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Programa de sociología
Presentado a la profesora:
De camino a casa o haciendo uso de cualquier lugar público, la cotidianidad de las mujeres
es interrumpida por ataques de carácter sexual realizados por algunos hombres. Los
“piropos”, las insinuaciones sexuales, los gestos y el abuso físico constituyen una realidad
hostil frente a la mujer, causante de daños físicos y psicológicos. Este fenómeno,
denominado acoso sexual callejero, es una forma de violencia sexual que se encuentra
ligada a una ideología machista en donde prevalecen los roles de género y los estereotipos.
Su tipificación se complica debido a que es normalizado e invisibilizado en las calles de la
ciudad de Barranquilla.
De acuerdo con un estudio realizado por la CEPAL (2015), 6 de cada 10 mujeres han sido
víctimas del acoso callejero (párr. 2). Esta conducta misógina justifica la construcción de
una representación social de la mujer como un objeto sexual. El barranquillero desde una
visión machista de la realidad, cree que los piropos representan un halago y, dada la
naturalización del acoso verbal, no se señala esta acción como una conducta inmoral o
errónea. Los varones violentan a la mujer, recreándolas como un objeto de satisfacción y de
placer a su disposición, prescindiendo de la relación de igualdad que debe haber entre
ambos sexos.
La sociedad barranquillera obvia las consecuencias de los piropos sobre la mujer; omite que
las experiencias de abusos representan un obstáculo en el quehacer cotidiano de la víctima,
quienes, a su vez, tienden a tener culpa, vergüenza, baja autoestima, desánimo, confusión y
depresión. Estas afectaciones psicológicas suelen causar dolores de cabeza y musculares,
cambios en el apetito, malestar de estómago, náuseas e insomnio. Es decir, la conducta
machista causa, sin lugar a duda, un daño sobre la mujer. Así que el estudio del acoso
callejero permite, a través de su visualización, la reivindicación del rol sociocultural de la
mujer, es decir, representa una herramienta en la búsqueda de la igualdad de género,
construyendo, así, un camino hacia una sociedad ecuánime.
Con respecto al espacio, ocurre una dicotomía entre lo público-privado, de acuerdo con la
ideología patriarcal, se sostiene una diferenciación de roles donde el hombre es quien
naturalmente debe habitar lo público, mientras que la mujer debe permanecer en el ámbito
privado/familiar. Esto nos sitúa en un panorama urbano desigual, que legitima la
superioridad del hombre en las calles, lugar que según le corresponde a este. Pero con el
salto de la mujer al ámbito público supone para el hombre una pérdida del control que se
tiene que recuperar de alguna forma. Lo anterior ha conllevado a normalizar, invisibilizar, y
en unos casos, hasta subestimar la violencia sistemática ejercida hacia las mujeres en las
zonas urbanas.
La violencia que normalmente se ejerce hacia las mujeres en los espacios públicos es de
carácter sexual, así que la percepción de inseguridad que estas sienten en los espacios
públicos está más relacionada a sucesos como el acoso, las violaciones, los secuestros, los
feminicidios, etc. Manifestaciones violentas que ocurren constantemente y que son por lo
general, naturalizadas y hasta cuestionadas por parte de la sociedad. Esto se contrapone con
la visión de inseguridad que perciben los hombres, quienes temen más que todo a perder
bienes mediante hurtos.
En la ciudad de Barranquilla, las zonas urbanas son percibidas por la mayoría de las
mujeres como amenazadoras y atemorizantes. El sentimiento de inseguridad es una
constante en las mujeres mientras circulan en los espacios públicos, puesto que, en casi
todos los lugares, tiene que lidiar con miradas abusivas o comentarios sexuales sobre su
cuerpo o sobre el cómo están vestidas. En casos más graves, hasta pueden encontrarse en
situaciones más comprometedoras que ponen en peligro su bienestar físico y emocional. El
barranquillero dentro de su visión machista de la realidad concibe que los piropos son un
halago, que tienen el derecho a opinar y a veces hasta tocar partes del cuerpo de la mujer.
Para ellos, no se trata de una acción inmoral o errónea, sino que hace parte de la
manifestación de su masculinidad. De esta forma, partiendo de lo que se considera
“objetivo”, los habitantes de esta ciudad mantienen la opresión masculina sobre la mujer.
El miedo y el sentimiento de inseguridad en este sentido no sólo tiene que ver con los
sucesos que ocurren realmente, sino también a los imaginarios sobre posibles escenarios
violentos. Este miedo incrementa con la divulgación de sucesos anteriores, es decir, las
mujeres temen pasar por situaciones similares que ya ocurrieron en el pasado. A su vez,
este sentimiento de inseguridad conlleva a una praxis de autoprotección, en la medida de
que la mujer comienza a implementar medidas de autocuidado que le generen sentimientos
de tranquilidad al momento de habitar el espacio público, por eso es que suelen cambiar su
forma de vestir, evitan salir a ciertas horas y salir solas, eligen medios de transporte más
“seguros” según sus criterios, analizan en todo momento las señales de peligro en los
espacios en donde se sitúan desde la infraestructura, el flujo de personas y la iluminación.
Pero, además, el miedo fomenta la creación de “un mapa cognitivo, obteniendo una
multiplicidad de imágenes sobre la ciudad en las que se establecen muros físicos y mentales
a partir de los cuales se generan limitantes diferenciadas en las formas de acceso y
desplazamiento en la ciudad” (Deávila, como se citó en Nieto, 2012, p. 54). En otras
palabras, las mujeres delimitan los espacios que consideran altamente inseguros, y evitan
pasar por ellos, o si lo hacen, se muestran más precavidas de lo normal.
¿Cuál es la percepción de las mujeres sobre la inseguridad en las calles y cómo ésta impacta
en su comportamiento cotidiano en los espacios geográficos y sectores inseguros de
Barranquilla desde 2019-2022?
Preguntas derivadas:
Justificación
A partir de lo anterior, esta investigación ayudaría a que las mujeres adopten una posición
crítica sobre el acoso o cualquier otro tipo de mecanismo de violencia. Será, por tanto, un
apoyo para la mujer que ha sido víctima y que ha estado en silencio por la indiferencia
social de estas experiencias traumáticas. Este estudio constituirá, entonces, una voz para las
mujeres y a su vez expondrá a muchos hombres que practican el acoso constante en las
calles porque no reciben ningún castigo o llamado de atención. Y en últimas se esperaría
que esta investigación con sus objetivos generará una alarma a las autoridades de organizar
mejor la seguridad en estos sectores de Barranquilla.
Este proyecto sería un primer acercamiento a esta problemática a nivel local y sus
resultados serían una contribución para los siguientes estudios sobre el tema y así darle
mayor visibilidad a la problemática no sólo en Colombia sino en otros países.
Objetivo General
Objetivos Específicos
Comisión Económica para América Latina y Caribe (CEPALC). (2015). Acoso sexual en el
espacio público: la ciudad en deuda con los derechos de las mujeres. Párr. 1-2
Recuperado en: https://www.cepal.org/fr/node/34890
Nieto, P. (2012). Mujeres habitando el espacio público, con miedo, pero sin dejar de andar
(Tesis de maestría). Universidad Autónoma Metropolitana, Azcapotzalco, México.