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Platón, con una abierta vocación política (Platón, 2014b, VI, 325d-326ª), pretende elaborar
en esta obra un saber que permitiese, a la manera de proyecto, la elaboración de una pólis
“justa” (Platón, 2014a, IV, 437d-e), enfrentando la realidad político-histórica de su presente
en la cual había una divergencia entre los intereses colectivos y particulares (Mas, 2003,
p.159).
Para alcanzar tal ideal, el filósofo es quien debe regir el gobierno (Platón, 2014a, 499c-d)
pues a través del estudio de aquello que es (Platón, 2014a, VI, 484d) espera obtener el
“conocimiento de lo que es provechoso… para la comunidad” (Platón, 2014ª, IV, 442c.) y
asegurar su bienestar, pues “la variedad produce intemperancia en un caso, en el otro,
enfermedad” (Platón, 2014, III, 404e).
Mediante esta “analogía médica”, Platón define al arte político como una cura del alma
“colectiva” y “personal” ya que el filósofo, al igual que el médico, conoce de antemano la
naturaleza y las causas de aquello que cura, como de las causas y motivos de la enfermedad
(2003, p.159).
Desde esta perspectiva, la stásis se presenta como el principal peligro para el cuerpo
político, pues al darse la divergencia de intereses, y el posterior faccionamiento al interior
de la pólis, los ciudadanos griegos combaten entre sí. Deduciendo de este conflicto que
“Grecia en este caso está enferma y con disensiones internas” (Platón, 2014ª, V, 470c-d).
Si el filósofo “es el médico” que debe velar por el bienestar de la pólis, su deber es erradicar
la enfermedad-stásis (Loraux, 2008, p.25) del cuerpo político. De ahí que el arte político, o
mejor dicho la disciplina filosófica, sea el saber médico que procura el conocimiento
necesario para mantener una ciudad sana (Platón, 2014ª, II, 372e).
Referencias
Mas, S. (2003). Ethos y Pólis: Una historia de la filosofía práctica en la Grecia Clásica.
Ediciones Istmo.
Gredos.