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EL TEXTO CIENTÍFICO
El código. Además de la lengua común-con los rasgos especiales que
constituyen lo que denominamos registro científico-, es característico el uso de
sistemas formalizados de símbolos (o simbologías). Se denomina simbología a
un conjunto definido de signos gráficos que determinadas disciplinas científicas
utilizan para representar de manera simplificada conceptos propios de su
materia. Desde los más sencillos y conocidos, como los que representan las
operaciones básicas de cálculo (+,-,x,), hasta los más complejos, estos conjuntos
de símbolos poseen varias características que los hacen muy útiles en el
discurso científico:
Junto con todo ello, hay que tener en cuenta el funcionamiento en los textos científico-
técnicos de códigos no verbales de carácter icónico (como dibujos, fotografías…) o mixtos
(como los cuadros, diagramas, etc.).
Textos divulgativos. Son los que van destinados a un público amplio que se
acerca al texto por un interés general sobre el tema o por mera curiosidad. Como se
supone que el lector carece de una preparación previa, el autor procura evitar el uso
de tecnicismos (si alguno aparece, define su significado en el propio texto) y explicar
los conceptos mediante ejemplos sencillos y comparaciones con la vida cotidiana.
Es decir, sacrifica la precisión y el rigor en aras de una mayor claridad. Y como
tampoco se le puede exigir al destinatario el nivel de estudio o reflexión en la lectura
que se supone en los otros niveles, es usual que el autor inserte curiosidades,
conexiones con la vida cotidiana, dibujos e ilustraciones, etc. Con el fin de mantener
su atención.
INTRODUCCIÓN:
c) Confirmación de la tesis.
CONCLUSIÓN:
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EL TEXTO CIENTÍFICO
ocasiones de la simbología correspondiente-, y por la inclusión de gráficos e
ilustraciones que sirven de apoyo a la descripción.
Estos y otros esquemas de estructuración los encontramos en muy distintas clases de texto
de transmisión cultural como, por ejemplo, el artículo (divulgativo o especializado), la reseña, la
monografía, el manual, el informe, la tesis doctoral, el diccionario especializado, la conferencia,
etc.
Modalidades textuales
Los modos de expresión en los textos científicos son los siguientes:
Este tipo de textos puede incluir definiciones, listados (de características, factores, criterios,
aplicaciones), clasificaciones, ejemplos y resúmenes.
Coherencia y cohesión
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En cuanto a la cohesión, además de los mecanismos habituales (anáfora, catáfora,
sustitución, elipsis, isotopía semántica), en los textos científicos son particularmente relevantes
los marcadores del discurso y las expresiones deícticas
1- Clases de oraciones:
Predominio de oraciones enunciativas.
Empleo de oraciones interrogativas con una finalidad didáctica: ¿De dónde proviene
el ATP? Como veremos en el próximo capítulo, el ATP proviene…
Oraciones que evitan expresar el agente, tanto impersonales como pasivas reflejas:
Se trata de observar la diferencia…; Se crean nuevas proteínas…
2- Nominalizaciones
Dejan de nombrarse las acciones y se prefieren las nominalizaciones: clasificación,
adición…
Uso del condicional para expresar hipótesis: Por esto, cabría argumentar…
4- Persona verbal
Predominio de la tercera persona para exponer la impersonalidad.
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El uso de la primera persona del plural suele tener finalidad didáctica, ser un plural de
modestia o bien una generalización que implique al lector: Comencemos por ver de
qué manera se pueden construir nuevas moléculas de ADN en el laboratorio.
Este carácter monosémico de la terminología científica por el que los vocablos poseen un
significado constante, permite la sustitución de un vocablo por un sinónimo, sin que se
produzca con ello la más leve alteración en el contenido significativo expresado. Y así, por
ejemplo, en medicina pueden usarse como sinónimos, con el significado de dolor tenaz e
intermitente de una parte de la cabeza”, los vocablos hemicránea y migraña (del latín
hemicranía, y éste del griego), jaqueca (del árabe saqiqa, migraña) y cefalea (del latín
cephalaea, y éste del griego).
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2.3.-CREACIÓN DE LA TERMINOLOGÍA CIENTÍFICA
El rápido avance que se viene produciendo en todas las ciencias ha provocado un
vertiginoso crecimiento de la terminología científica y técnica.
Uno de los procedimientos más fecundos para la producción de nuevas palabras partiendo
del caudal ya existente es el empleo de afijos. El lenguaje científico recurre a la afijación como
cantera inagotable de tecnicismos. Y así, por ejemplo, en química se emplean sufijos tales
como –ato, -uro (clorato, cloruro, voces derivadas de cloro), -ico, -oso (férrico, ferroso, voces
derivadas de hierro-del latín ferrum-), etc.
Estos son algunos de los sufijos empleados con mayor frecuencia para la creación de
voces técnicas:
a) Sufijos de nombres
Con el significado de acción:
-ado: encofrado
-aje: aterrizaje
-amento: ligamento
-ura: rotura.
-adera: espumadera
-or:extractor
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-adero, -edero, -idero: embarcadero, cocedero, sumidero.
-atorio: laboratorio.
b) Sufijos de verbos
-ificar: electrificar.
-izar: cauterizar.
Otro de los mecanismos de que se vale la lengua para acuñar nuevas denominaciones
técnicas consiste en la combinación de palabras ya existentes.
Una buena parte del léxico científico tiene su origen en las lenguas clásicas. Palabras
tomadas directamente del griego y del latín –o procedentes del griego, a través del latín- se han
ido incorporando al lenguaje de la ciencia durante siglos. Unas veces, estas palabras
conservan su significado originario: afonía, anemia.
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No siempre los elementos compositivos de palabras formadas con raíces clásicas se
han tomado de la misma lengua, sino que a veces uno procede del griego y otro del latín, o
viceversa, dando así lugar a voces híbridas (electrocutar).
Así pues, las lenguas han ido creando sobre raíces grecolatinas gran parte de la
terminología común a la ciencia y a la técnica occidental, lo que, sin duda, ha favorecido la
validez universal de los tecnicismos así constituidos, aspiración ésta de la universalidad
lingüística perseguida con ahínco por el léxico científico.
Varias son las formas de introducir tecnicismos extranjeros en una lengua, sin que exista
un criterio fijo:
Si los problemas de adaptación de los tecnicismos de una lengua a otra son a veces
grandes, en el caso de nuestro idioma existe una dificultad sobreañadida: la necesidad de
adaptar de manera uniforme los tecnicismos en todos los países de habla española, a fin de
conservar la unidad de la lengua. Por ejemplo, el queroseno usado como combustible se
denomina querosín o querosén en la mayoría de los países hispanoamericanos, (azafata, en
Argentina aeromoza y, en Venezuela, camarera)
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