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Mariloly Jiménez
MATRICULA
BA-18-10765
Derecho penitenciario: concepto y autonomía
Entendemos por derecho penitenciario el conjunto de normas jurídicas que
regulan la aplicación o la ejecución de las penas privativas de libertad. El
hecho de que se trate de normas jurídicas impide toda confusión con la
extensa serie de reglas de tipo técnico o artístico que disciplinan también la
ejecución de las penas de privación de libertad, y que constituyen la
denominada, en sentido un tanto laxo, ciencia penitenciaria.
Existen dos clases de autonomía: autonomía por razón de las fuentes (de
primer grado), autonomía por razón de la materia regulada (de segundo
grado). Siendo las fuentes por regla general comunes a todos los sectores
del ordenamiento, es la especialidad de la materia regulada la que ha de
darnos la pauta para distinguir unos sectores de otros. Efectivamente, los
objetivos que sirven para denominar los diversos sectores del ordenamiento
jurídico (civil, penal, administrativo, laboral …) indican que la
diferenciación es de naturaleza material.
No cabe una solución tajante. Pero si ir esclareciendo pistas que a caso nos
conduzcan algún día a una solución real ( y viable en el sistema jurídico) ,
otra cosa sería pura elucubración teórico-abstracta, sin ningún sentido.
Como hemos dicho, los penalistas adscriben generalmente sin dudar el
derecho penitenciario al derecho penal, del que constituiría una parte,
precisamente aquella consagrada a regular la ejecución de una de las penas,
la más importante (aunque no la más grave) y frecuente en el sistema
actual. Los administrativistas opinan que, siendo la ejecución de la penas
competencia de la administración, los preceptos que la regulan se refieren a
uno de tantos servicios públicos y son de naturaleza administrativa. ¿Quién
tiene razón?A mi juicio, ambos.
Principio de legalidad:
1. Principio de legalidad:
Art. 3.2 CP «no podrá ejecutarse pena ni medida de seguridad en otra forma que la
prescrita por la Ley y reglamentos que la desarrollan…».
Art. 2 LOGP «la actividad penitenciaria se desarrollará con las garantías y dentro de los
límites establecidos por la Ley, los reglamentos y las sentencias judiciales».
Principio de judicialización:
2. Principio de Judicialización:
Poder Judicial (art. 117 CE) «juzgar y hacer ejecutar lo juzgado».
Art. 76 LOGP. El JVP tiene atribuciones para hacer cumplir la pena impuesta, resolver
recursos, salvaguardar los derechos de los internos y corregir abusos y desviaciones.
3. Principio de Resocialización (art. 25.2 CE): Las penas estarán orientadas a:
La administración penitenciaria.
La dirección general de instituciones penitenciarias depende del ministerio
del interior.
Funciones del ministerio del interior:
Órganos colegiados :
1) Consejo de dirección.
2) Junta de tratamiento: tendrá a su disposición, como unidades de estudio,
propuesta y ejecución, al equipo técnico.
3) Comisión disciplinaria.
4) Junta económico-administrativa
Consejo de dirección:
Junta de tratamiento.
Compuesta por:
La reforma del sistema penitenciario no puede ser una frase vacía, sino que debe
mostrar evidencias de un cambio positivo, basado en el respeto a los derechos y
dignidad de los privados de libertad. Son esas las evidencias que intentaremos mostrar
en el presente documento, buscando recoger de manera organizada el producto de un
proceso de más de cuatro años de implementación. Cuya meta a mediano/largo plazo es
la incorporación de todos los recintos penitenciarios al nuevo modelo de gestión
penitenciaria dejando atrás los cementerios de hombres y mujeres vivos para convertirse
en verdaderos centros de reeducacion y rehabilitación. Los denominados centros de
corrección y rehabilitación son lugares de segunda oportunidad y trampolín a la
reinserción social de hombres y mujeres, que en algunos casos no tuvieron la
orientación, educación, hogar, afecto, u oportunidad.
¿Cuáles son esas evidencias de buenas prácticas en este modelo de gestión de República
Dominicana? Comenzaré por decir que el proceso de reforma ha sido cimentado en
cinco pilares básicos, que son: (a) el marco jurídico normativo nacional e internacional;
(b) la adecuación y construcción de planta física; (c) la creación de la Escuela Nacional
Penitenciaria; (d) la selección, reclutamiento y capacitación del personal; y (e) el diseño
e implementación de programas de reeducación.
Hemos iniciado un proceso de clasificación, mucha veces limitado por el espacio, pero
en el que se considera el si el detenido está condenado o es un procesado; la condición
de salud; el sexo y la edad. Y en algunos centros como el de Najayo, se ha logrado
habilitar pabellones para las embarazadas, paridas y las mujeres mayores de 50 años. En
el nuevo modelo de gestión los menores no entran a centros para adultos; y ningún
interno es ingresado sin orden de un tribunal judicial competente.
Las acciones disciplinarias, tanto para el personal de seguridad, como para los internos
están contempladas en el Manual de Gestión Penitenciaría, y es de conocimiento de
ambas poblaciones.
Existe un horario regimentar que dirige el día a día de los centros, publicado de manera
visible para todos en un lugar estratégico.
El dinero no circula en los centros penitenciarios, sino que se cuenta con un sistema de
boletos cuyos valores van desde los 50 hasta los 500 pesos, moneda de curso legal, con
el que los internos pueden adquirir cualquiera de los productos que se expenden en los
economatos. Estos víveres no forman parte de la dieta diaria, ya que los centros
proporcionan la alimentación diaria sin costo para los internos. Los economatos son
tiendas (expenden jugos, leche, galletas, revistas, ropa interior, entre otros artículos) que
han venido a sustituir los negocios que anteriormente pertenecían a los reclusos
privilegiadas o algún funcionario.
Tras un año de formación intensiva, los Agentes VTPs se incorporan al personal que
desarrolla funciones en los Centros de Corrección y Rehabilitación (CCRs). Así, existe
toda una distinción no solo conceptual, sino también terminológica, entre el viejo
sistema y el nuevo, ya que en el primero se habla de cárceles (o prisiones) y de guardias,
mientras que en el segundo existen centros de corrección y rehabilitación y personal de
vigilancia y tratamiento.
YP: Las diferencias son abismales. En el sistema tradicional no están las condiciones
creadas, ni el personal está debidamente formado, ni están las líneas de trabajo, ni tampoco
está el modelo de gestión para garantizar, respetar los derechos fundamentales y la dignidad
de las personas privadas de libertad. En la administración tradicional impera una cultura
fundamentada en la justicia vengativa, plagada de malas prácticas, que hacen que el sistema
sea inoperante, convirtiendo el cumplimiento de la pena privativa de libertad en un
auténtico infierno. Las diversas denuncias sobre el sistema de vejaciones, extorsiones y
corrupción existente contra la población recluida, hace imperativo el desmontaje de la
visión militarista y policiaca del sistema penitenciario.
El sistema penitenciario dominicano cuenta con cuarenta y un (41) recintos, de los cuales
veintidós (22) corresponden al Nuevo Modelo de Gestión Penitenciaria y cuya seguridad
está a cargo de los Agentes de Vigilancia y Tratamiento Penitenciario. Las cárceles del
modelo tradicional están a cargo de la Policía y del Ejército Nacional.
Nuestro personal (los agentes VTP) es reclutado desde la sociedad civil, y luego es
especializado, capacitado y formado durante un año en la Escuela Nacional Penitenciaria,
con una batería de formación jurídica, psicológica, de tratamiento de personas.
En los centros de corrección y rehabilitación del nuevo modelo se respetan todos los
derechos fundamentales establecidos en la Constitución de la República Dominicana, que
en su artículo 40, numeral 16, establece: “Las penas privativas de libertad y las medidas de
seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social de la persona
condenada y no podrán consistir en trabajos forzados”, aspecto que cumplimos plenamente,
así como los de la Ley 224-84 sobre Régimen Penitenciario, tratados, convenios y pactos en
materia de derechos humanos concernientes a personas privadas de libertad, firmados y
ratificados por el Estado dominicano.
Cuando se ingresa a una persona privada de libertad al nuevo sistema se le colecta toda la
información jurídica, se le hace una analítica médica, un levantamiento social, y de su nivel
educativo; con toda esa información creamos un protocolo al que llamamos el protocolo
unificado de tratamiento y éste se determinará también en función de su condición médica y
jurídica, ya que cada privado de libertad necesita de un tratamiento personalizado en
función de su situación.