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NOVENA SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO

Adaptación: P. Edward Julián Chacón Díaz, C.Ss.R.

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

1. ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Señor Jesús, que a ejemplo de San Alfonso nos has enviado a proclamar la alegría de tu
Evangelio y has prometido permanecer siempre con nosotros. Mira a tu Iglesia y
derrama los dones de tu abundante redención, para que podamos ofrecer un servicio
más auténtico en la misión.

Quédate con nosotros, Señor, para que te amemos en el misterio de tu encarnación en el


pesebre, en tu caridad en la Eucaristía, en el sacrificio redentor de tu cruz y en la
experiencia pascual de tu resurrección. Al igual que San Alfonso queremos ser sal y luz,
para dar una respuesta de amor a las esperanzas del mundo herido.

San Alfonso amigo de los pobres, que tu testimonio nos estimule al ritmo del Evangelio
de Cristo como Iglesia que sale a las periferias geográficas, sociales y existenciales.
Madre del Perpetuo Socorro, concédenos amar a Dios siempre en nuestros hermanos,
para que avancemos en el camino de la verdad y de la justicia. Amén.

2. REFLEXIÓN (Ver anexos)

3. GOZOS.

DE ALFONSO LAS VIRTUDES Y GLORIAS CELEBREMOS Y


HUMILDES INVOQUEMOS SU CELESTIAL PODER.

Lumbrera de la Iglesia,
Derramas luz de ciencia,
Ilustras la conciencia de justo y pecador.

DE ALFONSO LAS VIRTUDES…

Jesús en el pesebre,
Jesús en el calvario,
Jesús en el sagrario
Fue tu dulce pensar

DE ALFONSO LAS VIRTUDES…

Por la celeste Reina,


Tu corazón ardía;
Tu pluma docta y pía
Sus glorias ensalzó.

DE ALFONSO LAS VIRTUDES…

4.ORACIÓN FINAL

Glorioso San Alfonso que amaste a Dios, a María Santísima y al prójimo, e impulsado por
este sentimiento anunciaste la abundante redención en tus escritos, misiones y trabajos,
enciende en nuestra comunidad la gracia de amar y seguir tus pasos en el anuncio de la
Buena Nueva que transforma nuestra sociedad.

Tú que movido por el Espíritu Santo, no dudaste en proclamar la Buena Nueva del Señor, te
pedimos que intercedas por nosotros, a fin de vivir solidariamente nuestras dificultades y
confiar más intensamente en la misericordia del Padre y en su voluntad para con nosotros.
Amén.
REFLEXIONES
1. San Alfonso misionero de los pobres

Los pobres marcaron la vida de San Alfonso y la experiencia cristiana Alfonsiana es el


fruto de este encuentro, San Alfonso identificó en los pobres la imagen del Cristo sufriente,
pero también del enamorado por la humanidad, los más humildes recuerda a Alfonso de las
bienaventuranzas y reafirma su llamada. La opción por los pobres es radical en la medida
de que el redentorista imite a Cristo, quien también se hizo uno más.

El 9 de noviembre 1732 san Alfonso fundó la Congregación del Santísimo Redentor, cuyo
objetivo es seguir el ejemplo de Jesucristo y proclamar el Evangelio a los pobres. Desde
entonces se dedicó totalmente a su misión y puso todas sus capacidades al servicio de este
objetivo. Tras descubrir a quiénes estaba llamado a servir, Alfonso entendió que todos sus
esfuerzos y talentos deberían estar subordinados a un objetivo: los pobres y abandonados
espiritualmente. Como músico y escritor, compuso unas sencillas meditaciones y canciones
populares; como misionero, creó la idea de “vita devota” para continuar los efectos de
misión; siendo teólogo moralista enseñaba a los confesores que fueran para los
abandonados como siervos de la misericordia y no de la justicia; como predicador,
introdujo un simple estilo de predicación y animación misionera; cuando fue obispo,
alimentaba a los hambrientos durante los tiempos de carestía. Toda su actividad tenía un
objetivo: llevar el Evangelio a los más pobres y abandonados espiritualmente.

Sin embargo, no debemos enmarcar la figura de Alfonso como un clérigo populista, es


mejor inclinarse por alguien que se hizo pobre para anunciar el evangelio entre los pobres,
que siguiendo el estilo de vida de Jesús, de misionero itinerante, que se sentaba y compartía
con los excluidos, por eso Alfonso y los redentoristas tienen presente el texto evangélico
fundacional:

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él
me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los
cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un
año de gracia del Señor” (Lc 4, 19).

Pero no solo se evangeliza a los pobres, también ellos evangelizan al misionero, que
encuentra en ellos la imagen viva del evangelio, y eso fue lo que San Alfonso encontró.
Alfonso vio, juzgó y actuó siempre llevó la antorcha de la Buena Nueva, que sigue
ardiendo en la Congregación Redentorista y en la Iglesia.

2. San Alfonso y la Eucaristía

San Alfonso usa un lenguaje ardiente y apasionado, porque está convencido de que la
eucaristía es el momento del amor real entre Dios y quien participa en ella, fruto de esta
experiencia está la comunión espiritual que en estos días de pandemia hemos realizado. Por
el don de sí mismo que Dios nos hace en la eucaristía entramos en total comunión corporal
con Él, a través de nuestra comunión en el cuerpo de Cristo, ‘nuestro dulcísimo Salvador’.
La eucaristía es como el beso diario que Dios nos envía en forma de sacramento. En la
fuerza de este abrazo se nos da sacramentalmente la completa y amorosa comunión con él y
con toda la humanidad, especialmente con los más explota-dos, los pobres, los excluidos y
los más abandonados. La entrega es encarnada y personal.

A Alfonso le encanta recomendar frecuentes visitas al Santísimo Sacramento. Las ve como


la prolongación del momento de amor real que ocurre entre Dios y quien participa en la
eucaristía. La recomendación de visitas frecuentes al Santísimo es una preocupación en sus
obras ascéticas; fue también un tema central en la predicación reden-torista durante muchas
generaciones y también un rasgo importante de la espiritualidad redentorista. Abogando por
las visitas frecuentes, Alfonso usa a menudo el lenguaje de su época que habla de Jesús
escondido bajo los velos sacramentales, encerrado en el sagrario como un prisionero, todo
para enfatizar al máximo el sentido de su disponibilidad por nuestro bien: (“Amadísimo
Jesús mío, escondido bajo los velos del sacramento, es por mi amor que permaneces noche
y día encerrado en el sagrario”: Visitas, 6). En estilo similar Alfonso ha construido diálogos
de oración que han ayudado a mucha gente. Sin embargo, esta ‘teología del sagrario’ no
puede oscurecer, como fácilmente podría hacerlo, el significado primario de la eucaristía.
El signo del pan no es incidental; más bien es el signo que apunta a la verdad central: pan y
vino son alimento y bebida, medio con el cual nos comunicamos, nos reunimos, nos
hacemos más humanos. En la eucaristía se ahonda en este significado. Cuando nosotros
comemos el pan eucarístico y bebemos la copa bendita, el verdadero pan que ha bajado del
cielo se hace presente en medio de nosotros anunciando que nos pertenecemos unos a otros,
que nos comunicamos entre nosotros y nos hacemos más humanos juntos, por cuanto nos
comunicamos corporalmente con Él en su vida resucitada.

3. San Alfonso y la familia

San Alfonso nace en el seno de una familia noble en Marianella (Nápoles, Italia) el 27 de
septiembre de 1696 siendo el hijo primogénito de don Giuseppe y doña Anna, que casados
ambos en un matrimonio concertado a la edad de 25 años, fueron padres de 8 hijos.

Las familias con las que convive Alfonso en su época no son excesivamente numerosas. La
media está en cuatro o cinco hijos, de los que llegaban a la vida adulta dos o tres. El
periodo que Alfonso atraviesa no es un periodo de bonanza sino más bien de carestía,
enfermedades y crisis económicas, sociales y políticas. Esto hace que la natalidad
descienda, de manera desigual según clases sociales. Las familias nobles tendían a ser un
poco más numerosas tanto por el número de hijos concebidos como por la supervivencia de
los niños hasta la edad adulta.

San Alfonso considera que el amor es un valor clave en el hogar y en las relaciones
familiares. Aunque vivió la formación rigorista de su padre y la ternura de su madre, nunca
sufrió de afecto o cariño, incluso su decisión vocacional conmovió a su familia. Para san
Alfonso, el amor es el corazón de todas las cosas porque Dios es amor. Todas las cosas
grandes únicamente pueden comprenderse por el amor que en ellas existe y obra. El
misterio en el que tiene su profunda base la familia es el amor, un amor que tiende a
abarcar la totalidad de la vida y a darle alma.

Finalmente, en la Teología Moral San Alfonso recuerda que los padres son las primeras
figuras en que ponen los niños su atención, y cualquier cosa que hagan y defiendan servirá
de base para el desarrollo del sistema de valores del niño. Naturalmente deben mantener su
autoridad, pero esta debe ser una autoridad amable que eduque con vistas a la madurez. La
autoridad está al servicio del amor si expresa humildad para con Dios y para con los hijos.
Es una autoridad que ha de ayudar a los niños a distinguir entre lo bueno y lo malo, entre la
virtud y el vicio.

4. San Alfonso y la pandemia

Entre el último trimestre del año 1763 y el otoño del 1764, R. Tellería biógrafo de nuestro
santo, nos pinta de cuerpo entero a San Alfonso que vivió por aquellos años, una situación
similar (salvando las diferencias del caso) a la que hoy vivimos con el virus Covid 19.

“Padre de los pobres” le apellidaron, y lo fue no solo porque les repartió todos sus
bienes sino porque puso en el reparto el calor del alma, las entrañas paternales de
quien los amaba en Jesucristo y por Jesucristo”

Pasado un año largo de haber tomado posesión de Santa Águeda de los Godos; su diócesis
y el reino de Nápoles sufrieron meses de hambruna (la gente moría en las calles y por los
caminos) y de mortalidad (plaga de la Tifus). San Alfonso siempre fue generoso con los
pobres y realizó obras benéficas a favor de ellos, vivió y sufrió con su pueblo como buen
pastor que da la vida por sus ovejas. Hoy en día las consecuencias del virus Covid 19 nos
ha confinado al aislamiento social, han colapsado los hospitales, la economía, miles de
infectados y muertos…amén de todo lo que está sucediendo y lo que vendrá. El mundo no
volverá a ser como antes, por eso a ejemplo de San Alfonso es necesario ser solidarios y
generosos con nuestros hermanos necesitados.

5. San Alfonso y la Virgen María

San Alfonso María de Liguori, fundador de los misioneros Redentoristas, tenía una gran
devoción y cariño a la Virgen María. Fruto de ello es su libro Las Glorias de María, en el
que explica la oración de la Salve y su relación con la vida humana. San Alfonso anexa a su
obra Visitas al Santísimo las “Visitas a la Virgen María”, para darle énfasis cristológico a la
devoción mariana.

Alfonso se refiere a María como ‘Madre’. Esta es la palabra que usa siempre que la
nombra. Sabía muy bien que cuando Jesús desde la cruz confió a María al discípulo amado,
estaba, ante todo, confiando el discípulo a su Madre. Alfonso comprendió que Jesucristo
estaba enviando a María con una misión: la de ser madre de todos los creyentes. María es
misionera. Y es su cuidado maternal lo que proporciona el marco para toda devoción
mariana.
Asimismo, Alfonso llama a María “Madre de misericordia y esperanza”, convencido de que
la Redención de Dios es abundante, para todos. Y que la misericordia de Dios no tiene
límites. María es, por eso, para nosotros una señal de esta esperanza. (Tomado de: BREHL,
Michael, “San Alfonso y María, Madre De Dios”).

6. San Alfonso y los laicos

Los laicos por antonomasia son los protagonistas de la Iglesia, casi el 98% pertenecen a
este sector, progresivamente han asumido un rol importante en la comunión eclesial. San
Alfonso fue consciente del papel de los laicos. Al comienzo de su ministerio en Nápoles,
Alfonso preparó catequistas que le ayudaran en las ‘capillas del atardecer’. “Las capillas del
atardecer fueron tan numerosas que fue imposible tener misioneros para todos. Alfonso y
sus compañeros, para ayudar en las reuniones que ellos mismos dirigían, preparan líderes
para que presidan los encuentros e instruyan en la oración y el catecismo”

Las Capillas del atardecer tuvieron un éxito extraordinario e influyeron en millares de


personas. Se las llamaba también "Centros de conversión" y “viveros de santos". Y lo más
importante: continuaron floreciendo por mucho tiempo después de que Alfonso dejara de
acompañarlas, porque eran los laicos del lugar, y no Alfonso y sus compañeros sacerdotes,
los responsables de las mismas.

Los laicos fueron la "espina dorsal" de esta gran obra. Alfonso se consideraba un simple
colaborador de los líderes laicos, que tenían autoridad y verdadera credibilidad entre los
miembros de las comunidades por el hecho de vivir las mismas vicisitudes de la ciudad.
Hoy la comunidad Redentorista continua el legado de san Alfonso acompañando las
diferentes iniciativas laicales en las misiones y parroquias que animan.

7. San Alfonso y los jóvenes

El contexto juvenil de la época que vivió San Alfonso está determinado por dos factores: el
de los jóvenes pobres, que vivían en los suburbios de Nápoles, sumada a la escasa
enseñanza básica (gramática, ciencias, matemáticas) se añadía la parca espiritualidad
acentuada en presupuestos rigoristas y supersticiosos. En el segundo escenario estaba la
realidad que tenía la juventud noble, influenciada por el “Enciclopedismo Francés” y la
floreciente Ilustración, que pregonaba los principios de la razón y por ende asentaba la
incredulidad en la vida espiritual. En esta línea san Alfonso escribe:

“Estas plantas (los jóvenes) deben cultivarse. El mayor bien y el mayor mal en la
ciudad y en las provincias no depende más que de la juventud”.

Asimismo, se puede intuir que varios miembros de las “Capillas del atardecer” eran jóvenes
y quizás algunos pastores (cabreros) de Scala oscilaban en una edad de quince a veinticinco
años; del mismo modo la misión predicada por San Alfonso daba cabida a la población
juvenil. Igualmente siendo obispo aprovechaba la oportunidad de dirigirse a los jóvenes, a
quienes insistía el amor a Jesús y María.
Referente a lo anterior, Tannoia describe la posición de San Alfonso en los siguientes
términos:

“Alfonso no quería que sus misiones fueran humo de paja”, por eso en los lugares
más poblados organizaba diversas fraternidades. Sacerdotes, artesanos, (…)
jóvenes. De igual manera sostenía que la comunión de los jóvenes reviste a la
misión de un carácter festivo inolvidable”.

No solamente Alfonso se dirigió en correspondencia a los jóvenes seminaristas y


sacerdotes, también la empleó para jóvenes ajenos a la vida consagrada, una muestra de
esto es una carta dirigida a sus sobrinos, que eran estudiantes en Nápoles:

Temen a Dios como Señor, pero ámenlo aún más como padre. ¡Padre nombre bien dulce
que le dan todos los días en el Padrenuestro! Sí, Dios es un Padre; ámenlo con ternura. Él
es padre, y ¡qué padre! Su bondad, su dulzura, su amor, su ternura, su benevolencia, su
misericordia son otros tantos títulos que deben movernos a amarlo con un tierno y filial
reconocimiento. Felices ustedes si lo aman sinceramente desde los años juveniles (…)

8. San Alfonso y la formación de la conciencia

Alfonso no es solo el autor de la “Teología Moral”, también es el abogado de la conciencia,


el defensor de los pobres; el proceso que tuvo que pasar para construir su obra, comienza
desde el estudio de las leyes cuando era abogado, posteriormente la formación en el
Seminario. Pero el contacto con los pobres y marginados de la sociedad de la época, fue
creando poco a poco en el pensamiento Alfonsino lo motivó a una reflexión teológica
conforme a los signos de su período, el diseñar un sistema moral, que no cayera en los
errores de la época: el relajado y soñoliento laxismo; el rígido y estricto Jansenismo.

El temor de los pobres a acercarse al sacramento de la Reconciliación fue uno de los


motivos, que ayudó a este santo a emprender la tarea de consolidar bases para la buena
práctica de la confesión y la conciencia, advirtiendo que el rigorismo expuesto en el
Jansenismo, era exigente y no motivaba la conversión sino la condenación de los seres
humanos. Uno de sus grandes aportes, es la propuesta del equiprobabilismo, que según
algunos teólogos, es el justo medio entre el probabilismo y las propuestas laxas.

Alfonso fue un genio en su tiempo, el pedagogo de la misericordia, enseñó a colegas y


superiores, a intelectuales y místicos; la comprensión más clara de los hechos y palabras de
Jesús de Nazaret, quien señala a Dios como “Abba”, es decir padre y no como un juez
implacable y severo como lo pintaban los rigoristas. La Teología Moral es fruto de años de
estudio, de más de diez horas diarias; especialmente su experiencia pastoral entre los
marginados de los campos del reino de Nápoles.

9. San Alfonso y el compromiso misionero

Desde el principio de su servicio pastoral, san Alfonso María Ligorio abrazaba con cariño
especial a los más pobres y abandonados espiritual y físicamente. A ellos también siguió
siendo fiel hasta sus últimos días. “Siendo beneficiario de una luz divina – como escribe
uno de sus biógrafos – durante toda su vida penetraba con sus ojos luminosos las
oscuridades y reflexionaba sobre cómo podría darles luz.” Llenaba los días de su vida
sacerdotal con la predicación intensiva y el servicio de la confesión. Llegó a ser un
predicador, confesor y misionero muy buscado y valorado. Teniendo en cuenta a la gente
sencilla, en su predicación dejaba de predicar de manera floreada y exquisita, como se
predicaba entonces, y les transmitía, de manera simple, la profundidad y la belleza de la
Palabra de Dios.

San Alfonso nos enseña que la Iglesia debe estar en salida, ser sal y luz del mundo, que
dinamice la pastoral al ritmo del Evangelio. Alfonso, poco a poco, fue adquiriendo
experiencia misionera. Junto con otros sacerdotes empezó a hacer cíclicamente misiones en
ciudades pequeñas colindantes con la capital y en varios pueblos del Reino de Nápoles,
donde se encontraba a gente mucho más pobre y abandonada que los niños descuidados de
la ciudad donde vivía.

Finalmente, San Alfonso, reconociendo el estado de esta gente, al mismo tiempo se dio
cuenta de que estos pobres, abandonados religiosamente, a menudo, más que un pan,
deseaban a Dios. Decidió entonces actuar y por eso consultó a varias personas para estar
seguro de la voluntad de Dios. Hizo el voto de sacrificarse para la evangelización de los
pobres y abandonados, al cual permaneció fiel hasta el fin de su larga vida.

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