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Frente a la crisis: Transición energética y agricultura sostenible en Latinoamérica

La guerra entre Rusia y Ucrania oculta de los titulares y los trending topics latinoamericanos es un fuego
que está lejos de extinguirse y su impacto, como el humo de un incendio, a pesar de los casi 9,000 km
que separan Punta de Seixas (el punto más oriental de LATAM, en Brasil) y Kiev ( capital de Ucrania) se
cierne sobre Latinoamérica para afectarla a varios niveles.

Los principales impactos con nuestra región son energéticos y alimentarios, este último en 2 vertientes:
fertilizantes y granos. Nuestra dependencia de hidrocarburos, nuestras proyecciones de mayores
rendimientos agrícolas y la necesidad de carbohidratos tienen en Rusia y Ucrania entre sus principales
despensas y este conflicto ha ralentizado ese flujo constante de exportación e importación que alimenta
la vida moderna de la humanidad. Sin embargo, Latinoamérica si bien región de espíritu integrativo y en
más de un aspecto con similitudes sociales, culturales e históricas, en lo económico-productivo muestra
diferencias haciendo que el impacto sea absorbido de diferente intensidad llegando, incluso, a ser una
“oportunidad” en algunos sectores productivos, pero en sumas y restas el saldo es negativo en la región
e incluso al interior de los países.

Desde la energía, un motivo más para la transición

Según CEPAL (2022) , el impacto energético en la región se puede dividir en 3 bloques dado su balance
comercial y como satisface la demanda interna. En el primer bloque podemos encontrar a
productores/exportadores Brasil, Colombia, Ecuador y Venezuela a quienes se puede sumar Bolivia (con
el gas natural) países tienen reservas y producción suficiente pero deben importar cantidades
moderadas de hidrocarburos refinados ( gasolina, p.e.) estas naciones se podrían ver beneficiados por el
incremento del precio internacional y asi, en un escenario de buena gestión pública, poder amortiguar
otros sectores afectados pero, siempre hay un pero cuando hablamos de hidrocarburos, esto podría
incentivar la exploración y explotación lo que debería decidirse con las NDC´s en la mesa del debate. El
segundo bloque son los países productores/exportadores en menor cantidad sin la capacidad de refinar
hidrocarburos por lo que deben importar más cantidad para satisfacer la demanda interna, aquí
encontramos a Argentina, México y Perú, quienes podrían aumentar su producción al contar con
reservas pero, al igual que el bloque anterior, los ND´s deben ser transversales en esas decisiones;
y ,finalmente, el tercer bloque con el resto de países de LATAM que su producción de hidrocarburos es
mínima por lo que son más afectados por el alza mundial de los combustibles lo cual podría (debería, por
favor) incentivar una acelerada transición energética. Camino donde Chile, Uruguay y Costa Rica dan
pasos firmes siendo lo que presente nos exige y el futuro nos obliga.

Sin pecar de ilusos, pero con cierto optimismo podemos pensar que existen momentos llamados
“aceleradores históricos” y al COVID 19 se suma este conflicto como otro punto de inflexión y acelerador
de la historia. La pandemia desencadeno el llamado “volver mejor” ( back better) declaraciones políticas
con el fin que, en los próximos años, la humanidad pueda aprender de sus errores y recuperar las
dinámicas de vida pero con conciencia del impacto que genera nuestro estilo de vida y así buscar formas
de armonizar el progreso a la conservación del ambiente. Ahora, el conflicto Rusia-Ucrania, pone en la
mesa necesidad que la seguridad energética de los países no dependa de pocas fuentes de
abastecimiento , que al tener esa posición de poder se pueden volver armas de chantaje político, más
aún que la relación energía-desarrollo económico van de la mano porque requerimos y requeriremos
mayor cantidad de energía conforme las naciones busquen alcanzar sus objetivos de progreso. Los países
de Latinoamérica deben ser conscientes del momento que se vive e impulsar el desarrollo de energías
renovables, no solo para satisfacción del mercado interno sino también para ser opción de exportación
para países que requerirán esta energía. Latinoamérica debe estar preparada para el “día después del
petróleo”, que más temprano que tarde llegará.

Desde los alimentos, nuevas formas de producir y de consumir

Los alimentos más consumidos en el mundo que forman parte de la canasta básica de las familias sea por
costumbre o por acceso son el arroz, el trigo, el maíz y la papa, de estos 4 alimentos, al 2020, Rusia y
Ucrania exportaban el 28% de trigo, el 15% del maíz a nivel mundial ( CEPAL 2022) lo que a nivel
Latinoamericano no afecta tanto por una cierta satisfacción de la demanda en esos productos salvo
Nicaragua y Venezuela que sostienen su importación de trigo en ambos países en 80% y 37%, en el resto
de naciones su importación y dependencia a los granos ucranianos y ruos está en una cifra porcentual
caso México y Perú con % y 3 % respectivamente. ( BID, 2020). Sin embargo, el panorama se oscurece
cuando vamos a los fertilizantes.

El mercado global de alimentos se ha acostumbrado a tener campañas agrícolas de alto rendimiento y


para lograr este más rápido, más cantidad el uso (y abuso) de fertilizantes nitrogenados es el
combustible del sistema. La Urea ( y otros fertilizantes) son compuestos con alto nitrógeno lo que ayuda
a las plantas crecer más rápido y tener producciones más abundantes pero, siempre hay un pero cuando
hablamos de sobreproducción, el nitrógeno que aprovecha la planta es mínimo filtrándose en el suelo y
los cuerpos de agua con su posterior conversión en óxido nitroso ( un gas 265 veces más potente que el
CO2) que además de hacer su parte en el calentamiento global también afecta los nutrientes y la
regeneración de la tierra creando un círculo vicioso de más fertilizantes y más daño.

Ante esto y considerando la inmensa bioma que existe en Latinoamérica la reconversión agrícola a
nuevas formas de producir a través de estrategias amigables, que no solo den buenos resultados en
producción sino también en mitigación ambiental y regeneración natural como rotación de cultivos,
abonos orgánicos, fijación de nitrógeno con legumbres, agrosilvicultura ,etc. incluidas dentro de las
llamadas “Soluciones basadas en la naturaleza” son las estrategias a las cuales nuestros países podrían
aplicar y escalar en los campos de cultivo previo análisis para el ¿qué? ¿cómo? ¿cuánto? y ¿cuándo? del
abanico de soluciones de la agricultura sostenible sean de manera precisa, efectiva y sensata en la
cantidad y calidad que producimos.

Estas soluciones también pueden hacernos reflexionar sobre una de las tantas paradojas de nuestros
días en la relación entre la sobreproducción, el desperdicio de comida y la crisis alimentaria:
Latinoamérica aporta el 20% del desperdicio de alimentos ( FAO, 2021) a pesar de congregar el 9% de la
población mundial, esto por las malas prácticas en campos de cultivo y manejo de productos en la
cadena de distribución. Latinoamérica es llamado a ser la despensa del mundo si y solo si su agricultura
de adapta al cambio climático, se hace sostenible y tiene la seguridad alimentaria de sus habitantes
como prioridad.

¿Y con el cambio climático?

En los últimos meses el IPCC ha publicado 3 informes ( de un total de 4) correspondientes al VI informe


de evaluación el cual se basa en el análisis de más de 34,000 artículos científicos de 67 países del
planeta que a grosso modo concluyen que el cambio climático es culpa nuestra y es de cierta manera
irreversible ( Cambio Climático 2021: Bases Físicas ), donde todos seremos afectados en mayor o menor
medida y por eso urgen las medidas de adaptación ( Cambio Climático 2022: Impacto, adaptación y
vulnerabilidad ) que en paralelo nos enrumbe por un buen camino ( en el que no estamos) con cambios
consistentes y apresurados en la reducción de emisiones hacia la neutralidad haciendo uso de soluciones
que ya existen y que aparecerán, donde el nudo a resolver es la decisión política para implementarlas (
Cambio Climático 2022: Mitigación al Cambio Climático ) , aun existe en palabras de Antonio Guterres
una “ ventana de oportunidad se está cerrando rápidamente” , el mundo urge de políticas que se
enfoquen en un clima de cambios y no en un clima de guerras.

En un mundo globalizado e interconectado el “efecto mariposa” de las acciones en cualquier lugar de


mundo genera impactos palpables (tal vez no de manera inmediata) en otros lados del mundo, las
noticias pueden dejar de ser mediáticas, pero no por eso importantes y urgentes. Pasa con las guerras,
pasa con las pandemias, pasa con el cambio climático.

Bibliografía:

lra_197_web-12-151.pdf (wordpress.com)

https://blogs.iadb.org/sostenibilidad/es/como-el-conflicto-entre-ucrania-y-rusia-puede-llegar-hasta-tu-
mesa/

Repercusiones en América Latina y el Caribe de la guerra en Ucrania: ¿cómo enfrentar esta nueva crisis?
| Publicación | Comisión Económica para América Latina y el Caribe (cepal.org)

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