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NOMBRE

Mariloly Jiménez

MATRICULA
BA-18-10765
Derecho penitenciario: concepto y autonomía
Entendemos por derecho penitenciario el conjunto de normas jurídicas que
regulan la aplicación o la ejecución de las penas privativas de libertad. El
hecho de que se trate de normas jurídicas impide toda confusión con la
extensa serie de reglas de tipo técnico o artístico que disciplinan también la
ejecución de las penas de privación de libertad, y que constituyen la
denominada, en sentido un tanto laxo, ciencia penitenciaria.

Sobre la naturaleza del derecho penitenciario, la doctrina dista mucho de


ser pacífica. Una minoría se pronuncia por su autonomía dentro del total
complejo del ordenamiento jurídico, en tanto que la mayor parte de los
autores se inclinan por considerarlo parte del derecho penal (sustantivo o
procesal) o del derecho administrativo, según que su profesión personal sea
la de penalistas o administrativista. Incluso el propio sustantivo derecho ha
parecido excesivamente importante para aplicarlo a un conjunto de
preceptos al que se negaba autonomía, propugnándose los vocablos, más
modestos, de preceptiva o legislación penitenciaria, para su denominación.

Para tomar partido en esta cuestión preliminar, es preciso esclarecer el


sentido de la autonomía jurídica. ( todo cuanto digamos a continuación es
sin perjuicio de la consideración unitaria del ordenamiento jurídico,
cuestión que en el derecho positivo español juega más como principio
orientador de problemas de lege ferenda que como característica actual del
sistema).

Existen dos clases de autonomía: autonomía por razón de las fuentes (de
primer grado), autonomía por razón de la materia regulada (de segundo
grado). Siendo las fuentes por regla general comunes a todos los sectores
del ordenamiento, es la especialidad de la materia regulada la que ha de
darnos la pauta para distinguir unos sectores de otros. Efectivamente, los
objetivos que sirven para denominar los diversos sectores del ordenamiento
jurídico (civil, penal, administrativo, laboral …) indican que la
diferenciación es de naturaleza material.

Ahora bien, ¿es especial la materia regulada por el derecho


penitenciario?
Alonso Olea advierte sobre la conveniencia de no ser rigoristas al
considerar las autonomías jurídicas. No hay comportamientos estancos
entre unos y otros sectores o ramas del ordenamiento, pero suele haber una
materia específica o más intensamente regulada por cada uno de ellos, sin
perjuicio de reflejos o conexiones con los demás sectores. Desde este punto
de vista, podría estimarse que la regulación de la ejecución de las penas
privativas de libertad representa de suyo una materia propia y diferente de
las que constituyen el objeto de los derechos comúnmente conocidos. Pero,
si el rigorismo es rechazable, también lo es la facilidad acomodaticia, que
nos llevaría a conceptuar autónoma la regulación de cada instituto jurídico.
En la práctica, este vicio ya se ha dado en algunos autores, al hablar de
derecho agrario, derecho aeronáutico..etc., denominaciones que no pueden
tener otro significado sino facilitar la exposición didáctica de la normativa
referente a esos temas, sea cualquiera el sector del ordenamiento jurídico a
que materialmente pertenezcan las normas en cuestión…¿Es este el caso
del derecho penitenciario?

No cabe una solución tajante. Pero si ir esclareciendo pistas que a caso nos
conduzcan algún día a una solución real ( y viable en el sistema jurídico) ,
otra cosa sería pura elucubración teórico-abstracta, sin ningún sentido.
Como hemos dicho, los penalistas adscriben generalmente sin dudar el
derecho penitenciario al derecho penal, del que constituiría una parte,
precisamente aquella consagrada a regular la ejecución de una de las penas,
la más importante (aunque no la más grave) y frecuente en el sistema
actual. Los administrativistas opinan que, siendo la ejecución de la penas
competencia de la administración, los preceptos que la regulan se refieren a
uno de tantos servicios públicos y son de naturaleza administrativa. ¿Quién
tiene razón?A mi juicio, ambos.

Ejecución, aplicación y cumplimiento de las penas son términos


diferenciados por algún autor concienzudo. Prescindiendo por ahora de esta
cuestión, quiero no obstante destacar los dos aspectos fundamentales de la
ejecución de las penas: el cumplimiento de las mismas justificarían
intrínsecamente tal resolución, pues las mismas se satisfacen
suficientemente con la consideración conjunta, armónica, de la legislación
penitenciaria en sus diversos aspectos, penales y administrativos, sin mayor
transcendencia. Claro que tampoco la tiene la cuestión del nombre, y lo que
está en juego es únicamente el rigor terminológico. Por ello, el empleo de
la expresión derecho penitenciario es permisible, siempre y cuando se
entienda en el mismo sentido (impropio) en qué se utiliza cuando se habla
de “derecho agrario”, “derecho de la circulación”…o incluso “derecho
de los menores”.

Que esto deba o no ser así es otro problema, y de mayor envergadura. La


normativa actual de los condenados a pena de privación de libertad,
sometidos a esa doble relación jurídica aludida, es una fuente inacabable de
conflictos y dudas no resueltos legislativa ni doctrinalmente. Conflictos que
se agravan con la suma de los existentes entre los dos “poderes”
competentes el la materia, esto es , el judicial y la administración, cuyas
esferas de atribuciones no están suficientemente delimitadas. Aunque el
reglamento de los servicios de prisiones tiende a minimizar la intervención
judicial, aleccionado posiblemente por los términos vagos de la ley de
enjuiciamiento criminal y la legislación orgánica judicial.

El primer paso ha de ser, según creo, la delimitación neta de atribuciones


entre los tribunales y la administración penitenciaria, para tratar después de
la conveniencia práctica de establecer, en su caso, una “jurisdicción
penitenciaria”, o bien atribuir la gestión de los establecimientos
penitenciarios al poder judicial (penal). Ambas soluciones serían
extremadas, y exóticas en nuestro ordenamiento jurídico, que no está
actualmente preparado para integrarlas. Pero solo cuando estos pasos (u
otros análogos) se dieran, cabría plantearse con propiedad la cuestión de la
autonomía del “derecho penitenciario”….

Principios fundamentales de la ejecución penitenciaria

Principio de legalidad:
1. Principio de legalidad:
Art. 3.2 CP «no podrá ejecutarse pena ni medida de seguridad en otra forma que la
prescrita por la Ley y reglamentos que la desarrollan…».

Art. 2 LOGP «la actividad penitenciaria se desarrollará con las garantías y dentro de los
límites establecidos por la Ley, los reglamentos y las sentencias judiciales».

Principio de judicialización:

2. Principio de Judicialización:
Poder Judicial (art. 117 CE) «juzgar y hacer ejecutar lo juzgado».
Art. 76 LOGP. El JVP tiene atribuciones para hacer cumplir la pena impuesta, resolver
recursos, salvaguardar los derechos de los internos y corregir abusos y desviaciones.
3. Principio de Resocialización (art. 25.2 CE): Las penas estarán orientadas a:

Principio de Resocialización (art. 25.2 CE): Las penas estarán orientadas:


Reeducación; compensar las carencias del recluso frente al hombre libre
ofreciéndole posibilidades para que tenga un acceso a la cultura y un desarrollo integral
de su personalidad.

Reinserción; proceso de introducción del individuo en la sociedad. Favorecer el


contacto activo recluso-comunidad.

Principio de presunción de inocencia:


“Toda persona no es culpable hasta que se demuestre lo contrario
(art. 24 CE)”.
Principio de presunción de inocencia:
“Todo persona no es culpable hasta que se demuestre lo contrario (art. 24 CE),
preventivos:
4. Principio de presunción de inocencia:
“Toda persona no es culpable hasta que se demuestre lo contrario (art. 24 CE)”.
Preventivos:
retener al interno a disposición de la autoridad judicial.

Fines de las Instituciones penitenciarias.


Art. 1 LOGP: Las Instituciones penitenciarias reguladas en la presente Ley tienen como
fin:
- Reeducación y reinserción social de los sentenciados a penas y medidas penales
Reeducación y reinserción social de los sentenciados a penas
y medidas penales.

Reeducación y reinserción social de los sentenciados a penas y medidas penales


privativas de libertad.

Retención y custodia de detenidos, presos y penados; medios para conseguir las


metas resocializadoras que posibilitan la ejecución penitenciaria.

Asistencia y ayuda a favor de internos y liberados; actividades de ayuda, moral y


material, a los reclusos y familiares.

La administración penitenciaria.
La dirección general de instituciones penitenciarias depende del ministerio
del interior.
Funciones del ministerio del interior:

1) Organización y gestión de las instituciones penitenciarias.


2) Supervisión del personal de servicios.
3) Observación, tratamiento, clasificación y destino de los internos.
4) Mantenimiento y mejora de la higiene y la salud.
5) Promoción, organización y desarrollo de la cultura, educación, trabajo y
deporte.

La administración penitenciaria está constituida por:

Órganos colegiados :

1) Consejo de dirección.
2) Junta de tratamiento: tendrá a su disposición, como unidades de estudio,
propuesta y ejecución, al equipo técnico.
3) Comisión disciplinaria.
4) Junta económico-administrativa

La coordinación la lleva el director del establecimiento.

Consejo de dirección:

1) Supervisar e impulsar la actividad general del centro penitenciario.


2) Elaborar las normas de régimen interior del centro penitenciario.
3) Adoptar las medidas generales necesarias en casos de alteración del orden
del centro.
4) Fijar el número de equipos técnicos del centro.
5) Determinar los puestos auxiliares.
6) Fijar los días en que puedan comunicar los internos y establecer los
horarios.
7) Determinar las áreas regimentales de participación de los internos en las
actividades del centro.

Se reunirá en sesión ordinaria 1 vez al mes..

Junta de tratamiento.
Compuesta por:

1) El director del centro (presidente).


2) Subdirector de tratamiento.
3) Subdirector médico.
4) Los técnicos de instituciones penitenciarias.
5) Un trabajador social.
6) Un educador.
7) Un jefe de servicios.
Los acuerdos se adoptarán tomando como referencia las propuestas elevadas por
los equipos técnicos.
Funciones principales:

1) Establecer los programas de tratamiento o los modelos individualizados de


ejecución para cada interno.
2) Supervisar la ejecución de las actividades programadas por el equipo técnico.
3) Formular las propuestas razonadas de grado inicial de clasificación y de destino
al establecimiento que corresponda.
4) Proponer al centro directivo la progresión o regresión de grado y traslado a otro
centro penitenciario.
5) Adoptar los acuerdos que estime pertinentes sobre las peticiones y quejas que
formulen los internos a los equipos técnicos sobre su calificación, tratamiento o
programa de intervención.
6) Conceder los permisos penitenciarios de salida.

Separación y clasificación de los internos

Clasificación de Internos Separación de Internos

Los grados serán nominados Los internos serán separados en el interior


correlativamente, de manera que el de los Establecimientos teniendo en
primero se corresponda con un régimen cuenta, con carácter prioritario, los criterios
en el que las medidas de control y de sexo, edad y antecedentes delictivos y,
seguridad serán más estrictas, el respecto de los penados, las exigencias del
segundo con el régimen ordinario y el tratamiento.
tercero con el régimen abierto. Respecto de la separación de los miembros
La clasificación en segundo grado implica de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
la aplicación de las normas Estado y de los militares que sean
correspondientes al régimen ordinario de internados en Establecimientos
los Establecimientos. penitenciarios comunes, deberá observarse
El tercer grado determina la aplicación lo dispuesto en la legislación
del régimen abierto en cualquiera de sus correspondiente.
modalidades. Excepcionalmente, hombres y mujeres
El primer grado determina la aplicación podrán compartir un mismo departamento
de las normas del régimen cerrado. previo consentimiento de unos y otras y
Para determinar la clasificación, las siempre que reúnan los requisitos
Juntas de Tratamiento ponderarán la regulados.
personalidad y el historial individual, Los jóvenes menores de veintiún años sólo
familiar, social y delictivo del interno, la podrán ser trasladados a los
duración de las penas, el medio social al departamentos de adultos cuando así lo
que retorne el recluso y los recursos, autorice la Junta de Tratamiento,
facilidades y dificultades existentes en poniéndolo en conocimiento del Juez de
cada caso y momento para el buen éxito Vigilancia.
del tratamiento.
Serán clasificados en segundo grado los
penados en quienes concurran unas
circunstancias personales y
penitenciarias de normal convivencia,
pero sin capacidad para vivir, por el
momento, en semilibertad.

Los centros de corrección y rehabilitación

Hablar de buenas prácticas penitenciarias, en América Latina y el Caribe, implica


necesariamente hablar de procesos de reformas que logren desarraigar y desmontar toda
una estructura histórica de abusos, tráfico de influencias, drogadicción, prostitución,
inequidad, privilegio para algunos, violación de derechos, violación sexual, ausencia de
programas de rehabilitación, y corrupción en el más amplio sentido. Con un
denominador común: el desconocimiento de leyes y tratados internacionales para el
tratamiento de los reclusos.

Hablar de buenas prácticas significa, y así ha sido para la República Dominicana,


cambiar a positivo el escenario descrito en el párrafo anterior; y necesariamente ha
implicado contar con la voluntada política para esa transformación. Esto ha hecho
posible la asignación de partidas presupuestarias que al ritmo de nuestra economía han
posibilitado que a la fecha de 37 cárceles existentes en el pais, nueve 9 son hoy Centros
de Corrección y Rehabilitación.

Hablamos y hablaremos de reforma penitenciaria, de nuevo modelo de gestión en la


Republica Dominicana porque entendemos que este proceso en su conjunto constituye
en sí una buena práctica.

La reforma del sistema penitenciario no puede ser una frase vacía, sino que debe
mostrar evidencias de un cambio positivo, basado en el respeto a los derechos y
dignidad de los privados de libertad. Son esas las evidencias que intentaremos mostrar
en el presente documento, buscando recoger de manera organizada el producto de un
proceso de más de cuatro años de implementación. Cuya meta a mediano/largo plazo es
la incorporación de todos los recintos penitenciarios al nuevo modelo de gestión
penitenciaria dejando atrás los cementerios de hombres y mujeres vivos para convertirse
en verdaderos centros de reeducacion y rehabilitación. Los denominados centros de
corrección y rehabilitación son lugares de segunda oportunidad y trampolín a la
reinserción social de hombres y mujeres, que en algunos casos no tuvieron la
orientación, educación, hogar, afecto, u oportunidad.

¿Cuáles son esas evidencias de buenas prácticas en este modelo de gestión de República
Dominicana? Comenzaré por decir que el proceso de reforma ha sido cimentado en
cinco pilares básicos, que son: (a) el marco jurídico normativo nacional e internacional;
(b) la adecuación y construcción de planta física; (c) la creación de la Escuela Nacional
Penitenciaria; (d) la selección, reclutamiento y capacitación del personal; y (e) el diseño
e implementación de programas de reeducación.

A-Marco jurídico normativo nacional e internacional: El rescate, reconocimiento y


aplicación, de nuestra ley de régimen penitenciario, la Ley 224 de 1984, esto se
evidencia en la creación del Manual de Gestión Penitenciaria. El cual recoge una
multiplicidad de protocolos de actuación para las diferentes áreas de gestión. Creados en
consonancia con el espíritu de esta ley y de otros tratados internacionales para el
tratamiento de los reclusos, reglas mínimas, principios básicos. A más de 20 años de
erogada esta Ley se mantuvo olvidada.

B. Adecuación y construcción de planta física: En este aspecto podemos mostrar un


antes y después de una planta física que se caracterizó por una serie de tarantines
diseñados por los mismos reclusos en pequeños o grandes espacios dependiendo del
nivel económico de estos, y por tanto, de su poder para comprar el espacio y al
funcionario de turno en la prisión. No se priorizaba la existencia de áreas para los
talleres de educación y escuelas, ya que estos espacios también eran vendidos. Hoy en
los 9 centros contamos con espacios diferenciados y remozados para: convivencia
(dormitorios); talleres y aulas; área de recreación y deportes; áreas para visita -infantil
que se realiza separada de la visita de adultos, área para visita de adultos y para visitas
íntimas (en proceso en algunos centros funcionando en otros)-; áreas de observación,
para la implementación del primer periodo del régimen progresivo; celdas para
reflexión (aislamiento) en casos disciplinarios, siendo estos lugares adecuados para su
habitabilidad con agua, luz y de donde los internos bajo sanción son llevados
diariamente a cumplir con sus actividades de educación, trabajo o deporte; y un centro
semi-abierto para el periodo de prueba en el caso de los hombres.

C. La Escuela Nacional Penitenciaria (ENAP): La creación de ésta ha sido una piedra


angular en la reforma y permite como buena práctica contar con un personal motivado y
sensibilizado. Como organismo encargado del reclutamiento y la capacitación de las
personas que son integradas al sistema penitenciario. Desde su creación ha capacitado
aproximadamente 1000 jóvenes de ambos sexos como agentes de vigilancia y
tratamiento penitenciario (VTP), y ha formado a través de los diplomados en gestión
penitenciaria a unos 400 profesionales y técnicos de las áreas de derecho, salud,
educación, deportes, psicología, asistentes social entre otros.

D. La selección, reclutamiento, capacitación y organización de los recursos humanos:


Anteriormente en las nueve cárceles, hoy centros de corrección incorporados, existía un
personal de seguridad y autoridades civiles no integradas a los programas,
desmotivados, mal pagados y que ejercían o permitían todo tipo de maltrato hacia los
privados de libertad. Pero que además eran en muchos de los casos los corruptores y
extorsionadores. Hoy se cuenta con un personal de seguridad integrado por jóvenes
civiles formados para tal propósito y personal profesional, todos egresados de la Escuela
Nacional Penitenciaria. Como buena practica, vemos que quiénes se han apartado de la
actuación correcta han sido separados de los equipos, una vez comprobada la
irregularidad. Los encargados de la seguridad deben realizar el curso de agentes de
vigilancia y tratamiento; y el personal profesional que conforma el equipo
multidisciplinario debe cursar el diplomado en gestión penitenciaria. El nuevo modelo
de gestión ha incorporado una estructura orgánica que distribuye al personal de los
centros penitenciarios en tres grandes subdirecciones: Seguridad, Administración y
destino, suerte o programas a aplicar a los internos, sino que depende de un equipo.
También la Comisión de Vigilancia Evaluación y Sanción, órgano compuesto por
diferentes miembros de las diferentes áreas, tiene por función evaluar el progreso,
tratamiento, adaptación y sanciones de los reclusos.

E. Los programas de tratamiento penitenciario: Otro elemento esencial al momento de


hablar de buenas prácticas son los programas para lograr la reeducación del reo. Estos
deben partir de una valoración integral del individuo, lo que nos permite determinar su
personalidad y déficit en el orden educativo, laboral, y social. Luego, con base en este
diagnóstico, pasar a desarrollar el plan de actividades conducente a su rehabilitación.
Estos programas están articulados según las características de cada centro en términos
de espacios, sexo de la población, y los resultados de la valoración individual de cada
interno. Las intervenciones educativas y laborales están permeadas por la asistencia
espiritual, psicológica, jurídica y sanitaria. Existen protocolos de actuación (ver Manual
de Gestión) para las actividades desarrolladas, tanto en el área de tratamiento, como en
el área de seguridad. Por tanto, las intervenciones no dependen del capricho de un
funcionario. La participación en los diferentes programas se logra mediante la
sensibilización de la población en función de los beneficios que representa la
incorporación a los programas.

Otros ejemplos de buenas prácticas:


Otro aspecto que citamos como buena práctica, es la implementación del régimen
progresivo de la pena. Se ha establecido que todo interno de nuevo ingreso debe pasar
por un periodo de observación de 10 a 30 días en el cual el equipo multidisciplinario lo
evalúa para concluir con el diagnostico y elaboración del plan individualizado de
tratamiento.
Por otro lado, se habla de buenas prácticas como aquellas que parten del reconocimiento
del respeto a los derechos fundamentales. Lo que significa tratar con humanidad y
respeto al privado de libertad en el marco de lo establecido por las normas y tratados a
estos fines y de respeto a los derechos. De ahí que en sentido general debemos decir que
las torturas y los malos tratos, tal como mandan las Reglas Mínimas, han sido abolidos
en el nuevo modelo de gestión. Cuando existe alguna denuncia en ese sentido se abre
una investigación, que termina con sanción o cancelación de comprobarse dicho hecho.

Hemos iniciado un proceso de clasificación, mucha veces limitado por el espacio, pero
en el que se considera el si el detenido está condenado o es un procesado; la condición
de salud; el sexo y la edad. Y en algunos centros como el de Najayo, se ha logrado
habilitar pabellones para las embarazadas, paridas y las mujeres mayores de 50 años. En
el nuevo modelo de gestión los menores no entran a centros para adultos; y ningún
interno es ingresado sin orden de un tribunal judicial competente.

Se cuenta con un sistema de registro automatizado que permite asentar y monitorear


todos los movimientos de los privados de libertad desde su ingreso hasta su egreso.

Los agentes de vigilancia penitenciaria no portan armas de fuego ni macanas al interior


de los centros. La custodia de mujeres la ostentan mujeres, no hombres, como
anteriormente acontecía.

Los internos toman participación al momento de la toma de algunas decisiones, a través


de los coordinadores de áreas, que son internos que se reúnen periódicamente con el
equipo multidisciplinario o con el director. Éstos también informan sobre situaciones
que pudieran estar afectando a sus compañeros por diversas causas incluyendo el
maltrato por parte de algún funcionario.

Las acciones disciplinarias, tanto para el personal de seguridad, como para los internos
están contempladas en el Manual de Gestión Penitenciaría, y es de conocimiento de
ambas poblaciones.
Existe un horario regimentar que dirige el día a día de los centros, publicado de manera
visible para todos en un lugar estratégico.

El dinero no circula en los centros penitenciarios, sino que se cuenta con un sistema de
boletos cuyos valores van desde los 50 hasta los 500 pesos, moneda de curso legal, con
el que los internos pueden adquirir cualquiera de los productos que se expenden en los
economatos. Estos víveres no forman parte de la dieta diaria, ya que los centros
proporcionan la alimentación diaria sin costo para los internos. Los economatos son
tiendas (expenden jugos, leche, galletas, revistas, ropa interior, entre otros artículos) que
han venido a sustituir los negocios que anteriormente pertenecían a los reclusos
privilegiadas o algún funcionario.

Estas son las intervenciones que estamos desarrollando en el modelo de gestión


penitenciaria que se desarrolla en la Republica Dominicana, y que busca mantener un
trato digno no solo para los (as) internos (as), sino también para el personal encargado
de trabajar con la población de privados de libertad.

Vigilantes del tratamiento penitenciario (VTP)


En República Dominicana coexisten dos sistemas penitenciarios: El tradicional –
manejado por policías y fuerzas del cuerpo militar – y el del nuevo modelo (cuerpo civil
especializado en materia de tratamiento, gestión y seguridad penitenciaria).

El Nuevo Modelo de Gestión Penitenciaria constituye una mudanza de paradigma del


tratamiento de los privados de libertad, en el cual se tienen en cuenta sus derechos
ciudadanos fundamentales, a pesar de que estén en conflicto con la ley y la justicia
penal.

Con la fundación de la Escuela Nacional Penitenciaria desde el 30 de julio de 2003, la


formación de Agentes de Vigilancia y Tratamiento Penitenciario (VTPs), de
profesionales y técnicos, permitieron viabilizar la apertura, en el año 2004, del primer
Centro de Corrección y Rehabilitación (CCR), iniciando el funcionamiento del gran
Nuevo Modelo de Gestión Penitenciaria de la República Dominicana.

Tras un año de formación intensiva, los Agentes VTPs se incorporan al personal que
desarrolla funciones en los Centros de Corrección y Rehabilitación (CCRs). Así, existe
toda una distinción no solo conceptual, sino también terminológica, entre el viejo
sistema y el nuevo, ya que en el primero se habla de cárceles (o prisiones) y de guardias,
mientras que en el segundo existen centros de corrección y rehabilitación y personal de
vigilancia y tratamiento.

Actualmente, la reforma penitenciaria dominicana se encamina a abarcar cada vez más


proporción del sistema, a través de la voluntad política, del reconocimiento externo y
también de la afirmación en cuanto a modelo penitenciario óptimo para los países
vecinos.

JT: ¿Qué diferencias hay entre el nuevo modelo penitenciario y el tradicional?

YP: Las diferencias son abismales. En el sistema tradicional no están las condiciones
creadas, ni el personal está debidamente formado, ni están las líneas de trabajo, ni tampoco
está el modelo de gestión para garantizar, respetar los derechos fundamentales y la dignidad
de las personas privadas de libertad. En la administración tradicional impera una cultura
fundamentada en la justicia vengativa, plagada de malas prácticas, que hacen que el sistema
sea inoperante, convirtiendo el cumplimiento de la pena privativa de libertad en un
auténtico infierno. Las diversas denuncias sobre el sistema de vejaciones, extorsiones y
corrupción existente contra la población recluida, hace imperativo el desmontaje de la
visión militarista y policiaca del sistema penitenciario.

El sistema penitenciario dominicano cuenta con cuarenta y un (41) recintos, de los cuales
veintidós (22) corresponden al Nuevo Modelo de Gestión Penitenciaria y cuya seguridad
está a cargo de los Agentes de Vigilancia y Tratamiento Penitenciario. Las cárceles del
modelo tradicional están a cargo de la Policía y del Ejército Nacional.

Nuestro personal (los agentes VTP) es reclutado desde la sociedad civil, y luego es
especializado, capacitado y formado durante un año en la Escuela Nacional Penitenciaria,
con una batería de formación jurídica, psicológica, de tratamiento de personas.

El entrenamiento se lleva a cabo, de manera regular, en la Escuela Nacional Penitenciaria,


en régimen de internado y pasantía en los centros de corrección y rehabilitación. Los
agentes de VTP y todos los servidores, según las funciones y jerarquías que desempeñan,
reciben educación continua (actualización) para implementar mejoras y contribuir a
mantener la excelencia. También le proporcionamos una formación personalizada a una
parte de ese personal en el Comando contra Terrorismo del Ministerio de Defensa y en el
Comando de Fuerzas Especiales de la Fuerza Aérea, a quienes agradecemos enormemente
ese apoyo que nos han dado. Tenemos un personal con la calidad para responder en
cualquier circunstancia.

En los centros de corrección y rehabilitación del nuevo modelo se respetan todos los
derechos fundamentales establecidos en la Constitución de la República Dominicana, que
en su artículo 40, numeral 16, establece: “Las penas privativas de libertad y las medidas de
seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social de la persona
condenada y no podrán consistir en trabajos forzados”, aspecto que cumplimos plenamente,
así como los de la Ley 224-84 sobre Régimen Penitenciario, tratados, convenios y pactos en
materia de derechos humanos concernientes a personas privadas de libertad, firmados y
ratificados por el Estado dominicano.

Cuando se ingresa a una persona privada de libertad al nuevo sistema se le colecta toda la
información jurídica, se le hace una analítica médica, un levantamiento social, y de su nivel
educativo; con toda esa información creamos un protocolo al que llamamos el protocolo
unificado de tratamiento y éste se determinará también en función de su condición médica y
jurídica, ya que cada privado de libertad necesita de un tratamiento personalizado en
función de su situación.

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