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CORO PARROQUIAL

7 datos fundamentales que


debes saber si perteneces a un
coro parroquial
El coro en la Misa es muy importante, pero lo es también conocer el sentido
de ésta y participar bien1

Hace algunos años pertenecí a un coro, pero por algunas cuestiones lo


tuve que dejar y dedicarme a otras cosas en el campo de la evangelización.
Sin embargo, he seguido formándome y es por ello que me gustaría
compartir contigo algunos puntos para reflexionar y brindar un mejor
servicio al Señor. El coro en la Misa es muy importante, pero lo es
también conocer el sentido de ésta y participar bien.

Debes saber que para estar en un coro no solo es importante cantar


bonito, también es necesaria la formación litúrgica. La Misa tiene su
forma y secuencia y la Iglesia, además de madre, también es sabia maestra
pues tiene casi dos mil años guiándonos hacia el camino correcto para
nuestra santificación. La Iglesia es quien enseña de qué forma se debe
llevar a cabo un acto litúrgico. Te comparto aquí algunos puntos que a
veces se nos pasan a quienes forman (o formamos en algún momento)
parte de un coro parroquial.
 

1. La Misa lleva su propio tiempo, no el nuestro

La Instrucción General del Misal Romano nos dice en su número 37 que


hay cantos que son en sí mismos ritos, como por ejemplo el “Gloria”, el
salmo responsorial, el “Aleluya”, el “Santo” y algunos otros. También este
mismo número explica que hay cantos que acompañan un rito, como lo
son el canto de entrada, de la presentación de las ofrendas y el de
comunión. El coro debe respetar estos tiempos y no extender los
cantos más de lo necesario. El canto de entrada, por ejemplo, tiene la
función de acompañar la procesión de entrada de los ministros (Cf. IGMR,
1
Por: Luis Estanislao Sosa | Fuente: https://blogcatolicodeluis.blogspot.mx/
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47). Entonces pues, debe extenderse lo que dura la procesión de los


ministros y la incensación del altar (cuando la hay). Una vez terminado
este rito, el canto de entrada debe concluir, evitando añadir estrofas
innecesarias.

Otro ejemplo es el canto de comunión: debe durar lo que dura la


distribución de la comunión a los fieles, no debe prolongarse hasta la
purificación de los vasos sagrados.

2. No todo canto es litúrgico

Hay cantos sumamente bonitos y que suenan muy «ad hoc» a la situación
o incluso al Evangelio, sin embargo, nuestra tarea como coro es la de
investigar si lo que cantamos es apropiado para la liturgia.

La Iglesia nos da una pauta para discernir esto en el documento titulado


Musicam Sacram en el número 4 y dice:
 

«Se entiende por música sagrada aquella que, creada para la celebración
del culto divino, posee las cualidades de santidad y de perfección de
formas, de aquí podemos inferir que para que un canto sea apropiado
para la Liturgia debe haber sido escrito en música y letra para la
celebración» (MS, 4).

Entonces debemos evitar cantos que, aun siendo católicos, no hayan


tenido esta finalidad e intención a la hora de ser creados. Mucho menos
cantos de otras denominaciones del cristianismo. No te desanimes, hay
infinidad de cantos al alcance de todos que pueden ir supliendo los no
litúrgicos que tienes en tu repertorio.

3. El canto debe ser fiel al texto que presenta

No porque un canto diga “Gloria a Dios”, o “Aleluya”, o “Cordero de Dios”


significa que se puede usar en la Santa Misa.
El canto debe ser fiel al texto que presenta, por ejemplo:
«Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te
glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre
todopoderoso Señor, Hijo único, Jesucristo.  Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;
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tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás
sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres
Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la
gloria de Dios Padre, Amén».

Nosotros no podemos modificar oraciones antiquísimas de la Iglesia


para que el canto suene mejor o más bonito (cfr. Sacrosanctum
Concilium, 121). Repito: no te desanimes si algún canto en tu repertorio
no es fiel al texto original de la oración, busca suplirlo con alguno que sí lo
sea.

4. No existe canto para el rito de la paz


En agosto del 2014 la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de
los Sacramentos expidió un documento titulado «El Significado Correcto
del Rito de la Paz» en donde se pide expresamente en el sexto punto: «De
todos modos, será necesario que en el momento de darse la paz se eviten
algunos abusos tales como: La introducción de un “canto para la paz”,
inexistente en el Rito romano» porque el rito de la paz debe ser un
momento breve que no distraiga a la asamblea de quien es importante y en
ese momento se encuentra en el altar.

5. El «Cordero de Dios» comienza cuando el sacerdote fracciona el pan

Este canto no acompaña la paz, este canto acompaña la fracción del


pan. La IGMR nos dice en el número 83: «La invocación acompaña la
fracción del pan, por lo que puede repetirse cuantas veces sea necesario
hasta cuando haya terminado el rito. La última vez se concluye con las
palabras danos la paz».

6. No basta solo con que nuestro cuerpo esté presente

A veces a quienes pertenecemos a un ministerio de música o coro


parroquial se nos olvida que también participamos en la Eucaristía, no
por estar atrás del templo o al lado nos podemos distraer o hacer otras
cosas, pues el milagro de amor más grande ocurre frente a nosotros.
Además, si es domingo el precepto es «oír Misa entera todos los domingos»,
no solamente estar presente. Participa no solo cantando sino también
oyendo a Dios en el Evangelio y la homilía, si ya has logrado esto
ayuda a otros a que también lo hagan.
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7. Somos servidores de la Iglesia, no estrellas

De seguro esto ya lo sabes, pero creo necesario y prudente mencionarlo. El


servicio que presta el coro debe llevarse a cabo con humildad, pues no
estamos ahí porque somos los mejores ni porque deseamos
sobresalir. Recuerda, el centro en la Misa es Cristo, no nuestra voz.
Debemos buscar servir, no sobresalir ni ser aplaudidos (mucho menos
dentro de la Misa) pues los dones que tenemos son dados gratuitamente
por Dios y debemos ponerlos al servicio del otro para gloria de Dios.

Con estos consejos no pretendo imponerte mi idea sino mostrarte qué es lo


que enseña la Iglesia, quien es increíblemente sabia… ¡muchísimo más
que nosotros! Tampoco pretendo motivar tu deserción del coro sino todo lo
contrario: motivarte a crecer y brindar un mejor servicio. Te invito a leer
los documentos aquí citados y a compartirlos con otros. No olvides que «en
el trato que le demos a la liturgia se decide el destino de la fe y de la
Iglesia», J. Ratzinger. Te mando un abrazo y mis oraciones. Por favor, no te
olvides de rezar por mí.

¿CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE LA MUSICA RELIGIOSA, SAGRADA


Y LITÚRGICA?2

1. Música religiosa: tomamos la definición exacta de la Instrucción de la


Sagrada Congregación de Ritos, De música sacra et sacra liturgia (1958):
«Música religiosa es cualquier música que, ya sea por la intención del
compositor o por el tema y el propósito de la composición, es capaz de
provocar sentimientos piadosos y religiosos […] no está habilitada para el
culto divino, tiene una índole más bien libre, y no está admitida en las
acciones litúrgicas.» (n. 10). «Se inspira en un texto de la Sagrada
Escritura, o en la Liturgia, o que se refiere a Dios, a la Santísima Virgen
María, a los Santos o a la Iglesia.» (n. 9). Su utilidad consiste en «crear en
las iglesias un ambiente de belleza y de meditación que ayude y favorezca
una disponibilidad hacia los valores del espíritu, incluso entre aquellos
que están alejados de la Iglesia.». Por lo tanto «pueden tener su propio

2
Autor: Pbro. Fausto Osuna Espinoza
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lugar en la iglesia, pero fuera de las celebraciones litúrgicas.» aquí cabe la


música para horas santas, retiros, actos de piedad como el santo Rosario o
Via Crucis, música para la evangelización y catequesis etc.

2. Música Sagrada: «Se entiende por Música Sagrada o música sacra,


aquélla que, creada para la celebración del culto divino, posee las
cualidades de santidad y bondad de formas.» (Musicam Sacram 4a), de
donde nace, espontáneo, otro carácter suyo: la universalidad. Debe ser
santa y, por lo tanto, excluir todo lo profano, y no sólo en sí misma, sino
en el modo en que se ejecuta. Debe ser arte verdadero, porque no es
posible de otro modo que tenga sobre el ánimo de los oyentes el efecto que
la Iglesia desea lograr al usar en su liturgia el arte de los sonidos. A la vez
debe ser universal, en el sentido de que, aun concediéndose a toda nación
que admita en sus composiciones religiosas aquellas formas particulares
que constituyen el carácter específico de su propia música, éste debe estar
de tal modo subordinado a los caracteres generales de la música sagrada,
que ningún fiel procedente de otra nación experimente al oírla una
impresión que no sea buena.» (Tra le sollecitudini 2). Bajo el nombre de
música sagrada se incluyen: el canto gregoriano, la polifonía sagrada
antigua y moderna en sus diversos géneros, la música para el órgano y
otros instrumentos admitidos en la Liturgia y el canto popular sagrado, o
sea, litúrgico y religioso (cfr. MS 4b).

El Concilio Vaticano II nos dice: «La Iglesia no excluye de las acciones


litúrgicas ningún género de música sagrada, siempre que corresponda al
espíritu de la misma acción litúrgica y a la naturaleza de cada una de sus
partes, y no impida la debida participación del pueblo.» (MS 9). De acuerdo
con este deseo del Concilio se compusieron numerosas canciones de
música religiosa en lengua vernácula pero no siempre se atuvieron a los
criterios de música sagrada y religiosa que exigía la Iglesia. No toda música
sagrada puede ser usada en las celebraciones litúrgicas. Por ejemplo, hay
misas hermosas compuestas por grandes autores, pero su tiempo se
prolonga demasiado y en un equilibrio de los ritos, hacen que se pierda el
ritmo de la celebración. Hay otros cantos muy hermosos pero que no
evocan misterio litúrgico alguno. Necesita poseer ulteriores requisitos, de
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naturaleza más externa, pero en ningún modo accidentales, que se pueden


resumir en el concepto de “funcionalidad litúrgica”.

3. Música litúrgica: una música verdaderamente litúrgica es la que


interpreta el sentido auténtico del rito, y que ha sido compuesta para tales
fines; por ejemplo, procesión de entrada (canto de entrada), Ritos iniciales
(Señor ten piedad y Gloria) etc. lo hace comprensible y, por lo tanto,
permite y conduce a la implicación y a la «participación activa» de los
fieles. Es la que expresa el misterio que se celebra. Entre rito y música
tiene que existir una relación directa de compenetración. Sólo así la
música puede considerarse y convertirse en «parte necesaria e integral» de
la liturgia. Del rito brota la música más adecuada y directamente
relacionada con lo que se celebra; y como los ritos son muchos y de
diferentes naturalezas, del mismo modo las expresiones musicales serán
diversificadas con el fin de exaltar el contenido ritual.

Partiendo de estas distinciones podemos componer y utilizar la música ya


compuesta adecuadamente, todo en su debido lugar. Realmente hay un
lugar y momento para todo. La música litúrgica ocupa un lugar eminente.
La invitación es a aprovechar toda la riqueza que tenemos en la Iglesia, y
aquellos que tienen el don y el talento seguir aportando, con sus nuevos
tesoros, al patrimonio universal de nuestra santa Madre Iglesia. Las redes
sociales y el Internet son precioso medio de promoción, y aprendizaje, de la
buena música, Dios nos de la sabiduría para compartir estos dones.

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