Imagen. Privacidad.- Si bien
el ar tículo no lo menciona expresamente, parece evidente la inclusión de esta
categoría de dere chos en las disposiciones de la norma. También corresponde señalar
que la categoría de "dere chos personalísimos" no queda reducida a los de intimidad e
imagen, si bien es cierto que son los tópicos de mayor entidadil.
Esta inclusión deviene lógica por varios motivos, el primero de los cuales consiste en el
prin cipio aplicable a los actos que implican derechos personalísimos en cuanto éstos
sólo son pasi bles de ser realizados por el propio sujeto en ejercicio de su autonomía.
Es decir, por regla, los niños o adolescentes deberían gozar de la potestad de decidir
aquello en que están involucra dos sus intereses personales. En segundo lugar, el
derecho civil toma nota y queda en linea con el art. 24 de la ley 26.061, que
reconoce facultades a los menores de edad, si bien en forma por demás
genérica 12
Pero además, los datos de la realidad parecen definitivos para cerrar la cuestión a favor
del adolescente, aun cuando siempre existirá la salvedad de que el propio menor se
coloque en una situación de riesgo o de vulnerabilidad y se impongala
actuación del representante legal, inclu so una intervención judicial. La
instalación cultural de las redes sociales como parte de la vida del adolescente, nos
coloca, respecto de intimidad e imagen, en un plano que supera la interven ción de
padres, tutores o representantes. Evidentemente, es un espacio que el adolescente asu
me propio y allí puede expresar sus ideas, mostrar fotografías o retratos de su persona
y expo ner su privacidad hasta el punto que considere;y todo ello sin que tales
posibilidades o su uso nos merezcan juicio de valor alguno. No obstante, de
traspasarse los límites de lo conveniente, cla ramente y por la via del principio "del
mejor interés del niño", los representantes o incluso las autoridades administrativas o
judiciales deberán intervenir para resguardar estos derechos 13.
51 Emancipación.- Se trata de la cesación de la incapacidad que pesa sobre la
persona menor de edad, antes del cumplimiento de la mayoría de edad legal. Por
medio de ella conclu vela suieción del menor a la responsabilidad parental y éste pasa
a adquirir, con limitaciones, capacidad de obrar para ejercer por sí las relaciones
jurídicas de las que es titular. Es decir, por reala, la emancipación se orienta a
equiparar a la persona menor de edad con la que ha llega do a la mayoría de edad,
aunque este principio no es absoluto y se integra con un régimen de actos jurídicos
que le están vedados realizar al emancipado (art. 28, CCCN) y otros para los
cua les se requiere autorización judicial (art. 29, CCCN).
En el régimen del Código Civil (art. 131, CC, modificado por la ley 17.711) existían dos
tipos posibles de emancipación: la dativa o por habilitación de edad que requería
que el menor tuviera dieciocho años de edad y la emancipación por matrimonio. Es
decir, por un lado exis tía la posibilidad de que los progenitores otorgaran la
emancipación al menor, siempre que éste contara con dieciocho años cumplidos'y
prestara su consentimiento para ello; y por otro, tam bién se adquiría la emancipación
en forma automática cuando la persona menor de edad con traía matrimonio, acto
para el cual debía contar con dieciocho años o autorización de los padres o
dispensa judicial.
En virtud de estas disposiciones, que, como se advierte, tenían
especialmente en considera ción el escalón etario marcado por los
dieciocho años de edad, el cambio relevante, con res pecto al sistema
legal establecido por la ley 17.711, ya se había producido con
anterioridad, al dictarse la ley 26.579 que disminuyó la edad requerida para la
mayoría de edad de veintiún años a dieciocho años. Fue en ese momento en
que el régimen del menor emancipado-un verda dero sub-régimen del menor,
integrado por la emancipación dativa y la emancipación matri monial-dejó de existir en
su mayor medida. En efecto, la emancipación dativa o por habilita ción de edad (art.
131, CC) requería que el menor hubiera llegado a los dieciocho años para poder ser
emancipado y, a su vez, muchos menores que llegaban en tal condición al matrimo nio
ya eran portadores de esa edad. De tal modo, las disposiciones que vedaban en
absoluto la realización de determinados actos (art. 134, CC) o lo condicionaban a la
mayoría de edad del conyuge que estuviera de acuerdo, o a una autorización judicial
(art. 135, CC), dejaron de ope rar al bajar el escalón que separaba al mayor de edad
del menor habilitado para un número muy importante de actos civiles, es decir, los
dieciocho años.
Producida la reforma legislativa de la mayoría de edad, sólo subsiste, y así lo expresa
el art. 21 del CCCN, la emancipación respecto de aquel menor que contraiga
matrimonio con menos de dieciocho años de edad y siempre que lo haga con
autorización judicial.
Art. 27. – «Emancipación». La celebración del matrimonio antes de los
dieciocho años emancipa a la persona menor de edad. La persona
emancipada goza de plena capacidad de ejercicio con las limitaciones
pre vistas en este Código. La emancipación es irrevocable. La nulidad
del matrimonio no deja sin efecto la eman cipación, excepto respecto
del cónyuge de mala fe para quien cesa a partir del día en que la
sentencia pasa en autoridad de cosa juzgada.
11 Sobre las tendencias actuales y la posibilidad de que los menores de
edad puedan ejercer en for ma progresiva sus potestades con relación a los
derechos de la personalidad, véase Tobías, Derecho de las personas, 2009, p. 142 y
siguientes.
12 El art. 24 de la ley 26.061 dispone: "Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho
a: a) Participar y expresar libremente su opinión en los asuntos que les conciernan y en
aquellos que tengan interés; b) Que sus opiniones sean tenidas en cuenta conforme a su
madurez y desarrollo.
Este derecho se extiende a todos los ámbitos en que se desenvuelven las niñas, niños
y adolescentes, entre ellos, al ámbito estatal, familiar, comunitario, social, escolar,
cientifico, cultural, deportivo y recrea tivo".
13 Para una profundización de este tema recomendamos Nicolau, La aptitud de los
niños y adoles centes para la defensa de su privacidad e imagen, LL, 2007-B-1151.
Recuérdese que la mayoría de edad legal se adquiría a los veintiún años, hasta que fue modifica da por
la ley 26.579 que la estableció en dieciocho años, en concordancia con la Convención sobre los Dere
chos del Niño.
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La norma condiciona la autorización del juez a un criterio rector: que se verifique una
nece sidad absoluta de disponer del bien o que exista en el negocio una evidente
ventaja patrimo nial para el menor emancipado. Ello significa, básicamente, que la
decisión judicial de autori zar debe ser fundada en alguno de estos dos motivos que
justifiquen el apartamiento del prin cipio general, es decir, no cabe aquí la posibilidad
de un actuar discrecional del magistrado.
El Código Civil y Comercial no contempla la exigencia de que, autorizada la
enajenación del bien por el juez, la venta deba ser realizada en subasta pública tal
como lo establecía el art. 136 del CC". No obstante, la realidad de remates y subastas
judiciales alcanza para poner en duda que esa modalidad garantice mejores
condiciones de venta para el menor emancipado.
w Es decir, se les aplica a tales actos la sanción genérica del derecho civil, la nulidad, to
principal es impedir que el acto jurídico produzca sus efectos propios 13.
ema de nulidades que sostenía el Código Civil, este tipo de actos eran considerados os
puesto que la ley misma estipulaba su invalidez (arts. 1042 y 1043, C2). En el sistema
stos quedan siempre sujetos a la acción de nulidad (art. 382, CCCN), la que debe sus
ecesariamente (art. 383, CCCN), es decir, para hacerla efectiva se requiere una acción
isl por tratarse de un principio de sanción afirmado en la protección de un interés parti r
ol del menor emancipado esta nulidad es una nulidad relativa, que sólo puede arti ularse por las personas
en cuyo beneficio se establece, permite la confirmación del acto que la contiene y es prescriptible
(art. 388, CCCN).
$ 4. Actos de administración.- Los arts. 28 y 29 del CCCN no limitan, en forma
alguna, los actos de administración del menor emancipado sobre sus bienes. Posee la
plena administración
-y disposición, en este caso, de los bienes adquiridos con el fruto de su trabajo, pero
también de los bienes recibidos a título gratuito que integren su patrimonio. En otras
palabras, el con trollegal y judicial que garantiza la integridad del patrimonio se
circunscribe a los actos de dis posición de los bienes que ha adquirido por
herencia, donación, cesión de derechos u otra for ma de adquisición gratuita.
Art. 30. — «Persona menor de edad con título profesional habilitante». La persona
menor de edad que ha obtenido título habilitante para el ejercicio de una
profesión puede ejercerla por cuenta propia sin necesidad de previa autorización.
Tiene la ad ministración y disposición de los bienes que adquiere con el producto
de su profesión y puede estar en juicio civil o penal por cuestiones vinculadas a
ella. Antecedentes: CC, arts. 126 a 128; Proyecto de 1998, art. 24. Concordancias:
CCCN, arts. 25 y 26.
$5. Actos de disposición.- Como ya fue indicado precedentemente,
creemos que los ac tos vedados al menor emancipado por los arts. 28 y 29 del
CCCN comprenden tanto los actos o negocios que implican disposición del
bien en forma directa (v.gr., compraventa, donación), como aquellos que
podrían derivar en disposición y desmedro del patrimonio, en forma indi
recta (v.gr., garantizar en forma personalo mediante un derecho real una
obligación de un ter cero con bienes del patrimonio del emancipado).
Por otra parte, cabe señalar que la prohibición de disponer gratuitamente de
bienes adqui ridos, a su vez, por vía gratuita, abarca tanto a los bienes así adquiridos
antes o después de la emancipación. Ello por cuanto la norma no establece, ni lo
hacía tampoco el art. 134 del CC, nin guna diferencia al respecto; debiéndose por
tanto estar, para interpretar estas cuestiones, a la guía que aporta la finalidad que
persiguen estas limitaciones legales.
Existen autores que, además, consideran que debe entenderse que las prohibiciones
esta blecidas para disponer a título gratuito de bienes o a título oneroso con
autorización judicial, alcanzan a los bienes adquiridos a título oneroso con el
empleo de lo generado por bienes ante riormente adquiridos a título
gratuito (v.gr., bienes comprados con las rentas de un bien here dado)12
§ 1. Persona menor de edad que ejerce una profesión.- Al igual que lo que ocurre
con la emancipación, los casos de menores de edad que tengan un título habilitante se
han reducido, con la modificación de la mayoría de edad a los dieciocho años, a
un escaso universo de personas.
Recordemos que en la actual redacción del Código Civil y Comercial, el joven menor de
edad puede celebrar contrato de trabajo y administrar y disponer libremente de los
bienes que adquiere con su producto desde los dieciocho años sin necesidad alguna
de autorización, es decir que en el régimen del Código ya existía una plena capacidad
laboral (art. 128, CC, conf. ley 26.579). Por otra parte, también a los dieciocho años la
persona menor de edad puede ejercer oficio, profesión o industria y, correlativamente,
se les reconoce el derecho a estar en juicio civil o penal por acciones vinculadas a su
actividad (art. 275, CC).
Con respecto a la persona menor que no cumplió todavía dieciocho años y que
hubiera obte nido un título habilitante, existe consenso en la doctrina en que, por el
juego armónico de los dos artículos mencionados, no podría sin autorización de sus
padres ejercer la actividad para cuyo ejercicio obtuvo la certificación profesional, más
allá de que, una vez que contara con ella es libre de administrar y disponer los
bienes fruto de su trabajo?
$ 6. Sanción frente al incumplimiento.- Los actos que realice el menor emancipado con
traviniendo las prohibiciones del art. 28 del CCCN, o sin requerir la autorización judicial
en el caso del art. 29 del CCCN, conllevan la consecuencia de que se trata de actos
sujetos a la acción
Borda, Tratado de derecho civil. Parte general, 11° ed., t. II, p. 376; Llambias, Tratado de
derecho CIVII. Parte general, t. II. p.565; Nieto Blanc, Inexistencia y nulidad, LL, 104-1014 y la
mayoría de la doctrina,
11 Salvat, Tratado de derecho civil argentino. Parte general, act. por José M. López
Olaciregui, 1964, t. 1. p. 339, quien sostiene que la exigencia tiene por objeto asegurar
el mejor precio posible para el eman cipado.
12 Tobias, Derecho de las personas, 2009, p. 184.
La ley 26.390 dispone que el menor de dieciséis años puede celebrar contrato de trabajo con
auto rización de sus padres.
Rivera, Instituciones de derecho civil. Parte general, 1992 t. I, p. 423; Bossert - Zannoni, en Código
"yleyes complementarias. Comentado, anotado y concordado, Augusto C. Belluscio (dir.) -
Eduardo A. Zannoni (coord.), 1986, t. 6, p. 829.
- MARIANA SANTI
• MARIANA SANTI