El universo se mueve y vive, haciendo una representación de la eternidad, y que los
hombres experimentamos, en la eternidad no hay movimiento, y el tiempo es el
enriquecimiento de lo perpetuo, una imagen móvil de la eternidad. Lo eterno es exactamente igual a lo considerado anteriormente, exactamente el mismo en su naturaleza y forma, no pude cambiar; los que se mueven en lo sensible según el número, surgen cuando el tiempo imita la eternidad, y la lógica es anterior al número, enriqueciendo el concepto de lo eterno podemos decir que es un tiempo primero, la eternidad se eleva por encima del tiempo, la eternidad es superior. Platón claramente continúa la tradición de la metafísica del ser de Parménides, y la eternidad es una concepción general que permite hablar del tiempo, estos autores hablan sobre el alma como una capacidad que los hombres tenemos para movernos a nosotros mismos, como los astros entorno a la Tierra. El mundo logra su equilibrio gracias a su estructura perfecta de un organismo viviente, como lo menciona: “La eternidad platónica es pura duración en la que nada sucede, porque, desde siempre, todo está en ella”.1 Para Platón el tiempo es una realidad que describe un tiempo cósmico. El tiempo cósmico imita al eónico, bajo la forma del movimiento. Las ideas de Platón van a ser desarrolladas por Plotino que hace derivar el tiempo cósmico del tiempo eónico, o sea, el alma participa de la eternidad, la contempla y se vuelve similar a lo divino. Creo conveniente que mencionemos otros tipos de conceptos del tiempo, que Plotino no da tratamiento, como el cósmico, el cronológico, o el fenomenológico que es del que habla San Agustín como un efecto de una proyección,