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CASO: ELLA SIEMPRE SERÁ MI PEQUEÑA HERMANA

Martin Schmidt es el dueño de la segunda generación y gerente de una


empresa constructora de torres de oficina. Está cerca de los 60 años y
recientemente se empezó a preocupar por su hija, Dorothy, y su reciente
deseo de unirse a la empresa familiar. El hijo de en medio de Martin, Robert,
ha trabajado con Schmidt Works durante cuatro años y se vislumbra
ampliamente como su sucesor. Su otro hijo, el mayor, se mudó lejos de casa
después de tener un altercado con su padre. La esposa de Martin no está
involucrada en el negocio. Martin admite que Dorothy está bien preparada
para tener una carrera en Schmidt Works. Ella estudió en las escuelas Ivy
League, trabajó de forma exitosa en un conglomerado multinacional, y cuenta
con una maestría en administración de negocios (MBA). Cuando se le preguntó
a Martin acerca de sus reservas en cuanto a que Dorothy se uniera a la
empresa, él contestó: “Tengo miedo de traerla a la compañía. Sé que está
calificada para ello, pero es sólo que no puedo ver a mi Dorothy dirigiendo y
dando órdenes. Es una buena chica, y sé que nadie en esta compañía le hará
caso”.
Robert comparte la opinión de su padre en cuanto a que Schmidt Works no es
“el lugar correcto para Dotty”. Él dice: “No la veo trabajando en esta industria,
es un trabajo físicamente agotador. Me temo que pueda fallar, y ella no es
capaz de manejar el fracaso. Siempre será mi pequeña hermana. Yo sólo
quiero protegerla, y no tengo tiempo de sostener su mano. Su insistencia en
unirse a la empresa está empezando a irritarme”.
Dorothy por su parte dice: “Siempre quise estar en la empresa, y como
miembro de la familia, se me debería permitir unirme a ella. Mi único
problema es lograr que mi padre y mi hermano me tomen en serio. Si les
presento alguna idea que provenga de un experto, ellos me escuchan, pero mi
opinión pasa usualmente por alto y no se analiza. Me siento frustrada y un
poco desesperanzada incluso por cosas en las que me siento confiada”.

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